Arte rupestre que muestra una danza ritual de cazadores-recolectores; Kondoa, Tanzania. Nick Longrich.
¿Por qué los humanos modernos se apoderaron del mundo mientras nuestros parientes más cercanos, los neandertales se extinguieron? Es posible que simplemente ocurrió porque eramos más inteligentes, pero sorprendentemente hay poca evidencia de que ello sea cierto.
Los neandertales tenían grandes cerebros, lenguaje y herramientas sofisticadas. Realizaron manifestaciones artística y adornos corporales. Fueron inteligentes y sugirieron una curiosa posibilidad. Quizás las diferencias cruciales no estaban a nivel individual, sino en nuestras sociedades.
Hace 250.000 años, Europa y Asia occidental eran tierras de neandertales. El Homo sapiens habitó el sur de África. Las estimaciones varían, pero quizás hace 100.000 años, los humanos modernos emigraron fuera de África. Pero Hace 40.000 años los neandertales desaparecieron de Asia y Europa, siendo reemplazados por los humanos modernos. Su lento e inevitable reemplazo sugiere que los humanos tenían alguna ventaja, pero no fácil saber cuál era.
Los antropólogos alguna vez vieron a los neandertales como brutos tontos. Pero recientes hallazgos arqueológicos muestran que rivalizan con nosotros en inteligencia. Los neandertales dominaron el fuego antes que lo hiciera el Homo sapiens. Eran cazadores mortales, realizaban caza mayor como mamuts y rinocerontes lanudos, y animales pequeños como conejos y pájaros. Recogían plantas, semillas y capturaban mariscos. Cazar y buscar alimento de todas esas especies exigía un conocimiento profundo de la naturaleza.
Los neandertales también tenían un sentido de la belleza, fabricaban cuentas y realizaban pinturas rupestres. Eran personas espirituales que enterraban a sus muertos con flores. Los círculos de piedra encontrados dentro de las cuevas pueden ser santuarios neandertales. Y, al igual que los cazadores-recolectores modernos, la vida de los neandertales probablemente estuvo impregnada de superstición y magia; sus cielos llenos de dioses y las cuevas habitadas por espíritus ancestrales.
Luego está el hecho de que el Homo sapiens y los neandertales tuvieron hijos juntos. No éramos tan diferentes. Pero nos encontramos con los neandertales muchas veces, durante muchos milenios, y siempre con el mismo resultado. Ellos desaparecieron y nosotros nos quedamos.
Hachas de mano de neandertales, Aisne, Francia. Museo Metropolitano de Arte
La sociedad cazadora-recolectora
Puede ser que las diferencias clave fueran menos a nivel individual que a nivel social. Es imposible entender a los humanos de forma aislada, como tampoco se puede entender a una abeja sin considerar su colonia. Valoramos nuestra individualidad, pero nuestra supervivencia está ligada a grupos sociales más grandes, como el destino de una abeja depende de la supervivencia de la colonia.
Los cazadores-recolectores modernos proporcionan nuestra mejor suposición sobre cómo vivieron los primeros humanos y neandertales. Personas como los Khoisan de Namibia y los Hadzabe de Tanzania reúnen a sus familias en grupos errantes de entre diez y sesenta personas. Las bandas se combinan en una tribu poco organizada de mil personas o más.
Estas tribus carecen de estructuras jerárquicas, pero están unidas por un idioma y una religión compartidos, matrimonios, parentescos y amistades. Las sociedades neandertales pueden haber sido similares, pero con una diferencia crucial: grupos sociales más pequeños.
Los neandertales vivían en grupos más pequeños. Esteban De Armas/Shutterstock
Tribus muy unidas
Lo que apunta a esto es la evidencia de que los neandertales tenían una menor diversidad genética.
En poblaciones pequeñas, los genes se pierden fácilmente. Si una persona de cada diez es portadora del gen del pelo rizado, entonces, en un grupo de diez personas, una muerte podría eliminar ese gen de la población. En un grupo de cincuenta, cinco personas portarían el gen: múltiples copias de seguridad. Entonces, con el tiempo, los grupos pequeños tienden a perder variación genética y terminan con menos genes.
En 2022, se recuperó ADN de huesos y dientes de 11 neandertales encontrados en una cueva en las montañas de Altai, en Siberia. Varios individuos estaban relacionados, entre ellos un padre y una hija; eran de una sola banda. Y mostraron una baja diversidad genética.
Como heredamos dos conjuntos de cromosomas (uno de nuestra madre y otro de nuestro padre), portamos dos copias de cada gen. A menudo tenemos dos versiones diferentes de un gen. Es posible que obtengas un gen para los ojos azules de tu madre y uno para los ojos marrones de tu padre.
Pero los neandertales de Altai a menudo tenían una sola versión de cada gen. Como informa el estudio, esa baja diversidad sugiere que vivían en grupos pequeños, probablemente con un promedio de sólo unas 20 personas.
Es posible que la anatomía neandertal favoreciera a los grupos pequeños. Al ser robustos y musculosos, los neandertales eran más pesados que nosotros. Así que cada neandertal necesitaba más alimento, lo que significaba que el medio ecológico en que se desenvolvían solo podía sustentar a menos neandertales que a Homo sapiens.
Y es posible que los neandertales comieran principalmente carne. Los sujetos carnívoros obtendrían menos calorías de la tierra que las personas que comieran carne y plantas, lo que nuevamente conduciría a poblaciones más pequeñas.
La ley de Metcalfe. Nick Longrich.
El tamaño del grupo importa
Si los humanos modernos vivíamos en grupos más grandes que los neandertales esto nos habría aportado ventajas.
Los neandertales, fuertes y hábiles con las lanzas, probablemente eran buenos luchadores. Los humanos modernos, de complexión ligera probablemente, contrarrestaron dicha circunstancia usando arcos para atacar a distancia.
Pero incluso si los neandertales y los humanos modernos fueran igualmente peligrosos en la batalla, si los humanos también tuvieran una ventaja numérica podrían traer más combatientes y absorber más pérdidas en la lucha.
Las grandes sociedades tienen otras ventajas más sutiles. Las bandas más grandes tienen más cerebros. Es decor, más cerebros para resolver problemas, recordar tradiciones sobre animales y plantas, y técnicas para fabricar herramientas y coser vestimentas. Así como los grupos grandes tienen una mayor diversidad genética, tendrán también una mayor diversidad de ideas.
Y más gente significa más conexiones. Las conexiones de red aumentan exponencialmente con el tamaño de la red, siguiendo la Ley de Metcalfe. Una banda de 20 personas tiene 190 conexiones posibles entre sus miembros, mientras que una banda de 60 personas tiene 1770 conexiones posibles.
La información fluye a través de estas conexiones: noticias sobre personas y movimientos de animales; técnicas de fabricación de herramientas; y palabras, canciones y mitos. Además, el comportamiento del grupo se vuelve cada vez más complejo.
Consideremos las hormigas. Individualmente, las hormigas no son inteligentes. Pero las interacciones entre millones de hormigas permiten a las colonias construir nidos elaborados, buscar comida y matar animales muchas veces más grandes que una hormiga. Del mismo modo, los grupos humanos hacen cosas que ninguna persona puede hacer: diseñar edificios y automóviles, escribir elaborados programas informáticos, librar guerras, dirigir empresas y países.
Los humanos no son los únicos que tienen cerebros grandes (las ballenas y los elefantes los tienen) o que tienen grandes grupos sociales (las cebras y los ñus forman enormes manadas). Pero somos únicos al combinarlos.
Parafraseando al poeta John Dunne, ningún hombre –ni ningún neandertal– es una isla. Todos somos parte de algo más grande. Y a lo largo de la historia, los humanos formaron grupos sociales cada vez más grandes: bandas, tribus, ciudades, estados nacionales, alianzas internacionales.
Puede ser entonces que la capacidad de construir grandes estructuras sociales le diera al Homo sapiens una ventaja frente a la naturaleza y otras especies de homínidos.
Fuente: theconversation.com | 26 de marzo de 2024
Por Nicolás R. Longrich
Profesor titular de Paleontología y Biología Evolutiva, Ciencias de la Vida en la Universidad de Bath, Universidad de Bath