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Presentación del libro ‘Sierra de Atapuerca. Una mirada botánica’


Este libro, fruto de la colaboración de la Fundación Caja de Burgos y la Fundación Atapuerca, reúne más de trescientas fotografías de plantas vasculares, seleccionadas entre las más de seiscientas identificadas en la sierra de Atapuerca

Burgos, 27 de noviembre de 2024. – El auditorio de Cultural Cordón en Burgos acogerá este jueves 28 de noviembre, a las 19:30 horas, la presentación del libro Sierra de Atapuerca. Una mirada botánica. La obra destaca las especies más representativas de la flora de la sierra de Atapuerca mediante fotografías descriptivas y es el resultado de un exhaustivo trabajo de catalogación florística llevado a cabo entre 2020 y 2024.

Esta publicación se enmarca dentro de las actividades del 25.º aniversario de la Fundación Atapuerca y refleja el compromiso conjunto de la Fundación Caja de Burgos y la Fundación Atapuerca con la conservación y el estudio del patrimonio natural de esta emblemática Sierra.

El libro es un testimonio del valor botánico de la sierra de Atapuerca, que alberga una cuarta parte de la riqueza florística de la provincia de Burgos. Además de ofrecer un detallado inventario, esta obra permitirá conocer la evolución de la flora en los próximos años, proporcionando claves para entender los cambios asociados al clima y otros factores ambientales.

Los autores del libro Sierra de Atapuerca. Una mirada botánica son Javier María García (autor también de las fotografías), jefe del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León en Burgos; Miguel Ángel Pinto, director de las Aulas de Medio Ambiente de la Fundación Caja de Burgos; y Eudald Carbonell, codirector de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca y vicepresidente de la Fundación Atapuerca.

El libro puede adquirirse en las Aulas de Medio Ambiente de la Fundación Caja de Burgos (en Burgos, Valladolid y Palencia) o a través de su portal web.

Además, como complemento a la publicación, existe una exposición homónima que estará abierta al público hasta el 28 de febrero en el Aula de Medio Ambiente de la Fundación Caja de Burgos.

El Aula de Medio Ambiente inaugura la exposición ‘Sierra de Atapuerca. Una mirada botánica’


La muestra, que podrá visitarse hasta el 28 de febrero, da a conocer el primer catálogo florístico de la sierra burgalesa, fruto de la colaboración de la Fundación Caja de Burgos y la Fundación Atapuerca

El libro asociado registra, en fotografías detalladas, más de trescientas especies de plantas vasculares de las más de seiscientas que se han localizado en este ámbito geográfico

Burgos, 7 de noviembre de 2024. – El Aula de Medio Ambiente de la Fundación Caja de Burgos acoge, desde hoy y hasta el 28 de febrero, la exposición Sierra de Atapuerca. Una mirada botánica, formada por 24 paneles en los que se muestran las especies más representativas de la flora de la sierra burgalesa a través de fotografías descriptivas.


La muestra ha sido producida en el marco de la colaboración que mantienen la Fundación Atapuerca y la Fundación Caja de Burgos y coincide además con la celebración del 25 aniversario de la Fundación Atapuerca y el 20 aniversario de la creación de las Aulas de Medio Ambiente. Se trata del resultado de los trabajos realizados entre 2020 y 2024 para elaborar el catálogo florístico de la sierra de Atapuerca, el primero que se realiza de dicho territorio, que ha quedado recogido en un libro, titulado igual que la exposición. Esta publicación registra en fotografías detalladas, especialmente realizadas en su hábitat natural, más de trescientas especies de plantas vasculares de las más de seiscientas que se han localizado en este ámbito geográfico en la actualidad. 

Los autores del libro Sierra de Atapuerca. Una mirada botánica son Javier María García (autor también de las fotografías), jefe del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León en Burgos; Miguel Ángel Pinto, director de las Aulas de Medio Ambiente de la Fundación Caja de Burgos; y Eudald Carbonell, codirector de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca y vicepresidente de la Fundación Atapuerca.


El libro puede adquirirse en las Aulas de Medio Ambiente de la Fundación Caja de Burgos, de Burgos, Valladolid y Palencia o a través de su portal web.

Tanto la exposición como el catálogo constituyen el reflejo de un trabajo científico que aporta información sobre la abundancia botánica de la Sierra de Atapuerca, que alberga una cuarta parte de la riqueza florística de la provincia de Burgos, lo que permitirá seguir su evolución lo largo de los próximos años para entender mejor los cambios que se están sucediendo en cuanto al clima se refiere.

Firma del convenio de colaboración entre la Fundación Círculo Burgos, Fundación Ibercaja y Fundación Atapuerca

 


La Fundación Círculo Burgos y la Fundación Ibercaja renuevan su compromiso con este proyecto mediante una aportación económica de 5.000 euros, destinada a la conservación y difusión del “Fondo Documental Emiliano Aguirre”.

La tercera entrega del Fondo Documental desvela caricaturas inéditas de veintitrés personalidades destacadas en geología, paleontología y antropología, realizadas por Emiliano Aguirre

Ibeas de Juarros (Burgos), 4 de noviembre de 2024. La Fundación Círculo Burgos y la Fundación Ibercaja han suscrito un nuevo convenio de colaboración con la Fundación Atapuerca para dar continuidad al proyecto sobre el “Fondo Documental Emiliano Aguirre” iniciado en 2019. En virtud de este convenio, ambas fundaciones han destinado la cantidad de 5.000 euros, reafirmando así su compromiso con proyectos de gran relevancia en nuestra provincia, tanto en el ámbito social como en cultura, patrimonio, medio ambiente, y en este caso, la investigación científica sobre la evolución humana.


El convenio ha sido firmado por el presidente de la Fundación Círculo Burgos, Emilio de Domingo Angulo, Javier González Moreno, en representación de Fundación Ibercaja; el presidente de la Fundación Atapuerca, Antonio M. Méndez Pozo; y el vicepresidente de la Fundación Atapuerca, Eudald Carbonell i Roura. Los firmantes han estado acompañados por Victoria Moreno Lara, encargada del análisis del Fondo Documental en la Fundación Atapuerca, y Javier Castellano Barón, presidente ejecutivo de la Fundación Paleontológica Emiliano Aguirre.

Además, hoy la Fundación Paleontológica Emiliano Aguirre, propietaria del Fondo, ha realizado la tercera entrega, compuesta por 28 legajos. En esta entrega destacan dos cuadernos de dibujos de Emiliano Aguirre, fechados en 1954 y 1965, en los que retrata, a través de caricaturas, a veintitrés personalidades de la geología, paleontología y antropología de la segunda mitad del siglo XX. Las caricaturas de 1954 incluyen figuras académicas españolas como Bermudo Meléndez, Miguel Crusafont y Jaime Truyols, junto a europeos como el francés F. Bergounioux y los alemanes H. Tobien y G. von Koenigswald.

En sus dibujos, realizados mientras cursaba cuarto año de Ciencias Naturales en la Universidad Complutense de Madrid, se observa la precisión con la que plasma los rasgos claramente identificables de su profesor, B. Meléndez, y de su director de tesis, M. Crusafont. Estas influencias fueron clave en su formación y en las diversas disciplinas en las que Aguirre sobresalió a lo largo de su vida.

Hasta ahora, el trabajo realizado por la Fundación Atapuerca en el Fondo Documental Emiliano Aguirre ha permitido catalogar más de 42.000 documentos, incluyendo manuscritos, notas, libros, dibujos, revistas o separatas relacionados con la actividad profesional de Emiliano Aguirre.

EMILIANO AGUIRRE 

El profesor Emiliano Aguirre nació el 5 de octubre de 1925 en El Ferrol (La Coruña) y falleció el 11 de octubre de 2021 en Madrid. Estudió Humanidades y Filosofía en la Facultad Eclesiástica de Alcalá, y se licenció en Ciencias Naturales por la Universidad de Madrid y en Teología por la Universidad de Granada. En 1966 se doctoró en Ciencias Biológicas con Premio Extraordinario. Fue el paleontólogo impulsor del estudio de los yacimientos de la sierra de Atapuerca, cuyas excavaciones dirigió desde 1978 a 1990. Fue Premio Príncipe de Asturias y Académico numerario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Doctor honoris causa por la Universidad de La Coruña y por la Universidad de Burgos.

Durante la mayor parte de su vida, Emiliano se ha dedicado a la Geología, Paleontología y Antropología y ha participado en numerosas excavaciones nacionales e internacionales: yacimientos de Torralba y Ambrona (Soria), necrópolis de Argin (Sudán), Las Gándaras de Budiño (Pontevedra) y un largo etcétera.

Mesa Redonda 'EN VOZ ALTA': MUJERES EN ATAPUERCA - Videopodcast en directo


Burgos, 24 de octubre de 2024. En el marco del 25º aniversario de la Fundación Atapuerca y la exposición “Mujeres en Atapuerca”, que permanecerá abierta hasta el 3 de noviembre, la Fundación Caja Rural y la Fundación Atapuerca han organizado una mesa redonda protagonizada por cinco mujeres clave del Proyecto Atapuerca, quienes también forman parte de dicha exposición. Este evento será parte de la primera edición del videopodcast "En voz alta", que se celebrará el martes 29 de octubre a las 19:00 horas en el salón de actos del Espacio Cajaviva (Avda. de la Paz, nº 2, Burgos), moderado por la periodista Rosalía Santaolalla. La charla coloquio contará con destacadas figuras vinculadas a los yacimientos de la sierra de Atapuerca y la asistencia será gratuita hasta completar aforo.

Durante el evento, las invitadas compartirán sus experiencias y debatirán sobre su papel en el proyecto, sus especialidades y los retos y desafíos que han enfrentado a lo largo de sus carreras. Tras el evento, el videopodcast estará disponible en el canal de YouTube de la Fundación Caja Rural de Burgos. Esta será la primera vez que Fundación Caja Rural realiza un evento en formato videopodcast, marcando un hito en su apuesta por la divulgación digital. El videopodcast "En voz alta" se presenta como una excelente oportunidad para conocer de cerca el trabajo de estas profesionales, así como los avances y retos en el ámbito de la arqueología y la investigación científica. Esta primera edición se ha querido dedicar a las mujeres del Proyecto Atapuerca por su destacada contribución al ámbito científico y arqueológico.

En esta ocasión, la mesa contará con la participación de: Eva Manrique, directora general de la Fundación Atapuerca; Clara Piñel, monitora arqueológica de la Fundación Atapuerca; Cristina Valdiosera y Rebeca García, del Equipo Investigador de Atapuerca (EIA) en la Universidad de Burgos (UBU); y Nohemi Sala, del EIA en el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). 

Participantes:

Eva Manrique es licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Valladolid (UVA) y experta en Gestión de Fundaciones por la UNED. Está vinculada al Proyecto Atapuerca, a través de la Fundación Atapuerca desde el año 2000, y es directora general de la Fundación Atapuerca.

Clara Piñel es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Salamanca (USAL) y monitora arqueológica de los yacimientos de la sierra de Atapuerca desde 2008 hasta la actualidad, los trece últimos años como miembro del equipo de la Fundación Atapuerca.

Cristina Valdiosera es doctora en Arqueogenómica por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y miembro del Equipo Investigador de Atapuerca (EIA) desde 2003. Actualmente lidera un Proyecto ERC Advanced (AdMEXture) en el Laboratorio de Evolución Humana (LEH) de la Universidad de Burgos (UBU).

Rebeca García es doctora en Paleontología por la Universidad de Burgos (UBU) y miembro del EIA desde 2002. Es investigadora del Laboratorio de Evolución Humana (LEH) de Burgos y docente de la Universidad de Burgos (UBU). Fue beneficiaria de una ayuda de investigación de la Fundación Atapuerca entre 2007 – 2009.

Nohemi Sala es doctora en Paleontología en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y miembro del EIA desde 2004. Además, es investigadora del programa Ramón y Cajal en el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos e investigadora principal del proyecto europeo DEATHREVOL.

Exposición:

“Mujeres en Atapuerca” es una muestra que pone en valor la labor de mujeres, en su mayoría científicas, reconocidas a nivel nacional e internacional por su contribución en diferentes disciplinas relacionadas con la evolución humana. Estas mujeres no solo representan un referente en el ámbito científico, sino que también inspiran a las nuevas generaciones de investigadoras.

A lo largo de los años, la presencia femenina en el Proyecto Atapuerca ha crecido notablemente, con mujeres ocupando roles de liderazgo tanto en la dirección de instituciones como en la coordinación de yacimientos y proyectos de investigación. La Fundación Atapuerca y el EIA han sido pioneros en la promoción de la igualdad de género, alineándose con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5 de las Naciones Unidas, que aboga por la equidad de género. Hace dos décadas, la Fundación Atapuerca ya inauguró una exposición similar sobre este tema, y hoy, el propósito sigue siendo el mismo: dar visibilidad al trabajo y la importancia de las mujeres en el Proyecto Atapuerca.

Esta iniciativa cuenta con la colaboración principal de la Fundación Caja Rural, benefactor de la Fundación Atapuerca, que ha ampliado su apoyo para la realización de esta exposición en el marco del 25º aniversario de la Fundación Atapuerca. La relación entre ambas entidades, que comenzó en 2008, sigue siendo fundamental para el desarrollo de proyectos que impulsan el avance científico y cultural en el entorno rural.

Detalles de la exposición

Exposición: "Mujeres en Atapuerca"

Organiza: Fundación Atapuerca

Colaborador principal: Fundación Caja Rural

Comisaria: María Cristina Fernández Laso

Fechas: Hasta el 3 de noviembre de 2024

Lugar: Sala de Exposiciones de Cajaviva Caja Rural, Avenida de la Paz, 2. (Burgos).

Horario: de martes a viernes: 19:00 h – 21:00 h. Sábados: 12:00 h – 14:00 h y 19:00 h – 21:00 h. Domingos: 12:00 h – 14:00 h. Lunes: Cerrado


'Diálogos de especie': Reflexiones sobre la evolución humana en el 25 aniversario de la Fundación Atapuerca


Burgos, 17 de octubre de 2024.
En el marco de la celebración del 25 aniversario de la Fundación Atapuerca, la próxima semana tendrá lugar el ciclo de conferencias "Diálogos de especie", del 21 al 23 de octubre de 2024 en Burgos. Este evento reunirá a destacados expertos para reflexionar sobre la evolución humana y su impacto histórico, biológico y cultural.

Entre los participantes se encuentran tres reconocidos especialistas chilenos: Jorge Mpodozis, profesor de la Universidad de Chile y coautor de la teoría de la Deriva Natural, desarrollada junto a Humberto Maturana; Igor Parra, arqueólogo y especialista en la relación entre clima y actividad humana, actualmente colaborando junto a Eudald Carbonell en la Teoría de la Evolución Social Humana; y Patricio Guzmán Sinkovich, investigador en temas económicos y sociales, conocido por su trabajo en la Economía Discreta como respuesta a la crisis global. También participará Eudald Carbonell, vicepresidente de la Fundación Atapuerca y experto en los temas que se abordarán en los diálogos.

Organizado en colaboración con la Universidad de Burgos y Cajaviva - Fundación Caja Rural, el ciclo tratará temas que van desde los procesos de cambio tecnológico en la humanidad hasta las interacciones entre la evolución y el clima. Las charlas están diseñadas para un público amplio, con el objetivo de fomentar el debate sobre el pasado y futuro de nuestra especie.

El ciclo tendrá lugar en el Salón de actos de Espacio Caja Viva (Avenida La Paz, 2, Burgos) a las 19:00 h. La entrada será libre y gratuita, hasta completar aforo.

Programa “Diálogos de Especie”:

Lunes, 21 de octubre de 2024 - 19:00 h
Presenta: José Miguel García, Vicerrector de Investigación, Transferencia e Innovación de la Universidad de Burgos (UBU).
Conferencia: "Deriva natural y procesos históricos, biológicos y culturales"
Ponente: Jorge Mpodozis

Martes, 22 de octubre de 2024 - 19:00 h
Presenta y modera: Ramón Sobremonte, director general de Cajaviva Caja Rural.
1ª Conferencia: "La evolución tecnológica y el potencial teleonómico de la humanidad"
Ponentes: Eudald Carbonell e Igor Parra
2ª Conferencia: "Los teknomas de la evolución humana y su relación no lineal con los cambios climáticos"
Ponente: Igor Parra

Miércoles, 23 de octubre de 2024 - 19:00 h
Presenta: Eudald Carbonell i Roura, vicepresidente de la Fundación Atapuerca.
Modera: Marta Navazo, profesora de la Universidad de Burgos.
Conferencia: "Teknoma de una economía discreta"
Ponentes: Patricio Guzmán e Igor Parra

Sobre los ponentes

Jorge Mpodozis Marín 

Jorge Mpodozids es profesor en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, donde dirige investigación y da clases en los campos de neuro-etología, neurociencia y biología sistemática. Ha desarrollado y publicado junto a su maestro Humberto Maturana la teoría de la Deriva Natural, que profundiza y desarrolla los trabajos fundamentales de Maturana y Varela sobre la autopoiésis de los organismos celulares. Junto a Maturana y Varela Jorge Mpodozis forma parte de la Escuela de Santiago que ha desarrollado importantes contribuciones a la Biología.

Igor Parra Vergara

Igor Parra colabora desde 2022 con Eudald Carbonell en la conceptualización y desarrollo fundamental y aplicado de la Teoría de la Evolución Social humana, y de los instrumentos que de ella se derivan como son el Teknoma, y la Autoecología Social humana. 

Igor ha sido formado en la escuela catalana de Arqueología y Prehistoria y comenzó a excavar con Eudald en 1978. Como naturalista especialista en cambio climático paleoclimatologia ha sido formado en la escuela de Montpellier. Ha trabajado tanto en la empresa privada como en la pública siempre relacionado con cambio climático en investigación fundamental y aplicada desde sistemas tecnológicos bioclimáticos.

Patricio Guzmán Sinkovich

Patricio Guzmán chileno, es socio senior del Instituto Latinoamericano de Estudios Sociales (ILAES) y del Centro Ecoceanos. Titulado en Ciencias Empresariales por la Universidad Autónoma de Barcelona y con un Magíster en Estudios Sociales y Políticos Latinoamericanos de la Universidad Alberto Hurtado, ha trabajado como asesor en temas sindicales y en la propuesta de un sistema alternativo de pensiones en Chile. Sus investigaciones recientes se centran en temas económicos, sociales y medioambientales, destacando su trabajo sobre la Economía Discreta como respuesta a la crisis global.

Eudald Carbonell i Roura

Eudald Carbonell es patrono vitalicio y vicepresidente de la Fundación Atapuerca. Es un destacado prehistoriador y académico. Se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Barcelona en 1976, y obtuvo dos doctorados: uno en Geología del Cuaternario por la Universidad Pierre et Marie Curie (1986) y otro en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona (1988). En 1999 ganó la cátedra de Prehistoria en la Universidad Rovira i Virgili, donde actualmente es catedrático emérito. Desde esta institución impulsó un equipo de investigación transdisciplinario que se materializó con la creación del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) en 2005, y que dirigió hasta 2015.

Eudald es autor de numerosos trabajos, destacando un artículo en la revista Science (1997) donde se presentó Homo antecessor, una nueva especie que revolucionó el estudio de la evolución humana. Además, ha escrito y coescrito varios ensayos y libros. Ha participado en importantes excavaciones en yacimientos europeos y africanos, destacándose las de Atapuerca y el Abric Romaní, en Capellades (Barcelona).

Fundación Caja Rural y la Fundación Atapuerca inauguran la exposición 'Mujeres en Atapuerca' en el marco del 25 aniversario de la Fundación Atapuerca

 Burgos, 24 de septiembre de 2024. Fundación Atapuerca y Fundación Caja Rural inauguran la exposición "Mujeres en Atapuerca", una iniciativa destinada a visibilizar y reconocer el papel que han desempeñado las mujeres en el Proyecto Atapuerca desde sus inicios en 1978 hasta la actualidad.

A lo largo de estas décadas, la participación femenina en el proyecto ha crecido de manera significativa, con la incorporación progresiva de mujeres en puestos de dirección en diversas instituciones, así como en la coordinación de yacimientos arqueológicos y proyectos de investigación vinculados a Atapuerca.


“Mujeres en Atapuerca”
es una pequeña muestra de mujeres, en su mayoría científicas, reconocidas tanto en el ámbito nacional como internacional por su relevante labor científico-técnica en diferentes disciplinas vinculadas al estudio de la evolución humana. Estas mujeres son una fuente de inspiración y un referente para las nuevas generaciones de jóvenes investigadoras.

La Fundación Atapuerca y el Equipo Investigador de Atapuerca (EIA) han sido pioneros en la promoción de la igualdad de género, alineándose con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5 de la ONU, que aboga por la equidad de género. Hace 20 años, la Fundación Atapuerca, junto con la actual comisaria y otros colaboradores, inauguró una exposición sobre esta misma temática. Hoy, el propósito se mantiene intacto: visibilizar el trabajo de las mujeres que han formado parte del Proyecto Atapuerca.


En esta ocasión, la Fundación y la comisaria han seleccionado 30 fotografías que retratan a mujeres que han participado en el proyecto desde sus inicios hasta la actualidad. Estas imágenes muestran la diversidad de perfiles profesionales —científicos, técnicos y de coordinación— que han contribuido al éxito del proyecto, destacando la evolución de su papel a lo largo del tiempo. Muchas de estas mujeres cuentan con un reconocimiento internacional por su contribución a la investigación y a la ciencia.

La comisaria de la exposición, María Cristina Fernández Laso, doctora en Prehistoria por la Universidad Rovira i Virgili (URV) de Tarragona y profesora titular en el área de Geografía Humana en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), estuvo vinculada al Proyecto Atapuerca entre 1994 y 2010. Fernández Laso subraya que "Mujeres en Atapuerca" es “un recurso imprescindible para las jóvenes interesadas en la evolución humana y la arqueología”.


Esta iniciativa cuenta con la colaboración principal de la Fundación Caja Rural, benefactor de la Fundación Atapuerca, que ha ampliado su apoyo para la realización de esta exposición en el marco del 25º aniversario de la Fundación Atapuerca. La relación entre ambas entidades, que comenzó en 2008, sigue siendo fundamental para el desarrollo de proyectos que impulsan el avance científico y cultural en el entorno rural.

Los créditos de las fotografías son: César Manso / Diario de Burgos. Miguel Ángel Martín Merino. Archivo fotográfico Federico Vélez. José María Bermúdez de Castro. Jordi Mestre / IPHES-CERCA. Javier Trueba / Madrid Scientific Films. Alberto Rodrigo / Diario de Burgos. Gerard Campeny / IPHES-CERCA. Susana Sarmiento / Fundación Atapuerca. Xabier Santakiteria. Susana Santamaría / Fundación Atapuerca.



Detalles de la exposición

Exposición: "Mujeres en Atapuerca"

Organiza: Fundación Atapuerca

Colaborador principal: Cajaviva-Fundación Caja Rural

Comisaria: María Cristina Fernández Laso

Fechas: Del 24 de septiembre al 3 de noviembre de 2024

Lugar: Sala de Exposiciones de Cajaviva Caja Rural, Avenida de la Paz, 2. (Burgos).

Horario: de martes a viernes: 19:00 h – 21:00 h. Sábados: 12:00 h – 14:00 h y 19:00 h – 21:00 h. Domingos: 12:00 h – 14:00 h. Lunes: Cerrado

Para matar mamuts en la Edad de Hielo, la gente usaba picas apoyadas en el suelo y no lanzas arrojadizas

Si bien la narrativa dominante y la cultura popular consideran que las puntas y lanzas de Clovis eran armas arrojadizas, los investigadores de la UC Berkeley dicen que estas herramientas pueden haber sido diseñadas para apoyarse contra el suelo como una pica durante un enfrentamiento con la megafauna. Cortesía del Parque Nacional White Sands.

Cómo utilizaban los primeros humanos herramientas líticas afiladas para abatir la megafauna hace 13.000 años? ¿Arrojaban lanzas con puntas de piedra afiladas y cuidadosamente trabajadas llamadas puntas de Clovis? ¿Rodeaban y apuñalaban a mamuts y mastodontes? ¿O buscaban animales heridos, utilizando tales puntas de Clovis como una herramienta versátil para obtener carne y huesos con el fin de alimentarse y abastecerse?

Los arqueólogos de la Universidad de California Berkeley dicen que la respuesta podría no ser ninguna de las anteriores.

En cambio, afirman que los humanos podrían haber apoyado la parte trasera de sus lanzas puntiagudas contra el suelo y haber inclinado el arma hacia arriba de forma que pudiera atravesar al animal que atacaba. La fuerza habría hecho que la lanza se hundiera más profundamente en el cuerpo del animal, provocando un golpe más dañino del que los cazadores prehistóricos más fuertes hubieran podido realizar por sí solos.

Caza de osos con armas de fuego y picas (estilo Clovis) en el norte de Eurasia, siglo XIX. Pávlov Sokolov. Colección Leningrado de la Fundación Blavatnik.

Basándose en múltiples fuentes de escritos y obras de arte, un equipo de arqueólogos de Berkeley revisó evidencias históricas de todo el mundo sobre personas que cazaban con lanzas hincadas en el suelo.

También realizaron el primer estudio experimental de armas de piedra centrado en las técnicas de caza mediante puntas, revelando cómo reaccionan las lanzas a la fuerza simulada de un animal que se aproxima. Una vez que la punta de piedra afilada atraviesa la piel del animal se activa el sistema de montaje diseñado de hincar la lanza en el suelo, la cual -dicen- funciona como una bala de punta hueca moderna que puede infligir graves heridas a mastodontes, bisontes y felinos dientes de sable.

“Este antiguo diseño de los nativos americanos fue una innovación sorprendente en las estrategias de caza”, dijo Scott Byram (izquierda), investigador asociado del Centro de Investigación Arqueológica de Berkeley y primer autor de un artículo sobre el tema publicado en la revista PLOS ONE . “Esta distintiva tecnología indígena ofrece una ventana de información sobre las técnicas de caza y supervivencia utilizadas durante milenios en gran parte del mundo”.

La revisión histórica y los experimentos al respecto pueden ayudar a resolver un enigma que ha alimentado décadas de debate en los círculos de arqueología: ¿Cómo utilizaban realmente las comunidades de América del Norte las puntas Clovis, las cuales se hallan entre los elementos desenterrados con mayor frecuencia durante la Edad del Hielo?

Las puntas Clovis, que deben su nombre a la ciudad de Clovis, Nuevo México, donde se recuperaron por primera vez hace casi un siglo, se realizaron a partir de rocas como sílex, pedernal o jaspe. Su tamaño varía desde el pulgar de una persona hasta la altura de un iPhone mediano, y tienen, además, un borde afilado con hendiduras estriadas en ambos lados de su base. Se han recuperado miles de ellas en todo Estados Unidos; algunas incluso se han desenterrado dentro de esqueletos de mamut preservados.

Las puntas de Clovis se distinguen por su cicatriz en forma de flauta o canal cerca de la base, como se muestra en estas réplicas. Cortesía de Scott Byram.

También han sido un tema central de la cultura pop. Los personajes del videojuego Far Cry Primal utilizan lanzas con puntas de piedra para emboscar a los mastodontes. La película 10.000 B.C. muestra una lanza similar para cazar mamuts. Los académicos y aficionados reconstruyen las puntas Clovis, y algunos incluso documentan en YouTube el proceso de construcción y uso de las mismas para cazar bisontes.

Esas descripciones son muy buenas para contar una historia, pero probablemente no tengan en cuenta las realidades de la vida en la Edad del Hielo, afirmaron Byram y su coautor, Jun Sunseri, profesor asociado de antropología de la Universidad de California Berkeley.

Réplica 4 colocada entre un peso de caída de 8,1 kg y una tabla de roble en la torre de caída libre utilizada en los experimentos de fase I-III en Bear Bones Lab, UC Berkeley.

Las puntas de Clovis suelen ser la única parte recuperada de una lanza. A veces se encuentran los ejes o enmangues de hueso, de diseño intrincado, en el extremo del arma, pero la madera en la base de la lanza y la resina de pino y los cordones que ayudan a que funcionen como un sistema completo se han perdido en el tiempo.

"Además, los silos de investigación limitan ese tipo de pensamiento sistemático sobre las armas prehistóricas", dijo Sunseri (derecha). "Y si los especialistas en piedra no son expertos en huesos, es posible que no vean el panorama completo".

“Hay que mirar más allá del simple artefacto”, dice Sunseri. “Una de las cosas clave aquí es que estamos considerando esto como un sistema de ingeniería que requiere múltiples tipos de subespecialidades dentro de nuestro campo y otros”.

Hace 13.000 años, las comunidades probablemente priorizaron la elaboración de herramientas como sistemas fuertes y efectivos. Las herramientas debían ser resistentes. La gente tenía un número limitado de rocas adecuadas con las que trabajar mientras atravesaba la Tierra. Podían recorrer cientos de kilómetros sin acceso al tipo adecuado de palos largos y rectos con los que fabricar una lanza. Por lo tanto, es lógico que no quisieran correr el riesgo de arrojar o destruir sus herramientas sin saber siquiera si podrían atrapar al animal, comenta Byram, quien examinó registros de archivos, que abarcaban desde la antropología hasta el arte y la historia griega, a fin de rastrear el arco de las picas plantadas como armas.

“Quienes se dedican al análisis de artefactos militares de metal lo saben todo sobre el particular, puesto que se utilizaba para detener a los caballos en la guerra”, advierte Byram. “Pero antes de eso, y en otros contextos relacionados con la caza del jabalí o del oso, no era muy conocido. Es un tema que vuelve a aparecer en la literatura con bastante frecuencia, pero por alguna razón, no se ha hablado demasiado de él en antropología”.

Los investigadores utilizaron una réplica de lanza para probar cómo respondería a diferentes cantidades de fuerza. Cortesía de Scott Byram.

Para evaluar su hipótesis sobre la pica, el equipo de Berkeley construyó una plataforma de prueba para medir la fuerza que podía soportar un sistema de lanza antes de que la punta se rompiera o el asta se expandiera. Su versión estática y de baja tecnología de un ataque animal, mediante la utilizando una réplica reforzada de una lanza con punta Clovis, les permitió probar cómo diferentes lanzas alcanzaban sus puntos de ruptura y cómo respondía el sistema de expansión.

Se basó en experimentos previos en los que los investigadores dispararon lanzas con puntas de piedra sobre arcilla y gel balístico, algo que para un mamut de nueve toneladas podría parecer un pinchazo.

“El tipo de energía que se puede generar con el brazo humano no se parece en nada al tipo de energía que genera un animal que ataca. Es un orden de magnitud diferente”, dice Sunseri. “Estas lanzas fueron diseñadas para hacer lo que hacen, para proteger al usuario”.

Una secuencia de fotografías de alta velocidad durante una prueba después de que se dejó caer un peso de 11,34 kg desde una altura de 35 cm muestra varios momentos en los que la punta de piedra retrocede y astilla el mango de la pica. Los investigadores dijeron que la forma en que la punta de piedra podría haber perforado la carne del animal y el mango de madera y hueso se abrió sugiere que la lanza como sistema funcionaba de manera similar a una bala de punta hueca. Cortesía de Scott Byram

El experimento puso a prueba algo que Byram ya había meditado durante décadas. Cuando estaba en la escuela de posgrado y analizaba herramientas de piedra prehistóricas, fabricó réplicas de puntas Clovis y fabricó lanzas utilizando técnicas tradicionales. Recordó haber pensado en el tiempo que exigía el proceso de elaboración de una punta Clovis de piedra y en lo importante que sería que la misma funcionara de manera eficaz.

“Comencé a entender que, en realidad, tenía un propósito diferente al de otras herramientas”, explica Byram. “A diferencia de algunas de las puntas de flecha con muescas, era un arma más sustancial, y probablemente también se usaba con fines defensivos”.

Las conversaciones en torno a una fogata al comienzo de la pandemia entre Sunseri, un zooarqueólogo que aprendió de las comunidades locales durante su estancia en África, y Kent Lightfoot, profesor emérito de antropología de Berkeley, los impulsaron a investigar el misterio. A través de las conversaciones con sus mentores de VhaVenda, Sunseri aprendió que la ingeniería que se utilizaba en la parte baja de algunas lanzas era tan crucial como el trabajo que se realizaba en las puntas.

“La sofisticada tecnología Clovis que se desarrolló independientemente en América del Norte es testimonio del ingenio y las habilidades que los primeros pueblos indígenas emplearon en su cohabitación del antiguo paisaje con la megafauna ahora extinta”, dijo Lightfoot, coautor del estudio (izquierda).

En los próximos meses, el equipo planea seguir probando su teoría construyendo algo parecido a una réplica de un mamut. Mediante un tipo de tobogán o péndulo, esperan simular cómo habría sido un ataque de un animal si una pica con punta de Clovis plantada en el suelo impactara contra el mismo de forma enorme y veloz.

“A veces, en arqueología, las piezas simplemente empiezan a encajar, como parece ocurrir ahora con la tecnología de Clovis, y esto pone la caza con pica en e primer plano junto con la megafauna extinta”, concluye Byram. “Abre una nueva forma de ver cómo vivían las personas entre estos increíbles animales durante gran parte de la historia humana”.

Fuente: Universidad de California Berkely | 21 de agosto de 2024

Nuevas evidencias de Papúa Occidental ofrecen nuevas pistas sobre cómo y cuándo los humanos se trasladaron por primera vez al Pacífico

Proyecto arqueológico Tristan Russell/Raja Ampat.

En el pasado remoto de la humanidad, navegantes muy hábiles emprendieron audaces travesías desde Asia hasta las islas del Pacífico. Fue una migración de importancia mundial que dio forma a la distribución de nuestra especie, el Homo sapiens, en todo el planeta.

Estos marineros se convirtieron en los antepasados ​​de las personas que hoy viven en la región, desde Papúa Occidental hasta Aotearoa Nueva Zelanda. Sin embargo, para los arqueólogos, el momento preciso, la ubicación y la naturaleza de estas dispersiones marítimas no están claros.

Por primera vez, nuestra nueva investigación proporciona evidencia directa de que los marineros viajaron a lo largo del ecuador para llegar a las islas cercanas a la costa de Papúa Occidental hace más de 50 milenios.

Excavaciones en la puerta de entrada al Pacífico

Nuestro trabajo de campo arqueológico en la isla Waigeo, en el archipiélago Raja Ampat de Papúa Occidental, representa la primera colaboración internacional importante de este tipo, en la que participan académicos de Nueva Zelanda, Papúa Occidental, Indonesia y otros lugares.

Centramos nuestras excavaciones en la cueva Mololo, una colosal cámara de piedra caliza rodeada de selva tropical. Se extiende a lo largo de cien metros de profundidad y es el hogar de colonias de murciélagos, lagartos varanos y alguna que otra serpiente. En el idioma local Ambel, Mololo significa el lugar donde se juntan las corrientes, un nombre apropiado para las aguas agitadas y los grandes remolinos en los estrechos cercanos.

Los arqueólogos Daud Tanudirjo y Moses Dailom excavando en la cueva de Mololo. Tristan Russell , CC BY-SA

La excavación descubrió varias capas de ocupación humana asociadas con artefactos de piedra, huesos de animales, conchas y carbón, todos restos físicos descartados por los antiguos humanos que vivían en la cueva.

Estos hallazgos arqueológicos fueron raros en las capas más profundas, pero la datación por radiocarbono en la Universidad de Oxford y la Universidad de Waikato demostró que los humanos vivían en Mololo al menos 55.000 años antes de la actualidad.

Búsqueda de alimentos en la selva tropical

Un hallazgo clave de la excavación fue un artefacto de resina de árbol fabricado en esa época. Se trata del ejemplo más antiguo de resina utilizada por personas fuera de África y pone de manifiesto las complejas habilidades que los humanos desarrollaron para vivir en las selvas tropicales.

El artefacto de resina de árbol encontrado en la cueva de Mololo data de hace entre 55.000 y 50.000 años. El gráfico muestra cómo pudo haberse fabricado y utilizado. Dylan Gaffney , CC BY-SA.

El análisis con microscopio electrónico de barrido indicó que el artefacto se produjo en varias etapas. Primero se cortó la corteza de un árbol productor de resina y se dejó que ésta goteara por el tronco y se endureciera. Luego, la resina endurecida se moldeó.

Se desconoce la función del artefacto, pero es posible que se haya utilizado como fuente de combustible para las hogueras dentro de la cueva. Durante el siglo XX se recogió resina similar en Papúa Occidental y se utilizó para hacer fuego antes de que se introdujeran el gas y la iluminación eléctrica.

Nuestro estudio de los huesos de animales de Mololo indica que la gente cazaba aves terrestres, marsupiales y posiblemente murciélagos gigantes. A pesar de que la isla Waigeo es el hogar de animales pequeños que son difíciles de capturar, la gente se estaba adaptando a utilizar los recursos de la selva tropical junto con los alimentos costeros que las islas ofrecen con facilidad. Este es un ejemplo importante de la adaptación y flexibilidad humanas en condiciones difíciles.

Ejemplo moderno de resina de árbol de las islas Raja Ampat utilizada para encender un fuego. Dylan Gaffney , CC BY-SA

Rutas marítimas hacia el Pacífico

La excavación de Mololo nos ayuda a aclarar el momento preciso en que los humanos se trasladaron al Pacífico. Este momento es objeto de un intenso debate porque tiene importantes implicaciones para la rapidez con la que nuestra especie se dispersó desde África hacia Asia y Oceanía.

También tiene implicaciones sobre si las personas llevaron a la extinción a la megafauna oceánica, como los canguros gigantes (Protemnodon) y los wombats gigantes (Diprotodontids), y cómo interactuaron con otras especies de homínidos como el "hobbit" (Homo floresiensis) que vivió en las islas de Indonesia hasta hace unos 50.000 años.

Los arqueólogos han propuesto dos corredores marítimos hipotéticos que conducen al Pacífico: una ruta hacia el sur hasta Australia, y otra ruta hacia el norte, hasta Papúa Occidental.

En lo que hoy es el norte de Australia, las excavaciones indican que los humanos pueden haberse asentado en el antiguo continente de Sahul, que conectaba Papúa Occidental con Australia, hace 65.000 años.

Sin embargo, los hallazgos de Timor sugieren que la gente se desplazaba por la ruta del sur hace solo 44.000 años. Nuestro trabajo respalda la idea de que los primeros navegantes cruzaron por la ruta del norte hacia Papúa Occidental y luego se trasladaron a Australia.

Dos posibles rutas marítimas desde Asia hasta la región del Pacífico: una ruta septentrional a lo largo del ecuador hasta Raja Ampat y una ruta meridional vía Timor hasta Australia. Dylan Gaffney , CC BY-SA.

Papúa Occidental: un enigma arqueológico

A pesar de nuestras investigaciones, todavía sabemos muy poco sobre el pasado humano profundo en Papúa Occidental. La investigación ha sido limitada debido principalmente a la crisis política y social de la región.

Es importante destacar que nuestra investigación muestra que los primeros habitantes de Papúa Occidental eran sofisticados, muy móviles y capaces de idear soluciones creativas para vivir en pequeñas islas tropicales. Las excavaciones en curso de nuestro proyecto tienen como objetivo proporcionar más información sobre cómo la gente se adaptó a los cambios climáticos y ambientales en la región.

Sabemos por otros sitios arqueológicos en el país independiente de Papúa Nueva Guinea que una vez que los humanos llegaron a la región del Pacífico, siguieron aventurándose hasta las Tierras Altas de Nueva Guinea, el Archipiélago de Bismarck y las Islas Salomón hace 30.000 años.

No fue hasta hace unos 3.000 años que los navegantes se trasladaron más allá de las Islas Salomón para colonizar las islas más pequeñas de Vanuatu, Fiji, Samoa y Tonga. Sus descendientes viajaron más tarde hasta Hawái, Rapa Nui y Aotearoa.

Trazar un mapa de la arqueología de Papúa Occidental es vital porque nos ayuda a entender de dónde vinieron los antepasados ​​del Pacífico en general y cómo se adaptaron a vivir en este nuevo y desconocido mar de islas.

Plantillas de manos de edad desconocida de las islas Raja Ampat. Tristan Russell , CC BY-SA

Fuentes: theconversation | ox.ac.uk| 13 de agosto de 2024

Los autores agradecen la contribución de Abdul Razak Macap, antropólogo social del Centro Regional de Patrimonio Cultural en Manokwari.

Utilizan un algoritmo que analiza rasgos dentales, en lugar de ADN antiguo, para mapear movimientos de poblaciones prehistóricas

Reconstrucción artística de un grupo de cazadores-recolectores de la Edad del Hielo.

Mediante el análisis del mayor conjunto de datos de fósiles humanos de la Edad del Hielo en Europa hasta la fecha, un equipo de investigación internacional ha podido demostrar cómo los cazadores-recolectores prehistóricos se enfrentaron a un cambio climático en el período comprendido entre 47.000 y 7.000 años atrás. El tamaño de las poblaciones disminuyó drásticamente durante el período más frío, y en Occidente incluso se enfrentaron a la extinción, según el estudio publicado hoy en la revista Science Advances.

El investigador principal, el Dr. Hannes Rathmann (izquierda), del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente de la Universidad de Tübingen (Alemania), desarrolló un nuevo método para analizar los fósiles basado en un algoritmo de aprendizaje automático, en colaboración con colegas de la Universidad de Tübingen, la Universidad de Ferrara (Italia) y la Universidad de Nueva York (EE. UU.).

Hace unos 45.000 años, los primeros humanos modernos migraron a Europa durante la última Edad del Hielo, lo que marcó el comienzo del llamado “Paleolítico Superior”. Estos primeros grupos poblaron continuamente el continente europeo, incluso durante el llamado “Último Máximo Glacial”, hace unos 25.000 años, cuando los glaciares cubrían grandes partes del norte y centro de Europa.

“Los arqueólogos han debatido durante mucho tiempo sobre la influencia de los cambios climáticos y las nuevas condiciones ambientales asociadas con la demografía de los cazadores-recolectores de esa época. Debido al número limitado de fósiles disponibles, y a su conservación molecular, a menudo deficiente para el análisis de ADN antiguo, ha sido muy difícil sacar conclusiones sobre el impacto de los factores climáticos en la migración, el crecimiento de la población, el declive y la extinción”, explica el Dr. Hannes Rathmann.

Junto con un equipo de investigadores de Italia, Estados Unidos y Alemania, Rathmann optó por un nuevo enfoque para aclarar esta cuestión: en lugar de analizar los pocos individuos prehistóricos dispersos de los que se dispone de ADN antiguo, el equipo examinó sus dientes.

"Los dientes son el tejido más duro del cuerpo humano y, por lo tanto, son los elementos esqueléticos fósiles más comunes encontrados por los arqueólogos. Esto nos ha permitido recopilar un conjunto de datos sin precedentes que es significativamente más grande que los conjuntos de datos genéticos y esqueléticos anteriores. Nuestra nueva colección incluye datos dentales de 450 humanos prehistóricos de toda Europa, que abarcan el período comprendido entre 47.000 y 7.000 años atrás”, explica Rathmann.

Tres cráneos humanos de la cueva de Hohlenstein-Stadel, en el sur de Alemania, que datan de hace unos 8.500 años, probablemente pertenecientes a una familia: un hombre (izquierda), una mujer (derecha) y un niño (centro).

Los investigadores focalizaron su atención en los rasgos dentales “morfológicos”, es decir, pequeñas variaciones dentro de la dentición, como el número y la forma de las cúspides de la corona, los patrones de crestas y surcos en la superficie de masticación o la presencia o ausencia de muelas del juicio. “Estos rasgos son hereditarios, lo que significa que podemos usarlos para rastrear relaciones genéticas entre humanos de la Edad del Hielo sin necesidad de ADN antiguo bien conservado”, explica Rathmann. Como estas características se pueden observar a simple vista, el equipo también examinó cientos de fotografías publicadas de fósiles. “Examinar fotografías históricas en busca de rasgos dentales fue particularmente emocionante, ya que nos permitió incluir fósiles importantes que lamentablemente ya no existen, como los que se perdieron o destruyeron durante la Segunda Guerra Mundial”, dice Rathmann.

Los resultados del estudio muestran que hace entre 47.000 y 28.000 años, durante el Pleniglacial Medio (glaciación Würm), las poblaciones de Europa occidental y oriental estaban bien conectadas genéticamente.

“Este hallazgo es coherente con nuestros conocimientos previos de estudios arqueológicos, que identificaron similitudes generalizadas en herramientas de piedra, armas de caza y arte portátil de las diferentes regiones”, explica la coautora Dra. Judith Beier (izquierda), del Centro de Estudios Avanzados DFG 'Palabras, Huesos, Genes, Herramientas' de la Universidad de Tubinga. Durante este período Europa se caracterizaba principalmente por paisajes esteparios abiertos que podían albergar grandes manadas de mamíferos, la principal fuente de alimento para los cazadores-recolectores. Estas condiciones probablemente favorecieron la interconexión de las poblaciones.

En el periodo posterior, el “pleniglacial tardío”, entre hace 28.000 y 14.700 años, los investigadores no encontraron vínculos genéticos entre Europa occidental y oriental. Además, los análisis muestran que ambas regiones experimentaron una reducción significativa del tamaño de la población, lo que condujo a una pérdida de diversidad genética.

“Este drástico cambio demográfico probablemente fue causado por cambios climáticos masivos: las temperaturas durante este periodo cayeron a los valores más bajos de todo el Paleolítico superior y culminaron en el Último Máximo Glacial, un momento en el que las capas de hielo alcanzaron su mayor extensión y cubrieron la mayor parte del norte y centro de Europa”, explica Rathmann, y añade: “El deterioro del clima provocó un cambio en la vegetación de estepa que pasó a ser un paisaje predominantemente de tundra, lo que afectó a los hábitats de los animales de presa y, en consecuencia, a los cazadores-recolectores que dependían de ellos”.

“Nuestros resultados respaldan la teoría, sostenida durante mucho tiempo, de que las poblaciones no solo fueron empujadas hacia el sur por el avance de las capas de hielo, sino que también se separaron en refugios en gran parte aislados con condiciones ambientales más favorables”, añade Beier.

Distribución espaciotemporal de 450 denticiones de cazadores-recolectores europeos utilizadas para el modelado demográfico.

En el lado izquierdo se muestra el registro climático δ 18 O del Proyecto de Núcleos de Hielo del Norte de Groenlandia (NGRIP) (escala temporal de la Cronología de Núcleos de Hielo de Groenlandia 2005) en ‰ desde 47 hasta 7 ka, junto con tres períodos de tiempo cuyos límites están definidos por los principales cambios climáticos: Pleniglacial Medio (MPG; ~47 a 28 ka), Pleniglacial Tardío (LPG; ~28 a 14,7 ka) y Glacial Tardío a Holoceno Temprano (LG&EH; ~14,7 a 7 ka). En el medio, se presenta la distribución temporal de los especímenes dividida en un grupo occidental (que se extiende desde el actual Portugal hasta Alemania) y un grupo oriental (que se extiende desde la actual Italia hasta Rusia occidental). Se muestran las fechas de radiocarbono calibradas promedio, con una fluctuación aleatoria aplicada para evitar la superposición de gráficos. Se indican los tamaños de muestra por grupo espacio-temporal. A la derecha, se muestran las coordenadas geográficas de los especímenes, con un código de colores que indica la afiliación al grupo occidental (azul) o oriental (rosa). Las ubicaciones geográficas se han calculado de forma aproximada y se han organizado en cuadrícula para evitar la superposición de los gráficos. El mapa se subdivide temporalmente en períodos MPG, LPG y LG&EH, con una ilustración del avance y retroceso de las capas de hielo del hemisferio norte y los cambios asociados en el nivel del mar.

Reemplazo poblacional

Otro hallazgo notable del estudio es el descubrimiento de que las poblaciones de Europa occidental se extinguieron en la transición del Pleniglacial medio al tardío y fueron reemplazadas por una nueva población que migró desde Europa oriental.

Después del Pleniglacial tardío, las temperaturas volvieron a aumentar de forma constante, los glaciares retrocedieron y la vegetación esteparia y forestal volvió a aparecer, lo que permitió la primera recolonización de zonas que antes habían sido abandonadas. El equipo de investigación observó que durante este período, las poblaciones de Europa occidental y oriental, que anterioemente habían quedado muy aisladas y reducido considerablemente, comenzaron a aumentar de nuevo en número y se reanudó la migración entre las regiones.

“Nuestro nuevo método, que se basa en un algoritmo de aprendizaje automático que llamamos 'Pheno-ABC', nos ha permitido, por primera vez, reconstruir eventos demográficos prehistóricos complejos utilizando datos morfológicos. Hasta donde sabemos, esto nunca se había logrado antes”, dice la coautora principal, la Dra. Maria Teresa Vizzari (izquierda), quien jugó un papel clave en el desarrollo del algoritmo junto con la profesora Silvia Ghirotto (derecha), ambas de la Universidad de Ferrara. La nueva herramienta analítica permite identificar el escenario demográfico más probable entre los muchos que se probaron. La misma es capaz de analizar una enorme cantidad de datos morfológicos de los dientes e identificar patrones (tendencias recurrentes) ocultas que revelan relaciones genealógicas entre individuos. Por tanto, mediante la utilización del mayor volumen de información disponible hasta el momento sobre fósiles humanos de la Edad del Hielo europea, ha sido posible reconstruir complejos eventos demográficos prehistóricos.

Según los investigadores, el método 'Pheno-ABC', en combinación con herramientas de inteligencia artificial, podría revolucionar el análisis de la morfología de los esqueletos fósiles en el futuro, por lo que representa un importante paso adelante en el estudio de la evolución humana, abriendo nuevas perspectivas para investigar los orígenes de diferentes poblaciones humanas y los procesos que han dado forma a nuestra diversidad genética .

“Nuestro estudio aporta información importante sobre la historia demográfica de los europeos de la Edad del Hielo y pone de relieve el profundo impacto de los cambios climáticos y medioambientales en la vida de los seres humanos prehistóricos. Debemos aprender urgentemente de nuestro pasado si queremos abordar los complejos problemas medioambientales del futuro”, concluye Rathmann.

Fuentes: Universidad de Tubinga | pikaia.eu | 16 de agosto de 2024

¿Cómo desaparecieron los neandertales? Nuevos análisis de ADN arrojan luz sobre el misterio

Reconstrucción de un hombre 'Homo neanderthalensis' (La-Chapelle-aux-Saints 1, Francia) con un niño (Gibraltar 2, Devil's Tower, Reino Unido). Museo de Historia Natural, Viena (Austria).

El descubrimiento en 2010 de que los primeros humanos y los neandertales se habían cruzado fue una bomba científica: la revelación de un legado genético que, desde entonces, se ha descubierto que desempeña un papel en la vida de las personas modernas, influyendo en los ritmos circadianos, el funcionamiento del sistema inmunitario y la forma en que algunos sienten dolor.

Sin embargo, a los científicos les ha resultado sorprendentemente difícil reconstruir el flujo genético en la dirección opuesta: cómo el mestizaje entre los dos grupos puede haber dado forma a los neandertales, que se extinguieron hace unos 40.000 años. Con la ayuda de nuevas técnicas, un nuevo estudio ofrece una imagen más clara.

El análisis, publicado en la revista Science, muestra que los dos grupos intercambiaron ADN en múltiples momentos a lo largo de los últimos 250.000 años, lo que arroja luz sobre cómo desaparecieron los neandertales y podría reescribir la historia de cómo y cuándo nuestros antepasados Homo sapiens abandonaron África.

"Hasta la fecha, la mayoría de los datos genéticos sugieren que los humanos modernos evolucionaron en África hace 250.000 años, permanecieron allí durante los siguientes 200.000 años y luego decidieron dispersarse fuera de África hace 50.000 años para poblar el resto del mundo", afirma Joshua Akey (izquierda), profesor del Instituto Lewis-Sigler de la Universidad de Princeton y autor principal del estudio.

"Pero la genética es esencialmente ciega a cualquier cosa que no deje ascendencia a las poblaciones actuales. Lo que me parece interesante de este trabajo es que aporta información genética sobre estas dispersiones fuera de África que antes no podíamos ver", afirma Akey.

Los hallazgos sugieren que la historia de los primeros humanos fue compleja y que éstos probablemente interactuaron con los neandertales —y otros tipos de humanos arcaicos, incluidos los enigmáticos denisovanos— con mucha más frecuencia de lo que se pensaba desde nuestra aparición como especie hace entre 250.000 y 300.000 años.

Múltiples episodios de apareamiento

Mediante la comparación de secuencias de ADN en bases de datos, los científicos pueden reconstruir las relaciones entre distintas poblaciones o especies y, dado que los cambios genéticos se producen a un ritmo constante a lo largo de una generación, los genetistas pueden calcular el tiempo transcurrido entre el momento en que dos grupos intercambiaron ADN, como las marcas de un reloj molecular.

Según el estudio, cuando los humanos salieron de África se encontraron y se cruzaron con los neandertales en tres oleadas: una, hace entre 200.000 y 250.000 años, poco después de que aparecieran los primeros fósiles de Homo sapiens en África; otra, hace 100.000 años; y la última, hace entre 60.000 y 50.000 años.

Foto: El equipo que logró secuenciar el genoma neandertal en 2010. De izquierda a derecha: Adrian Briggs, Johannes Krause, Svante Pääbo y Richard E. Green, del Instituto Max Planck.

El episodio más reciente está ampliamente reconocido y se identificó por primera vez en 2010, cuando el genetista Svante Pääbo, ganador del Premio Nobel por ello, secuenció el primer genoma neandertal. Sin embargo, la nueva investigación llevada a cabo demuestra que las dos primeras oleadas diferían significativamente de la tercera, una migración arrolladora que, en última instancia, llevó a los humanos modernos a residir en todos los rincones del planeta.

Los científicos han descubierto que el porcentaje de ADN del Homo sapiens en el genoma neandertal podría haber alcanzado el 10% hace más de 200.000 años y haber disminuido con el tiempo; de media, era del 2,5% al 3,7%.

"Un estudio similar publicado el año pasado había identificado rastros genéticos de un encuentro entre ambos grupos hace unos 250.000 años, pero la aportación de ADN del Homo sapiens a los neandertales hace unos 100.000 años es un hallazgo novedoso", dice Laurits Skov (izquierda), genetista e investigador postdoctoral de la Universidad de California Berkeley, el cual no participó en el estudio. "Lo que parece seguro es que la historia de los humanos y los neandertales está mucho más entrelazada de lo que creíamos", afirma en un correo electrónico.

Trabajo de detective genético

Durante las dos primeras oleadas de mestizaje, la población neandertal absorbió genes humanos y la descendencia permaneció dentro de los grupos neandertales, según el nuevo estudio.

"Estos primeros episodios de apareamiento, resultado de la migración fuera de África de pequeños grupos de 'Homo sapiens' pioneros que no llegaron a establecerse con fuerza, apenas dejaron huella en el acervo genético de las poblaciones humanas actuales, pero sí tuvieron un gran impacto en el genoma neandertal", según Akey. "Creo que la explicación más sencilla es que esto refleja cambios en el tamaño de las poblaciones a lo largo del tiempo", añadió al respecto.

"Al principio, los humanos modernos salían de África y las poblaciones neandertales eran lo suficientemente grandes como para absorber estas dispersiones iniciales de humanos y sus genes en la población neandertal", explicó Akey.

"Sin embargo, cuando el 'Homo sapiens' abandonó África en la tercera oleada, hace unos 60.000 años en una migración duradera alrededor del mundo, la descendencia resultante de los encuentros entre 'Homo sapiens' y neandertales creció en las poblaciones humanas modernas y su firma genética permaneció en el acervo genético de las mismas, influyendo en nuestras vidas actuales", explicita Akey.

En el estudio, el equipo utilizó técnicas de aprendizaje automático para descodificar y secuenciar los genomas de los restos de tres neandertales, que databan de hace entre 80.000 y 50.000 años y se encontraron en tres lugares distintos: Vindija, en Croacia, y las cuevas de Denísova y Chagyrskaya, en las montañas de Altai. A continuación, los investigadores compararon esos datos con los genomas de 2.000 humanos actuales.

"Hemos desarrollado un marco para determinar si se produjo flujo genético entre humanos y neandertales, al tiempo que estimar cuántas secuencias de humanos modernos hay en los genomas neandertales, e identificar los lugares específicos del genoma neandertal que portan secuencias de los humanos modernos", dijo Akey.

Detección del flujo genético de humanos modernos a neandertales (H→N) y sus consecuencias.
La mezcla de humanos modernos con neandertales provoca un aumento local de la heterocigosidad en el genoma neandertal, una característica que permitió enfoques para cuantificar y detectar secuencias introgresadas. Aprovechamos las secuencias introgresadas de humanos modernos en el genoma neandertal para refinar las estimaciones de la ascendencia neandertal en humanos contemporáneos al descomponer los segmentos detectados por IBDmix en aquellos atribuibles al flujo genético de humano a neandertal (H→N) versus neandertal a humano (N→H) en 2000 individuos humanos modernos. También usamos secuencias introgresadas de humanos modernos para descubrir que los neandertales tenían un tamaño de población efectivo más pequeño (N e) de lo que se había estimado previamente y que una segunda ola de flujo genético de humano moderno a neandertal ocurrió hace ~100 a 120 mil años (ka). pb=pares de bases.

El misterio de la desaparición de los neandertales

"Hay un puñado de fósiles de 'Homo sapiens' que podrían reflejar los primeros viajes, menos exitosos, de la especie desde África a Medio Oriente y Europa", según Chris Stringer (izquierda), investigador principal de evolución humana en el Museo de Historia Natural de Londres, que no participó en el estudio.

Entre estas reliquias figuran un fósil de Homo sapiens hallado en la cueva de Apidima, en el sur de Grecia, datado hace 210.000 años, y restos encontrados en los yacimientos israelíes de Skhūl y Qafzeh. Los fósiles hallados en Israel tenían "rasgos primitivos", como cejas más grandes, cráneos más planos y barbillas variables.

"He interpretado estos rasgos como herencia de antepasados no neandertales más primitivos, pero alternativamente podrían ser signos del flujo genético con los neandertales, y tal vez tales características deberían ser examinadas de nuevo ahora, a la luz de este nuevo trabajo", precisa Stringer.

"La dinámica de población identificada en esta investigación podría ser una de las principales razones por las que los neandertales desaparecieron hace 40.000 años", señaló Akey. "El análisis de los investigadores sugiere que el tamaño de la población neandertal en aquella época era un 20% menor de lo que se pensaba".

"Las poblaciones humanas eran mayores y, como las olas que rompen en la playa, acabaron erosionando a los neandertales, y es probable que el acervo genético neandertal fuera absorbido por la población humana en la última oleada de mestizaje", explica Akey.

"La extinción es complicada, por lo que no me atrevería a decir que es la única explicación..., pero creo que la absorción de los neandertales por parte de las poblaciones humanas explica en gran medida la desaparición de los neandertales", añadió.

Stringer se mostró de acuerdo en que la última fase del mestizaje puede haber contribuido a la extinción de los neandertales, ya que la población neandertal se hizo aún más pequeña y menos diversa a medida que el ADN neandertal se incorporaba a la mayor reserva genética humana.

"Creo que es un punto importante", dijo Stringer. "Si se tiene en cuenta el aumento de la diversidad genética neandertal por el mestizaje con los 'Homo sapiens' también se reduce significativamente el tamaño efectivo de su población, lo que añade más pruebas de que los neandertales tardíos podrían haber sido ya una especie en peligro de extinción, incluso sin la competencia de una población de 'Homo sapiens' en expansión".

Fuente: cnnespanol.conn.com | 1 de agosto de 2024