Descubren miles de pinturas rupestres en la selva amazónica de Colombia de hace unos 12.500 años

Una de las paredes con pinturas de la denominada "Capilla Sixtina de los antiguos" en la selva amazónica de Colombia: Marie-Claire Thomas. Wild Blue Media.

En la selva amazónica de Colombia se ha constatado que una de las colecciones de arte rupestre prehistórico más grandes del mundo es más extensa de lo que se suponía.

Aclamada como "la Capilla Sixtina de los antiguos", los arqueólogos han encontrado decenas de miles de pinturas de animales y humanos creadas hace unos 12.500 años en acantilados que se extienden a lo largo de casi 13 kilómetros.

Su datación se basa, en parte, en las representaciones de animales de la Edad de Hielo ya extintos, como el mastodonte, un pariente prehistórico del elefante que no ha vagado por Sudamérica durante al menos 12.000 años, o el paleolama, un camélido extinto, así como perezosos gigantes y équidos.

Estos animales fueron vistos y pintados por algunos de los primeros humanos en llegar a este entorno del Amazonas. Sus imágenes ofrecen un vistazo sobre una antigua civilización perdida, y, tal es la magnitud de las pinturas, que llevará varias generaciones estudiarlas.

Hay numerosas huellas de manos entre las imágenes del acantilado. Fotografía: Marie-Claire Thomas / Wild Blue Media.

El descubrimiento se realizó hace unos dos años, pero se ha mantenido en secreto hasta ahora, ya que se filmó para una serie importante de Channel 4 ( canal de televisión del Reino Unido) que se proyectará en diciembre: Jungle Mystery: Lost Kingdoms of the Amazon.

El enclave se encuentra en la Serranía de la Lindosa donde, junto con el Parque Nacional Chiribiquete, se han encontrado otras representaciones artísticas rupestres. La presentadora del documental, Ella Al-Shamahi, arqueóloga y exploradora, le dijo a The Observer: "Este lugar es tan nuevo que ni siquiera le han dado un nombre".

La paleoantropóloga Ella Al-Shamahi, presentadora de la serie Channel 4. Fotografía: Marie-Claire Thomas / Wild Blue Media

Ella habló de la emoción que supuso ver estas impresionantes imágenes creadas hace miles de años. El descubrimiento fue realizado por un equipo británico-colombiano financiado por el Consejo Europeo de Investigación. Su líder es José Iriarte, profesor de arqueología en la Universidad de Exeter y destacado experto en la historia amazónica y precolombina.

“Cuando estás allí, las emociones fluyen ... Estamos hablando de varias decenas de miles de pinturas. Se necesitarán varias generaciones para registrarlas ... Cada giro que haces, te encuentras con un nuevo muro de pinturas", dice Iriarte (izquierda).

“Podemos ver animales que ahora están extintos. Las imágenes son tan naturales y están tan bien hechas que tenemos pocas dudas de que estás mirando un caballo, por ejemplo. El caballo de la Edad de Hielo tenía una cara salvaje y fuerte. La representación es tan detallada que incluso podemos ver el pelaje del caballo. Es fascinante".

Las representaciones también incluyen peces, tortugas, lagartos y pájaros, así como personas bailando y cogidas de la mano, entre otras escenas. Una figura lleva una máscara que se asemeja a un pájaro con pico.

El sitio está en el corazón de Colombia en el área de la Serranía de la Lindosa.

El lugar donde se han encontrado es tan remoto que, después de un viaje de dos horas desde San José del Guaviare, un equipo de arqueólogos y cineastas tuvo que caminar a pie durante unas cuatro horas y evitar, de alguna manera, los habitantes más peligrosos de la región. “Los caimanes están por todas partes, y hay que mantenerse alerta, además, con las serpientes”, dijo Al-Shamahi, recordando que un enorme ofidio, conocido como lachesis o bushmaster, “la serpiente más peligrosa de las Américas, con una tasa de mortalidad del 80%, nos bloqueaba el paso a través de la jungla, pues nos habíamos retrasado en regresar y ya estaba completamente oscuro".

No tuvieron más remedio que pasar junto a esta serpiente, sabiendo que, si eran atacados, había pocas posibilidades de llegar a un hospital. "Estás en el medio de la nada, pero valió la pena al 100% ver las pinturas", agregó.

Tal como se señala en el documental, Colombia es una tierra destrozada después de 50 años de guerra civil entre las guerrillas de las Farc y el gobierno colombiano, ahora con una tregua incómoda. El territorio donde se han descubierto las pinturas estaba completamente fuera de los límites de seguridad hasta hace poco y todavía se requiere de una cuidadosa negociación para ingresar en el mismo.

Al-Shamahi dijo: “Cuando entramos en el territorio de las Farc, fue exactamente como algunos de nosotros hemos estado denuciando durante mucho tiempo. La exploración de la zona, por lo demás, no ha terminado. El descubrimiento científico no ha finalizado, y los grandes hallazgos se encontrarán en lugares en disputa u hostiles".

En cuanto a las pinturas, estas varían en tamaño. Hay numerosas huellas de manos y muchas de las imágenes están en esa escala, ya sean formas geométricas, animales o humanos. Otras son mucho más grandes.

Las pinturas se están filmando para una importante serie de Channel 4 que se proyectará en diciembre, 'Jungle Mystery: Lost Kingdoms of the Amazon'. Fotografía: Ella Al-Shamahi.

A Al-Shamahi le sorprendió también lo alto que están muchos de ellas: “Mido 1,77 metros y me rompía el cuello mirando hacia arriba. ¿Cómo habían escalado estas paredes?", se pregunta, dado que algunas de las pinturas están tan altas que solo se pueden ver mediante la utilización de drones.

Iriarte cree que la respuesta está en las representaciones de torres de madera que hay entre las pinturas, incluidas figuras que parecen saltar con cuerdas desde ellas. Y añade: “Las pinturas tienen un color terracota rojizo, si bien hemos encontramos trozos de ocre que rasparon para hacerlas”.

Al especular sobre si las pinturas tenían un propósito sagrado o de otro tipo, declaró: "Es interesante ver que muchos de los grandes animales representados aparecen rodeados de hombres pequeños con los brazos en alto, casi adorando a estos animales".

Al observar que las imágenes incluyen árboles y plantas alucinógenas, agregó: “Para los pueblos amazónicos, los no humanos como los animales y las plantas tienen alma, y ​​se comunican y se relacionan con las personas de manera cooperativa u hostil a través de los rituales y prácticas chamánicas, las cuales vemos representadas en el arte rupestre".


Al-Shamahi concluye: “Una de las cosas más fascinantes fue ver la megafauna de la Edad de Hielo, dado que la misma es un indicador del tiempo. No creo que la gente se dé cuenta de que el Amazonas ha cambiado en su apariencia. No siempre ha sido esta selva tropical. Cuando miras un caballo o un mastodonte en estas pinturas, resulta claro que no vivían en un entorno selvático. Eran demasiado grandes. En consecuencia, no solo están dando pistas sobre cuándo fueron pintados por algunas de las primeras personas que ocuparon este lugar, lo que, en sí mismo, es simplemente alucinante, sino que también están dando pistas sobre cómo pudo haber sido este lugar, el cual sería más parecido a una sabana".

Iriarte sospecha que hay muchas más pinturas por encontrar: “Solo estamos rascando la superficie”. El equipo volverá tan pronto como la pandemia del Covid-19 lo permita.

Fuentes: theguardian.com | actualidad.rt.com | dailymail.co.uk| 29 de noviembre de 2020

Un equipo de investigadores ofrece una nueva teoría sobre las figuras denominadas 'Venus paleolíticas'

Venus de Willendorf. Está datada entre los años 27.500 y 25.000 a.C Crédito: Wikimedia / CC BY-SA 3.0

Uno de los primeros ejemplos de arte en el mundo, las enigmáticas figurillas denominadas 'Venus paleolíticas', talladas hace unos 30.000 años, han intrigado y desconcertado a los científicos durante casi dos siglos. Ahora, un investigador del Campus Médico Anschutz, de la Universidad de Colorado, cree que ha reunido suficientes evidencias para resolver el misterio detrás de estos curiosos objetos tótems.

Las representaciones portátiles de figuras femeninas obesas o embarazadas, que aparecen en la mayoría de los libros de historia del arte, fueron vistas durante mucho tiempo como símbolos de fertilidad o belleza. Pero según Richard Johnson (izquierda), MD, autor principal del estudio publicado en la revista Obesity, la clave para comprender las estatuillas radica en cambio climático y la dieta.

"Algunas de las obras de arte más antiguas del mundo son estas misteriosas figurillas de mujeres con sobrepeso de la época de los cazadores recolectores en la Europa de la Edad de Hielo, donde no se esperaría ver obesidad en absoluto", dice Johnson, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Colorado, especializada en enfermedad renal e hipertensión. "Hemos demostrado que estas figurillas se correlacionan con momentos de estrés nutricional extremo".

Los primeros humanos modernos entraron en Europa durante un período de calentamiento hace unos 48.000 años. Conocidos como auriñacienses, cazaban renos, caballos y mamuts con lanzas que portaban puntas de hueso. En verano comían bayas, pescado, nueces y plantas. Pero entonces, como ahora, el clima no permaneció estático.

Venus de Hohl Fels. Hallada en sur de Alemania tiene al menos 35.000 años. Crédito: Thilo Parg / Wikimedia Commons.

A medida que las temperaturas bajaban, las capas de hielo avanzaron y se produjo el desastre. Durante los meses más fríos, las temperaturas bajaron a 10-15 grados Celsius. Algunas bandas de cazadores recolectores desaparecieron, otras se trasladaron al sur y algunas buscaron refugio en los bosques. La caza mayor había sido sobreexplotada.

Fue durante estos tiempos desesperados cuando aparecieron las figurillas obesas. Tenían entre 6 y 16 centímetros de largo y estaban hechos de piedra, marfil, cuerno y, ocasionalmente, arcilla. Algunas estaban enhebradas y usadas ​​como amuletos.

Johnson y sus coautores, el profesor (retirado) de antropología John Fox, de la American University of Sharjah en los Emiratos Árabes Unidos, y el profesor asociado de medicina Miguel Lanaspa-García, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado, midieron las proporciones de la cintura-cadera y la cintura-hombro de las estatuillas y descubrieron que las que se encontraban más cerca de los glaciares eran las más obesas en comparación con los que estaban más alejadas. Creen, pues, que las figurillas representaban un tipo de cuerpo idealizado para las difíciles condiciones de vida reinantes.

Venus de Dolní Věstonice. República Checa. Datada entre el 29.000 y 25.000 a. C.

"Proponemos que tales figurillas transmitían ideales de tamaño corporal para las mujeres jóvenes, y especialmente para aquellas que vivían cerca de los glaciares", declara Johnson, quien además de médico tiene una licenciatura en antropología. "Descubrimos que las proporciones de tamaño corporal eran más altas cuando los glaciares avanzaban, mientras que la obesidad disminuía cuando el clima se calentaba y los glaciares retrocedían".

La obesidad, según los investigadores, se convirtió en una condición deseada. Una mujer obesa en tiempos de escasez podría gestar un hijo durante el embarazo mejor que una que sufre desnutrición. De modo que las figurillas pueden haber estado imbuidas de un significado espiritual: una especie de fetiche o encanto mágico que podría proteger a una mujer durante el embarazo, el parto y la lactancia.

Venus de Grimaldi. Italia. Datada hacia el 22.000 a.C.

Muchas de las figurillas están gastadas, lo que indica que eran reliquias heredadas de madre a hija de generación en generación. Las mujeres que llegaban a la pubertad o accedían a las primeras etapas del embarazo pudieron haberlas recibido con la esperanza de adquirir la masa corporal deseada para asegurar un parto exitoso.

"El aumento de grasa corporal proporcionaría una fuente de energía durante la gestación y a través del destete del bebé, así como un aislamiento del frio muy necesario", afirman los autores.

Promover la obesidad, dice Johnson, aseguraba que el grupo humano podía continuar otra generación en condiciones climáticas precarias.

Venus de Lespugue. Francia. Datada entre 26.000 y 24.000 a.C.

"Las figurillas surgieron como una herramienta ideológica para ayudar a mejorar la fertilidad y la supervivencia de la madre y los recién nacidos", sostiene Johnson. "La estética del arte, por lo tanto, tuvo una función significativa al enfatizar la salud y la supervivencia, a fin de adaptarse a unas condiciones climáticas cada vez más austeras".

El éxito del equipo en acumular evidencias para respaldar su teoría provino de la aplicación de medidas de la ciencia médica a datos arqueológicos y modelos de comportamiento de la antropología.

"Este tipo de enfoques interdisciplinarios están ganando impulso en las ciencias y son muy prometedores", concluye Johnson. "Nuestro equipo también tiene otros temas de arte y migración de la Edad de Hielo en su mira de investigación".

Fuente: phys.org | 1 de diciembre de 2020

Entrevista a Sebastián Vargas: «Las termas mayores de Itálica no son las de Caracalla pero fueron lujosísimas»

Sebastián Vargas apoyado en uno de los muros del Alcázar de Sevilla - Manuel Gómez

Sebastián Vargas Vázquez ha revelado aspectos desconocidos y muy atractivos sobre el Traianeum, las termas mayores y unas presuntas termas en el entorno del santuario dedicado a Trajano, lo que le concederían a la ciudad de los emperadores un potente valor simbólico, político y elitista.

–Empecemos por el Traianeum, ¿Fue tan grande como un campo de fútbol?

–El terreno de juego de un campo de fútbol actual cabría perfectamente dentro del terreno que ocupa el santuario.

–¿Y fue tan esplendoroso como el foro de Trajano en Roma?

–Las características que tuvo lo hicieron un edificio muy potente, costeado y lujoso, posiblemente pagado por el propio emperador y las aportaciones de las élites italicenses. Debió ser un templo muy importante y como nos ocurre con la Catedral de Sevilla, aquello debió ser una montaña de mármol.

–Según sus investigaciones no fue levantado por Trajano.

–Estamos seguro de que fue obra de Adriano y que está dentro del proyecto que el propio emperador diseñó para la nueva ciudad, para la ampliación de la vieja Itálica.

–¿Qué quiso hacer Adriano con un edificio de tan potentes características?

–En primer lugar, elevar a Itálica al nivel de grandes ciudades imperiales como Atenas, Alejandría, Tarragona o Córdoba. Pero no impulsado por una ambición megalómana, sino generando un foco de espiritualidad de primer nivel dedicado al culto al emperador.

–Es curioso. Al parecer tuvo una doble función: foro y templo para el culto imperial. Me recuerdan a las catedrales del gótico, que sirvieron de mercado, de foro y de uso religioso…

–Exactamente. En el Traianeum se concentran el uso religioso y la función de foro, de centro de reunión para socializar en general, donde las élites se hacen notar con importantes donaciones, ofrendas y dedicatorias.

–El Traianeum estuvo levantado con los mejores mármoles del imperio, tuvo en sus exedras o capillas estatuas de hasta ocho metros de altura y las tejas de mármol pesaban 60 kilos cada una. Debió ser tan imponente como el Vaticano.

–Así es. Además, aprovecha un punto topográfico concreto, para que el santuario se viera desde la lejanía, como un potente foco de atracción. Cada vez estamos más seguros que aquel templo no estuvo dedicado sólo a Trajano o a Adriano, sino a toda la dinastía, incluyendo a Nerva y al propio Trajano pater.

–¿Cree que es necesario levantar ex novo el Traianeum para que Itálica sea declarada Bien Mundial por la Unesco?

–Es necesario recuperar el edificio, restaurando restos consolidados y diseñar un programa de musealización. Pero en absoluto hablamos de hacer un edificio ex novo.

Me como la entrevista y no hablamos de las termas mayores. ¿Me las describe periodísticamente?

–Fue otra gran inversión que dejó en Itálica un edificio con termas, palestra y, posiblemente, biblioteca. También abundó el mármol, las estatuas y los mosaicos. Y pavimentos de opus sectile, suelos que formaban figuras geométricas.

–Se lo pregunto de otra forma: ¿Las termas mayores de Itálica son comparables a las de Caracalla?

–Las de Caracalla son dos veces mayores que las de Itálica, pero teniendo en cuenta el tipo de ciudad que era Itálica, le aseguro que eran desmesuradas y lujosísimas.

–El caso es que además de estas termas mayores había otra en la ciudad vieja, en la que fundara Escipión. ¿No era desmesurado?

–Efectivamente porque esas viejas termas ya eran de por sí un complejo de grandes dimensiones, aunque en comparación con ésta, la escala era menor.

Termas Mayores de Itálica (recreación). Se encontraban en la 'nova urbs', y ocupaban una extensión de unas 32.000 metros cuadrados.

–¿Qué falta por excavar de esas termas mayores?

–Gran parte del recinto termal, la palestra y el edificio del fondo de la palestra que es el que pudiera ser la biblioteca.

–Decididamente Itálica perdió la cabeza con el agua. Porque ustedes no descartan la posibilidad de que otras termas estarían ubicadas cerca del Traianeum

–Es una hipótesis de trabajo en base a restos arqueológicos documentados por Pilar León en los años ochenta. A todo ello hay que añadir las termas privadas de algunas de las domus de la ciudad.

–¿Se nos escapa algo en la explicación que motiva que Adriano realizara un esfuerzo inversor tan grande en Itálica?

–Hay datos por resolver. Pero es cierto que Adriano quiere dignificar la ciudad de los emperadores, incluso cediéndole el nuevo estatus de colonia a la ciudad, que podemos entender como una refundación a lo grande de Itálica. Quizás, sin ese nuevo estatuto, el Traianeum no hubiera sido posible.

–Imagino que, en una ciudad como aquella, las élites se instalaron para estar presentes en un espacio de prestigio. Algo así como tener un palacete en Madrid…

–Tuvo que ser muy prestigioso tener casa y formar parte de un proyecto imperial. Era el lugar donde había que estar.

El arqueólogo estuvo nueve años en las excavaciones de la villa romana de Tívoli - M. Gómez.

Villa Tívoli

Arqueólogo, investigador contratado por la Hispalense, escribió su tesis en la Complutense y la leyó en la Universidad Pablo de Olavide, amadrinado por Guadalupe López y Pilar León. El trabajo de licenciatura tuvo por objeto el estudio de los mosaicos geométricos de la vieja Hispania. Hizo realidad el sueño de muchos arqueólogos interesados en la Roma imperial: excavar durante nueve años en la villa Tívoli, el sueño helenístico de Adriano a pocos kilómetros de Roma. De Sevilla se queda con el Alcázar y la biblioteca de la Casa de los Pinelos, para callejear después por las estrecheces que siempre esperan el sonido vivificante de las campanas de la Giralda. No puede con el tráfico y el desorden urbano.

Fuente:abc.es | 23 de noviembre de 2020

El estudio de un fémur izquierdo parcial del 'Sahelanthropus tchadensis' confirma que no era un homínido

El cráneo de 'Sahelanthropus tchadensis' de siete millones de años, conocido como Toumai, visto desde diferentes lados. Imagen: Didier Descouens / Wikicommons

Un pequeño equipo de investigadores de Francia, Italia y los EE. UU. ha encontrado evidencias que sugieren que el Sahelanthropus tchadensis (los expertos se refieren al cráneo de manera coloquial como “Toumai”, que significa 'la esperanza de vivir') no es un homínido y, por lo tanto, no es el antepasado humano más antiguo conocido. En su artículo, publicado en Journal of Human Evolution, el grupo describe el estudio de un hueso fosilizado de una pierna y lo que este denuestra.

Conjunto de restos encontrados por Alain Beauvilain en 2001 en el desierto de Djurab (Républica del Chad): Fuente: Nature.

En 2001, un equipo de cuatro miembros del CNAR dirigido por un francés, Alain Beauvilain, y tres colegas chadianos, Adoum Mahamat, Djimdoumalbaye Ahounta y Gongdibé Fanoné, descubrieron los restos fosilizados del Sahelanthropus tchadensis en un lugar del desierto de Djurab, en Chad. El estudio posterior de los restos, realizado por Michel Brunet y otros invetsigadores, deparó que tenían una antgüedad de entre 6,8 y 7,2 millones de años. También encontraron evidencias que indicaban que el espécimen caminaba erguido, y por lo tanto era un homínido, un ancestro humano.

Debido a esta datación, el hallazgo se describió como el antepasado más antiguo conocido (anterior al hallazgo de "Lucy", que era el antepasado más antiguo conocido hasta ese momento, con 3,2 millones de años). Las evidencias que aportó el equipo dependían principalmente del tamaño de los dientes y un foramen magno situado en posición basal en la parte posterior del cráneo (que indica que caminaba erguido). Después de que Brunet publicara un artículo en el que describía estos hallazgos, muchos especialistas se negaron a reconocer su trabajo porque había sido publicado en una revista que no fue revisada por pares y además se había negado el acceso a los restos fosilizados.

En este nuevo esfuerzo investigador, encabezado por Roberto Macchiarelli (izquierda), de la Universidad de Poitiers, se afirma haber encontrado evidencias que sugieren que el Sahelanthropus tchadensis no caminaba erguido y, por lo tanto, no era un homínido, sino que era un antepasado simio.

El trabajo ha consistido en estudiar un fémur izquierdo parcial que otros investigadores encontraron cerca del sitio donde se habían hallado los restos del Sahelanthropus tchadensis (lo suficientemente cerca como para indicar que era parte de sus restos). El estudio de este fémur indica que provenía de una criatura simiesca que caminaba a cuatro patas, como los gorilas y otros grandes simios. También señalan que el pequeño tamaño de los dientes, como argumentaron Brunet y su equipo, no es evidencia suficiente para afirmar que los restos se corresponden con un homínido; podrían provenir de una pequeña simia hembra.

El fémur parcial TM 266-01-063 de Toros-Menalla, Chad, en vistas anterior (a), posterior (b), medial (c) y lateral (d). Barra de escala = 2 cm. Crédito: R. Macchiarelli, A. Bergeret-Medina, D. Marchi et al. (2020)

En consecuencia, el nuevo estudio concluye que los resultados demuestran que los restos del denominado Sahelanthropus tchadensis no se corresponden con un homínido y, por lo tanto, no es un ancestro humano temprano.

Fuentes: phys.org | chadcradlehumanity.monsite-orange.fr | 24 de noviembre de 2020

Descubren el nombre de una importante ciudad ibérica en Tarragona gracias a una moneda

El laborioso trabajo del equipo de arqueólogos de la Universidad de Barcelona (UB), iniciado hace 22 años en el yacimiento íbero de Castellet de Banyoles, en Tivissa (Ribera d’Ebre, Tarragona), ha tenido un nuevo premio, sorprendente y de relevancia científica. El hallazgo, un fragmento de plomo con una inscripción con el símbolo del alfabeto ibérico que se pronunciaría “Kum”. Es una prueba para acuñar monedas, localizada durante la última fase de excavaciones en el yacimiento, que hace pensar a los investigadores que la ciudad sería conocida con el nombre de Kum.

Ubicada en un enclave estratégico, junto al río Ebro y en una plataforma elevada, poseía además la ciudad de Kum un gran privilegio desconocido también hasta ahora. Los arqueólogos no han localizado solo la prueba para acuñar el metal, también se ha encontrado en la excavación un cuantioso número de monedas con la misma inscripción ibérica. La ciudad, posible capital de todos los ilercavones, poseía la fábrica de la moneda.

Entrada al poblado ibérico del Castellet de Banyoles (Tivissa, Tarragona). Wikipedia.

“Es un hallazgo excepcional, una prueba de que estas monedas se estaban acuñando en este sitio y que nos permite saber el nombre en la antigüedad de estas aglomeraciones urbanas, la ciudad de Kum”, destaca David Asensio Vilaró (izquierda), de la Universidad de Barcelona, arqueólogo del equipo y codirector de la excavación.

La capital de los ilercavones, en discusión

Son piezas de un mismo puzle que encajan y hacen pensar a los arqueólogos que este asentamiento, que ya se sabía relevante, ejercía la capitalidad. “Encontrar una prueba de acuñación es la demostración clara que estamos ante la ciudad de Kum, por lo tanto, estamos probablemente en lo que era la capital de la Ilercavonia. Es una gran noticia a nivel científico”, destaca Josep Manel Rueda (derecha) director de la Agencia Catalana del Patrimonio Cultural.

Un sector de la ciudad ibérica de Castellet de Banyoles.

"Es una prueba de la importancia geostratégica del yacimiento en el contexto de la Segunda Guerra Púnica, según destaca Rafel Jornet Niella (izquierda), investigador principal del proyecto. Un enclave de primer orden de todo el territorio del pueblo íbero de los ilercavones, que dominó la parte baje del curso del río Ebro. Tortosa se cree que era la otra gran ciudad de Ilercavonia, aunque no se ha podido probar con hallazgos arqueológicos su capitalidad.

Para los arqueólogos se abre pues un apasionante tema de debate y discusión científica. “La capital de la ilercavonia, del territorio ilercavón, siempre se ha ubicado en la ciudad de Tortosa, pero no se ha podido confirmar con los hallazgos arqueológicos”, explica David Asensio. “Lo que ahora sabemos seguro es que había aquí otra gran ciudad, la de Kum, nombre del que los historiadores antiguos no habían dado ninguna noticia en la información restringida que se ha conservado hasta la actualidad, que es una pequeña parte. Es un asunto abierto, un tema de discusión, no lo podemos afirmar”, añade.

Torres pentagonales de defensa del poblado Castellet de Banyoles.

Más contundente es el director de la Agencia Catalana del Patrimonio Cultural, Josep Manuel Rueda: “Entre todos nos tenemos que felicitar porque teníamos muchos indicios de que estábamos ante una gran ciudad ibérica, por la ubicación y extensión del yacimiento, de cuatro hectáreas, con anchas calles y casas grandes que denotaban la presencia de una aristocracia importante y materiales que denotaban también su riqueza; pero faltaba la prueba fehaciente de que era una gran ciudad, la capital de la ilercavonia, y hemos encontrado esta capitalidad”, apostilla Rueda. Tampoco puede descartarse que uno o dos enclaves hiciesen la función de capital.

Arqueólogos trabajando en la consolidación de los restos de casas excavados en el Castellet de Banyoles.

Toda una ciudad bajo tierra por descubrir

Este yacimiento ibérico, el de Tivissa, con una extensión de más de cuatro hectáreas, tiene un especial valor e interés arqueológico porque se ha conservado intacto hasta nuestros días, dado que no se construyó encima otra ciudad. “Lo que hace excepcional este yacimiento es que no ha habido una superposición de ciudades posteriores, no ha tenido una continuidad de ocupación, por lo que la podemos excavar entera. Hasta ahora hemos sacado solo un 20%, queda el otro 80%”, destaca David Asensio.

El hallazgo ha sido posible por el trabajo exhaustivo de un grupo muy experimentado de arqueólogos del equipo del Grup de recerca sobre l’Arqueologia de la Complexitat i els Processos d’Evolució Social (GRACPE) de la Universidad de Barcelona. El mismo equipo se ha especializado durante años en excavaciones y yacimientos ibéricos. En el mismo yacimiento colaboran también la Agencia Catalana del Patrimonio Cultural y la Dirección General de Patrimonio Cultural del Departamento de Cultura y el Ayuntamiento de Tivissa.

Vista del yacimiento de Castellet de Banyoles.

El objetivo ahora, de futuro, además de seguir excavando por sectores como hasta ahora, es abrir el yacimiento al público, después de consolidar los restos arqueológicos. Se plantea un proyecto museístico del yacimiento, con la posibilidad de rehacer alguna casa y de ver si se aplican las nuevas tecnologías para interpretar la probable capital de ilercavonia.

En los tres últimos años, las campañas de excavación han confirmado el carácter urbano del asentamiento con la delimitación de nuevos tramos de barrios de casas. Separados por una gran calle de 12 metros de largo, han aparecido además los fundamentos de edificaciones de hasta 250 m², la más grande, y de 30 m² la más pequeña. Esto refuerza según los investigadores la idea de una fuerte estratificación social dentro de la comunidad ibérica de Castellet de Banyoles (Kum) y es un claro reflejo de la base de organización sociopolítica del mundo ibérico en la Ilercavonia durante el siglo III a.C.

Fuente: lavanguardia.com | 27 de noviembre de 2020

El deshielo deja al descubierto flechas de hace 6000 años en Noruega

Un investigador examina el astil de una flecha de madera que apareció en el manchón de hielo de Langfonne, en Noruega. FOTOGRAFÍA DE GLACIER ARCHAEOLOGY PROGRAM, INNLANDET COUNTY COUNCIL.

Un equipo de arqueólogos ha descubierto decenas de flechas —algunas de hace 6000 años— en un manchón de hielo de 24 hectáreas que se está fundiendo en las altas montañas de Noruega.

Las expediciones para analizar el manchón de hielo de Langfonne en 2014 y 2016, ambos veranos particularmente cálidos, también revelaron numerosos huesos y astas de reno, lo que sugiere que los cazadores utilizaron el manchón de hielo durante milenios. Su técnica de caza no cambió pese a que las armas que utilizaban evolucionaron de puntas de flecha de piedra y conchas de río a puntas de hierro.

Ahora, el equipo de investigación ha revelado sus hallazgos en un estudio publicado ayer en la revista Holocene. El equipo descubrió una cifra récord de 68 flechas parciales y completas (y cinco puntas de flecha) en el manchón de hielo fundido y sus alrededores, más que las recuperadas en cualquier otro yacimiento congelado del mundo. Algunos de los proyectiles datan del Neolítico, mientras que los más «recientes» son del siglo XIV d.C.

Aunque la cantidad de proyectiles históricos es asombrosa, los descubrimientos de Langfonne también desafían las ideas generalmente aceptadas en la especialidad relativamente nueva de arqueología de manchones de hielo y aportan nuevas pistas sobre el potencial del hielo para preservar o destruir evidencias del pasado en el transcurso de milenios.

¿Una «máquina del tiempo» de hielo?

Desde que los arqueólogos empezaron a estudiar el yacimiento de forma sistemá..., se han hallado artefactos preservados casi a la perfección que datan de periodos remotos en manchones de hielo de Noruega a Norteamérica. Por sí solos, los hallazgos individuales contienen información sobre la artesanía y las tradiciones de caza del pasado.

De hecho, Langfonne fue uno de los primeros manchones de hielo que salió a la luz, después de que un senderista local descubriera un zapato de cuero de 3300 años junto al borde del hielo en el verano de 2006 e informara al arqueólogo Lars Pilø (izquierda), que ahora es investigador en el Departamento de Patrimonio Cultural de la Diputación Provincial de Innlandet y coautor del nuevo estudio.

Desde que aquel descubrimiento alertó a Pilø de la posibilidad de que hubiera objetos preservados en manchones de hielo de montaña, los investigadores de Noruega y de otros países —hay yacimientos similares en el Yukón canadiense, las Rocosas estadounidenses y los Alpes europeos— se han preguntado si la distribución de objetos en y sus alrededores podría revelar cómo y cuándo se utilizaron estos lugares y cómo crecieron con el paso del tiempo.

Foto: Zapato de cuero de la Edad del Bronce recuperado en 2006

A diferencia de los glaciares, que son básicamente ríos congelados de movimiento lento, los manchones de hielo son depósitos fijos de nieve y hielo que pueden crecer y menguar con el tiempo. Los investigadores asumieron que los yacimientos como Langfonne se parecían a un banco de nieve al final del invierno: a medida que aumentan las temperaturas, los objetos atrapados en su interior se descongelan en el orden en que fueron depositados.

«La idea era que el hielo es como una máquina del tiempo. Cualquier cosa que se caiga en él se queda ahí y está protegida», afirma Pilø.

Eso significaba que los objetos más antiguos se encontrarían en el núcleo más profundo del manchón de hielo, del mismo modo que los arqueólogos que trabajan con artefactos enterrados en el suelo asumen que las capas inferiores de tierra contienen artefactos más antiguos. Y como se creía que los manchones de hielo crecen de forma constante con las nevadas de cada invierno, los hallazgos más recientes estarían más cerca de los límites del hielo.

Los arqueólogos plantearon la teoría de que, si los manchones de hielo congelaran los objetos en el lugar exacto donde los perdieron, dichos objetos podrían ayudar a reconstruir lo que hizo la gente en el pasado, el tamaño de los manchones en momentos específicos de la prehistoria y la velocidad a la que crecían y menguaban con el tiempo.

Izquierda: La parte delantera de una flecha de la era vikinga hallada en Langfonne incluye una punta de flecha de hierro preservada con ataduras hechas con tendones y corteza de abedul. Derecha: Otra flecha de la era vikinga de Langfonne también incluye una punta de hierro con ataduras hechas de tendón y corteza de abedul. FOTOGRAFÍA DE MUSEO DE HISTORIA CULTURAL/UNIVERSIDAD DE OSLO.

Las flechas de Langfonne parecían ofrecer una forma de probar la teoría de la máquina del tiempo.

Las flechas y los huesos de reno confirmaron las sospechas pasadas de que los manchones de hielo de alta montaña eran focos de caza de renos en Noruega: cuando estas criaturas amantes del frío se retiraban al hielo para evitar las picaduras de insectos durante los meses de verano, la gente los seguía con arcos, flechas y cuchillos de caza.

Renos sobre la nieve en Lagfonne.

Pero tras datar todas las flechas con carbono radioactivo y sacar decenas de fechas más de los restos de renos hallados en el hielo, los investigadores se percataron de que, al menos en Langfonne, la teoría de la máquina del tiempo era poco fiable. Los investigadores creían que los objetos más antiguos estarían atrapados en la misma posición desde el día en que los perdieron y que se preservaban de igual modo que los artefactos sepultados en hielo en los siglos posteriores. Pero los objetos más antiguos de Langfonne, que se remontan al Neolítico, estaban fragmentados y muy desgastados, como si el hielo los hubiera movido o hubieran estado expuestos al viento y el sol durante años.

En cambio, las flechas de periodos posteriores —como la flecha de 1500 años hecha con una concha de mejillón afilada recogida de un río a al menos 80 kilómetros— estaban en tan buen estado que parecía que las habían disparado ayer mismo. «Esto plantea la sospecha de que ocurrió algo dentro del hielo» que expuso y recongeló los objetos más antiguos, afirma Pilø.

Una punta de flecha de 4000 años hecha de cuarcita, momentos después de que fuera sacada de la tierra.

Y las flechas no parecían haber surgido del hielo en un orden específico, como cabría esperar si el hielo formase capas perfectas con el paso del tiempo. Había flechas elaboradas con milenios de diferencia no muy lejos las unas de las otras en los bordes del manchón. «La idea de que encuentras las evidencias más antiguas cuando el manchón de hielo está en su punto más pequeño no es cierta», afirma Rachel Reckin (izquierda), arqueóloga de Montana State Parks y que no formó parte del equipo de investigación. «Parece que la gravedad y el agua mueven mucho los objetos».

El coautor Atle Nesje (derecha), glaciólogo de la Universidad de Bergen, dice que es probable que hace miles de años los veranos cálidos expusieran artefactos más antiguos, que las corrientes de agua de deshielo movieron hasta el límite del manchón de hielo antes de recongelarse. El peso del hielo que ejerce presión sobre las capas inferiores podría haber hecho que se movieran, transportando con ellas sus contenidos congelados. También cabe la posibilidad de que el viento intenso moviera los astiles de madera de las flechas por la superficie hasta que se quedaron atrapados en rocas o volvieron a sepultarse bajo la nieve. Por su parte, las flechas perdidas más recientemente en la nieve parecen haberse quedado en su lugar.

Como es posible que las flechas antiguas fueran arrastradas por el agua de deshielo y se recongelaran, el lugar donde las encontraron podría estar muy lejos de su lugar original. Esto significaba que utilizar las flechas datadas con carbono radiactivo para cartografiar el tamaño del mapa en el pasado era un callejón sin salida. «Los glaciólogos y arqueólogos del manchón de hielo esperaban que los objetos nos dieran una idea del tamaño con el paso del tiempo, pero no ha podido ser», afirma Reckin.

Glotones y vikingos

Los investigadores quedaron gratamente sorprendidos por que las flechas de Langfonne, una vez datadas, pudieran aportar pistas útiles sobre cómo las personas utilizaron el manchón de hielo con los años. Por ejemplo, durante periodos determinados, el equipo halló muchos huesos de reno, pero muy pocas flechas. Esto sugiere que las personas no cazaban en el hielo; más bien, es probable que los renos fueran cazados por glotones (Gulo gulo, izquierda) que entierran sus cadáveres en la nieve para comérselos más tarde.

Entre los años 600 y 1300 d.C. —más o menos la era vikinga— la datación con carbono radiactivo reveló un tipo de actividad diferente en Langfonne. «Encontramos muchas flechas, pero apenas restos de renos», afirma Pilø. «Eso no es una coincidencia». Los humanos trabajaron duramente para retirar del hielo a los renos que mataban y hacerse con sus pieles y astas para venderlas como bienes comerciales.

El conocimiento en rápida evolución sobre el hielo y los secretos que alberga coincide con la velocidad a la que desaparece el hielo. «He estudiado los glaciares noruegos durante los últimos 40 años. Son muchos cambios», afirma Nesje. «Da miedo ver lo rápido que pueden fundirse los manchones de hielo, de un día para otro».

Flecha de 4000 años tal como se encontró en la superficie del hielo, justo después de que se derritió.

Basándose en el crecimiento del liquen en las rocas que rodean el manchón de hielo, Nesje estima que el Langfonne actual tiene la mitad de la superficie que en los años noventa y una décima parte de la superficie que tenía en la Pequeña Edad de Hielo, un periodo de bajas temperaturas a nivel global entre los siglos XIV y XIX.

La fusión constante significa que los arqueólogos tendrán que actuar deprisa para preservar tanta información como sea posible. «El tiempo es fundamental e intentamos ser buenos científicos mientras hacemos todo lo que podemos con los datos que tenemos», afirma Reckin. «Cada pieza de este puzle que nos ayude a comprender la complejidad de estos procesos es muy útil».

Fuentes: nationalgeographic.comsecretsoftheice.com | 25 de noviembre de 2020