Europa: un laboratorio evolutivo

La mandíbula de Mauer, encontrada en 1907 por Otto Schoetensack, representa el fósil más antiguo del Pleistoceno Medio de Europa. Su antigüedad de cifra en unos 600.000 años, y pudo pertenecer a uno de los humanos que invadieron Europa bien entrado ya el Pleistoceno Medio.

En un artículo recién publicado en la revista Journal of Quaternary Science Reviews discutimos sobre el escenario evolutivo de Europa durante la transición entre finales del Pleistoceno Inferior y los inicios del Pleistoceno Medio. Entre ambos períodos sucedieron dos épocas glaciales de gran intensidad, que muy posiblemente dejaron diezmadas las poblaciones de muchas especies animales y vegetales. En particular, el momento más frío de ese largo período de transición se produjo hace entre 670.000 y 620.000 años. Las penínsulas del sur de Europa fueron los únicos refugios para las especies que sobrevivieron.

El registro arqueológico y el registro paleontológico tienen evidencias de que algo importante sucedió durante la larga transición. Quizá no sea casualidad el hecho de que tras ese momento tan frio las poblaciones humanas alcanzaron latitudes muy elevadas. Los yacimientos del norte de la actual Alemania ofrecen pruebas de ello. Esas poblaciones parecen ser relativamente numerosas, porque sus restos fósiles aparecen en muchos lugares de Europa. Además, las evidencias arqueológicas de multiplican por doquier. La industria lítica es diferente a la que se encuentra en los escasos yacimientos del Pleistoceno Inferior. El achelense, innovado en África un millón de años antes, acaba finalmente por instalarse en casi toda Europa, especialmente en el norte y el oeste del continente.

Aunque en el Pleistoceno Inferior del Europa solo tenemos a nuestra disposición los fósiles humanos del nivel TD6 del yacimiento de la Gran Dolina de la sierra de Atapuerca, su estudio comparativo con los fósiles de yacimientos del Pleistoceno Medio revela diferencias significativas. Nuestra investigación ha explorado los caracteres de las mandíbulas, que son relativamente abundantes en el registro fósiles de los homininos de Europa. Todo apunta a un cambio de población. Esta idea ha sido recurrente en la literatura científica. Existe un acuerdo yo diría que unánime en que hace unos 600.000 años se produjo una importante oleada de nuevos emigrantes hacia Europa, portadores de la tecnología achelense. La pregunta que nos hacemos es si esta nueva población encontró un continente vacío de humanos, o si los antiguos pobladores del Pleistoceno Inferior lograron sobrevivir en los refugios del sur de Europa junto a otras muchas especies de animales y vegetales.

Nuestra idea es que Europa nunca quedó totalmente despoblada y que la entrada de un nuevo e importante contingente de humanos no significó la completa sustitución de la humanidad europea. Es más, los fósiles humanos de Gran Dolina (Homo antecessor) tienen evidencias muy claras de que ellos y los nuevos colonizadores de Europa tenían un mismo origen. Si ciertamente su parentesco era relativamente próximo la probabilidad de mestizaje era muy elevada. Las posibilidades de conseguir ADN de humanos tan antiguos son muy remotas y parece complicado contrastar esta hipótesis con métodos moleculares. Pero los caracteres morfológicos que se pueden estudiar en los fósiles apuntan en esa dirección. En definitiva, podemos hablar de una discontinuidad en la población humana de Europa entre el Pleistoceno Inferior y el Pleistoceno Medio, pero sin descartar en absoluto que los antiguos pobladores (Homo antecessor) pudieron legar sus genes y su cultura a los nuevos colonos.

Es más, proponemos en nuestro trabajo que este modelo fue reiterativo durante todo el Pleistoceno Medio y el Pleistoceno Superior, con entradas sucesivas de nuevos pobladores procedentes del mismo lugar geográfico. Ese modelo puede explicar tanto la variabilidad morfológica de los humanos de esa época en Europa como su manifiesta variabilidad cultural. Debido a la falta de información tendemos a simplificar las cosas, pero no podemos olvidar que la prehistoria de nuestro continente ha durado 1,5 millones de años. Los cambios climáticos, geográficos y ecológicos durante todo ese tiempo fueron importantes, como también lo pudo ser la historia de nuestra genealogía. Europa es una península en el extremo del gran continente eurasiático, con una geografía compleja. Un verdadero fondo de saco, propicio tanto para aislamientos como para hibridaciones. Europa ha sido (y lo seguirá siendo) un verdadero laboratorio evolutivo, donde siempre se han mezclado rasgos biológicos y culturales. De ahí la dificultad para mantener unidas a las numerosas tribus que vivimos hoy en día en el continente.

Nuestras investigaciones tratarán en un próximo futuro de contrastar la hipótesis recién publicada, con el estudio de las poblaciones del suroeste de Asia (incluyendo por supuesto el Corredor Levantino), un lugar privilegiado desde el punto de vista climático para el florecimiento de especies durante todo el Pleistoceno.

Fuente: quo.es | 2 de noviembre de 2016

Científicos descubren adornos hechos con huevo de avestruz en las cuevas de Denísova


The Siberian Times informa de un sorprendente descubrimiento hecho en las cuevas de Denísova. Se trata de un conjunto de cuentas para adorno elaboradas con cáscara de huevo de avestruz. Pero, ¿cómo consiguieron esos huevos en Siberia?

Como sabemos, las cuevas de Denísova son unas cavernas que se localizan en el macizo de Altái, en Siberia, en la actual Rusia. Esta área está cerca de la ciudad de Chiorny Anui, y a unos 360 kilómetros de Barnaul. El conjunto cavernoso se ubica sobre el margen izquierdo del río Anui, cubre un área de 270 metros cuadrados y contiene una cámara central con diversas galerías laterales.

En la década de 1980, un equipo formado por científicos rusos encontró restos arqueológicos en el interior de estas cavernas. Iniciaron su excavación y consiguieron identificar hasta un total de veintidós estratos diferentes. Sus dataciones iban desde la época de Dionisi, un ermitaño que habitó la cueva en el siglo XVIII, hasta unos 125.000 a 180.000 años atrás. La longevidad de estos estratos se llevó a cabo gracias a la datación por termoluminiscencia de los sedimentos hallados o, en ciertos casos, a la datación por radiocarbono.


Pero si por algo son conocidas estas cuevas es por los restos paleoantropológicos encontrados en su interior, por el equipo de científicos del Instituto de Arqueología y Etnología de Novosibirsk. Entre otros restos hallados, que permanecieron en el sitio desde hace 30.000 a 48.000 años, se descubrió algunos huesos humanos.

Uno de los restos óseos fue identificado como la falange de una niña y fue llevado a analizar por el conocido genetista sueco Svante Pääbo y su equipo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig. El ADN mitocondrial de la niña reveló una estructura genética perteneciente a una supuesta nueva especie de humanos, que fue denominada como homínido de Denísova.



Desde entonces, los estudios en las cuevas de Denísova no han parado, pero los últimos hallazgos han sorprendido mucho a los especialistas. Se trata de unas cuentas para adorno elaboradas con cáscara de huevo de avestruz, que miden algo más de un centímetro de diámetro y que se cree que tienen entre 45.000 y 50.000 años de antigüedad.



“Esta es una increíble pieza de trabajo”, ha declarado el investigador Maksim Kozlikin, del Instituto de Arqueología y Etnografía a The Siberian Times. “La cáscara de huevo de avestruz es un material bastante robusto, por lo que los agujeros hechos en las cuentas debieron ser practicados con un taladro fino de piedra”.


El Dr. Maxim Kozlikin, director de las excavaciones en la cueva Denisova. Foto: Vera Salnitskaya.

Asimismo, Kozlikin piensa que las cuentas pudieron haber sido parte de una pulsera o de un collar, o incluso puede que de algún adorno cosido en la ropa de algún individuo. Lo cierto es que la presencia de estas joyas en las cuevas de Denísova sugiere que las personas que vivían allí pudieron haber tenido contactos comerciales y que importaron las cáscaras de huevo, tal cual, o bien las joyas ya acabadas.
Estos artículos de joyería, que revelan una gran habilidad técnica para la época, se han encontrado en el mismo estrato arqueológico que un brazalete de piedra de color verde oscuro hallado en el año 2008 (abajo).


Fuente: es.blastingnews.com | 2 de noviembre de 2016

GALICIA ES UNA NACIÓN CELTA Y ES LA CUNA DE LOS CELTAS


In The Cradle Of The Celts Of Atlantic Europe


OUTEIRO DA PENA DO HOME


THE WAY, GALWAY


TREBA, TOUDO, TERRA II