Una única mutación permitió al 'Homo sapiens' generar más neuronas y aventajar al 'Homo neanderthalensis'

Diferencia encefálica entre un cráneo de neandertal (izquierda) y sapiens (derecha).

Un cambio en un único aminoácido de la proteína TKTL1 -siglas en inglés de 'proteína 1 similar a la transcetolasa'- pudo proporcionar a los humanos modernos la ventaja evolutiva sobre sus parientes más arcaicos con los que convivieron, como el Homo neanderthalensis. Esta mutación incrementó la neurogénesis en la corteza cerebral, lo que habría permitido al Homo sapiens generar más neuronas y ampliar potencialmente su capacidad cognitiva, ayudándole a adaptarse mejor a los cambios, según un nuevo estudio publicado en la revista Science.

El enigma de la extinción de los neandertales no ha dejado de cautivar a la ciencia, y la antropología evolutiva destierra de forma cada vez más contundente la idea de que eran significativamente más 'bestiales' que los humanos modernos. Su cerebro era del mismo volumen que el del humano contemporáneo, eran capaces de interpretar el lenguaje, manufacturar herramientas de piedra con habilidad y dejaron las primeras expresiones artísticas y culturales.

Su herencia genética, de hecho, pervive entre nosotros mediante los genes que nos legaron en los diversos eventos de hibridización que se produjeron entre comunidades de homínidos diferentes. Sin embargo, hay indicios de que su desarrollo cognitivo y su actividad cerebral eran más lentos en comparación con el humano moderno. Esto les habría dificultado la competición frente a parientes con más recursos en un entorno cambiante, y les habría llevado a la desaparición hace unos 40.000 años.

TKTL1 y neurogénesis cortical de homínidos: la simple sustitución de lisina por arginina en el TKTL1 de un humano moderno conduce a un mayor número de bRG que en los neandertales. Estos bRG, a su vez, generan más neuronas neocorticales en los humanos modernos. Debido a que la expresión de TKTL1 en el neocórtex humano fetal es particularmente alta en el lóbulo frontal en desarrollo, este hallazgo implica que el lóbulo frontal de los humanos modernos contiene más neuronas que el de los neandertales.

Investigadores del Instituto Max Planck Instituto de Biología Celular Molecular y Genética (MPI-CBG) de Dresde (Alemania) han demostrado ahora que la variante de la proteína TKTL1 que poseemos los humanos modernos solo difiere en un aminoácido con respecto a la neandertal. Sin embargo, dicha variación acrecienta la producción de unas células madre en el cerebro, las progenitoras gliales radiales (RGP).

Las RGP son responsables de generar la mayor parte de las neuronas durante el desarrollo de la corteza cerebral, la parte del cerebro relacionada con las habilidades cognitivas más evolucionadas. En concreto, esta mutación habría llevado a una mayor producción neuronal durante el desarrollo del lóbulo frontal del Homo sapiens, un área que controla las funciones ejecutivas y conductuales del individuo en circunstancias como la resolución de problemas.

Foto: El profesor Wieland Huttner y la Dra. Anneline Pinson en el laboratorio de MPI-CBG, Dresde.

La arginina, un cambio crucial

La diferencia es más significativa todavía teniendo en cuenta que, entre el humano moderno y los desaparecidos neandertales y denisovanos, muy pocas proteínas han sufrido diferencias en sus secuencias de aminoácidos, sus 'bloques de construcción'. Entre los sapiens, el aminoácido que cambió de sitio es la arginina, mientras que tanto los humanos arcaicos como los primates contemporáneos poseen en ese lugar la lisina.

Para determinar los efectos de esta alteración, el equipo de la investigadora Anneline Pinson empleó dos grupos de embriones de ratón a los que se les introdujeron una variante u otra de la TKTL1 en el neocórtex en desarrollo. Unos recibieron la sapiens y otros la neandertal, y la producción de células madre RGP solo se produjo en el primer grupo. A resultas de ello, solo los cerebros de los ratones modificados para parecerse a los cerebros de los humanos modernos generaron más neuronas.

El siguiente paso consistió en generar organoides de cerebros humanos, modelos cultivados en laboratorio a partir de células madre a los que se permite crecer hasta alcanzar un tamaño embrionario. Estos 'minicerebros' recibieron la variante neandertal de la TKTL1. "Descubrimos que en este tipo de cerebro neandertal la producción de RGP era inferior a la de un cerebro humano moderno en desarrollo, lo que se tradujo en una menor cantidad de neuronas", explica Pinson.

"No podemos saber cuántas neuronas tenía realmente el cerebro de un neandertal", reconoce la investigadora. "Pero podemos inferir que los humanos actuales poseen más que ellos en el lóbulo frontal del cerebro, en donde la TKTL1 presenta mayor actividad".

El Dr. Wieland Huttner, supervisor del trabajo, va más allá. "Este estudio implica que la producción de neuronas durante el desarrollo fetal es mayor en los humanos modernos que en el neandertal, y estamos tentados a especular con que esto impulsó las capacidades cognitivas que hoy asociamos con el lóbulo frontal".

Imagen de microscopía de una célula glial radial basal en división, un tipo de célula progenitora que genera neuronas durante el desarrollo del cerebro. / Pinson et al / Science.

Opiniones sobre el trabajo de investigación

Chris Stringer (izquierda), jefe de investigación sobre los orígenes humanos en el Museo de Historia Natural de Londres, calificó el trabajo de “pionero”, y dijo que se ha propuesto abordar uno de los enigmas centrales de la evolución humana: por qué, con toda la diversidad anterior de humanos, son los Homo sapiens los únicos que quedan.

“Las ideas iban y venían: que si los 'Homo sapiens' tenían mejores herramientas, mejores armas, lenguaje adecuado, arte y simbolismo, mejores cerebros, etc.”, dijo Stringer. “Finalmente, este trabajo proporciona evidencia de por qué nuestros cerebros eran superiores al de los neandertales”.

Más neuronas no significa automáticamente un tipo de ser humano más inteligente, a pesar de que las mismas dictan el poder de cómputo básico del cerebro. Los cerebros humanos contienen el doble de neuronas que los chimpancés y los bonobos.

Para el profesor Laurent Nguyen (derecha), de la Universidad de Lieja, este trabajo de investigación está lejos de ser una evidencia concluyente de la superior inteligencia de los Homo sapiens, si bien muestra que los neandertales tenían diferencias significativas en el desarrollo de su cerebro. “Es esta una historia interesante”, agregó.

Para Emiliano Bruner, del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH), los resultados del trabajo de investigación no pueden asumirse como concluyentes, al considerar que el proceso cognitivo cerebral es tan complejo y está condicionado a tantas variables, que limitar toda esta función a expensas de una mínima modificación genética resulta muy dudoso, máxime cuando existe un amplia literatura que analiza y revela las diferencias cognitivas entre las dos especies.

"El cerebro es un órgano increíblemente complejo y el proceso cognitivo lo es mucho más, porque abarca además factores ambientales de todo tipo. Me parece muy reduccionista llegar a conclusiones tan importantes solamente a raíz de un único gen y de un experimento de cultivo o expresión celular", concluye Bruner.

Fuentes: elespanol.com | onu.noticias.mx | agenciasinc.es | Max Planck Institute | abc.es | 8 de septiembre de 2022

El estudio del ADN del 'Guerrero del Grifo' demuestra que era oriundo de la tierra en la que gobernó (Micenas)

Una reconstrucción forense realizada por Lynne Schepartz y Tobias Houlton imagina cómo podría haber sido el 'Guerrero del Grifo'. Crédito: Lynne Schepartz y Tobias Houlton/HVRU/Universidad de Witwatersrand.

Mediante el uso de nuevas herramientas científicas, los arqueólogos de la Universidad de Cincinnati descubrieron que un antiguo líder griego conocido hoy como el 'Guerrero del Grifo' probablemente creció alrededor de la ciudad costera y en la que algún día gobernaría.

Los hallazgos son parte de tres nuevos estudios publicados en la revista Science que examinaron el ADN antiguo del 'Guerrero de Grifo' y de otras 726 personas que vivieron antes y durante la Edad del Bronce, a fin de conocer aún más sobre sus orígenes y movimientos en los tres continentes que rodean el Mar Mediterráneo.

Dirigidos por investigadores de la Universidad de Harvard y en coautoría con expertos de todo el mundo, los artículos demuestran que hace entre 7.000 y 5.000 años, personas con ascendencia del Cáucaso, una región situada entre los mares Negro y Caspio, se trasladaron al oeste, hacia Anatolia (ahora Turquía,) y hacia el norte en la estepa de Europa del Este. Luego, hace unos 5.000 años, la gente de Europa oriental se esparció por el continente europeo y hacia el oeste de Asia, volviendo al Cáucaso. Tales movimientos de población se unieron a lo locales, "creando un tapiz de ascendencia diversa del que surgieron hablantes de las lenguas griega, paleo-balcánica y albanesa".

"Cuando observamos el surgimiento de la civilización micénica, el ADN antiguo respalda la idea de que fue un fenómeno local, no algo importado del exterior", dijo el coautor Jack L. Davis (izquierda), profesor y jefe del departamento de Ciencias Clásicas en la Universidad de Cincinnati.

"El desarrollo del estado por parte de los micénicos fue autóctono de Grecia", añade Davis.

Entre los restos estudiados para el análisis de ADN antiguo se encontraba el 'Guerrero del Grifo', cuya tumba fue descubierta en 2015 por Davis y la investigadora asociada, Sharon Stocker.

El profesor de Ciencias Clásicas de la Universidad de Cincinnati, Jack Davis, y la principal investigadora asociada, Sharon Stocker, descubrieron la tumba del 'Guerrero del Grifo' en 2015. La tumba contenía armas, armaduras y joyas preciosas que están ayudando a dar forma a nuestra comprensión de la antigua Grecia. Crédito: Robert McCabe.

Davis y Stocker encontraron la tumba bajo un olivar en Pilos, una ciudad costera en el sur de Grecia. Un examen forense determinó que los restos pertenecían a un joven de entre 30 y 35 años que provenía de evidente riqueza. Su tumba contenía armas, armaduras y obras de arte preciosas, incluida una placa de marfil adornada con la imagen del grifo mitológico mitad águila, mitad león, y que le dio al guerrero su apodo.

"Estábamos interesados ​​en las implicaciones locales de nuestra interpretación de lo que encontramos en Pilos, pero también dentro de la civilización micénica más amplia", explica Davis.

Un aspecto de la tumba del Guerrero del Grifo. A la izquierda la losa que la cubría.

La revista Archaeology anunció el proyecto del Departamento de Ciencias Clásicas de la Universidad de Cincinnati como el mayor descubrimiento arqueológico en Grecia en los últimos 50 años. Sus revelaciones continuaron la histórica tradición de exploración de esta Universidad en Grecia. Previamente, en Pilos, el profesor Carl Blegen (derecha) y su colega griego, Konstantinos Kourouniotis, desenterraron el Palacio del Rey Néstor, una figura mencionada por Homero en sus poemas épicos.

Mientras continuaban su trabajo con el Guerrero del Grifo Davis y Stocker hicieron un segundo hallazgo sorprendente en 2018 de dos tholos cercanos cubiertos de oro o tumbas familiares en forma de colmena. Al igual que la tumba del 'Guerrero del Grifo', las tumbas tholos también contenían una gran cantidad de artefactos culturales y joyas exquisitas.

En 2016, Davis y Stocker recurrieron a la exprofesora de antropología de la Universidad de Arizona, Lynne Schepartz (izquierda), para reconstruir las características del 'Guerrero del Grifo'. Ahora, una investigación adicional que utiliza ADN antiguo está ayudando a completar los detalles sobre la vida de este guerrero de Grecia de hace 3.500 años.

"Era un hombre joven y rico, que cumplió diferentes funciones: una función religiosa o sagrada, como un guerrero destacado y como líder de su pueblo", dice Stocker.

"Fue uno de los primeros reyes micénico de Pilos. Hasta entonces había habido familias aristocráticas en competencia, lo que explica por qué había múltiples tumbas 'tholos'", dijo Stocker. "Pero este guerrero fue uno de los primeros individuos en unir todas estas funciones dentro de la sociedad".

"Esta investigación aborda una pregunta muy importante sobre la dinámica de la población. ¿De dónde vinieron los griegos? No teníamos forma de abordar esa pregunta sin observar las relaciones genéticas", dijo Davis.

Para el análisis de ADN antiguo, Davis y Stocker recurrieron nuevamente a Schepartz para examinar los restos. "Las tumbas micénicas son difíciles de estudiar, pues sus rituales mortuorios involucraban el reposicionamiento de los esqueletos cuando se realizaban nuevos entierros en tumbas que se usaron durante generaciones", dijo Schepartz.

Schepartz, coautora de los artículos de Science, tomó muestras del 'Guerrero del Grifo', esto es, una parte del cráneo cerca del oído interno que a menudo conserva ADN antiguo. "Este tipo de estudio es fundamental para nuestra comprensión de la historia antigua de la región y el papel de los micénicos en la formación de esa historia", dijo Schepartz.

Schepartz descubrió que dos tumbas de tholos y siete tumbas de cámara descubiertas por primera vez por Blegen en el Palacio de Néstor contenían más individuos de los que los investigadores pensaron inicialmente.

Schepartz sometió las muestras a análisis isotópicos para saber más sobre las dietas de los antiguos griegos en Pilos. Encontró que los hombres consumían más proteínas que las mujeres. Las personas enterradas en las tumbas de tholos también consumieron más proteínas que las enterradas en las tumbas de cámara. Las dietas ricas en proteínas se consideran un barómetro de una buena nutrición, que a menudo se correlaciona con el estatus o la riqueza.

"Estos hallazgos se corresponden con lo que sabemos sobre los antiguos rituales griegos", dijo Schepartz. “Por ejemplo, está documentada la participación de los hombres en las fiestas donde se consumía carne, pero la participación de las mujeres pudo haber sido mucho menos frecuente”.

"Nosotros estamos realmente interesados ​​en las relaciones que mantenían las personas enterradas en las tumbas de Pilos y la población en general, y el ADN antiguo es la única forma de establecer estas relaciones", subraya Stocker.

El ADN antiguo también ha respaldado lo que los expertos han sospechado todo el tiempo: el 'Guerrero del Grifo' era oriundo de la región que luego gobernaría. Davis dijo que la nueva evidencia refuta la sugerencia de que él era un invasor o un extraño.

"Siempre hemos sido escépticos acerca de esa teoría, pero no pudimos probarla excepto a través del análisis de ADN", dijo Davis.

La contribución de la Universidad de Cincinnati al estudio fue posible en parte gracias a Blegen, el ex jefe de departamento de Ciencias Clásicas, quien tuvo la previsión de preservar a lo largo del tiempo las muestras arqueológicas recuperadas. En Turquía, Blegen demostró que la Ilíada de Homero se basaba en hechos históricos, incluido el saqueo de Troya durante la llamada Guerra de Troya.

Foto: Una de las tablillas de arcilla halladas con inscripciones en lineal B (PY Ub 1318) que registra la entrega de pieles a artesanos para que estos generaran, a partir de ellas, productos manufacturados.

Trabajando en Pilos en 1939, Blegen encontró más de 1200 tablillas de arcilla con algunas de las primeras escrituras europeas conocidas que datan de 1250 a.C. El trabajo de Blegen fue interrumpido por la Segunda Guerra Mundial, pero regresó en 1952 para reanudar su investigación en Pilos y permaneció en Grecia hasta su muerte en 1971.

"Blegen se adelantó a su tiempo al comprender que habría mejor tecnología en el futuro", dijo Stocker. "Salvó todos los restos humanos y de animales de las excavaciones que realizó para que pudiéramos obtener muestras de ADN".

Del mismo modo, dijo Stocker, su equipo ha tomado medidas para preservar el material excavado y que los arqueólogos del mañana, que probablemente tendrán equipos o técnicas más avanzadas, puedan tenerlas a su disposición.

"Somos muy cuidadosos en mantener intacta una parte de lo que tenemos", dijo Stocker. "Sabemos que se harán avances en tecnología, y es importante su preservación para que las futuras generaciones puedan realizar estudios al respecto".

Stocker declaró que el análisis de ADN antiguo está todavía en pañales cuando se trata de estudios antropológicos. Por el momento, los tamaños de las muestras son muy pequeños para la interpretación estadística. Pero ella está contenta de ver hacia dónde se dirige la investigación.

"Definitivamente, es un aspecto emocionante de la arqueología y esperamos continuar nuestra colaboración", concluye Stocker.

Fuente: Universidad de Cincinnati | 25 de agosto de 2022

Hallan en Selinunte (Sicilia) una impresionante ágora por su tamaño, la más grande del mundo antiguo, además de otras reliquias

Panorámica de la gran ágora sacada a la luz en Selinunte. ANSA.

En Selinunte, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de la época griega en Sicilia, Italia, han sido desenterrado los contornos del ágora más grande del mundo antiguo, con una superficie de 33.000 metros cuadrados.

Al mismo tiempo, se han realizados excavaciones en la zona de la acrópolis, donde se han encontrado restos de lo que parece haber sido el lugar sagrado de los primeros colonos griegos de Selinunte, los cuales llegaron, tras el fundador Pamilo, en siglo VII a.C., de la ciudad de Mégara Hyblea, también en Sicilia.

Vista del templo C en Selinunte.

Las excavaciones, lideradas por Clemente Marconi, con la colaboración del Instituto de Bellas Artes de la Universidad de Nueva York, la Universidad de Milán y el Instituto Arqueológico Germánico, han proporcionado amuletos y objetos de gran refinamiento igual a otros encontrados en Grecia, en Delfos, y a los que se suma un misterioso molde de piedra, quizás utilizado para fundir un cetro de bronce.

"Los resultados obtenidos son de suma importancia para el conocimiento de Selinunte en la época arcaica y clásica", subraya Marconi, el arqueólogo que lleva décadas estudiando los restos de esta antigua colonia griega.

Foto: El arqueólogo Clemente Marconi. Foto: ANSA

Selinunte, fundada al sur de la isla de Sicilia, en la actual provincia de Trapani, en la costa sudoeste, junto la desembocadura del río Selinunte, fue en el periodo clásico un rico centro comercial de la Magna Grecia.

Los recientes descubrimientos arrojan nueva luz sobre la breve y fascinante historia de esta ciudad, cuyo parque arqueológico es el más grande de Europa, con 270 hectáreas de naturaleza y majestuosas ruinas con vistas al mar. En ese contexto, se ha podido verificar los límites del ágora, con sus enormes dimensiones (el doble del tamaño de la Piazza del Popolo, en Roma) y su forma vagamente trapezoidal con los restos de un único monumento en el centro, una tumba, quizás la del fundador de la ciudad.

Foto: Restos del monumento hallado en en el centro del ágora, una tumba perteneciente, quizás, al fundador de la ciudad, Pamilo.

"Es una cuenca vacía que impresiona por su amplitud y su denso misterio", sonríe el director del Parque Arqueológico de Selinunte, Felice Crescente. "Es un espacio que da una idea de la magnificencia de esta ciudad y de su extraordinaria esencia", comenta a su lado el concejal de Cultura, Alberto Samoná.

Después de dos años ralentizados por la pandemia, en junio de este año se reanudaron las excavaciones a toda velocidad y "los resultados han superado con creces las expectativas", subraya Marconi.

Foto: Clemente Marconi, junto con otros colaboradores, colocando los objetos hallado en el 'Antiquarium' del Parque Arqueológico de Selinunte.

La idea inicial era poder datar el período de construcción de dos de los templos más recientes de la acrópolis, denominados A y O, y considerados gemelos durante mucho tiempo. La excavación mostró que templo A se construyó antes que el O, y que la construcción de este último probablemente se interrumpió debido a un deslizamiento de tierras. El hallazgo más importante, sin embargo, fue el de una falla de agua bajo los cimientos del templo A, un detalle, apunta el experto, "que confirma la hipótesis de que los primeros colonos griegos se asentaron en esta parte sur de la acrópolis". En resumen, es aquí donde nació la antigua ciudad de Selinus.

Foto: Los dos moldes de un posible cetro de bronce. El de la derecha es recientemente hallado dentro del templo R.

Y no solo por eso. Sino porque cavando profundamente alrededor de un tercer templo, el llamado R, construido en el siglo VI a.C., y luego quizás reconstruido después del 409 a.C., cuando los cartagineses ocuparon y destruyeron la ciudad, los arqueólogos identificaron los muros de un recinto ritual que data del 610 a.C., poco después de la llegada de los colonos liderados por Pamilo, a quien Tucídides fija en el 628 a.C. y Diodoro Sículo hacia el 650 a.C. Y es también aquí, dentro del templo R, donde la tierra ha devuelto la parte que faltaba de una matriz de piedra (la primera se encontró hace diez años a poca distancia) utilizada para la fundición de un objeto de bronce que se parece a un cetro. Un objeto tan precioso, especulan ahora los arqueólogos, que no debía ser repetido, y, por eso, inmediatamente después de la fusión del mismo, las matrices habrían sido enterradas en dos lugares distintos.

Foto: Amuleto egipcio en forma de halcón representando al dios Horus.

Miniatura muy refinada de una sirena alada hecha en marfil.

De ese mismo edificio, revela Marconi, llegan dos objetos, que en los próximos días serán exhibidos en el Antiquarium del Parque: un amuleto en forma de halcón, una imagen del dios del cielo Horus realizada en azul egipcio, que proviene de Egipto a finales del siglo VII a.C., y una figura en miniatura muy refinada de una sirena de marfil, encontrada en fragmentos en 2017 y reconstruida en los últimos meses en el laboratorio.


Son unas pequeñas maravillas, apunta Marconi, las cuales, casi con seguridad, fueron importadas de Grecia, y que "hablan de la riqueza alcanzada por la ciudad en el siglo VI a.C.". Dos siglos después, el final de Selinunte sería terrible, al ser la ciudad incendiada por los soldados de Aníbal. Enterrada durante siglos, la grandeza de aquella época dorada vuelve hoy a asombrar.

Mapa del Parque Arqueológico de Selinunte completo en escala 1:4000

Fuente: ansalatina.com | 23 de julio de 2022

Hallan en Azerbaiyán restos humanos en una posible tumba de hace 10.000 años

Una imagen de los restos humanos hallados en una posible tumba de hace 10.000 años (EFE).

Un equipo internacional de arqueólogos ha descubierto en Azerbaiyán los restos humanos de un individuo joven, de entre cuatro y ocho años de edad, que se encontraba en posición anatómica y que posiblemente fue enterrado hace unos 10.000 años.

Los científicos también han recuperado varias herramientas de piedra, huesos de animales (oveja, cabra, caballo y bóvido), adornos personales, restos cerámicos y numerosos huesos de pequeños animales y carbones que permitirán conocer cómo ha sido el clima en ese lugar en los últimos 10.000 años.

Los hallazgos, realizados en una montaña del entorno de Ana Zaga -integrada en la reserva nacional de Gobustán de Azerbaiyán-, son resultado de una colaboración internacional entre arqueólogos españoles, azerbaiyanos e italianos iniciada en 2019.

Sus investigaciones, promovidas por la Reserva Nacional Artística e Histórica de Gobustán (Azerbaiyán), la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Ferrara (Italia), y financiadas por la Fundación Palarq y la Fundación Atapuerca, se centran en las representaciones de arte rupestre de Gobustán, que es Patrimonio Mundial por la Unesco desde 2007.

Grabados de figuras humanas como posibles cazadores. Gobustán.

Figuras humanas grabadas. El conjunto es interpretado como una posible danza. Grupo de Prehistoria de la UCM.

Arte rupestre de Gobustán

Gobustán alberga al menos 7.000 grabados en roca de una calidad excepcional y una variedad temática, cronológica y estilística excepcional. Los grabados, que muestran las actividades cotidianas y la complejidad cognitiva y simbólica de los cazadores-recolectores, son un testimonio excepcional de esa época prehistórica y reflejan las primeras creencias de la Humanidad.

En la campaña de este año, los investigadores han localizado en la montaña de Boyükdaş, en el entorno de Ana Zaga, una pequeña cuevacon cientos de figuras grabadas y con restos arqueológicos de ocupaciones humanas excavadas en la década de los años 60 y 70 del siglo pasado.

También han realizado una pequeña excavación o ‘refresco’ del corte estratigráfico para precisar la cronología de las ocupaciones humanas prehistóricas que cubrían una parte de los grabados, y poder datar de este modo con edades mínimas el arte rupestre.

Todos estos trabajos arqueológicos, cuyo estudio se encuentra en fase preliminar, han puesto al descubierto 5 niveles arqueológicos que contienen ocupaciones arqueológicas desde la Edad Media (en torno al siglo XV) hasta momentos Mesolíticos (aproximadamente hace unos 10.000 años).

Reserva Nacional Artística e Histórica de Gobustan, Azerbaiyán. ©Fundación Atapuerca.

Restos humanos

El hallazgo más destacado ha sido el descubrimiento de restos humanos en el nivel 5, atribuido al Mesolítico, un momento de hace unos 10.000 años en el que los grupos humanos eran poblaciones cazadoras-recolectoras. Se trata de parte de un pie de un individuo joven (entre cuatro y ocho años) que se encontraba en posición anatómica, probablemente son restos de una tumba.

Los próximos estudios precisarán la edad estimada del individuo, y deberán determinar la relación entre los restos humanos y los localizados previamente, ya que cabe la posibilidad de que se trate del mismo individuo; ello permitirá determinar el tipo de enterramiento y la posible existencia de un ritual funerario. Tales restos humanos de Ana Zaga son claves para estudiar el comportamiento simbólico y los ritos ancestrales de los últimos grupos cazadores-recolectores.

Dichos restos humanos se unen al selecto y escaso conjunto de restos óseos humanos conocidos anteriores a las primeras poblaciones ganaderas y agricultoras, con quienes los enterramientos y el ritual funerario asociado se generaliza.

Futuros estudios permitirán identificar el ADN del individuo descubierto y su relación con otras poblaciones euroasiáticas, mientras que los análisis isotópicos aportarán datos sobre la dieta de estas poblaciones.

Fuente: infobae.com | 29 de agosto de 2022

Tres nuevos artículos detallan el desarrollo genético de la población del sur de Eurasia durante más de 15.000 años

Fresco de un caballo del antiguo reino de Urartu en lo que ahora es Armenia y Turquía. Los nuevos análisis de ADN incluyeron a varios individuos asociados con este reino. Imagen: EvgenyGenkin/ CC BY-SA 3.0.

Un vasto estudio paleogenético revela información sobre los patrones de migración, la expansión de la agricultura y el desarrollo del lenguaje del Cáucaso, sobre el oeste de Asia y el sur de Europa, desde principios de la Edad del Cobre hasta finales de la Edad Media.

En un trío de artículos científicos, publicados simultáneamente en la revista Science, los investigadores que llevaron a cabo los estudios al respecto informan sobre el esfuerzo masivo de secuenciación del genoma de 727 individuos antiguos distintos con los que fue posible probar hipótesis arqueológicas, genéticas y lingüísticas planteadas hace mucho tiempo. En este sentido, presentan una imagen sistemática de las historias interrelacionadas de los pueblos de la Región del Arco Sur (entre el oeste de Asia y sur de Europa) desde los orígenes de la agricultura hasta la Baja Edad Media. Los científicos principales incluyen a Ron Pinhasi, del Departamento de Antropología Evolutiva y Evolución Humana y Ciencias Arqueológicas (HEAS) de la Universidad de Viena, a Songül Alpaslan-Roodenberg, de la Universidad de Viena y la Universidad de Harvard, y a Iosif Lazaridis y David Reich, de la Universidad de Harvard, junto con otros 202 coautores.

En el primer artículo, el equipo de investigación internacional investigó la patria y difusión de las lenguas anatolia e indoeuropea. Los resultados genéticos indican que la patria de la familia lingüística indo-anatolia estaba en el oeste de Asia, con solo dispersiones secundarias de indoeuropeos no anatolios de la estepa euroasiática. En la primera etapa, hace alrededor de 7000-5000 años, las personas con ascendencia del Cáucaso se trasladaron al oeste a Anatolia y al norte a la estepa. Algunas de estas personas pueden haber hablado formas ancestrales de lenguas anatolias e indoeuropeas.

Todos los idiomas indoeuropeos hablados (p. ej., griego, armenio y sánscrito) se remontan a los pastores esteparios de la cultura Yamnaya (o Yamna), con ascendencia de cazadores-recolectores del Cáucaso y cazadores-recolectores orientales, que iniciaron una cadena de migraciones a través de Eurasia hace unos 5.000 años. Sus expansiones hacia el sur en los Balcanes y Grecia y hacia el este, a través del Cáucaso, hacia Armenia dejaron un rastro en el ADN de la gente de la Edad del Bronce de la región.

A medida que se expandieron, los descendientes de los pastores Yamnaya se mezclaron de manera diferencial con las poblaciones locales. El surgimiento de los idiomas griego, paleo-balcánico y albanés (indoeuropeo) en el sureste de Europa, y el idioma armenio en el oeste de Asia, se formaron a partir de inmigrantes de habla indoeuropea de la estepa que interactuaban con la población local, y se puede rastrear a través de diferentes formas de evidencias genéticas. En el sureste de Europa, el impacto de la cultura Yamnaya fue profundo y la gente de ascendencia Yamnaya, prácticamente completa, llegó justo después del comienzo de su migración.

Algunos de los resultados más notables se encuentran en la región central del Arco Sur, Anatolia, donde los datos a gran escala pintan una rica imagen de cambio, y, posteriormente, la falta de cambio a lo largo del tiempo.

Foto: Los investigadores tomaron muestras de ADN de individuos, incluido este hombre enterrado hace unos 8000 años en Turquía. JACOB ROODENBERG.

Los resultados revelan que, a diferencia de los Balcanes y el Cáucaso, Anatolia apenas se vio afectada por las migraciones de la cultura Yamnaya. No se puede establecer ningún vínculo con los habitantes de las estepas para los hablantes de las lenguas de Anatolia (p. ej., hitita, luvita), debido a la ausencia de ascendencia de cazadores-recolectores orientales en Anatolia, a diferencia de todas las demás regiones donde se hablaban lenguas indoeuropeas.

En contraste con la sorprendente impermeabilidad de Anatolia a las migraciones esteparias de la cultura Yamnaya, el sur del Cáucaso se vio afectado varias veces, incluso antes de las migraciones de Yamnaya.

“No esperaba descubrir que los individuos calcolíticos de Areni 1, que se recuperaron hace 15 años en una excavación que codirigí, obtendrían ascendencia del flujo de genes del norte a zonas del sur del Cáucaso más de 1000 años antes de la expansión del Yamnaya, y que esta influencia del norte desaparecería en la región antes de reaparecer un par de milenios después. Esto demuestra que hay mucho más por descubrir a través de nuevas excavaciones y trabajo de campo en las regiones orientales de Asia occidental”, dice Ron Pinhasi (izquierda).

"Anatolia fue el hogar de diversas poblaciones descendientes tanto de cazadores-recolectores locales como de poblaciones del este del Cáucaso, Mesopotamia y el Levante", agrega Songül Alpaslan-Roodenberg. “La gente de la región del Mármara y del sureste de Anatolia, del Mar Negro y la región del Egeo tenían variaciones del mismo tipo de ascendencia”, continúa Alpaslan-Roodenberg (derecha).

Las primeras sociedades agrícolas y sus interacciones

El segundo artículo busca comprender cómo se formaron las primeras poblaciones neolíticas del mundo hace unos 12.000 años. “Los resultados genéticos respaldan un escenario de una red de contactos panregionales entre las primeras comunidades agrícolas. También brindan nueva evidencia de que la transición neolítica fue un proceso complejo que no ocurrió solo en una región central, sino en Anatolia y el Cercano Oriente”, dice Ron Pinhasi.

Proporciona los primeros datos de ADN antiguo para agricultores del Neolítico anterior a la cerámica del del norte de Mesopotamia, tanto en el este de Turquía como en el norte de Irak, una región principal sobre los orígenes de la agricultura. El estudio también presenta el primer ADN antiguo de los agricultores anteriores a la cerámica de la isla de Chipre, que fue testigo de la primera expansión marítima de los agricultores del Mediterráneo oriental. Además, exhibe nuevos datos de los primeros agricultores del Neolítico del noroeste de los montes Zagros, junto con los primeros datos del Neolítico de Armenia. Al llenar estos vacíos, los autores pudieron estudiar la historia genética de estas sociedades, para las cuales la investigación arqueológica documentó interacciones económicas y culturales complejas, pero no pudieron rastrear los sistemas de apareamiento e interacciones al no dejar rastros materiales visibles. Los resultados revelan una mezcla de fuentes pre-neolíticas relacionadas con cazadores-recolectores de Anatolia, Cáucaso y Levante. El estudio también muestra que estas primeras culturas agrícolas formaron un continuo de ascendencia que reflejaba la geografía de Asia occidental. Además, los resultados trazan al menos dos pulsos de migración desde el corazón de la Medialuna Fértil hasta los primeros agricultores de Anatolia.

Las migraciones hacia el oeste y el norte de las tierras altas de Asia occidental dividieron el idioma proto-indo-anatolio en las ramas anatoliana e indoeuropea. Los pastores yamnaya, formados en la estepa por una fusión de recién llegados y lugareños, se mezclaron nuevamente a medida que se expandían por todas partes, dividiendo la lengua proto-indoeuropea en sus lenguas hijas por toda Eurasia. Los colores del borde representan la ascendencia y las ubicaciones de cinco poblaciones de origen antes de las migraciones (flechas) y la mezcla (gráficos circulares) documentadas en los trabajos de investigación.

El período histórico

El tercer artículo muestra cómo las entidades políticas del antiguo mundo mediterráneo conservaron los contrastes de ascendencia desde la Edad del Bronce, pero estaban unidas por la migración. Los resultados revelan que la ascendencia de las personas que vivían alrededor de Roma en el período imperial era casi idéntica a la de los individuos romanos/bizantinos de Anatolia tanto en su media como en el patrón de variación, mientras que los italianos antes del período imperial tenían una distribución muy diferente. Esto indica que el Imperio Romano, tanto en su parte occidental de vida más corta como en la parte oriental de mayor duración, centrada en Anatolia, tenía una población diversa pero similar, plausiblemente extraída en gran medida de fuentes preimperiales de Anatolia.

“Estos resultados son realmente sorprendentes, ya que en un artículo de Science que codirigí en 2019, sobre la ascendencia genética de los individuos de la Antigua Roma, encontramos un patrón cosmopolita que pensamos que era exclusivo de Roma. Ahora vemos que otras regiones del Imperio Romano también eran tan cosmopolitas como la propia Roma”, dice Ron Pinhasi.

Fuente: scitechdaily.com | 28 de agosto de 2023

El ADN antiguo ilumina 15.000 años de historia en la encrucijada Europa-Asia

Vista principal de la necrópolis de Karashamb de la Edad del Bronce. El estudio incluye 26 individuos de la Edad del Bronce Final y del Hierro Temprano de este yacimiento. Crédito: Pavel Avetsiyan, Varduhi

Al crecer en Grecia, Iosif Lazaridis (izquierda), compartió el aprecio de sus compatriotas por haber vivido en “la encrucijada de Europa y Asia”, en el pasado y el presente. Al este se encontraban Turquía y Armenia, puertas de entrada al Cercano Oriente y Asia. Al norte estaban los Balcanes, abriendo el camino hacia el centro de Europa.

Lazaridis se preguntó cómo se relacionaban entre sí las personas de estas regiones. ¿Quién compartió ascendencia antigua con quién? ¿Cómo es posible que esos antepasados ​​se hayan movido por esta parte del mundo y hayan tenido hijos durante milenios? ¿Qué tan profundamente conectados estaban sus descendientes modernos a pesar de las fronteras nacionales y los conflictos políticos?

Mucha gente se mudó a Grecia desde los Balcanes después del colapso de la Unión Soviética, y muchos griegos descienden de refugiados que llegaron de Turquía a principios del siglo XX, dice Lazaridis. “Seguramente estos cambios que ocurrieron mientras crecía y que escuché de los viejos fueron solo la punta del iceberg de lo que había sucedido en los siglos anteriores”.

Las preguntas bullían en el fondo de la mente de Lazaridis cuando se mudó a California para obtener un doctorado en informática y ciencias de la computación. Las preguntas le siguieron a Boston, donde se unió al laboratorio del genetista David Reich (derecha), en la Escuela de Medicina de Harvard.

Allí, él y sus colegas de todo el mundo comenzaron a descubrir respuestas a través del estudio del ADN antiguo.

Ahora, Lazaridis es coautor de un trío de artículos, publicados el 25 de agosto en la revista Science, que cuentan la historia más completa hasta el momento de la ascendencia en esta parte fundamental del mundo. Los estudios describen 15.000 años de historia genética en lo que el equipo ha denominado el Arco Sur: las tierras que se extienden desde el sureste de Europa hasta el Medio Oriente, abarcando más de una docena de países desde Rumania y Serbia, a través de Grecia, y Turquía hasta Armenia, Azerbaiyán, Irán, Líbano e Israel.

Con los genomas de más de 1.300 personas antiguas, 727 de ellos secuenciados por primera vez, el trabajo representa uno de los análisis más grandes hasta la fecha del ADN humano antiguo.

La geografía del Arco Sur tal como se describe en el nuevo trío de artículos. Los círculos y cuadrados de colores marcan los sitios donde se encontraron individuos antiguos cuyo ADN se analizó en los estudios. Los puntos amarillos indican genomas estudiados por primera vez. Imagen: Lazaridis, Alpaslan-Roodenberg, et al., Science.

“A menudo, la gente hace una distinción artificial entre Europa y Asia”, dijo Lazaridis, investigador en genética en la Harvard Medical School (HMS) en la que se desempeña como científico de planta en el laboratorio del Reich. “Para estos estudios, dijimos, tenemos un montón de gente que son vecinos; olvidémonos de las ideas preconcebidas e intentemos descubrir cómo están todos relacionados y quién se mudó a dónde a lo largo del tiempo”.

No hay dudas: el hombre de Orce descubierto por José Gibert es el primer homínido europeo

Réplica del hueso VM-0 exhibida en el Museo de Prehistoria de Orce, siendo el soporte una mera recreación del endocráneo para facilitar la ubicación del fragmento.

"Encontrada la cara del primer europeo" El titular es de este pasado mes de julio y, en las notas de prensa, se explicaba que se trataba de los restos de un homínido con una datación de entre 1,2 y 1,4 millones de años.

Pero la noticia deja de lado que en la provincia de Granada, en Orce, se descubrió hace exactamente 40 años, en 1982, un cráneo en el yacimiento de Venta Micena que se dató con una antigüedad de 1,5 millones de años. Su descubridor fue José Gibert, un hombre al que ese hallazgo no le supuso el premio Príncipe de Asturias, como en el caso de los descubridores del yacimiento de Atapuerca.

Foto: El Dr. Gibert en el yacimiento de Venta Micena. Créditos: Luis Gibert Beotas.

Al contrario, desde que desenterraron los restos del Hombre de Orce, José Gibert vivió en el descrédito hasta que finalmente falleció en 2007. La polémica sobre si el cráneo era de un homínido o de un équido le acompañó desde entonces y precisamente ahora, 40 años después de que los estudiantes Maite y Jordi desenterraran los restos, la revista Biology recupera la tesis doctoral de Concepción Borja en la que, mediante el estudio de las proteínas, certifica que se trata de un ser humano y que el hombre más antiguo de Europa está en la península ibérica, sí, pero no en Atapuerca, sino en Orce.

El pasado 17 de agosto se celebró en Orce un homenaje a José Gibert en el que participó Enrique García Olivares (izquierda), director de la tesis de Concha Borja y catedrático del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Granada. García Olivares es el autor del artículo que acaba de publicarse en Biology, titulado 'Paleoprotoémica del siglo XX. Lecciones de los fósiles de Venta Micena', donde repasa desde el punto de visa actual la tesis de 1996 y recuerda que "el cráneo de Orce ha sido sometido a estudios morfológicos y moleculares".

Los primeros estudios "tienen el inconveniente de que se asocian a un componente subjetivo importante, por lo que están sujetos a la polémica, mientras que los estudios moleculares que realizamos en Granada por parte de mi grupo, y en EEUU por el Dr. Jerold Lowenstein, dan lugar a resultados objetivos, por lo que los restos descubiertos por Gibert son humanos y estos estudios no han sido contestados hasta ahora", afirma el catedrático de la Universidad de Granada.

García Olivares se apoya también en las tesis de Philip Tobias, "quizás el mejor paleoantropólogo que ha existido hasta ahora" y que ha sido propuesto tres veces al Premio Nobel, además de ser el descubridor del Homo habilis. "Al analizar los restos biológicos y moleculares ratificó que los mismos eran humanos", subraya sobre este hallazgo de repercusión mundial "dado que podrían suponer los restos de presencia humana más antiguos de Europa, además de reforzar la teoría de la posible llegada del hombre a Europa a través del Estrecho de Gibraltar", desde donde pudo expandirse posteriormente hacia otros territorios, como Atapuerca.

García Olivares recuerda que la Universidad de Granada coordina en la actualidad los trabajos de excavación en Orce, algo que ve totalmente adecuado, aunque matiza que las posibilidades de excavación deberían de estar abiertas a todos los equipos que demuestren solvencia científica. Y también apunta a que Orce debe de ser autónomo y no debe estar controlado por otro yacimiento.

Foto: Luis Gibert Beotas (izq.), Phillip Tobias (centro) y José Gibert Clolls (der.) durante el Congreso de Paleontología Humana celebrado en Sudáfica. Créditos: Luis Gibert Beotas.

El catedrático defiende la necesidad de volver a estudiar el cráneo de Orce con las técnicas actuales, que son mucho más precisas, aunque el primer inconveniente es que el propio Gibert le confesó que no se podían tomar más muestras sin deteriorar su morfología. "Antes se identificaban las proteínas mediante anticuerpos, pero ahora se hace una secuenciación de las proteínas, dado que, si conocemos la secuencia de aminoácidos, podemos saber si es un resto humano", señala García Olivares.

Pero para eso el cráneo debería de salir de la caja fuerte en el Ayuntamiento de Orce, donde lleva años guardado a cal y canto, o bien investigar los húmeros que se encontraron y que fueron publicados en revistas científicas, pero que están custodiados en el Museo Arqueológico de Granada sin tener mayor publicidad.

"El problema de este país es que hay dos yacimientos muy importantes", apunta el investigador, que no se explica por qué se ha tapado con arena el corte 3 de Venta Micena donde apareció el cráneo, más allá de que es una actuación necesaria para su conservación. "Pero no se puede parar la investigación, porque si hay fósiles humanos en Venta Micena es allí, y si ahora se ha descubierto que Gibert tenía razón mucha gente queda en evidencia, desde el punto de vista político y desde el científico", continúa.

Diente leche de un homínido datado en 1,4 millones de años.

Más evidencias en Orce

La revista Journal of Human Evolution, la más prestigiosa del mundo sobre paleontología humana, publicó en 2013 el descubrimiento del diente de leche de un homínido en Orce que está datado en 1,4 millones de años, lo que probaría en esta zona arqueológica la presencia humana más antigua de Europa Occidental. Se trata del molar de un niño de 10 años que fue estudiado por expertos del Museo Nacional de Historia Natural de París y de la Universidad Autónoma de Barcelona, entre otras instituciones científicas. "Anatómicamente es incontestable que se trata de un diente humano de lo que podemos llamar el Niño o la Niña de Orce", indicó el por entonces director de las excavaciones, Bienvenido Martínez, que aprovechó para decir que el cráneo encontrado por Gibert era el de un équido.

Lo curioso es que fue descubierto en la campaña de excavaciones de 2002 y su hallazgo no se publicó hasta once años después. "Atapuerca sale continuamente en los medios diciendo que es el yacimiento más antiguo de Europa y aquí nadie dice nada, eso no puede ser", apunta Luis Gibert (izquierda), el hijo del descubridor del hombre de Orce, que encontró además un molar cuya existencia se ha perdido en la nebulosa de los tiempos.

Y apunta a que este largo tiempo para dar a conocer el hallazgo obedece a esta 'colonización' de los responsables de Atapuerca, ya que José María Bermúdez de Castro, codirector del yacimiento burgalés, ayudó a identificar el diente de Orce como humano y es uno de los firmantes del artículo científico que presentó al mundo el nuevo hallazgo.

Otro codirector del yacimiento ubicado en Burgos, Eudald Carbonell, que también es director del Instituto Catalán de Paleontología Humana y Evolución Social (IPHES), ha participado muy activamente en las excavaciones de Barranco León, en Orce. "Es como poner al zorro a guardar las gallinas", lamenta Luis Gibert, para poner de manifiesto a continuación "la abismal diferencia entre el apoyo institucional que ha recibido Atapuerca y el olvido al que se ha sometido al yacimiento granadino de Orce".

Foto: Trozo craneal VM-0, encontrado en 1982 en el yacimiento de Venta Micena y conocido como el Hombre de Orce.

Cómo se descubrió el hombre de Orce

En el verano de 1982, durante las excavaciones dirigidas por José Gibert en Venta Micena, apareció un fósil distinto. Lo encontraron dos estudiantes: Maite y Jordi. Se trataba de un fragmento de cráneo diferente y sus curvaturas indicaban que pertenecía a un individuo con un cerebro muy grande. Al fósil se le dieron las siglas VM-0 y se estudió en Barcelona, consultando con muchos expertos, incluido el propio Dr. Miquel Crusafont, catedrático de Paleontología y director del Instituto citado. Todos concluyeron que se trataba del cráneo de un homínido. El Dr. Peter Andrews, experto en primates del British Museum of Natural History, visitó el Instituto de Paleontología en aquel momento, lo clasificó como humano y aconsejó su publicación en la revista Nature.

El trabajo se publicó finalmente en la revista Paleontologia i Evolució y estaba firmado por José Gibert, Jorge Agustí y Salvador Moyà. Tuvo mucha repercusión, pues representaba el primer resto de homínido fuera de África, envejeciendo la presencia del género Homo en Europa en 0,7 millones de años (Ma) y 0,5 Ma en Asia.

El 16 de agosto de 1983 murió el Dr. Crusafont, autoridad que avalaba la humanidad del fósil, mientras apareció por Orce el matrimonio Marie-Antoinette y Henry de Lumley, a quienes el fósil VM-0 terminaron por no considerarlo un homínido, sino un miembro juvenil del género Equus, concretamente un asno. La polémica no tardó en llegar y la humanidad de VM-0 fue rápidamente cuestionada.

Aunque con muchas dificultades se siguieron haciendo descubrimientos en Venta Micena: dos fragmentos humerales humanos, 16 rocas jurásicas junto a huesos rotos por percusión y una pequeña pieza de sílex junto a huesos con marcas de estrías de descarnación. Todo se publicó en amplias monografías al estilo de los grandes yacimientos de África.

La polémica hizo daño, las excavaciones se interrumpieron y poco se permitió trabajar. Los dos colaboradores de José Gibert que le acompañaron en sus primeras campañas se apartaron del equipo. En 1987 publicaron un artículo donde proponían que VM-0 perteneció a un équido a partir de la presencia de una supuesta sutura coronal. En la publicación, los autores pedían perdón por su error al pueblo de Orce y por "haberle hecho vivido un sueño".

La solución llegó de la mano de la Universidad de Granada, que lideró un estudio pionero en Europa sobre proteínas fósiles, una tesis doctoral de Concepción Borja, sobre detección de proteínas fósiles, dirigida por el ahora catedrático de Inmunología Enrique García Olivares.

Foto: Zona en el que se localiza el yacimiento paleontológico de Venta Micena / G. H.

VM-0 es un fósil humano

La identificación de proteínas específicas de especímenes Homo en los restos de Venta Micena no dejaba lugar a dudas: VM-0 es un fósil humano. Así se publicó en la prestigiosa revista American Journal of Physical Anthropology. Además, en esos años, la imposibilidad de excavar favoreció las campañas de prospección anuales, lo que permitió descubrir nuevos yacimientos en Orce con evidencias de presencia humana, como son Barranco León y Fuente Nueva 3. Con estos datos se llegó al Congreso Internacional de Paleontología Humana organizado por José Gibert en Orce en 1995 en el que participaron más de 300 personas de 18 países.

Pero el equipo se rompió, VM-0 pasó a ser una cabra y el corte 3 de Venta Micena, donde VM-0 fue descubierto, se enterró bajo toneladas de sedimento. José Gibert fue expulsado de Orce, acusado de expolio y perseguido hasta su prematura muerte.

Las excavaciones prosiguieron, lideradas por los escépticos de VM-0, mientras se publicaban estudios como el de Domingo Campillo (izquierda), quien encontró un resto craneal con anatomía humana idéntica a VM-0. Además, el ilustre profesor sudafricano Phillip Tobías publicó en Human Evolution que existía presencia humana en Venta Micena, en lo que coincidía con las opiniones de Yves Coppens, codescubridor de la australopiteco Lucy.

En 1983 murió el Crusafont, en 2007 José Gibert, en el año 2012 el doctor Phillip V. Tobías... Todos los grandes defensores de la humanidad del Hombre de Orce han ido desapareciendo, pero queda un grupo de irreductibles que no ceja en su empeño de defender que el primer europeo era granadino. Y lo descubrió un hombre llamado José Gibert.

Fuente: elconfidencial.com| 27 de agosto de 2022