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Presentación del libro ‘Sierra de Atapuerca. Una mirada botánica’


Este libro, fruto de la colaboración de la Fundación Caja de Burgos y la Fundación Atapuerca, reúne más de trescientas fotografías de plantas vasculares, seleccionadas entre las más de seiscientas identificadas en la sierra de Atapuerca

Burgos, 27 de noviembre de 2024. – El auditorio de Cultural Cordón en Burgos acogerá este jueves 28 de noviembre, a las 19:30 horas, la presentación del libro Sierra de Atapuerca. Una mirada botánica. La obra destaca las especies más representativas de la flora de la sierra de Atapuerca mediante fotografías descriptivas y es el resultado de un exhaustivo trabajo de catalogación florística llevado a cabo entre 2020 y 2024.

Esta publicación se enmarca dentro de las actividades del 25.º aniversario de la Fundación Atapuerca y refleja el compromiso conjunto de la Fundación Caja de Burgos y la Fundación Atapuerca con la conservación y el estudio del patrimonio natural de esta emblemática Sierra.

El libro es un testimonio del valor botánico de la sierra de Atapuerca, que alberga una cuarta parte de la riqueza florística de la provincia de Burgos. Además de ofrecer un detallado inventario, esta obra permitirá conocer la evolución de la flora en los próximos años, proporcionando claves para entender los cambios asociados al clima y otros factores ambientales.

Los autores del libro Sierra de Atapuerca. Una mirada botánica son Javier María García (autor también de las fotografías), jefe del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León en Burgos; Miguel Ángel Pinto, director de las Aulas de Medio Ambiente de la Fundación Caja de Burgos; y Eudald Carbonell, codirector de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca y vicepresidente de la Fundación Atapuerca.

El libro puede adquirirse en las Aulas de Medio Ambiente de la Fundación Caja de Burgos (en Burgos, Valladolid y Palencia) o a través de su portal web.

Además, como complemento a la publicación, existe una exposición homónima que estará abierta al público hasta el 28 de febrero en el Aula de Medio Ambiente de la Fundación Caja de Burgos.

Mesa Redonda 'EN VOZ ALTA': MUJERES EN ATAPUERCA - Videopodcast en directo


Burgos, 24 de octubre de 2024. En el marco del 25º aniversario de la Fundación Atapuerca y la exposición “Mujeres en Atapuerca”, que permanecerá abierta hasta el 3 de noviembre, la Fundación Caja Rural y la Fundación Atapuerca han organizado una mesa redonda protagonizada por cinco mujeres clave del Proyecto Atapuerca, quienes también forman parte de dicha exposición. Este evento será parte de la primera edición del videopodcast "En voz alta", que se celebrará el martes 29 de octubre a las 19:00 horas en el salón de actos del Espacio Cajaviva (Avda. de la Paz, nº 2, Burgos), moderado por la periodista Rosalía Santaolalla. La charla coloquio contará con destacadas figuras vinculadas a los yacimientos de la sierra de Atapuerca y la asistencia será gratuita hasta completar aforo.

Durante el evento, las invitadas compartirán sus experiencias y debatirán sobre su papel en el proyecto, sus especialidades y los retos y desafíos que han enfrentado a lo largo de sus carreras. Tras el evento, el videopodcast estará disponible en el canal de YouTube de la Fundación Caja Rural de Burgos. Esta será la primera vez que Fundación Caja Rural realiza un evento en formato videopodcast, marcando un hito en su apuesta por la divulgación digital. El videopodcast "En voz alta" se presenta como una excelente oportunidad para conocer de cerca el trabajo de estas profesionales, así como los avances y retos en el ámbito de la arqueología y la investigación científica. Esta primera edición se ha querido dedicar a las mujeres del Proyecto Atapuerca por su destacada contribución al ámbito científico y arqueológico.

En esta ocasión, la mesa contará con la participación de: Eva Manrique, directora general de la Fundación Atapuerca; Clara Piñel, monitora arqueológica de la Fundación Atapuerca; Cristina Valdiosera y Rebeca García, del Equipo Investigador de Atapuerca (EIA) en la Universidad de Burgos (UBU); y Nohemi Sala, del EIA en el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). 

Participantes:

Eva Manrique es licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Valladolid (UVA) y experta en Gestión de Fundaciones por la UNED. Está vinculada al Proyecto Atapuerca, a través de la Fundación Atapuerca desde el año 2000, y es directora general de la Fundación Atapuerca.

Clara Piñel es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Salamanca (USAL) y monitora arqueológica de los yacimientos de la sierra de Atapuerca desde 2008 hasta la actualidad, los trece últimos años como miembro del equipo de la Fundación Atapuerca.

Cristina Valdiosera es doctora en Arqueogenómica por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y miembro del Equipo Investigador de Atapuerca (EIA) desde 2003. Actualmente lidera un Proyecto ERC Advanced (AdMEXture) en el Laboratorio de Evolución Humana (LEH) de la Universidad de Burgos (UBU).

Rebeca García es doctora en Paleontología por la Universidad de Burgos (UBU) y miembro del EIA desde 2002. Es investigadora del Laboratorio de Evolución Humana (LEH) de Burgos y docente de la Universidad de Burgos (UBU). Fue beneficiaria de una ayuda de investigación de la Fundación Atapuerca entre 2007 – 2009.

Nohemi Sala es doctora en Paleontología en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y miembro del EIA desde 2004. Además, es investigadora del programa Ramón y Cajal en el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos e investigadora principal del proyecto europeo DEATHREVOL.

Exposición:

“Mujeres en Atapuerca” es una muestra que pone en valor la labor de mujeres, en su mayoría científicas, reconocidas a nivel nacional e internacional por su contribución en diferentes disciplinas relacionadas con la evolución humana. Estas mujeres no solo representan un referente en el ámbito científico, sino que también inspiran a las nuevas generaciones de investigadoras.

A lo largo de los años, la presencia femenina en el Proyecto Atapuerca ha crecido notablemente, con mujeres ocupando roles de liderazgo tanto en la dirección de instituciones como en la coordinación de yacimientos y proyectos de investigación. La Fundación Atapuerca y el EIA han sido pioneros en la promoción de la igualdad de género, alineándose con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5 de las Naciones Unidas, que aboga por la equidad de género. Hace dos décadas, la Fundación Atapuerca ya inauguró una exposición similar sobre este tema, y hoy, el propósito sigue siendo el mismo: dar visibilidad al trabajo y la importancia de las mujeres en el Proyecto Atapuerca.

Esta iniciativa cuenta con la colaboración principal de la Fundación Caja Rural, benefactor de la Fundación Atapuerca, que ha ampliado su apoyo para la realización de esta exposición en el marco del 25º aniversario de la Fundación Atapuerca. La relación entre ambas entidades, que comenzó en 2008, sigue siendo fundamental para el desarrollo de proyectos que impulsan el avance científico y cultural en el entorno rural.

Detalles de la exposición

Exposición: "Mujeres en Atapuerca"

Organiza: Fundación Atapuerca

Colaborador principal: Fundación Caja Rural

Comisaria: María Cristina Fernández Laso

Fechas: Hasta el 3 de noviembre de 2024

Lugar: Sala de Exposiciones de Cajaviva Caja Rural, Avenida de la Paz, 2. (Burgos).

Horario: de martes a viernes: 19:00 h – 21:00 h. Sábados: 12:00 h – 14:00 h y 19:00 h – 21:00 h. Domingos: 12:00 h – 14:00 h. Lunes: Cerrado


El ADN antiguo arroja luz sobre la diversidad genética de las élites post-romanas

Collegno, tumba n° 150. Elemento final de un cinturón para la guarda y suspensión de un armas de hierro con incrustaciones de plata y latón.

Un nuevo estudio de ADN antiguo realizado por un equipo de investigadores internacionales y codirigido por Krishna R. Veeramah, Dr. de la Universidad Stony Brook del Estado de New York, proporciona información sobre el desarrollo y las estructuras sociales de las comunidades rurales europeas después de la caída del Imperio Romano.

Los hallazgos, publcados en un artículo en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), sugieren que las élites medievales tempranas, o aquellas de estatus social más alto, estaban formadas inicialmente por múltiples familias con ascendencias genéticas distintas. Sin embargo, con el tiempo, estas familias se casaron entre sí, y también las comunidades locales integraron a otros recién llegados, genéticamente diversos, con una variedad de orígenes sociales y culturales diferentes.

El equipo de investigación combinó datos paleogenómicos, arqueológicos e isotópicos para arrojar luz sobre la comunidad que utilizó un cementerio en Collegno, Italia, como lugar de enterramiento durante los siglos VI al VIII d.C. Los investigadores secuenciaron y analizaron los genomas de 28 individuos de dicho cementerio e incorporaron datos de 24 genomas publicados previamente. También estudiaron los patrones de movilidad social, así como de enterramiento y dieta de los individuos.

"Cuando el Imperio Romano colapsó, no sabíamos mucho sobre cómo se formaron las nuevas comunidades, pero muchas de las mismas serían la base demográfica de los países europeos modernos", explica Veeramah (izquierda), profesor asociado en el Departamento de Ecología y Evolución de la Facultad de Artes y Ciencias, y directora del Laboratorio Veeramah, que se dedica al estudio de la genómica evolutiva.

"Nuestro estudio revela que estas élites eran en términos genéticos sorprendentemente diversas y, en el proceso de creación de nuevas comunidades europeas en la era medieval, familias con ascendencia genética diversa se unieron para formar grupos gobernantes".

"En 2018, nuestro equipo publicó un artículo que establecía similitudes genómicas y culturales entre Collegno/Szólád, un pueblo en la Hungría moderna que mostraba una correspondencia significativa entre individuos con ascendencia del norte de Europa en ambos lugares de enterramiento", agrega Patrick Geary (derecha), Dr. del Instituto de Estudios Avanzados.

"Nuestro nuevo estudio sigue la transformación de esta comunidad italiana a lo largo de un siglo y muestra cómo nuevos grupos se trasladaron y se fusionaron con los habitantes existentes", agrega el Dr. Geary.

Los investigadores descubrieron que la comunidad de Collegno se creó inicialmente y se organizó en torno a una red de individuos estrechamente relacionados, probablemente procedentes de varias familias de la élite, pero con el tiempo evolucionaron hasta convertirse en un único linaje extendido que abarcó al menos cinco generaciones.

Collegno, tumba 143. Elementos de cinturón 'múltiples' de hierro con incrustaciones de plata y latón.

Veeramah y sus colegas creen que los individuos de este linaje tenían un rango más alto en la sociedad debido a sus dietas más ricas y a los objetos con los que fueron enterrados, muy detallados y probablemente más costosos, tales como armas y cinturones muyb elaborados.

Los hallazgos también muestran que, si bien la comunidad de Collegno fue establecida inicialmente por estas familias de élite, la mayoría de las cuales provenían del norte de Europa, la comunidad luego incorporó a individuos de otros orígenes y antecedentes genéticos, incluidos lugareños de los alrededores.

Fuente: stony Brook New York | 22 de agosto de 2024

Utilizan un algoritmo que analiza rasgos dentales, en lugar de ADN antiguo, para mapear movimientos de poblaciones prehistóricas

Reconstrucción artística de un grupo de cazadores-recolectores de la Edad del Hielo.

Mediante el análisis del mayor conjunto de datos de fósiles humanos de la Edad del Hielo en Europa hasta la fecha, un equipo de investigación internacional ha podido demostrar cómo los cazadores-recolectores prehistóricos se enfrentaron a un cambio climático en el período comprendido entre 47.000 y 7.000 años atrás. El tamaño de las poblaciones disminuyó drásticamente durante el período más frío, y en Occidente incluso se enfrentaron a la extinción, según el estudio publicado hoy en la revista Science Advances.

El investigador principal, el Dr. Hannes Rathmann (izquierda), del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente de la Universidad de Tübingen (Alemania), desarrolló un nuevo método para analizar los fósiles basado en un algoritmo de aprendizaje automático, en colaboración con colegas de la Universidad de Tübingen, la Universidad de Ferrara (Italia) y la Universidad de Nueva York (EE. UU.).

Hace unos 45.000 años, los primeros humanos modernos migraron a Europa durante la última Edad del Hielo, lo que marcó el comienzo del llamado “Paleolítico Superior”. Estos primeros grupos poblaron continuamente el continente europeo, incluso durante el llamado “Último Máximo Glacial”, hace unos 25.000 años, cuando los glaciares cubrían grandes partes del norte y centro de Europa.

“Los arqueólogos han debatido durante mucho tiempo sobre la influencia de los cambios climáticos y las nuevas condiciones ambientales asociadas con la demografía de los cazadores-recolectores de esa época. Debido al número limitado de fósiles disponibles, y a su conservación molecular, a menudo deficiente para el análisis de ADN antiguo, ha sido muy difícil sacar conclusiones sobre el impacto de los factores climáticos en la migración, el crecimiento de la población, el declive y la extinción”, explica el Dr. Hannes Rathmann.

Junto con un equipo de investigadores de Italia, Estados Unidos y Alemania, Rathmann optó por un nuevo enfoque para aclarar esta cuestión: en lugar de analizar los pocos individuos prehistóricos dispersos de los que se dispone de ADN antiguo, el equipo examinó sus dientes.

"Los dientes son el tejido más duro del cuerpo humano y, por lo tanto, son los elementos esqueléticos fósiles más comunes encontrados por los arqueólogos. Esto nos ha permitido recopilar un conjunto de datos sin precedentes que es significativamente más grande que los conjuntos de datos genéticos y esqueléticos anteriores. Nuestra nueva colección incluye datos dentales de 450 humanos prehistóricos de toda Europa, que abarcan el período comprendido entre 47.000 y 7.000 años atrás”, explica Rathmann.

Tres cráneos humanos de la cueva de Hohlenstein-Stadel, en el sur de Alemania, que datan de hace unos 8.500 años, probablemente pertenecientes a una familia: un hombre (izquierda), una mujer (derecha) y un niño (centro).

Los investigadores focalizaron su atención en los rasgos dentales “morfológicos”, es decir, pequeñas variaciones dentro de la dentición, como el número y la forma de las cúspides de la corona, los patrones de crestas y surcos en la superficie de masticación o la presencia o ausencia de muelas del juicio. “Estos rasgos son hereditarios, lo que significa que podemos usarlos para rastrear relaciones genéticas entre humanos de la Edad del Hielo sin necesidad de ADN antiguo bien conservado”, explica Rathmann. Como estas características se pueden observar a simple vista, el equipo también examinó cientos de fotografías publicadas de fósiles. “Examinar fotografías históricas en busca de rasgos dentales fue particularmente emocionante, ya que nos permitió incluir fósiles importantes que lamentablemente ya no existen, como los que se perdieron o destruyeron durante la Segunda Guerra Mundial”, dice Rathmann.

Los resultados del estudio muestran que hace entre 47.000 y 28.000 años, durante el Pleniglacial Medio (glaciación Würm), las poblaciones de Europa occidental y oriental estaban bien conectadas genéticamente.

“Este hallazgo es coherente con nuestros conocimientos previos de estudios arqueológicos, que identificaron similitudes generalizadas en herramientas de piedra, armas de caza y arte portátil de las diferentes regiones”, explica la coautora Dra. Judith Beier (izquierda), del Centro de Estudios Avanzados DFG 'Palabras, Huesos, Genes, Herramientas' de la Universidad de Tubinga. Durante este período Europa se caracterizaba principalmente por paisajes esteparios abiertos que podían albergar grandes manadas de mamíferos, la principal fuente de alimento para los cazadores-recolectores. Estas condiciones probablemente favorecieron la interconexión de las poblaciones.

En el periodo posterior, el “pleniglacial tardío”, entre hace 28.000 y 14.700 años, los investigadores no encontraron vínculos genéticos entre Europa occidental y oriental. Además, los análisis muestran que ambas regiones experimentaron una reducción significativa del tamaño de la población, lo que condujo a una pérdida de diversidad genética.

“Este drástico cambio demográfico probablemente fue causado por cambios climáticos masivos: las temperaturas durante este periodo cayeron a los valores más bajos de todo el Paleolítico superior y culminaron en el Último Máximo Glacial, un momento en el que las capas de hielo alcanzaron su mayor extensión y cubrieron la mayor parte del norte y centro de Europa”, explica Rathmann, y añade: “El deterioro del clima provocó un cambio en la vegetación de estepa que pasó a ser un paisaje predominantemente de tundra, lo que afectó a los hábitats de los animales de presa y, en consecuencia, a los cazadores-recolectores que dependían de ellos”.

“Nuestros resultados respaldan la teoría, sostenida durante mucho tiempo, de que las poblaciones no solo fueron empujadas hacia el sur por el avance de las capas de hielo, sino que también se separaron en refugios en gran parte aislados con condiciones ambientales más favorables”, añade Beier.

Distribución espaciotemporal de 450 denticiones de cazadores-recolectores europeos utilizadas para el modelado demográfico.

En el lado izquierdo se muestra el registro climático δ 18 O del Proyecto de Núcleos de Hielo del Norte de Groenlandia (NGRIP) (escala temporal de la Cronología de Núcleos de Hielo de Groenlandia 2005) en ‰ desde 47 hasta 7 ka, junto con tres períodos de tiempo cuyos límites están definidos por los principales cambios climáticos: Pleniglacial Medio (MPG; ~47 a 28 ka), Pleniglacial Tardío (LPG; ~28 a 14,7 ka) y Glacial Tardío a Holoceno Temprano (LG&EH; ~14,7 a 7 ka). En el medio, se presenta la distribución temporal de los especímenes dividida en un grupo occidental (que se extiende desde el actual Portugal hasta Alemania) y un grupo oriental (que se extiende desde la actual Italia hasta Rusia occidental). Se muestran las fechas de radiocarbono calibradas promedio, con una fluctuación aleatoria aplicada para evitar la superposición de gráficos. Se indican los tamaños de muestra por grupo espacio-temporal. A la derecha, se muestran las coordenadas geográficas de los especímenes, con un código de colores que indica la afiliación al grupo occidental (azul) o oriental (rosa). Las ubicaciones geográficas se han calculado de forma aproximada y se han organizado en cuadrícula para evitar la superposición de los gráficos. El mapa se subdivide temporalmente en períodos MPG, LPG y LG&EH, con una ilustración del avance y retroceso de las capas de hielo del hemisferio norte y los cambios asociados en el nivel del mar.

Reemplazo poblacional

Otro hallazgo notable del estudio es el descubrimiento de que las poblaciones de Europa occidental se extinguieron en la transición del Pleniglacial medio al tardío y fueron reemplazadas por una nueva población que migró desde Europa oriental.

Después del Pleniglacial tardío, las temperaturas volvieron a aumentar de forma constante, los glaciares retrocedieron y la vegetación esteparia y forestal volvió a aparecer, lo que permitió la primera recolonización de zonas que antes habían sido abandonadas. El equipo de investigación observó que durante este período, las poblaciones de Europa occidental y oriental, que anterioemente habían quedado muy aisladas y reducido considerablemente, comenzaron a aumentar de nuevo en número y se reanudó la migración entre las regiones.

“Nuestro nuevo método, que se basa en un algoritmo de aprendizaje automático que llamamos 'Pheno-ABC', nos ha permitido, por primera vez, reconstruir eventos demográficos prehistóricos complejos utilizando datos morfológicos. Hasta donde sabemos, esto nunca se había logrado antes”, dice la coautora principal, la Dra. Maria Teresa Vizzari (izquierda), quien jugó un papel clave en el desarrollo del algoritmo junto con la profesora Silvia Ghirotto (derecha), ambas de la Universidad de Ferrara. La nueva herramienta analítica permite identificar el escenario demográfico más probable entre los muchos que se probaron. La misma es capaz de analizar una enorme cantidad de datos morfológicos de los dientes e identificar patrones (tendencias recurrentes) ocultas que revelan relaciones genealógicas entre individuos. Por tanto, mediante la utilización del mayor volumen de información disponible hasta el momento sobre fósiles humanos de la Edad del Hielo europea, ha sido posible reconstruir complejos eventos demográficos prehistóricos.

Según los investigadores, el método 'Pheno-ABC', en combinación con herramientas de inteligencia artificial, podría revolucionar el análisis de la morfología de los esqueletos fósiles en el futuro, por lo que representa un importante paso adelante en el estudio de la evolución humana, abriendo nuevas perspectivas para investigar los orígenes de diferentes poblaciones humanas y los procesos que han dado forma a nuestra diversidad genética .

“Nuestro estudio aporta información importante sobre la historia demográfica de los europeos de la Edad del Hielo y pone de relieve el profundo impacto de los cambios climáticos y medioambientales en la vida de los seres humanos prehistóricos. Debemos aprender urgentemente de nuestro pasado si queremos abordar los complejos problemas medioambientales del futuro”, concluye Rathmann.

Fuentes: Universidad de Tubinga | pikaia.eu | 16 de agosto de 2024

¿Cómo desaparecieron los neandertales? Nuevos análisis de ADN arrojan luz sobre el misterio

Reconstrucción de un hombre 'Homo neanderthalensis' (La-Chapelle-aux-Saints 1, Francia) con un niño (Gibraltar 2, Devil's Tower, Reino Unido). Museo de Historia Natural, Viena (Austria).

El descubrimiento en 2010 de que los primeros humanos y los neandertales se habían cruzado fue una bomba científica: la revelación de un legado genético que, desde entonces, se ha descubierto que desempeña un papel en la vida de las personas modernas, influyendo en los ritmos circadianos, el funcionamiento del sistema inmunitario y la forma en que algunos sienten dolor.

Sin embargo, a los científicos les ha resultado sorprendentemente difícil reconstruir el flujo genético en la dirección opuesta: cómo el mestizaje entre los dos grupos puede haber dado forma a los neandertales, que se extinguieron hace unos 40.000 años. Con la ayuda de nuevas técnicas, un nuevo estudio ofrece una imagen más clara.

El análisis, publicado en la revista Science, muestra que los dos grupos intercambiaron ADN en múltiples momentos a lo largo de los últimos 250.000 años, lo que arroja luz sobre cómo desaparecieron los neandertales y podría reescribir la historia de cómo y cuándo nuestros antepasados Homo sapiens abandonaron África.

"Hasta la fecha, la mayoría de los datos genéticos sugieren que los humanos modernos evolucionaron en África hace 250.000 años, permanecieron allí durante los siguientes 200.000 años y luego decidieron dispersarse fuera de África hace 50.000 años para poblar el resto del mundo", afirma Joshua Akey (izquierda), profesor del Instituto Lewis-Sigler de la Universidad de Princeton y autor principal del estudio.

"Pero la genética es esencialmente ciega a cualquier cosa que no deje ascendencia a las poblaciones actuales. Lo que me parece interesante de este trabajo es que aporta información genética sobre estas dispersiones fuera de África que antes no podíamos ver", afirma Akey.

Los hallazgos sugieren que la historia de los primeros humanos fue compleja y que éstos probablemente interactuaron con los neandertales —y otros tipos de humanos arcaicos, incluidos los enigmáticos denisovanos— con mucha más frecuencia de lo que se pensaba desde nuestra aparición como especie hace entre 250.000 y 300.000 años.

Múltiples episodios de apareamiento

Mediante la comparación de secuencias de ADN en bases de datos, los científicos pueden reconstruir las relaciones entre distintas poblaciones o especies y, dado que los cambios genéticos se producen a un ritmo constante a lo largo de una generación, los genetistas pueden calcular el tiempo transcurrido entre el momento en que dos grupos intercambiaron ADN, como las marcas de un reloj molecular.

Según el estudio, cuando los humanos salieron de África se encontraron y se cruzaron con los neandertales en tres oleadas: una, hace entre 200.000 y 250.000 años, poco después de que aparecieran los primeros fósiles de Homo sapiens en África; otra, hace 100.000 años; y la última, hace entre 60.000 y 50.000 años.

Foto: El equipo que logró secuenciar el genoma neandertal en 2010. De izquierda a derecha: Adrian Briggs, Johannes Krause, Svante Pääbo y Richard E. Green, del Instituto Max Planck.

El episodio más reciente está ampliamente reconocido y se identificó por primera vez en 2010, cuando el genetista Svante Pääbo, ganador del Premio Nobel por ello, secuenció el primer genoma neandertal. Sin embargo, la nueva investigación llevada a cabo demuestra que las dos primeras oleadas diferían significativamente de la tercera, una migración arrolladora que, en última instancia, llevó a los humanos modernos a residir en todos los rincones del planeta.

Los científicos han descubierto que el porcentaje de ADN del Homo sapiens en el genoma neandertal podría haber alcanzado el 10% hace más de 200.000 años y haber disminuido con el tiempo; de media, era del 2,5% al 3,7%.

"Un estudio similar publicado el año pasado había identificado rastros genéticos de un encuentro entre ambos grupos hace unos 250.000 años, pero la aportación de ADN del Homo sapiens a los neandertales hace unos 100.000 años es un hallazgo novedoso", dice Laurits Skov (izquierda), genetista e investigador postdoctoral de la Universidad de California Berkeley, el cual no participó en el estudio. "Lo que parece seguro es que la historia de los humanos y los neandertales está mucho más entrelazada de lo que creíamos", afirma en un correo electrónico.

Trabajo de detective genético

Durante las dos primeras oleadas de mestizaje, la población neandertal absorbió genes humanos y la descendencia permaneció dentro de los grupos neandertales, según el nuevo estudio.

"Estos primeros episodios de apareamiento, resultado de la migración fuera de África de pequeños grupos de 'Homo sapiens' pioneros que no llegaron a establecerse con fuerza, apenas dejaron huella en el acervo genético de las poblaciones humanas actuales, pero sí tuvieron un gran impacto en el genoma neandertal", según Akey. "Creo que la explicación más sencilla es que esto refleja cambios en el tamaño de las poblaciones a lo largo del tiempo", añadió al respecto.

"Al principio, los humanos modernos salían de África y las poblaciones neandertales eran lo suficientemente grandes como para absorber estas dispersiones iniciales de humanos y sus genes en la población neandertal", explicó Akey.

"Sin embargo, cuando el 'Homo sapiens' abandonó África en la tercera oleada, hace unos 60.000 años en una migración duradera alrededor del mundo, la descendencia resultante de los encuentros entre 'Homo sapiens' y neandertales creció en las poblaciones humanas modernas y su firma genética permaneció en el acervo genético de las mismas, influyendo en nuestras vidas actuales", explicita Akey.

En el estudio, el equipo utilizó técnicas de aprendizaje automático para descodificar y secuenciar los genomas de los restos de tres neandertales, que databan de hace entre 80.000 y 50.000 años y se encontraron en tres lugares distintos: Vindija, en Croacia, y las cuevas de Denísova y Chagyrskaya, en las montañas de Altai. A continuación, los investigadores compararon esos datos con los genomas de 2.000 humanos actuales.

"Hemos desarrollado un marco para determinar si se produjo flujo genético entre humanos y neandertales, al tiempo que estimar cuántas secuencias de humanos modernos hay en los genomas neandertales, e identificar los lugares específicos del genoma neandertal que portan secuencias de los humanos modernos", dijo Akey.

Detección del flujo genético de humanos modernos a neandertales (H→N) y sus consecuencias.
La mezcla de humanos modernos con neandertales provoca un aumento local de la heterocigosidad en el genoma neandertal, una característica que permitió enfoques para cuantificar y detectar secuencias introgresadas. Aprovechamos las secuencias introgresadas de humanos modernos en el genoma neandertal para refinar las estimaciones de la ascendencia neandertal en humanos contemporáneos al descomponer los segmentos detectados por IBDmix en aquellos atribuibles al flujo genético de humano a neandertal (H→N) versus neandertal a humano (N→H) en 2000 individuos humanos modernos. También usamos secuencias introgresadas de humanos modernos para descubrir que los neandertales tenían un tamaño de población efectivo más pequeño (N e) de lo que se había estimado previamente y que una segunda ola de flujo genético de humano moderno a neandertal ocurrió hace ~100 a 120 mil años (ka). pb=pares de bases.

El misterio de la desaparición de los neandertales

"Hay un puñado de fósiles de 'Homo sapiens' que podrían reflejar los primeros viajes, menos exitosos, de la especie desde África a Medio Oriente y Europa", según Chris Stringer (izquierda), investigador principal de evolución humana en el Museo de Historia Natural de Londres, que no participó en el estudio.

Entre estas reliquias figuran un fósil de Homo sapiens hallado en la cueva de Apidima, en el sur de Grecia, datado hace 210.000 años, y restos encontrados en los yacimientos israelíes de Skhūl y Qafzeh. Los fósiles hallados en Israel tenían "rasgos primitivos", como cejas más grandes, cráneos más planos y barbillas variables.

"He interpretado estos rasgos como herencia de antepasados no neandertales más primitivos, pero alternativamente podrían ser signos del flujo genético con los neandertales, y tal vez tales características deberían ser examinadas de nuevo ahora, a la luz de este nuevo trabajo", precisa Stringer.

"La dinámica de población identificada en esta investigación podría ser una de las principales razones por las que los neandertales desaparecieron hace 40.000 años", señaló Akey. "El análisis de los investigadores sugiere que el tamaño de la población neandertal en aquella época era un 20% menor de lo que se pensaba".

"Las poblaciones humanas eran mayores y, como las olas que rompen en la playa, acabaron erosionando a los neandertales, y es probable que el acervo genético neandertal fuera absorbido por la población humana en la última oleada de mestizaje", explica Akey.

"La extinción es complicada, por lo que no me atrevería a decir que es la única explicación..., pero creo que la absorción de los neandertales por parte de las poblaciones humanas explica en gran medida la desaparición de los neandertales", añadió.

Stringer se mostró de acuerdo en que la última fase del mestizaje puede haber contribuido a la extinción de los neandertales, ya que la población neandertal se hizo aún más pequeña y menos diversa a medida que el ADN neandertal se incorporaba a la mayor reserva genética humana.

"Creo que es un punto importante", dijo Stringer. "Si se tiene en cuenta el aumento de la diversidad genética neandertal por el mestizaje con los 'Homo sapiens' también se reduce significativamente el tamaño efectivo de su población, lo que añade más pruebas de que los neandertales tardíos podrían haber sido ya una especie en peligro de extinción, incluso sin la competencia de una población de 'Homo sapiens' en expansión".

Fuente: cnnespanol.conn.com | 1 de agosto de 2024

Descubren en la remota isla de Flores (Indonesia) un homínido más bajo que el 'hobbit': medía un metro y vivió hace 700.000 años

El fragmento de húmero excavado en 2013 y ahora reconocido como perteneciente a un antepasado de 'Homo floresiensis'. Yousuke Kaifu

Fue apodado hobbit por su baja estatura, de poco más de un metro. El hallazgo hace 20 años en la isla indonesia de Flores de una especie extinta del género Homo bautizada como Homo floresiensis fue uno de los descubrimientos paleontológicos más importantes de la historia de la evolución humana.

Conocido como el hombre de Flores, al principio se pensó que tenía 18.000 años de antigüedad y se habría extinguido hace 12.000 años, pero estudios posteriores estimaron que probablemente este homínido de unos 25 kilos de peso tenía unos 60.000 años y se extinguió hace 50.000 años, coincidiendo con la expansión en esa zona del Homo sapiens, nuestra especie.

Sin embargo, sigue abierto el debate científico sobre el origen del hobbit, encontrado en los yacimientos de Liang Bua de esa remota isla indonesia. Una de las teorías sugiere que se trataba de un descendiente de menor estatura de los primeros Homo erectus que habitaron la zona que actualmente es Asia, y que tenían una talla parecida a la de los humanos modernos. Otra hipótesis sostiene que Homo floresiensis habría sido un superviviente tardío de otro homínido de África más antiguo y anterior al Homo erectus que podría haber sido el Homo habilis (que medía 120 cm aproximadamente) o el Australopithecus afarensis (entre 115 y 138 cm según el sexo), aunque no existen pruebas fósiles que respalden una salida de África tan el temprana de alguna de esas especies.

Posteriormente, un equipo de investigadores encontró también en la isla de Flores, pero en un emplazamiento diferente -el yacimiento al aire libre de Mata Menge, situado a 75 kilómetros de Liang Bua- fósiles de otro homínido mucho más antiguo, de hace 700.000 años, que está ayudando a esclarecer el origen del hobbit, tal y como explican este martes en un artículo publicado en Nature Communications.

Foto: Los restos fósiles hallados en Mata Menge en 2016 (imagen cortesía de of Yousuke Kaifu y Susan Hayes)

Vivió hace unos 700.000 años y los primeros restos, un fragmento de una mandíbula y seis dientes pertenecientes a al menos tres individuos, fueron encontrados hace una década y presentados en 2016. Aunque eran más pequeños que los de Homo floresiensis, al no encontrarse fósiles postcraneales (de una parte diferente al cráneo) no pudieron afirmar que se tratara un homínido de menor estatura.

"En el estudio publicado este martes, sin embargo, describe el hallazgo en Mata Monge de más fósiles entre los que figuran los primeros restos postcraneales de este homínido: un húmero que "no sólo es más corto que el de Homo floresiensis, sino que es el hueso de la parte superior del brazo más pequeño conocido en el registro fósil de homínidos de todo el mundo", tal y como asegura Adam Brumm (izquierda), del Centro Australiano de Investigación sobre la Evolución Humana de la Universidad de Griffith y coautor del artículo.

Un metro de altura

Los análisis por microscopía han revelado que este pequeño húmero, desenterrado en 2013, pertenecía a un adulto. Como cuenta Gerrit van den Bergh (derecha), investigador de la Universidad de Wollongong y coautor del estudio, el fragmento de húmero hallado estaba roto en varias piezas, y al principio no lo identificaron como un hueso de un homínido.

"Cuando vi por primera vez el pequeño húmero, pensé que era un hueso de niño, pero me picó la curiosidad y me sorprendí cuando busqué su etapa de desarrollo", afirma por su parte Yousuke Kaifu (izquierda), de la Universidad de Tokio, que admite que "estimar la edad y la longitud fue difícil".

Basándose en la longitud estimada del hueso (211-220 milímetros), calculan que la estatura de este homínido de hace 700.000 años era de 100 centímetros, lo que suponen seis centímetros menos de la altura estimada para un esqueleto de Homo floresiensis de 60.000 años de antigüedad encontrado en Liang Bua (basándose en la longitud de su fémur estimaron que medía 106 centímetros). Si se compara el mismo hueso, el húmero del Homo floresiensis de Liang Bua medía 243 mm frente a los 211-220 mm del de Mata Menge.

A la izquierda, el fragmento de húmero del individuo de hace 700.000 años comparado con un húmero de 'Homo floresiensis' de hace 60.000 años. Yousuke Kaifu.

"Este rarísimo espécimen confirma nuestra hipótesis de que los antepasados de 'Homo floresiensis' tenían un tamaño corporal extremadamente pequeño; sin embargo, ahora resulta evidente, por las diminutas proporciones de este hueso de una de sus extremidades, que eran aún más pequeños de lo que habíamos pensado", sostiene Brumm en un comunicado de prensa.

Los otros dos dientes encontrados en Mata Menge también son de pequeño tamaño y uno de ellos presenta características que concuerdan con los primeros Homo erectus de Java. Una similitud que no respalda la hipótesis de que Homo floresiensis evolucionara a partir de un tipo de homínido anterior y más primitivo, que nunca se ha encontrado en Indonesia ni en ninguna otra región fuera de África.

Lugares de descubrimiento del 'Homo erectus' javanés y del 'Homo floresiensis'. Las zonas de tierra expuestas por el descenso del nivel del mar durante el periodo glaciar se muestran en gris. / Mapa realizado por Yousuke Kaifu con GeoMapApp.

Con los últimos restos encontrados en el yacimiento de Mata Menge hay ya 10 fósiles pertenecientes a al menos cuatro individuos, entre ellos dos niños. Todos son muy similares anatómicamente al Homo floresiensis encontrado hace 20 años en el yacimiento de Liang Bua y, según apuntan los autores, pueden considerarse una variante más antigua de este homínido. Sin embargo, aunque se trate de un antepasado directo del hobbit, tenía una dentición menos especializada, es decir, dientes más primitivos.

"La historia evolutiva de los homínidos de Flores sigue siendo en gran parte desconocida. Sin embargo, los nuevos fósiles sugieren claramente que comenzó cuando un grupo de los primeros homínidos asiáticos conocidos como 'Homo erectus' quedó aislado en esta remota isla indonesia, hace quizá un millón de años, y sufrió una drástica reducción del tamaño corporal con el paso del tiempo", propone Brumm.

El yacimiento de Mata Mege en 2014. Gerrit van den Bergh.

Según comenta a SINC el arqueólogo y coautor del nuevo trabajo, Gerrit van den Bergh, de la Universidad de Wollongong (Australia), “el yacimiento a cielo abierto de Mata Menge (MM) es muy diferente de la cueva de Liang Bua”.

Explica que “se trata de un lugar situado en una pequeña cuenca –llamada So'a, por la ciudad del mismo nombre– rodeado de montañas, en su mayoría volcanes activos e inactivos, que fue rellenada por una secuencia de sedimentos que abarcó un periodo comprendido entre hace 1,4 millones de años y hace 0,5 millones de años”.

El diminuto hueso del brazo demuestra, según los autores, que la reducción extrema del tamaño corporal se produjo al principio de la historia de los homínidos de Flores a lo largo de un periodo de 300.000 años. La drástica reducción temprana y la posterior estabilidad del tamaño corporal respaldaría que tener un tamaño corporal más pequeño en esta isla aislada era beneficioso para su supervivencia, como ocurre con muchas otras especies que evolucionan hacia un tamaño más pequeño con más frecuencia en las islas (un mecanismo que se conoce como enanismo insular).

Por otro lado, el registro arqueológico muestra que la isla de Flores también estuvo habitada por diminutos estegodontes (una especie de elefante extinto), ratas de diversos tamaños, cocodrilos y dragones de Komodo. Los reptiles depredadores podían alcanzar los tres metros de longitud, pero no eran una amenaza significativa para las poblaciones arcaicas de estos homínidos.

Fuentes: elmundo.es | elpais.com | agenciasinc.es | 6 de agosto de 2024

El hallazgo en el Tíbet de un fragmento de costilla perteneciente a un denisovano arroja nueva luz sobre esta especie humana

Los investigadores excavaron un fragmento de costilla perteneciente a un denisovano que vivió en la cueva cárstica de Baishiya, en el Tíbet, hace entre 48.000 y 32.000 años. Crédito. Grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou

Los denisovanos sobrevivieron y prosperaron en la meseta tibetana a gran altitud durante más de 100.000 años, según un nuevo estudio que profundiza en la comprensión científica de estos enigmáticos humanos antiguos identificados por primera vez en 2010.

Los investigadores analizaron miles de fragmentos de huesos de animales desenterrados en la cueva kárstica de Baishiya, a 3.280 metros sobre el nivel del mar, cerca de la ciudad de Xiahe, en la provincia china de Gansu, uno de los tres únicos lugares donde se sabe que vivieron estos humanos extintos. Su trabajo reveló que los denisovanos podían cazar, descuartizar y procesar diversos animales grandes y pequeños, tales como rinocerontes lanudos, ovejas azules, yaks salvajes, marmotas y aves.

El equipo de arqueólogos que ha trabajado en la cueva también descubrió un fragmento de costilla en una capa de sedimento que data de hace entre 48.000 y 32.000 años, lo que lo convierte en el más joven de los pocos fósiles denisovanos conocidos, un indicio de que la especie existió más recientemente de lo que los científicos pensaban.

a) Fragmento de costilla perteneciente a un denisovano (denominado Xiahe 2) que vivió en la cueva cárstica de Baishiya hace entre 48.000 y 32.000 años. b) Árbol filogenético para el espécimen Xiahe 2. Crédito: Grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou

Debido a la escasez de pruebas fósiles, los detalles sobre cómo vivían estos antepasados humanos arcaicos han sido escasos. Pero el nuevo estudio publicado en Nature revela que los denisovanos que vivieron en la cueva kárstica de Baishiya eran increíblemente resistentes, pues sobrevivieron en uno de los entornos más extremos de la Tierra durante los periodos más cálidos y fríos, mediante el aprovechamiento al máximo de los diversos recursos animales disponibles en un paisaje de pastizales.

"Sabemos que los denisovanos vivieron y ocuparon la cueva de Baishiya, en la meseta tibetana, durante mucho tiempo, pero lo que realmente queríamos saber, es ¿cómo vivieron allí y cómo se adaptaron al entorno?", explica Dongju Zhang (izquierda), arqueóloga y profesora de la Universidad de Lanzhou (China) al tiempo que coautor del estudio publicado en la revista Nature. "Los denisovanos utilizaron todos los animales que tenían a su disposición, lo que significa que su comportamiento era flexible", añadió Zhang.

"El fragmento de costilla hallado pertenecía a un denisovano que probablemente vivió en una época en la que los humanos modernos se dispersaban por el continente euroasiático", explica Frido Welker (derecha), coautor del estudio y profesor asociado del Grupo de Paleoantropología Biomolecular del Instituto Globe de la Universidad de Copenhague."Futuras investigaciones en el yacimiento y en la región podrán arrojar luz sobre si los dos grupos humanos interactuaron allí, dado que la costilla fósil y la capa de sedimentos se sitúan en un contexto en el que sabemos que en una región más amplia es probable que hubiera humanos modernos, y eso es interesante", afirma.

La mandíbula de Xiahe hallada en 2019. Vista anterior (a), oclusal (b), lateral (c, d) e interna (e) de la muestra. a, b, d, e, son vistas después de la eliminación digital de la matriz de carbonato adherida. La preservación de la región sinfisaria de la mandíbula permite una reconstrucción virtual de los dos lados de la misma. La zona virtual es color gris. La sección sinfisaria y el ángulo infradental-gnatión se muestran en e.

Un rastro de pistas denisovanas

Los denisovanos fueron identificados por primera vez hace poco más de una década en un laboratorio utilizando secuencias de ADN extraídas de un diminuto fragmento de hueso de un dedo. Desde entonces, se han encontrado menos de una docena de fósiles denisovanos en todo el mundo.

La mayoría de ellos se hallaron en la cueva de Denísova, en los montes Altai de Siberia, de donde procede el nombre del grupo. Posteriormente, los análisis genéticos revelaron que los denisovanos, al igual que los neandertales, se habían cruzado con los humanos modernos. Los restos de ADN denisovano hallados en personas actuales sugieren que esta antigua especie probablemente vivió en gran parte de Asia.

Sin embargo, no fue hasta 2019 cuando los investigadores identificaron el primer fósil denisovano fuera de la cueva homónima.

Una mandíbula con dos dientes encontrada por un monje en la cueva kárstica de Baishiya, un lugar sagrado para los budistas tibetanos, databa de hace al menos 160.000 años y contenía una firma molecular denisovana. El descubrimiento de ADN en los sedimentos del yacimiento, publicado un año después, aportó más pruebas de que los denisovanos habían habitado la zona.

La cueva de Baishiya está orientada al sureste y a unos 40 metros por encima del moderno lecho del río Jiangla. Es a la vez una cueva budista famosa a nivel local y un lugar turístico famoso. Foto: Dongju Zhang, Lanzhou University.

En 2022, los científicos identificaron como denisovano un diente desenterrado en una cueva de Laos que pertenecía a una niña que vivió hace al menos 131.000 años, una pista que situaba por primera vez a la especie en el sudeste asiático. Al igual que con la mandíbula de Xiahe, no se pudo extraer ADN del diente, por lo que los investigadores estudiaron en su lugar los restos microscópicos de proteínas, que se conservan mejor que el ADN, aunque son menos informativos.

El reciente estudio publicado en Nature, aludido más arriba, ha examinado también más de 2.500 trozos de huesos de animales recuperados durante las excavaciones en la cueva de Baishiya en 2018 y 2019.

La mayoría de los fragmentos eran demasiado pequeños para ser identificados a simple vista, por lo que los investigadores recurrieron a una técnica relativamente nueva conocida como zooarqueología por espectrometría de masas (ZooMS), que permite a los científicos extraer información valiosa de especímenes que podrían haber sido pasados por alto en el pasado.

Basándose en pequeñas diferencias en la secuencia de aminoácidos del colágeno conservado en el interior del hueso, ZooMS ayudó a los investigadores a determinar a qué tipo de animal pertenecían los restos óseos hallados.

El molar de una niña denisovana hallado en una cueva de Laos. Crédito de la imagen: Fabrice Deméter.

El lugar de Baishiya en la historia denisovana

Además de herbívoros grandes y pequeños, el análisis reveló la existencia de carnívoros como las hienas, y algunos de los animales, como la oveja azul, siguen siendo comunes en el Himalaya hoy en día.

Muchos de los huesos de animales presentaban marcas de corte que indicaban que los denisovanos procesaban los animales para obtener sus pieles, así como carne y médula ósea. Según el estudio, algunos de estos huesos se utilizaron como herramientas.

En conjunto, la diversidad de especies animales encontradas sugiere que en los alrededores de la cueva de Baishiya predominaba un paisaje de pastos con algunas pequeñas zonas boscosas, similar al actual, aunque la arqueóloga Zhang señaló que la mayoría de los animales que viven allí en la actualidad son yaks y cabras domesticadas.

Muchos de los huesos recuperados en la cueva kárstica de Baishiya, como esta vértebra de hiena manchada, contienen huellas de actividades humanas, como marcas de cortes. (Crédito: grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou).

Durante el laborioso proceso de clasificación de los huesos, que duró varios meses, el equipo identificó el fragmento de costilla mencionado, de 5 centímetros de longitud. Sin embargo, la resolución de la información proteínica no fue lo bastante clara como para determinar inmediatamente a qué tipo de humano había pertenecido. Un análisis más detallado de las proteínas antiguas conservadas en el fragmento de costilla, dirigido por el paleoantropólogo biomolecular, Welker, reveló que se trataba de un denisovano.

El hueso de costilla procedía de una capa de sedimentos de la que el equipo ya había extraído ADN denisovano, y Zhang explicó que los investigadores están intentando recuperar ADN del nuevo espécimen. Ese proceso podría proporcionar información genética más detallada sobre el propietario de la costilla y la población denisovana más amplia que vivió en la zona.

"Con tan poca información sobre los denisovanos, cada descubrimiento es de gran importancia y el análisis zooarqueológico llevado a cabo por los autores del nuevo estudio fue "particularmente perspicaz", dijo la arqueóloga Samantha Brown (izquierda), jefa del grupo júnior de paleoproteómica de la Universidad alemana de Tubinga, la cual ha trabajado con los restos óseos de la cueva de Denísova.

"La corta antigüedad del fragmento de costilla hallado fue sorprendente. En esa época tenemos pruebas de que los humanos modernos ocuparon territorios hasta en Australia. Esto abre realmente el debate sobre la posibilidad de que estos grupos interactuaran a medida que los humanos modernos se adentraban en Asia y el Pacífico, pero es probable que se necesiten más pruebas para comprender la naturaleza de estas interacciones", declaró Brown, que no participó en el estudio publicado.

Los trabajos continúan en la cueva kárstica de Baishiya, y la arqueóloga Zhang está excavando otro yacimiento paleolítico en la región que podrían haber ocupado los denisovanos o los humanos modernos que vinieron después de ellos, dijo.

El análisis de fragmentos óseos desenterrados durante las excavaciones en la cueva cárstica de Baishiya ha revelado qué animales descuartizaban, comían y procesaban los denisovanos. (Crédito: grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou).

"A diferencia de la cueva de Denísova, que estuvo ocupada por los primeros humanos modernos y neandertales, además de por los denisovanos, las pruebas actuales sugieren que éstos fueron el único grupo de humanos que vivió en la cueva kárstica de Baishiya", explicó Zhang. Esto convierte a la meseta tibetana —una zona apodada "el techo del mundo"— en un lugar especialmente importante en la búsqueda de respuestas a las muchas preguntas que quedan por responder sobre quiénes eran los denisovanos, qué aspecto tenían, cómo desaparecieron y qué lugar preciso ocupan en el árbol genealógico humano.

Fuentes: cnnespanol.cnn.com | nytimes.com | 4 de julio de 2024

Datan con mayor precisión el famoso barco helenístico de Kyrenia (Chipre)

Entre 1967 y 1969, los arqueólogos excavaron el naufragio del Kyrenia, descubierto en la costa norte de Chipre en 1965.

Sturt Manning, profesor de la Universidad de Cornell, lo tiene claro: para él los naufragios son "cápsulas del tiempo" que nos abren una ventana a la historia desde el fondo de los océanos. En ocasiones, sin embargo, la visión que nos dejan está algo borrosa. No siempre es fácil aclarar el origen de un pecio. Ni datarlo. Buen ejemplo es el Kyrenia, un buque mercante de la época helenística, de 14 metros de eslora, que se recuperó en la costa norte de Chipre en la década de 1960. Pese a que se descubrió hace casi seis décadas y los arqueólogos se ha dedicado a estudiarlo en detalle, aún no habían podido responder una cuestión clave: ¿Cuándo se hundió el navío?

Ahora Manning y sus compañeros han logrado despejar ese misterio. Y en gran medida ha sido posible gracias a unos frutos secos.

Los restos recuperados del barco denominado Kyrenia.

Un barco llamado Kyrenia

Aunque ahora entendemos mejor su historia, el Kyrenia es un barco bien conocido por los arqueólogos. Se descubrió en noviembre de 1965 en la costa norte de Chipre, cerca de la ciudad portuaria de la que toma el nombre, y entre 1867 y 1969 los arqueólogos se dedicaron a excavar los restos del pecio. A medida que avanzaban sobre el terreno se encontraron con antiguo buque mercante griego de 14 metros de eslora, como se ha dicho, cargado con cientos de vasijas de cerámica.

El hallazgo del Kyrenia fue crucial no tanto por el pecio en sí o su cargamento, como por lo que supuso para la arqueología: como recuerdan desde la Universidad de Cornell, "fue el primer gran barco griego del período helenístico que se encontró con un casco prácticamente intacto". Su buen estado permitió, de hecho, excavar el pecio y reensamblar más tarde las piezas en el exterior para su análisis.

"Fue un momento histórico". La frase es de Manning (izquierda), convencido de que el descubrimiento del Kyrenia marcó un hito para la arqueología y la comprensión de los pecios. "Kyrenia fue una de las primeras veces que se comprendió que este tipo de pruebas del mundo clásico pueden encontrarse prácticamente intactas más de 2000 años después en el lecho marino", reconoce el experto: "Los naufragios son cápsulas del tiempo únicas y su conservación puede ser asombrosa".

De los maderos que componían el Kyrenia los expertos han extraído valiosas conclusiones sobre la tecnología naval de la época, cómo se construían los navíos o el comercio marítimo. Tan crucial ha sido el pecio para los científicos que desde la década de 1960 se han fabricado y botado al menos tres réplicas. Al estudiarlas, los expertos han comprendido mejor el rendimiento de los barcos griegos.

Réplica experimental del antiguo barco de Kyrenia "KYRENIA LIBERTY".

Asombroso… y misterioso

Que se conserven más o menos bien, teniendo en cuenta que han pasado miles de año sumergidos en el mar, no significa que pecios como el del Kyrenia se lo pongan fácil a los arqueólogos. En su caso quedó botando una incógnita. Una crucial además para comprender la historia del navío. Se sabía que el mercante era del período helenístico (IV - I a.C.), pero… ¿Era posible datarlo con mayor precisión? ¿Podían los científicos ir un paso más allá?

"La cronología del origen del Kyrenia y la fecha exacta de su hundimiento siempre han sido vagas, en el mejor de los casos", reconoce la Universidad de Cornell. Para despejar dudas en un primer momento los investigadores estudiaron los artefactos recuperados del naufragio, como la cerámica localizada a bordo o un pequeño lote de monedas. Su conclusión fue que el mercante se hundió a finales del IV a.C.

Prueba de eliminación de PEG en una serie de anillos de árboles de edad conocida.

El PEG, el gran enemigo

Confirmar esa primera estimación o ir más allá con un grado de certeza razonable no resultaba sencillo. Y en gran medida era así por el polietilenglicol (PEG), un compuesto a base de petróleo que los conservadores del siglo XX solían aplicar a la madera para evitar que se descompusiera. "El problema es que el PEG tal vez conserve los tablones fuera del agua, pero también los contamina e imposibilita la datación por radiocarbono", señala Manning.

Para superar ese obstáculo él y su equipo, mano a mano con investigadores de la Universidad de Gronongen, desarrollaron un método para retirar el 99,9% del PEG de la madera. Sus esfuerzos tuvieron resultados. Gracias a su método y el estudio de un diminuto trozo de madera rescatada en el Kyrenia y que no se había incluido en su reconstrucción, Manning y sus colegas estimaron que los árboles originales pudieron talarse después del período comprendido entre el 355 y 291 a.C.

Laboratorio de anillos de árboles de Cornell.

Desvelando el misterio

Ahora los investigadores han podido ir varios pasos más allá y aportar "la cronología más probable" del hundimiento del Kyrenia. Con el apoyo del Laboratorio de Anillos de Árboles de Cornell, calculan que el mercante pudo irse a pique entre los años 296 y 271 a.C. Es más, creen que hay muchas posibilidades de que ese episodio fatal ocurriera del 286 al 272 a.C.

"El modelo identificó que el rango de fechas más probable para la singladura final se encontraba entre 305 y el 271 a. C. (95,4 %) y, muy probablemente, entre el 286 y el 272 a. C. (68,3 %), varios años más reciente que las estimaciones actuales".

Los restos del Kyrenia y almendras recuperadas en envases de cerámica sirvieron para datar la cronología de la última travesía del barco.

Pero… ¿Cómo lo han logrado?

He ahí la clave. Los científicos han aprovechado las tablas de madera del pecio, pero también un aliado inesperado: las miles de almendras conservadas en frascos y que se encontraron en su día entre los restos del naufragio. "Combinadas con muestras de madera limpias y la experiencia del equipo en modelado y datación, llevaron al Laboratorio de Anillos de Árboles de Cornell a identificar la cronología probable del hundimiento", recuerda Manning.

El equipo examinó la cerámica y las monedas, pero se ha "centrado" en los materiales orgánicos, incluidas las miles de almendras verdes localizadas en grandes ánforas y los restos de un astrágalo, un hueso extraído de la pata de una oveja o cabra y que en usaba para juegos o practicar rituales de adivinación. "Estos materiales de muestras 'efímeras' ayudaron a definir la fecha del último viaje".

Grupo de ánforas antes de la excavación y recuperación del Kyrenia.

Despejando el camino

El trabajo es interesante no solo por despejar un misterio que llevaba décadas desafiando a los arqueólogos. El equipo presume de haber despejado el camino para otras dataciones futuras. ¿El motivo? Durante sus pesquisas, los investigadores se dieron cuenta de que las fechas que obtenían no coincidían con la curva de calibración de radiocarbono internacional, que se usa para convertir las mediciones en fechas concretas del hemisferio norte.

Tras analizar en detalle la causa de esa disparidad, Manning descubrió una falta de datos en el período comprendido entre 350 y 250 a.C. que le permitió junto a su equipo "recalibrar" la curva para casi todo ese lapso. "Los nuevos hallazgos no solo aclararán la cronología del Kyrenia y su carga, sino que también ayudarán a los investigadores para proyectos muy diferentes", argumentan.

Su trabajo se ha publicado en la revista académica PLoS One.

Fuentes: xataka.com | Cornell University | Wikipedia | 4 de julio de 2024

El descubrimiento de dos esqueletos en Pompeya muestra que otro desastre natural pudo haber hecho que la erupción del Vesubio fuera aún más mortal

Los científicos descubrieron dos esqueletos en las ruinas de un edificio de Pompeya y concluyeron que sus muertes debieron ser causadas por derrumbes de muros provocados por terremotos. Imagen: Parque Arqueológico de Pompeya.

La muerte de los habitantes de Pompeya durante la erupción del Vesubio en el año 79 d. C. se atribuye principalmente a causas volcánicas, como la caída de cenizas y gases calientes. Sin embargo, es posible que no sea así. En un estudio reciente, vulcanólogos, geólogos y antropólogos se unieron para volver a centrar la atención en los efectos de los fenómenos relacionados con los terremotos. Al examinar dos esqueletos recién descubiertos, concluyeron que sus muertes deben haber sido causadas por derrumbes de muros provocados por terremotos, que contribuyeron en gran medida a la destrucción de la antigua ciudad.

Hace casi 2000 años, Plinio el Joven escribió cartas en las que describía un temblor de tierra durante la erupción del Vesubio. Ahora, un estudio colaborativo dirigido por investigadores del Istituto Nazionale di Geofisica e Vulcanologia (INGV) y el Parque Arqueológico de Pompeya ha arrojado luz sobre los efectos de la sismicidad asociada a la erupción del año 79 d. C.

El estudio es el primero que aborda la compleja tarea de informar sobre los efectos de terremotos concurrentes, una tarea complicada debido a la posibilidad de que los efectos volcánicos y sísmicos se produzcan simultáneamente o en rápida sucesión, lo que significa que los efectos volcánicos pueden eclipsar los efectos causados ​​por los terremotos y viceversa.

Ubicación de las salas excavadas donde se encontraron los esqueletos en Pompeya. Imagen: Parque Arqueológico de Pompeya.

“Estas complejidades son como un rompecabezas en el que todas las piezas deben encajar para desentrañar el cuadro completo”, dijo el Dr. Domenico Sparice (izquierda), vulcanólogo del INGV-Osservatorio Vesuviano y primer autor del estudio Frontiers in Earth Science . “Demostramos que la sismicidad durante la erupción jugó un papel significativo en la destrucción de Pompeya y, posiblemente, influyó en las decisiones de los pompeyanos que se enfrentaron a una muerte inevitable”.

Pistas de un colapso mortal

“Reconocer correctamente la relación causa-efecto es esencial para reconstruir la interacción entre los fenómenos volcánicos y sísmicos, y sus efectos sobre los edificios y los seres humanos”, añadió el coautor, el Dr. Fabrizio Galadini (derecha), geólogo e investigador principal del INGV.

Durante las excavaciones en la "Casa de los pintores trabajando", los investigadores notaron algo extraño en los edificios derrumbados. “Encontramos características peculiares que no se correspondían con los efectos de los fenómenos volcánicos descritos en la literatura vulcanológica dedicada a Pompeya. Tenía que haber una explicación diferente”, afirma el coautor del estudio, el Dr. Mauro Di Vito (izquierda), vulcanólogo y director del INGV-Osservatorio Vesuviano.

Cuando los investigadores encontraron dos esqueletos con graves fracturas y traumatismos se sintieron aún más motivados para descubrir la razón.

Esqueleto del 'individuo 1', un hombre de unos 50 años. La posición sugiere que fue aplastado repentinamente por el derrumbe de un gran fragmento de pared, lo que le produjo graves traumas que le provocaron la muerte inmediata. Imagen: Parque Arqueológico de Pompeya.

Pintores trabajando

La erupción sorprendió a los habitantes de Pompeya en medio de la vida cotidiana. Durante unas 18 horas, cayeron sobre la ciudad pequeñas partículas de piedra y ceniza, lo que obligó a la gente a buscar refugio. Cuando la erupción se detuvo, los habitantes que habían sobrevivido tal vez se creyeron a salvo, hasta que comenzaron fuertes terremotos.

“Las personas que no huyeron de sus refugios posiblemente se vieron abrumadas por los derrumbes provocados por el terremoto de edificios que ya estaban sobrecargados. Este fue el destino de los dos individuos que recuperamos”, dijo la coautora Dra. Valeria Amoretti (derecha), antropóloga que dirige el Laboratorio de Investigación Aplicada del Parque Arqueológico de Pompeya.

Los investigadores encontraron dos esqueletos masculinos, ambos de unos 50 años de edad. Su posición sugiere que el "individuo 1" fue aplastado repentinamente por el derrumbe de un gran fragmento de pared, lo que le produjo graves traumas que le causaron la muerte inmediata. Sin embargo, el "individuo 2" pudo haber sido consciente del peligro y haber intentado protegerse con un objeto redondo de madera del que los investigadores encontraron débiles rastros en los depósitos volcánicos.

Existen varios indicios de que estos individuos no murieron por inhalación de cenizas o calor extremo, como el hecho de que se encontraban sobre el lapilli de piedra pómez, en lugar de debajo de él. Esto sugiere que ambos sobrevivieron a la primera fase de la erupción y luego fueron aplastados por los muros que se derrumbaron durante el declive temporal de los fenómenos eruptivos y antes de la llegada de las corrientes piroclásticas, dijeron los investigadores.

Esqueleto del 'individuo 2', un hombre también de unos 50 años, que pudo haber sido consciente del peligro y trató de protegerse con un objeto redondo de madera. Los investigadores encontraron tenues rastros de él en los depósitos volcánicos. Imagen: Parque Arqueológico de Pompeya.

Decisiones difíciles

Si bien no todos pudieron llegar a un lugar seguro temporalmente, la cantidad de víctimas recuperadas en los depósitos de ceniza hace que la huida de la gente sea un escenario plausible, aunque desesperado, dijeron los investigadores. No hay estimaciones fiables sobre cuántas personas murieron por causas relacionadas con el volcán o debido a los daños causados ​​por los terremotos.

“Los nuevos datos sobre la destrucción de Pompeya nos acercan mucho a la experiencia de las personas que vivieron aquí hace 2.000 años. Las decisiones que tomaron, así como la dinámica de los acontecimientos, que siguen siendo el foco de nuestra investigación, decidieron la vida y la muerte en las últimas horas de la existencia de la ciudad”, concluyó el coautor Dr. Gabriel Zuchtriegel (izquierda), director del Parque Arqueológico de Pompeya.

Fuente: frontiersin.org | 18 de julio de 2024