Fundación Caja Rural y la Fundación Atapuerca inauguran la exposición 'Mujeres en Atapuerca' en el marco del 25 aniversario de la Fundación Atapuerca

 Burgos, 24 de septiembre de 2024. Fundación Atapuerca y Fundación Caja Rural inauguran la exposición "Mujeres en Atapuerca", una iniciativa destinada a visibilizar y reconocer el papel que han desempeñado las mujeres en el Proyecto Atapuerca desde sus inicios en 1978 hasta la actualidad.

A lo largo de estas décadas, la participación femenina en el proyecto ha crecido de manera significativa, con la incorporación progresiva de mujeres en puestos de dirección en diversas instituciones, así como en la coordinación de yacimientos arqueológicos y proyectos de investigación vinculados a Atapuerca.


“Mujeres en Atapuerca”
es una pequeña muestra de mujeres, en su mayoría científicas, reconocidas tanto en el ámbito nacional como internacional por su relevante labor científico-técnica en diferentes disciplinas vinculadas al estudio de la evolución humana. Estas mujeres son una fuente de inspiración y un referente para las nuevas generaciones de jóvenes investigadoras.

La Fundación Atapuerca y el Equipo Investigador de Atapuerca (EIA) han sido pioneros en la promoción de la igualdad de género, alineándose con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5 de la ONU, que aboga por la equidad de género. Hace 20 años, la Fundación Atapuerca, junto con la actual comisaria y otros colaboradores, inauguró una exposición sobre esta misma temática. Hoy, el propósito se mantiene intacto: visibilizar el trabajo de las mujeres que han formado parte del Proyecto Atapuerca.


En esta ocasión, la Fundación y la comisaria han seleccionado 30 fotografías que retratan a mujeres que han participado en el proyecto desde sus inicios hasta la actualidad. Estas imágenes muestran la diversidad de perfiles profesionales —científicos, técnicos y de coordinación— que han contribuido al éxito del proyecto, destacando la evolución de su papel a lo largo del tiempo. Muchas de estas mujeres cuentan con un reconocimiento internacional por su contribución a la investigación y a la ciencia.

La comisaria de la exposición, María Cristina Fernández Laso, doctora en Prehistoria por la Universidad Rovira i Virgili (URV) de Tarragona y profesora titular en el área de Geografía Humana en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), estuvo vinculada al Proyecto Atapuerca entre 1994 y 2010. Fernández Laso subraya que "Mujeres en Atapuerca" es “un recurso imprescindible para las jóvenes interesadas en la evolución humana y la arqueología”.


Esta iniciativa cuenta con la colaboración principal de la Fundación Caja Rural, benefactor de la Fundación Atapuerca, que ha ampliado su apoyo para la realización de esta exposición en el marco del 25º aniversario de la Fundación Atapuerca. La relación entre ambas entidades, que comenzó en 2008, sigue siendo fundamental para el desarrollo de proyectos que impulsan el avance científico y cultural en el entorno rural.

Los créditos de las fotografías son: César Manso / Diario de Burgos. Miguel Ángel Martín Merino. Archivo fotográfico Federico Vélez. José María Bermúdez de Castro. Jordi Mestre / IPHES-CERCA. Javier Trueba / Madrid Scientific Films. Alberto Rodrigo / Diario de Burgos. Gerard Campeny / IPHES-CERCA. Susana Sarmiento / Fundación Atapuerca. Xabier Santakiteria. Susana Santamaría / Fundación Atapuerca.



Detalles de la exposición

Exposición: "Mujeres en Atapuerca"

Organiza: Fundación Atapuerca

Colaborador principal: Cajaviva-Fundación Caja Rural

Comisaria: María Cristina Fernández Laso

Fechas: Del 24 de septiembre al 3 de noviembre de 2024

Lugar: Sala de Exposiciones de Cajaviva Caja Rural, Avenida de la Paz, 2. (Burgos).

Horario: de martes a viernes: 19:00 h – 21:00 h. Sábados: 12:00 h – 14:00 h y 19:00 h – 21:00 h. Domingos: 12:00 h – 14:00 h. Lunes: Cerrado

Para matar mamuts en la Edad de Hielo, la gente usaba picas apoyadas en el suelo y no lanzas arrojadizas

Si bien la narrativa dominante y la cultura popular consideran que las puntas y lanzas de Clovis eran armas arrojadizas, los investigadores de la UC Berkeley dicen que estas herramientas pueden haber sido diseñadas para apoyarse contra el suelo como una pica durante un enfrentamiento con la megafauna. Cortesía del Parque Nacional White Sands.

Cómo utilizaban los primeros humanos herramientas líticas afiladas para abatir la megafauna hace 13.000 años? ¿Arrojaban lanzas con puntas de piedra afiladas y cuidadosamente trabajadas llamadas puntas de Clovis? ¿Rodeaban y apuñalaban a mamuts y mastodontes? ¿O buscaban animales heridos, utilizando tales puntas de Clovis como una herramienta versátil para obtener carne y huesos con el fin de alimentarse y abastecerse?

Los arqueólogos de la Universidad de California Berkeley dicen que la respuesta podría no ser ninguna de las anteriores.

En cambio, afirman que los humanos podrían haber apoyado la parte trasera de sus lanzas puntiagudas contra el suelo y haber inclinado el arma hacia arriba de forma que pudiera atravesar al animal que atacaba. La fuerza habría hecho que la lanza se hundiera más profundamente en el cuerpo del animal, provocando un golpe más dañino del que los cazadores prehistóricos más fuertes hubieran podido realizar por sí solos.

Caza de osos con armas de fuego y picas (estilo Clovis) en el norte de Eurasia, siglo XIX. Pávlov Sokolov. Colección Leningrado de la Fundación Blavatnik.

Basándose en múltiples fuentes de escritos y obras de arte, un equipo de arqueólogos de Berkeley revisó evidencias históricas de todo el mundo sobre personas que cazaban con lanzas hincadas en el suelo.

También realizaron el primer estudio experimental de armas de piedra centrado en las técnicas de caza mediante puntas, revelando cómo reaccionan las lanzas a la fuerza simulada de un animal que se aproxima. Una vez que la punta de piedra afilada atraviesa la piel del animal se activa el sistema de montaje diseñado de hincar la lanza en el suelo, la cual -dicen- funciona como una bala de punta hueca moderna que puede infligir graves heridas a mastodontes, bisontes y felinos dientes de sable.

“Este antiguo diseño de los nativos americanos fue una innovación sorprendente en las estrategias de caza”, dijo Scott Byram (izquierda), investigador asociado del Centro de Investigación Arqueológica de Berkeley y primer autor de un artículo sobre el tema publicado en la revista PLOS ONE . “Esta distintiva tecnología indígena ofrece una ventana de información sobre las técnicas de caza y supervivencia utilizadas durante milenios en gran parte del mundo”.

La revisión histórica y los experimentos al respecto pueden ayudar a resolver un enigma que ha alimentado décadas de debate en los círculos de arqueología: ¿Cómo utilizaban realmente las comunidades de América del Norte las puntas Clovis, las cuales se hallan entre los elementos desenterrados con mayor frecuencia durante la Edad del Hielo?

Las puntas Clovis, que deben su nombre a la ciudad de Clovis, Nuevo México, donde se recuperaron por primera vez hace casi un siglo, se realizaron a partir de rocas como sílex, pedernal o jaspe. Su tamaño varía desde el pulgar de una persona hasta la altura de un iPhone mediano, y tienen, además, un borde afilado con hendiduras estriadas en ambos lados de su base. Se han recuperado miles de ellas en todo Estados Unidos; algunas incluso se han desenterrado dentro de esqueletos de mamut preservados.

Las puntas de Clovis se distinguen por su cicatriz en forma de flauta o canal cerca de la base, como se muestra en estas réplicas. Cortesía de Scott Byram.

También han sido un tema central de la cultura pop. Los personajes del videojuego Far Cry Primal utilizan lanzas con puntas de piedra para emboscar a los mastodontes. La película 10.000 B.C. muestra una lanza similar para cazar mamuts. Los académicos y aficionados reconstruyen las puntas Clovis, y algunos incluso documentan en YouTube el proceso de construcción y uso de las mismas para cazar bisontes.

Esas descripciones son muy buenas para contar una historia, pero probablemente no tengan en cuenta las realidades de la vida en la Edad del Hielo, afirmaron Byram y su coautor, Jun Sunseri, profesor asociado de antropología de la Universidad de California Berkeley.

Réplica 4 colocada entre un peso de caída de 8,1 kg y una tabla de roble en la torre de caída libre utilizada en los experimentos de fase I-III en Bear Bones Lab, UC Berkeley.

Las puntas de Clovis suelen ser la única parte recuperada de una lanza. A veces se encuentran los ejes o enmangues de hueso, de diseño intrincado, en el extremo del arma, pero la madera en la base de la lanza y la resina de pino y los cordones que ayudan a que funcionen como un sistema completo se han perdido en el tiempo.

"Además, los silos de investigación limitan ese tipo de pensamiento sistemático sobre las armas prehistóricas", dijo Sunseri (derecha). "Y si los especialistas en piedra no son expertos en huesos, es posible que no vean el panorama completo".

“Hay que mirar más allá del simple artefacto”, dice Sunseri. “Una de las cosas clave aquí es que estamos considerando esto como un sistema de ingeniería que requiere múltiples tipos de subespecialidades dentro de nuestro campo y otros”.

Hace 13.000 años, las comunidades probablemente priorizaron la elaboración de herramientas como sistemas fuertes y efectivos. Las herramientas debían ser resistentes. La gente tenía un número limitado de rocas adecuadas con las que trabajar mientras atravesaba la Tierra. Podían recorrer cientos de kilómetros sin acceso al tipo adecuado de palos largos y rectos con los que fabricar una lanza. Por lo tanto, es lógico que no quisieran correr el riesgo de arrojar o destruir sus herramientas sin saber siquiera si podrían atrapar al animal, comenta Byram, quien examinó registros de archivos, que abarcaban desde la antropología hasta el arte y la historia griega, a fin de rastrear el arco de las picas plantadas como armas.

“Quienes se dedican al análisis de artefactos militares de metal lo saben todo sobre el particular, puesto que se utilizaba para detener a los caballos en la guerra”, advierte Byram. “Pero antes de eso, y en otros contextos relacionados con la caza del jabalí o del oso, no era muy conocido. Es un tema que vuelve a aparecer en la literatura con bastante frecuencia, pero por alguna razón, no se ha hablado demasiado de él en antropología”.

Los investigadores utilizaron una réplica de lanza para probar cómo respondería a diferentes cantidades de fuerza. Cortesía de Scott Byram.

Para evaluar su hipótesis sobre la pica, el equipo de Berkeley construyó una plataforma de prueba para medir la fuerza que podía soportar un sistema de lanza antes de que la punta se rompiera o el asta se expandiera. Su versión estática y de baja tecnología de un ataque animal, mediante la utilizando una réplica reforzada de una lanza con punta Clovis, les permitió probar cómo diferentes lanzas alcanzaban sus puntos de ruptura y cómo respondía el sistema de expansión.

Se basó en experimentos previos en los que los investigadores dispararon lanzas con puntas de piedra sobre arcilla y gel balístico, algo que para un mamut de nueve toneladas podría parecer un pinchazo.

“El tipo de energía que se puede generar con el brazo humano no se parece en nada al tipo de energía que genera un animal que ataca. Es un orden de magnitud diferente”, dice Sunseri. “Estas lanzas fueron diseñadas para hacer lo que hacen, para proteger al usuario”.

Una secuencia de fotografías de alta velocidad durante una prueba después de que se dejó caer un peso de 11,34 kg desde una altura de 35 cm muestra varios momentos en los que la punta de piedra retrocede y astilla el mango de la pica. Los investigadores dijeron que la forma en que la punta de piedra podría haber perforado la carne del animal y el mango de madera y hueso se abrió sugiere que la lanza como sistema funcionaba de manera similar a una bala de punta hueca. Cortesía de Scott Byram

El experimento puso a prueba algo que Byram ya había meditado durante décadas. Cuando estaba en la escuela de posgrado y analizaba herramientas de piedra prehistóricas, fabricó réplicas de puntas Clovis y fabricó lanzas utilizando técnicas tradicionales. Recordó haber pensado en el tiempo que exigía el proceso de elaboración de una punta Clovis de piedra y en lo importante que sería que la misma funcionara de manera eficaz.

“Comencé a entender que, en realidad, tenía un propósito diferente al de otras herramientas”, explica Byram. “A diferencia de algunas de las puntas de flecha con muescas, era un arma más sustancial, y probablemente también se usaba con fines defensivos”.

Las conversaciones en torno a una fogata al comienzo de la pandemia entre Sunseri, un zooarqueólogo que aprendió de las comunidades locales durante su estancia en África, y Kent Lightfoot, profesor emérito de antropología de Berkeley, los impulsaron a investigar el misterio. A través de las conversaciones con sus mentores de VhaVenda, Sunseri aprendió que la ingeniería que se utilizaba en la parte baja de algunas lanzas era tan crucial como el trabajo que se realizaba en las puntas.

“La sofisticada tecnología Clovis que se desarrolló independientemente en América del Norte es testimonio del ingenio y las habilidades que los primeros pueblos indígenas emplearon en su cohabitación del antiguo paisaje con la megafauna ahora extinta”, dijo Lightfoot, coautor del estudio (izquierda).

En los próximos meses, el equipo planea seguir probando su teoría construyendo algo parecido a una réplica de un mamut. Mediante un tipo de tobogán o péndulo, esperan simular cómo habría sido un ataque de un animal si una pica con punta de Clovis plantada en el suelo impactara contra el mismo de forma enorme y veloz.

“A veces, en arqueología, las piezas simplemente empiezan a encajar, como parece ocurrir ahora con la tecnología de Clovis, y esto pone la caza con pica en e primer plano junto con la megafauna extinta”, concluye Byram. “Abre una nueva forma de ver cómo vivían las personas entre estos increíbles animales durante gran parte de la historia humana”.

Fuente: Universidad de California Berkely | 21 de agosto de 2024

El ADN antiguo arroja luz sobre la diversidad genética de las élites post-romanas

Collegno, tumba n° 150. Elemento final de un cinturón para la guarda y suspensión de un armas de hierro con incrustaciones de plata y latón.

Un nuevo estudio de ADN antiguo realizado por un equipo de investigadores internacionales y codirigido por Krishna R. Veeramah, Dr. de la Universidad Stony Brook del Estado de New York, proporciona información sobre el desarrollo y las estructuras sociales de las comunidades rurales europeas después de la caída del Imperio Romano.

Los hallazgos, publcados en un artículo en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), sugieren que las élites medievales tempranas, o aquellas de estatus social más alto, estaban formadas inicialmente por múltiples familias con ascendencias genéticas distintas. Sin embargo, con el tiempo, estas familias se casaron entre sí, y también las comunidades locales integraron a otros recién llegados, genéticamente diversos, con una variedad de orígenes sociales y culturales diferentes.

El equipo de investigación combinó datos paleogenómicos, arqueológicos e isotópicos para arrojar luz sobre la comunidad que utilizó un cementerio en Collegno, Italia, como lugar de enterramiento durante los siglos VI al VIII d.C. Los investigadores secuenciaron y analizaron los genomas de 28 individuos de dicho cementerio e incorporaron datos de 24 genomas publicados previamente. También estudiaron los patrones de movilidad social, así como de enterramiento y dieta de los individuos.

"Cuando el Imperio Romano colapsó, no sabíamos mucho sobre cómo se formaron las nuevas comunidades, pero muchas de las mismas serían la base demográfica de los países europeos modernos", explica Veeramah (izquierda), profesor asociado en el Departamento de Ecología y Evolución de la Facultad de Artes y Ciencias, y directora del Laboratorio Veeramah, que se dedica al estudio de la genómica evolutiva.

"Nuestro estudio revela que estas élites eran en términos genéticos sorprendentemente diversas y, en el proceso de creación de nuevas comunidades europeas en la era medieval, familias con ascendencia genética diversa se unieron para formar grupos gobernantes".

"En 2018, nuestro equipo publicó un artículo que establecía similitudes genómicas y culturales entre Collegno/Szólád, un pueblo en la Hungría moderna que mostraba una correspondencia significativa entre individuos con ascendencia del norte de Europa en ambos lugares de enterramiento", agrega Patrick Geary (derecha), Dr. del Instituto de Estudios Avanzados.

"Nuestro nuevo estudio sigue la transformación de esta comunidad italiana a lo largo de un siglo y muestra cómo nuevos grupos se trasladaron y se fusionaron con los habitantes existentes", agrega el Dr. Geary.

Los investigadores descubrieron que la comunidad de Collegno se creó inicialmente y se organizó en torno a una red de individuos estrechamente relacionados, probablemente procedentes de varias familias de la élite, pero con el tiempo evolucionaron hasta convertirse en un único linaje extendido que abarcó al menos cinco generaciones.

Collegno, tumba 143. Elementos de cinturón 'múltiples' de hierro con incrustaciones de plata y latón.

Veeramah y sus colegas creen que los individuos de este linaje tenían un rango más alto en la sociedad debido a sus dietas más ricas y a los objetos con los que fueron enterrados, muy detallados y probablemente más costosos, tales como armas y cinturones muyb elaborados.

Los hallazgos también muestran que, si bien la comunidad de Collegno fue establecida inicialmente por estas familias de élite, la mayoría de las cuales provenían del norte de Europa, la comunidad luego incorporó a individuos de otros orígenes y antecedentes genéticos, incluidos lugareños de los alrededores.

Fuente: stony Brook New York | 22 de agosto de 2024

Nuevas evidencias de Papúa Occidental ofrecen nuevas pistas sobre cómo y cuándo los humanos se trasladaron por primera vez al Pacífico

Proyecto arqueológico Tristan Russell/Raja Ampat.

En el pasado remoto de la humanidad, navegantes muy hábiles emprendieron audaces travesías desde Asia hasta las islas del Pacífico. Fue una migración de importancia mundial que dio forma a la distribución de nuestra especie, el Homo sapiens, en todo el planeta.

Estos marineros se convirtieron en los antepasados ​​de las personas que hoy viven en la región, desde Papúa Occidental hasta Aotearoa Nueva Zelanda. Sin embargo, para los arqueólogos, el momento preciso, la ubicación y la naturaleza de estas dispersiones marítimas no están claros.

Por primera vez, nuestra nueva investigación proporciona evidencia directa de que los marineros viajaron a lo largo del ecuador para llegar a las islas cercanas a la costa de Papúa Occidental hace más de 50 milenios.

Excavaciones en la puerta de entrada al Pacífico

Nuestro trabajo de campo arqueológico en la isla Waigeo, en el archipiélago Raja Ampat de Papúa Occidental, representa la primera colaboración internacional importante de este tipo, en la que participan académicos de Nueva Zelanda, Papúa Occidental, Indonesia y otros lugares.

Centramos nuestras excavaciones en la cueva Mololo, una colosal cámara de piedra caliza rodeada de selva tropical. Se extiende a lo largo de cien metros de profundidad y es el hogar de colonias de murciélagos, lagartos varanos y alguna que otra serpiente. En el idioma local Ambel, Mololo significa el lugar donde se juntan las corrientes, un nombre apropiado para las aguas agitadas y los grandes remolinos en los estrechos cercanos.

Los arqueólogos Daud Tanudirjo y Moses Dailom excavando en la cueva de Mololo. Tristan Russell , CC BY-SA

La excavación descubrió varias capas de ocupación humana asociadas con artefactos de piedra, huesos de animales, conchas y carbón, todos restos físicos descartados por los antiguos humanos que vivían en la cueva.

Estos hallazgos arqueológicos fueron raros en las capas más profundas, pero la datación por radiocarbono en la Universidad de Oxford y la Universidad de Waikato demostró que los humanos vivían en Mololo al menos 55.000 años antes de la actualidad.

Búsqueda de alimentos en la selva tropical

Un hallazgo clave de la excavación fue un artefacto de resina de árbol fabricado en esa época. Se trata del ejemplo más antiguo de resina utilizada por personas fuera de África y pone de manifiesto las complejas habilidades que los humanos desarrollaron para vivir en las selvas tropicales.

El artefacto de resina de árbol encontrado en la cueva de Mololo data de hace entre 55.000 y 50.000 años. El gráfico muestra cómo pudo haberse fabricado y utilizado. Dylan Gaffney , CC BY-SA.

El análisis con microscopio electrónico de barrido indicó que el artefacto se produjo en varias etapas. Primero se cortó la corteza de un árbol productor de resina y se dejó que ésta goteara por el tronco y se endureciera. Luego, la resina endurecida se moldeó.

Se desconoce la función del artefacto, pero es posible que se haya utilizado como fuente de combustible para las hogueras dentro de la cueva. Durante el siglo XX se recogió resina similar en Papúa Occidental y se utilizó para hacer fuego antes de que se introdujeran el gas y la iluminación eléctrica.

Nuestro estudio de los huesos de animales de Mololo indica que la gente cazaba aves terrestres, marsupiales y posiblemente murciélagos gigantes. A pesar de que la isla Waigeo es el hogar de animales pequeños que son difíciles de capturar, la gente se estaba adaptando a utilizar los recursos de la selva tropical junto con los alimentos costeros que las islas ofrecen con facilidad. Este es un ejemplo importante de la adaptación y flexibilidad humanas en condiciones difíciles.

Ejemplo moderno de resina de árbol de las islas Raja Ampat utilizada para encender un fuego. Dylan Gaffney , CC BY-SA

Rutas marítimas hacia el Pacífico

La excavación de Mololo nos ayuda a aclarar el momento preciso en que los humanos se trasladaron al Pacífico. Este momento es objeto de un intenso debate porque tiene importantes implicaciones para la rapidez con la que nuestra especie se dispersó desde África hacia Asia y Oceanía.

También tiene implicaciones sobre si las personas llevaron a la extinción a la megafauna oceánica, como los canguros gigantes (Protemnodon) y los wombats gigantes (Diprotodontids), y cómo interactuaron con otras especies de homínidos como el "hobbit" (Homo floresiensis) que vivió en las islas de Indonesia hasta hace unos 50.000 años.

Los arqueólogos han propuesto dos corredores marítimos hipotéticos que conducen al Pacífico: una ruta hacia el sur hasta Australia, y otra ruta hacia el norte, hasta Papúa Occidental.

En lo que hoy es el norte de Australia, las excavaciones indican que los humanos pueden haberse asentado en el antiguo continente de Sahul, que conectaba Papúa Occidental con Australia, hace 65.000 años.

Sin embargo, los hallazgos de Timor sugieren que la gente se desplazaba por la ruta del sur hace solo 44.000 años. Nuestro trabajo respalda la idea de que los primeros navegantes cruzaron por la ruta del norte hacia Papúa Occidental y luego se trasladaron a Australia.

Dos posibles rutas marítimas desde Asia hasta la región del Pacífico: una ruta septentrional a lo largo del ecuador hasta Raja Ampat y una ruta meridional vía Timor hasta Australia. Dylan Gaffney , CC BY-SA.

Papúa Occidental: un enigma arqueológico

A pesar de nuestras investigaciones, todavía sabemos muy poco sobre el pasado humano profundo en Papúa Occidental. La investigación ha sido limitada debido principalmente a la crisis política y social de la región.

Es importante destacar que nuestra investigación muestra que los primeros habitantes de Papúa Occidental eran sofisticados, muy móviles y capaces de idear soluciones creativas para vivir en pequeñas islas tropicales. Las excavaciones en curso de nuestro proyecto tienen como objetivo proporcionar más información sobre cómo la gente se adaptó a los cambios climáticos y ambientales en la región.

Sabemos por otros sitios arqueológicos en el país independiente de Papúa Nueva Guinea que una vez que los humanos llegaron a la región del Pacífico, siguieron aventurándose hasta las Tierras Altas de Nueva Guinea, el Archipiélago de Bismarck y las Islas Salomón hace 30.000 años.

No fue hasta hace unos 3.000 años que los navegantes se trasladaron más allá de las Islas Salomón para colonizar las islas más pequeñas de Vanuatu, Fiji, Samoa y Tonga. Sus descendientes viajaron más tarde hasta Hawái, Rapa Nui y Aotearoa.

Trazar un mapa de la arqueología de Papúa Occidental es vital porque nos ayuda a entender de dónde vinieron los antepasados ​​del Pacífico en general y cómo se adaptaron a vivir en este nuevo y desconocido mar de islas.

Plantillas de manos de edad desconocida de las islas Raja Ampat. Tristan Russell , CC BY-SA

Fuentes: theconversation | ox.ac.uk| 13 de agosto de 2024

Los autores agradecen la contribución de Abdul Razak Macap, antropólogo social del Centro Regional de Patrimonio Cultural en Manokwari.

Un estudio sobre la primera iglesia del mundo, en Dura Europos (Siria), cuestiona los orígenes de su estructura edificativa

Una de las ruinas del yacimiento de Dura Europos. Wikimedia Commons

A mediados del siglo III d.C. el Imperio Romano tembló. Florecientes ciudades se abandonaron, la moneda perdió valor y los bárbaros asediaron el limes. En medio del caos de usurpadores y legiones sublevadas los emperadores se decidían a golpe de espada. En oriente, bañada por el sol de Siria y acariciada por las aguas del Éufrates, la ciudad romana de Dura Europos quedó sitiada por un furioso ejército persa sasánida. En la desesperada defensa se intentó reforzar su muralla occidental con un terraplén que enterró numerosos edificios.

Al final, los persas conquistaron la ciudad al asalto y quedó abandonada sobre el año 256, pero los hogares enterrados bajo el terraplén se conservaron. Entre ellos estaba una casa en la que los primeros cristianos se reunían de forma clandestina para celebrar sus ritos y liturgias. Se trata de la primera iglesia cristiana de la que se tiene constancia cuando su fe estaba perseguida, oculta en el interior de un hogar, una domus ecclesiae.

Un nuevo estudio publicado en el Journal of Roman Archaeology desafía las ideas tradicionales sobre este espacio de culto y el cristianismo primitivo. "El edificio cristiano tenía poco que ver con un espacio doméstico en Dura Europos y, por lo tanto, pone en tela de juicio la narrativa de los orígenes materiales del cristianismo primitivo", afirma en una nota de prensa Camile Leon Angelo (izquierda), investigadora del Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Yale y principal autora del artículo que además desafía la validez del término domus ecclesiae.

Hasta hoy estaba aceptado que esta domus ecclesiae, reformada en el año 234, era una de tantas residencias privadas adecuadas al culto por las primeras comunidades cristianas, tal como se hace referencia en el Nuevo Testamento. "Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando", reza 'Hechos de los Apóstoles' en su capítulo 12, versículo 12.

Plano de la ciudad de Dura realizado por AH Detweiler (Colección Dura-Europos, YUAG, neg. Y-733 ), anotado con nombres de estructuras y bloques por JA Baird. (Cortesía de JA Baird.).

Su descubrimiento se realizó entre 1920 y 1930 en unas campañas de excavación realizada por arqueólogos de la Universidad de Yale y la Academia Francesa de Inscripciones y Letras. En su investigación también desenterraron una sinagoga y un mitreo, es decir, un templo dedicado a un críptico y oscuro dios (Mitra) adorado por las legiones. Los tres templos estaban en el mismo barrio y permanecieron en uso hasta mediados del siglo V d. C., cuando los sasánidas sitiaron la ciudad, la población fue desplazada y el lugar fue enterrado.

"Ahora bien, no decimos 'casa sinagoga' o 'casa Mitreo', sino que permitimos que se sostengan conceptualmente por sí mismas", sostiene Leon Angelo. "Entonces, si tenemos un edificio que sigue la misma trayectoria arquitectónica en la ciudad, ¿por qué enfatizamos los orígenes domésticos de la estructura? Queríamos saber qué tan doméstico era y cómo lo habría visto la comunidad".

Planta-perspectiva del edificio cristiano (M8-A): (a) antes de su renovación para uso de la comunidad cristiana; (b) después de su renovación para uso de la comunidad cristiana. (C. Leon Angelo y J. Silver.)

Para responder a estas preguntas, los investigadores analizaron todos los informes de excavación archivados en la Universidad de Yale sobre el yacimiento sirio para comprender cómo eran las casas de Dura Europos, qué contenían y qué funciones cumplían. Después de comprender a fondo lo que constituía el espacio doméstico para esa comunidad, lo compararon con las características de los edificios cristianos y encontraron diferencias significativas.

De ese período han persistido dos suposiciones engañosas: primero, que las casas renovadas para uso de la comunidad cristiana eran omnipresentes en todo el Imperio Romano en el siglo III; y segundo, que esas casas en ese momento habrían sido designadas domus ecclesiae o οἶκος τῆς ἐκκλησίας. Sin embargo, ni la evidencia arqueológica ni la literaria apoyan estas afirmaciones.

Ruinas de la casa-iglesia. Wikimedia Commons.

No había cocina ni agua

En el edifico cristiano objeto de estudio se conservaron pinturas murales. Hay una escalera en el patio, pero no se documentó ninguna cisterna para almacenar agua potable. Ninguno de los demás hogares comparados tenía características similares. Además, la eliminación de la cisterna y de la zona dónde preparaban los alimentos sugiere que no interactuaban con el espacio de reunión como si fuera una vivienda.

Sus habitaciones de la planta baja también fueron modificadas para crear una única sala bastante grande, y otra, utilizada como baptisterio, excepcionalmente pequeña en comparación con otras casas de la ciudad.

Además, los investigadores estudiaron los cambios en la forma en que la gente circulaba por las habitaciones, así como el uso de diferentes superficies y formaciones de asientos, lo que sugiere todo ello un alejamiento del entorno doméstico. Además se utilizaron simulaciones de cambios en la luz solar para determinar hasta qué punto ciertas renovaciones del edificio significaban una mayor superficie de las habitaciones que daban al patio y podían utilizarse en más momentos del día sin necesidad de lámparas o velas.

Simulación de la iluminancia anual acumulada del edificio cristiano (M8-A) después de la adaptación; vista desde la sala 2, mirando hacia el suroeste. La entrada a la sala 4 está a la izquierda y la entrada a la sala 5 está a la derecha (parámetros de render: 253 d. C., ventanas y puertas abiertas; escala: 0-1500 lx). (C. Leon Angelo y J. Silver.).

"Los diálogos en el ámbito académico y en la cultura popular dan la impresión de que, antes del emperador Constantino (306-307 d.C.), los cristianos se reunían y celebraban sus cultos en espacios pseudodomésticos", continúa Leon Angelo. "Pero si este espacio cristiano de Dura Europos es el único ejemplo con una fecha segura que tenemos, y que, de hecho, no era particularmente o ni siquiera algo doméstico, ¿por qué se sigue manteniendo esta percepción?"

"Estos datos tienen mucho peso y poder", afirmó Leon Angelo, consciente de las reacciones que puede desatar en el mundo académico su cambio de paradigma. "También nos interesa profundamente el cristianismo primitivo, pero queremos hacer justicia a la comunidad cristiana de Dura Europos y a su historia e intentar comprenderlos en sus propios términos, en lugar de a través de suposiciones que los académicos han proyectado sobre su espacio".

Fuentes: elespanol.com | cambridge.org | 16 de agosto de 2024

Utilizan un algoritmo que analiza rasgos dentales, en lugar de ADN antiguo, para mapear movimientos de poblaciones prehistóricas

Reconstrucción artística de un grupo de cazadores-recolectores de la Edad del Hielo.

Mediante el análisis del mayor conjunto de datos de fósiles humanos de la Edad del Hielo en Europa hasta la fecha, un equipo de investigación internacional ha podido demostrar cómo los cazadores-recolectores prehistóricos se enfrentaron a un cambio climático en el período comprendido entre 47.000 y 7.000 años atrás. El tamaño de las poblaciones disminuyó drásticamente durante el período más frío, y en Occidente incluso se enfrentaron a la extinción, según el estudio publicado hoy en la revista Science Advances.

El investigador principal, el Dr. Hannes Rathmann (izquierda), del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente de la Universidad de Tübingen (Alemania), desarrolló un nuevo método para analizar los fósiles basado en un algoritmo de aprendizaje automático, en colaboración con colegas de la Universidad de Tübingen, la Universidad de Ferrara (Italia) y la Universidad de Nueva York (EE. UU.).

Hace unos 45.000 años, los primeros humanos modernos migraron a Europa durante la última Edad del Hielo, lo que marcó el comienzo del llamado “Paleolítico Superior”. Estos primeros grupos poblaron continuamente el continente europeo, incluso durante el llamado “Último Máximo Glacial”, hace unos 25.000 años, cuando los glaciares cubrían grandes partes del norte y centro de Europa.

“Los arqueólogos han debatido durante mucho tiempo sobre la influencia de los cambios climáticos y las nuevas condiciones ambientales asociadas con la demografía de los cazadores-recolectores de esa época. Debido al número limitado de fósiles disponibles, y a su conservación molecular, a menudo deficiente para el análisis de ADN antiguo, ha sido muy difícil sacar conclusiones sobre el impacto de los factores climáticos en la migración, el crecimiento de la población, el declive y la extinción”, explica el Dr. Hannes Rathmann.

Junto con un equipo de investigadores de Italia, Estados Unidos y Alemania, Rathmann optó por un nuevo enfoque para aclarar esta cuestión: en lugar de analizar los pocos individuos prehistóricos dispersos de los que se dispone de ADN antiguo, el equipo examinó sus dientes.

"Los dientes son el tejido más duro del cuerpo humano y, por lo tanto, son los elementos esqueléticos fósiles más comunes encontrados por los arqueólogos. Esto nos ha permitido recopilar un conjunto de datos sin precedentes que es significativamente más grande que los conjuntos de datos genéticos y esqueléticos anteriores. Nuestra nueva colección incluye datos dentales de 450 humanos prehistóricos de toda Europa, que abarcan el período comprendido entre 47.000 y 7.000 años atrás”, explica Rathmann.

Tres cráneos humanos de la cueva de Hohlenstein-Stadel, en el sur de Alemania, que datan de hace unos 8.500 años, probablemente pertenecientes a una familia: un hombre (izquierda), una mujer (derecha) y un niño (centro).

Los investigadores focalizaron su atención en los rasgos dentales “morfológicos”, es decir, pequeñas variaciones dentro de la dentición, como el número y la forma de las cúspides de la corona, los patrones de crestas y surcos en la superficie de masticación o la presencia o ausencia de muelas del juicio. “Estos rasgos son hereditarios, lo que significa que podemos usarlos para rastrear relaciones genéticas entre humanos de la Edad del Hielo sin necesidad de ADN antiguo bien conservado”, explica Rathmann. Como estas características se pueden observar a simple vista, el equipo también examinó cientos de fotografías publicadas de fósiles. “Examinar fotografías históricas en busca de rasgos dentales fue particularmente emocionante, ya que nos permitió incluir fósiles importantes que lamentablemente ya no existen, como los que se perdieron o destruyeron durante la Segunda Guerra Mundial”, dice Rathmann.

Los resultados del estudio muestran que hace entre 47.000 y 28.000 años, durante el Pleniglacial Medio (glaciación Würm), las poblaciones de Europa occidental y oriental estaban bien conectadas genéticamente.

“Este hallazgo es coherente con nuestros conocimientos previos de estudios arqueológicos, que identificaron similitudes generalizadas en herramientas de piedra, armas de caza y arte portátil de las diferentes regiones”, explica la coautora Dra. Judith Beier (izquierda), del Centro de Estudios Avanzados DFG 'Palabras, Huesos, Genes, Herramientas' de la Universidad de Tubinga. Durante este período Europa se caracterizaba principalmente por paisajes esteparios abiertos que podían albergar grandes manadas de mamíferos, la principal fuente de alimento para los cazadores-recolectores. Estas condiciones probablemente favorecieron la interconexión de las poblaciones.

En el periodo posterior, el “pleniglacial tardío”, entre hace 28.000 y 14.700 años, los investigadores no encontraron vínculos genéticos entre Europa occidental y oriental. Además, los análisis muestran que ambas regiones experimentaron una reducción significativa del tamaño de la población, lo que condujo a una pérdida de diversidad genética.

“Este drástico cambio demográfico probablemente fue causado por cambios climáticos masivos: las temperaturas durante este periodo cayeron a los valores más bajos de todo el Paleolítico superior y culminaron en el Último Máximo Glacial, un momento en el que las capas de hielo alcanzaron su mayor extensión y cubrieron la mayor parte del norte y centro de Europa”, explica Rathmann, y añade: “El deterioro del clima provocó un cambio en la vegetación de estepa que pasó a ser un paisaje predominantemente de tundra, lo que afectó a los hábitats de los animales de presa y, en consecuencia, a los cazadores-recolectores que dependían de ellos”.

“Nuestros resultados respaldan la teoría, sostenida durante mucho tiempo, de que las poblaciones no solo fueron empujadas hacia el sur por el avance de las capas de hielo, sino que también se separaron en refugios en gran parte aislados con condiciones ambientales más favorables”, añade Beier.

Distribución espaciotemporal de 450 denticiones de cazadores-recolectores europeos utilizadas para el modelado demográfico.

En el lado izquierdo se muestra el registro climático δ 18 O del Proyecto de Núcleos de Hielo del Norte de Groenlandia (NGRIP) (escala temporal de la Cronología de Núcleos de Hielo de Groenlandia 2005) en ‰ desde 47 hasta 7 ka, junto con tres períodos de tiempo cuyos límites están definidos por los principales cambios climáticos: Pleniglacial Medio (MPG; ~47 a 28 ka), Pleniglacial Tardío (LPG; ~28 a 14,7 ka) y Glacial Tardío a Holoceno Temprano (LG&EH; ~14,7 a 7 ka). En el medio, se presenta la distribución temporal de los especímenes dividida en un grupo occidental (que se extiende desde el actual Portugal hasta Alemania) y un grupo oriental (que se extiende desde la actual Italia hasta Rusia occidental). Se muestran las fechas de radiocarbono calibradas promedio, con una fluctuación aleatoria aplicada para evitar la superposición de gráficos. Se indican los tamaños de muestra por grupo espacio-temporal. A la derecha, se muestran las coordenadas geográficas de los especímenes, con un código de colores que indica la afiliación al grupo occidental (azul) o oriental (rosa). Las ubicaciones geográficas se han calculado de forma aproximada y se han organizado en cuadrícula para evitar la superposición de los gráficos. El mapa se subdivide temporalmente en períodos MPG, LPG y LG&EH, con una ilustración del avance y retroceso de las capas de hielo del hemisferio norte y los cambios asociados en el nivel del mar.

Reemplazo poblacional

Otro hallazgo notable del estudio es el descubrimiento de que las poblaciones de Europa occidental se extinguieron en la transición del Pleniglacial medio al tardío y fueron reemplazadas por una nueva población que migró desde Europa oriental.

Después del Pleniglacial tardío, las temperaturas volvieron a aumentar de forma constante, los glaciares retrocedieron y la vegetación esteparia y forestal volvió a aparecer, lo que permitió la primera recolonización de zonas que antes habían sido abandonadas. El equipo de investigación observó que durante este período, las poblaciones de Europa occidental y oriental, que anterioemente habían quedado muy aisladas y reducido considerablemente, comenzaron a aumentar de nuevo en número y se reanudó la migración entre las regiones.

“Nuestro nuevo método, que se basa en un algoritmo de aprendizaje automático que llamamos 'Pheno-ABC', nos ha permitido, por primera vez, reconstruir eventos demográficos prehistóricos complejos utilizando datos morfológicos. Hasta donde sabemos, esto nunca se había logrado antes”, dice la coautora principal, la Dra. Maria Teresa Vizzari (izquierda), quien jugó un papel clave en el desarrollo del algoritmo junto con la profesora Silvia Ghirotto (derecha), ambas de la Universidad de Ferrara. La nueva herramienta analítica permite identificar el escenario demográfico más probable entre los muchos que se probaron. La misma es capaz de analizar una enorme cantidad de datos morfológicos de los dientes e identificar patrones (tendencias recurrentes) ocultas que revelan relaciones genealógicas entre individuos. Por tanto, mediante la utilización del mayor volumen de información disponible hasta el momento sobre fósiles humanos de la Edad del Hielo europea, ha sido posible reconstruir complejos eventos demográficos prehistóricos.

Según los investigadores, el método 'Pheno-ABC', en combinación con herramientas de inteligencia artificial, podría revolucionar el análisis de la morfología de los esqueletos fósiles en el futuro, por lo que representa un importante paso adelante en el estudio de la evolución humana, abriendo nuevas perspectivas para investigar los orígenes de diferentes poblaciones humanas y los procesos que han dado forma a nuestra diversidad genética .

“Nuestro estudio aporta información importante sobre la historia demográfica de los europeos de la Edad del Hielo y pone de relieve el profundo impacto de los cambios climáticos y medioambientales en la vida de los seres humanos prehistóricos. Debemos aprender urgentemente de nuestro pasado si queremos abordar los complejos problemas medioambientales del futuro”, concluye Rathmann.

Fuentes: Universidad de Tubinga | pikaia.eu | 16 de agosto de 2024

Descubren en Turquía (tras un terremoto) una tablilla cuneiforme de la Edad del Bronce que describe una compra enorme de muebles

Un grupo de arqueólogos ha descubierto una pequeña tablilla cuneiforme en el lugar donde se encontraba la antigua ciudad de Alalakh. Crédito: Murat Akar/Universidad Mustafa Kemal.

Un grupo de arqueólogos descubrió una pequeña tablilla de 3.500 años de antigüedad inscrita con escritura cuneiforme durante las excavaciones realizadas en un lugar de Turquía que podría arrojar luz sobre cómo era la vida durante la Edad del Bronce Tardía.


La escritura cuneiforme, una de las formas más antiguas de escritura, se utilizaba en todo el antiguo Medio Oriente. La misma registraba el sumerio, el acadio y otras lenguas de Mesopotamia, la región donde se desarrolló la primera civilización conocida del mundo y que ahora es Iraq y partes de Irán, Siria y Turquía. Escribas muy instruidos crearon los característicos caracteres en forma de cuña utilizando cañas en tablillas de arcilla.

La tablilla recién encontrada, que data del siglo XV a.C., parece haber servido como un recibo desglosado. Está escrita en cuneiforme acadio y describe la compra de una gran cantidad de muebles.

"Creemos que esta tablilla, que pesa 28 gramos, aportará una nueva perspectiva para comprender la estructura económica y el sistema estatal de la Edad del Bronce Tardía", declaró Mehmet Ersoy (izquierda), ministro de Cultura y Turismo de Turquía, en un comunicado.

La tablilla sólo mide 4,2 por 3,5 centímetros y tiene un grosor de 1,6 centímetros. Los investigadores encontraron el artefacto fuera de la puerta de la antigua ciudad de Alalakh, ahora conocida como el montículo y yacimiento arqueológico de Tell Atchana.

Yacimiento yacimiento arqueológico de la antigua ciudad de Alalakh.

Pero quizás lo más sorprendente es que la diminuta tablilla fue encontrada en julio durante los trabajos de restauración tras los devastadores terremotos ocurridos en la región. Tras la catástrofe natural, la arqueología se ha convertido en una forma de restauración y recuperación para la comunidad, declaró el director de la excavación, el Dr. Murat Akar (derecha).

Un pedido antiguo de muebles

"El arqueólogo británico sir Leonard Woolley excavó por primera vez la ciudad de Alalakh en la década de 1930, y descubrió un archivo de tablillas cuneiformes en una fortaleza contigua a la puerta de la ciudad", explica el Dr. Jacob Lauinger, profesor asociado de Asiriología en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore. "La nueva tablilla procede o bien de ese mismo archivo de tablillas o bien de otro no excavado en la fortaleza, y que llegó hasta la puerta en algún momento", dijo Lauinger.

Lauinger y Zeynep Türker, una estudiante de doctorado del departamento de estudios de Medio Oriente de la Universidad Johns Hopkins, han traducido y estudiado la tablilla junto con Murart Akar, que es profesor asociado del departamento de Arqueología de la Universidad Mustafa Kemal de Turquía.

Fotografía de la tablilla cuneiforme en lugar de su descubrimiento.

Los hallazgos se publicarán en un estudio revisado por expertos dirigido por Türker, pero de momento, su traducción de la tablilla revela la compra de unas 200 o más mesas, sillas y taburetes de madera. Aunque otras tablillas de Alalakh mencionan la producción de muebles en el sitio, nada ha alcanzado la escala de los enumerados en la tablilla recién descubierta, dijo Lauinger.

El equipo está investigando las conexiones de esta tablilla con otras desenterradas por Woolley, así como con tablillas cuneiformes que mencionan muebles en otros yacimientos de la Edad del Bronce Tardío.

"Las tablillass de carácter administrativo, como la hallada en Alalakh, registraban el número de materias primas y productos acabados que los trabajadores del palacio creaban, distribuían y utilizaban", explica Lauinger.

"Por ello, proporcionan una visión increíble de la antigua sociedad y economía de Alalakh. ¡Estamos leyendo literalmente las cuentas de un antiguo contador de hace casi 3.500 años!". dice Lauinger en un correo electrónico.

Pero el equipo también está intentando discernir cómo encaja la tablilla en el contexto más amplio de la sociedad que vivía en la antigua ciudad en aquella época. Los investigadores creen que los muebles se construyeron más o menos al mismo tiempo y no en lotes de pequeños pedidos que se fueron acumulando con el tiempo. Ahora, el equipo quiere explorar los diferentes escenarios históricos que habrían requerido tantos muebles.

"¿Fue para alguna ocasión especial en Alalakh, como un matrimonio real?", se pregunta Lauinger. "¿Pudo ser para un festival religioso? ¿Producía Alalakh muebles para la exportación? Esperemos poder empezar a descartar algunos de estos escenarios y así defender otros como más probables".

Los arqueólogos siguen estudiando la tablilla para poder completar la información que de la misma se desprende. Crédito: Murat Akar/Universidad Mustafa Kemal.

Salvar una ciudad perdida

"Una vez que concluyeron las excavaciones de Woolley a finales de la década de 1940, el yacimiento se dejó deteriorar durante casi un siglo y la naturaleza reclamó Tell Atchana", según Akar. El sitio se encontraba en un estado frágil y casi irreconocible tras haber sido cubierto por una espesa maraña de una planta silvestre de raíces profundas llamada mezquite sirio cuando Akar y sus colegas comenzaron a transformarlo en 2012.

El equipo emprendió en 2019 la ardua tarea de proteger, reforzar y preservar la arquitectura de adobe de la antigua ciudad, pero en febrero de 2023 se produjeron varios terremotos a lo largo de una falla situada a un kilómetro de Tell Atchana. Un terremoto de magnitud 7,8 sacudió 11 ciudades del sureste de Turquía y el norte de Siria el 6 de febrero de 2023, seguido de otro de magnitud 7,5 nueve horas después. Un tercer sismo de magnitud 6,3 y 40.000 réplicas se produjeron 14 días después. Se perdieron decenas de miles de vidas.

Algunas secciones de las nuevas zonas de excavación del yacimiento se derrumbaron y las exposiciones a gran escala de las investigaciones de Woolley sufrieron graves daños. Sin embargo, el complejo de investigación arqueológica que utilizaba el equipo permaneció en pie y se convirtió en un centro de apoyo humanitario durante los primeros meses tras los terremotos, según un estudio de julio del que Akar y sus colegas son coautores y que se publicó en la revista académica Journal of Field Archaeology.

Las secuelas de un terremoto mortal en Hatay, Turquía, se ven el 9 de febrero de 2023. Crédito: Emilie Madi/Reuters.

"Al cabo de unos meses, la restauración y las excavaciones se reanudaron en el yacimiento para proporcionar un entorno a los estudiantes traumatizados por los impactos del terremoto", explica Akar. Para compensar los daños causados por los seísmos, la comunidad local fabricó unos 4.500 ladrillos de barro durante la temporada de 2023.

"Hemos utilizado la arqueología también como medio de recuperación y curación", subraya Akar. "La continuación del trabajo en el yacimiento después del terremoto fue igualmente importante, ya que proporcionó ingresos a la comunidad local y una forma de preservar su propio patrimonio cultural".

"Ocurrió durante las nuevas excavaciones en Tell Atchana cuando se encontró la tablilla cuneiforme. A medida que continúen las excavaciones, el equipo de investigación siente curiosidad por ver si aparecen más tablillas similares en una parte de la fortaleza que Woolley nunca excavó", advierte Lauinger. "Algunos arqueólogos pasan toda su carrera sin encontrar tablillas cuneiformes, así que se trata, sin duda, de un hallazgo raro y emocionante", concluye Lauinger.

Fuente: cnnespanol.cnn.com | 16 de agosto de 2024