Descubren una antigua prensa fenicia para vino en el Líbano

La prensa de vino descubierta en Tell-el-Burak vista desde el suroeste. Tell-el-Burak Archaeological Project

Un equipo de arqueólogos ha descubierto el lagar más antiguo del Líbano en el yacimiento de Tell el-Burak, lo que constituye una importante prueba de la extensa red de exportación de vino que desarrollaron los antiguos fenicios. Este hallazgo arroja asimismo nueva luz sobre la elaboración de esta bebida por parte de este antiguo pueblo de comerciantes y marineros, que contribuyó a expandir por todo el Mediterráneo antiguo la costumbre de beber vino.

Las excavaciones llevadas a cabo en el yacimiento por el Proyecto Arqueológico de Tell el-Burak, una misión conjunta libanesa-alemana, han revelado que el lugar formó parte de un asentamiento fenicio habitado entre los siglos VIII y IV a.C. dedicado muy posiblemente en exclusiva a la fabricación de vino destinado a la exportación.

Situado a unas cinco millas al sur de la ciudad libanesa de Sidón, es probable que el asentamiento fuera fundado por habitantes de la ciudad con el objetivo de abastecerse de productos agrícolas. Tell el-Burak estaba bordeado al suroeste y sureste por un muro aterrazado de 2,5 metros de ancho. "Al sur de uno de estos muros descubrimos un lagar bien conservado. Había sido construido en la ladera del cerro", informan los autores del estudio. La prensa fue utilizada al menos desde el siglo VII a.C. El descubrimiento se describe en un estudio que acaba de ser publicado en la revista Antiquity.

Recreación de la prensa de vino de Tell-el-Burak. Tell-el-Burak Archaeological Project.

YESO DE CALIDAD

Adriano Orsingher y Jens Kamlah, del Instituto de Arqueología Bíblica; Silvia Amicone y Christoph Berthold, del Centro de Competencia de Arqueometría Baden-Württemberg (CCA-BW) de la Universidad de Tubinga, junto con la profesora Hélène Sader, de la Universidad Americana de Beirut y codirectora del Proyecto Arqueológico de Tell el-Burak, han investigado la construcción de esta prensa de vino y los materiales con los que se fabricó.

Los investigadores descubrieron que los fenicios utilizaron un yeso mezclado con cal y fragmentos de cerámica triturada. Junto a la prensa, los arqueólogos han encontrado también un gran número de semillas, lo que demuestra que las uvas fueron traídas allí desde viñedos cercanos y aplastadas con los pies en el gran recipiente de yeso.

El "mosto" resultante se recogía en una gran tinaja y se almacenaba en ánforas donde el vino se podía fermentar, envejecer y transportar. "El vino era un artículo comercial importante para los fenicios. El vino fenicio de la región de Sidón era particularmente famoso y se menciona en textos del antiguo Egipto", ha afirmado Hélène Sader.

Los análisis llevados a cabo en los laboratorios de la Universidad de Tübingen han proporcionado nuevos datos sobre la composición y la tecnología del yeso con el que se hizo la prensa de vino. "Un yeso de cal de buena calidad podría ser difícil de producir. Los fenicios refinaron el proceso utilizando fragmentos de cerámica reciclados. Esto hizo posible construir edificios mejores y al mismo tiempo más estables", afirman los autores del estudio. Según ellos, en el sur de Fenicia se había desarrollado una tradición local e innovadora de yeso de cal. "El yeso terminado era resistente al agua. Los romanos adoptaron esta técnica para hacer sus propios edificios", afirman los investigadores.

DIFUSIÓN POR EL MEDITERRÁNEO

Pero en el propio Líbano se había encontrado poca evidencia de la fabricación de vino fenicia, posiblemente debido a la naturaleza fortuita de las excavaciones arqueológicas. "La costa del Líbano nunca se inspeccionó a fondo, y muy pocos sitios con restos de la Edad del Hierro se han excavado adecuadamente", continúa Sader. Sin embargo, se han encontrado algunos lugares de vinificación similares en la costa norte de lo que hoy es Israel (que pertenecía en ese momento a los reinos fenicios de Tiro y Sidón). Los fenicios no inventaron el vino (hay evidencias de su existencia en lugares tan alejados como Georgia, con una antigüedad de hace unos 8.000 años), pero sí difundieron las técnicas de vinificación por todo el Mediterráneo antiguo, junto con el aceite de oliva e innovaciones como el alfabeto y el vidrio.

Los fenicios introdujeron viñedos y bodegas en sus colonias en el Norte de África, Sicilia, Francia y España. Y popularizaron el vino a través del comercio con la antigua Grecia e Italia, donde el vino de uvas silvestres era ya conocido entonces, pero su producción no estaba tan desarrollada. Según el arqueólogo de la Universidad de Toronto Stephen Batiuk, que no ha participado en esta investigación: "Los fenicios quizás introdujeron una cultura de la bebida, nuevos estilos de vasos para beber y una forma diferente de relacionarse con el vino". El amor de los fenicios por el vino se extendió asimismo a su religión, y su uso ceremonial también se reflejó en otros cultos del Próximo Oriente.

Fuente: nationalgeographic.com.es | 22 de septiembre de 2020

Así fue la masacre de La Hoya (Laguardia, Álava), la Pompeya ibérica arrasada por las llamas de un contingente implacable

Varios esqueletos con huellas de violencia tal y como se encontraron durante las excavaciones - A. Llanos

Un equipo de arquéologos del Reino Unido y España ha descubierto pruebas de cómo fue exactamente la masacre de La Hoya en la Edad del Hierro, la cual, de algún modo, quedó congelada en el tiempo a pesar de las llamas que asolaron el poblado. Descubierta la ciudad en 1935 y excavada por primera vez en 1973, sabemos que este importante enclave situado en el País Vasco fue masacrado entre el 350 y el 200 a. C.

Los atacantes destruyeron la ciudad pero no la ocuparon, lo que ha permitido que los muertos permanecieran en el mismo lugar hasta... que se produjo su excavación. Los especialistas pudieron recuperar hasta 13 esqueletos. «Un argumento clave de que fue una masacre es que dentro de las víctimas hay de todos los rangos de población y sexo, la violencia se hizo sobre todos sin miramientos ni criterios. No eran todos varones guerreros, había niños, mujeres, varones de todas las edades y ambos sexos», nos explica el arqueólogo Javier Ordoño (izquierda), miembro del equipode arqueógos que ha realizado una investigación en este enclave y publicado los resultados en la revista Antiquity.

Y hubo una gran brutalidad. De las 13 víctimas analizadas, en cinco de ellas pudieron encontrar evidencias claras: «Hay una decapitación con una espada que seguramente seccionó el cuello, tenemos una adolescente a la que amputaron el brazo y se encontró el mismo a dos metros manteniendo los brazaletes que llevaba. También hay otros individuos que han sufrido amputaciones completas o parciales, y apulañalamientos en las costillas», continúa el especialista.

a) Amputación de un brazo en el que se conservan todavía las pulseras pulseras que llevaba (lado izquierdo). b) Costilla de un individuo que muestra una herida de arma blanca.

Las razones para esta escabechina no se conocen, ni la identidad de los atacantes. La Hoya era un poblado bastante grande en el que vivían más de 1.500 personas, con murallas potentes, urbanismo desarrollado y gran complejidad sobial. «Era un nodo principal en la región de la época, una ciudad importante de la tribu de los berones que habitaban la actual Rioja. No se sabe si fueron atacados por berones de otra ciudad u otra sociedad. Al final son zonas fronterizas, con los várdulos, los caristios y los autrigones».

Hay más detalles de la destrucción, pues «debió ocurrir probablemente un día de mercado», nos cuenta Ordoño, y no fue un saqueo sino que «fue un ataque destinado a causar el mayor daño posible a la población». Además, la ciudad ya no volvió a ser habitada, tal fue la violencia que el que pudo huyó y el resto murieron pasto de las llamas. «También hicieron piaras de cerdos y de otros animales, y dejaron vasijas llenas de cereal, objetos de bronce y hierro». El hecho de que el ataque fuera tan brutal y asesino, permitió que allí quedaran los restos y se conservaran a buen recaudo para ser estudiados, ya que los cuerpos segúian tumbados en las calles en las que emitieron su último aliento. «Por eso, está intacta. Es la Pompoya ibérica pero no arrasada por un volcán sino por un contingente armado que hizo estragos», dice Ordoño.

Vista aérea del yacimiento de La Hoya

Mapa donde las víctimas fueron encontradas en La Hoya, junto con las fotos de algunos de ellos. (A. Llanos, modificado por J. Ordoño / Antiquity.

La Hoya era un enclave comercial, social y político entre el Cantábrico, el Mediterráneo y la meseta interior de España. De hecho, los investigadores creen que es posible que en aquella Edad del Hierro fuera el único asentamiento destruido por comunidades locales, quizá en una guerra a gran escala en España, porque ocurrió 100 años antes de la llegada de los romanos. «Probalmente, si se ampliaran las excavaciones, aparte de las víctimas encontraríamos, con suerte, algún atacante. Pero de momento, no sabemos nada», cuenta el arqueólogo.

Por otro lado, siempre se ha creído que los pueblos de la Prehistoria, quizá no tanto los de la Edad del Hierro, eran más pacíficos por su menor complejidad. «Violencia siempre ha habido desde que los humanos pisaron la Tierra», afirma Ordoño, que cuenta que «en otras investigaciones de épocas neolíticas se están dando evidencias de que la violencia es inherente al ser humano, solucionamos nuestras diferencias por medio de la violencia y hay pruebas que lo demuestran».

Artefactos de la Edad del Hierro recuperados en el yacimiento de La Hoya. Antiquity.

El problema con la Edad del Hierro, añade, es que «el rito funerario de la época era la cremación, cuando alguien moría se depositaban sus cenizas en una urna, razón por la cual no teníamos datos sobre la brutalidad de la muerte. Por eso La Hoya es tan interesante».

Fuentes: abc.es | ancient-origins.net | 1 de octubre de 2020

El hallazgo de varios exvotos zoomorfos apuntan a la existencia de un segundo santuario en Torreparedones (Baena, Córdoba)

El concejal de Cultura, Javier Vacas (izquierda), y el arqueólogo municipal, José Antonio Morena, presentando los nuevos hallazgos descubiertos en Torreparedones.

El yacimiento arqueológico de Torreparedones no deja de dar sorpresas. En las afueras del mismo, que se localiza entre Baena y Castro del Río, se ha producido un nuevo hallazgo que hace replantear el pasado de este espacio. El pasado martes, el delegado de Cultura, Javier Vacas y el arqueólogo municipal, José Antonio Morena, presentaron en el salón de actos del Museo Histórico y Arqueológico de Baena el nuevo hallazgo obtenido en el Parque Arqueológico de Torreparedones, junto al centro de visitantes, en lo que parecían tres tumbas de la antigua necrópolis allí ubicada.

El delegado de Cultura, Javier Vacas, ha explicado que “como no podía ser de otra forma, este yacimiento nos sigue sorprendiendo cada día con nuevas piezas de antiguas civilizaciones. Recientemente y con motivo de unas remociones acometidas de forma totalmente clandestina, salieron a luz una serie de restos en los que se tenía cierto interés por la cercanía a la necrópolis, pero que se encontraban fuera del recinto municipal del yacimiento. Gracias a la intervención del arqueólogo municipal, José Antonio Morena, con la propiedad de estos terrenos, se ha podido llevar a cabo una excavación arqueológica para documentar estos restos, que parecían ser estructura de carácter funerario. Se puso en conocimiento de la delegación territorial, a través del arqueólogo Alejandro Ibáñez y se pidió la autorización para realizar una actividad arqueológica por parte de nuestro arqueólogo, autorizándose la misma el pasado 17 de septiembre. Dicha excavación, ha dado como fruto una serie de hallazgos de carácter funerario y exvotos, que ahora José Antonio Morena, explicará con más detalle. Debemos apostar por este patrimonio, no sólo desde el punto de vista arqueológico, sino también como difusión cultural y turística”.

El trabajo ha sido plenamente satisfactorio, aunque como apuntalaba el arqueólogo municipal “si cabe corto en el tiempo y espacio”. Apenas se ha actuado en tres zonas muy concretas de lo que fue esta gran necrópolis oriental de Torreparedones, en terrenos que se ubican fuera de los que el Ayuntamiento adquirió para el centro de visitantes. No obstante se ha dado la favorable circunstancia que tanto el dueño, como la delegación de Cultura han autorizado y permitido la excavación para este descubrimiento. Como ya se conocía, estas remociones furtivas han deteriorado los restos, algunas tumbas estaban destruidas y expoliadas de antiguo, pero otras lo están de reciente y se ha perdido alguna información. Aun así, en dos de los sectores se han podido identificar dos enterramientos, y en el tercero, que se pensaba que podría ser una tercera tumba, ha resultado ser algo muy diferente.

Según ha puesto de manifiesto el arqueólogo municipal, José Antonio Morena, “en la primera tumba hemos encontrado un sillar, con un rebaje hecho que incorporaba una urna de piedra, como la que solía haber en el mausoleo de los pompeyos (derecha). Esta no tiene nigua inscripción y le falta la tapadera, porque estaba prácticamente a la vista. La inscripción debía estar arriba, como se puede ver en cualquier cementerio. Sin embargo, al sacar el sillar, que lo hemos retirado, pudimos observar una pequeña fosa, donde estaba parte del ajuar de esta tumba. Se conserva un ungüentario de vidrio, que está partido pero se podrá restaurar, un cuenco de cerámica y una urna de cerámica pintada de tradición íbera. Gracias a esa forma, el ungüentario nos permite situar esto en el s. I d.C., entre Tiberio y Nerón aproximadamente”.

Morena, ha añadido que “en el otro sector, ha aparecido otra tumba, que en este caso es una tumba importante como las que ya se pueden ver en el centro de visitantes, pero esta está construida con sillares enormes que se llaman 'opus cuadratum'. Ello indica el poder adquisitivo que podría tener la familia que se enterró aquí. Faltaría un segundo cuerpo con una moldura y una repisa que se han perdido. Son muy importantes este tipo de hallazgos y toda la documentación que somos capaces de obtener a través de ellos”.

La sorpresa mayúscula han sido unas piezas que aparecieron en lo que se imaginaba como una tercera tumba. Allí, se han encontrado una serie de exvotos de caballos, que se conocen en el mundo ibérico y que son indicios de que hubo un segundo santuario. Posiblemente en uso y aparte del que ya se conoce en la parte meridional de la ciudad. “No hemos encontrado ninguna estructura asociada, si es que la hubo, ya que no en todos los lugares de culto de esta época había estructura. Estos animales, eran criaturas de prestigio, muy importantes tanto para el transporte como las labores agrícolas”.

Como ha explicado el arqueólogo municipal, José Antonio Morena, “era un animal tan importante, que si se ponía malo, o no procreaba, se acudía a esta divinidad para pedir por el animal. Por tanto, podemos interpretar que si el santuario no está allí mismo, no estará muy lejos. Lo extraordinario de todo esto, es que no se conoce ninguna ciudad documentada que tuviera dos santuarios en uso al mismo tiempo. Es algo único en este momento”.

Actualmente, se encuentra tapado a la espera de continuar con la investigación. Las piezas encontradas ya se encuentra en proceso de catalogación, para su posterior exposición en el Museo Histórico y Arqueológico de Baena.

Fuente: cordopolis.es | diariodecordoba.com | 3 de octubre de 2020

40.000 años de adaptación al cambio del nivel del mar en la isla indonesia de Alor

Tecnologías de pesca hechas de conchas marinas y coral (a la izquierda) y ornamentación (a la derecha) de Makpan. Crédito: Universidad Nacional de Australia.

Las primeras personas se estaban adaptando rápidamente al cambio climático a medida que avanzaban hacia Australia hace decenas de miles de años, según muestra una nueva investigación.

Conchas, espinas y anzuelos encontrados en la isla indonesia de Alor muestran cómo vivía la gente y cómo se adaptaba al medio ambiente hace más de 40.000 años. Investigadores de la Universidad Nacional de Australia (ANU) dirigieron el equipo que excavó una cueva, llamada Makpan, en la costa suroeste de Alor.

Línea de Wallace y las islas de Alor y Timor-Leste.

Sus hallazgos también confirman la posición de Alor como un "trampolín" entre las islas más grandes de Flores y Timor.

Según la Dra. Shimona Kealy, de ANU (izquierda), el análisis de los artefactos encontrados en Makpan muestra cuán inventivos y adaptativos fueron sus primeros residentes.

"Esto proporciona más información sobre los primeros movimientos de los humanos modernos entre las islas y demuestra cuán receptiva era la gente a desafíos como el cambio climático", dijo el Dr. Kealy. "Una vez que la gente comenzó a mudarse a las islas, lo hizo muy rápidamente y se adaptó rápidamente a sus nuevos hogares".

Makpan fue testigo de una serie de altibajos masivos del nivel del mar durante sus 43.000 años de ocupación humana, en gran parte debido a los extremos climáticos de la última Edad del Hielo.

"Cuando la gente llegó por primera vez a Makpan, llegó en cantidades reducidas", dijo el Dr. Kealy.

Una trampa para peces en el borde del arrecife de la isla Alor. Crédito: Marko Reimann / Alamy Stock

"En ese momento, la cueva estaba cerca de la costa, como lo está hoy, y esta comunidad primitiva vivía a base de mariscos, percebes y erizos de mar, y de estos últimos, en particular, se comían en grandes cantidades".

Poco después de su llegada inicial, el nivel del mar comenzó a descender. Esto aumentó la distancia desde el enclave de Makpan a la costa y probablemente alentó a las personas a ampliar su dieta para incluir una variedad de frutas y verduras de origen terrestre. Cuando la última Edad del Hielo comenzó a decaer hace unos 14.000 años, Makpan volvió a estar a 1 km de la costa.

La profesora Sue O'Connor (izquierda), dice que "hace unos 12.000 años la gente disfrutaba de una dieta con una mezcla heterogénea de mariscos".

"No es de extrañar que el sitio proporcione evidencias significativa de pesca en ese momento, no solo de huesos de una amplia variedad de especies de peces y tiburones, sino también en forma de anzuelos de concha de diferentes formas y tamaños", dice la profesora O'Connor.

Isla de Alor. Crédito: Dr. Shioma Kealy.

Makpan fue abandonado hace unos 7.000 años, antes de acontecer una fase de ocupación final hace unos 3.500 años.

"No sabemos el porqué Makpan fue abandonado en ese momento", dijo la Dra. Kealy. "Quizás los aumentos finales del nivel del mar hicieron que otras áreas alrededor de la isla de Alor fueran lugares de asentamiento más atractivos".

El estudio ha sido publicado en Quaternary Science Reviews.

El sitio de excavación en Makpan. Crédito: Dra. Shimona Kealy

Fuentes: phys.org | epicaustralia.org.au | 2 de octubre de 2020

La mayor cueva de España, Ojo Guareña (Burgos), esconde un enigma que dura 12.000 años

Figuras humanas y animales en la Sala de las Pinturas de la cueva de Ojo Guareña (Burgos).MIGUEL ÁNGEL MARTÍN-MERINO.

La mayor cueva de España esconde un enigma que lleva décadas sin resolver. Los expertos llevan años debatiendo si las pinturas prehistóricas que cubren dos de las innumerables cámaras de la cueva de Ojo Guareña, en Burgos, fueron hechas de una sola vez o si son fruto de visitas sucesivas en diferentes épocas. Ahora, un equipo de científicos ha vuelto a datar las pinturas y el carbón que dejaban las antorchas con las que los humanos se iluminaban en este entorno totalmente oscuro. Los resultados hablan de un caso único: las pinturas de la cueva burgalesa fueron hechas hace 13.000 años y desde entonces fueron visitadas y respetadas por grupos humanos de diferentes épocas de la prehistoria, separadas por hiatos de cientos o miles de años por razones totalmente desconocidas.

La última visita sucedió en plena Edad Media y aquí sí que los visitantes añadieron una nueva pintura que los arqueólogos interpretan como un símbolo de alerta o como un conjuro. Es una cruz puesta justo en la cámara que precede a la gran Sala de las Pinturas. En esta visita, realizada en el siglo XI, cuando Burgos era un enclave cristiano, parece que los visitantes no se aventuraron en la cámara de las pinturas, quizás por temor a lo que había en ella.

“Este es el caso conocido de una cueva con arte rupestre que se ha visitado posteriormente durante un periodo más largo de tiempo, unos 12.000 años”, resalta Marcos García-Díez (izquierda), prehistoriador de la Universidad Complutense de Madrid y coautor del nuevo estudio.

El análisis comenzó en febrero de 2017, cuando el equipo se adentró en una de las 14 cuevas que forman el laberinto de cavidades y niveles conectados de Ojo Guareña, con una extensión total de 110 kilómetros, la mayor cueva de España según el grupo de espeleología Edelweiss.

Para alcanzar las pinturas hay que bajar una rampa que comienza a la entrada durante unos cinco minutos y después meterse por un estrecho paso a la derecha que lleva a la primera cámara, una imponente sala de más de 15 metros de alto. Aquí, tras un segundo pasaje estrecho, se llega a la Sala de las Pinturas —a unos 300 metros de la boca— donde se encuentra la gran pared de roca decorada con cabras, ciervos, caballos, uros y mamuts, entre los que se distinguen varias figuras humanas de tamaño desproporcionado.

Repartidos por ambas salas hay triángulos. Unos están vacíos y otros rellenos de sólido color negro. Esta figura se ha asociado a la vulva femenina pero también podría ser un símbolo para identificar algún otro animal o entidad. Justo en el pasaje entre las dos cámaras hay una tosca cruz con brazos de unos 30 centímetros hecha con trazos dudosos exacerbados por el material usado: un trozo de carbón sobre lienzo de piedra rugosa.

Triángulos y figuras antropomorfas en la Sala de las Pinturas. MIGUEL ÁNGEL MARTÍN-MERINO

Los investigadores han datado por carbono una de las pinturas principales, el carbón de uno de los brazos de la cruz, y varias muestras de carbón halladas en el suelo o en repisas junto a las pinturas. Los resultados, publicados en Archeological and Anthropological Sciences, muestran que las pinturas originales se hicieron de una sola vez hace unos 13.000 años. En esta época los humanos eran aún nómadas cazadores y recolectores entre los que aún no existían religiones, pero sí pensamiento religioso o ritual.

Los diferentes trozos de carbón evidencian cuatro visitas humanas posteriores a esta cueva. Los primeros eran humanos del Neolítico, gente ya sedentaria dedicada a la agricultura y la ganadería que entró en la cueva con antorchas hace unos 5.400 años. Probablemente admiraron las pinturas preguntándose quién las había hecho y qué significaban, lo mismo que hacen ahora los arqueólogos pasados cinco milenios.

Unos 2.000 años después las pinturas recibieron una segunda visita, en este caso de gente de la Edad del Bronce, con sociedades más complejas, más guerreras y sustentadas en un conocimiento de algunos metales con los que fabricar armas. La penúltima visita se produce hace 3.100 años, unos cinco siglos después de la anterior, cuando la Edad del Bronce toca a su fin. La última evidencia de presencia humana detectada por los científicos la han probado al datar la cruz, que se dibujó junto a las pinturas paleolíticas en el año 1096, en plena Edad Media.

La cruz situada antes de la Sala de las Pinturas.AIOM/MAMM / MIGUEL ÁNGEL MARTÍN-MERINO

“En aquella época esta era una zona totalmente cristiana”, explica García-Díez. “En otras entradas de la cueva se han hallado ermitas cristianas de la época y hay cruces parecidas en esta y otras cuevas. Lo que pensamos es que esta gente quiso cristianizar el lugar porque interpretaban que las pinturas paleolíticas eran paganas. Marcan el lugar con la cruz y no se adentran más allá, pues no hemos hallado carbones de esta etapa en la Sala de las Pinturas”, explica el arqueólogo.

“En el lapso de 12.000 años varios grupos llegan a las cuevas y respetan las pinturas. Es algo habitual que sucede también en otros lugares con arte rupestre. Hasta es posible que en cada época los visitantes le diesen a los símbolos significados diferentes, pues las imágenes permiten contar diferentes historias acordes con cada época”, resalta.

Esquema general de las pinturas de Ojo Guareña (Burgos)

Es imposible saber qué sucedió en esta cueva en las diferentes visitas, pero los autores del estudio creen que la presencia humana repetida no era casual. “En algunos de los casos hemos encontrado indicios de hogueras justo debajo de las pinturas, lo que significa que estuvieron ardiendo durante horas”, explica García-Díez.

En algún momento no precisado aún el suelo original de la gran sala se derrumbó, de forma que las pinturas quedaron “colgadas” a varios metros de altura. Para alcanzar algunos puntos habrían sido necesarias escaleras o andamios hechos con ramas, según el estudio. En las partes bajas de las paredes se han hallado marcas de pies, manos y rodillas dejadas por la gente que intentaba trepar hasta la entrada de la Sala de las Pinturas. “No tiene sentido venir hasta aquí solo por admirar las pinturas, debía haber algún simbolismo en este lugar, al igual que lo hay en los templos modernos”, aventura García-Díez.

“Es un trabajo muy bien realizado que le da una fecha definitiva a las pinturas, cuyo origen y periodo ha sido muy debatido hasta ahora”, explica Valentín Villaverde (izquierda), prehistoriador de la Universidad de Valencia.

El experto explica que ya se conocían ejemplos similares de arte rupestre que son revisitados miles de años después por otros grupos que añaden pinturas de su cosecha. Es lo que sucedió en Altamira o El Castillo, que abarcan miles de años.

“En la cueva segoviana de La Griega hay pinturas del Neolítico que después son descubiertas por los romanos, y estos dejan sus propias inscripciones. En Castellón podemos ver junto a pinturas del Neolítico, una imagen de un hombre con un casco de metal, una añadidura hecha sin duda en otra época posterior”, explica. En lo que destaca Ojo Guareña es en el número de visitas durante un periodo de tiempo, que abarca buena parte de la Prehistoria y de la Historia, 12 milenios en total.

Un investigador analiza las pinturas rupestres de la cueva de Ojo Guareña (Burgos)MIGUEL ÁNGEL MARTÍN MERINO

¿Por qué los humanos de diferentes épocas se adentraron en esta cueva y recorrieron sus accidentadas galerías durante cientos de metros hasta dar con las pinturas?

“No es nada extraño”, opina Villaverde. “Puede haber pasado mucho tiempo, pero nuestra mente sigue siendo la misma y a los humanos, o al menos a algunos, las cuevas nos sobrecogen a la vez que nos atraen. Cuando entras en ellas cambia totalmente la sensación del tiempo y del espacio”, explica. Lo que está claro, añade, es que nunca sabremos por qué dibujaron esa cruz.

Fuente: elpais.com | 30 de septiembre de 2020

Encuentran un oso de las cavernas perfectamente conservado de hace entre unos 40.000 y 25.000 años

El deshielo del Ártico continúa revelando restos perfectamente conservados de animales de hace miles de años, cuyos cadáveres quedaron congelados en el permafrost, la capa de suelo permanentemente congelada que mantiene la temperatura baja en esta región del planeta.

En esta ocasión, el derretimiento provocó la aparición de un cachorro de oso de las cavernas (Ursus spelaeus) en la provincia de Bolshoy Lyakhovsky, en el extremo norte de Rusia.

El hallazgo fue realizado por pastores de renos, que avisaron a las autoridades de lo que parecía un animal congelado con pelaje, dientes y hasta la nariz en un alto grado de conservación.

Aunque aún es necesario un análisis de radiocarbono para medir con precisión la antigüedad de los restos, se trata de un descubrimiento único en su tipo, toda vez que hasta ahora, los únicos restos conocidos de este oso extinto se conformaban de huesos y cráneos dispersos.

“Se trata del primer descubrimiento de este tipo: un oso entero con tejidos blandos. Está perfectamente conservado, con todos sus órganos internos, incluso su nariz. De esta especie solo teníamos cráneos y huesos, hasta ahora”, explicó la científica Lena Grigorieva a The Siberian Times, quien se encargará del equipo de la Universidad Federal del Nordeste que llevará a cabo los análisis de este ejemplar.

El oso de las cavernas vivió hace 50.000 años en los bosques de Europa y su nombre se debe a que la inmensa mayoría de los hallazgos fósiles de esta especie se han encontrado al interior de grandes sistemas de cuevas, una características que los hace distintos a la mayoría de osos actuales, que sólo utilizan los refugios cavernosos para hibernar.

Con una altura de 1,35 metros de cruz y un peso que podía alcanzar los 800 kilos, se trata de uno de los osos más grandes jamás conocidos y de proporciones similares a los osos polares de Kodiak (Alaska). Parado sobre sus dos patas traseras, el oso de las cavernas medía hasta tres metros de altura.

Gracias a su imponente musculatura, este animal prehistórico podía correr rápidamente y, a pesar de su fiereza, su dieta estaba compuesta en un 90 % de raíces, frutos, tallos y bayas del bosque.

Aunque se desconoce la causa de su extinción hace aproximadamente 15.000 años, es probable que el Homo sapiens influyera en su desaparición debido a que ambos competían por usar como refugio las cuevas amplias en las inmediaciones de los bosques y zonas montañosas.

El descubrimiento del oso de las cavernas se suma a distintos hallazgos de gran importancia paleontológica recientes, como un cachorro de lobo perfectamente conservado de hace 18.000 años y el esqueleto de un mamut completo en Siberia en el último año.

Fuente: muyinteresante.com.mx | 16 de septiembre de 2020