Los colosos de Memnon rehacen su trío 3.200 años después
El trabajo del arqueólogo español Miguel Ángel López Marcos ha sido crucial para la recuperación de la tercera y gigantesca figura de Amenofis III, izada en Luxor junto a su milenarios 'gemelos'El trabajo del arqueólogo español Miguel Ángel López Marcos ha sido crucial para la recuperación de la tercera y gigantesca figura de Amenofis III, izada en Luxor junto a su milenarios 'gemelos'.
Madrid, 3 mar. (COLPISA, Miguel Lorenci).
Los colosos de Memnón vuelven a ser tres. Este sábado se presentó en Luxor la magnificencia de la tercera de las tres gigantescas y milenarias estatuas, izada días atrás y rescatada hace una década. Su recuperación ha sido posible gracias a la labor del arqueólogo español Miguel Ángel López Marcos (Soria, 1963). Durante más de ocho años ha llevado a cabo una 'faraónica' labor para recuperar la tercera de las estatuas sedentes que hace más de 3.000 años flanquearon el no menos gigantesco templo de Amenhotep III (Amenofis en griego) en Luxor, al sur de Egipto. Es una estatua algo más pequeña que las de sus gemelos pero que ya brilla junto a ellos, rehaciendo tres milenios y dos siglos después el primoroso trío de gigantes en el mismo lugar donde se alzó el fastuoso templo, destruido por un terremoto mil doscientos años antes de nuestra era y del que apenas quedan vestigios.
Los tres colosos representan al faraón Amenofis III (1390-1352 a.d.c). Se alzan de nuevo juntos en la ribera occidental del Nilo, frente a la ciudad de Luxor, cerca de Medinet Habu y al sur de las grandes necrópolis Tebanas. Están tallados en grandes bloques de cuarcita extraídos de la cantera de Gebel Al-Ahmar, al norte de Asuán y cerca de El Cairo. Incluyendo las bases de piedra sobre las que se sustentan, las dos primeras estatuas tienen una altura total de dieciocho metros. La que ahora se les suma es algo menor, con apenas quince metros de altura.
La figura recuperada por el equipo español pesa unas 250 toneladas y ha permanecido durante siglos sepultada por el fango y las aguas del Nilo. Un equipo alemán la localizó en 2002 y la extrajo del lecho del río. En 2004 el arqueólogo español ganó la licitación que permitía "curar sus múltiples heridas" del pétreo gigante. Además de reparar las decenas de grietas de la escultura, el equipo de López Marcos rastreó la zona para dar con su emplazamiento exacto, plantar el pedestal y proceder a su consolidación y la puesta en pie del coloso. Para más adelante queda la plena recuperación del pie derecho del coloso, de 14 toneladas, del torso y de la cabeza, de 22 toneladas. Cada coloso cuenta con otro más pequeño a su lado, piezas también recuperadas y que es exhibirán en un futuro en su emplazamiento original.
Las tres figuras muestran al faraón en posición sedente, con las manos apoyadas en las rodillas y la mirada dirigida hacia el este, hacia el Nilo y el sol naciente. Su función original era presidir la entrada al complejo funerario de Amenofis III, un inmenso centro de culto construido en vida del faraón, en el que se le adoraba como al dios en la tierra. Fue en su tiempo el mayor y más espectacular de todo Egipto, alzado sobre una superficie de 35 hectáreas sobre la que se extendían tres patios, un peristilo, una sala hipóstila y un santuario.
¿Cantarines?
Denominadas en árabe Al-Colossat o Es-Salamat, los primeros viajeros griegos los rebautizaron como colosos de Memnón, al hacerse eco de la leyenda que aseguraba que una de las estatuas, la situada más al norte, "cantaba" cada amanecer. Vieron en el fenómeno una evocación de la leyenda de Memnón, héroe de la guerra de Troya, hijo de Eos (la aurora) y rey griego de Etiopía, que condujo a sus huestes de África hasta Asia para ayudar a defender la sitiada ciudad y que fue derrotado y muerto por Aquiles. Memnón resucitó con las caricias de la diosa del alba, a las que contestaba con un lamento.
El fenómeno sonoro se explica en que al amanecer, con el brisco cambio de temperatura, se produce la evaporación del rocío, que al salir por la gran fisura que causó el terremoto en el coloso producía un peculiar sonido parecido a la vibración de un instrumento de cuerda. El emperador romano Septimio Severo acabó con el mito al restaurar la estatua en el siglo III de nuestra era.
Fuente: http://www.hoy.es/rc/20120303/mas-actualidad/cultura/tercer-coloso-memnon-vuelve-201203031714.html