La arqueóloga que encontró a los romanos en la Vasconia irreductible

Mertxe Urteaga recorre una galería romana. ALEX ITURRALDE

A sus 22 años, la arqueóloga Mertxe Urteaga planeó una exploración secreta por el subsuelo de las Peñas de Aya (Guipúzcoa). Aprovechó un fin de semana, cuando no había gente trabajando en las minas de Arditurri, para dirigir al geólogo Txomin Ugalde y al historiador Ricardo Berodia en la búsqueda de una rendija hacia el tesoro: hacia una galería romana en este territorio vascón que en teoría los romanos nunca habían conquistado.

Era 1982, la Real Compañía Asturiana de Minas explotaba el coto de Arditurri y acababa de ofrecer al Ayuntamiento de Oiartzun una pequeña joya: un tramo de galería romana que podría abrirse al público. Urteaga, una recién licenciada que trabajaba en los archivos del municipio, arrugó la nariz. Había visto fotos sacadas por los ingenieros en las minas, había leído informes que acumulaban polvo de dos siglos y sospechó que la empresa ofrecía ese caramelo, en un paraje remoto y sin valor económico, para distraer la atención de la maravilla que escondían aquellas montañas: una asombrosa red subterránea excavada hacía 2.000 años.

Mertxe Urteaga en el coto minero de Arditurri. ALEX ITURRALDE

“La empresa conocía los informes de Thalacker en 1803 o de Gascue en 1897 en los que se hablaba de una gran infraestructura romana, y conocía las bocas de muchas de aquellas minas”, explica Urteaga (izquierda. “Les servían para llegar a los filones y seguir explotándolos. Pero no decían nada porque no querían arqueólogos incordiando. Y en el mundo académico nadie hacía caso al asunto. El mito de que los vascones de la zona montañosa habían rechazado a los romanos estaba muy extendido, era una clave para explicar la pervivencia de la lengua vasca”.

Cuarenta años después, la guipuzcoana Urteaga nos guía por la vaguada de Arditurri para mostrarnos el paraje en el que ella y sus compañeros empezaron a agrietar el mito. En el regazo de las imponentes muelas de granito de las Peñas de Aya se cuela por una galería de dimensiones humanas: 1,80 metros de altura aproximada, una anchura que se puede abarcar con los codos desplegados y una forma suave y abovedada típica de los romanos, que encendían fogatas para fragmentar la roca y luego retocaban el túnel con picos.

“Enseguida percibimos la mano romana, fue muy emocionante”, dice, mientras acaricia la roca tallada, señala huecos donde los mineros depositaban lamparitas de aceite, muestra el canal que sigue desaguando, explica hallazgos de bateas de madera, picos de hierro, tejidos impermeables de lana con pelo: ropa de minero. “La sensación de avanzar por el interior de la tierra es muy intensa, te adentras en lo más profundo y de pronto descubres una huella humana de hace milenios… A mí este sitio me maravilla. Percibes el plan minucioso para acceder hasta el filón, las rectificaciones en el trazado de la galería, la inclinación para que desagüe. Es una construcción en negativo, un vacío escultórico. Parece una obra de Oteiza”.

Al cabo de 50 metros, esta galería horizontal conecta con otra diagonal muy inclinada por la que penetraron los prospectores romanos. Cuando encontraron el filón, los topógrafos tuvieron que determinar el nivel en el que debían perforar la segunda galería, la horizontal en la que trabajarían los mineros, por la que ahora caminamos. Una hipótesis dice que enlazaban docenas de metros de intestinos de gato hasta el exterior y los llenaban de agua: así podían ver desde fuera el nivel exacto del filón subterráneo.

Mertxe Urteaga en el coto minero de Arditurri, donde demostró con sus colegas que los romanos abrieron grandes minas en la zona. ALEX ITURRALDE.

La Compañía Asturiana cerró las minas en 1984 y dejó campo libre para los arqueólogos. Solo en Arditurri encontraron más de 40 zonas de explotación romana, incluidas obras tan complejas como un acueducto subterráneo de 425 metros que desaguaba las filtraciones y las sigue achicando– para que los mineros trabajaran 15 metros por debajo del río. “Cuatrocientos hombres durante 200 años no hubiesen sido suficientes para horadar todas estas galerías”, escribió el ingeniero Thalacker en 1803. Los arqueólogos descubrieron más explotaciones romanas en el entorno de las Peñas de Aya, tanto en Guipúzcoa como en Navarra, y así confirmaron la importancia de aquel distrito minero, uno de los principales productores de plata, hierro y cobre de la provincia Tarraconensis. Convencidos de que la ocupación romana debió de ser mucho más intensa de lo que se creía, Urteaga y sus compañeros del centro Arkeolan buscaron y hallaron otra gran sorpresa en pleno centro de Irún.

El coto minero de Arditurri. ALEX ITURRALDE

En 1992, aprovechando unas obras en la calle de Santiago, pidieron permiso al Ayuntamiento para buscar restos de un puerto romano. “Les daba la risa. Pero hicimos varios sondeos, el cazo de la excavadora iba sacando montones de limo negro y de repente soltó un montón de piezas de cerámica romana. ¡Tremendo! Encontramos miles de fragmentos, estructuras de madera, amarres… Era un puerto con muelles, almacenes, aduanas, un punto por el que circulaban salazones del Mediterráneo Oriental, cereales y vino del valle del Ebro, aceite de la Bética… Justo ahora estoy con una investigación en la que planteo que el puerto tenía una fachada monumental, para mostrar la importancia de la ciudad”.

Debajo de Irún estaba Oiasso, la ciudad de los vascones que mencionaban los geógrafos clásicos, con el puerto, las necrópolis y las termas que han ido desenterrando los arqueólogos, con trazas de templos y teatros que aún no han aparecido. “Algunas personas se acercaban a la excavación y nos tomaban el pelo: ‘Pero a ver, chicas, ¿todavía no sabéis que los romanos nunca llegaron aquí?’. Un señor pasaba todos los días junto a la excavación y nos insultaba”.

"¿Y eso?"

"A algunos, nuestros descubrimientos les sentaban fatal porque les rompíamos una idea de su identidad: Los romanos nunca ocuparon este país, los vascones se resistieron, por eso somos un pueblo peculiar con una lengua única… Ese mito estaba muy arraigado. Algunas personas del mundo cultural y académico también nos trataban como si estuviéramos cometiendo una traición".

Ella sostiene que la cultura vasca no sobrevivió a pesar de los romanos, sino gracias a ellos. “Su ejército era imparable, se instalaron en las zonas vasconas que les interesaban y los dirigentes nativos probablemente se integraron en el imperio para recibir ventajas: cargos políticos, negocios, nivel de vida. Gracias a los romanos, recibieron un cursillo de actualización acelerado. En un par de siglos adoptaron la escritura latina, las técnicas más avanzadas de construcción y agricultura, el urbanismo, el arte, la higiene, todo lo que otras civilizaciones habían desarrollado durante milenios. Hubo culturas que se quedaron al margen de esas modernizaciones y desaparecieron”.

Restos del puerto de Oiasso (Irún). / Fundación Arkeolan.

El pasado no existe, dice Urteaga. Siempre vivimos en el presente, son las ideas del presente las que modelan nuestra visión del pasado. El de Oiasso era el primer puerto romano de la península ibérica que veía..., no había más de una docena en todo el mundo, se trataba de un tesoro, pero debían apostar por la divulgación para que la sociedad vasca fuera entendiendo su valor. Contaban con unas pruebas arqueológicas consistentes y el apoyo de las instituciones públicas. Dieron conferencias, abrieron el Museo Oiasso, todos los años organizan un festival de cine arqueológico, otro de espectáculos romanos…

Hace unos años, Mertxe Urteaga conversaba durante un recorrido en tren con una señora de Irún. “Me preguntó en qué trabajaba, le dije que era arqueóloga y me contestó: ‘Ah, sabes que Irún fue una ciudad romana, ¿no?’. Pensé: ‘Ya está, lo hemos conseguido”.

Fuente: elpais.com| 6 de diciembre de 2020

Hallan nuevas evidencias de que los neandertales enterraban a sus muertos

¿El entierro de los muertos fue una práctica realizada por los neandertales o es una innovación específica de nuestra especie? Hay indicios a favor de la primera hipótesis, pero algunos científicos siguen siendo escépticos al respecto.

Sin embargo, por primera vez en Europa, un equipo multidisciplinario liderado por investigadores del CNRS y el Muséum National d'Histoire Naturelle (Francia) y la Universidad del País Vasco (España) ha demostrado, mediante una variedad de criterios, que un niño neandertal fue enterrado, probablemente hace unos 41.000 años, en el enclave arqueológico de La Ferrassie (Dordoña). Su estudio ha sido publicado en la revista Scientific Reports.

Excavaciones en el abrigo rocoso de La Ferrasie, Dordoña, Francia.

Se han descubierto decenas de esqueletos de neandertales enterrados en Eurasia, lo que lleva a algunos científicos a deducir que, como nosotros, los neandertales enterraban a sus muertos. Sin embargo, otros expertos se han mostrado reaccios al respecto, dado que la mayoría de los esqueletos mejor conservados, encontrados a principios del siglo XX, no fueron excavados con técnicas arqueológicas modernas.

En este marco, un equipo internacional liderado por los paleoantropólogos Antoine Balzeau (izquierda), del CNRS y Muséum National d'Histoire Naturelle, Francia) y Asier Gómez-Olivencia (derecha), de la Universidad del País Vasco, España), ha analizado un esqueleto humano de uno de los más famosos yacimientos neandertales en Francia: el refugio rocoso de La Ferrassie, en Dordoña.

Después de que se descubrieran seis esqueletos neandertales a principios del siglo XX, el yacimiento proporcionó un séptimo entre 1970 y 1973, perteneciente a un niño de alrededor de dos años (denominado La Ferrasie 8). Durante casi medio siglo, las colecciones asociadas a este espécimen permanecieron sin estudiar en los archivos del Musée d'Archéologie Nationale.

Restos fósiles de La Ferrassie 8. Musée des Eyzies de Tayac, Francia © Kroko pour Hominides.com

Pero, recientemente, un equipo multidisciplinario, reunido por los dos investigadores mencionados, ha reabierto los cuadernos de excavación y revisado el material, lo que ha revelado que había 47 nuevos huesos humanos no identificados durante la excavación y que, sin duda, pertenecían al mismo esqueleto infantil. Los científicos también realizaron un análisis minucioso de los restos óseos en cuanto a su estado de conservación, estudio de proteínas, genética, datación, etc. Tras ello, regresaron a La Ferrassie con la esperanza de encontrar más fragmentos del mismo; aunque no se descubrieron nuevos huesos, mediante el estudio de los cuadernos de campo de sus predecesores, pudieron reconstruir e interpretar la distribución espacial de los restos humanos y los raros huesos de animales que a ellos estaban asociados.

Examen del material de las excavaciones de la década de 1970 en el Musée d'Archéologie Nationale, Francia. Se clasificaron miles de restos óseos y se identificaron 47 nuevos restos fósiles pertenecientes al niño neandertal 'La Ferrassie 8'. Crédito: Antoine Balzeau - CNRS / MNHN.

Los investigadores demostraron que el esqueleto infantil había sido enterrado en una capa sedimentaria que se inclinaba hacia el oeste (la cabeza, hacia el este, era más alta que la pelvis), mientras que las otras capas estratigráficas del sitio se inclinaban hacia el noreste. Los huesos, que estaban relativamente dispersos, habían permanecido en su posición anatómica. Su conservación, mejor que la de un bisonte y otros herbívoros que se han encontrado en el mismo estrato, indica que se produjo un entierro rápido después de la muerte del infante. Además, el contenido de esta capa resultó ser menos antigua que el sedimento circundante. Y, finalmente, un hueso diminuto, identificado como humano por el análisis de sus proteínas y como perteneciente a un neandertal por su ADN mitocondrial, fue datado directamente a través del carbono-14 con una antigüedad de alrededor de 41.000 años, lo que lo convierte en uno de los restos neandertales más recientes con una datación directa.

Esta nueva información prueba que el cuerpo de este niño neandertal de dos años fue depositado a propósito en un pozo excavado en una capa sedimentaria hace unos 41.000 años. Ahora bien, será necesario llevar a cabo más descubrimientos similares para comprender la cronología y la extensión geográfica de las prácticas funerarias neandertales.

Fuentes: cnrs.fr. | phys.org| 9 de diciembre de 2020

Egiptólogos descifran una inscripción rupestre como el 'letrero' con el nombre del lugar más antiguo del mundo

La roca con la inscripción "Dominio del Rey Horus-Escorpión" / Ludwig Morenz - Universidad de Bonn.

Investigadores de la Universidad de Bonn, junto con el Ministerio de Antigüedades de Egipto, han descifrado el nombre de un lugar muy antiguo en Egipto. Una inscripción de la época del surgimiento del Estado faraónico de finales del IV milenio a. C., procedente de Wadi el Malik, al este de Asuán, el cual todavía apenas se ha explorado arqueológicamente, lleva cuatro jeroglíficos: "Dominio del Rey Horus -Escorpión".

"Este gobernante llamado Horus-Escorpión fue una figura preeminente en la fase del surgimiento del primer Estado territorial en la historia mundial", dice el egiptólogo Ludwig D. Morenz (izquierda), de la Universidad de Bonn. Dicho gobernante vivió alrededor del 3070 a.C., si bien se desconocen las fechas exactas y la duración de su reinado. El nombre "Escorpión" está escrito junto con otros tres jeroglíficos en una inscripción rupestre descubierta hace más de dos años en un uadi lateral del Wadi Abu Subeira, al este de Asuán: "Dominio del Rey Horus-Escorpión". La característica circular del jeroglífico indica que es un nombre de lugar, lo que lo convierte en el topónimo más antiguo del mundo, dice Morenz.

Hay muy pocas fuentes sobre las condiciones políticas, sociales y económicas en las que vivía la gente hace más de cinco mil años. "Precisamente por ello el descubrimiento de esta inscripción en una piedra es tan valiosa", dice el egiptólogo. El uso muy temprano de la práctica cultural de la escritura en este lugar bastante remoto es inusual en el IV milenio a.C. A pesar de su brevedad, la inscripción abre una ventana al mundo sobre los inicios del Estado egipcio y la cultura asociada al mismo. Según Morenz: "Por primera vez, el proceso de colonización interna en el valle del Nilo se hace más visible debido a la escritura".

Dibujo de los cuatro jeroglíficos. El signo circular al final indica que se trata de un nombre de lugar / dibujo de David Sabel – Universidad de Bonn

Egipto como primer Estado territorial del mundo

Según Morenz, Egipto fue el primer Estado territorial del mundo: "Ya había sistemas de gobierno en otros lugares, pero estos eran mucho más pequeños". Se sabe desde hace algún tiempo que la extensión norte-sur de Egipto en ese momento era de unos 800 kilómetros. "De hecho, varios centros de población rivales se fusionaron en el nuevo Estado central", agrega. Las propiedades reales, conocidas como dominios, se fundaron en la periferia con el fin de consolidar el imperio faraónico.

La administración central se había desarrollado durante el IV milenio, tal como se desprende de los títulos de los funcionarios públicos y de los impuestos y derechos. Estos deberes fiscales son evidencia de dependencia socioeconómica, y se basan en el control, la jerarquía y el poder especial de un gobernante como Horus-Dios sobre el terreno "Los límites entre las dependencias, concebidas simétrica y asimétricamente, parecen que eran bastante fluidos en ese momento", dice Morenz. Ello significó que el principio simétrico de dar y recibir podía cambiar a uno asimétrico de fuerte explotación.

El yacimiento arqueológico de Wadi el Malik al este de Asuán, donde se encontró la inscripción / Ludwig Morenz – Universidad de Bonn.

Se conocen varios nombres de entidades económicas (dominios) a partir de soportes de texto más pequeños, como etiquetas para entregas de mercancías, sellos de cilindros y marcas de recipientes. La inscripción rupestre hallada hace tangible por primera vez un dominio real en un lugar arqueológico concreto. Además de varios grabados rupestres, se han hallado, junto con restos de cerámica, otras inscripciones rupestres de este período. "La tarea de investigación en el área aún se encuentra en en sus primeras etapas", advierte Morenz. Los investigadores ven los hallazgos como una oportunidad para observar más de cerca el proceso trascendental del surgimiento del primer Estado en el mundo. Esto incluyó la expansión y control del dominio en los bordes del valle del Nilo y la consolidación de un nuevo tipo de realeza.

Durante varios años, científicos del departamento de egiptología de la Universidad de Bonn han estado trabajando junto con Abdelmonem Said y Mohamed Abdelhay, de la Oficina de Asuán ("Taftish") correspondiente al Ministerio de Antigüedades de Egipto, y ya han documentado varios grabados rupestres que se remontan al Neolítico. El proyecto se ha desarrollado en el marco del Centro Colaborativo de Investigación 'Poder y Dominación' del subproyecto de Egiptología denominado 'Los dos cuerpos de Horus. La ideología real y su manifestación en el período formativo de la realeza egipcio', y, además, se integra en el Grupo de Excelencia de Bonn 'Más allá de la esclavitud y la libertad'.


El estudio se presenta como el primer volumen de la nueva serie "KATARAKT. Documentos de trabajo arqueológicos de Asuán", recientemente fundada por el Departamento de Egiptología de la Universidad de Bonn.

Fuentes: archaeologynewsnetwork.blogspot.com | uni.bonn.de | 3 de diciembre de 2020

Localizados durante la pandemia 66 campamentos romanos en Castilla y Léon

Cronología de descubrimiento/publicación de recintos militares romanos en el noroeste de la Península Ibérica. Los nuevos campamentos están destacados en recuadros punteados.

Un total de 66 campamentos desde los que las legiones romanas partían para derrotar a las tribus astures, aplacar las revueltas cántabras, asegurar las calzadas, proteger zonas mineras o fortificarse a la espera de refuerzos han sido localizados en los últimos meses mediante nuevas técnicas de prospección en el norte de Castilla y León, según publica esta semana la revista Geosciences. El hecho, dice el informe, supone “un importante avance en la comprensión de las dinámicas de la conquista romana e incrementa en un tercio los recintos militares conocidos para la zona en las últimas décadas”.

El estudio —llamado Following the Roman Army between the Southern Foothills of the Cantabrian Mountains and the Northern Plains of Castile and León (North of Spain)— explica que para la localización de tan alto número de fuertes romanos se han empleado fotografías e imágenes, tanto aéreas como por satélite, modelos tridimensionales generados a partir de datos de prospección láser (sistema LiDAR) y drones.

“El uso de las nuevas tecnologías ha permitido realizar la búsqueda incluso en los meses de confinamiento gracias a las bases de datos del Instituto Geográfico Nacional, de Google Earth y de Bing Maps”. Todos los campamentos, tras su localización, fueron inspeccionados sobre el terreno por los arqueólogos, al tiempo que se comunicaba a los servicios de Cultura de la Comunidad de Castilla-León su ubicación para su posterior inventariado y protección. Los descubridores afirman que “solo a partir de que las autoridades fueron conocedoras del hallazgo este se ha hecho público”.

Recintos de Tortolondro (primer plano) y Matimocha (segundo plano), en Burgos. ROMANARMY

Los especialistas que firman el artículo son Andrés Menéndez Blanco, Jesús García Sánchez (Instituto de Arqueología de Mérida), José María Costa García (Universidad de Santiago de Compostela), João Fonte (Universidad de Exeter), David González Álvarez (Instituto de Ciencias del Patrimonio-CSIC) y Víctor Vicente García (Universidad de Santiago de Compostela), que a su vez forman parte del colectivo de protección del patrimonio Romanarmy, especializado en historia militar romana.

Recintos en Villaquilambre (León)

"La mayor parte de los yacimientos desvelados corresponden a restos de los campamentos temporales que levantaba el ejército romano para moverse por territorio hostil o al realizar maniobras en torno a sus bases permanentes”. Revelan, por tanto, la intensa actividad militar a la entrada –donde se llevaban a cabo las emboscadas- de las montañas del noroeste de Hispania durante la última fase de conquista de la península por Roma. Durante las guerras cántabras (del 29 al 19 a.C), la situación era tan complicada que el propio Augusto tuvo que desplazarse a Hispania.

Entre los campamentos localizados, destaca una importante concentración (25 sitios) a lo largo de los valles del norte de Palencia y Burgos, además del sur de Cantabria. En la provincia de León se han documentado hasta 41 yacimientos repartidos por distintos valles. Entre ellos hay, desde pequeños fortines de unos centenares de metros cuadrados, hasta enormes recintos fortificados de 15 hectáreas de superficie, donde podrían resguardarse una legión entera y sus tropas auxiliares.

Según el estudio: “Destaca el hallazgo de dos grandes campamentos de estas características junto a la ciudad de Astorga o las concentraciones de pequeños recintos de maniobras alrededor de la ciudad de León. Algunos de estos asentamientos estarían, por tanto, relacionados probablemente con la conquista de esos territorios a finales del siglo I a.C, mientras que otros pueden responder a las distintas funciones desarrolladas por el ejército en tiempos de paz". Pax romana, claro.

Fuente: Vicente G. Olaya, elpais.com | 4 de diciembre de 2020

La resistencia humana ante el cambio climático en la antigua Turquía: Tell Tayinat

Vista de la excavación en Tell Tayinat en Hatay, Turquía. Foto: Tayinat Archaeological Project.

Un examen de dos períodos documentados de cambio climático en el gran Oriente Medio, hace entre aproximadamente 4.500 y 3.000 años, revela pruebas locales de resistencia e incluso de una floreciente sociedad antigua a pesar de los cambios climáticos observados.

El nuevo estudio dirigido por arqueólogos de la Universidad de Toronto y de la Universidad de Cornell que trabajan en Tell Tayinat, en el sudeste de Turquía, demuestra que las respuestas humanas al cambio climático son variables y deben examinarse utilizando datos amplios y precisos reunidos a nivel local. El estudio pone de relieve cómo los desafíos y el colapso en algunas zonas se equipararon con la resistencia y las oportunidades en otros lugares.

Las conclusiones publicadas en la revista PLoS ONE ayudan en los debates sobre las respuestas humanas al cambio climático, las cuales amplían un marco cronológico por lo demás escaso para la parte septentrional de la región conocida históricamente como el Levante, que se extiende a lo largo del borde oriental del Mar Mediterráneo.

"El estudio muestra que el final de la ocupación de la Edad del Bronce temprana en Tayinat fue un asunto largo y prolongado que, si bien parece coincidir con el inicio de una mega-sequía hace 4.200 años, fue en realidad la culminación de procesos que comenzaron mucho antes", dice Tim Harrison (izquierda), profesor y presidente del Departamento de Civilizaciones de Oriente Próximo y Medio de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Toronto (U de T), y director del Proyecto Arqueológico de Tayinat. "Las pruebas arqueológicas no apuntan a efectos locales significativos del episodio climático, ya que no hay pruebas de estrés por sequía en los cultivos. En cambio, estos cambios fueron más probablemente el resultado de una reconfiguración política y espacial local".

Imagen de microscopio de una rama de roble de la Edad del Hierro de Tell Tayinat en Hatay. A: Brita Lorentzen

La mitad y el final de la Edad del Bronce temprana (3000-2000 a.C.) y el final de la Edad del Bronce (1600-1200 a.C.) en el antiguo Oriente Medio son períodos fundamentales de interconexión temprana entre los asentamientos de toda la región, con el desarrollo de algunas de las primeras ciudades y sociedades a nivel estatal. Pero estos sistemas no siempre fueron sostenibles, y ambos períodos terminaron con el colapso de las civilizaciones/asentamientos, cuyas razones son muy discutidas.

La ausencia de cronogramas detallados para la actividad social en toda la región deja una importante laguna en la comprensión de las asociaciones entre el cambio climático y las respuestas sociales. Si bien la desintegración de los sistemas políticos o económicos es, en efecto, un componente de una respuesta social, el colapso rara vez es total.

Fotografía aérea de los campos 1, 2 y 7 de las excavaciones del Bronce Antiguo y la Edad del Hierro en Tell Tayinat en Hate, Turquía.

Mediante la datación por radiocarbono y el análisis de muestras arqueológicas recuperadas de Tell Tayinat, un lugar ocupado tras dos episodios de cambio climático particularmente notables hace 4.200 y de nuevo hace 3.200 años, el equipo de Toronto-Cornell estableció un sólido marco cronológico para Tayinat para estos dos períodos fundamentales en la historia del antiguo Oriente Medio.

"La datación absoluta de estos períodos ha sido objeto de considerable debate durante muchos años, y este estudio aporta un nuevo y significativo conjunto de datos que ayuda a abordar muchas de las cuestiones", dice Sturt Manning (derecha), profesor de Arqueología Clásica en el Departamento de Clásicos de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Cornell, y autor principal del estudio.

"La detallada resolución cronológica lograda en este estudio permite una interpretación más sustantiva de las pruebas arqueológicas en términos de respuestas locales y regionales al cambio climático propuesto, arrojando luz sobre la forma en que los seres humanos responden al estrés y la variabilidad del medio ambiente".

Los investigadores dicen que el marco cronológico de la Edad de Hierro temprana demuestra el próspero reasentamiento de Tayinat después del evento de hace 3.200 años durante un período reconstruido de mayor aridez.

"El asentamiento de Tayinat puede haberse llevado a cabo para maximizar el acceso a la tierra cultivable, y las pruebas revelan la continuación del cultivo de numerosas cosechas que requieren agua, lo que revela una respuesta que contrarresta el cuadro de una región asolada por la sequía", dice Harrison.

"La Edad de Hierro en Tayinat representa un grado significativo de resistencia social durante un período de estrés climático", concluye.

Fuentes: noticiasdelaciencia.com |news.cornell.edu| 2 de diciembre de 2020

Exploran el tamaño y densidad de la población como causas del crecimiento del poder centralizado en la antigüedad

Las primeras poblaciones pasaron de sociedades casi igualitarias de cazadores-recolectores a comunidades gobernadas por una autoridad centralizada en el periodo que va del Holoceno medio al tardío. Ahora bien, cómo ocurrió esta transición es un asunto que todavía desconcierta a los antropólogos. En este sentido, un grupo de investigadores dirigido por la Universidad de Maine sostiene que el tamaño y la densidad de la población sirvieron como impulsores cruciales.

El profesor de antropología Paul "Jim" Roscoe (izquierda) ha llevado a cabo el desarrollo de una 'Teoría del Poder' que enfatiza el papel de la demografía en la centralización política y lo ha aplicado al cambio dinámico del poder en las sociedades prehistóricas de la costa norte del Perú.

Para probar su teoría, él, junto con Daniel Sandweiss, profesor de antropología y estudios cuaternarios y climáticos, y Erick Robinson, investigador de antropología postdoctoral en la Universidad Estatal de Utah, crearon una Distribución de Probabilidad Sumada (SPD por sus siglas en inglés) de 755 dataciones de radiocarbono comprendidas del 10.000-1.000 BP, o antes del presente.

El equipo encontró una correlación entre los principios de su 'Teoría del Poder', consistente en que la densidad y el tamaño de la población influyen en la centralización política y en el cambio de la dinámica del poder en las primeras sociedades peruanas.

El equipo compartió sus hallazgos en un informe publicado en Philosophical Transactions de la Royal Society B .

Ruinas del Templo del Anfiteatro en el sitio arqueológico del Período Precerámico Tardío de Caral en Perú. Crédito: Cortesía de Daniel Sandweiss.

"Siempre me ha interesado cómo, en el espacio de cinco a diez mil años, los seres humanos pasaron de ser pequeños grupos de cazadores-recolectores, a los que nadie podía organizar, a formar parte de vastos estados industriales gobernados por unas pocas personas con un poder enorme. A partir de mi trabajo de campo y otras investigaciones en Nueva Guinea, me quedó claro que los líderes surgían principalmente en poblaciones grandes y de alta densidad, y mi 'Teoría del Poder' explica el porqué", dice Roscoe.

"Desafortunadamente, hasta hace poco era difícil para los arqueólogos manejar el tamaño y las densidades de población del pasado. Sin embargo, las técnicas con base al método SPD son de una gran ayuda para llevar estas importantes variables a la comprensión de cómo la vida social humana experimentó esta dramática transformación".

Los científicos han postulado anteriormente que la población en la costa norte de Perú aumentó durante los períodos Precerámico Tardío, Inicial, Horizonte Temprano e Intermedio Temprano, o entre aproximadamente hace 6000-1200 años B.P. El procedimiento SPD de Roscoe y sus colegas valida esta consideración

Las gentes que se asentaron en la llanura costera vivieron primero como cazadores-recolectores móviles o como horticultores incipientes en grupos de baja densidad, según los investigadores. Sin embargo, milenios después, en el período Precerámico Tardío, varios desarrollos trajeron consigo una mayor interacción y coparticipación en los recursos. La gente comenzó a cultivar la tierra, desarrolló sistemas de riego y se asentó más con el paso del tiempo. Finalmente, algunos de los primeros estados "prístinos" del mundo se formaron en las llanuras.

El inicio y crecimiento de la agricultura, el regadío y el sedentarismo, impulsados ​​por los aumentos en el tamaño y la densidad de población, fomentaron la capacidad de determinados agentes políticos para interactuar y manipular al resto de la comunidad. La centralización política y la jerarquía fue el resultado, según los investigadores.

Roscoe y sus colegas demostraron, a través del método SPD de radiocarbono, que el aumento de autoridades centralizadas en las primeras comunidades peruanas, surgidas como consecuencia de la agricultura, el regadío y los asentamientos, coincidió con un aumento en el tamaño de la población. Los resultados de su trabajo demuestran "una congruencia amplia y de baja resolución entre las expectativas de la 'Teoría del Poder' y lo que se sabe actualmente sobre la antigüedad costera peruana", escribieron en su estudio.

El proyecto también destaca la capacidad del método SPD para examinar la influencia de la demografía en el crecimiento de la centralización política prehistórica. Sin embargo, determinar el alcance de esa influencia requiere un estudio adicional.

"Esperamos que este trabajo demuestre el valor de las técnicas de SPD para comprender el papel de la demografía en el surgimiento y desarrollo de los centros de poder en la Tierra", dice Roscoe. "Lo que necesitamos ahora es aumentar el tamaño de nuestras bases de datos de SPD y filtrar algunas de las debilidades que sabemos que contienen".

Fuente: phys.org | 30 de noviembre de 2020