Nuevas evidencias de Papúa Occidental ofrecen nuevas pistas sobre cómo y cuándo los humanos se trasladaron por primera vez al Pacífico

Proyecto arqueológico Tristan Russell/Raja Ampat.

En el pasado remoto de la humanidad, navegantes muy hábiles emprendieron audaces travesías desde Asia hasta las islas del Pacífico. Fue una migración de importancia mundial que dio forma a la distribución de nuestra especie, el Homo sapiens, en todo el planeta.

Estos marineros se convirtieron en los antepasados ​​de las personas que hoy viven en la región, desde Papúa Occidental hasta Aotearoa Nueva Zelanda. Sin embargo, para los arqueólogos, el momento preciso, la ubicación y la naturaleza de estas dispersiones marítimas no están claros.

Por primera vez, nuestra nueva investigación proporciona evidencia directa de que los marineros viajaron a lo largo del ecuador para llegar a las islas cercanas a la costa de Papúa Occidental hace más de 50 milenios.

Excavaciones en la puerta de entrada al Pacífico

Nuestro trabajo de campo arqueológico en la isla Waigeo, en el archipiélago Raja Ampat de Papúa Occidental, representa la primera colaboración internacional importante de este tipo, en la que participan académicos de Nueva Zelanda, Papúa Occidental, Indonesia y otros lugares.

Centramos nuestras excavaciones en la cueva Mololo, una colosal cámara de piedra caliza rodeada de selva tropical. Se extiende a lo largo de cien metros de profundidad y es el hogar de colonias de murciélagos, lagartos varanos y alguna que otra serpiente. En el idioma local Ambel, Mololo significa el lugar donde se juntan las corrientes, un nombre apropiado para las aguas agitadas y los grandes remolinos en los estrechos cercanos.

Los arqueólogos Daud Tanudirjo y Moses Dailom excavando en la cueva de Mololo. Tristan Russell , CC BY-SA

La excavación descubrió varias capas de ocupación humana asociadas con artefactos de piedra, huesos de animales, conchas y carbón, todos restos físicos descartados por los antiguos humanos que vivían en la cueva.

Estos hallazgos arqueológicos fueron raros en las capas más profundas, pero la datación por radiocarbono en la Universidad de Oxford y la Universidad de Waikato demostró que los humanos vivían en Mololo al menos 55.000 años antes de la actualidad.

Búsqueda de alimentos en la selva tropical

Un hallazgo clave de la excavación fue un artefacto de resina de árbol fabricado en esa época. Se trata del ejemplo más antiguo de resina utilizada por personas fuera de África y pone de manifiesto las complejas habilidades que los humanos desarrollaron para vivir en las selvas tropicales.

El artefacto de resina de árbol encontrado en la cueva de Mololo data de hace entre 55.000 y 50.000 años. El gráfico muestra cómo pudo haberse fabricado y utilizado. Dylan Gaffney , CC BY-SA.

El análisis con microscopio electrónico de barrido indicó que el artefacto se produjo en varias etapas. Primero se cortó la corteza de un árbol productor de resina y se dejó que ésta goteara por el tronco y se endureciera. Luego, la resina endurecida se moldeó.

Se desconoce la función del artefacto, pero es posible que se haya utilizado como fuente de combustible para las hogueras dentro de la cueva. Durante el siglo XX se recogió resina similar en Papúa Occidental y se utilizó para hacer fuego antes de que se introdujeran el gas y la iluminación eléctrica.

Nuestro estudio de los huesos de animales de Mololo indica que la gente cazaba aves terrestres, marsupiales y posiblemente murciélagos gigantes. A pesar de que la isla Waigeo es el hogar de animales pequeños que son difíciles de capturar, la gente se estaba adaptando a utilizar los recursos de la selva tropical junto con los alimentos costeros que las islas ofrecen con facilidad. Este es un ejemplo importante de la adaptación y flexibilidad humanas en condiciones difíciles.

Ejemplo moderno de resina de árbol de las islas Raja Ampat utilizada para encender un fuego. Dylan Gaffney , CC BY-SA

Rutas marítimas hacia el Pacífico

La excavación de Mololo nos ayuda a aclarar el momento preciso en que los humanos se trasladaron al Pacífico. Este momento es objeto de un intenso debate porque tiene importantes implicaciones para la rapidez con la que nuestra especie se dispersó desde África hacia Asia y Oceanía.

También tiene implicaciones sobre si las personas llevaron a la extinción a la megafauna oceánica, como los canguros gigantes (Protemnodon) y los wombats gigantes (Diprotodontids), y cómo interactuaron con otras especies de homínidos como el "hobbit" (Homo floresiensis) que vivió en las islas de Indonesia hasta hace unos 50.000 años.

Los arqueólogos han propuesto dos corredores marítimos hipotéticos que conducen al Pacífico: una ruta hacia el sur hasta Australia, y otra ruta hacia el norte, hasta Papúa Occidental.

En lo que hoy es el norte de Australia, las excavaciones indican que los humanos pueden haberse asentado en el antiguo continente de Sahul, que conectaba Papúa Occidental con Australia, hace 65.000 años.

Sin embargo, los hallazgos de Timor sugieren que la gente se desplazaba por la ruta del sur hace solo 44.000 años. Nuestro trabajo respalda la idea de que los primeros navegantes cruzaron por la ruta del norte hacia Papúa Occidental y luego se trasladaron a Australia.

Dos posibles rutas marítimas desde Asia hasta la región del Pacífico: una ruta septentrional a lo largo del ecuador hasta Raja Ampat y una ruta meridional vía Timor hasta Australia. Dylan Gaffney , CC BY-SA.

Papúa Occidental: un enigma arqueológico

A pesar de nuestras investigaciones, todavía sabemos muy poco sobre el pasado humano profundo en Papúa Occidental. La investigación ha sido limitada debido principalmente a la crisis política y social de la región.

Es importante destacar que nuestra investigación muestra que los primeros habitantes de Papúa Occidental eran sofisticados, muy móviles y capaces de idear soluciones creativas para vivir en pequeñas islas tropicales. Las excavaciones en curso de nuestro proyecto tienen como objetivo proporcionar más información sobre cómo la gente se adaptó a los cambios climáticos y ambientales en la región.

Sabemos por otros sitios arqueológicos en el país independiente de Papúa Nueva Guinea que una vez que los humanos llegaron a la región del Pacífico, siguieron aventurándose hasta las Tierras Altas de Nueva Guinea, el Archipiélago de Bismarck y las Islas Salomón hace 30.000 años.

No fue hasta hace unos 3.000 años que los navegantes se trasladaron más allá de las Islas Salomón para colonizar las islas más pequeñas de Vanuatu, Fiji, Samoa y Tonga. Sus descendientes viajaron más tarde hasta Hawái, Rapa Nui y Aotearoa.

Trazar un mapa de la arqueología de Papúa Occidental es vital porque nos ayuda a entender de dónde vinieron los antepasados ​​del Pacífico en general y cómo se adaptaron a vivir en este nuevo y desconocido mar de islas.

Plantillas de manos de edad desconocida de las islas Raja Ampat. Tristan Russell , CC BY-SA

Fuentes: theconversation | ox.ac.uk| 13 de agosto de 2024

Los autores agradecen la contribución de Abdul Razak Macap, antropólogo social del Centro Regional de Patrimonio Cultural en Manokwari.

Un estudio sobre la primera iglesia del mundo, en Dura Europos (Siria), cuestiona los orígenes de su estructura edificativa

Una de las ruinas del yacimiento de Dura Europos. Wikimedia Commons

A mediados del siglo III d.C. el Imperio Romano tembló. Florecientes ciudades se abandonaron, la moneda perdió valor y los bárbaros asediaron el limes. En medio del caos de usurpadores y legiones sublevadas los emperadores se decidían a golpe de espada. En oriente, bañada por el sol de Siria y acariciada por las aguas del Éufrates, la ciudad romana de Dura Europos quedó sitiada por un furioso ejército persa sasánida. En la desesperada defensa se intentó reforzar su muralla occidental con un terraplén que enterró numerosos edificios.

Al final, los persas conquistaron la ciudad al asalto y quedó abandonada sobre el año 256, pero los hogares enterrados bajo el terraplén se conservaron. Entre ellos estaba una casa en la que los primeros cristianos se reunían de forma clandestina para celebrar sus ritos y liturgias. Se trata de la primera iglesia cristiana de la que se tiene constancia cuando su fe estaba perseguida, oculta en el interior de un hogar, una domus ecclesiae.

Un nuevo estudio publicado en el Journal of Roman Archaeology desafía las ideas tradicionales sobre este espacio de culto y el cristianismo primitivo. "El edificio cristiano tenía poco que ver con un espacio doméstico en Dura Europos y, por lo tanto, pone en tela de juicio la narrativa de los orígenes materiales del cristianismo primitivo", afirma en una nota de prensa Camile Leon Angelo (izquierda), investigadora del Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Yale y principal autora del artículo que además desafía la validez del término domus ecclesiae.

Hasta hoy estaba aceptado que esta domus ecclesiae, reformada en el año 234, era una de tantas residencias privadas adecuadas al culto por las primeras comunidades cristianas, tal como se hace referencia en el Nuevo Testamento. "Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando", reza 'Hechos de los Apóstoles' en su capítulo 12, versículo 12.

Plano de la ciudad de Dura realizado por AH Detweiler (Colección Dura-Europos, YUAG, neg. Y-733 ), anotado con nombres de estructuras y bloques por JA Baird. (Cortesía de JA Baird.).

Su descubrimiento se realizó entre 1920 y 1930 en unas campañas de excavación realizada por arqueólogos de la Universidad de Yale y la Academia Francesa de Inscripciones y Letras. En su investigación también desenterraron una sinagoga y un mitreo, es decir, un templo dedicado a un críptico y oscuro dios (Mitra) adorado por las legiones. Los tres templos estaban en el mismo barrio y permanecieron en uso hasta mediados del siglo V d. C., cuando los sasánidas sitiaron la ciudad, la población fue desplazada y el lugar fue enterrado.

"Ahora bien, no decimos 'casa sinagoga' o 'casa Mitreo', sino que permitimos que se sostengan conceptualmente por sí mismas", sostiene Leon Angelo. "Entonces, si tenemos un edificio que sigue la misma trayectoria arquitectónica en la ciudad, ¿por qué enfatizamos los orígenes domésticos de la estructura? Queríamos saber qué tan doméstico era y cómo lo habría visto la comunidad".

Planta-perspectiva del edificio cristiano (M8-A): (a) antes de su renovación para uso de la comunidad cristiana; (b) después de su renovación para uso de la comunidad cristiana. (C. Leon Angelo y J. Silver.)

Para responder a estas preguntas, los investigadores analizaron todos los informes de excavación archivados en la Universidad de Yale sobre el yacimiento sirio para comprender cómo eran las casas de Dura Europos, qué contenían y qué funciones cumplían. Después de comprender a fondo lo que constituía el espacio doméstico para esa comunidad, lo compararon con las características de los edificios cristianos y encontraron diferencias significativas.

De ese período han persistido dos suposiciones engañosas: primero, que las casas renovadas para uso de la comunidad cristiana eran omnipresentes en todo el Imperio Romano en el siglo III; y segundo, que esas casas en ese momento habrían sido designadas domus ecclesiae o οἶκος τῆς ἐκκλησίας. Sin embargo, ni la evidencia arqueológica ni la literaria apoyan estas afirmaciones.

Ruinas de la casa-iglesia. Wikimedia Commons.

No había cocina ni agua

En el edifico cristiano objeto de estudio se conservaron pinturas murales. Hay una escalera en el patio, pero no se documentó ninguna cisterna para almacenar agua potable. Ninguno de los demás hogares comparados tenía características similares. Además, la eliminación de la cisterna y de la zona dónde preparaban los alimentos sugiere que no interactuaban con el espacio de reunión como si fuera una vivienda.

Sus habitaciones de la planta baja también fueron modificadas para crear una única sala bastante grande, y otra, utilizada como baptisterio, excepcionalmente pequeña en comparación con otras casas de la ciudad.

Además, los investigadores estudiaron los cambios en la forma en que la gente circulaba por las habitaciones, así como el uso de diferentes superficies y formaciones de asientos, lo que sugiere todo ello un alejamiento del entorno doméstico. Además se utilizaron simulaciones de cambios en la luz solar para determinar hasta qué punto ciertas renovaciones del edificio significaban una mayor superficie de las habitaciones que daban al patio y podían utilizarse en más momentos del día sin necesidad de lámparas o velas.

Simulación de la iluminancia anual acumulada del edificio cristiano (M8-A) después de la adaptación; vista desde la sala 2, mirando hacia el suroeste. La entrada a la sala 4 está a la izquierda y la entrada a la sala 5 está a la derecha (parámetros de render: 253 d. C., ventanas y puertas abiertas; escala: 0-1500 lx). (C. Leon Angelo y J. Silver.).

"Los diálogos en el ámbito académico y en la cultura popular dan la impresión de que, antes del emperador Constantino (306-307 d.C.), los cristianos se reunían y celebraban sus cultos en espacios pseudodomésticos", continúa Leon Angelo. "Pero si este espacio cristiano de Dura Europos es el único ejemplo con una fecha segura que tenemos, y que, de hecho, no era particularmente o ni siquiera algo doméstico, ¿por qué se sigue manteniendo esta percepción?"

"Estos datos tienen mucho peso y poder", afirmó Leon Angelo, consciente de las reacciones que puede desatar en el mundo académico su cambio de paradigma. "También nos interesa profundamente el cristianismo primitivo, pero queremos hacer justicia a la comunidad cristiana de Dura Europos y a su historia e intentar comprenderlos en sus propios términos, en lugar de a través de suposiciones que los académicos han proyectado sobre su espacio".

Fuentes: elespanol.com | cambridge.org | 16 de agosto de 2024

Utilizan un algoritmo que analiza rasgos dentales, en lugar de ADN antiguo, para mapear movimientos de poblaciones prehistóricas

Reconstrucción artística de un grupo de cazadores-recolectores de la Edad del Hielo.

Mediante el análisis del mayor conjunto de datos de fósiles humanos de la Edad del Hielo en Europa hasta la fecha, un equipo de investigación internacional ha podido demostrar cómo los cazadores-recolectores prehistóricos se enfrentaron a un cambio climático en el período comprendido entre 47.000 y 7.000 años atrás. El tamaño de las poblaciones disminuyó drásticamente durante el período más frío, y en Occidente incluso se enfrentaron a la extinción, según el estudio publicado hoy en la revista Science Advances.

El investigador principal, el Dr. Hannes Rathmann (izquierda), del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente de la Universidad de Tübingen (Alemania), desarrolló un nuevo método para analizar los fósiles basado en un algoritmo de aprendizaje automático, en colaboración con colegas de la Universidad de Tübingen, la Universidad de Ferrara (Italia) y la Universidad de Nueva York (EE. UU.).

Hace unos 45.000 años, los primeros humanos modernos migraron a Europa durante la última Edad del Hielo, lo que marcó el comienzo del llamado “Paleolítico Superior”. Estos primeros grupos poblaron continuamente el continente europeo, incluso durante el llamado “Último Máximo Glacial”, hace unos 25.000 años, cuando los glaciares cubrían grandes partes del norte y centro de Europa.

“Los arqueólogos han debatido durante mucho tiempo sobre la influencia de los cambios climáticos y las nuevas condiciones ambientales asociadas con la demografía de los cazadores-recolectores de esa época. Debido al número limitado de fósiles disponibles, y a su conservación molecular, a menudo deficiente para el análisis de ADN antiguo, ha sido muy difícil sacar conclusiones sobre el impacto de los factores climáticos en la migración, el crecimiento de la población, el declive y la extinción”, explica el Dr. Hannes Rathmann.

Junto con un equipo de investigadores de Italia, Estados Unidos y Alemania, Rathmann optó por un nuevo enfoque para aclarar esta cuestión: en lugar de analizar los pocos individuos prehistóricos dispersos de los que se dispone de ADN antiguo, el equipo examinó sus dientes.

"Los dientes son el tejido más duro del cuerpo humano y, por lo tanto, son los elementos esqueléticos fósiles más comunes encontrados por los arqueólogos. Esto nos ha permitido recopilar un conjunto de datos sin precedentes que es significativamente más grande que los conjuntos de datos genéticos y esqueléticos anteriores. Nuestra nueva colección incluye datos dentales de 450 humanos prehistóricos de toda Europa, que abarcan el período comprendido entre 47.000 y 7.000 años atrás”, explica Rathmann.

Tres cráneos humanos de la cueva de Hohlenstein-Stadel, en el sur de Alemania, que datan de hace unos 8.500 años, probablemente pertenecientes a una familia: un hombre (izquierda), una mujer (derecha) y un niño (centro).

Los investigadores focalizaron su atención en los rasgos dentales “morfológicos”, es decir, pequeñas variaciones dentro de la dentición, como el número y la forma de las cúspides de la corona, los patrones de crestas y surcos en la superficie de masticación o la presencia o ausencia de muelas del juicio. “Estos rasgos son hereditarios, lo que significa que podemos usarlos para rastrear relaciones genéticas entre humanos de la Edad del Hielo sin necesidad de ADN antiguo bien conservado”, explica Rathmann. Como estas características se pueden observar a simple vista, el equipo también examinó cientos de fotografías publicadas de fósiles. “Examinar fotografías históricas en busca de rasgos dentales fue particularmente emocionante, ya que nos permitió incluir fósiles importantes que lamentablemente ya no existen, como los que se perdieron o destruyeron durante la Segunda Guerra Mundial”, dice Rathmann.

Los resultados del estudio muestran que hace entre 47.000 y 28.000 años, durante el Pleniglacial Medio (glaciación Würm), las poblaciones de Europa occidental y oriental estaban bien conectadas genéticamente.

“Este hallazgo es coherente con nuestros conocimientos previos de estudios arqueológicos, que identificaron similitudes generalizadas en herramientas de piedra, armas de caza y arte portátil de las diferentes regiones”, explica la coautora Dra. Judith Beier (izquierda), del Centro de Estudios Avanzados DFG 'Palabras, Huesos, Genes, Herramientas' de la Universidad de Tubinga. Durante este período Europa se caracterizaba principalmente por paisajes esteparios abiertos que podían albergar grandes manadas de mamíferos, la principal fuente de alimento para los cazadores-recolectores. Estas condiciones probablemente favorecieron la interconexión de las poblaciones.

En el periodo posterior, el “pleniglacial tardío”, entre hace 28.000 y 14.700 años, los investigadores no encontraron vínculos genéticos entre Europa occidental y oriental. Además, los análisis muestran que ambas regiones experimentaron una reducción significativa del tamaño de la población, lo que condujo a una pérdida de diversidad genética.

“Este drástico cambio demográfico probablemente fue causado por cambios climáticos masivos: las temperaturas durante este periodo cayeron a los valores más bajos de todo el Paleolítico superior y culminaron en el Último Máximo Glacial, un momento en el que las capas de hielo alcanzaron su mayor extensión y cubrieron la mayor parte del norte y centro de Europa”, explica Rathmann, y añade: “El deterioro del clima provocó un cambio en la vegetación de estepa que pasó a ser un paisaje predominantemente de tundra, lo que afectó a los hábitats de los animales de presa y, en consecuencia, a los cazadores-recolectores que dependían de ellos”.

“Nuestros resultados respaldan la teoría, sostenida durante mucho tiempo, de que las poblaciones no solo fueron empujadas hacia el sur por el avance de las capas de hielo, sino que también se separaron en refugios en gran parte aislados con condiciones ambientales más favorables”, añade Beier.

Distribución espaciotemporal de 450 denticiones de cazadores-recolectores europeos utilizadas para el modelado demográfico.

En el lado izquierdo se muestra el registro climático δ 18 O del Proyecto de Núcleos de Hielo del Norte de Groenlandia (NGRIP) (escala temporal de la Cronología de Núcleos de Hielo de Groenlandia 2005) en ‰ desde 47 hasta 7 ka, junto con tres períodos de tiempo cuyos límites están definidos por los principales cambios climáticos: Pleniglacial Medio (MPG; ~47 a 28 ka), Pleniglacial Tardío (LPG; ~28 a 14,7 ka) y Glacial Tardío a Holoceno Temprano (LG&EH; ~14,7 a 7 ka). En el medio, se presenta la distribución temporal de los especímenes dividida en un grupo occidental (que se extiende desde el actual Portugal hasta Alemania) y un grupo oriental (que se extiende desde la actual Italia hasta Rusia occidental). Se muestran las fechas de radiocarbono calibradas promedio, con una fluctuación aleatoria aplicada para evitar la superposición de gráficos. Se indican los tamaños de muestra por grupo espacio-temporal. A la derecha, se muestran las coordenadas geográficas de los especímenes, con un código de colores que indica la afiliación al grupo occidental (azul) o oriental (rosa). Las ubicaciones geográficas se han calculado de forma aproximada y se han organizado en cuadrícula para evitar la superposición de los gráficos. El mapa se subdivide temporalmente en períodos MPG, LPG y LG&EH, con una ilustración del avance y retroceso de las capas de hielo del hemisferio norte y los cambios asociados en el nivel del mar.

Reemplazo poblacional

Otro hallazgo notable del estudio es el descubrimiento de que las poblaciones de Europa occidental se extinguieron en la transición del Pleniglacial medio al tardío y fueron reemplazadas por una nueva población que migró desde Europa oriental.

Después del Pleniglacial tardío, las temperaturas volvieron a aumentar de forma constante, los glaciares retrocedieron y la vegetación esteparia y forestal volvió a aparecer, lo que permitió la primera recolonización de zonas que antes habían sido abandonadas. El equipo de investigación observó que durante este período, las poblaciones de Europa occidental y oriental, que anterioemente habían quedado muy aisladas y reducido considerablemente, comenzaron a aumentar de nuevo en número y se reanudó la migración entre las regiones.

“Nuestro nuevo método, que se basa en un algoritmo de aprendizaje automático que llamamos 'Pheno-ABC', nos ha permitido, por primera vez, reconstruir eventos demográficos prehistóricos complejos utilizando datos morfológicos. Hasta donde sabemos, esto nunca se había logrado antes”, dice la coautora principal, la Dra. Maria Teresa Vizzari (izquierda), quien jugó un papel clave en el desarrollo del algoritmo junto con la profesora Silvia Ghirotto (derecha), ambas de la Universidad de Ferrara. La nueva herramienta analítica permite identificar el escenario demográfico más probable entre los muchos que se probaron. La misma es capaz de analizar una enorme cantidad de datos morfológicos de los dientes e identificar patrones (tendencias recurrentes) ocultas que revelan relaciones genealógicas entre individuos. Por tanto, mediante la utilización del mayor volumen de información disponible hasta el momento sobre fósiles humanos de la Edad del Hielo europea, ha sido posible reconstruir complejos eventos demográficos prehistóricos.

Según los investigadores, el método 'Pheno-ABC', en combinación con herramientas de inteligencia artificial, podría revolucionar el análisis de la morfología de los esqueletos fósiles en el futuro, por lo que representa un importante paso adelante en el estudio de la evolución humana, abriendo nuevas perspectivas para investigar los orígenes de diferentes poblaciones humanas y los procesos que han dado forma a nuestra diversidad genética .

“Nuestro estudio aporta información importante sobre la historia demográfica de los europeos de la Edad del Hielo y pone de relieve el profundo impacto de los cambios climáticos y medioambientales en la vida de los seres humanos prehistóricos. Debemos aprender urgentemente de nuestro pasado si queremos abordar los complejos problemas medioambientales del futuro”, concluye Rathmann.

Fuentes: Universidad de Tubinga | pikaia.eu | 16 de agosto de 2024

Descubren en Turquía (tras un terremoto) una tablilla cuneiforme de la Edad del Bronce que describe una compra enorme de muebles

Un grupo de arqueólogos ha descubierto una pequeña tablilla cuneiforme en el lugar donde se encontraba la antigua ciudad de Alalakh. Crédito: Murat Akar/Universidad Mustafa Kemal.

Un grupo de arqueólogos descubrió una pequeña tablilla de 3.500 años de antigüedad inscrita con escritura cuneiforme durante las excavaciones realizadas en un lugar de Turquía que podría arrojar luz sobre cómo era la vida durante la Edad del Bronce Tardía.


La escritura cuneiforme, una de las formas más antiguas de escritura, se utilizaba en todo el antiguo Medio Oriente. La misma registraba el sumerio, el acadio y otras lenguas de Mesopotamia, la región donde se desarrolló la primera civilización conocida del mundo y que ahora es Iraq y partes de Irán, Siria y Turquía. Escribas muy instruidos crearon los característicos caracteres en forma de cuña utilizando cañas en tablillas de arcilla.

La tablilla recién encontrada, que data del siglo XV a.C., parece haber servido como un recibo desglosado. Está escrita en cuneiforme acadio y describe la compra de una gran cantidad de muebles.

"Creemos que esta tablilla, que pesa 28 gramos, aportará una nueva perspectiva para comprender la estructura económica y el sistema estatal de la Edad del Bronce Tardía", declaró Mehmet Ersoy (izquierda), ministro de Cultura y Turismo de Turquía, en un comunicado.

La tablilla sólo mide 4,2 por 3,5 centímetros y tiene un grosor de 1,6 centímetros. Los investigadores encontraron el artefacto fuera de la puerta de la antigua ciudad de Alalakh, ahora conocida como el montículo y yacimiento arqueológico de Tell Atchana.

Yacimiento yacimiento arqueológico de la antigua ciudad de Alalakh.

Pero quizás lo más sorprendente es que la diminuta tablilla fue encontrada en julio durante los trabajos de restauración tras los devastadores terremotos ocurridos en la región. Tras la catástrofe natural, la arqueología se ha convertido en una forma de restauración y recuperación para la comunidad, declaró el director de la excavación, el Dr. Murat Akar (derecha).

Un pedido antiguo de muebles

"El arqueólogo británico sir Leonard Woolley excavó por primera vez la ciudad de Alalakh en la década de 1930, y descubrió un archivo de tablillas cuneiformes en una fortaleza contigua a la puerta de la ciudad", explica el Dr. Jacob Lauinger, profesor asociado de Asiriología en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore. "La nueva tablilla procede o bien de ese mismo archivo de tablillas o bien de otro no excavado en la fortaleza, y que llegó hasta la puerta en algún momento", dijo Lauinger.

Lauinger y Zeynep Türker, una estudiante de doctorado del departamento de estudios de Medio Oriente de la Universidad Johns Hopkins, han traducido y estudiado la tablilla junto con Murart Akar, que es profesor asociado del departamento de Arqueología de la Universidad Mustafa Kemal de Turquía.

Fotografía de la tablilla cuneiforme en lugar de su descubrimiento.

Los hallazgos se publicarán en un estudio revisado por expertos dirigido por Türker, pero de momento, su traducción de la tablilla revela la compra de unas 200 o más mesas, sillas y taburetes de madera. Aunque otras tablillas de Alalakh mencionan la producción de muebles en el sitio, nada ha alcanzado la escala de los enumerados en la tablilla recién descubierta, dijo Lauinger.

El equipo está investigando las conexiones de esta tablilla con otras desenterradas por Woolley, así como con tablillas cuneiformes que mencionan muebles en otros yacimientos de la Edad del Bronce Tardío.

"Las tablillass de carácter administrativo, como la hallada en Alalakh, registraban el número de materias primas y productos acabados que los trabajadores del palacio creaban, distribuían y utilizaban", explica Lauinger.

"Por ello, proporcionan una visión increíble de la antigua sociedad y economía de Alalakh. ¡Estamos leyendo literalmente las cuentas de un antiguo contador de hace casi 3.500 años!". dice Lauinger en un correo electrónico.

Pero el equipo también está intentando discernir cómo encaja la tablilla en el contexto más amplio de la sociedad que vivía en la antigua ciudad en aquella época. Los investigadores creen que los muebles se construyeron más o menos al mismo tiempo y no en lotes de pequeños pedidos que se fueron acumulando con el tiempo. Ahora, el equipo quiere explorar los diferentes escenarios históricos que habrían requerido tantos muebles.

"¿Fue para alguna ocasión especial en Alalakh, como un matrimonio real?", se pregunta Lauinger. "¿Pudo ser para un festival religioso? ¿Producía Alalakh muebles para la exportación? Esperemos poder empezar a descartar algunos de estos escenarios y así defender otros como más probables".

Los arqueólogos siguen estudiando la tablilla para poder completar la información que de la misma se desprende. Crédito: Murat Akar/Universidad Mustafa Kemal.

Salvar una ciudad perdida

"Una vez que concluyeron las excavaciones de Woolley a finales de la década de 1940, el yacimiento se dejó deteriorar durante casi un siglo y la naturaleza reclamó Tell Atchana", según Akar. El sitio se encontraba en un estado frágil y casi irreconocible tras haber sido cubierto por una espesa maraña de una planta silvestre de raíces profundas llamada mezquite sirio cuando Akar y sus colegas comenzaron a transformarlo en 2012.

El equipo emprendió en 2019 la ardua tarea de proteger, reforzar y preservar la arquitectura de adobe de la antigua ciudad, pero en febrero de 2023 se produjeron varios terremotos a lo largo de una falla situada a un kilómetro de Tell Atchana. Un terremoto de magnitud 7,8 sacudió 11 ciudades del sureste de Turquía y el norte de Siria el 6 de febrero de 2023, seguido de otro de magnitud 7,5 nueve horas después. Un tercer sismo de magnitud 6,3 y 40.000 réplicas se produjeron 14 días después. Se perdieron decenas de miles de vidas.

Algunas secciones de las nuevas zonas de excavación del yacimiento se derrumbaron y las exposiciones a gran escala de las investigaciones de Woolley sufrieron graves daños. Sin embargo, el complejo de investigación arqueológica que utilizaba el equipo permaneció en pie y se convirtió en un centro de apoyo humanitario durante los primeros meses tras los terremotos, según un estudio de julio del que Akar y sus colegas son coautores y que se publicó en la revista académica Journal of Field Archaeology.

Las secuelas de un terremoto mortal en Hatay, Turquía, se ven el 9 de febrero de 2023. Crédito: Emilie Madi/Reuters.

"Al cabo de unos meses, la restauración y las excavaciones se reanudaron en el yacimiento para proporcionar un entorno a los estudiantes traumatizados por los impactos del terremoto", explica Akar. Para compensar los daños causados por los seísmos, la comunidad local fabricó unos 4.500 ladrillos de barro durante la temporada de 2023.

"Hemos utilizado la arqueología también como medio de recuperación y curación", subraya Akar. "La continuación del trabajo en el yacimiento después del terremoto fue igualmente importante, ya que proporcionó ingresos a la comunidad local y una forma de preservar su propio patrimonio cultural".

"Ocurrió durante las nuevas excavaciones en Tell Atchana cuando se encontró la tablilla cuneiforme. A medida que continúen las excavaciones, el equipo de investigación siente curiosidad por ver si aparecen más tablillas similares en una parte de la fortaleza que Woolley nunca excavó", advierte Lauinger. "Algunos arqueólogos pasan toda su carrera sin encontrar tablillas cuneiformes, así que se trata, sin duda, de un hallazgo raro y emocionante", concluye Lauinger.

Fuente: cnnespanol.cnn.com | 16 de agosto de 2024

Crece el misterio de Stonehenge: la Piedra del Altar fue transportada más de 750 kilómetros en un increíble viaje desde Escocia

Una fotografía aérea muestra el monumento neolítico Stonehenge, ubicado en Wiltshire, Inglaterra. David Goddard / Imágenes Getty.

Todos los años, millones de personas visitan Stonehenge: sus enigmáticas piedras dispuestas en formas circulares concéntricas llevan atrayendo nuestra atención durante siglos. Entre ellas hay una que, a pesar de ser de las más grandes y estar en la zona central, pasa desapercibida para el ojo poco entrenado.

Se trata de la conocida como Piedra del Altar (la más grande de las piedras azules utilizadas para construir Stonehenge, es un bloque grueso que pesa 6 toneladas métricas y se encuentra en el centro del círculo de piedras enterrada, seguramente por la acción de las enormes moles que ahora yacen sobre ella. Esa roca verdosa apenas perceptible a la vista, que cuando llueve o nieva queda totalmente sepultada por el agua, guardaba un secreto que ahora acaba de ser revelado: cazadores recolectores que vivieron hace más de cuatro milenios la trajeron a Stonehenge desde lo que hoy es Escocia, a más de 750 kilómetros de distancia. Y eso la convierte en la protagonista del viaje más largo registrado para cualquier piedra utilizada en un monumento de ese período. Los resultados acaban de publicarse en la revista Nature.

La Piedra del Altar se puede ver debajo de dos piedras Sarsen más grandes. Nick Pearce / Universidad de Aberystwyth.

En el centro del monumento, señalado en rojo, la Piedra del Altar.

Aunque no se sabe con certeza, se cree que Stonehenge fue construido por los pobladores del Neolítico del sur de Inglaterra en diferentes fases hace entre 4.000 y 5.000 años. También se desconoce su uso, si bien parece ser un lugar donde vida y muerte se mezclaban a menudo: por un lado, aquellas piedras servían para predecir cuándo llegaba una nueva estación gracias a cómo incidían los rayos del Sol sobre ellas; por otro, las varias docenas de tumbas halladas a su alrededor indican que aquello fue, además, un lugar de enterramiento.

Y, con el paso de los años, y a pesar de los avances de la ciencia y la tecnología, la leyenda de misterio de Stonehenge no ha hecho más que acrecentarse. Los geólogos pronto se dieron cuenta de que allí había dos tipos de piedras: las 'sarsen', las cuales proceden de West Woods, cerca de Marlborough, a unos 25 kilómetros de distancia; son las que conforman los bloques de piedra más representativos del yacimiento y tienen su origen en la cercana área sur de Wiltshire. Y las bautizadas como 'piedras azules' -llamadas así porque al estar mojadas emiten un reflejo de este color-, rocas 'extranjeras' que fueron extraídas hace cinco milenios de las colinas de Preseli, en en Pembrokeshire, al oeste de Gales, a 300 kilómetros de distancia.

El análisis químico indicó que casi todos las enormes piedras denominadas sarsens proceden del cercano West Wood, en Wiltshire, donde adquieren forma de pilares de forma natural.

Richard Bevins visitó Craig Rhos-y-Felin, un sitio neolítico y afloramiento rocoso en el lado norte de las montañas Preseli en Gales, donde se originaron algunas de las piedras azules de Stonehenge. Christine Faulkner

La extraña Piedra del Altar

Sin embargo, entre ellas, la Piedra del Altar, en el centro de la formación, era una 'rara avis'. En septiembre del año pasado, un grupo de científicos capitaneados por Richard Bevins (arriba), del Departamento de Geografía y Ciencias de la Tierra de la Universidad de Aberystwyth (Gales), descubrió que la composición de minerales de esta roca, de cinco metros de longitud -si bien está fragmentada en dos- y de seis toneladas, no encajaba con la cantera de Preseli.

Su trabajo, publicado en la revista Journal of Archaeological Science: Reports, señala que «la piedra 80, conocida como Piedra del Altar, una arenisca micácea de color gris verdoso, es anómala porque no se deriva de Mynydd Preseli y sus alrededores, en Gales, y, por tanto, ya no debe incluirse en el grupo de las piedras azules».

Buscando coincidencias

El trabajo de Bevins, quien lleva varias décadas dedicado al estudio de Stonehenge, llegó hasta Anthony Clarke (izquierda) y a Chris Kirkland (derecha), investigadores de la Universidad de Curtin (Australia). No fue casualidad: el primero había vivido en Preseli y se sentía fascinado por Stonehenge desde que lo visitara por primera vez con tan solo un año. «Visité Stonehenge por primera vez cuando tenía un año y ahora, a los 25, regresé de Australia para ayudar a hacer este descubrimiento científico; se podría decir que he cerrado el círculo en el círculo de piedras», dice Clarke. Ambos, junto con el equipo de Bevins, se propusieron encontrar el origen de la misteriosa Piedra del Altar.

Para ello, usaron la firma isotópica de los minerales que forman la piedra (algo así como la 'huella dactilar' de la roca y de la que se puede inferir su antigüedad) y la compararon con material rocoso de diferentes lugares de Gran Bretaña. «Muchas rocas pueden compartir una petrología similar; por ejemplo, los minerales que la componen. Sin embargo, la antigüedad y la química de esos minerales proporciona una identificación mucho más definitiva del lugar de donde proviene el material», explica a ABC Kirkland.

Para comprender mejor el origen de la Piedra del Altar, los investigadores analizaron la edad y la química de los granos minerales de fragmentos de la propia piedra. El análisis reveló la presencia de granos de circón, apatita y rutilo dentro de los fragmentos. El circón data de hace entre 1.000 y 2.000 millones de años, mientras que los granos de apatita y rutilo datan de hace entre 458 y 470 millones de años.

La sorpresa del equipo fue mayúscula cuando los resultados señalaron que aquella firma isotópica era completamente diferente a las piedras de origen galés. En cambio, compartía un 95% de semejanzas con las rocas de la Cuenca Orcadiana, en el noreste de Escocia, a 750 kilómetros en línea recta de Stonehenge. «No esperábamos obtener estos resultados, nos sorprendieron mucho. Los mismos apuntan a distancias mucho más largas de lo que sería común en el Neolítico, alrededor del 2500 a. C. Este transporte tuvo que suponer un esfuerzo asombroso», dice Kirkland.

el análisis isotópico de llamada Piedra del Altar, la piedra azul más grande del centro de Stonehenge, ha reveado que en realidad proviene del norte de Escocia, a unos 1.000 km de distancia, y no de Gales.

¿Viaje por mar?

El descubrimiento abre nuevas preguntas que amplían el misterio de Stonehenge: ¿cómo y por qué los cazadores recolectores que vivieron hace 4.500 años transportaron una roca de cinco metros de largo y un peso de seis toneladas a través de toda Gran Bretaña? Si bien los autores del estudio señalan que esta investigación no ha indagado acerca de los motivos y formas detrás del largo viaje de la Piedra del Altar, sí sugieren una posible explicación: el transporte marítimo.

«Las rocas pueden moverse aprovechando el hielo de las glaciaciones, pero, en este caso, una distancia tan larga es incompatible con este largo trayecto, según los modelos», indica Clarke. Por otro lado, el transporte por tierra tampoco parece la opción más viable: «La Gran Bretaña neolítica estaba densamente arbolada, lo que impedía el transporte terrestre. Había grandes montañas, ríos, pantanos y estuarios que habrían planteado barreras formidables. Además, ya sabemos que existían rutas de navegación basadas en el transporte de carga más pequeña, como cerámica y animales», indica Kirkland. De hecho, un experimento con una barca neolítica demostró que el resto de piedras azules de Stonehenge pudo haber llegado de esta forma.

La Piedra del Altar, cuya procedencia se ha revelado que es del norte de Escocia o de las Orcadas, es similar en forma y tamaño a algunas de las piedras que componen un círculo de piedras de las Orcadas conocido como las Rocas de Stenness (Wiki).

Más allá del cómo, este hallazgo implica un alto nivel de organización social en una era que se presupone mucho menos 'sofisticada'. «Esta piedra ha viajado una distancia enorme, al menos 700 kilómetros, el viaje más largo registrado para cualquier piedra utilizada en un monumento de ese período. La distancia recorrida es asombrosa para la época -indica Nick Pearce (izquierda) de la Universidad de Aberystwyth-. No hay duda de que muestra un alto nivel de organización social en las Islas Británicas durante el período y que estos hallazgos tendrán enormes repercusiones para comprender las comunidades en la época neolítica, sus niveles de conectividad y sus sistemas de transporte».

Los autores coincidieron en que algunas preguntas sobre Stonehenge quizá nunca tengan respuesta. «Sabemos por qué se construyeron muchos monumentos antiguos, pero el propósito de Stonehenge siempre será desconocido», dijo Clarke. «Por eso tenemos que recurrir a las rocas. Es un misterio que perdura».

Fuentes: abc.es | edition.cnn.com | dailymail.co.uk | independentespanol.com | 15 de agosto de 2024

Hallan dos nuevas víctimas del Vesubio junto a un tesoro de oro y joyas en Pompeya

Aspecto general del lugar del hallazgo en la Regio IX de Pompeya. Crédito: Ministero della Cultura.

Las excavaciones en Pompeya vuelven a abrir una ventana a los últimos momentos de la ciudad romana engullida por el Vesubio en el año 79 d.C. "Y el día se convirtió en noche y la luz en oscuridad", narró el político, historiador y militar romano Dion Casio. En el pánico de la erupción, algunos habitantes pensaron que los gigantes se habían rebelado y creyeron ver sus figuras entre el humo del volcán y escuchar trompetas en medio del estruendo. Según Dion Casio, otros muchos pensaban que el mundo entero estaba siendo engullido por el fuego y el caos.

Nunca se sabrá exactamente que pensaron un hombre y una mujer cuyos restos acaban de ser encontrados junto a un pequeño tesoro de 23 monedas de oro, plata y bronce y algunas joyas. Estas dos últimas víctimas fueron localizadas en una pequeña habitación de servicio usada como dormitorio temporal en la domus excavada.

A la izquierda: plano de las distintas estancias de la Región IX de Pompeya. A la derecha: plano de las distintas regiones que componen la ciudad de Pompeya. (ver este enlace)

En las primeras horas del cataclismo, estas dos personas buscaron refugio en la citada habitación, situada en la Región IX, en la misma ínsula donde este mismo año se documentaron lujosos salones de banquetes con frescos de la guerra de Troya. La pareja quedó a salvo en su interior durante unas cuantas horas, a la espera de que dejase de caer la lluvia de lapilli (material volcánico) que castigaba los espacios abiertos del resto de la casa.

El director del Parque Arqueológico de Pompeya, Gabriel Zuchtriegel, dando cuenta del hallazgo.

"La oportunidad de analizar los valiosos datos antropológicos relativos a las dos víctimas examinadas en el contexto arqueológico que marcó el trágico final de su vida, permite recuperar una cantidad considerable de datos sobre la vida cotidiana de los antiguos pompeyanos y las microhistorias de algunos de ellos, con una documentación precisa y puntual, confirmando la singularidad del yacimiento vesubiano", explica Gabriel Zuchtriegel, director del Parque Arqueológico de Pompeya, en el último artículo académico publicado en el E-Journal of the Pompeii Excavations.

Gracias a que tenían la ventana cerrada sobrevivieron a la inundación de pequeñas piedras volcánicas que cubrieron la habitación adyacente pero bloquearon su única salida. Atrapados en la habitación sin posibilidad de abrir la puerta, encontraron la muerte con la llegada de los flujos piroclásticos, una mezcla de gases calientes, aire y material sólido.

Arqueólogos junto a uno de las últimas víctimas del Vesubio localizadas. Ministerio de Cultura de Italia.

Tesoro

"Las huellas en las cenizas nos han permitido reconstruir el mobiliario e identificar su posición exacta en el momento de la erupción: una cama, un arcón, un candelabro de bronce y una mesa con tapa de mármol, quedando aún los muebles de bronce, vidrio y cerámica en su mismo lugar", explica una nota de prensa del Ministerio de Cultura de Italia.

Cerca de la cama, la mujer tenía consigo un pequeño tesoro compuesto por 23 monedas de época republicana e imperial junto a una pequeña luna de plata y varios pendientes de perlas y oro.

Monedas y collar hallados junto a uno de los restos esqueléticos. Ministerio de Cultura de Italia.

"Tras una documentación sistemática se retiró el mobiliario del entorno y se decidieron retirar los restos de la mujer. En esta fase fue posible ver, a la altura de la pelvis, pequeños acopios de objetos de valor, joyas y monedas, que resultaron ser más numerosos a medida que se fue descendiendo con la excavación estratigráfica", explica Zuchtriegel.

Estos últimos hallazgos se enmarcan dentro de un proyecto arqueológico que parte de un enfoque mucho más amplio. "Este es un trabajo de colaboración entre arqueólogos, antropólogos y vulcanólogos comprometidos en la reconstrucción de los últimos momentos de la vida de hombres, mujeres y niños que perecieron durante uno de los mayores desastres naturales de la antigüedad. Pompeya sigue siendo un gran sitio de investigación y restauración, pero en los próximos años esperamos importantes avances en las excavaciones arqueológicas y en la valorización del territorio", declaró Gennaro Sangiuliano (izquierda), ministro de Cultura.

Fuentes: elespanol.com | pompeiisites.org | 12 de agosto de 2024

Un aterrador descubrimiento arqueológico revela más de cuarenta tumbas de niños en Noruega

Vista aérea del complejo funerario descubierto en 2023 en el que fueron enterrados 41 niños. Guro Fossum / Museum of Cultural History

El pasado 2023, un equipo de investigadores liderado por Guro Fossum, asesora del Museo de Historia Cultural y arqueóloga de la Universidad de Oslo, descubrió en la localidad de Fredrikstad, a 90 kilómetros de Oslo, una necrópolis compuesta por más de 40 tumbas, la mayoría de ellas pertenecientes a bebés que fueron enterrados allí hace más 2.000 años.

Los arqueólogos están desconcertados por el descubrimiento, ya que ninguna de estas tumbas era visible el otoño anterior cuando el equipo se encontraba excavando antiguos yacimientos prehistóricos en las inmediaciones, y se toparon de manera fortuita con unas extrañas formaciones.

Tras retirar la turba y desescombrar la zona saltó la sorpresa: salieron a la luz más de 40 formaciones de piedra circulares u ovaladas, de entre uno y dos metros de diámetro, enterradas a unos diez centímetros de profundidad. "Estaban aquí escondidas hasta que las encontramos. Descubrimos una tras otra y terminamos con 41 formaciones de piedra redonda", ha declarado una sorprendida Fossum (izquierda).

Detalle de algunas de las 41 tumbas descubiertas durante las excavaciones en Fredrikstad. Guro Fossum / Museum of Cultural History

Lo que reveló la investigación

Estas formaciones hechas con piedras de color claro se dispusieron alrededor de una gran piedra central. En su interior, los arqueólogos hallaron restos de cremación, principalmente de niños pequeños, y fragmentos de cerámica.

Los resultados de los análisis realizados a los restos óseos han determinado que la mayoría de los niños enterrados eran bebés, mientras que el resto tenía entre tres y seis años. Estas singulares tumbas de piedras datan de la transición entre la Edad del Bronce y Edad del Hierro, y la mayoría de los niños fueron enterrados entre los años 800 y 200 a.C.

"La datación muestra que el lugar de enterramiento fue utilizado durante un largo período de tiempo, por lo que no todos los niños murieron a causa de un mismo evento, como un desastre natural o alguna enfermedad o epidemia", aclara Fossum.

En el interior de las tumbas circulares se encontraron los restos incinerados de varios niños. Guro Fossum / Museum of Cultural History

Ritos funerarios

Junto a las tumbas se hallaron, asimismo, evidencias de actividades cotidianas como pozos de cocción y hogueras, lo que hace pensar a los arqueólogos que aquel lugar pudo haber sido utilizado no solo como cementerio, sino también como un punto donde la comunidad se reunía para celebrar algún tipo de ceremonia funeraria.

Håkon Reiersen (derecha), profesor asociado de Arqueología de la Universidad de Stavanger, afirma que "este descubrimiento es excepcional y único en el contexto europeo por la cantidad de datos que aporta acerca de las prácticas funerarias infantiles en la antigua Noruega". El investigador destaca además que "el alto índice de mortalidad infantil durante aquel período pudo contribuir a que se construyera un lugar de reposo dedicado exclusivamente a los niños".

"Este hallazgo nos conecta profundamente con las emociones humanas universales relacionadas con la pérdida y el duelo por los niños, demostrando que las personas del pasado no eran tan diferentes de nosotros en términos de cómo honraban a sus muertos", apunta Reiersen.

Per aún queda mucho trabajo por hacer. "El siguiente paso será estudiar los ajuares funerarios. Los análisis de los fragmentos de cerámica nos pueden decir mucho. No parece que todos los recipientes fueran contenedores de huesos quemados; algunos estaban colocados entre las tumbas y tenemos mucha curiosidad por saber qué había en su interior", finaliza Fossum.

Próximamente el Museo Histórico de Oslo, inaugurará la exposición En memoria de los niños en la que se expondrá una de las tumbas descubiertas durante las excavaciones en Fredrikstad.

Fuente: historianationalgeographic.com.es | 12 de juliio de 2024