Un nuevo estudio liderado por investigadores de ICREA, la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y la Universidad de York ha revelado la prueba directa más antigua del consumo de alimentos por el género Homo en la placa dental de la mandíbula de un hominino de 1,2 millones de años, recuperada por el equipo de investigación de Atapuerca en 2007, en el yacimiento de Sima del Elefante.
En el análisis de los microfósiles incrustados en la placa dental de uno de los molares, los científicos identificaron trazas de tejido animal crudo, granos de polen de una especie de pino, gránulos de almidón crudos que indican el consumo de plantas herbáceas gramíneas, fragmentos de insectos y esporas fúngicas. Hallaron también un resto de fibra vegetal no comestible junto a un surco interdental, lo que sugeriría su posible uso como palillo dental.
El estudio, publicado enThe Science of Nature, demuestra así que ninguno de los restos había sido sometido al fuego, y tampoco se encontró evidencia de la inhalación de microcarbón, lo que normalmente es un claro indicador de proximidad al fuego.
“Obtener pruebas de cualquier aspecto de la vida de los homininos de hace más de un millón de años es un gran reto. En este trabajo hemos podido demostrar que los europeos más antiguos entendían y explotaban su entorno para obtener una dieta equilibrada hace 1,2 millones de años, comiendo diversidad de alimentos y combinando plantas ricas en almidón –carbohidratos– con carne”, explica Karen Hardy (izquierda), profesora investigadora ICREA en la UAB, que ha liderado el estudio.
Comienzo del uso del fuego para cocinar
El momento en que se empezó a usar el fuego para cocinar alimentos es un tema de controversia. Algunos investigadores lo sitúan alrededor de hace 1,8 millones de años, mientras otros sugieren que fue posterior, hace entre 300.000 y 400.000 años.
“En algunos yacimientos muy antiguos de Áfricase han hallado posibles evidencias del uso del fuego. Sin embargo, la falta de pruebas en la Sima del Elefante sugiere que este conocimiento no lo tenían los primeros homininos que abandonaron el continente africano. En Europa, las pruebas más antiguas del uso del fuego datan de 800.000 años, en el yacimiento de Cueva Negra (Murcia) y luego poco después en Israel, en el yacimiento de Gesher Benot Ya’aqov. Todo ello nos hace pensar que el desarrollo de las técnicas para controlar y usar el fuego tuvo lugar en algún momento entre hace 1,2 millones y 800.000 años, lo que revela una nueva cronología sobre cuándo los primeros humanos empezaron a cocinar los alimentos”, destaca Hardy.
Conocer cuándo se produjo el uso intencionado del fuego tiene implicaciones significativas para ayudar a entender la evolución humana, porque los alimentos cocinados proporcionan mayor energía y su uso para cocinar puede estar vinculado al rápido incremento en el tamaño del cerebro ocurrido a partir de hace 800.000 años.
“Esta nueva cronología también se correlaciona bien con investigaciones previas que hemos liderado en las que hipotetizamos que el momento en que se empezaron a cocinar alimentos está vinculado a la multiplicación del gen de la amilasa salival, necesaria para procesar el almidón cocinado, y que estos productos ricos en almidón fueron un elemento esencial para facilitar el desarrollo cerebral. Contrariamente a la creencia popular sobre la “paleodieta”, el papel de los carbohidratos en la dieta del Paleolítico fue importante”, concluye la investigadora.
Para Anita Radini (derecha), investigadora de la Universidad de York, calificó los resultados como “fascinantes", porque destacan el potencial del cálculo dental para almacenar información alimenticia y medioambiental del pasado evolutivo humano. "También resulta interesante ver que el polen está preservado a menudo en mejores condiciones que en el suelo de la misma época. Es, en general, un paso muy positivo en la disciplina por lo que se refiere a la preservación de material en la matriz del cálculo”, subraya Radini.
En el estudio, publicado en The Science of Nature, han participado también investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES), la Universitat Rovira i Virgili y la Sydney University (Australia).
Fuente: SINC | 15 de diciembre de 2016
La licitación de la explotación de una parcela en la zona logística de Majarabique en Sevilla ha situado en plena actualidad la actividad de la Autoridad Portuaria de Huelva y su papel como epicentro estratégico en el sur de la Península Ibérica. Una cuestión que, aunque pueda parecer un debate novedoso, no lo es. Porque son varias las investigaciones que han puesto de manifiesto en diversas ocasiones que el Puerto de Huelva se configuró como uno de los soportes económicos más destacados de épocas tan prósperas como el Imperio Romano. Unos trabajos que se vienen desarrollando en el marco del proyecto denominado ‘Del Atlántico al Tirreno (Deatlantir)‘, cuyo objetivo es poner en valor los puertos atlánticos y lusitanos durante la época romana y su relación con Ostia Antica (Roma).
El Doctor Javier Bermejo Meléndez es profesor del Área de Arqueología de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Huelva.
Un estudio en el que participa el Doctor en Historia, Javier Bermejo Meléndez, profesor del Área de Arqueología de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Huelva, que se ha centrado en conocer cuáles fueron las infraestructuras portuarias de las que disponía Huelva (Onoba Aestuaria) en el Imperio Romano. Un trabajo en el que esboza algunas de las características más destacadas del Puerto onubense en esta etapa histórica, convirtiéndose en uno de los pilares económicos del Imperio, una posición privilegiada debido, en gran parte, a la riqueza minera de la provincia, si bien, también influyó “la topografía del entorno, con especial atención a los típicos cabezos onubenses, lo que permitió el desarrollo de un sistema de canalizaciones tan necesario para este enclave”.
Huelva tuvo un papel estratégico durante el Imperio Romano. / Foto: wol.jw.org
Un análisis que Javier Bermejo ha venido realizando tras acabar la Licenciatura de Historia y desarrollar una etapa formativa e investigadora posterior centrada en la época de la Roma clásica como miembro del grupo ‘Urbanitas’, que dirige el catedrático de Arqueología Juan Manuel Campos. En concreto, tal y como nos cuenta, “mi tesis doctoral estuvo centrada en el mundo urbano romano de Arucci (Aroche), a partir de la cual me fui incorporando a otros trabajos, como el Plan General de Investigación de Huelva, que tiene el antecedente del propio Juan Campos y la tesis del historiador Salvador Delgado, unos ensayos que son referentes a la hora de describir el importante papel del Puerto de Huelva en la Onuba Romana”.
Portada de la tesis de Salvador Aguilar, donde se muestra una imagen del Puerto de Huelva en esa época.
En este marco, este profesor de la Onubense viene participando en un proyecto de I+D+i para describir la actividad portuaria de Onoba Aesturia con una visión global que incluye otros puertos atlánticos de esta época en las provincias romanas de la Bética y Lusitania, es decir, Cádiz, Sevilla, Faro y Mértola, sin olvidar el caso onubense, del que, gracias a estas indagaciones, se han descubierto nuevos detalles que vienen a responder a muchos interrogantes sobre esta etapa histórica.
Piletas de la factoría de salazones, situada en la Calle Cardenal Cisneros de Huelva. / Foto: Lozano y González (2001), cedida por Javier Bermejo. “A día de hoy, sobre el Puerto de Onoba conocemos muchos detalles. De manera preliminar, podemos afirmar que contó con dos áreas bien diferenciadas: una pesquera, que ocupaba la actual calle Vázquez López y la Plaza de las Monjas, y otra conservera dedicada a la comercialización de los productos que se llevaban hasta Roma, que estaría situada en las calles Fernando El Católico, Palos, 3 de Agosto y Cardenal Cisneros. Un espacio del centro histórico de Huelva en el que se instalaron importantes infraestructuras económicas, como factorías de salazones, entorno a las cuales discurría el poblamiento urbano”, apunta el investigador.
Restos monumentales de la Plaza de las Monjas. / Foto: Limón Díaz (2009), cedida por Javier Bermejo.
Un hallazgo de enorme interés al que añade que “con las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en las últimas cuatro décadas se ha podido confirmar que la zona de servicios portuarios es donde se encontraría una arquitectura más monumental, un área administrativa y de almacenamiento situada en la Plaza de las Monjas y calle Vázquez López, como hemos apuntado, con edificios que pondrían de manifiesto el enorme control que ejerció el Imperio Romano sobre las minas onubenses. Incluso, hemos podido certificar la existencia de funcionarios, los llamados procuradores, enviados a Huelva por el emperador de Roma, cuya función era inspeccionar los recursos minerales de la pirita”.
Restos de la factoría de salazones de la calle 3 de Agosto. / Foto: Javier Bermejo.
Un área situada en el epicentro de la ciudad, al final de la cual estaba la necrópolis sur. Un espacio que, tal y como confirma a Huelva Buenas Noticias este Doctor en Historia, “haría las veces de espigón natural, delimitando con el barrio pesquero a través de una pequeña ensenada o bahía natural donde recalaba la flota“. Es decir, que en la provincia onubense se unieron dos de las grandes actividades económicas desarrolladas por los romanos: la pesca y la minería. Dos sectores claves que se unían en el Puerto de Huelva.
Bajo el Convento de las Agustinas de Huelva se encuentra uno de los pocos faros romanos conservados en el mundo. / Foto: huelva.es
Es cierto que algunas de estas conclusiones aquí expuestas se han puesto de manifiesto en otras ocasiones. Sin ir más lejos, la existencia de una fábrica de salazones en Huelva capital fue un hallazgo que tuvo lugar durante una serie de excavaciones llevadas a cabo en la ciudad en los años setenta. Sin embargo, Javier Bermejo ha tenido la oportunidad de desvelar otras peculiaridades muy llamativas sobre Onuba Aestuaria: “Como elementos singulares de la investigación actual podemos afirmar con una base sólida la existencia de un faro en Huelva, una novedad muy relevante no sólo en el contexto arqueológico onubense, sino también a nivel internacional, teniendo en cuenta que son muy escasos los faros de esta época que se conservan en el resto del mundo. Una baliza que se encuentra bajo el Convento de las Agustinas de Huelva. Este dato es conocido gracias a las excavaciones realizadas en los años noventa por parte del Servicio de Arqueología de la Diputación Provincial, aunque no ha sido hasta ahora cuando se han podido revisar estas referencias e interpretar las nuevas hipótesis. Un trabajo que ha certificado que en el subsuelo del Convento de Santa María Gracia de Huelva hay un faro, de unos 15 metros de altura, cuya función sería el balizamiento del Puerto de Huelva”.
Basamento de sillares del Convento de las Agustinas, correspondiente al Faro de Onoba Aestuaria. / Foto: Servicio de Arqueología de la Diputación de Huelva, cedida por Javier Bermejo.
Unos restos de los que se conserva la cimentación y el basamento, realizado en sillares, vestigios que actualmente se encuentran soterrados en el Convento. Para valorar su importancia, Bermejo apunta que“existieron muchos faros en el mundo mediterráneo y atlántico, pero son muy pocos los que se conservan desde un punto de vista arqueológico, de ahí el interés de esta infraestructura onubense, cuya funcionalidad fue muy destacada”.
Casco urbano de Huelva con indicación de los restos romanos aparecidos y la línea mareal de los siglos I-II d.C. / Foto: Plano Grupo Vrbanitas, cedida por Javier Bermejo.
Tras estas conclusiones aún por publicar, este proyecto de investigación continúa trabajando para ir desvelando más conocimientos de la estructura de la ciudad. Todo ello con el objetivo de “comprobar la importancia del Puerto de Huelva como un elemento clave del sistema económico del Imperio Romano como salida natural hacia el océano Atlántico. Un entramado que no sólo era importante desde el punto de vista pesquero, sino también como distribuidor de piezas de cerámica hacia otros puntos como África o Francia”. Una zona portuaria con una enorme actividad en la Huelva de hace 1.500 – 2.000 años, que se encuentra bajo el casco histórico de la capital.
El aporte de los cabezos ha sido fundamental para cambiar la línea mareal de Huelva.
Con todo, este historiador asegura que, como se puede comprobar, “el área portuaria se encontraba más al interior que el Puerto actual, lo que nos permite confirmar que la línea mareal o costera onubense ha ido evolucionado mucho, fundamentalmente por el aporte de los conocidos cabezos, que han ido colmatando estas áreas de marismas bajas, como sucede en calles del centro de Huelva como Miguel Redondo o Palacios, entre otras”.
El Puerto de Huelva era la salida natural hacia el océano Atlántico del Imperio Romano. / Foto: huelva.es
Revelaciones del Dr. Javier Bermejo Meléndez, a su vez vicedecano de Ordenación Académica de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Huelva, que nos lleva a una época de esplendor del Puerto de Huelva, un espacio que en la actualidad sigue siendo un punto fundamental para la economía de Huelva, al tiempo que continúa reivindicando su papel presente y futuro.
Tenerife será entre 2017 y 2018 la capital mundial de las momias gracias al proyecto Athanatos Inmortal, una idea impulsada por Museos de Tenerife que incluirá una exposición y un congreso internacional sobre los distintos procesos de momificación en distintas partes del mundo, al que se espera que acudan más de 300 expertos.
Sin duda, Canarias tiene un patrimonio arqueológico destacado y, sobre todo, llamativo. Y esto es debido en gran parte a la presencia de momias, que atraen y fascinan a miles de visitantes cada año en el Museo de la Naturaleza y el Hombre de Santa Cruz de Tenerife, dependiente del Cabildo insular.
Cuántas momias había en Canarias, cuántas están fuera de las islas, qué queda por descubrir o cuál es el santo grial de la arqueología guanche son algunas de las cuestiones que se plantean en esta entrevista al catedrático de Arqueología de la Universidad de La Laguna, Antonio Tejera Gaspar, quien, aunque acaba de jubilarse, sigue estando a la vanguardia de la investigación arqueológica en las islas.
Para comenzar, me gustaría que usted esbozara cuál es la situación actual en cuanto a descubrimientos en Canarias, cuáles han sido los últimos hallazgos y si aún queda algo por desenterrar en las islas.
Puedo decir, por mi experiencia personal, que en los últimos 40 años se ha trabajado muchísimo y se ha cambiado muchísimo la perspectiva que se tuvo durante siglos sobre los antiguos canarios. Los hallazgos de manifestaciones rupestres en las islas, el descubrimiento de un nuevo tipo de escritura desconocida completamente y que se vincula al mundo africano, los descubrimientos de los últimos años en el interior de la caldera de Tejeda o en Risco Caído han sido hechos espectaculares, así que podemos decir que ha habido hallazgos singulares que han supuesto un salto cualitativo extraordinario. Sin embargo, hay otro aspecto quizás más importante: hay que repensar, revisar y reflexionar sobre todo lo que se ha ido conociendo en los últimos 100 años. Es decir, analizar los restos óseos, cerámicos, líticos y rupestres con nuevos criterios. Esto ha aportado una nueva visión quizás no suficientemente divulgada y conocida. Por ejemplo, la perspectiva que se tenía en los años setenta sobre el origen de las poblaciones de las islas y de cómo habían llegado al archipiélago, o en qué momento llegaron, ha cambiado radicalmente y no tiene nada que ver con lo que se pensaba en los años sesenta, cuando se creía que eran culturas egipcias o neolíticas, o venidas de la Península. Nada de eso se cree ahora. Pero estos avances a veces solo los percibimos quienes nos dedicamos a la investigación y no llegan a los ciudadanos. Aunque en apariencia dé la sensación de que no se ha avanzado en este campo, sí se ha hecho, y mucho.
Entonces, ¿falta divulgación?
Mucha. Falta una mayor continuidad, por ejemplo, que haya cada año conferencias para explicar los avances. Eso, ahora mismo, nos está faltando. Y la gente no tiene un acceso fácil a la información.
En cuanto a las momias, muchas se sacaron de Canarias en los siglos XVIII y XIX, sin ser un expolio, porque salieron de manera legal de las islas, regaladas o vendidas. ¿Cree que ese daño al patrimonio canario se ha subsanado?
En el caso de Tenerife, la momia es el referente fundamental de los restos arqueológicos. Como se trata de restos tan llamativos y que eran relativamente fáciles de localizar (porque no estaban enterrados ni ocultos, sino en cuevas y en superficie), fue una época de muchísimo interés por parte de los ilustrados europeos, que querían poseer ese tipo de restos. Además, era la etapa del gran coleccionismo del siglo XVIII (que luego daría lugar a los primeros gabinetes científicos) y la época de los grandes viajes y descubrimientos. Muchos de esos aventureros venían a Tenerife y Gran Canaria y ya sabían de la existencia de restos humanos momificados porque en el siglo XVI se había publicado el famoso libro de Alonso de Espinosa sobre los guanches y la momificación. Ese libro fue traducido al inglés y además ya había relatos de viajeros que contaban que habían encontrado momias en la isla de Tenerife. Además, a finales del XVIII sale a la luz el hallazgo de la llamada cueva de las mil momias, utilizando el término que usó Viera y Clavijo. Todos estos episodios de búsquedas y descubrimientos provocaron un enorme interés y llevaron al expolio, sí, pero legal en ese momento. Eso produjo un proceso de destrucción tremendo. Hubo un número elevadísimo de momias que se dispersaron. La más importante de esas dispersiones fue en Araya, en Candelaria, en el siglo XIX, cuando aparecieron varias momias que luego fueron vendidas al museo de Necochea, al sur de Argentina.
La momia de Herques, en el Museo Arqueológico Nacional EFE
¿Se sabe cuántas momias guanches están fuera de la isla?
Eso es lo que hemos estado investigando. Sabemos que hay en París, en Cambridge, en Alemania y en otros puntos de Europa. Este material está sin catalogar y muchas veces sin estudiar. Pero que nadie piense que esas momias son recuperables, eso sería un error.
¿Pero al menos saber dónde están y estudiarlas sí se podría?
Efectivamente. Ahora el esfuerzo, desde mi punto de vista, debería ser el conocimiento exacto de dónde están, cuál es la historia de cada momia y permitir que esa información se conozca. Ese material, aunque no se recupere, al menos se podría reproducir con tecnología en nuestros museos. Lamentarnos no sirve de nada. Lo que hay que hacer es usar la inteligencia y la tecnología.
Y ese trabajo de identificación y localización ¿está terminado?
Está sin hacer.
Lo empezaron Manuel Fariña y usted...
Sí, hicimos un proyecto (fundamentalmente lo hizo él) con la intención de hacer esa labor, incluso pedimos dinero a Europa para financiarlo. Hicimos un catálogo llamado La memoria recuperada, con las momias que fueron a Argentina a finales del siglo XIX, al museo de La Plata. Después de muchas pesquisas supimos que todas esas momias llegaron a Necochea. Pero hay que catalogar lo que falta y buscar la manera de aplicar las nuevas tecnologías para reproducir, con tecnología 3D, por ejemplo, las momias aquí, porque regresar no van a regresar, y ese es más bien un debate político sin sentido. Cuando lleguen las elecciones se volverá a hablar de traer la momia de Herques que está en el Museo Arqueológico de Madrid, pero eso no va a pasar y sería absurdo seguir insistiendo.
Y ¿qué lleva a un pueblo a momificar a sus muertos?
Desde los primeros indicios que hay de Homo sapiens en Atapuerca, siempre hubo una vinculación con el concepto de más allá. Lo que siempre encontramos es que los restos humanos se entierran, se cubren con pieles o se preparan de alguna manera, siempre con la pretensión de darle un valor diferencial al enterramiento. Intentar saber qué creencias tenían es muy difícil, sobre todo en las culturas muy muy antiguas, aunque yo creo que era algo como un especial temor a la muerte. En culturas más recientes, como la egipcia, sí se sabe en qué creían porque hay datos de toda la estructura religiosa que tenían. En Canarias nos encontramos con unas culturas que momificaban a la manera de los egipcios, pero ¿eran egipcios? No. ¿Tienen algo que ver con ellos? No.
Entonces, ¿ese conocimiento lo traen o lo descubren aquí?
Yo creo, casi con total seguridad, que lo traen. Viene con ellos desde el norte de África. Cabe preguntarse por qué entonces los habitantes de Lanzarote no momificaban. Y la respuesta es que las gentes de Lanzarote se parecían a las de Tenerife lo que un huevo a una castaña, o sea, nada. Eso quiere decir que estamos hablando de mundos distintos en cada isla, en un territorio dividido. Estamos hablando de más de cuatro millones de kilómetros de superficie que tiene el Magreb. Tenemos la idea de homogeneizar todas las culturas canarias como si fuesen iguales, como si viniesen todas del mismo sitio, pero no, en absoluto. Vienen de zonas distintas y lo sabemos porque tenemos signos evidentes de que unas zonas están directamente conectadas con unas islas y con otras regiones no.
¿Quiere decir que, por ejemplo, los habitantes de El Hierro venían de una zona de África distinta de la zona de la que venían los habitantes de Tenerife?
Por supuesto, y tenían tradiciones culturales en algunas cosas parecidas, pero diferentes entre sí. Y como decía Herodoto en sus relatos, algunos de esos libios (como se llamaba entonces a los habitantes al oeste de Siwa, a 500 kilómetros de El Cairo, en Egipto) tienen costumbres egipcias.
Pudieron entonces haber aprendido esas tradiciones del mundo egipcio...
Perfectamente, aunque por desgracia no se han encontrado restos que lo confirmen. La arqueología del mundo prerromano en esa zona ha sido muy maltratada y no despierta gran interés. Desde mi punto de vista, y lo digo con rotundidad, me resulta imposible pensar que unas sociedades de la noche a la mañana se inventasen todo un proceso complejísimo de cómo tratar a sus muertos. Si lo hacían es porque la tradición ya la tenían, la idea vino con ellos.
Y respecto al proceso de momificación en las islas, ¿con el tiempo se perfecciona o envejece y se deteriora?
Uno de los problemas que tenemos en este caso es la falta de datos precisos en cuanto a la cronología. Lo que sabemos, a la vista de lo que tenemos para estudiar, es que el proceso era complejo y en ningún caso fue de mayor a menor, sino al contrario: se enriqueció debido a un mayor conocimiento del lugar en el que estaban, su flora, los productos útiles para el proceso.
Y ¿por qué cree que las momias ejercen cierta fascinación sobre las personas?
Los restos humanos, en general, en los museos, ya sean restos óseos o momificados, llaman inmediatamente la atención. No sé si se debe a esa animalidad de la que seguimos formando parte, como que vemos a aquel que es semejante a nosotros pero de otra manera. Otra razón es que todo lo relacionado con el mundo de la muerte tiene un poder de atracción que no sé si está relacionado con el morbo o con el miedo a la muerte, como si nos viéramos retratados en ese cuerpo.
Desde que usted comenzó a estudiar a los guanches hasta ahora, ¿ha cambiado su visión sobre ellos?
El repensar el conocimiento cada equis tiempo es una necesidad científica importantísima, porque el avance de las ciencias permite ver con otra perspectiva los hechos. Hice mi tesis en 1971 y, cuando retomé el tema ocho años después, mi perspectiva había cambiado radicalmente. Cuando empecé a leer ese mundo con otros conocimientos, mi visión cambió. Es totalmente distinta a lo que pensaba antes. La visión que tengo ahora sobre, por ejemplo, cómo se poblaron las islas no se parece en nada a lo que pensaba entonces. En nuestra tierra, ahora mismo, antes de hacer un esfuerzo por alcanzar nuevos descubrimientos, hay que darse cuenta de que probablemente esos descubrimientos ya están hechos y los tenemos que hacer nosotros mismos, aplicando nuevas técnicas, nuevos conocimientos que hoy nos dan una visión completamente distinta. Por tanto, hay que redescubrir lo descubierto.
¿Qué le parece el proyecto Athanatos Inmortal?
Lo ideal sería que estos congresos se institucionalizaran, con carácter bienal, por ejemplo, entre Tenerife y Gran Canaria. Tendría que haberse institucionalizado hace tiempo, cuando el famoso proyecto Cronos, que dio como resultado el primer congreso internacional sobre momias en Canarias. Siempre me quedé con la pena de que no se hubiera hecho algo así. Cuando vi la noticia, pensé: “Por fin”. Tengo la esperanza de que con este congreso se pueda ahora dar un carácter institucional a ese asunto. Transformar Canarias en un punto de referencia sobre momias sería una buena oportunidad, porque se trata de un campo de la investigación muy interdisciplinar.
Las huellas muestran el paso de homínidos caminando juntos en una misma dirección. AP /
Los Australopitecus afarensis, los primeros homínidos de los que se tiene registro, parecen haber tenido una amplia gama de cuerpos y se movían en grupo, según sugieren los científicos que han estudiado las huellas recientemente descubiertas en Tanzania.
Las huellas, que al parecer corresponden a varios individuos de esa especie, quedaron impresas hace unos 3,66 millones de años en Laetoli, una localidad paleontológica muy conocida en el norte de esa nación africana.
Los rastros están grabados en una superficie rocosa que en su día fue ceniza volcánica húmeda, y muestran el paso de homínidos caminando juntos en una misma dirección, lo que aporta información importante sobre el comportamiento de esa especie del periodo Plioceno.
De acuerdo con las observaciones y análisis, las huellas corresponderían a un macho y a hembras más pequeñas que caminaban detrás de él a través del paisaje, después de una erupción volcánica y una lluvia posterior.
En un artículo, publicado este miércoles en la revista especializada eLife, los investigadores explican que las huellas de uno de los individuos "son asombrosamente más grandes" que las del resto del grupo, lo que sugiere que era un miembro masculino.
Sus pies tenían 26 centímetros de longitud -3,5 cm más que la huella más larga de las descubiertas anteriormente en Laetoli- y los científicos estiman que el individuo pesaría entre 45 y 48 Kg., comparable con los humanos modernos.
De hecho, con base al tamaño y profundidad de las huellas, se estima que ese macho habría tenido una estatura de 165 centímetros, lo que lo hace el Australopitecus afarensis más grande identificado hasta la fecha, afirma Giorgio Manzi, director de arqueología en Tanzania. "Encontramos un nuevo conjunto de huellas que abren una ventana completamente diferente a nuevas posibilidades de estudio sobre la evolución de la especie humana", destaca Manzi, principal autor de la investigación.
Estas huellas son las segundas de Australopitecus afarensis que se descubren en Laetoli, después de las halladas en la década de los 70, y ambos hallazgos son los rastros más antiguos de la presencia de individuos bípedos documentados.
Estos segundos rastros fueron encontrados durante las excavaciones que se realizan para la construcción de un museo, a sólo 150 metros al sur del descubrimiento original. "La conclusión provisional es que el grupo estaba formado por un macho, dos o tres hembras, y uno o dos jóvenes, lo que nos lleva a creer que el macho habría tenido más de una compañera hembra", dice Marco Cherin (derecha), director de Paleoantropología, Universidad de Perugia. "El hallazgo de un varón tal vez caminando con varias hembras podría significar que su estructura social era más cercana a un modelo de gorila que al de chimpancés o humanos modernos", agrega.
Los Australopitecus afarensis son una de las especies humanas primitivas de más larga duración y más conocidos.
El fósil de "Lucy", una hembra adulta joven que vivió en Etiopía hace 3.2 millones de años, es quizás el individuo más famoso de esa especie.
Foto: Operaciones de limpieza en el lugar donde se encontraron 14 huellas de un ancestro humano, que se cree Australopithecus afarensis.
Foto aérea de La Cotte de St. Aubin. Crédito: Dr. Sarah Duffy
Los neandertales mostraron predilección por un enclave costero en la isla de Jersey, que frecuentaron desde por lo menos hace 180.000 años hasta hace unos 40.000 años.
Arqueólogos de la Universidad de Southampton, junto con expertos de otras dos universidades y del Museo Británico, han revisado de nuevo los artefactos y huesos de mamut, originalmente excavados en el interior del sitio, como parte de un nuevo examen de los acantilados de granito de La Cotte de St. Brelade (Jersey es un enclave británico frente a la costa francesa de Normandia) y su paisaje circundante en los años setenta. Sus descubrimientos se publican en la revista Antiquity.
Los investigadores compararon los tipos de material de piedra utilizados para hacer herramientas, hicieron una cartografía detallada de la geología del lecho marino, y estudiaron en detalle cómo fueron hechas, transportadas y modificadas. Esto ayudó a reconstruir una imagen de qué recursos estaban disponibles para los neandertales a lo largo de decenas de miles de años, y desde dónde viajaban.
El autor principal Andy Shaw (izquierda), del Centro para la Arqueología de los Orígenes Humanos (CAHO) de la Universidad de Southampton, dijo: "La Cotte parece haber sido un lugar especial para los neandertales. Siguieron haciendo viajes deliberados para llegar al lugar durante muchas, muchas generaciones. Podemos utilizar las herramientas de piedra que dejaron para hacer un mapa de cómo se estaban moviendo a través de paisajes, que ahora están debajo del Canal de la Mancha. Hace 180.000 años, a medida que las capas de hielo se expandieron y las temperaturas se desplomaron, habrían estado explotando una enorme zona costera, inaccesible para nosotros hoy".
Investigaciones anteriores se centraron en niveles particulares en el sitio donde se concentran los huesos de mamut, pero este nuevo estudio tomó una perspectiva a más largo plazo, viendo cómo los neandertales usaron y exploraron el paisaje circundante durante más de 100.000 años.
Los arqueólogos en La Cotte de St. Aubin. Crédito: Dr. Sarah Duffy
El equipo, entre ellos académicos del British Museum, el University College London (UCL) y la Universidad de Gales, descubrieron que los neandertales seguían volviendo a este lugar en particular, a pesar de los cambios globales significativos en el clima y el paisaje. Durante las fases glaciales, viajaron al lugar sobre paisajes abiertos y fríos, ahora sumergidos bajo el mar. Pero mantuvieron su costumbre mientras el clima se calentaba y Jersey se convirtió en un punto elevado en una amplia llanura costera conectada a Francia.
La Dra. Beccy Scott(derecha), del Museo Británico ha añadido: "Estamos muy interesados en cómo este sitio se convirtió en 'persistente' en la mente de los primeros neandertales. Casi se pueden ver las huellas de la zona a la que se trasladaban una y otra vez, o ciertamente una comprensión de su geografía. Pero específicamente lo que los atraía a Jersey tan a menudo es más difícil de desentrañar. Podría haber sido que toda la isla era muy visible desde muy lejos -como una especie de marca-, o que la gente recordaba que allí se podía encontrar un refugio y pasaba ese conocimiento a otros".
Matt Pope (izquierda), del Instituto de Arqueología de la UCL, dijo: "La Cotte de St. Brelade es probablemente el sitio más importante sobre neandertales en el norte de Europa y podría ser uno de los últimos lugares conocidos en que los neandertales sobrevivieron en la región. Fue sin duda tan importante para ellos como para nosotros, ya que tratamos de entender cómo prosperaron y sobrevivieron durante 200.000 años".
"Con nueva tecnología hemos sido capaces de reconstruir el entorno de los neandertales en La Cotte, de una manera que investigadores anteriores no han podido hacer. Nuestro proyecto ha puesto realmente de nuevo al neandertal en el paisaje, pero haciendo hincapié en lo importante que han sido los cambios climáticos y el entorno desde entonces".
El líder del proyecto, el profesor Clive Gamble (derecha), de CAHO en la Universidad de Southampton, comenta: "Jersey es una isla que ha perdurado, caracterizada por los acantilados de granito de la bahía de St. Aubin. Los elementos que condujeron a los neandertales a regresar durante miles de años, muestran cómo esta persistencia quedó arraigada profundamente en el pasado de Jersey. Nuestro proyecto ha demostrado que el pasado está más unido con el presente que separado. No somos los únicos seres humanos que han sobrellevado con éxito los grandes cambios ambientales. Esperemos que no seamos los últimos".
Retrato de Felipe III, una obra recientemente atribuida a Velázquez, ha sido donada a la institución American Friends of the Prado Museum por William B. Jordan, conocido especialista del bodegón español.
Con esta donación, American Friends of the Prado Museum inicia un camino que va a estar caracterizado por su vocación de ayuda al Museo y una estrecha colaboración. Para la institución constituye un gran hito comenzar recibiendo esta obra maestra en su primer año de vida.
Para reforzar los lazos culturales entre Estados Unidos y España a través del Museo del Prado y su legado histórico artístico, American Friends deposita esta magnífica obra en el Prado para su exhibición en el contexto de su colección permanente y así contribuir a un conocimiento más rico y complejo de los comienzos de Velázquez como retratista real.
Madrid, 14 de diciembre de 2016.- American Friends of the Prado Museum deposita en el Museo del Prado la primera de las donaciones que recibe, en esta ocasión, de manos del experto William B. Jordan. Se trata de un inédito Retrato de Felipe III, obra que exhaustivos estudios han confirmado como autógrafa de Velázquez, que será expuesto en las salas del Prado como depósito temporal prorrogable.
Retrato de Felipe III. Diego Velázquez. Óleo sobre lienzo. 45 x 37,5 cm. 1627. American Friends of the Prado Museum, donado por William B. Jordan.
Se trata de un cuadro preparatorio para el rostro de Felipe III que el artista sevillano realizó para la composición La expulsión de los moriscos, obra fechada en 1627 que se destruyó en el incendio del Real Alcázar de Madrid en 1734, y que solo se conoce por descripciones escritas ya que no se conserva ninguna copia.
La incorporación en depósito de esta obra a la colecciones del Prado contribuye a completar el discurso de Velázquez como retratista real, ya que se trata de una pintura de extraordinaria calidad, inédita para la investigación y que permite arrojar luz sobre una de las obras capitales del comienzo de la etapa cortesana del pintor.
Esta donación y su depósito en el Museo del Prado suponen la puesta en marcha de American Friends of the Prado Museum, un proyecto impulsado por un grupo de mecenas estadounidenses para contribuir a la difusión y conservación de la colección que alberga el Museo del Prado y que ofrece un amplio programa de beneficios a sus miembros como exenciones fiscales, acceso gratuito al Museo y visitas guiadas en inglés.
Retrato de Felipe III de Velázquez
Esta obra fue adquirida por William B. Jordan en el mercado del arte londinense, donde figuraba como Retrato de don Rodrigo Calderón, debido a una inscripción apócrifa en su parte superior. Jordan procedió a su restauración y estudio, lo que le llevó a plantearse la posibilidad de que se tratase de una obra de Velázquez, en concreto, de un cuadro preparatorio del rostro de Felipe III que el artista incluyó en La expulsión de los moriscos.
Entre las razones que le llevaron a sostener esta atribución figuran:
- La edad que aparenta Felipe III es cercana a los 40 años que tenía en 1609, cuando se produjo la expulsión de los moriscos.
- Desde el punto de vista estilístico es una pintura necesariamente posterior a ese año de 1609. Su redacción obliga a fecharla entre 1623, cuando Velázquez llegó a la corte y difundió un nuevo estilo de retrato real que se ajusta al de esta obra, y 1631, cuando el pintor volvió de Italia, y cambió de manera notable su estilo retratístico.
- El que Felipe III se encuentre de perfil y eleve su mirada, indica que no se trata propiamente de un retrato (generalmente miran de frente), sino ante una imagen susceptible de ser incorporada a una escena de carácter narrativo.
- La constatación de que las características de esta obra no se corresponden con las propias de otros retratistas activos en la corte en los años 20, como Van der Hamen, Maíno, Diricksen, etc.
- El estudio de las descripciones de la Expulsión de los moriscos, que sugieren que el retrato de Felipe III que protagoniza el episodio mostraría un gesto similar al de este retrato, y una dirección de la mirada parecida.
- Ese mismo estudio de esas descripciones, llevó a W.B. Jordan a plantearse la posibilidad de que La expulsión de los moriscos se concibiera como pendant del cuadro de Tiziano Felipe II ofreciendo al cielo al infante don Fernando (Museo del Prado), que colgaba en el mismo lugar (El Salón Nuevo del Alcázar) al que estaba destinado la pintura de Velázquez. Esa premisa, invitaba a la comparación entre el retrato de Felipe II que aparece en este cuadro, y el de Felipe III de la colección Jordan; una comparación que arroja muchos puntos de contacto desde el punto de vista del tamaño, o la actitud.
Ya en el Museo del Prado, el estudio técnico de la pintura y su comparación con otras obras de Velázquez han confirmado que el principal punto de referencia para entender la obra es, sin duda, el maestro sevillano y, específicamente, sus retratos realizados en la segunda parte de la década de 1620.
El análisis del soporte, la radiografía y los rayos infrarrojos arrojan datos técnicos, como la tela, la preparación o la manera de construir la obra, similares a los que aparecen en cuadros de Velázquez fechados en torno a 1627 y, en cualquier caso, anteriores a la vuelta de su primer viaje a Italia. Por otro lado, la comparación con obras como Felipe IV con armadura, Felipe V a pie y El infante don Carlos, fechadas en torno a 1627-1628, es decir, contemporáneas de La expulsión de los moriscos, muestra reveladoras similitudes de modelado, especialmente en la parte inferior de ambos rostros, la concepción similar de la construcción anatómica de narices y frentes y un manejo parecido de los recursos estilísticos.
American Friends of the Prado Museum es una organización sin ánimo de lucro radicada en Estados Unidos, que tiene como principal objetivo contribuir a la difusión y conservación de una de las colecciones de arte europeo más importantes del mundo, y que nace con la vocación de reforzar los lazos culturales entre Estados Unidos y España a través del Museo del Prado y su legado histórico artístico.
Este proyecto ha sido impulsado por un grupo de mecenas estadounidenses con el fin de canalizar el enorme potencial filantrópico existente en Estados Unidos, país con una gran tradición en este sentido. Cabe destacar que entre los grupos de extranjeros que visitan el Museo del Prado, el de los ciudadanos norteamericanos es el más numeroso, siendo por tanto American Friends of the Prado Museum una excelente vía para potenciar la ayuda a la pinacoteca.
Las donaciones que recibe American Friends of the Prado Museum por parte de particulares, empresas o instituciones que declaran sus impuestos en Estados Unidos, se benefician de importantes exenciones fiscales, siendo este un gran incentivo para los mecenas que deseen colaborar en este proyecto cultural en favor de una de las pinacoteca históricas de mayor proyección y calado.
American Friends of the Prado Museum, además, ofrece un amplio programa de adhesión que parte de 100 dólares anuales y que incluye el acceso gratuito al Museo del Prado, tanto a la colección permanente como a las exposiciones temporales, así como visitas guiadas en inglés entre otros beneficios.
Más información y consultas: afpradomuseum.org
info@afpradomuseum.org
Telephone in the US: +1 (786) 453 5283
El donante. William B. Jordan
William Jordan es un hispanista con una larga carrera dedicada a los museos. Se doctoró en el Institute of Fine Arts, New York University, en 1967. En ese mismo año fue nombrado primer Director del Meadows Museum del Southern Methodist University, en Dallas, Texas, donde dedicó catorce años a trabajar mano a mano con el desaparecido Algur H. Meadows y se ocupó de la fundación que él dejó a su fallecimiento para la creación de lo que es ahora una de las colecciones más importantes de pintura española fuera de España.
Entre 1981 y 1990, ejerció como Director Adjunto y de Conservación del Kimbell Art Museum, en Fort Worth, Texas, donde desarrolló una importante colección que representa todos los periodos y escuelas artísticas y llevó a cabo un influyente programa de exposiciones e investigaciones. Además de comisariar muestras sobre El Greco y Ribera, el Sr. Jordan es uno de los principales expertos en el bodegón español, habiendo sido comisario de varias exposiciones en este campo en diversos museos como el Museo del Prado, la National Gallery en Londres, el Palacio Real en Madrid, el Kimbell Art Museum y el Meadows Museum en Dallas. Durante su carrera ha gestionado la adquisición de cuatro obras de Diego Velázquez. Actualmente, ya jubilado, sigue dedicado a la investigación, es además coleccionista y miembro del patronato de varios museos de arte en los EEUU.
Una campaña reivindica Madrid como 'la única capital árabe de Europa'
"Queremos reivindicar Madrid como la única capital árabe de Europa" es la campaña ideada por el presidente del círculo intercultural hispano árabe. El Ayuntamiento de Madrid está estudiando la posibilidad de ofrecer una ruta turística guiada por el Madrid árabe.
El presidente del círculo intercultural hispano árabe, Abdel Tounsi, está al frente de una iniciativa, con la que asegura que sólo busca poner en valor "un hecho histórico", y que ya suma cerca de 1.000 firmas de adhesión en la plataforma de internet Change.org. "Queremos reivindicar Madrid como la única capital árabe de Europa", cuenta a Efe. Su intención es crear una ruta oficial de turismo que recuerde la historia árabe de la capital de España y renombrar varias calles.
Para ello, ha creado una comisión sobre el Madrid árabe integrada por otras cinco personas, entre ellas el arabista español Pedro Martínez y la especialista en literatura árabe Carmen Ruiz.
Tounsi lamenta que "no se conocen apenas los orígenes árabes de Madrid, ni en la propia ciudad ni fuera" debido, en su opinión, a una "ocultación" de una parte de la historia que "a veces fue interesada". "Decir que es una capital europea y que ha sido árabe chocaba hace años para la cultura cristina de la época", asegura.
A esto, añade los "prejuicios" que considera que todavía despierta esta cultura en el mundo occidental.
Entre las peticiones que la comisión sobre el Madrid árabe hará llegar al Ayuntamiento, destaca la puesta en marcha de una ruta turística oficial, así como la inauguración de calles y plazas con el nombre originario de la ciudad (Mayrit) o dedicadas a antepasados árabes, como el Maslama al- Mayriti, el "primer madrileño ilustre".
También reclaman un monolito que recuerde al fundador de la ciudad de Madrid, el emir Mohamed I, en el siglo IX, preferiblemente en el parque próximo a los restos de la muralla árabe que lleva su nombre.
Fuentes del Ayuntamiento de Madrid han señalado a Efe que están estudiando la posibilidad de ofrecer una ruta turística guiada por el Madrid árabe, de la misma manera que ahora otros recorridos muestran el Madrid de los Austrias, de los Borbones, el denominado Paseo del Arte o el barrio de Las Letras.
"El Ayuntamiento tiene planteado poner en valor todos los patrimonios artísticos y culturales de la ciudad, también el patrimonio árabe", sostienen las mismas fuentes.
Por el momento, el Consistorio ha elaborado un folleto llamado 'Islamic Madrid musulmán', editado en inglés y español, que hace un repaso de esta parte de la historia y recoge los lugares de culto así como las zonas con establecimientos de comida halal (aquellos que cumplen con los preceptos del Islám).
También indica algunos puntos turísticos de interés, como los restos de la muralla árabe en la Cuesta de la Vega, la antigua morería del barrio de la Latina, el museo de San Isidro (dedicado a los orígenes de Madrid ) y ejemplos de arquitectura mudéjar como las iglesias de San Pedro y San Nicolás y la Casa de los Lujanes, en la Plaza de la Villa.
Todas estas visitas están incluidas en la ruta que organiza dos veces al mes el periodista Rafael Martínez, autor del blog madridarabe.es y uno de los miembros de la comisión sobre el Madrid árabe impulsada por el círculo intercultural hispano árabe.
"Otras ciudades españolas presumen de su herencia árabe y sin embargo en Madrid parece que resulta incómodo", sostiene.
En su caso, decidió poner en marcha las visitas guiadas hace casi dos años por su "interés personal" en dar a conocer una cultura que forma parte del presente y del pasado de Madrid, de la que se declara un "apasionado", y tras detectar una demanda por parte de los lectores del blog.
"La ciudad no tiene una Alhambra ni una mezquita de Córdoba, pero a más de uno le llama la atención porque piensa que Madrid empieza en los Austrias", dice.
Su ruta turística es de las pocas especializadas en el Madrid árabe, una parte de la historia que cree que puede resultar "muy atractiva" no sólo para los madrileños y los turistas nacionales, sino también para los musulmanes procedentes del extranjero, muchos de los cuales aterrizan en la capital antes de lanzarse a descubrir las ciudades andaluzas que formaron parte de Al-Ándalus.
Efigie de un monarca asirio. Getty. Mucho antes de la crisis 'subprime' de 2007 y del 'Crack' de 1929, una catástrofe ec...
RETROMANIA
El lugar donde se reúnen los recuerdos ¿Te apuntas?
Facebook
Dailymotion
Descubre nuestro nuevo Canal de Televisión donde encontrarás toda la información sobre Prehistoria, Historia, Arte y Arqueología en www.dailymotion.com/historiatv.
Sobre Historia y Arqueología
Historia y Arqueología® es una marca registrada con el Nº 3.560.052, clase 41 de Servicios Culturales. Todos los Derechos Reservados.