Descubren en la remota isla de Flores (Indonesia) un homínido más bajo que el 'hobbit': medía un metro y vivió hace 700.000 años

El fragmento de húmero excavado en 2013 y ahora reconocido como perteneciente a un antepasado de 'Homo floresiensis'. Yousuke Kaifu

Fue apodado hobbit por su baja estatura, de poco más de un metro. El hallazgo hace 20 años en la isla indonesia de Flores de una especie extinta del género Homo bautizada como Homo floresiensis fue uno de los descubrimientos paleontológicos más importantes de la historia de la evolución humana.

Conocido como el hombre de Flores, al principio se pensó que tenía 18.000 años de antigüedad y se habría extinguido hace 12.000 años, pero estudios posteriores estimaron que probablemente este homínido de unos 25 kilos de peso tenía unos 60.000 años y se extinguió hace 50.000 años, coincidiendo con la expansión en esa zona del Homo sapiens, nuestra especie.

Sin embargo, sigue abierto el debate científico sobre el origen del hobbit, encontrado en los yacimientos de Liang Bua de esa remota isla indonesia. Una de las teorías sugiere que se trataba de un descendiente de menor estatura de los primeros Homo erectus que habitaron la zona que actualmente es Asia, y que tenían una talla parecida a la de los humanos modernos. Otra hipótesis sostiene que Homo floresiensis habría sido un superviviente tardío de otro homínido de África más antiguo y anterior al Homo erectus que podría haber sido el Homo habilis (que medía 120 cm aproximadamente) o el Australopithecus afarensis (entre 115 y 138 cm según el sexo), aunque no existen pruebas fósiles que respalden una salida de África tan el temprana de alguna de esas especies.

Posteriormente, un equipo de investigadores encontró también en la isla de Flores, pero en un emplazamiento diferente -el yacimiento al aire libre de Mata Menge, situado a 75 kilómetros de Liang Bua- fósiles de otro homínido mucho más antiguo, de hace 700.000 años, que está ayudando a esclarecer el origen del hobbit, tal y como explican este martes en un artículo publicado en Nature Communications.

Foto: Los restos fósiles hallados en Mata Menge en 2016 (imagen cortesía de of Yousuke Kaifu y Susan Hayes)

Vivió hace unos 700.000 años y los primeros restos, un fragmento de una mandíbula y seis dientes pertenecientes a al menos tres individuos, fueron encontrados hace una década y presentados en 2016. Aunque eran más pequeños que los de Homo floresiensis, al no encontrarse fósiles postcraneales (de una parte diferente al cráneo) no pudieron afirmar que se tratara un homínido de menor estatura.

"En el estudio publicado este martes, sin embargo, describe el hallazgo en Mata Monge de más fósiles entre los que figuran los primeros restos postcraneales de este homínido: un húmero que "no sólo es más corto que el de Homo floresiensis, sino que es el hueso de la parte superior del brazo más pequeño conocido en el registro fósil de homínidos de todo el mundo", tal y como asegura Adam Brumm (izquierda), del Centro Australiano de Investigación sobre la Evolución Humana de la Universidad de Griffith y coautor del artículo.

Un metro de altura

Los análisis por microscopía han revelado que este pequeño húmero, desenterrado en 2013, pertenecía a un adulto. Como cuenta Gerrit van den Bergh (derecha), investigador de la Universidad de Wollongong y coautor del estudio, el fragmento de húmero hallado estaba roto en varias piezas, y al principio no lo identificaron como un hueso de un homínido.

"Cuando vi por primera vez el pequeño húmero, pensé que era un hueso de niño, pero me picó la curiosidad y me sorprendí cuando busqué su etapa de desarrollo", afirma por su parte Yousuke Kaifu (izquierda), de la Universidad de Tokio, que admite que "estimar la edad y la longitud fue difícil".

Basándose en la longitud estimada del hueso (211-220 milímetros), calculan que la estatura de este homínido de hace 700.000 años era de 100 centímetros, lo que suponen seis centímetros menos de la altura estimada para un esqueleto de Homo floresiensis de 60.000 años de antigüedad encontrado en Liang Bua (basándose en la longitud de su fémur estimaron que medía 106 centímetros). Si se compara el mismo hueso, el húmero del Homo floresiensis de Liang Bua medía 243 mm frente a los 211-220 mm del de Mata Menge.

A la izquierda, el fragmento de húmero del individuo de hace 700.000 años comparado con un húmero de 'Homo floresiensis' de hace 60.000 años. Yousuke Kaifu.

"Este rarísimo espécimen confirma nuestra hipótesis de que los antepasados de 'Homo floresiensis' tenían un tamaño corporal extremadamente pequeño; sin embargo, ahora resulta evidente, por las diminutas proporciones de este hueso de una de sus extremidades, que eran aún más pequeños de lo que habíamos pensado", sostiene Brumm en un comunicado de prensa.

Los otros dos dientes encontrados en Mata Menge también son de pequeño tamaño y uno de ellos presenta características que concuerdan con los primeros Homo erectus de Java. Una similitud que no respalda la hipótesis de que Homo floresiensis evolucionara a partir de un tipo de homínido anterior y más primitivo, que nunca se ha encontrado en Indonesia ni en ninguna otra región fuera de África.

Lugares de descubrimiento del 'Homo erectus' javanés y del 'Homo floresiensis'. Las zonas de tierra expuestas por el descenso del nivel del mar durante el periodo glaciar se muestran en gris. / Mapa realizado por Yousuke Kaifu con GeoMapApp.

Con los últimos restos encontrados en el yacimiento de Mata Menge hay ya 10 fósiles pertenecientes a al menos cuatro individuos, entre ellos dos niños. Todos son muy similares anatómicamente al Homo floresiensis encontrado hace 20 años en el yacimiento de Liang Bua y, según apuntan los autores, pueden considerarse una variante más antigua de este homínido. Sin embargo, aunque se trate de un antepasado directo del hobbit, tenía una dentición menos especializada, es decir, dientes más primitivos.

"La historia evolutiva de los homínidos de Flores sigue siendo en gran parte desconocida. Sin embargo, los nuevos fósiles sugieren claramente que comenzó cuando un grupo de los primeros homínidos asiáticos conocidos como 'Homo erectus' quedó aislado en esta remota isla indonesia, hace quizá un millón de años, y sufrió una drástica reducción del tamaño corporal con el paso del tiempo", propone Brumm.

El yacimiento de Mata Mege en 2014. Gerrit van den Bergh.

Según comenta a SINC el arqueólogo y coautor del nuevo trabajo, Gerrit van den Bergh, de la Universidad de Wollongong (Australia), “el yacimiento a cielo abierto de Mata Menge (MM) es muy diferente de la cueva de Liang Bua”.

Explica que “se trata de un lugar situado en una pequeña cuenca –llamada So'a, por la ciudad del mismo nombre– rodeado de montañas, en su mayoría volcanes activos e inactivos, que fue rellenada por una secuencia de sedimentos que abarcó un periodo comprendido entre hace 1,4 millones de años y hace 0,5 millones de años”.

El diminuto hueso del brazo demuestra, según los autores, que la reducción extrema del tamaño corporal se produjo al principio de la historia de los homínidos de Flores a lo largo de un periodo de 300.000 años. La drástica reducción temprana y la posterior estabilidad del tamaño corporal respaldaría que tener un tamaño corporal más pequeño en esta isla aislada era beneficioso para su supervivencia, como ocurre con muchas otras especies que evolucionan hacia un tamaño más pequeño con más frecuencia en las islas (un mecanismo que se conoce como enanismo insular).

Por otro lado, el registro arqueológico muestra que la isla de Flores también estuvo habitada por diminutos estegodontes (una especie de elefante extinto), ratas de diversos tamaños, cocodrilos y dragones de Komodo. Los reptiles depredadores podían alcanzar los tres metros de longitud, pero no eran una amenaza significativa para las poblaciones arcaicas de estos homínidos.

Fuentes: elmundo.es | elpais.com | agenciasinc.es | 6 de agosto de 2024

Reconstruyen las condiciones ambientales y prácticas de cultivos cuando surgió la agricultura en la Europa occidental

Recreación del poblado neolítico de La Draga (Banyoles, Gerona). Autor: Raül Soteras (Instituto Arqueológico Alemán/Universidad de Basilea).

Hace unos 7.000 años, los primeros agricultores del Mediterráneo occidental seleccionaban las tierras más fértiles disponibles, cultivaban variedades de cereales muy parecidas a las actuales y usaban de forma moderada el estiércol de animales domésticos como se hace hoy en día. Estos son algunos de los elementos que caracterizan la expansión de la agricultura durante el Neolítico en Europa occidental, según un artículo de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), en el que participa el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Barcelona (UB).

El trabajo reconstruye las condiciones ambientales, las prácticas en la gestión de los cultivos y las características de los vegetales existentes cuando apareció la agricultura en la Europa occidental, y tiene como referente el yacimiento de la Draga (Banyoles, Gerona), uno de los más significativos y complejos de la península ibérica, además de incluir datos sobre otros 16 yacimientos de los inicios de la agricultura en la región.

Según las conclusiones, en el momento de su aparición en la península ibérica, la agricultura ya había logrado un nivel consolidado en técnicas agrícolas de cultivo de cereales, lo que sugiere una evolución a lo largo de su migración a través de Europa de los métodos y el material genético originario del creciente fértil, la cuna de la revolución neolítica en Oriente Medio.

Arqueólogos en el yacimiento lacustre de la Draga de Banyoles. acn

¿Cuáles eran los principales cultivos en la Draga?

Desde que apareció hace cerca de 12.000 años en los territorios del denominado Creciente Fértil, la agricultura ha transformado la relación con el medio natural y la estructura socioeconómica de las poblaciones humanas. Ahora, el equipo de investigadores ha aplicado técnicas de reconstrucción paleoambiental y arqueobotánica para identificar las condiciones del poblado de la Draga cuando surgió la agricultura. Situado en la orilla oriental del lago de Banyoles, es uno de los asentamientos de agricultores y ganaderos más antiguos del noreste de la península ibérica (5.200-4.800 a. C.), y un testimonio extraordinario de las primeras sociedades agrícolas y ganaderas de la península ibérica. Para darle una dimensión regional al estudio, también se ha examinado datos cerealísticos provenientes de otros yacimientos neolíticos de la Península y del sur de Francia.

"Aunque se trataba de una agricultura pionera, pues se iniciaba en zonas que antes no habían sido cultivadas, las condiciones de cultivo parecen haber sido favorables, posiblemente debido a una elección deliberada por los agricultores de los terrenos más adecuados. Los cultivos no parecen ser demasiado diferentes a las variedades tradicionales que se han ido cultivando en los milenios posteriores”, detalla Josep Lluís Araus (izquierda), primer autor del artículo y catedrático de la Sección de Biología Vegetal del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Biología de la UB y miembro de Agrotecnio, Centro CERCA de Investigación en Agrotecnología.

Araus ha liderado la reconstrucción de las condiciones agronómicas y características de los cultivos a partir del análisis de las muestras recolectadas e identificadas por los arqueobotánicos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), el Instituto Arqueológico Alemán (DAI, Alemania) y la Universidad de Basilea.

Restos de trigo desnudo (Triticum aestivum-durum) del yacimiento de La Draga analizados en el estudio. Izquierda: acumulación de semillas de trigo asociadas a los restos de una cesta (autor: Josep Tarrús i Galter, Museu Arqueològic de la Draga). Derecha: espiga desnuda de trigo (autor: Ferran Antolín (Instituto Arqueológico Alemán/Universidad de Basilea).

"La fuente principal de información para estudiar las prácticas de la agricultura en la prehistoria son los restos arqueobotánicos (semillas y frutos) que encontramos en los depósitos arqueológicos que excavamos. Los restos que se encuentran más frecuentemente son granos de cereal carbonizados. Así, los estudios isotópicos sobre estos restos permiten abrir una línea interpretativa alternativa para caracterizar las prácticas agrícolas pasadas", explica Ferran Antolín (derecha), del Instituto Arqueológico Alemán.

El trigo duro y la adormidera (la amapola) fueron las especies que se cultivaron principalmente en la Draga. “Adicionalmente, aparece también la cebada, aunque siempre en pequeñas cantidades y de forma puntual, algunos restos de escanda menor, trigo farro y trigo Triticum timopheevii. Además, las proporciones entre los cereales durante las fases de ocupación prácticamente no varían”, señala Antolín.

Los restos arqueobotánicos, semillas y frutos, son la fuente principal de información para estudiar las prácticas de la agricultura en la prehistoria. Anna Barberà Berrocal

Tal como explica Juan Pedro Ferrio (izquierda), investigador científico del CSIC en la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD-CSIC), “aunque la domesticación de animales no es el foco del artículo, varias evidencias nos indican que pastaban en los mismos campos de cultivo. Este hecho podría explicar la aportación moderada de abonos orgánicos de origen animal que nos sugiere la composición isotópica de nitrógeno de las semillas de cereales”.

Un clima favorable para las prácticas agrícolas

En la Draga, las buenas condiciones ambientales favorecieron la práctica de la agricultura cuando esta población neolítica se asentó en la orilla del lago de Banyoles. “El estudio isotópico de la madera carbonizada y las semillas de cereales confirma que la disponibilidad de agua en el entorno era mejor que en la actualidad. Estudios arqueobotánicos previos habían evidenciado que en el entorno del yacimiento crecía una vegetación bastante diferente a la que encontramos ahora. El robledal y los bosques de ribera donde abundaban los laureles habrían dominado el entorno, y este tipo de vegetación requiere condiciones climáticas más húmedas que las actuales”, explica la catedrática Raquel Piqué, del Departamento de Prehistoria de la UAB.

Raquel Piqué en el yacimiento de la Draga.

“Estas evidencias de condiciones más húmedas que en la actualidad, y, por tanto, más adecuadas para la agricultura, se podrían extrapolar a otros yacimientos de los inicios de la agricultura en el Mediterráneo occidental”, apunta Josep Lluís Araus. “Es bastante probable que la agricultura no se habría adoptado como respuesta a unas condiciones ambientales negativas —como, por ejemplo, un cambio climático— y la necesidad de asegurar el alimento a la población, sino más bien como una forma de aumentar los recursos y hacerlos más estables comparado con una economía de caza y recolección”.

¿Cómo se expandió la agricultura en la península ibérica?

Comprender los detalles de la explotación del nuevo sistema de subsistencia agrícola es fundamental para entender el proceso más general de cambio económico, cultural y social del Neolítico. "En el caso de la península ibérica, las evidencias arqueobotánicas recogidas en las últimas décadas han sugerido una rápida expansión de la agricultura, con la aparición casi simultánea de las primeras plantas domesticadas en diferentes regiones", detalla Jordi Voltas (izquierda), catedrático de la UdL y la unidad de investigación conjunta CTFC-Agrotecnio. “El nuevo trabajo apuntala los modelos arqueológicos existentes de difusión de las prácticas agrícolas basados fundamentalmente en fenómenos migratorios (difusión démica). En especial, denotan una agricultura consolidada en términos de buenas condiciones agronómicas y características evolucionadas de los cultivos en el momento en que la agricultura llega a la orilla occidental de Europa”.

Hoces y palos de cavar de madera procedentes de La Draga (Banyoles, Gerona). ©Museo Arqueológico de Banyoles. Autor: Salvador Comalat.

Todavía hay un conocimiento limitado de la naturaleza de las prácticas de cultivo en las primeras poblaciones neolíticas. “Estamos hablando de sociedades prehistóricas, que excepto por yacimientos excepcionales como el de la Draga, han dejado unos restos materiales relativamente escasos que solo se pueden estudiar de forma adecuada con trabajos minuciosos a través de sucesivas campañas de excavación. En estos contextos, la ecofisiología de cultivos y todas las metodologías relacionales —isótopos estables, etc.— han sido decisivos para aportar nuevos conocimientos durante las pasadas décadas en el debate científico sobre los orígenes y la difusión de la agricultura. Tal como demuestra este estudio, lo serán también en el futuro”, concluye Josep Lluís Araus.

En el artículo participan también expertos de la Universitat de Lérida (UdL) y la unidad de investigación conjunta CTFC-Agrotecnio, la Universidad de Valencia, la Universidad de Basilea (Suiza) y el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA). Las excavaciones en la Draga las coordina el Museo Arqueológico de Banyoles, en el marco de los proyectos cuadrienales de excavaciones arqueológicas del Departamento de Cultura de la Generalidad de Cataluña.

Fuente: Universidad Autónoma de Barcelona | 30 de julio de 2030

Abren el sarcófago de la Tumba de Cerbero

El descubrimiento de una tumba sellada por más de 2.000 años en la ciudad de Giugliano, cerca de Nápoles, ha dejado a los arqueólogos atónitos. Este hallazgo, conocido como la 'Tumba de Cerbero', revela una impresionante conservación que ofrece valiosos datos sobre el pasado romano. La abertura del sarcófago por primera vez desde su sellado ha permitido a los científicos examinar su contenido con gran detalle, generando un aluvión de nuevos conocimientos y expectativas sobre la antigua práctica funeraria.

El equipo de arqueólogos liderado por la Dra. Simona Formola (izquierda) encontró el sarcófago sellado en perfectas condiciones. Dentro descubrieron un cuerpo tendido en posición supina cubierto por un sudario sorprendentemente bien conservado. Este estado de preservación es excepcional, considerando que el sarcófago ha permanecido cerrado durante más de dos mil años.

La minuciosa observación con microcámaras permitió a los investigadores identificar varios objetos funerarios alrededor del cuerpo, incluyendo frascos de ungüentos y utensilios de limpieza corporal, que sugieren un embalsamamiento sofisticado.

Según los expertos, dada la rica naturaleza y cronología de estos hallazgos, junto con el cuidado que parece que se le dio al difunto, es probable que el cuerpo pertenezca al fundador de la familia a la que se le construyó el mausoleo.

Un tesoro de información arqueológica

La presencia de recipientes de cerámica y ungüentarios en la tumba proporciona información sobre los rituales funerarios de la época. El análisis preliminar del polen en los frascos sugiere que el cuerpo pudo haber sido tratado con cremas a base de plantas como el Chenopodium y el ajenjo, conocidos por sus propiedades conservantes.

Estos hallazgos no solo ofrecen una visión más clara sobre las prácticas de embalsamamiento en la antigua Roma, sino que también ayudan a reconstruir el contexto social y cultural del periodo. Además, los estudios sobre el tejido textil del sudario, en proceso de análisis, podrían desvelar detalles sobre las técnicas de fabricación y los materiales utilizados en la época.

El descubrimiento de la 'Tumba de Cerbero' amplía considerablemente nuestro entendimiento del pasado romano. La superintendente del Ministerio de Cultura Italiano, Marian Nuzzo, destaca que este hallazgo enriquece nuestro conocimiento sobre el territorio flegreo y abre nuevas oportunidades para investigaciones multidisciplinarias.

Los próximos análisis de ADN y estudios sobre las sustancias orgánicas presentes en la tumba permitirán a los investigadores reconstruir no solo las prácticas funerarias, sino también aspectos más amplios de la vida y la cultura de la antigua Nápoles. La colaboración entre arqueólogos, antropólogos y químicos es esencial para desentrañar los misterios de este antiguo sepulcro y ofrecer una visión más completa de la sociedad romana hace 2.000 años.

El mito de Cerbero

Cerbero, en la mitología griega, es el monstruoso perro de tres cabezas que guarda las puertas del Hades, impidiendo que los muertos salgan y que los vivos entren al inframundo. Suele representarse como una criatura temible con serpientes en lugar de melena y cola, que encarna al guardián supremo del reino de los muertos. La representación de Cerbero a la entrada de la tumba es simbólica, ya que actúa como guardián para proteger las almas de los difuntos y alejar a los malos espíritus; algo que coincide con la creencia grecorromana en el más allá y la importancia de garantizar un paso seguro para los difuntos.

Esta tumba promete revelar más detalles fascinantes sobre un pasado lejano y ayudar a completar el rompecabezas histórico de una civilización que sigue revelando sus secretos.

Fuente: quees.com | 2 de agosto de 2024

Descubren unas extraordinarias láminas de oro en el interior de varias tumbas egipcias

Conjunto de láminas de oro encontradas en una tumba del complejo funerario de Tel El-Dir, en el norte de Egipto. Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto.

Durante las excavaciones que se están llevando a cabo en la necrópolis de Tel El-Dir, en el norte de Egipto, un equipo de arqueólogos ha sacado a la luz unas magnificas láminas de oro en las que se han representado diversos dioses del panteón egipcio, así como símbolos asociados con la buena suerte y la protección.

Allí, una misión arqueológica egipcia acaba de descubrir 63 tumbas de adobe y diversos enterramientos que contenían un magnifico conjunto de ofrendas funerarias compuesto por láminas de oro con representaciones de deidades y símbolos asociados con la buena suerte y la protección.

Recipiente de cerámica en cuyo interior se descubrieron monedas de bronce de época ptolemaica. Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto.

Todo el ajuar funerario, incluidas unas láminas en forma de lengua (una antigua tradición que debía servir para que el difunto pudiese hablar ante Osiris en el más allá), se ha datado en época de la dinastía XXVI (664-525 a.C.), mientras que un conjunto de varias monedas de bronce ocultas en una pequeña vasija de cerámica habrían sido acuñadas en época ptolemaica (332-30 a.C.).

Este impresionante descubrimiento es la continuación de un hallazgo anterior realizado en el año 2022, cuando un equipo de arqueólogos que se encontraba excavando en Tel El-Dir halló diversas láminas de oro que representaban a los dioses Isis, Bastet y Horus (en forma de halcón alado), y otras láminas con la representación de otras divinidades.

Mohamed Ismail Khaled, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto.

Objetos funerarios

En un comunicado, Mohamed Ismail Khaled, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, ha manifestado que "la planificación arquitectónica de las tumbas descubiertas representa uno de los modelos comúnmente reconocidos y difundidos en el Egipto antiguo durante el Período Tardío. Esto subraya la importancia histórica de este hallazgo, que podría marcar el inicio de una reevaluación de un período crucial en la ciudad de Damietta".

Los arqueólogos están convencidos de que los objetos localizados en las tumbas son la confirmación de que Damietta fue un importante centro comercial en la antigüedad, además de proporcionar nuevos y valiosos conocimientos acerca de las prácticas funerarias durante la dinastía XXVI.

Por su parte, Ayman Ashmawi, jefe de sector del Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto, ha explicado que en el interior de las tumbas también se encontraron una serie de ushebtis (figurillas funerarias que se colocaban junto al difunto para servirle en el más allá) y un espejo.

Estatuillas ushebti (figurillas funerarias enterradas junto a los difuntos para servirles en el más allá) encontradas en el interior de una tumba en Tel El-Dir. Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto.

Un importante emporio comercial

Asimismo, junto a la vasija de cerámica en cuyo interior se encontraron las monedas de bronce se localizaron también otros recipientes de cerámica, tanto importados como de elaboración local, que, según los investigadores, son una prueba indiscutible del intercambio comercial que existió en el pasado entre Damietta y otras ciudades de la costa mediterránea.

Por su parte, Qutab Fouzi, jefe del Departamento Central para la Misión Arqueológica Marítima y Sinaí y jefe de la misión arqueológica, ha señalado que el equipo también descubrió una gran tumba de adobe en cuyo interior había varios entierros de alto estatus social, más láminas de oro con la representación de símbolos religiosos, así como amuletos funerarios de bella factura elaborados con diversos materiales.

Vasijas de cerámica halladas junto al recipiente que contenía las monedas de bronce. Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto.

Fuente: nationalgeographic.es.com | 30 de julio de 2024

El hallazgo en el Tíbet de un fragmento de costilla perteneciente a un denisovano arroja nueva luz sobre esta especie humana

Los investigadores excavaron un fragmento de costilla perteneciente a un denisovano que vivió en la cueva cárstica de Baishiya, en el Tíbet, hace entre 48.000 y 32.000 años. Crédito. Grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou

Los denisovanos sobrevivieron y prosperaron en la meseta tibetana a gran altitud durante más de 100.000 años, según un nuevo estudio que profundiza en la comprensión científica de estos enigmáticos humanos antiguos identificados por primera vez en 2010.

Los investigadores analizaron miles de fragmentos de huesos de animales desenterrados en la cueva kárstica de Baishiya, a 3.280 metros sobre el nivel del mar, cerca de la ciudad de Xiahe, en la provincia china de Gansu, uno de los tres únicos lugares donde se sabe que vivieron estos humanos extintos. Su trabajo reveló que los denisovanos podían cazar, descuartizar y procesar diversos animales grandes y pequeños, tales como rinocerontes lanudos, ovejas azules, yaks salvajes, marmotas y aves.

El equipo de arqueólogos que ha trabajado en la cueva también descubrió un fragmento de costilla en una capa de sedimento que data de hace entre 48.000 y 32.000 años, lo que lo convierte en el más joven de los pocos fósiles denisovanos conocidos, un indicio de que la especie existió más recientemente de lo que los científicos pensaban.

a) Fragmento de costilla perteneciente a un denisovano (denominado Xiahe 2) que vivió en la cueva cárstica de Baishiya hace entre 48.000 y 32.000 años. b) Árbol filogenético para el espécimen Xiahe 2. Crédito: Grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou

Debido a la escasez de pruebas fósiles, los detalles sobre cómo vivían estos antepasados humanos arcaicos han sido escasos. Pero el nuevo estudio publicado en Nature revela que los denisovanos que vivieron en la cueva kárstica de Baishiya eran increíblemente resistentes, pues sobrevivieron en uno de los entornos más extremos de la Tierra durante los periodos más cálidos y fríos, mediante el aprovechamiento al máximo de los diversos recursos animales disponibles en un paisaje de pastizales.

"Sabemos que los denisovanos vivieron y ocuparon la cueva de Baishiya, en la meseta tibetana, durante mucho tiempo, pero lo que realmente queríamos saber, es ¿cómo vivieron allí y cómo se adaptaron al entorno?", explica Dongju Zhang (izquierda), arqueóloga y profesora de la Universidad de Lanzhou (China) al tiempo que coautor del estudio publicado en la revista Nature. "Los denisovanos utilizaron todos los animales que tenían a su disposición, lo que significa que su comportamiento era flexible", añadió Zhang.

"El fragmento de costilla hallado pertenecía a un denisovano que probablemente vivió en una época en la que los humanos modernos se dispersaban por el continente euroasiático", explica Frido Welker (derecha), coautor del estudio y profesor asociado del Grupo de Paleoantropología Biomolecular del Instituto Globe de la Universidad de Copenhague."Futuras investigaciones en el yacimiento y en la región podrán arrojar luz sobre si los dos grupos humanos interactuaron allí, dado que la costilla fósil y la capa de sedimentos se sitúan en un contexto en el que sabemos que en una región más amplia es probable que hubiera humanos modernos, y eso es interesante", afirma.

La mandíbula de Xiahe hallada en 2019. Vista anterior (a), oclusal (b), lateral (c, d) e interna (e) de la muestra. a, b, d, e, son vistas después de la eliminación digital de la matriz de carbonato adherida. La preservación de la región sinfisaria de la mandíbula permite una reconstrucción virtual de los dos lados de la misma. La zona virtual es color gris. La sección sinfisaria y el ángulo infradental-gnatión se muestran en e.

Un rastro de pistas denisovanas

Los denisovanos fueron identificados por primera vez hace poco más de una década en un laboratorio utilizando secuencias de ADN extraídas de un diminuto fragmento de hueso de un dedo. Desde entonces, se han encontrado menos de una docena de fósiles denisovanos en todo el mundo.

La mayoría de ellos se hallaron en la cueva de Denísova, en los montes Altai de Siberia, de donde procede el nombre del grupo. Posteriormente, los análisis genéticos revelaron que los denisovanos, al igual que los neandertales, se habían cruzado con los humanos modernos. Los restos de ADN denisovano hallados en personas actuales sugieren que esta antigua especie probablemente vivió en gran parte de Asia.

Sin embargo, no fue hasta 2019 cuando los investigadores identificaron el primer fósil denisovano fuera de la cueva homónima.

Una mandíbula con dos dientes encontrada por un monje en la cueva kárstica de Baishiya, un lugar sagrado para los budistas tibetanos, databa de hace al menos 160.000 años y contenía una firma molecular denisovana. El descubrimiento de ADN en los sedimentos del yacimiento, publicado un año después, aportó más pruebas de que los denisovanos habían habitado la zona.

La cueva de Baishiya está orientada al sureste y a unos 40 metros por encima del moderno lecho del río Jiangla. Es a la vez una cueva budista famosa a nivel local y un lugar turístico famoso. Foto: Dongju Zhang, Lanzhou University.

En 2022, los científicos identificaron como denisovano un diente desenterrado en una cueva de Laos que pertenecía a una niña que vivió hace al menos 131.000 años, una pista que situaba por primera vez a la especie en el sudeste asiático. Al igual que con la mandíbula de Xiahe, no se pudo extraer ADN del diente, por lo que los investigadores estudiaron en su lugar los restos microscópicos de proteínas, que se conservan mejor que el ADN, aunque son menos informativos.

El reciente estudio publicado en Nature, aludido más arriba, ha examinado también más de 2.500 trozos de huesos de animales recuperados durante las excavaciones en la cueva de Baishiya en 2018 y 2019.

La mayoría de los fragmentos eran demasiado pequeños para ser identificados a simple vista, por lo que los investigadores recurrieron a una técnica relativamente nueva conocida como zooarqueología por espectrometría de masas (ZooMS), que permite a los científicos extraer información valiosa de especímenes que podrían haber sido pasados por alto en el pasado.

Basándose en pequeñas diferencias en la secuencia de aminoácidos del colágeno conservado en el interior del hueso, ZooMS ayudó a los investigadores a determinar a qué tipo de animal pertenecían los restos óseos hallados.

El molar de una niña denisovana hallado en una cueva de Laos. Crédito de la imagen: Fabrice Deméter.

El lugar de Baishiya en la historia denisovana

Además de herbívoros grandes y pequeños, el análisis reveló la existencia de carnívoros como las hienas, y algunos de los animales, como la oveja azul, siguen siendo comunes en el Himalaya hoy en día.

Muchos de los huesos de animales presentaban marcas de corte que indicaban que los denisovanos procesaban los animales para obtener sus pieles, así como carne y médula ósea. Según el estudio, algunos de estos huesos se utilizaron como herramientas.

En conjunto, la diversidad de especies animales encontradas sugiere que en los alrededores de la cueva de Baishiya predominaba un paisaje de pastos con algunas pequeñas zonas boscosas, similar al actual, aunque la arqueóloga Zhang señaló que la mayoría de los animales que viven allí en la actualidad son yaks y cabras domesticadas.

Muchos de los huesos recuperados en la cueva kárstica de Baishiya, como esta vértebra de hiena manchada, contienen huellas de actividades humanas, como marcas de cortes. (Crédito: grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou).

Durante el laborioso proceso de clasificación de los huesos, que duró varios meses, el equipo identificó el fragmento de costilla mencionado, de 5 centímetros de longitud. Sin embargo, la resolución de la información proteínica no fue lo bastante clara como para determinar inmediatamente a qué tipo de humano había pertenecido. Un análisis más detallado de las proteínas antiguas conservadas en el fragmento de costilla, dirigido por el paleoantropólogo biomolecular, Welker, reveló que se trataba de un denisovano.

El hueso de costilla procedía de una capa de sedimentos de la que el equipo ya había extraído ADN denisovano, y Zhang explicó que los investigadores están intentando recuperar ADN del nuevo espécimen. Ese proceso podría proporcionar información genética más detallada sobre el propietario de la costilla y la población denisovana más amplia que vivió en la zona.

"Con tan poca información sobre los denisovanos, cada descubrimiento es de gran importancia y el análisis zooarqueológico llevado a cabo por los autores del nuevo estudio fue "particularmente perspicaz", dijo la arqueóloga Samantha Brown (izquierda), jefa del grupo júnior de paleoproteómica de la Universidad alemana de Tubinga, la cual ha trabajado con los restos óseos de la cueva de Denísova.

"La corta antigüedad del fragmento de costilla hallado fue sorprendente. En esa época tenemos pruebas de que los humanos modernos ocuparon territorios hasta en Australia. Esto abre realmente el debate sobre la posibilidad de que estos grupos interactuaran a medida que los humanos modernos se adentraban en Asia y el Pacífico, pero es probable que se necesiten más pruebas para comprender la naturaleza de estas interacciones", declaró Brown, que no participó en el estudio publicado.

Los trabajos continúan en la cueva kárstica de Baishiya, y la arqueóloga Zhang está excavando otro yacimiento paleolítico en la región que podrían haber ocupado los denisovanos o los humanos modernos que vinieron después de ellos, dijo.

El análisis de fragmentos óseos desenterrados durante las excavaciones en la cueva cárstica de Baishiya ha revelado qué animales descuartizaban, comían y procesaban los denisovanos. (Crédito: grupo de Dongju Zhang/Universidad de Lanzhou).

"A diferencia de la cueva de Denísova, que estuvo ocupada por los primeros humanos modernos y neandertales, además de por los denisovanos, las pruebas actuales sugieren que éstos fueron el único grupo de humanos que vivió en la cueva kárstica de Baishiya", explicó Zhang. Esto convierte a la meseta tibetana —una zona apodada "el techo del mundo"— en un lugar especialmente importante en la búsqueda de respuestas a las muchas preguntas que quedan por responder sobre quiénes eran los denisovanos, qué aspecto tenían, cómo desaparecieron y qué lugar preciso ocupan en el árbol genealógico humano.

Fuentes: cnnespanol.cnn.com | nytimes.com | 4 de julio de 2024

Una mujer enterrada hace unos 12.000 años en Turquía podría haber sido una chamana

El entierro de la posible chamana corresponde a una mujer acurrucada sobre su lado derecho y acompañada de una variedad de huesos de animales. Crédito: Profesor Ergül Kodaş.

Un pequeño equipo de arqueólogos de la República de Turquía ha identificado a una mujer que fue enterrada como una posible chamana hace aproximadamente 12.000 años en un asentamiento neolítico ahora llamado Çemka Höyük, -ubicado a unos 150 kilómetros del más famoso Göbekli Tepe, y a unos 75 kilómetros de Çatal Hüyuk, un sitio conocido como la primera ciudad de la historia.

En su artículo, publicado en la revista L'Anthropologie, el grupo de arqueólogos describe su estudio sobre la mujer y los animales que fueron enterrados a su alrededor, así como cuál pudo haber sido su papel en la aldea neolítica precerámica en la que vivió.

Çemka Höyük (que significa el "montículo junto al agua") es un pequeño asentamiento del Epipaleolítico Final - Neolítico Temprano situado aproximadamente a 1100 m al suroeste de la presa de Ilısu. Ergül Kodas.

Vista aérea del sector 1 de Çemka Höyük y evolución cronológica del asentamiento. Ergül Kodaş y Yunus Çiftçi.

En 2019, los excavadores de Çemka Höyük descubrieron los restos de esta mujer perteneciente a una época en la que los habitantes de la zona todavía eran cazadores-recolectores, pero que también habían comenzado a establecer pequeños asentamientos. Los investigadores creen que tenía entre 25 y 30 años cuando murió.

La mujer había sido enterrada bajo el suelo de un edificio construido con barro, mientras que otras 14 personas fueron enterradas bajo otros edificios cercanos. Investigaciones anteriores han demostrado que enterrar a los muertos bajo las casas era una práctica común en la época. Pero, a diferencia de otros entierros contemporáneos, ella fue encontrada enterrada con restos de una gran variedad de animales.

En el momento de su muerte la domesticación de los animales aún no había comenzado, por lo que todos eran salvajes. Tal vez aún más sorprendente es que el cuerpo de la mujer estaba cubierto por un gran bloque de piedra caliza.

Algunos otros ejemplos de entierros hallados en Çemka Höyük. E. Kodaş

Un estudio minucioso de los animales enterrados con la mujer mostró que habían sido colocados con cuidado: el cráneo de un uro había sido dispuesto justo encima de su cuerpo, por ejemplo, con la mandíbula separada y colocada a sus pies. Otros huesos incluían alas de perdiz, patas de marta y huesos de oveja o cabra esparcidos al azar por toda la tumba.

Los investigadores sugieren que enterrar animales junto a esta mujer, una práctica que no se observaba en otros lugares, sugiere la posibilidad de que la mujer ocupara un lugar especial en la sociedad, tal vez ejerciendo como chamana, es decir, una persona que habría tenido una conexión especial con los espíritus, especialmente con aquellos con malas intenciones. A menudo se ha considerado que los chamanes de otras sociedades tenían una conexión estrecha con los animales y los espíritus que pueden habitarlos.

Sin embargo, los investigadores reconocen que las extrañas características del enterramiento podrían deberse también a otras prácticas rituales, como el culto a los animales, la metonimia (como la idea de que un hueso del ala de un pájaro podría provocar el vuelo) o la práctica de festines durante los enterramientos, más que al chamanismo, propiamente dicho.

Distribución de los distintos elementos del entierro. Ergül Kodaş et al.

Tumba dañada por las obras de una carretera

Aunque la parte sur del entierro resultó parcialmente dañada debido a la construcción de una carretera entre Çemka Höyük y el río Tigris, la mayor parte permaneció intacta. La joven fue enterrada en decúbito prono, tumbada sobre el lado derecho, con orientación noroeste-sureste y mirando al oeste.

“Teniendo en cuenta que el individuo femenino y los huesos de animales fueron depositados juntos en un mismo entierro, podemos suponer algunas relaciones simbólicas entre los animales y los cazadores-recolectores-pescadores de Çemka Höyük, los cuales ya se habían embarcado hacia una vida sedentaria”, escriben los autores en el estudio.

Marginados que vivían solos

“Un chamán o chamana se diferencian de la gente corriente y pueden aparecer como una figura carismática, a veces religiosa, pero posiblemente también 'loca'. Es muy probable que tales personas fueran diferentes también en sus hábitos, y es posible que hayan tenido una discapacidad o marcadores visuales que los hicieran diferentes. Tal vez eran marginados que vivían solos a pesar de su papel como viajeros entre mundos. Por esta razón, en muchas sociedades, las ceremonias funerarias de los chamanes son diferentes a los ritos del resto de su comunidad”, concluyen.

Fuentes: phys.org | nationalgeographic.es | 31 de julio de 2024

¿Qué hacía la gente con todo el metal de la Edad del Bronce? Una nueva investigación reaviva viejos debates sobre la naturaleza del dinero

Uno de los mayores hallazgos de la Edad del Bronce tardía: este tesoro descubierto en Weißig, cerca de Dresde (Alemania), pesa alrededor de 20 kilogramos y consta de 63 objetos completos y 328 fragmentos. Foto: Oficina Estatal de Arqueología de Sajonia / J. Lipták

No tenemos evidencia escrita sobre cómo vivía la gente en Europa durante la Edad del Bronce (2300–800 a. C.), por lo que los arqueólogos reconstruyen su mundo a partir de los artefactos y materiales que dejaron atrás. A diferencia de aquellos perecederos como la lana o la madera, es el metal el que se ha conservado bien.

Los miembros de la élite de la sociedad reciben una considerable atención arqueológica, en gran medida porque la gente común dejaba menos rastros. Un nuevo estudio sugiere que podemos aprender algo sobre esta gente común a partir de los tesoros de metal enterrados, y que sus vidas económicas eran muy parecidas a las nuestras.

¿Por qué la gente enterraba montones de metal?

Durante la Edad del Bronce era una práctica común en toda Europa depositar montones de objetos de metal bajo tierra o los colocaba en un lugar especial, como un pantano o un lindero.

A veces, estos tesoros incluían muchos objetos, y otras solo unos pocos. En ocasiones estaban compuestos por un solo tipo de objeto (un ejemplo conocido son los tesoros de decenas de hachas de la misma forma). Otras, por el contrario, incluían una variedad de objetos, e incluso fragmentos de objetos rotos.

A pesar de su variedad, los hallazgos muestran que el mundo de la Edad del Bronce estaba interconectado en toda Europa y que los objetos de bronce tenían un valor especial en la mayor parte de ella.

¿Por qué la gente enterraba estos tesoros? Los arqueólogos llevan décadas intentando responder a esta pregunta.

¿Se trataba de un acto religioso? ¿De una destrucción intencional de bienes valiosos con el fin de reducir las desigualdades en materia de riqueza? ¿De chatarra oculta en épocas de conflicto o guardada para su uso futuro en la metalurgia?

Solo se han encontrado unos pocos personajes de la Edad del Bronce. A menudo se trata de personas enterradas en enormes montículos de tierra y se supone que eran figuras importantes: líderes rituales, jefes u otras élites. Los arqueólogos han tendido a suponer que estas personas pertenecientes a la élite social y sus alianzas dieron forma a los movimientos de los metales en la Edad del Bronce.

Recreación de una fundición de bronce.

¿El bronce como dinero para la gente común?

En el nuevo artículo, publicado en Nature Human Behaviour, los arqueólogos Nicola Ialongo y Giancarlo Lago proponen una forma diferente de entender los tesoros enterrados. En lugar de centrarse en las élites como los protagonistas, sugieren que tales tesoros muestran cómo la gente común contribuyó al mundo interconectado de la Edad del Bronce y a la difusión de los objetos de metal en él, lo que indica que las raíces de la economía de mercado son antiguas.

Ialongo y Lago analizaron casi 25.000 objetos de estos tesoros procedentes de Italia, Suiza, Austria, Eslovenia y Alemania, datados entre el 2.300 y el 800 a.C. Descubrieron que, a lo largo de los siglos, surgió un sistema de pesaje estandarizado que fue ampliamente compartido en todo el mundo de la Edad del Bronce.

El artículo continúa argumentando que esta estandarización indica que pequeñas piezas de bronce de pesos estándar podrían haber sido utilizadas como moneda para transacciones cotidianas por parte de gente común.

La difusión de las normas europeas

Mucho antes del año 2300 a. C., parece que se produjo una creciente estandarización de las formas de los artefactos, al menos a nivel superficial. Surgieron distintos tipos de objetos, como dagas o ciertas vasijas de cerámica, que parecen similares en grandes áreas, pero que tenían usos locales diferentes en distintos lugares.

Los arqueólogos creen que este tipo de estandarización surgió de una mezcla de ritos religiosos compartidos y un creciente interés en los viajes de larga distancia. Cuando se conoce a personas nuevas cuyo idioma no se habla, tener una forma compartida de vestirse o de actuar puede ser una especie de lubricante social que facilita la comunicación y el intercambio de historias y bienes.

Durante la Edad del Bronce esto se manifestó en personajes sociales ampliamente reconocidos o que jugaban un papel importante en la sociedad. El más conocido de ellos es “el guerrero”, con su característico equipo y armadura de bronce, que era común en gran parte del continente.

Pero ¿de ahí se deduce que este interés por las formas estandarizadas –y, más tarde, por los pesos– significa que estamos asistiendo al desarrollo de un sistema monetario naciente? Y, si es así, ¿significa esto que debemos suponer que el comportamiento económico de los pueblos de la Edad del Bronce era el mismo que el nuestro?

Armas y herramientas de la Edad del Bronce encontradas en Havering, Londres. Fuente: Museo de Londres.

¿Qué es, en definitiva, el dinero?

Hay muchas opiniones sobre qué es el dinero y qué hace por las diferentes sociedades, tanto hoy como en el pasado.

Muchos economistas modernos se centran en la utilidad del dinero como medio de intercambio en las transacciones, lo que pone énfasis en la compra y venta en el mercado.

Otros economistas aplican la "teoría cartalista” (que deriva del término latino "charta" o "carta") para destacar el dinero como unidad de cuenta. En esta perspectiva, el dinero puede utilizarse para la “contabilidad social”, para llevar un registro de actividades socialmente importantes, como obsequios, deudas, tributos y ofrendas. Esta no es solo una idea histórica, ya que incluso algunas deudas modernas funcionan a través de garantías sociales.

La distinción entre estas dos visiones del dinero puede parecer una cuestión de nimiedades, pero apunta a un profundo desacuerdo.

Más allá del mercado

¿Cómo podemos saber qué visión del dinero es más correcta? Para entender la función del dinero en una sociedad, los arqueólogos y antropólogos sugieren empezar por el significado social y tecnológico de los propios objetos materiales, es decir, los trozos de bronce enterrados por aquellas antiguas gentes.

Ialongo y Lago sostienen que el descubrimiento de unidades de cuenta estandarizadas revela un sistema de intercambio y, por lo tanto, mercados. Pero eso plantea una pregunta más importante: ¿la estandarización hace algo más que indicar un valor de intercambio para esos trozos de metal?

Sabemos que había otros objetos que circulaban a largas distancias, además del metal, y que los sistemas de intercambio eran probablemente complejos. Los arqueólogos creen que la lana, los vellones y los textiles eran objetos valiosos clave de la Edad del Bronce y motores de la comunicación a larga distancia, aunque son más difíciles de encontrar arqueológicamente.

La estandarización también tiene muchos usos más allá de la cohesión social y económica. Por ejemplo, los herreros de la Edad del Bronce necesitaban un control cuidadoso de las proporciones de los distintos metales (cobre, estaño, antimonio, plomo y otros) para fabricar distintos tipos de bronce que utilizarían en su sofisticada metalistería. No sabemos exactamente cómo conseguían este control, pero los textos sumerios de la misma época nos dicen que los herreros sumerios lo hacían a través del pesaje.

Ialongo y Lago muestran cómo los tesoros de metal pueden enseñarnos sobre las vidas cotidianas de las comunidades de la Edad de Bronce, no solo de las élites. Pero si enfatizamos demasiado el papel del intercambio en sus mundos económicos, corremos el riesgo de convertirlos de marionetas de las élites en esclavos de la mano invisible.

Entender el dinero como una forma de contabilidad social y la estandarización como una tecnología puede revelar mucho más sobre sus vidas.

Fuentes: theconversation.com | mdzol.com | uni-goettingen.de | de julio de 2024

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Economía de la Edad del Bronce: una economía de mercado prehistórica

Ilustración de la Edad del Bronce tardía. Rasmus Christiansen. Fuente: Dandebak

Un análisis exhaustivo de 20.000 objetos de metal de la Edad de Bronce de Europa sugiere que el comportamiento económico humano se ha mantenido notablemente constante a lo largo de los últimos 3.500 años. Esta investigación desafía la visión tradicional de que el control de las élites dominaba las economías de la Edad de Bronce y, en cambio, propone que los principios de la economía de mercado estaban en juego mucho antes de lo que se creía anteriormente.

Los europeos de la Edad del Bronce, que abarca desde el 3300 al 800 a. C., se dedicaban a actividades económicas similares a las de la actualidad, lo que indica que las raíces de la economía de mercado son antiguas.

Nicola Ialongo (izquierda), de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), destacó que la Edad del Bronce no fue un período idílico en el que los campesinos vivieron bajo la benevolencia de los señores, sino que “era un mundo muy familiar en el que la gente tenía familia, amigos, una red social, mercados y un trabajo, y, en última instancia, tenía que averiguar cómo llegar a fin de mes”.

A diferencia de los meticulosos conservadores de registros como los mesopotámicos, los europeos de la Edad del Bronce dejaron tras de sí fragmentos de metal, conocidos como tesoros, que proporcionan información sobre su comportamiento económico.

Los investigadores Ialongo y Giancarlo Lago (derecha), de la Universidad de Bolonia analizaron más de 20.000 objetos de metal de tesoros en Italia, Suiza, Austria, Eslovenia y Alemania. Alrededor de 1500 a. C., estas piezas de metal comenzaron a estandarizarse en peso, lo que sugiere que se usaban como una forma de dinero anterior a la acuñación de monedas.

“El descubrimiento de un sistema de medición y pesaje ampliamente utilizado permite modelar cosas que se conocen desde hace siglos de una manera que nunca antes se había hecho, afirma Ialongo. “Esto abre nuevos resultados a viejas preguntas, pero también a nuevas preguntas que nadie se había planteado antes”.

El equipo descubrió que la distribución del peso de estos objetos refleja los patrones de gasto de un hogar occidental moderno, donde predominan los pequeños gastos cotidianos y los gastos mayores son poco frecuentes. Este hallazgo coincide con el comportamiento económico moderno, donde las billeteras contienen muchos billetes de baja denominación y pocos de alto valor.

La investigación sugiere que las economías de la Edad del Bronce estaban reguladas por las fuerzas del mercado de la oferta y la demanda, y que los individuos participaban en ellas en función de sus ingresos. Esta hipótesis desafía la influyente opinión de Karl Polanyi de la década de 1940, que postulaba que las economías monetarias modernas eran distintas de los antiguos sistemas de trueque e intercambio de regalos.

Richard Blanton (izquierda), de la Universidad de Purdue (indiana), apoya el estudio y afirma que probablemente suscitará debates entre arqueólogos y antropólogos económicos que desde hace tiempo tienen ideas erróneas sobre la antigüedad de las economías de mercado. Cree que el artículo ofrece nuevas perspectivas sobre la función de los tesoros de bronce como unidades de intercambio.

Sin embargo, Erica Schoenberger (derecha), de la Universidad Johns Hopkins (Maryland), se muestra escéptica y advierte que no se debe suponer que las sociedades premodernas utilizaban el dinero de maneras familiares, y cita a los campesinos ingleses medievales que utilizaban el dinero principalmente para satisfacer las demandas de los señores, en lugar de para transacciones personales.

Lago e Ialongo esperan que sus hallazgos inspiren investigaciones similares en otras regiones y culturas, lo que sugiere que las economías de mercado pueden haber surgido de manera natural en diferentes épocas y lugares. Argumentan que si la evidencia puede explicarse mediante un modelo de economía de mercado, no hay necesidad de suponer una explicación más compleja.

Ialongo concluyó que, si bien su investigación no prueba de manera definitiva la existencia de una economía de mercado en la Edad del Bronce, desafía la suposición predominante de que no existía. Se preguntó por qué la explicación más simple (una economía de mercado) debería descartarse si se ajusta a la evidencia observada.

Fuente: ceoworld.biz | 30 de julio de 2024