Hallan en Pompeya varias inscripciones pidiendo el voto para 'Aulus Rustius Verus'

Inscripción con el nombre de Aulus Rustius Verus encontrada en la pared oeste del larario. Parque Arqueológico de Pompeya.

Según publica en el E-Journal degli Scavi di Pompeya, la revista científica digital del Parque Arqueológico de Pompeya, las excavaciones que se están llevando a cabo en la Regio IX de esta antigua ciudad romana han sacado a la luz un nuevo y sorprendente secreto: en el interior de una de las casas que han sido excavadas, junto al altar familiar (larario), han aparecido varias inscripciones electorales que mencionan a un tal Aulus Riustius Verus, que se presentaba para el cargo de edil (responsable de las obras públicas y urbanismo).

Lo mas sorprendente para los arqueólogos es que este tipo de inscripciones normalmente se hacían en los muros exteriores de los edificios que daban a la calle, y no, como en este caso, dentro de una domus (casa). Según los investigadores, "este hecho podría explicarse por la práctica de organizar eventos y cenas dentro de las casas de los candidatos y sus amigos con el fin de promover la campaña electoral".

Asimismo, el hallazgo de las iniciales del candidato, A.R.V., en una piedra de molino de piedra volcánica que se descubrió apoyada en el vestíbulo de la casa, y que estaba en obras en el momento de la erupción del Vesubio, en 79 d.C., apoyaría esta tesis.

Inscripción con el nombre de Aulus Rustius encontrada en una de las paredes de la casa. Parque Arqueológico de Pompeya.

Otra de las inscripciones descubierta en las paredes de la casa. Parque Arqueológico de Pompeya.

¿LA CASA DE UN PARTIDARIO DE RUSTIUS?

De hecho, Aulus Rustius Verus no es un nombre extraño para los arqueólogos. Su nombre ya era conocido gracias a otras inscripciones descubiertas anteriormente en Pompeya.

Estas, junto con otras que mencionan a un tal Julio Polibio, propietario de una espléndida casa en la vía de la Abundancia en la década de los años setenta del siglo I d.C., y que alcanzó el cargo más alto de la ciudad, el de duunviro (cargo público romano, que no magistratura, compuesto por dos hombres que aparece en muy diversos ámbitos de la administración), constituyen las inscripciones más famosas encontradas hasta la fecha en Pompeya.

Pero ¿quién era el dueño de la casa donde se han localizado las inscripciones? Los investigadores creen que debió de pertenecer a un supuesto partidario de Aulus Rustius, posiblemente un liberto o un amigo, el cual sería el dueño de la panadería donde hace unos meses se encontraron los cuerpos de dos mujeres y un niño que murieron a causa del derrumbe del piso superior durante la primera fase eruptiva del Vesubio.

Entrada a la casa donde se han descubierto las pintadas con el nombre del candidato. Parque Arqueológico de Pompeya.

FAVORES ELECTORALES Y UNA ÚLTIMA OFRENDA

Los arqueólogos consideran que las inscripciones localizadas en esta casa podrían considerarse el primer caso documentado del llamado "voto de intercambio", es decir la promesa de obtener favores por parte de un candidato a cambio del voto, algo que en aquella época era una costumbre bastante establecida (circunstancia tal vez muy similar a lo que ocurre en muchos casos en la actualidad).

"Esto podría explicar también por qué las iniciales del candidato aparecen en un molino de piedra volcánica, apoyado en el atrio de la casa, donde en el momento de la erupción se estaban realizando trabajos de renovación. Probablemente 'Aulus Rustius' financiaba directamente la actividad de la panadería con fines económicos y políticos", ha señalado Maria Chiara Scappaticcio (izquierda), profesora de latín en la Universidad Federico II de Nápoles y una de las autoras del estudio.

Por otra parte, en el altar de mampostería, que estaba decorado con dos serpientes de estuco, se encontraron los restos de la última ofrenda que probablemente tuvo lugar poco antes de la devastadora erupción. Los estudios han permitido identificar los diferentes elementos que se usaron en esta ofrenda así como reconocer las distintas fases del ritual.

Larario de la casa, posiblemente de un amigo o de un liberto de Aulius Rustius Verus. Parque Arqueológico de Pompeya.

Según los análisis, la ofrenda consistió principalmente en higos y dátiles, que fueron quemados frente al altar. Para llevar a cabo la cremación de las ofrendas se utilizaron huesos de aceituna y piñas con piñones. Finalmente se colocó un huevo entero sobre el altar y se cubrió con una teja. Los arqueólogos también han identificado algunos restos de ofrendas anteriores que incluían uvas, pescado y carne.

Fuente: nationalgeographic.com.es | 2 de octubre de 2023

Descubierto vino de hace 5.000 años en la tumba de la primera faraona de Egipto

El complejo funerario de la reina Meret-Neith en el cementerio de los reyes de Abydos. C. Köhler

Meret-Neith (o Merytneit) fue una reina-faraón gobernante de la I dinastía de Egipto hace unos 5.000 años. Ella y su predecesora, Neithotep, son las primeras faraonas conocidas de la historia. Pero mientras que Neithotep solo actuó como regente de su hijo Dyer hasta que este tuviera la edad suficiente para administrar su imperio, Meret-Neith ejerció como soberana plena hasta que le sucedió su hijo Den.

Ella tuvo su propia gran tumba en el cementerio de los reyes de Abidos, una de las ciudades más influyentes del Alto Egipto, y se la menciona en la lista de sellos de la necrópolis, entre los faraones Narmer y Den. Además, su nombre aparece en un sello de Saqqara dentro del serej, tal y como se hacía entonces con los hombres que eran reyes.

Los arqueólogos, trabajando en el sitio durante las recientes excavaciones. C. Köhler

La mujer más poderosa del planeta

Un equipo de arqueólogos germano-austriacos está, precisamente, investigando la tumba de Meret-Neith, la mujer más poderosa del planeta en el período alrededor del año 3000 antes de Cristo. Y las últimas excavaciones demuestran su especial importancia. Los investigadores encontraron vino y otros ajuares funerarios, lo que alimenta la hipótesis de que ella fue la primera faraona.

Los arqueólogos, dirigidos por la Dra. Cristiana Köhler (izquierda), de la Universidad de Viena, encontraron evidencia de una gran cantidad de utensilios funerarios, incluidas cientos de grandes tinajas de vino. Algunas de ellos estaban muy bien conservadas e incluso se mantenían todavía selladas en su estado original.

Las vasijas contenían restos de vino de 5.000 años de antigüedad. Además, las inscripciones atestiguan que la reina Meret-Neith era responsable de las oficinas del gobierno central como la tesorería, lo que respalda la idea de su especial importancia histórica.

Algunas de las tinajas de vino encontradas en la tumba de la faraona egipcia. C. Köhler

El monumental complejo de tumbas de la primera reina gobernante en el desierto de Abydos, que incluye las sepulturas de 41 cortesanos y sirvientes, además de su propia cámara funeraria, fue construido con ladrillos de barro sin cocer, arcilla y madera. Gracias a cuidadosos métodos de excavación y diversas nuevas tecnologías, el equipo pudo demostrar que las tumbas se construyeron en varias fases y durante un período de tiempo relativamente largo.

Estas evidencias, junto con otras pruebas halladas, desafía “radicalmente” la idea de que existía el sacrificio humano ritual como parte del entierro real en la I Dinastía, que a menudo se asumió en las primeras investigaciones, pero que nunca se demostró realmente.

Además de numerosos fragmentos de recipientes, la mayor proporción del contenido funerario del cementerio de los reyes de Abydos eran vasijas de cerámica, utilizadas como contenedores para diversos productos almacenados. No solo había vino, si no también cerveza y aceite.

Fuente: lavanguardia.com | 10 de octubre de 2023

Un nuevo estudio muestra signos de una creación temprana de identidades humanas modernas

investigadores de SapienCE han publicado un nuevo estudio que proporciona información vital sobre cómo y cuándo pudimos haber comenzado a desarrollar identidades humanas modernas. La imagen muestra trabajos de excavación en la cueva Blombos, Sudáfrica. Foto: UIB, SapienCE.

Los primeros antepasados ​​recolectaron conchas llamativas que cambiaron radicalmente la forma en que nos veíamos a nosotros mismos y a los demás. Un nuevo estudio confirma la escasa evidencia previa y respalda un escenario evolutivo de varios pasos para la culturalización del cuerpo humano.

El nuevo estudio, realizado por Francesco d'Errico, Karen Loise van Niekerk, Lila Geis y Christopher Stuart Henshilwood, de la Universidad de Bergen en Noruega y la Universidad de Witwatersrand (Wits) en Johannesburgo, Sudáfrica, se publica en el Journal de la Evolución Humana. Sus importantes hallazgos proporcionan información vital sobre cómo y cuándo pudimos haber comenzado a desarrollar identidades humanas modernas.

"El descubrimiento de llamativas conchas no modificadas con agujeros naturales de hace 100.000 a 73.000 años confirma la escasa evidencia previa de que se recolectaban conchas marinas, se llevaban al sitio y, en algunos casos, tal vez se usaban como adornos personales. Esto fue antes de una etapa en la que conchas pertenecientes a especies seleccionadas fueron sistemática e intencionadamente perforadas con técnicas adecuadas para crear cuentas compuestas", dice van Niekerk (izquierda).

Todas las conchas fueron encontradas en la cueva de Blombos, en la costa sur del Cabo de Sudáfrica. Se han encontrado también conchas similares en el norte de África, y en otros sitios de Sudáfrica y el Levante mediterráneo, lo que significa que el argumento está respaldado por evidencias de otros yacimientos, no solo en la cueva de Blombos.

Confirman escasa evidencia de trabajos tempranos con abalorios.

En otras palabras, las conchas sin perforar y las perforadas de modo natural proporcionan evidencias de que las conchas marinas fueron recolectadas y posiblemente utilizadas como adornos personales antes del desarrollo de técnicas más avanzadas para modificar las conchas para su uso en abalorios hace unos 70.000 años.

Conchas procedentes de la cueva de Blombos que muestran agujeros naturales, y que posiblemente fueron utilizadas como adornos personales por los primeros humanos modernos que vivieron hace 100.000 años. Foto: UIB, SapienCE

Van Niekerk dice que saben con certeza que estas conchas no son restos de especies de mariscos comestibles que podrían haber sido recolectadas y llevadas al sitio como alimento.

"Lo sabemos porque ya estaban muertas cuando las recogimos, lo que podemos ver por el estado de la mayoría de las conchas, ya que están desgastadas por el agua o tienen crecimientos en su interior, o tienen agujeros hechos por un depredador natural o por la abrasión de la acción de las olas".

Los investigadores midieron el tamaño de las conchas y los agujeros hechos en ellas, así como el desgaste en los bordes de los agujeros que se desarrollaron mientras los humanos llevaban las conchas atadas a cuerdas. También observaron de dónde procedían las conchas en el sitio para ver si podían incluirse en diferentes grupos de cuentas encontradas muy juntas que podrían haber pertenecido a piezas individuales de trabajo con cuentas. Estas técnicas proporcionan información sobre el uso potencial de estas conchas con fines simbólicos.

Imagen que muestra una colección de llamativas conchas halladas en la cueva de Blombos de 100.000 a 70.000 años. Foto: UIB, SapienCE.

Los primeros signos de una posible creación de identidad

Van Niekerk dice que identificaron 18 nuevas conchas de caracoles marinos de hace 100.000 a 70.000 años, que podrían haber sido utilizadas con fines simbólicos, y propusieron una progresión de varios pasos para la culturalización del cuerpo humano con raíces en el pasado profundo.

"Con este estudio mostramos específicamente que los humanos gradualmente complejizaron las prácticas de modificación de su apariencia y se transformaron ellos mismos en herramientas para la comunicación y el almacenamiento de información. También creemos que posiblemente podamos ver una creación de identidad que cambió de modo gradual, pero a la vez radicalmente, la forma en que nos miramos a nosotros mismos y a otros, así como la naturaleza de nuestras sociedades", afirma van Niekerk.

Fuente: Universidad de Bergen | 29 de septiembre de 2023

El último secreto de las esculturas del Partenón: conservan restos de color 2.500 años después

Figura femenina del Partenón de Atenas. Trustees of the British Museum.

Cuando los artistas del Renacimiento empezaron a emular la belleza de las estatuas antiguas que salían a la luz en Roma y en otros yacimientos clásicos relacionados con Grecia, se olvidaron de una cosa: el color. Estas piezas lo habían perdido tras miles de años enterradas bajo tierra, por las inclemencias del clima o por entusiastas limpiezas. Fue una práctica que culminó en una paradigmática blancura de la escultura neoclásica. Pero en la Antigüedad, las imágenes de dioses y emperadores tuvieron unas impactantes policromías.

También fueron pintados los mármoles del Partenón, el famoso templo erigido a mediados del siglo V a.C. en la Acrópolis de Atenas y dedicado a Atenea. Un nuevo estudio científico de las esculturas procedentes de este monumento que se exhiben en el Museo Británico de Londres ha desvelado que algunas de las piezas conservan trazas de pigmentos. Mediante la utilización de técnicas de escaneo no invasivas, los investigadores de la mencionada institución y del King's College aseguran que "la empresa de pintar los mármoles fue una tarea más elaborada de lo que se pensaba".

Restos de policromía en una de las esculturas analizadas con métodos no invasivos. Trustees of the British Museum.

Los resultados de este trabajo, publicado en la revista Antiquity, "abren nuevas interpretaciones sobre el papel y la importancia del Partenón en el desarrollo de la historia del arte griego antiguo", según los autores. "Gracias a su 'nueva apariencia', podemos revisar la comprensión actual de las esculturas. Se podría argumentar que el Partenón fue la inspiración total o parcial de un interés más amplio en el uso de esculturas policromadas ricas y elegantes", escriben en sus conclusiones.

Los escultores del aparato iconográfico del Partenón habrían rematado las esculturas con texturas que reflejaban elementos específicos, como la piel o las distintas prendas de lana o lino, que luego se habría realzado mediante la aplicación del color. Las técnicas arqueométricas han sacado a la luz trazas microscópicas de azul egipcio, un filosilicato de calcio y cobre que está considerado el primer pigmento sintético de la historia, el cual se habría utilizado de forma generalizada para pintar elaborados diseños figurativos y florales en las vestimentas talladas.

Otra de las estatuas del Partenón que conservan restos de policromía. Trustees of the British Museum.

Su presencia se ha identificado en el cinturón de la diosa Iris o para resaltar la cresta de las olas de las que emerge Helios, el dios del Sol. En el vestido de Dione, la madre de Afrodita, que aparece reclinada y formaba parte del frontón oeste del Partenón, se han hallado los vestigios de lo que parecen un par de piernas humanas en movimiento junto a otras imágenes —quizá una mano y un pie—. Según los investigadores, sería un diseño de figuras humanas que aparecerían y desaparecerían entre los pliegues de la prenda. También se han detectado pequeños rastros de otros colores, como el blanco y el púrpura, un pigmento muy cotizado durante la Antigüedad en el Mediterráneo.

"Las prendas elegantes y elaboradas posiblemente pretendían representar el poder y la fuerza de los dioses olímpicos, así como la riqueza y la grandeza de Atenas y los atenienses, quienes encargaron el templo", explica Giovanni Verri (izquierda), investigador del Instituto de Arte de Chicago y exconservador del Museo Británico. "La pintura es contemporánea del edificio ya que hemos podido identificar rastros claros en la parte posterior de las esculturas. Después de haber sido colocadas, esta parte ya no habría sido accesible".

¿Por qué se aplicaron también pigmentos a la zona posterior de las piezas? Los investigadores especulan que como el templo en su conjunto fue dedicado a los dioses, para quienes todo el conjunto sería visible, sus creadores decidieron completarlo con los más altos estándares a pesar de que algunas partes no pudiesen ser contempladas por el ojo humano. Otra hipótesis es que fuese una maniobra de Pericles, el impulsor del programa de la reconstrucción de la Acrópolis tras las guerras con los persas, para impresionar a los visitantes durante las obras.

Detalle del colorante orgánico púrpura en la figura EP L. El recuadro muestra la ubicación de la zona (figura de Giovanni Verri) | Trustees of the British Museum.

Los autores del estudio aseguran que "estas esculturas podían ser los ejemplos mejor conservados de policromía de la Atenas de mediados del siglo V a.C.. Nuestros resultados también revelan rastros de pintura muy detallada que, por ejemplo, muestran decoraciones figurativas en los textiles, destinadas a enfatizar el estatus divino de los distintos individuos representados", concluyen. Sin embargo, alertan que una reconstrucción completa de la policromía del Partenón debe ser realizada con mucho cuidado ante las evidencias todavía insuficientes.

Fuente: elespanol.com | 11 de octubre de 2023

3.500 esqueletos desvelan un brutal episodio de violencia en Oriente Medio durante la prehistoria

Esqueletos hallados en el yacimiento sirio de Tell Brak. Augusta McMahon

Tell Brak (Siria) fue una de las ciudades más antiguas de Oriente Próximo y del mundo. Fundada hacia finales del V milenio a.C., la urbe gozaba de monumentos, talleres textiles y cerámicos estandarizados o una administración burocrática. Sin embargo, entre 3.900 y 3.600 a.C. se registró un episodio de violencia interpersonal extremo. Los arqueólogos han descubierto en una elevación cercana al yacimiento cuatro fosas comunes con esqueletos amontonados y desarticulados que además habían sufrido carroñeo. Entre las víctimas había un gran número de mujeres, niños y adolescentes. Algunos de sus huesos largos fueron modificados para fabricar herramientas e incluso varios cráneos presentaban evidencias de haber sido manipulados para su exhibición.

El hallazgo sorprendió a los investigadores porque chocaba con las normas funerarias del periodo —enterramientos en sepulturas de pozo individuales—. ¿Fue el resultado de un ataque enemigo, externo a la ciudad? Creen que no: las masacres se inscribirían en un contexto de guerra civil relacionado con el desarrollo del asentamiento, su estratificación social y la disparidad en la riqueza. En un momento de cambio climático en el que disminuyó la productividad agrícola, probablemente estallaron revueltas internas prolongadas en el tiempo contra las élites que acabaron con baños de sangre, en castigos ejemplarizantes.

Distribución de los yacimientos arqueológicos en los que se han recuperado los huesos de los más de 3.500 individuos. Baete, J., Benati, G. y Soltysiak, A. (2023).

Este episodio tuvo lugar en un momento, finales de la edad del Cobre, en el que se registraron profundos cambios como la urbanización o la emergencia de los protoestados, que desembocaron en una mayor población y en la consecuente lucha por los recursos en un momento de sequías. De disputas ocasionales se pasó a conflictos organizados a gran escala. Tell Brak es uno de los testimonios arqueológicos del mayor pico de violencia interpersonal registrado en la región durante el llamado periodo preclásico, que se extendió entre 12.000-400 a.C.

Esa es la principal conclusión de un nuevo estudio publicado este lunes en la revista científica Nature Human Behaviour. Liderado por Giacomo Benati (izquierda), investigador de la Universidad de Barcelona, este trabajo ha analizado los esqueletos de 3.539 individuos documentados en yacimientos de siete países de Oriente Medio (Turquía, Irak, Irán, Siria, Líbano, Israel y Jordania) y datados entre el Neolítico y la Edad del Hierro. Los resultados de los traumatismos craneales y las heridas relacionadas con armas identificadas en los cadáveres muestran que la violencia interpersonal tuvo su punto álgido entre hace 4.500 y 3.300 a.C.

"Hasta hace un par de décadas la pregunta principal de los investigadores era entender si las sociedades antiguas eran pacíficas o tenían muchos conflictos. Los estudios más recientes indican que la violencia fluctuaba. Nuestro objetivo era observar ese tipo de fluctuaciones para entender cuándo y por qué hay una bajada y una subida en las agresiones", explica Benati

Sin embargo, los autores, que combinan métodos de econometría histórica y antropología para evaluar los niveles de violencia en la muestra analizada, han identificado que estos conflictos disminuyeron durante la primera parte de la Edad del Bronce (3300-1500 a.C.). "Aunque el ascenso de los primeros estados estuvo acompañado de un incremento dramático de los conflictos, el desarrollo de los estados maduros de la Edad del Bronce se produjo en paralelo a una fuerte reducción de la violencia interpersonal, lo que coincide con la propuesta de que al implantar la capacidad estatal, las primeras instituciones pudieron proporcionar algunos beneficios claves a sus poblaciones", explican.

Un traumatismo craneal es testigo de una muerte violenta. Crédito: Joachim Wahl/Universidad de Tubinga

Repunte violento

En esta época, Mesopotamia, el Levante y las regiones vecinas experimentaron la aparición de ciudades-estado e imperios que pusieron en marcha programas urbanísticos (fortificaciones, templos y palacios), expandieron su territorio y crearon códigos legales escritos. Asimismo, floreció el comercio a larga distancia y se profesionalizaron los ejércitos —también aumentó la contratación de mercenarios—, lo que pudo haber contribuido a la baja presencia de heridas relacionadas con la guerra en los esqueletos de los sectores sociales no relacionados con la actividad bélica.

Los investigadores apuntan a la consolidación estatal y a la expansión de los sistemas legales y comerciales como la razón principal de la reducción de los niveles de violencia en estas sociedades, descartando otras posibilidades esgrimidas con anterioridad como la desigualdad, el clima, los cambios demográficos o las innovaciones militares.

El estudio, que arroja luz sobre la historia de la violencia en las primeras sociedades humanas, también revela que los conflictos repuntaron durante la transición entre la Edad del Bronce y la Edad del Hierro. Tras un rápido florecimiento del Levante con la aparición del Imperio Hitita o el reino de Mitani, se registró una profunda crisis: 300 años de sequías, migraciones provocadas por el clima y retroceso económico. Muchas ciudades fueron arrasadas por los llamados Pueblos del Mar y la densidad demográfica se redujo sobre todo en Mesopotamia.

Puerta de entrada a Hattusa, la capital de los hititas. Foto: Bernard Gagnon

No obstante, esa coyuntura, conocida como el "colapso de la Edad del Bronce Final", desembocó en la emergencia de otras superpotencias como el Imperio Neoasirio, que expandió su poder mediante campañas militares, impuestos forzados y deportaciones a escala masiva. La aparición de la tecnología de armas de hierro y la guerra montada revolucionaron los conflictos e implicaron a una mayor parte de la población.

"Descubrimos que, aunque el surgimiento de los proto-estados coincidió con un aumento sustancial de la violencia en nuestra muestra, el momento de la reducción de las tasas de violencia es compatible con la teoría de que una vez los primeros estados alcanzaron capacidades centrales —control territorial, centralización de la violencia política y sistemas legales desarrollados— y apoyaron activamente la expansión de redes comerciales, los niveles de violencia letal disminuyeron notablemente", escriben los investigadores en sus conclusiones.

Y añaden: "Sin embargo, estos avances en materia de seguridad —aparentemente ayudados por alteraciones climáticas y epidemiológicas que redujeron temporalmente la presión demográfica— fueron de corta duración y la región fue testigo de importantes perturbaciones durante la transición entre las edades del Bronce y del Hierro, posiblemente debido al surgimiento de potencias más extractivas, un acceso más fácil a un armamento más barato y a una presión creciente sobre los recursos cada vez más escasos".

Fuentes: elespanol.com | abc.es | Universidad de Tubinga | 9 de octubre de 2023

Descubren en la región de Campania (Italia) pinturas excepcionales en una tumba etrusca del siglo IV a.C.

Mural descubierto en una tumba etrusca del siglo IV a.C. en el que puede verse a un guerrero acompañado de su criado. Soprintendenza Archeologia, Belle Arti e Paesaggio per le province di Salerno e Avellino.

La antigua ciudad etrusca de Pontecagnano, situada cerca de Salerno, en la región de Campania, al suroeste de Italia, fue fundada en el siglo IX a.C. con el nombre de Amina y dominaba todo el territorio circundante desde Salerno hasta el río Silaro en su época de máximo esplendor. Tras las guerras romano-etruscas, que sacudieron la región entre los siglos VIII-III a.C., la ciudad cayó bajo domininio romano y en 269 a.C. pasó a ser llamada Picentia.

Su necrópolis es famosa por sus más de 10.000 enterramientos, datados entre la Edad del Hierro y el período imperial romano tardío. Ahora, tras los trabajos llevados a cabo por arqueólogos de la Superintendencia de Arqueología, Bellas Artes y Paisaje de Salerno ..., esta antigua necrópolis vuelve a ser noticia por un importante descubrimiento: las pinturas, de gran valor arqueológico, que decoraban una tumba de cámara que podría haber sido construida a finales del siglo IV a.C.

Según sus descubridores, el hallazgo es excepcional, puesto que es la cuarta tumba con pinturas descubierta en toda la necrópolis. Además, contribuye a enriquecer el patrimonio y a incrementar los conocimientos acerca de los etruscos que habitaron esta zona de Campania en época prerromana, arrojando nueva luz sobre las costumbres funerarias de la aristocracia local.

UNA TUMBA LLENA DE COLOR

A esta tumba, construida con bloques de travertino (una piedra caliza porosa de color amarillo claro), y marcada por los arqueólogos con el número 10.043, se accedía a través de una empinada escalera excavada en un terraplén, también de travertino.

Imagen de la pintura de un guerrero descubierta recientemente en una tumba etrusca del siglo IV a.C. Soprintendenza Archeologia, Belle Arti e Paesaggio per le province di Salerno e Avellino.

Una vez en el interior, los arqueólogos descubrieron en una pared la representación de un guerrero montado en un corcel blanco, al galope, luciendo una lanza y con un brillante casco dorado. Este personaje va acompañado de un criado que lo sigue a pie. Por sus características, la escena ha sido bautizada por los investigadores como "el regreso del guerrero".

Las paredes laterales de la tumba están decoradas, asimismo, con imágenes de granadas y guirnaldas, e incluso la puerta de acceso al interior de la sepultura está pintada con un vívido patrón romboidal. A pesar de que no se han hallado restos de ajuar funerario junto al difunto, sí que se ha localizado algo: los fragmentos de una corona hecha con pan de oro que en su día se colocó sobre la cabeza de este desconocido guerrero.

Fuente: nationalgeographic.com.es | 11 de octubre de 2023

La violencia en Ojo Guareña (Burgos), moneda común en la Edad del Bronce

La arqueólogo Ana Isabel Ortega muestra una imagen con los restos de uno de los individuos encontrados en Cueva Palomera. - Foto: Alberto Rodrigo

Se ha escrito un crimen. Mejor dicho, dos crímenes. Dos asesinatos registrados hace 3.500 años, en plena Edad del Bronce, que hasta hace poco se consideró más bien pacífica. El análisis y estudio de los restos de dos individuos hallados en Cueva Palomera, una de las cavidades principales de Ojo Guareña (Burgos), que se encontraban ocultos en zonas angostas y de muy difícil acceso, contribuyen a desmontar la creencia de que la violencia no era moneda común en ese periodo de la Prehistoria.

Borja González Rabanal (izquierda), antropólogo y miembro del Grupo de Investigación Evo Adapta de la Universidad de Cantabria, ha diseccionado, en colaboración con el Cenieh, ambos casos con conclusiones que van en ese sentido. Una violencia a la que se debe sumar ensañamiento, como ha podido confirmar el análisis de los restos de ambos asesinados.

La revista Quaternary Science Advances lo ha publicado, tal y como contó este periódico el pasado 3 de septiembre. «Lo más interesante del estudio que hicimos de los dos individuos, aparte de que estaban en dos zonas muy inaccesibles de la cueva, en galerías de difícil acceso a las que era necesario trepar o incluso escalar para llegar a ellas, es que sus esqueletos presentaban evidencias óseas de huellas de violencia», explica Borja González.

A) Perfil de la Galería Principal y Sima Dolencias a nivel de los sitios arqueológicos. Los puntos rojos muestran la posición de los esqueletos sobre la galería principal. B) Localización de los enterramientos dentro de la cueva. Los puntos rojos indican el lugar donde se descubrieron los individuos humanos. C) Detalle de los esqueletos humanos antes de la excavación. Escalas: 10 cm.

«El primer de ellos, localizado en el llamado yacimiento 'Terraza del enterramiento', tenía dos traumatismos contusos en el cráneo, uno, en el frontal y otro en el parietal izquierdo que probablemente habrían sido realizados con una espada o incluso con un hacha, dos armas comúnmente encontradas en yacimientos de esta época tanto a nivel peninsular como europeo. Las huellas que vimos en los huesos eran el tipo de fractura, el ángulo y el perfil de las mismas. Todo ello nos denotaban que se habían producido en un momento 'perimortem', es decir, en los mismos instantes de la muerte del individuo, por lo que ese individuo murió tras recibir esos golpes». Esto es, fue asesinado.

Fracturas 'perimortem' del cráneo del primer individuo localizado. Las flechas blancas muestran delaminación cortical, ángulos oblicuos y bordes lisos. Escala: 1 cm. Los números 1 y 2 indican el punto de impacto.

El segundo individuo, que se hallaba casi un kilómetro hacia el interior de Cueva Palomera desde la entrada principal, en la Sima Dolencias, no conservaba el cráneo por culpa de una remoción de materiales en época antigua, posiblemente para extraer sedimentos de la cueva -práctica común para encalar las casas a comienzos del siglo XX-. «Pero lo más interesante de este individuo es que las lesiones de violencia que documentamos estaban focalizadas en la parte torácica izquierda del esqueleto: tenía diferentes traumatismos prácticamente en todas las costillas izquierdas, siendo algunas 'perimortem' pero otras 'postmortem'. Y también lo que nos hizo indicar que fue una muerte violenta es que tenía dos puñaladas, dos marcas de corte en la novena costilla, así como 19 marcas de corte más localizadas en la clavícula y en la primera costilla izquierdas. Estas denotaban mayor precisión: es posible que una vez ya inconsciente o incluso muerto el individuo, se le realizaran esta serie de incisiones a la altura de la zona de la arteria carótida izquierda. Puede ser ensañamiento o que quisieran desangrar rápido al individuo para luego hacer algún ritual con esa sangre, cosa que no se puede probar, o bien para que el cuerpo pesase menos y se pudiese transportar más fácilmente», explica el antropólogo.

Modificaciones antrópicas del segundo individuo hallado. A) Marcas de corte en la clavícula izquierda. B) Marcas de corte en la primera costilla izquierda. C) Fractura de la región torácica izquierda. D). Marcas de corte en la novena costilla izquierda.

Los asesinados eran dos varones adultos, de entre 30 y 40 años. «Sus huesos han revelado que realizaban altos niveles de actividad física, que hacían movimientos repetitivos de flexión de los brazos, que se desplazaban grandes distancias o al menos por terrenos abruptos, como revelan los marcadores músculo-esqueléticos que hemos encontrados en los huesos de las piernas».

«Su alimentación era la propia de la época: consumo de cereales como el trigo o la cebada, complementada por proteína animal de diferentes especies domésticas. Y ambos individuos encajan dentro de lo que se ve en otras partes de Europa y de la península ibérica en yacimientos con huellas de violencia: suelen ser hombres adultos los que aparecen asociados a este tipo de contexto, lo que está denotando también la figura del guerrero que tanto se ha discutido durante décadas», añade.

Si fueron miembros de un grupo o de un grupo rival, «lo cierto es que el deseo de ocultamiento de los cadáveres es manifiesto. Transportar dos cuerpos inertes implica ese deseo de ocultación». Además, cuando la arqueóloga burgalesa Ana Isabel Ortega hizo la excavación de ambos depósitos sepulcrales «no encontró ningún tipo de ajuar funerario, ni elementos de adorno, ni cerámicas, que suelen encontrarse en contextos funerarios de este tipo. Parece que hubo intencionalidad en esconder a los individuos».

La arqueólogo Ana Isabel Ortega muestra una imagen con los restos de uno de los individuos encontrados en Cueva Palomera. - Foto: Alberto Rodrigo

Más evidencias de violencia

Explica Borja González Rabanal que el análisis de ambos restos ha proporcionado prácticamente la misma datación. «Se pueden asociar ambos eventos como casi sincrónicos; si no son del mismo momento, son muy cercanos en el tiempo. Eso denota que pudo existir algún tipo de conflicto, o un aumento al menos de la conflictividad social en esos momentos y en esta zona del norte de Burgos. Además, tenemos documentado que en otros yacimientos del norte de la provincia de Burgos, la Rioja alavesa o incluso Navarra, desde el Neolítico final, y sobre todo desde el Calcolítico, también se han documentado evidencias de violencia. En la Edad del Bronce eran muy pocas las pruebas de ello hasta el momento, parecía que era una época de relativa estabilidad política; es la primera gran cultura europea con una gran red de intercambios comerciales a gran escala, desde el Báltico hasta el Cantábrico con conexiones con el Mediterráneo, que es donde estaban en ese momento las culturas micénica y minoica. Es una época de mucha movilidad tanto de personas como de mercancías. Hasta ahora había pocas evidencias de actos de violencia, pero poco a poco se están encontrando más».

Una imagen de la Cueva Palomera, en Ojo Guareña (Burgos). JCYL.

«Parece, entonces, que este periodo no fue tan pacífico como se pensaba, que también debió haber conflictos como en otras épocas prehistóricas. No es descabellado pensar que la conflictividad social en este periodo existió. Al menos en el entorno de Ojo Guareña así fue, ahí están los casos».

Pero hay más, avanza el arqueólogo de la Universidad de Cantabria: «Estamos estudiando ahora otros materiales de otras cuevas de Burgos y parece que pueden salir más evidencias en el futuro». Otro aspecto interesante es que «los estudios genéticos que se han venido realizando en los últimos años demuestran cómo en la transición del Calcolítico a la Edad del Bronce cuando se produce una migración proveniente de Europa hacia la península ibérica que trae consigo una nueva ascendencia genética relacionada con pobladores de las estepas centroeuropeas que paulatinamente, y a partir del Bronce, fueron desplazándose y sustituyendo las poblaciones de Europa occidental. Eso también ocurre aquí. Cuando una población es desplazada o absorbida por otra con un mayor desarrollo tecnológico y una mayor estructuración social, lo lógico es que surjan conflictos», concluye el arqueólogo.

Fuente: diariodebuergos.es | 8 de octubre de 2023