Investigadores de la UCA buscan restos del yacimiento romano de Balsa en Portugal con georradar 3D

Los trabajos, coordinados por el catedrático Lázaro Lagóstena, han permitido detectar estructuras romanas enterradas a gran profundidad y trazar una radiografía del subsuelo para conocer más detalles de este emplazamiento

Un grupo de investigadores de la Universidad de Cádiz, coordinado por el catedrático del área de Historia Antigua, Lázaro Lagóstena (izquierda), ha puesto en marcha un estudio arqueológico en el yacimiento romano de Balsa, en Luz de Tavira (Portugal). El objetivo principal de este trabajo es “conocer en profundidad la ciudad romana que se situaba en este emplazamiento hace aproximadamente 2.000 años”.

Tras la cancelación de las excavaciones previstas para el verano, debido a la pandemia, el trabajo de campo se ha reanudado con labores de exploración geofísica en el terreno para terminar de estudiar lo que queda del antiguo asentamiento romano. Para ello, disponen de tecnología especializada de última generación, como un georradar 3D, “un equipamiento que nos permite obtener imágenes en tres dimensiones del subsuelo, detectar estructuras enterradas y otras construcciones romanas, su configuración y la profundidad a la que se encuentran”, como apuntan los investigadores.

En la primera fase de esta investigación científica, los arqueólogos encontraron pistas valiosas que ayudaron a comprender un poco mejor la existencia de esta antiquísima ciudad romana situada en el suroeste de la península ibérica. “Sospechamos que en algunos terrenos de la antigua Quinta das Antas, se puede ubicar un gran edificio de espectáculos, dado que se hace referencia a la existencia de un circo en dos inscripciones de la zona”.

Investigación con georradar.

Asimismo, “se ha realizado por primera vez una investigación arqueológica mediante técnicas no invasivas en la colina que rodea las casas de la finca de Torre d’Aires, núcleo central del burgo romano”. De esta forma, este trabajo de campo ha consistido en una “radiografía del subsuelo pasando el dispositivo georradar de 2,7 metros de ancho, acoplado a un vehículo 4×4 en la superficie”.

Foto: Moneda romana acuñada en Balsa

Las conclusiones de este proyecto científico se conocerán en el mes de noviembre, tras un complejo proceso de filtrado y análisis de datos mediante un sofisticado programa informático. No obstante, “podemos adelantar que ya hemos documentado parte de la trama urbana de la ciudad romana, algunas factorías de salazones de su barrio pesquero y zonas de una necrópolis”. Con ello, se espera que “los resultados de este trabajo supongan un importante avance en el conocimiento de lo que aún existe de la ciudad, de la forma en que se estableció su urbanismo y del tipo de construcciones que existían en la época”, como aseveran desde la UCA.

Este trabajo se ha realizado con la colaboración de João Pedro Bernardes, de la Universidad de Algarve, y del arqueólogo del municipio de Tavira, Celso Candeias. Además, forma parte del proyecto científico Balsa, recuperación y difusión de una ciudad romana en el Suroeste Ibérico, financiado por el Programa Operativo del Algarve CRESC 2020 y dirigido por la Universidad de Algarve y el Centro de Ciencia Viva de Tavira.

Fuente: Universidad de Cádiz | 8 de octubre de 2020

Encuentran en Siberia una estatuilla de la Edad del Bronce con una máscara de hueso

Un equipo de arqueólogos ha encontrado en un enterramiento de la cultura Odinov, de hace más de 5.000 años, en la región de Novosibirsk en Siberia una curiosa estatuilla de arcilla con una cara tatuada y una máscara de hueso.

Es una pequeña figurita antropomorfa de apenas unos pocos centímetros, entre 10 y 15, a la que acompaña una máscara que representa un oso, hecha con vértebras de caballo.

Según Vyacheslav Molodin (izquierda), que dirige la expedición arqueológica, "la mujer junto a la que se encontró la estatuilla debió haber sido una persona inusual para tener una figurilla así escoltándola a la otra vida".

"Nunca nos hemos encontrado con algo como esto, a pesar de nuestro amplio conocimiento de los ritos funerarios de la cultura Odinov".

Los restos de la mujer habían sido colocados encima de los de un hombre y ambos envueltos juntos en una corteza de abedul que fue quemada antes del entierro.

La pequeña estatuilla, que tiene una incisión a lo largo de su cara y los arqueólogos interpretan que simboliza un tatuaje, fue colocada sobre el estómago de la mujer y luego su cabeza fue rota y puesta al revés para que mirase hacia arriba, en un ritual que no se conocía hasta ahora por los arqueólogos de Novosibirsk.

En el centro de la estatuilla había incrustada una placa de bronce, y se han encontrado igualmente restos orgánicos todavía no analizados. La máscara de hueso hecha con vértebras de caballo representa el hocico de un oso, según opinan los arqueólogos.

“Dado que el descubrimiento tiene 5.000 años de antigüedad, puede imaginarse lo importante que es comprender las creencias de los pueblos antiguos que poblaban Siberia", dice Molodin.

Restos de otras dos personas aparecieron bajo el hombre y la mujer, en una especie de tumba escalonada que es típica de la cultura de Odinov. Los pueblos de esta cultura de pastores y cazadores eran de origen mongoloide, pero curiosamente la figurilla tiene rasgos caucásicos.

"No vemos el género sexual de la estatuilla, lo cual es inusual, y no podemos decir si estaba vestida", agrega Molodin.

El principal asentamiento de la cultura Odinov se encuentra en Odino, en la cuenca baja del río Ishim, en Siberia occidental. La cultura está datada entre los siglos XVIII y XVI a.C., pero los especialistas creen que puede ser incluso más antigua.

Fuentes: labrujulaverde.com| siberiantimes.com | 7 de octubre de 2020

Descubierta una nueva figura entre las líneas de Nazca: un gato de 37 metros

Un gato de unos 37 metros de largo reposando sobre una colina arenosa es la nueva figura que los arqueólogos del Ministerio de Cultura peruano han encontrado en la Pampa de Nazca, hogar de los famosos geoglifos que forman parte del listado de Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1994.

El felino fue labrado en las laderas de una colina en mitad del desierto de la región de Nazca (Perú) unos doscientos años antes de nuestra era, mucho antes de la aparición de las célebres figuras - el "mono", la "araña" o el "pájaro"- que hacen de la zona uno de los lugares con mayor interés arqueológico de Perú, y allí permaneció oculto por casi 2000 años, a escasos metros de la Panamericana, la principal autovía que recorre de norte a sur todo el país.

DESCUBRIMIENTO CASUAL

El hallazgo se produjo, según el arqueólogo Jhonny Isla, responsable del sistema de gestión del Parque Arqueológico Nasca-Palpa, cuando las autoridades decidieron mejorar el acceso al principal mirador natural que permite a los visitantes contemplar desde tierra parte de las gigantescas figuras que dominan el paisaje de la zona.

"Desde el Ministerio de Cultura nos dimos cuenta que el acceso al mirador, de hecho, transcurría sobre un geoglifo, y nos planteamos cambiarlo, pues no es posible que se promoviera el acceso dañando patrimonio...Otro tema es que el ascenso era complicado y queríamos facilitar un paso más seguro...Y en ese proceso, nos percatamos que en esa ladera había trazos que no eran de ninguna manera naturales", dijo Isla.

Pese a la evidente erosión de la zona, a través de fotografías tomadas con drones, se fue develando lo que ya desde un principio "parecía una figura zoomorfa, un felino", que había estado oculto a la vista de todos por centenares de años.

"Llama la atención que todavía se puedan identificar figuras nuevas, pero sabemos que hay otras que se pueden encontrar. En los últimos años, el uso de drones, que sobre todo nos permiten tomar imágenes en laderas de las colinas, nos hace posible eso", indicó el arqueólogo.

El hallazgo inicial se produjo a inicios de este año, pero debido al parón de las actividades en el país a causa del covid-19, los trabajos de campo no se han podido terminar hasta ahora, revelando la figura de un animal que mira al frente y se sienta de costado, trazado con líneas de unos 30 centímetros de grosor.

CULTURA PARACAS

Todo parece indicar que el animal pertenece a la cultura Paracas, que antecedió varios siglos a la cultura Nazca que creó los geoglifos por los que esta región es conocida.

"En los últimos años, entre los valles de Palpa y Nazca, se han identificado unas 80 o 100 figuras nuevas, que anteceden a las de la cultura Nazca. Estas son de menor dimensión y están dibujadas en laderas de cerros, claramente de una tradición anterior. Se sabe por las comparaciones iconográficas. Por ejemplo, los textiles Paracas tienen aves, felinos, o personajes fácilmente comparables con esos glifos", explicó el investigador.

En este sentido, Isla apuntó que la interpretación histórica y cultural de estos hallazgos es distinta a la que se puede dar de los geoglifos de los Nazca, mucho mayores y difíciles de percibir a simple vista.

"El significado de los geoglifos de Nazca tiene algo seguro como respuesta: estaban vinculados al agua y la fertilidad. Nada extraño para un pueblo que vivía en un desierto y para el que el agua era central (...) Pero estos nuevos, más pequeños, que aparecen en grupos, pues entrañan una concepción distinta: están hechos para que la gente los vea", razonó el arqueólogo.

Así, mientras las figuras de la cultura Nazca están hechas "por hombres, para los dioses", las de los paracas "son de hombres para los hombres", dijo.

"En cualquier caso, es evidente que este desierto inmenso constituía un paisaje cultural que estaba integrado y ocupado por la sociedad, no era un paisaje abandonado y tenía un sentido muy especial, durante cientos de años", añadió Isla.

Las Líneas de Nazca, descubiertas en 1927, constituyen un amplísimo complejo de imágenes zoomorfas, geométricas o de plantas, cuya llegada al mundo fue posible gracias a la germano-peruana María Reiche (1903-1998), quien dedicó gran parte de su vida al estudio y conservación de los geoglifos.

Fuente: elmundo.es | 17 de octubre de 2020

Un entorno turbulento provocó un salto en el comportamiento humano y la adaptabilidad hace 320.000 años en el sureste de África

Al tratar de comprender la importante transición evolutiva que habían descubierto en Olorgesailie en 2018, Potts y su equipo se habían sentido frustrados por una gran brecha de 180.000 años en el historial ambiental de la región. Para saber cómo cambió la región durante ese período, tuvieron que buscar en otra parte. Hicieron arreglos para que una empresa de Nairobi perforara la cuenca cercana de Koora, extrayendo sedimentos de la tierra lo más profundo posible. El sitio de perforación, a unos 24 kilómetros de los sitios de excavación arqueológica, era una llanura cubierta de hierba y el equipo no tenía una idea clara de lo que había debajo de su superficie. Con la participación y el apoyo de los Museos Nacionales de Kenia y la comunidad local de Oldonyo Nyokie, se extrajo de la tierra un núcleo de 139 metros. Ese cilindro de tierra, de apenas cuatro centímetros de diámetro, resultó representar un millón de años de historia ambiental. Crédito: Programa de Orígenes Humanos, Smithsonian.

Las personas prosperan en todo el mundo a cualquier temperatura, altitud y en diversos paisajes. ¿Cómo lograron los seres humanos adaptarse existosamente a todo tipo entornos en los que se establecían? Los investigadores de los orígenes humanos como yo estamos interesados ​​en saber cómo evolucionó este rasgo humano por excelencia, la adaptabilidad.

En un lugar de Kenia, en Olorgesailie, mis colegas y yo hemos estado trabajando sobre este rompecabezas durante décadas. Es un lugar donde se pueden ver grandes cambios en los registros arqueológicos y de fósiles de hace cientos de miles de años. Pero, ¿qué factores externos impulsaron la aparición de comportamientos que se tipifican como propios de nuestra especie, el Homo sapiens, en su interacción con el entorno?

Queríamos saber si podíamos poner en relación lo que estaba sucediendo en el medio ambiente en el pasado prehístórico con los cambios en la tecnología y las especies humanas que vivían allí. Con base en nuestro análisis, publicado en la revista Science Advances, llegamos a la conclusión de que las raíces de las adaptaciones evolutivas del Homo sapiens provienen de nuestra capacidad para ajustarnos al cambio ambiental.

Transiciones arqueológicas y faunísticas en la cuenca de Olorgesailie: ubicación, litología y geocronología del núcleo del proyecto de perforación en Olorgesailie OLO12-1A. (A a C) Ubicaciones del núcleo de perforación de la cuenca de Koora, Olorgesailie, enclave de fósiles de Lainyamok y topografía con fallas de este a oeste (sección transversal). (D) Tecnología achelense de la cuenca Olorgesailie que abarca desde hace ~ 1 Ma a 500 ka; reemplazo por tecnología de la Edad de Piedra Media hace ~ 320 ka; y el recambio en la fauna de mamíferos fósiles, incluido el cambio a nivel comunitario en la masa corporal, la dependencia del agua y las estrategias de alimentación. Conjuntos de fósiles fechados entre ~ 397 y 300 ka hace que registren la rotación de la fauna de Olorgesailie y Lainyamok. Las transiciones de comportamiento y de fauna de los homínidos en la cuenca de Olorgesailie ocurrieron durante un hiato erosivo que data de ~ 500 a 320 ka de antigüedad. (Imagen del mapa: TanDEM-X DEM DLR; imágenes de la herramienta: Smithsonian Institution.) (E) Profundidad del núcleo de perforación en la cuenca de Koora (metros por debajo de la superficie), secuencia litológica y restricciones de antigüedad que abarcan desde hace ~ 1.084 Ma a ~ 83.5 ka, según Modelo de edad bayesiana ( 40 Ar / 39 Ar ± 1σ y límite magnetoestratigráfico * de Brunhes / Matuyama). La zona sombreada indica el registro litológico del núcleo de perforación durante una pausa en el registro del afloramiento de Olorgesailie.

Falta de un tiempo en el registro arqueológico

El famoso enclave prehistórico de Olorgesailie se halla dentro del Valle del Rift, un área sísmicamente activa donde los lagos y arroyos produjeron sedimentos que se acumularon con el tiempo, enterrando y preservando huesos fosilizados y herramientas de piedra prehstóricas.

En Olorgesailie, nuestro equipo científico ha descubierto evidencias que están potencialmente relacionadas con el origen del Homo sapiens en forma de una transición crítica de una tecnología lítica a otra.

La tecnología lítica más antigua se caracteriza por grandes artefactos de corte ovalado llamados hachas de mano. Típicas de lo que se llama tecnología Achelense, casi dos docenas de capas de estas hachas de mano y otras herramientashan sido desenterradas en Olorgesailie. Abarcan un período inmenso de unos 700.000 años, y se inscriben una época en la que los restos fósiles muestran que las especies de homínidos denominados Homo erectus y Homo heidelbergensis habitaban el este de África.

Los últimos yacimientos arqueológicos achelenses en Olorgesailie tienen unos 500.000 años de antigüedad, una datación en la que hay una frustrante brecha de 180.000 años en los sedimentos causada por la erosión. El registro arqueológico comienza, en realidad, hace unos 320.000 años, cuando los sedimentos empezaron a llenar el paisaje.

Vista aérea de la región de Olorgesailie hoy. Programa de Orígenes Humanos, Smithsonian

Pero la tecnología Achelense ya se había extinguido. En su lugar la sustituyó la tecnología de la Edad de Piedra Media, que consistió en la elaboración de utillaje más pequeño y más fácil de transportar que las toscas hachas de mano achelenses. En otras áreas de África, la tecnología de la Edad de Piedra Media está asociada con los primeros Homo sapiens africanos.

Estos fabricantes de herramientas a menudo usaban obsidiana negra de bordes afilados como materia prima. Los arqueólogos Alison Brookss, John Yellen y otros, rastrearon químicamente las características de la obsidiana hasta llegar a afloramientos distantes en varias direcciones, unos 95 kilómetros desde Olorgesailie. Concluyeron que las lejanas fuentes de obsidiana proporcionan evidencias del intercambio de recursos entre grupos humanos, un fenómeno desconocido en la etapa Achelense.

Nuestras excavaciones sobre el período de la Edad de Piedra Media también proporcionaron materiales de color negro y rojo. Los arqueólogos ven estos pigmentos como signos de una comunicación simbólica cada vez más compleja. Piense en todas las formas en que las personas usan el color: en banderas, ropa y muchas otras formas con las que los individuos reclaman visualmente su identidad como parte de un grupo.

Así que en este lugar hemos verificado la extinción del estilo de vida achelense, así como su reemplazo por comportamientos significativamente nuevos, los cuales incluyen innovaciones tecnológicas, intercambio intergrupal de obsidiana y el uso de pigmentos. Ahora bien, no teníamos forma de examinar lo que había sucedido en la brecha de 180.000 años anterior, cuando tuvo lugar esta transición.

Necesitábamos recuperar ese tiempo, y, para logarlo, comenzamos a diseñar estrategias sobre cómo desenterrar sedimentos en algún lugar cercano que hubiera dejado registro de los entornos medioambientales y de los desafíos de supervivencia asociados con los cambios de adaptación humana.

Después de una brecha de 180.000 años en el registro de Olorgesailie, las tecnologías achelenses habían sido reemplazadas por las de la Edad de Piedra Media. Programa de Orígenes Humanos, Smithsonian.

Recurrir a la geología en busca de pistas sobre los primeros humanos

Diferentes tipos de sedimentos se han depositado en los lagos, arroyos y suelos, y tales capas de sedimentos cuentan la historia de los cambios ambientales a lo largo del tiempo. Los geólogos Kay Behrensmeyer y Alan Deino se unieron a mí en el sur de Kenia para averiguar dónde podríamos perforar en busca de sedimentos que pudieran llenar el lapso de tiempo referido en Olorgesailie.

Supusimos que la clave para comprender esta transición estaría debajo de una llanura plana y cubierta de hierba a unos 24 kilómetros al sur de nuestras excavaciones en Olorgesailie. Junto con colegas como René Dommain, y colaboradores de la National Lacustrine Core Facility, perforamos el suelo en septiembre de 2012 hasta que llegamos a la capa de roca volcánica del Valle del Rift.

Cada capa de sedimento visible en esta sección transversal del núcleo proporciona una pista sobre el entorno antiguo. LacCore, Universidad de Minnesota.

El resultado fue un núcleo de 139 metros de profundidad que contenía una secuencia de antiguos hábitats y suelos de lagos y sus márgenes, todos plagados con capas volcánicas que podíamos fechar para obtener el registro ambiental más preciso de África Oriental durante el último millón de años.

Mediante el consejo del geólogo Andy Cohen y otros colegas, reuní un equipo internacional de geológos y paleoecólogos para tomar las muestras y analizar el núcleo. Descubrimos formas de convertir muchas de las medidas diferentes del medio ambiente del pasado (fragmentos microscópicos de plantas, diatomeas unicelulares de los antiguos depósitos del lago y varias señales químicas) en medidas ecológicas, tales como la disponibilidad de agua dulce y la cobertura vegetal.

Perforación para extraer un núcleo de tierra de 139 de largo que resultó representar 1 millón de años de historia ambiental. Programa de Orígenes Humanos, Smithsonian.

El medio ambiente durante el intervalo de tiempo considerado

El registro de sedimentos mostró que durante la era de hace 1 millón a 500.000 años, cuando los fabricantes de herramientas achelenses estaban ocupados en la cuenca de Olorgesailie, los recursos ecológicos de los que disponían eran relativamente estables. El agua dulce estaba disponible de manera fiable, mientras que el merodeo de cebras, rinocerontes, babuinos, elefantes y cerdos, provocó una alteración de la vegetación regional de pastizales boscosos en llanuras de herbáceas cortas y nutritivas.

¿Y luego qué pasó en ese intervalo de tiempo?

El núcleo de sedimentos extraído conservaba muy bien el intervalo de tiempo anteriormente misterioso. Determinamos que hace unos 400.000 años tuvo lugar una transición ambiental crítica. Desde un entorno relativamente estable, comenzamos a ver fluctuaciones repetidas en la vegetación, en el agua disponible y en otros recursos ecológicos de los que dependían nuestros antepasados ​​y otros mamíferos.

Según la literatura antropológica, los cazadores-recolectores de hoy en día y de la historia reciente se enfrentan a los períodos de recursos inciertos invirtiendo tiempo y energía en perfeccionar su tecnología. Establecen contactos con otros grupos distantes a fin de mantener redes de intercambio e información, al tiempo que desarrollan marcadores simbólicos que fortalecen estas conexiones sociales y la identidad de grupo.

¿Suena familiar? Estos comportamientos reflejan cómo el antiguo estilo de vida de la Edad de Piedra Media en Olorgesailie ya se diferenciaban del estilo de vida achelense.

Igualmente notable es que especies de animales grandes, típicas de la etapa Achelense, se extinguieron hace 500.000 años. Entre 360.000 y 300.000 años atrás, especies herbívoras de tamaño más pequeño, ecológicamente flexibles y menos dependientes del agua y de las hierba tanto corta como alta, así como de las hojas de los árboles, habían reemplazado a los herbívoros especializados, tales como las cebras y el gran babuino.

Estos cambios en la comunidad animal reflejan la ventaja de las dietas adaptables, un paralelo a cómo nuestros antepasados ​​de la Edad de Piedra Media se ajustaron a la incertidumbre ambiental.

De vuelta en el laboratorio, los científicos analizaron el contenido de las capas de sedimentos del núcleo. Programa de Orígenes Humanos, Smithsonian.

Durante las últimas dos décadas, muchos investigadores de los orígenes humanos han pensado en el clima como el principal, si no el único, factor impulsor de la evolución adaptativa de los homínidos. Sin embargo, nuestro nuevo estudio llama la atención sobre varios otros factores en la transición Achelense-Edad de Piedra Media en el sur de Kenia.

Las precipitaciones variaron mucho después de la transición ambiental hace 400.000 años. El terreno de la región también se fracturó por la actividad tectónica y se cubrió de ceniza volcánica. Y los grandes herbívoros ejercieron diferentes influencias sobre la vegetación antes y después de esta transición.


El resultado fue una cascada de cambios ecológicos que afectaron a los primeros humanos que practicaban el estilo de vida de la Edad de Piedra Media, y proponemos que todos estos factores juntos instigaron un cambio evolutivo crítico.

La Edad de Piedra Media podría ser una lección para hoy en día. Ahora que la humanidad se enfrenta a una era de incertidumbres ambientales a escala global, ¿es nuestra especie lo suficientemente ágil como para engranar las redes sociales, desarrollar nuevas tecnologías y crear fuentes fiables de información con el fin de adaptarse a las perturbaciones ambientales que se avecinan?

Fuente: theconversation.com | 21 de octubre de 2020

Director del Programa de Orígenes Humanos, Smithsonian Institution

Hallan la tumba de un imponente señor de la guerra anglosajón de hace 1.400 años

El señor de la guerra de Marlow, cuyos restos se encontraron en el lugar, probablemente era "un guerrero formidable". Foto: Universidad de Reading.

En 2018, unos aficionados encontraban con sus detectores de metales unas antiguas vasijas de bronce en una colina aledaña a la rivera del río Támesis, cercana a la ciudad inglesa de Marlow (Buckinghamshire). Cuando los observaron de cerca, comprobaron que tenían unas características tan excepcionales que decidieron avisar a las autoridades británicas del hallazgo.

Los arqueólogos de la Universidad de Reading siguieron la pista del aviso y hace unos días comunicaban el descubrimiento: los restos de un importante jefe militar anglosajón del siglo VI, que fue enterrado hace 1.400 años junto a una gran cantidad de armas, entre las que destacan varias lanzas y una espada envainada.

Espada y vaina encontradas con los restos. Foto: Universidad de Reading.

A los especialistas les llamó la atención las dimensiones del guerrero, que superaba el 1,80 de altura, algo muy raro en la época, y también su complexión musculosa. «Habría sido alto y robusto en comparación con otros hombres en ese momento y habría tenido una figura imponente incluso hoy», ha afirmado Gabor Thomas (izquierda), especialista en arqueología medieval temprana de la citada universidad, en un comunicado.

Más allá de lo excepcional del físico, el denominado «Señor de la guerra de Marlow» ha dejado perpejos a los investigadores por el enclave de su entierro.

A diferencia de la mayoría de sus coetáneos que fueron enterrados en cementerios, el Señor de la Guerra de Marlow había sido sepultado solo, en una orientación norte-sur con vistas al río Támesis. Esto, junto a la riqueza de su ajuar funerario, indica que el hombre era un líder tribal, una conclusión que ofrece una nueva perspectiva sobre el área.

Vista aérea de la zona de excavación, en Buckinghamshire. Foto: Universidad de Reading.

«Esperábamos encontrar algún tipo de entierro anglosajón, pero lo que encontramos superó todas nuestras expectativas. Es la primera tumba de este tipo que se encuentra en la cuenca media del Támesis, que a menudo se pasa por alto en favor del Alto Támesis y Londres. Sugiere que los habitantes de esta región pueden haber sido más importantes de lo que los historiadores sospechaban anteriormente», continúa Thomas.

La extensión del Támesis que atraviesa Marlow y Maidenhead era una especie de zona fronteriza que fue disputada entre los reinos vecinos en varios períodos. «Lo que sugiere este entierro es que esta área tenía su propia identidad como una poderosa unidad tribal antes de que estos reinos se formaran», afirma este especialista a The Guardian.

Vasija encontrada en el sitio. Fotografía: Universidad de Reading.

Las vasijas de bronce y las puntas de lanza se exhibirán en el Museo del Condado de Buckinghamshire, en Aylesbury, donde se espera que los otros elementos de la tumba también se exhiban una vez que se hayan completado los trabajos de conservación y análisis. Para apoyar estos esfuerzos, el equipo de arqueólogos ha lanzado una campaña de financiación colectiva.

Los expertos también realizarán un examen más detallado del esqueleto para deducir la edad del hombre y explorar si tenía alguna enfermedad; ya se han encontrado signos tempranos de artritis, mientras que sus dientes muestran signos de desgaste.

Foto: La detectorista de metales, Sue Washington, que descubrió las vasijas de bronce, contempla el hallazgo del esqueleto enterrado.

La profesora Helena Hamerow (izquierda), de la Universidad de Oxford, que no participó en el trabajo, dijo que el descubrimiento es muy significativo. "Tenemos pocos o ningún entierro de ese período en la región central del Támesis que tengan tan rico ajuar funerario, especialmente en comparación con el bajo y el alto Támesis", dijo, y agregó que es probable que algunos de los objetoss hayan sido importados desde el norte de Francia o Renania.

"Tanto la ubicación como el ajuar funerario parecen estar diseñados para proyectar el poder y la importancia del individuo enterrado".

Fuentes: abc.es | theguardian.com | bbc.com | 7 de octubre de 2020

La arqueología descubre propagación de enfermedades infecciosas desde hace 4.000 años

Una nueva investigación bioarqueológica de una candidata al doctorado de la Universidad de Otago ha demostrado cómo ciertas enfermedades infecciosas podían propagarse hace 4.000 años, al tiempo que ha puesto de relieve los peligros de dejar que esas enfermedades se propaguen.

El pian –una infección causada por la misma clase de bacterias responsable de la sífilis (Treponema pallidum)- es una enfermedad infantil que causa lesiones cutáneas altamente infecciosas. Se transmite por contacto de persona a persona y, en casos avanzados, puede dejar a los afectados con una severa deformación de los huesos. Aunque es fácilmente curable en sus primeras etapas, las desfiguraciones óseas son irreversibles.

La enfermedad ha sido erradicada en gran parte del mundo, pero todavía prevalece en el Pacífico occidental y afecta a unas 30.000 personas. Un intento mundial anterior de erradicar esta enfermedad tropical fracasó en el último momento en la década de 1950 y un nuevo intento se vio frenado por el brote de la COVID-19, según la candidata al doctorado en Anatomía de la Universidad de Otago, Melandri Vlok (izquierda).

Foto: Nódulos en el codo como resultado de una infección bacteriana de 'Treponema pertenue'.

Su investigación, publicada en Bioarchaeology International, utiliza la arqueología para arrojar luz sobre la propagación de enfermedades cuando diferentes poblaciones humanas interactúan por primera vez. Su interés específico está en lo que ella llama la "zona de fricción", allí donde los antiguos agricultores se encontraron con cazadores y recolectores.

En 2018 viajó a Vietnam para estudiar los restos óseos del yacimiento arqueológico de Man Bac. Situado en la provincia de Ninh Bình, en el norte del país, Man Bac fue excavado en 2005 y 2007 y ha proporcionado un tesoro de información a los arqueólogos gracias a su papel durante la transición de la etapa de cazadores-recolectores a la agricultura en el sudeste asiático continental.

Alojados actualmente en el Instituto de Arqueología de Hanoi, esos restos óseos están bien estudiados, pero no fueron nunca analizados en busca de pruebas de pian, dice la Sra. Vlok.

Su supervisora en Otago, la renombrada bioarqueóloga Hallie Buckley (izquierda), había visto lo que ella pensaba que podían ser síntomas de pian en una fotografía de los restos de Man Bac. La profesora Buckley viajó con la Sra. Vlok, y, junto con un apasionado equipo de expertos de Vietnam, confirmaron sus sospechas. Más tarde, Vlok encontró un segundo ejemplo de la enfermedad.

Esto fue significativo, ya que el yacimiento de Man Bac data de hace 4.000 años. Hasta ahora, no había evidencia fuerte de pian en el Asia prehistórica.

La investigación de sugiere que el pian se introdujo entre los cazadores-recolectores de la actual Vietnam a través de una población agrícola que se desplazó al sur de China. Esos grupos de cazadores-recolectores descendían de los primeros pueblos que salieron de África y entraron en Asia, los cuales también acabaron habitando en Nueva Guinea, las Islas Salomón y Australia.

Los agricultores habían estado en China durante al menos 9.000 años, pero no fue hasta hace unos 4.000 años que introdujeron la agricultura en el sudeste asiático. Es posible que este movimiento de personas trajera enfermedades, incluyendo el pian, al mismo tiempo.

Vlok dice que el tiempo que ha existido esta enfermedad en la región es relevante a la hora de abordar lo difícil que ha sido erradicarla.

Excavaciones en el yacimiento de Man Banc, Vietnam. Universidad de Otago.

"Esto importa, porque conocer más sobre esta infección y su evolución cambia la forma en que entendemos la relación que la gente tiene con ella. Nos ayuda a entender por qué es tan difícil de erradicar. Si ha estado con nosotros miles de años, probablemente se ha desarrollado para encajar muy bien con los humanos", dice Vlok.

"La pandemia de COVID-19 de este año ha centrado la atención de la gente en las enfermedades infecciosas, y hay lecciones que aprender del pasado", agrega.

"Una arqueología como esta es la única manera de documentar cuánto tiempo una enfermedad ha estado con nosotros y se ha adaptado en nuestro seno. Hoy entendemos, respecto a la COVID-19, lo fantástico que es que tal infección se adapte a los humanos. Y la 'Treponema' ha estado con nosotros durante mucho más tiempo".

"Ello nos demuestra lo que sucede cuando no tomamos medidas contra estas enfermedades. Es una lección de lo que las enfermedades infecciosas pueden hacer a una población si dejas que se propaguen ampliamente. Resalta la necesidad de intervenir, porque a veces estas enfermedades son muy buenas a la hora de adaptarse y extenderse entre nosotros".

Fuentes: noticiasdelaciencia.com | eurekalert.com | 26 de septiembre de 2020