Descubren el crematorio más antiguo de Oriente Próximo en Israel, con más de 9.000 años

Excavación en Beisamoun, Israel.

Un grupo de arqueólogos y antropólogos dio con el caso más antiguo de cremación en el Próximo Oriente del que se tenga certeza hasta el día de hoy, localizado en el asentamiento neolítico de Beisamoun, actual Israel.

El suceso está datado entre los años 7.031 y 6.700 a.C., por lo que corresponde al Neolítico precerámico tardío del Levante Mediterráneo.
Dentro de lo que fue una hoguera se encontraron los restos de un joven adulto, 355 fragmentos de huesos humanos calcinados y mezclados en un pozo con un sedimento de cenizas, cuyo estado de deterioro no permitió determinar el sexo del individuo.

A: Mapa de la pira de cremación; B: Identificación de los bordes superiores del pozo y excavación en curso de su cuarto sureste. C: Detalles de un trozo de muro enlucido de barro (ref 3142-12; copyright L. Teira). D: Detalle del cuarto noreste del pozo durante la excavación. Se ve un fragmento de pared derrumbada dentro del pozo (estrella).

También se encontraron trazos de una punta de flecha de sílex que permaneció incrustada en la base de la escápula izquierda, aunque se observó que el hueso perforado del hombro se había remodelado alrededor de los fragmentos de roca y el área de la herida parecía haberse curado, por lo que no habría sido esa la causa de la muerte del guerrero.

Punta de proyectil incrustada en la escápula izquierda. A: Modelo visto desde atrás que muestra la ubicación y dirección de entrada de la punta del proyectil dentro del hueso (triángulo rojo; copyright: Alexmit Can Stock Photo Inc). B: Vista anatómica posterior del fragmento de espina escapular conservada. C: Vista anatómica inferior-posterior del fragmento de espina escapular. Note el hueso curado alrededor de la punta del proyectil. D: Detalle de la punta del proyectil (copyright A. Legrand). E: Adquisición fotogramétrica de la vista anatómica inferior (copyright R. Brageu). F: Detalle de la rotura en flexión del segmento proximal de la punta del proyectil (copyright R. Brageu). G y H: imagen 3D: la punta del proyectil incrustada en el hueso es completamente visible; se confirma la remodelación completa del hueso cortical (copyright F. Edon y D. Beloeil).

El hallazgo fue publicado en la revista científica PLOS ONE, por un equipo multidisciplinario liderado por la arqueóloga y antropóloga del Centro Nacional de Investigación Científica francés Fanny Bocquentin.


La arqueóloga y antropóloga francesa Fanny Bocquentin lideró al equipo que desenterró y analizó los restos de un guerrero cremado hace 9.000 años en el actual Israel (ARSCAN).

"En Beisamoun, las prácticas de cremación aparecen al final de una tradición local milenaria de enterrar a los muertos dentro del asentamiento", dice el informe, que describe "una redefinición del lugar de los muertos en el pueblo y en la sociedad".

"En el período Neolítico de la cerámica posterior, en general, los entierros son muy escasos en el Levante Sur, lo que atestigua un cambio claro en el tratamiento de los muertos y un posible cambio en las creencias", plantea la investigación, que sitúa ese cambio en el manejo funerario de los adultos alrededor del año 6.500 a.C.

Imagen de huesos in situ: A: Segmento de esqueleto axial: costillas y vértebras expuestas en el centro de la estructura. B: Coxal derecho in situ; conservado casi completo por un pedazo de muro de barro colapsado. C: Cuatro falanges proximales del pie derecho que se encuentran directamente debajo del coxal derecho. Crédito: Bocquentin et al, 2020 (PLOS ONE, CC BY).

Según el análisis de los restos óseos, el cuerpo cremado fue colocado sentado sobre la pira y fue expuesto a temperaturas de hasta 700 grados centígrados, por lo que algunos huesos quedaron carbonizados. "Los restos silíceos de algunos vegetales revelan la presencia de plantas con flor. Cualquiera que sea su función (como combustible, ornamento, fragancia), dan testimonio del momento del año en que murió esta persona", exponen.

Otras cinco cremaciones fueron halladas en el asentamiento de Beisamoun: dos fueron totalmente desenterradas, otras dos lo fueron parcialmente y una resultó dañada por una máquina excavadora.

Pero hay una salvedad. Todos los hallazgos previos representan conjuntos de huesos seleccionados que habían sido recogidos junto con algunas cenizas de una pira. Ningún cuerpo había sido encontrado en un pozo profundo revestido de barro, como este joven guerrero.


Una sección del sitio de Beisamoun donde el pozo de la pira es visible Crédito: © mission Beisamoun.

No solo los ritos funerarios del Neolítico son diversos y complejos. Los actos de cremación ya fueron registrados en yacimientos de Jordania y Siria. Según los estudios, se trataban de huesos quemados y no de un cuerpo entero y fresco como ha sido el caso esta vez. La cremación supuso por lo tanto otra etapa en el rito funerario. Cuenta Bocquentin que es probable que los sacaron tras ser enterrados y descompuestos y los quemaron. Por otra parte, una de sus alumnas fue al sur de Beisamoun y excavó unas 200 tumbas consciente de que podía toparse con restos humanos calcinados. No encontró ni uno. “Eso indica que entre el Levante Norte y el Sur había diferencias de tradición. ¿Por qué? No sabemos”, explica la científica.

Para los investigadores, el descubrimiento también es muy importante desde el punto de vista de la importancia del difunto dentro de la sociedad de la época. Sin embargo, y pese a su antigüedad, no se trataría del crematorio más antiguo del mundo: ese honor corresponde al lago Mungo, en la región australiana de Nueva Gales del Sur, y se remonta a unos 26.000 años de antigüedad.

Fuentes: lanacion.com.ar | phys.org | elpais.com | 13 de agosto de 2020

Del arte rupestre al caos climático: cómo una nueva línea de tiempo de datación por carbono está cambiando nuestra visión de la historia

Crédito: Shutterstock

Los registros geológicos y arqueológicos vienen ofreciendo información importante sobre lo que parece ser un futuro cada vez más incierto. Y, cuanto mejor comprendamos las condiciones que ya ha experimentado la Tierra, mejor podremos predecir (y potencialmente prevenir) las amenazas futuras.
Pero para hacer esto de manera efectiva, necesitamos una forma precisa de fechar lo que sucedió en el pasado. Nuestra investigación, publicada en la revista Radiocarbon, ofrece una manera de hacer precisamente eso, a través de un método actualizado para calibrar la escala de tiempo del radiocarbono.

Los registros de un antiguo árbol kauri (Agathis australis) en Nueva Zelanda se utilizaron para ayudar a construir las curvas de calibración. Este árbol tiene unos 40.000 años y fue encontrado enterrado bajo tierra. Crédito: Nelson Parker

Una herramienta increíble para examinar el pasado

La datación por radiocarbono ha revolucionado nuestra comprensión del pasado. Han pasado casi 80 años desde que el químico estadounidense Willard Libby, ganador del Premio Nobel, sugirió por primera vez que se creaban cantidades diminutas de una forma radiactiva de carbono en la atmósfera superior.

Libby argumentó correctamente que este radiocarbono recién formado (o C-14) se convierte rápidamente en dióxido de carbono, el cual es absorbido por las plantas durante la fotosíntesis y, desde las mismas, viaja posteriormente a lo largo de la cadena alimentaria.
Cuando los organismos interactúan con su entorno mientras están vivos tienen la misma proporción de C-14 que su entorno. Una vez que mueren, dejan de absorber carbono nuevo, por lo que su nivel de C-14 se reduce a la mitad cada 5.730 años debido a la desintegración radiactiva. Un organismo que murió ayer todavía tendrá un alto nivel de C-14, mientras que uno que murió hace decenas de miles de años no lo tendrá.

Al medir el nivel de C-14 en una muestra, podemos deducir cuánto tiempo hace que murió ese organismo. Actualmente, con este método, podemos datar restos de hasta 60.000 años de antigüedad.

Representación global de los conjuntos de datos incluidos en la curva de calibración IntCal20 del hemisferio norte: anillos de árboles (triángulos rojos), marinos (estrellas azules), espeleotemas (círculos amarillos), lago Suigetsu (círculo magenta). La extensión de la Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT) se muestra como una banda sombreada después de la reconstrucción de los límites zonales basada en datos de viento Hogg et al. (2020). Crédito: Paula J Reimer et al. 2020.

Un esfuerzo de siete años

Si el nivel de C-14 en la atmósfera siempre hubiera sido constante, la datación por radiocarbono sería sencilla. Pero no es así.

Los cambios en el ciclo del carbono, la incidencia de laradiación cósmica, el uso de combustibles fósiles y las pruebas nucleares del siglo XX han causado grandes variaciones a lo largo del tiempo. Por lo tanto, todas las fechas de radiocarbono deben ajustarse (o calibrarse) para convertirlas en dataciones precisas.

Sin este ajuste, las fechas podrían estar por encima hasta en un 10-15%. Esta semana hemos informado sobre un esfuerzo internacional de siete años para volver a calcular tres curvas de calibración del radiocarbono:

* IntCal20 ("20" indica este año) para objetos del hemisferio norte

* SHCal20 para muestras del hemisferio sur dominado por océanos

* Marine20 para muestras de los océanos del mundo.


Comparación de las curvas de calibración de la última actualización (rojo) con las de hace siete años (azul) [Crédito: Junta de Regentes de Arizona / Universidad de Arizona]

Hemos construido estas curvas actualizadas midiendo una plétora de materiales que registran niveles de radiocarbono pasados, pero que también se pueden fechar por otros métodos. En los archivos se incluyen anillos de árboles de troncos antiguos conservados en humedales, estalagmitas de cuevas, corales de la plataforma continental y sedimentos extraídos de lechos de lagos y océanos.
En total, las nuevas curvas se basan en casi 15.000 mediciones de radiocarbono tomadas de objetos de hasta 60.000 años de antigüedad.

Los avances en la medición del radiocarbono mediante espectrometría de masas con acelerador significa que las curvas actualizadas pueden usar muestras muy pequeñas, como anillos individuales de árboles de tan solo un año de crecimiento.

Datación de los anillos de pinos 'bristlecone' del II milenio a. C. Crédito: P. Brewer / Uni. of Arizona

Reevaluar viejas creencias

Las nuevas curvas de calibración del radiocarbono proporcionan una precisión y un detalle previamente imposibles de lograr. Como resultado, mejoran enormemente nuestra comprensión de cómo ha evolucionado la Tierra y cómo estos cambios afectaron a sus habitantes.
Un ejemplo es la tasa de cambio ambiental al final de la Edad del Hielo más reciente. Cuando el mundo comenzó a calentarse hace unos 18.000 años, las vastas capas de hielo que cubrían la Antártida, América del Norte (incluida Groenlandia) y Europa se derritieron, devolviendo enormes volúmenes de agua dulce a los océanos.

Pero el nivel del mar no subió a un ritmo constante como la temperatura global. A veces fue gradual y otras extremadamente rápido.

Las estalagmitas del interior de la cueva de Hulu, en China, fueron clave para estimar la cantidad de radiocarbono presente en objetos entre 14.000 y 55.000 años. Crédito: Hai Cheng.

Una ubicación privilegiada para detectar los niveles del mar en el pasado es la plataforma de la Sonda, una gran plataforma de tierra que una vez fue parte del sudeste asiático continental.
Un estudio publicado en el año 2000 mostró que los restos de plantas de manglares encontrados en el lecho marino registraron un aumento catastrófico del nivel del mar de 16 metros durante varios cientos de años (alrededor de medio metro cada década). Este evento, conocido como Meltwater Pulse-1A, inundó la plataforma de la Sonda.

Nuestro último trabajo ha modificado esta historia considerablemente. Las nuevas curvas de calibración revelan que esta fase extrema de aumento del nivel del mar en realidad comenzó hace 14.640 años y duró solo 160 años. Esto equivale a un asombroso aumento de un metro cada década, lo que es una lección aleccionadora para el futuro, considerando los actuales cambios que se proyectan -mucho más bajos- para fines de este siglo.

Niños jugando en aguas de inundación en Tuvalu (Polinesia), una isla que es extremadamente vulnerable al cambio climático. Fotografía: Mario Tama / Getty Images.

Medio milenio más antiguo en el arte prehistórico

Retrocediendo en el tiempo, también hemos observado algunas de las obras de arte rupestres más antiguas del mundo en la cueva Chauvet de Francia, las cuales fueron descubiertas por primera vez en 1994.

Esta cueva contiene decenas de pinturas bellamente conservadas. Representan una colección de animales europeos prehistóricos, como mamuts extintos, leones de las cavernas y rinocerontes lanudos, representados en escenas de la vida real que brindan una ventana a un mundo perdido.
La cueva Chauvet revela la sofisticación artística de nuestros primeros antepasados con un detalle fenomenal.

La cueva de Chauvet contiene cientos de pinturas rupestres creadas hace más de 30.000 años. Crédito: homas T / flickr.

Con la nueva curva IntCal20, nuestra mejor estimación para la creación de la pintura más antigua de la cueva -datada mediante radiocarbono- es ahora de 36.500 años. Esto es, casi 450 años más antigua de lo que anteriormente se pensaba.
Estos son solo dos ejemplos -de los muchos más que vendrán- del impacto de gran alcance que tendrá nuestro último trabajo al respecto.

A medida que las nuevas curvas de calibración sean utilizadas para volver a analizar las dataciones de una serie de registros arqueológicos y geológicos, podemos esperar cambios importantes en nuestra comprensión del pasado del planeta y, con suerte, un mejor pronóstico para el futuro.
Autores:



Professor, Earth Science and Climate Change, UNSW

Professor, Director, Carbon Dating Laboratory

Chair professor, Queen's University Belfast

Lecturer in Statistics, University of Sheffield

Fuentes: theconversation.com | Universidad de Sheffield | 12 de agosto de 2020

La Universidad de Boston resuelve el enigma de por qué en Menorca apenas se conocen vestigios árabes

Vivienda andalusí desenterrada en Torre d’en Galmés (Menorca).UNIVERSIDAD DE BOSTON

Las fotografías del informe La reocupación andalusí del yacimiento de Torre d’en Galmés, firmado por especialistas de las universidades norteamericanas de Boston y SUNY Brockport (Nueva York), así como por el Institut Menorquí d’Estudis lo muestran como un pequeño camello rechoncho o quizás una minúscula oveja, algo “zoomorfo”, escriben los arqueólogos que no se atreven a determinar su especie. Era el juguete de arcilla de un niño musulmán que pasaba horas imaginando aventuras en la cocina de su casa mientras sus padres cultivaban los terrenos cercanos. La figurita fue hallada junto a un remache del cinturón de un soldado de la Corona de Aragón, con el escudo tribarrado grabado. Ambas imágenes son el resultado de 10 años de investigaciones plasmadas en un estudio que profundiza en una gran incógnita de la arqueología española: ¿Por qué en Menorca no se conservan apenas restos arquitectónicos musulmanes a pesar de haber sido ocupada durante más de trescientos años?


Figura zoomorfa en arcilla encontrada en la cocina de una vivienda desenterrada en Torre d’en Galmés. PHOTOGRAPHER: FRANCESC HUGUET PONS / UNIVERSIDAD DE BOSTON.

Entre los años 902 y 903, las Baleares fueron conquistadas por el gobernador (valí) Isam al-Jawlani para el Emirato de Córdoba. “Desde el primer momento, comenzó un rápido asentamiento de población árabe y bereber, la mayoría procedente de la Península y el Norte de África”, que aportó su “tecnología, lengua, cultura y religión”. Se desconoce el destino de la población aborigen. En 1231, Menorca se convirtió en territorio vasallo del rey aragonés Jaime I; no obstante, durante 56 años mantuvo su autonomía e, incluso, floreció intelectualmente bajo el mandato del gobernador Said ibn Hakam, que atrajo hacia la isla a poetas, escritores y eruditos que huían de los territorios que iban reconquistando los reyes cristianos en la Pení...

En enero de 1287, el rey Alfonso III decidió poner fin al vasallaje, desembarcó y, tras la rendición de Santa Águeda –la gran fortificación andalusí-, todo pasó a manos cristianas. Se abandonó la capital musulmana -Ciutadella de Menorca- así como las alquerías, granjas, cultivos… Casi toda la población fue hecha prisionera o vendida como esclava. “Se tardarían algunos años en repoblar la isla con cristianos, por lo que todo cayó en el olvido”, explica Amalia Pérez-Juez (izquierda), codirectora del proyecto. “Y así solo quedaron como recuerdo, tras la conquista, las ruinas del castillo de Santa Águeda, la toponimia isleña y los cambios en el paisaje agrícola”, añade la experta.

No fue hasta el siglo XIX cuando los arqueólogos comenzaron a investigar la isla. Centraron su interés en los impresionantes restos arquitectónicos que se repartían por todas partes y que son conocidos como de cultura talayótica, unos asentamientos prehistóricos gigantescos que se mantuvieron hasta la conquista del territorio por los romanos en el 123 antes de Cristo. Estas ciclópeas construcciones, que siguen visibles en los campos de Menorca, han sido estudiadas desde entonces con profusión, están protegidas y muchas de ellas son visitables. En estos momentos, la cultura talayótica es candidata a la declaración de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO.

Torre d’en Galmés, el mayor yacimiento arqueológico de las Baleares


La investigación de la Universidad de Boston constata ahora que “la mayoría de los asentamientos prehistóricos, quizás todos, fueron ocupados en época andalusí, por lo que sufrieron cambios y remodelaciones”. Es decir, los musulmanes aprovecharon las estructuras de la Edad del Hierro para vivir, algo que no se había estudiado hasta el momento, entre otros motivos, por el impresionante estado de conservación de los restos prehistóricos. “Es el caso del asentamiento de Torre d’ en Galmés [municipio de Alaior], uno de los yacimientos más grandes de la isla y mejor conservado. Pudo llegar a ser el mayor centro urbano durante el primer milenio antes de nuestra Era con la construcción de edificios públicos, tres talayots [edificaciones ciclópeas] y un recinto de taula [una especie de santuario con un pilar central en forma de T]. El sitio creció colina abajo con numerosas casas, zonas de almacenaje y cisternas. También tenía cuevas naturales y artificiales, un muro y múltiples espacios para la circulación y actividades colectivas”, refleja el informe.
"Durante el siglo XX se estudió el yacimiento, pero solo los momentos asociados a la Edad del Hierro y al periodo romano”. Pero el equipo de investigadores norteamericanos y españoles, con financiación de Boston University y el Consell Insular de Menorca, ha hallado ahora la “secuencia total del uso, abandono, reutilización de Torre d’en Galmés durante 2.000 años”, incluyendo el periodo andalusí. Y detallan: “El lugar fue probablemente abandonado al final de la época romana, y algunas estructuras se derrumbaron. Otras fueron reutilizadas por los musulmanes que aprovecharon sus piedras para levantar estructuras regulares de 4 x 3 metros. Estas fueron construidas fuera de los edificios talayóticos o sobre sus escombros tras los colapsos”.

Remache de hebilla del cinturón de un soldado de la Corona de Aragón.UNIVERSIDAD DE BOSTON

Las construcciones disponían de grandes losas en su entrada, estaban cubiertas con tejas y enlucidas con cal. En Torre d’en Galmés ya se han excavado tres de ellas, aunque se han documentado otras seis completas.

“Una de estas construcciones desenterradas merece una mención especial: una cocina y una despensa conservada intacta de finales del siglo XIII”, señala el estudio. El techo se desplomó justo después de la conquista cristiana y “selló el último rastro de ocupación doméstica de una pequeña comunidad rural”. Todo quedó congelado en el tiempo. “Por debajo del nivel de las tejas, la estructura contenía recipientes intactos para cocinar y almacenar, platos para servir, cántaros para líquidos y otras cerámicas, una piedra de moler y el hogar".

Estudiantes de arqueología excavando en el yacimiento de Torre d’en Galmés.UNIVERSIDAD DE BOSTON.

“La familia que vivía en esta casa fabricaba, además, juguetes para sus hijos y eran personas piadosas que usaban talismanes hechos de plomo con inscripciones en árabe. Las otras dos estructuras excavadas eran muy parecidas, pero debieron usarse para dormir. La separación de las áreas de cocina, comedor y dormitorio refleja una separación de actividades y un uso claro del espacio para propósitos específicos”, aclara el estudio de las universidades.

Estas comunidades rurales producían casi todo lo que necesitaban, desde cal a ruedas de molino. Pastoreaban ovejas y cabras y cultivaban cereales y frutales. “El hecho de que gran parte del mobiliario de la cocina permaneciera ''in situ' sugiere un rápido abandono por parte de los propietarios”. Una huida que, sin duda, está relacionada con una mañana de enero de 1287, cuando aparecieron los soldados de Alfonso III con sus espadas. No se puede saber exactamente qué ocurrió en el interior de la cocina, solo que sobre su suelo quedó el juguete roto de un niño, un amuleto con texto del Corán y una hebilla de cinturón con el escudo de la Corona de Aragón. El dominio musulmán de la isla había acabado de repente y empezaba el misterio de dónde vivían aquellas poblaciones andalusíes que poblaron la isla entre los siglos X y XIII. Hasta ahora.

Fuente: elpais.com | 15 de agosto de 2020

Hallan en Inglaterra evidencias de una actividad social de caza realizada por la especie 'Homo heidelbergensis'

Excavación en 'Horse Butchery Site', Boxgrove (UCL Institute of Archaeology)

Un enclave arqueológico de importancia internacional de medio millón de años en Sussex, sur de Inglaterra, ofrece información sin precedentes sobre la vida de una especie humana extinta poco conocida, según una nueva investigación del University College London (UCL).
Los hallazgos de un meticuloso estudio dirigido por el Instituto de Arqueología del UCL se detallan en un nuevo libro innovador The Horse Butchery Site, publicado por Spoilheap Publications del UCL Archaeology South-East.

El estudio reúne las actividades y movimientos de un grupo de humanos primitivos mientras fabricaban herramientas, incluidas las de hueso más antiguas documentadas en Europa, y descuatizaban un caballo grande hace 480.000 años.

El líder del proyecto, el Dr. Matthew Pope (izquierda), dijo: "Ha sido una oportunidad excepcionalmente rara poder examinar un sitio casi como lo había dejado un grupo humano extinto, después de que se reuniera para procesar totalmente el cadáver de un caballo al borde de una marisma costera.
Increíblemente, hemos podido acercarnos lo más posible y atestiguar el movimiento y los comportamientos minuto a minuto de ese grupo, aparentemente muy unido, de humanos primitivos: una comunidad de personas, jóvenes y mayores, que trabajaban juntas de una forma cooperativa y social".

El sitio del descuartizamiento del caballo es uno de los muchos excavados en unas canteras cerca de Boxgrove, Sussex, un área arqueológica de importancia internacional bajo la tutela de English Heritage, el cual alberga los restos humanos más antiguos de Gran Bretaña. El lugar fue uno de los muchos excavados en las décadas de 1980 y 1990 por el Instituto de Arqueología de la UCL bajo la dirección del arqueólogo Mark Roberts.

En el curso de la excavación se recuperaron más de 2.000 fragmentos de silex afilados en ocho agrupaciones separadas, conocidas como dispersiones del tallado lítico. Estos son lugares donde los humanos primitivos se colocaban para hacer sus herramientas y dejaron una densa concentración de lascas de silex.

Al embarcarse en el ambicioso rompecabezas para recomponer el núcleo de las lascas de silex dispersas del que provienen, los arqueólogos descubrieron que en todos los casos estos primeros humanos estaban haciendo grandes cuchillos de silex llamados bifaces (derecha), a menudo descritos como la herramienta perfecta de un carnicero primitivo.
El Dr. Pope comentó: "Establecimos desde el principio que había al menos ocho personas en este lugar haciendo herramientas, y consideramos probable que un pequeño grupo de adultos, una 'partida de caza', podría haber sido el responsable de la carnicería o descuartizamiento del caballo. Sin embargo, nos sorprendió ver rastros de otras actividades y movimientos en el lugar, lo que abrió la posibilidad de que un grupo mucho más grande estuviera presente. En este sentido, hemos trabajado con nuestra artista en reconstrucción, Lauren Gibson, para darle vida al sitio y averiguar su complejidad social".


Recreación del grupo de individuos Homo heidelbergensis descuartizando un caballo en el entorno de unas canteras cerca de Boxgrove, Sussex.

El estudio detallado de los huesos del caballo muestra que no solo se despojó la carne del animal, sino que se rompió cada hueso con martillos de piedra para poder succionar la médula y la grasa líquida. El caballo parece haber sido completamente procesado, con la grasa, la médula, los órganos internos e incluso el contenido del estómago parcialmente digerido, lo que proporciona una comida nutritiva para un grupo humano primitivo de unos 30 o 40 individuos en el lugar.
Sin embargo, el caballo proporcionó algo más que comida, y un análisis detallado de los huesos, realizado por Simon Parfitt (izquierda, del Instituto de Arqueología de la UCL) y la Dra. Silvia Bello (derecha, del Museo de Historia Natural, Londres), encontró que varios de los mismos se habían utilizado como herramientas llamadas retocadores.

Simon Parfitt dijo: "Estas son algunas de las primeras herramientas que no son de piedra encontradas en el registro arqueológico de la evolución humana. Habrán sido esenciales para fabricar los buenos cuchillos de sílex que se encuentran en el amplio paisaje de Boxgrove".

La Dra. Bello agregó: "El hallazgo proporciona evidencias de que las primeras culturas humanas entendieron las propiedades de diferentes materiales orgánicos y cómo se podían hacer herramientas para mejorar la fabricación de otro tipo de herramientas. Junto con la cuidadosa carnicería del caballo y la compleja interacción social insinuada por los patrones de reacondicionamiento de los útiles líticos, se obtuvieron pruebas de que la población humana primitiva en Boxgrove era cognitiva, social y culturalmente sofisticada".


Herramienta de hueso de caballo. Instituto de Arqueología de la UCL.

La actividad cooperativa entre un gran número de personas sugiere que estos sitios de estancia temporal podrían haber sido espacios sociales para la interacción, el aprendizaje y el intercambio de herramientas e ideas. El yacimiento de descuartizamiento de caballos en Boxgrove muestra este comportamiento de manera más vívida que cualquier otro descubierto hasta ahora en el registro arqueológico.

Recuperación de los restos hallados. Instituto de Arqueología de la UCL.

Aún quedan preguntas sobre dónde vivían y dormían los individuos de Boxgrove, e incluso cómo eran estas personas, atribuidas a la poco conocida especie humana denominada Homo heidelbergensis. Las respuestas a esas preguntas bien pueden descansar en el amplio y antiguo paisaje de 26 km que se conserva bajo la moderna Sussex.

Barney Sloane, Director Nacional de Servicios Especialistas en Historic England, dijo: "Esta investigación es un recordatorio oportuno del poder de la arqueología para iluminar los detalles de eventos notablemente íntimos en un vasto abismo de tiempo, y, a la vez, para mejorar nuestra comprensión sobre cómo los seres humanos han evolucionado. Los actuales hallazgos demuestra claramente el valor que tiene asegurar que nuestras políticas de planificación tengan en cuenta el potencial de la arqueología en el avance científico".

Fuentes: University College London (UCL) | theconversation.com | phys.org | 12 de agosto de 2020

El asedio de Escipión a la ciudad íbera de Iliturgi: "Fueron masacrados sin importar edad y género"

Restos arqueológicos de Iliturgi, ciudad íbera atacada por Escipión el Africano.

Hace 23 siglos dos potencias luchaban por la hegemonía en el Mediterráneo. Los cartagineses y romanos combatieron durante casi dos décadas en la llamada Segunda Guerra Púnica hasta que, finalmente, Aníbal y Escipión el Africano acordaron las condiciones de la rendición de Cartago. A su paso, el general y político romano redujo decenas de pueblos con una agresividad y violencia que ha llegado hasta nuestros tiempos.

Desde el año 2000, un proyecto de la Universidad de Jaén dirigido por Juan Pedro Bellón (izquierda) ahonda en las distintas batallas que abarcó la Segunda Guerra Púnica. Ahora, concretamente, el proyecto se está centrando en el asedio de la ciudad íbera de Iliturgi (provincia de Jaén).
Ubicada al lado del actual río Guadalquivir, Iliturgi se había posicionado a favor de los romanos en primera instancia. Sin embargo, pronto cambiaron de bando y ejecutaron a los romanos que habían huido a la ciudad en busca de refugio durante la guerra. Así, cuando Escipión el Africano tomó la ciudad en el año 206 a.C., hizo ejecutar a todos sus habitantes y quemar sus cadáveres para consumar su venganza.

"Lo que nos interesa conocer no es sólo las tácticas de asedio empleadas por el ejército romano, sino también las de defensa realizadas por el oppidum ibérico", explica Juan Pedro Bellón en una entrevista concedida a EL ESPAÑOL.

Las excavaciones constatan la construcción de un foso defensivo para protegerse del ataque romano. "Esperamos comprender la estructura originaria de la fortificación y cómo ésta se modificó en el contexto de la Segunda Guerra Púnica", añade Bellón a este periódico.
Asimismo, la iniciativa también ha hallado, además de restos estructurales, armas como catapultas romanas que se emplearon para el asedio de la ciudad. "Nos interesa analizar el impacto de la guerra sobre la población local que, en el caso de Iliturgi, parece claro que fue evidentemente traumático", considera el director del proyecto. "El asedio de Iliturgi muestra la violencia y crueldad de la conquista, el trauma social, cultural y humano de una batalla más sangrienta de lo habitual".

Ruinas de Iliturgi.

Un genocidio poco frecuente

La cruenta batalla entre los romanos y los cartagineses de Iliturgi se conoce gracias al historiador romano Tito Livio, quien describió detalladamente la contienda que tuvo lugar al final de la Segunda Guerra Púnica, en el año 209 a.C. El asedio se prolongó en el tiempo ya que Iliturgi estaba bien protegida y fortificada.

El relato de Livio justifica moralmente la destrucción de la ciudad debido a que unos años antes los ciudadanos de Iliturgi traicionaron a los romanos y negaron auxilio a su ejército, en el cual se encontraban el padre y el tío de Escipión el Africano. Ambos murieron y el militar decidió vengar la traición cartaginesa en nombre de su familia. Pese a todas las modificaciones que se realizaron para reforzar la ciudad, Iliturgi acabó cayendo por la superioridad táctica y numérica de los romanos.
"La ciudad fue quemada y destruida, sus habitantes, sin distinción de edad o género fueron masacrados", señala Juan Pedro Bellón. "La destrucción y el genocidio de ciudades enteras es una situación poco frecuente en el contexto de la guerra púnica. Sería más lógico y rentable su sometimiento, su control territorial y fiscal y la disponibilidad de un potencial de recursos frente a su aniquilación", añade.

Restos de artillería romana del asedio a Iliturgi, datados en el año 206 a. C.

No obstante, la venganza no sería el único motivo de la toma de la ciudad. Tal y como indica Bellón a este periódico, la conquista de Iliturgi facilitó la rendición de Castulo, ubicada a unos 15 kilómetros. Poco a poco, y tras la caída de Cartago Nova, Aníbal se encontraba cada vez más acorralado. Su hermano había sido derrotado en el 207 a.C. en la batalla de Metauro —el Ministerio de Cultura ya ha aprobado otro proyecto para estudiar esta misma batalla— y pronto se vería obligado a huir al norte de África, donde también sería derrotado, una vez más, por Escipión.

De hecho, la línea de investigación que está siguiendo el proyecto no se limita únicamente en Iliturgi. A la iniciativa impulsada gracias al Ayuntamiento de Mengíbar, se suman otras excavaciones en relación a la Segunda Guerra Púnica como el proyecto paralelo de la batalla de Numistro en el sur de Italia.

Vista aérea del llamado Camino de los Romanos de Mengíbar, donde se localizó la base del Arco de Jano Augusto (Ianus Augustus).

El futuro romano de Iliturgi

Tras la cruenta conquista de la ciudad íbera de Iliturgi tuvieron que pasar 200 años para que el emperador Augusto construyera un arco muy cerca de lo que antiguamente había sido una próspera ciudad.
"Este arco marcaba los límites de las provincias Bética y Tarraconense y señalaba también el inicio de la Via Augusta en la Bética. Su construcción se realizó en el contexto de la Pax Augusta, monumentalizada en el Ara Pacis de Roma", comenta Bellón.

El proyecto liderado por Juan Pedro Bellón pretende, en definitiva, arrojar luz y profundizar en este último tramo de la segunda guerra púnica en el sur de la península ibérica y la futura implantación del Imperio Romano en un largo proceso que contó con una gran resistencia cartaginesa.

Fuente: elespañol.com | 15 de agosto de 2020

Reconstruyen la evolución del hábitat y del clima en el que se desarrollaron los primeros grupos humanos que habitaron en Orce (Granada)

Vista general de la excavación en el yacimiento arqueológico de Fuente Nueva 3 de Orce (Granada) / UGR

Un equipo interdisciplinar liderado por la Universidad de Granada (UGR) y el Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) de Tarragona ha estudiado los restos óseos de anfibios y reptiles del yacimiento de Orce (Granada) y han logrado reconstruir la evolución del hábitat y del clima en el que vivieron los primeros grupos humanos del continente europeo.
El artículo, liderado por Christian Sánchez-Bandera de IPHES, se ha publicado en la revista Quaternary Science Reviews y se enmarca en el Proyecto ORCE, financiando por la Junta de Andalucía, y está coordinado por el profesor del departamento de Prehistoria y Arqueología de la UGR Juan Manuel Jiménez-Arenas.

“Hasta el momento solo teníamos una visión global de estos yacimientos, la sinopsis del libro escrito en los barrancos y cañadas de la Zona Arqueológica de Orce. A partir de ahora, se añaden nuevos capítulos a este gran tomo de la Historia, que permiten contar y conocer, con un nivel de detalle inédito, la historia que cada una de las páginas atesora”, dice Jiménez-Arenas (izquierda).

El trabajo se centra en el análisis de los restos óseos de las especies de anfibios y reptiles recuperados en estos yacimientos. “Se trata de restos pequeños y que a simple vista pueden parecer insignificantes frente a la fauna exuberante con la que compartieron paisajes hace en torno a 1,5 millones de años, como mamuts, hipopótamos, rinocerontes, hienas gigantes, tigres con dientes de sable, especies todas ellas extinguidas”, destaca el investigador.

Sin embargo, las modestas ranas y serpientes, los humildes sapos y lagartos nos han acompañado desde tiempos remotos, permitiéndonos estudiarlos y comprenderlos con mucha mayor exactitud. Además, la alta dependencia respecto al ambiente que presentan convierte a estos pequeños animales en auténticas ‘estaciones climatológicas’ y vistas panorámicas de los paisajes pretéritos, lo que permite reescribir esta compleja historia.

Christian Sánchez-Bandera, investigador del IPHES y de la Universitat Rovira i Virgili (URV), el primero por la derecha, estudiando la estratigrafía de Orce junto con el profesor Oriol Oms (UAB). (Foto: IPHES).

Dos yacimientos con condiciones ambientales distintas

Los resultados del estudio indican que los primeros habitantes del continente europeo lidiaron con unas condiciones ambientales diferentes en Barranco León (1,4 millones de años) y en Fuente Nueva 3 (1,3 millones de años), dos de los yacimientos que existen en Orce.

En Barranco León, las primeras páginas de este libro, escritas en las capas más profundas, relatan un ambiente cálido que fue variando, conforme avanzamos en la trama, hacia condiciones cada vez más frías y áridas. La historia finaliza en Fuente Nueva 3, donde se llega al máximo de aridez y frío para, posteriormente, oscilar hacia condiciones más favorables, húmedas y cálidas.

“Estos datos nos permiten proponer que los humanos más antiguos del continente europeo, fueron capaces de adaptarse a las condiciones ambientales cambiantes que tenían lugar durante el Pleistoceno inferior y lidiar con un clima y un paisaje variables”, apuntan los científicos.

El lavado del sedimento que se obtiene en las excavaciones de Orce de manera muy cuidadosa es imprescindible para identificar la presencia de pequeños vertebrados. Hugo Blain / IPHES

El equipo trata ahora de establecer si existe algún vínculo entre las diferencias tecnológicas (los útiles en piedra tallada, fundamentalmente) observadas entre Barranco León y Fuente Nueva 3, y los cambios climáticos impresos en los huesos de anfibios y reptiles.

Fuentes: agenciasinc.es | Iphes | 5 de agosto de 2020