Aparece una villa romana bien conservada en Coea, Castro de Rei (Lugo)

Foto: Restos de la villa romana en Coea, Castro de Rei. Alberto Lopez

La reciente aparición de los restos de una villa romana en Coea, Castro de Rei (Lugo), al excavar para ubicar una torre eléctrica de la empresa Naturgy no fue una sorpresa para muchas personas. Los lugareños sabían de la aparición de tres columnas hace unos 50 años en una finca de Coea a pocos metros de donde se encontró el yacimiento.
Foto: Restos de losetas de cerámicas en la villa romana de Coea, Castro de Rei. Alberto Lopez

Vecinos del lugar habían encontrado hace unos sesenta años, al hacer un rebaje de terreno cerca de la casa familiar de los Rey-Stolle, una base de losetas de cerámica que tenía toda la pinta de ser la base de un horno. Las escorias de hierro fundido aparecían por todas partes en las fincas de aquella zona de Coea, como restos de una explotación de una veta de hierro y fundición para separarlo de los demás restos. En algún caso, los arados levantaron piezas de escoria muy voluminosas, de cientos de kilos, que hubo que dejar abandonadas en el terreno por su excesivo peso para una época con poca maquinaria.

Foto: Restos de escoria hallados en la villa romana en Coea. Alberto López
Y casi todo esto estaba ya recogido en el libro Castro de Rei. Historia, arte y Patrimonio, del divulgador e investigador lucense Luis López Pombo. En él, recogió y fotografió un capitel romano que estaba enterrado en fincas cercanas de una perfección y con una conservación similares a las de los buenos yacimientos de la misma Roma. Además de este capitel, apareció un pilón redondo hecho en granito con todas las características de ser una pieza romana, aunque a lo largo de los siglos se utilizó para muchos fines, incluso para comedero de pequeños animales.

Luis López Pombo describió en su libro, publicado hace más de veinte años, en 1999, buena parte de los hallazgos de esta villa romana de Coea, que vuelve a estar ahora en el ojo del huracán. Las fuentes documentales que maneja el divulgador van desde intelectuales de la era clásica hasta cronistas actuales o descendientes de la familia Rey-Stolle. Precisamente Ignacio Rey-Stolle, uno de los herederos de la finca en la que aparecieron algunos de los restos hace casi medio siglo, le habría enseñado a este autor en 1998 algunas de las piezas desenterradas, como el capitel de estilo corintio o un sarcófago antropomorfo, cuya existencia reflejaría posteriormente en su obra. Pero no solo apareció este sepulcro, sino que una segunda tumba probablemente de la misma época fue desenterrada también por aquel entonces en un alpendre cercano.
Foto: Restos de la villa roma en Coea, Castro de Rei. Alberto Lopez

Cuna de Teodosio el Grande

En el libro se hacen varias referencias a la Gran Enciclopedia Galega y en su sexto tomo, el escritor y catedrático de Cospeito, Xesús Rábade Paredes, tomando como soporte los textos de algunos autores clásicos, especula con la posibilidad de que el yacimiento de Coea fuera el lugar de nacimiento del emperador romano Teodosio el Grande. Parece ser que el historiador hispanorromano Hidacio sitúa a esta figura como natural de Cauca (Coca), en la provincia de Galicia, algo que corrobora Zósimo, historiador griego de principios del siglo V.

Aunque el libro de López Pombo da credibilidad a estos testimonios, no puede garantizar al 100% que esta «Cauca» gallega de la que hablaban los griegos haga referencia a la parroquia de San Salvador de Coea, ya que existieron otras poblaciones con el mismo nombre en todo el enclave gallego, ahora desaparecidas. Aún así, hay escritos que aseguran que el emperador efectivamente nació en esta aldea de Castro de Rei. Uno de ellos es el profesor José María Coira Sanjurjo, del que se hacen eco en Castro de Rei. Historia, arte y patrimonio, y quien rebate a los más desconfiados con tesis de otros historiadores de renombre.

Foto: Restos de la villa romana en Coea, Castro de Rei. Alberto Lopez

Testigo del imperio romano

El caso es que, sea cierto o no que Teodosio el Grande nació en Coea, el yacimiento se presenta como una villa coetánea al gran imperio romano de Lucus Augusti, y se ve que también conocida ya por alguno de los vecinos de la zona.

El asentamiento, en el que se supone que hubo más de un edificio de importante magnitud, sale ahora a la luz y parece haber sido un secreto a voces, aunque bien sigilosas, durante todos estos años.

Fuente: lavozdegalicia.es | 18 de julio de 2020

El ADN de un antepasado antiguo no identificado se transmitió a los seres humanos modernos

Un nuevo análisis de genomas antiguos sugiere que diferentes ramas del árbol genealógico humano se cruzaron varias veces, y que algunos humanos llevan ADN de un ancestro arcaico y desconocido.

Melissa Hubisz (izquierda) y Amy Williams (derecha) de la Universidad de Cornell y Adam Siepel del Laboratorio Cold Spring Harbor, informan sobre estos hallazgos en un estudio publicado en PLOS Genetics.

Hace aproximadamente 50.000 años, un grupo de humanos emigró de África y se cruzó con los neandertales en Eurasia. Pero esa no es la única vez que nuestros ancestros humanos y sus parientes intercambiaron ADN. La secuenciación de los genomas de los neandertales y de un grupo antiguo menos conocido, los denisovanos, ha aportado muchos conocimientos nuevos sobre estos sucesos de hibridación y sobre el movimiento de poblaciones humanas antiguas.

En el nuevo artículo, los investigadores desarrollaron un algoritmo para analizar genomas y que puede identificar segmentos de ADN que provienen de otras especies, incluso si el flujo de genes ocurrió hace miles de años y provino de una fuente desconocida. Mediante este algoritmo observaron los genomas de dos neandertales, un denisovano y dos humanos africanos, y encontraron evidencias de que el 3 por ciento del genoma neandertal provenía de humanos antiguos, y estiman que tal cruzamiento debió ocurrir hace entre 300.000 y 200.000 años. Además, el 1 por ciento del genoma denisovano probablemente provino de un pariente desconocido y aún más lejano, posiblemente del Homo erectus; y alrededor del 15% de estas regiones genómicas "superarcaicas" pueden haber sido transmitidas a los humanos modernos de hoy en día.
Modelo de población asumido para la inferencia usando el algoritmo ARGweaver-D. Los tamaños de población (constantes por rama) se muestran entre paréntesis. El modelo es invariante a los tamaños de población de las ramas de chimpancé de linaje único y homínidos súper arcaicos. Los eventos migratorios se muestran mediante flechas entre poblaciones; Las flechas sólidas se utilizan para eventos propuestos anteriormente y las flechas discontinuas para eventos nuevos. Todos los parámetros excepto t mig y t div se mantienen constantes en los valores especificados.

Estos nuevos hallazgos confirman casos previamente anunciados de flujo de genes entre humanos antiguos y sus parientes, y también apuntan a nuevos casos de hibridación. Dado el número de estos eventos de cruzamiento, los investigadores dicen que el intercambio genético fue probable siempre que dos grupos se solaparan en el tiempo y el espacio. Su nuevo algoritmo resuelve el desafiante problema de identificar pequeños remanentes del flujo de genes que aconteció hace cientos de miles de años, cuando solo se dispone de un puñado de genomas antiguos. Este algoritmo también puede ser útil para estudiar el flujo de genes en otras especies en las que se produjo hibridación, tal como ha sucedido con lobos y perros.

"Lo que creo que es emocionante de este trabajo es que demuestra lo que se puede aprender mucho sobre la profunda historia humana al reconstruir conjuntamente la historia evolutiva completa de una colección de secuencias genéticas de humanos modernos y homínidos arcaicos", dijo el coautor Adam Siepel (izquierda).

"Este nuevo algoritmo que Melissa ha desarrollado, denominado ARGweaver-D, puede llegar más atrás en el tiempo que cualquier otro método computacional que yo haya visto. Parece ser especialmente poderoso para detectar introgresiones antiguas", añade.

Fuente: phys.org | 6 de agosto de 2020

Arqueólogo israelí dice que una figura hallada en Khirbet Qeiyafa puede ser una antigua representación del rostro de Yahvé

Figura de una cabeza hallada en el yacimiento de Khirbet Qeiyafa que se interpreta como una representación del dios Yahvé, según el arqueológo Josef Garfinkel.

Una pequeña cabeza de arcilla que se remonta a hace casi 3.000 años puede ser una rara representación de Yahvé -Dios-, cuya imagen les fue prohíbida crear a los israelitas de acuerdo con los Diez Mandamientos, según informa un arqueólogo. Sin embargo, por otro lado, dos expertos en la materia han rechazado la idea de que dicha figura represente a Dios.

Jehová es el Dios de Israel; ahora bien, según la Biblia hebrea, a los antiguos israelíes se les prohibió crear representaciones de Yahvé, ya que uno de los 10 Mandamientos declara que " No harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra." (Éxodo 20: 4).

Los arqueólogos descubrieron la cabeza mencionada, de 5 centímetros de alto, entre las ruinas de un gran edificio que pudo haber sido un palacio en el yacimiento arqueológico de Khirbet Qeiyafa, en Israel, escribe Yosef Garfinkel (izquierda), director del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea y que co-dirige las excavaciones en Khirbet Qeiyafa, en un artículo recientemente publicado en la Biblical Archaeology Review.
"Debido a que la base del cuello de la figura está bien trabajada, la cabeza probablemente estaba unida a otro objeto, ya fuera un cuerpo o una vasija de cerámica", escribe Garfinkel.

"Con una parte superior plana, la cabeza tiene ojos, orejas y nariz que sobresalen, y, debido a que las orejas están perforadas, la figura pudo haber usado aretes. Alrededor de la parte superior de la cabeza hay un círculo de agujeros, lo cual puede ser parte de un tocado", aduce Garfinkel.

Ciudad fortificada de Khirbet Qeiyafa, que indica una sociedad urbana en Judá en la época del rey David, según el profesor Yosef Garfinkel, director del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea. (cortesía)

¿Por qué podría ser esta cabeza una representación de Yahvé?
Garfinkel sospecha que la cabeza de arcilla fue una vez parte de una estatuilla que representaba a Yahvé montado a caballo.

Sus argumentos para apoyar esta idea son complejos: por un lado, esgrime que esta es la única figurilla encontrada en Khirbet Qeiyafa que data de hace alrededor 3.000 años, y fue localizada en un edificio que puede ser un palacio, lo que sugiere que la misma era importante para las personas que vivían allí. El período de hace alrededor 3.000 años es importante, ya que es un período de tiempo en el que pudieron haber ocurrido muchos eventos descritos en la Biblia hebrea. Por ejemplo, el rey Salomón, si es que existió, pudo haber vivido en esa época. Garfinkel cree que la gente que vivía en Khirbet Qeifaya en esa época adoraba a Yahvé.

Además, los relatos bíblicos hablan que Yahvé cabalgaba por los cielos: "Por ejemplo, el Salmo 68: 4 dice: 'Cantad a Dios, cantad alabanzas a su nombre; alzad una canción al que cabalga sobre las nubes'", relata Garfinkel. Él señala que también hay un ejemplo importante en el Libro de Habacuc, en el que se describe a Dios montando a caballo: "¿Te enojaste con los ríos, oh Señor? ¿Fue tu ira contra los arroyos o tu cólera contra el mar cuando cabalgabaste en tus caballos, en tus carros de salvación?" (Habacuc 3: 8).
¿El caballo de Yahvé? Estatuilla de barro de un caballo, que data del siglo IX a. C., hallada en Tell Motza. Se encontraron dos de estas estatuillas junto con dos cabezas (Clara Amit, Autoridad de Antigüedades de Israel)

Aunque no se han encontrado otras estatuillas de este tipo en Khirbet Qeiyafa, sí se han hallado otras similares -hay una figura que posiblemente sea Yahvé montando a caballo-, que datan de hace casi 3.000 años, en un templo y tumbas funerarias en Israel. Por ejemplo, en el enclave de Tell Moza, excavaciones recientes descubrieron dos estatuillas de cabezas y dos figurillas de caballos dentro de un templo. Las mismas se remontan a casi 3.000 años atrás, y Garfinkel cree que originalmente mostraban dos representaciones de Yahvé montando a caballo. Dos de las cabezas están diseñadas de manera similar a la cabeza hallada en Khirbet Qeiyafa.

Cabezas de arcilla halladas en el sitio arqueológico de Tell Motza.

Además, la colección del difunto Moshe Dayan, un líder militar israelí, incluye una vasija que muestra a un jinete a caballo, que, según las notas de Dayan, pudo haber saqueado de una cueva funeraria en las colinas de Hebrón y también puede remontarse a casi 3.000 años, aduce Garfinkel en su artículo (Moshe Dayan fue acusado a menudo de participar activamente en el saqueo de yacimientos arqueológicos).

¿Yahvé a caballo? Vasija de cerámica con forma de jinete de la colección de Moshe Dayan. Se compró en el área de Hebrón y data de los siglos X-IX a. C. (Museo de Israel, Jerusalén)

Garfinkel sostiene que estas figurillas se encontraron en lugares de veneración -tales como un palacio, un templo o una cueva funeraria- porque son representaciones de Yahvé. Para los israelitas que vivieron en esa época, ver una representación de Dios era importante, dijo.
"Cuando un creyente ve el rostro de un ídolo, en ese mismo momento el ídolo también mira al creyente. Ese es un momento metafísico, un contacto entre la tierra y el cielo, es el núcleo de la experiencia religiosa", escribe Garfinkel. En todo el antiguo Oriente Próximo, "era una práctica común que la gente pudiera ver la imagen de una deidad dentro de un templo u otro lugar importante", asegura Garfinkel.

Él cree que la prohibición a los israelíes de representan a Yahvé no ocurrió hasta tiempos posteriores, quizás alrededor del siglo VIII a.C., si bien no se conoce el momento exacto.
Live Science se puso en contacto con varios académicos no afiliados al trabajo de Garfinkel para conocer sus opiniones sobre la cabeza de arcilla hallada en Khirbet Qeiyafa y la interpretación ofrecida por Garfinkel.

La mayoría no pudo responder al cierre de esta edición. Sin embargo, Oded Lipschits (izquierda), arqueólogo de la Universidad de Tel Aviv que codirige las excavaciones en Tell Moza, y Shua Kisilevitz (derecha), arqueóloga de la Autoridad de Antigüedades de Israel y de la Universidad de Tel Aviv que excava en Tell Moza, rechazaron la idea propuesta por Garfinkel en un escrito conjunto.
"Aunque no podemos descartar la posibilidad de que las cabezas humanas halladas en Tell Moẓa y Khirbet Qeiyafa representaran dioses, no tienen marcas, símbolos o atributos -como cuernos, medias lunas o toros- que se encuentran en figuras y representaciones visuales en todo el antiguo Oriente Próximo, las cuales podrían identificarlas como figuras divinas. Además, cuando los dioses eran representados con animales, no se sentaban en ellos -no necesitaban un transporte-, sino que estaban de pie a su lado", manifestaron Lipschits y Kisilevitz a Live Science en su respuesta.

También dijeron que la investigación arqueológica e histórica indica que hace unos 3.000 años Yahvé ni siquiera era adorado en la región, y mucho menos era el único dios de Israel.
"Incluso si tuviéramos que identificar las figuras como representaciones de dioses, no podrían haber sido representaciones de Yahvé, ya que éste no aparece en la región hasta antes del siglo IX a. C. A lo largo del período, al menos hasta finales del siglo VII a. C., se adoraba un panteón de dioses cananeos en toda la tierra de Israel. Ese panteón estaba inicialmente encabezado por el dios 'El', y desde el siglo IX a. C., Yahvé se convertiría en el dios principal", agregaron.

Foto aérea del templo de Tell Motza al final de la excavación de 2013. (P. Partouche, SkyView).

Los nombres bíblicos anteriores, como Samuel, Ezequiel, Betel, Jezreel, Penuel, Israel, etc., hacían referencia al dios 'El', y no fue hasta mediados del siglo IX a. C., que los nombres que hacen referencia a Yahvé, como Josafat, Ahazía y Ezequías, comenzaron a aparecer en la región.
"En general, el artículo de Garfinkel está plagado de inexactitudes fácticas y de un enfoque metodológico defectuoso, que ignora todas las publicaciones actuales y más relevantes, tanto en el estudio del culto en el antiguo Oriente Próximo como en el templo de Tell Moẓa y sus consiguientes artefactos de culto rescatados por los excavadores", escriben Lipschits, y Kisilevitz y agregaron que se publicará una respuesta más detallada en un número futuro de la Biblical Archaeology Review y en el sitio web de la publicación.

Fuentes: livescience.com | timesofisrael.com | enlacejudio.com | 1 de agosto de 2020

Donan al Museo de Segovia una inscripción de la época romana

Gracias a la iniciativa privada de la empresa Construcciones San Juan, que realizaba obras en un inmueble de la localidad de Duratón, al Ayuntamiento de Sepúlveda, de quien depende este núcleo, y a sus propios vecinos, se ha formalizado la donación de una inscripción de época romana dedicada a la diosa Fortuna Balnearis al Museo de Segovia. La pieza procede de las obras que llevaba a cabo esta empresa constructora para el derribo de la fachada de una vivienda en Duratón. En la demolición apareció la inscripción romana en piedra, que había sido reutilizada como material de construcción en este inmueble.

Se trata de un epígrafe que contiene una dedicatoria a la diosa Fortuna realizada por un militar. El texto latino conservado señala: “Consagrado a Fortuna Balnear. Quinto Valerio Bucón, soldado de la legión II Adiutrix Pia Fidelis, de la decuria de Emilio Secundo...". Este tipo de inscripción es bien conocida por los investigadores desde su publicación en el Corpus Inscriptionum Latinarum, y posteriormente, a lo largo del siglo XX y también en los últimos decenios, en diferentes trabajos sobre la epigrafía romana de Segovia y su provincia y sobre los cultos romanos en dicha provincia.
La pieza, realizada en piedra caliza, de 40 centímetros de anchura, 41 de profundidad y altura conservada de 47 centímetros, y datada en el siglo II d.C., constituye uno de los escasos documentos epigráficos que testimonian a la diosa Fortuna portando el epíteto Balnearis, que informa de un culto acuático. En concreto, solo se conocen cinco inscripciones en todo el ámbito del Imperio Romano dedicadas a esta diosa, procedentes de Asturias, Alemania y Reino Unido. Por tanto, el epígrafe es de alto valor para el conocimiento de la religión romana en Hispania.

Foto: Yacimiento romano Los Mercados de Duratón.

La inscripción de Fortuna Balnearis de Duratón debe proceder de un edificio termal de la ciudad romana de Confloenta (yacimiento arqueológico de Los Mercados de Duratón), donde la Fortuna Balnearis debe ser la ‘Fortuna de [estos] baños’. Finalmente, esta inscripción completa el conocimiento de los cultos documentados hasta el momento en la provincia de Segovia.
El Museo de Segovia incrementa anualmente los fondos de su colección a través de diferentes depósitos de piezas arqueológicas gracias a los trabajos de este tipo que se ejecutan en la provincia, así como de donaciones. En esta ocasión, la voluntad de la empresa constructora, del Ayuntamiento de Sepúlveda y de los vecinos de Duratón, sensibilizados por la importancia del yacimiento arqueológico de Los Mercados, han permitido que la pieza sea entregada al Museo de Segovia, y con ello se proceda a la recuperación del patrimonio arqueológico del municipio. En el Museo de Segovia la pieza será sometida a los pertinentes trabajos de limpieza y restauración, para proceder a continuación a su exhibición en la exposición permanente del centro cultural.

Fuente: eldiadesegovia.es | 5 de agosto de 2020

Los Millares (Almería) abren una nueva ventana a la historia

Martin Haro explicando las caracteristicas del proyecto de pontenciación de Los Millares.

Comprender cómo vivían hace 2.500 años los habitantes de Los Millares, el yacimiento europeo más importante de la Edad de Cobre. Ese es el propósito de la actuación que la Junta de Andalucía va a llevar a cabo en los próximos meses en el enclave arqueológico ubicado en el término municipal de Santa Fe de Mondújar (Almería) y que han presentado la delegada del Gobierno, Maribel Sánchez, y la delegada de Cultura y Patrimonio Histórico, Eloísa Cabrera.

Dotado con una inversión de 90.000 euros, el proyecto persigue adaptar el asentamiento a un modelo de visita más individualizado que refleja un cambio de tendencia en el que la crisis del coronavirus ha tenido algo que ver. Así, si en julio de 2019 visitaron el conjunto algo más de 300 personas, el mes pasado esta cifra creció hasta rebasar las 500, con el dato añadido de que antes se trataba de grupos grandes y ahora son más miembros de una misma familia.

Según ha desvelado el arqueólogo Martín Haro, autor del proyecto junto a Ángela Suárez, de la Delegación de Cultura, la idea es potenciar los elementos esenciales de Los Millares. Entre ellos destaca la necrópolis, en la que se van a consolidar y poner en valor tres nuevas sepulturas -la 22, la 46 y la 55- prolongando así el itinerario.

Presentación del proyecto de potenciación de Los Millares.

El proyecto, que consta de distintas fases, contempla la ‘reexcavación’ arqueológica de zonas que no se tocan desde la intervención de Pedro Flores y Luis Siret allá por 1891. Estas no solo se consolidarán, sino que pasarán a formar parte de la visita al yacimiento facilitando la comprensión del público a través de unos paneles de realidad aumentada que les permitirán hacerse a la idea de cómo eran las tumbas en cuestión.

“Intuimos que puede haber sorpresas que anunciaremos en octubre; es posible que aparezca alguno de los enterramientos. Las intervenciones arqueológicas serán decisivas porque la metodología de finales del siglo XIX tenía sus limitaciones. Ahora podemos implementar técnicas de análisis genético y ADN y Carbono-14 para conocer de cuándo es la sepultura”, subrayó Martín Haro, al tiempo que destacó una curiosidad: la tumba 55 es una de las dos de todo el recinto que están orientadas hacia el oeste; el resto -hay un total de 80- miran en dirección a la salida del sol.


El poblado y el taller

El otro gran eje sobre el que pivota la intervención es el poblado, que se va a musealizar recurriendo a la realidad aumentada con vistas a que el visitante perciba el urbanismo primitivo (protourbanismo) que se practicó en este asentamiento prehistórico.

“Se percibe un sistema de desarrollo, una planificación, de modo que junto a esas murallas vemos una muestra de cómo el poblado se expandía a través de un sistema de agregación de cabañas a medida que las familias crecían. Entre cabaña y cabaña, aparecen una serie de recintos o espacios muertos que se utilizaban como áreas de almacenaje para cereal y como establos”, señalaba el arqueólogo.

Por otra parte, el taller metalúrgico del enclave tiene “un valor excepcional” en la prehistoria andaluza, ya que constituye el primer registro del inicio de la actividad de la metalurgia. De hecho, allí aparecieron herramientas como un hacha. “Nunca había aparecido un espacio dedicado expresamente a esta actividad; ahora mismo no se ve su fisonomía, hay que volver a excavarlo y reproducir el original”, afirmaba.

Existe un elemento más que no debe perderse de vista: la posible aparición de una acequia para la conducción del agua destinada al abastecimiento humano -se cree que el asentamiento llegó a tener una población de hasta 1.500 personas- y del ganado. Martín Haro reveló que, según una investigación de la Universidad de Frankfurt, el agua circulaba entre 10 y 15 litros por segundo y garantizaba el consumo durante unos 3-4 meses. “Aunque no se puede actuar en este sentido, sí se va a poner en valor esta información”, apunta.

A por dos declaraciones
La delegada territorial de Cultura y Patrimonio Histórico, Eloísa Cabrera, aseguró ayer que se está trabajando para que el enclave arqueológico pase a convertirse en conjunto; un proceso que ha de ir acompañado de un plan estratégico para Los Millares que ya tienen en mente. Un asentamiento descubierto en el siglo XIX del que aún queda mucho que investigar, como subrayó Ángela Suárez.

Durante la convocatoria, Cabrera citó una fecha: el 4 de mayo de 2019; el día que los ayuntamientos de Alhama, Gádor, Santa Fe y Rioja; la Asociación Amigos de la Alcazaba y administraciones como Delegación de Cultura se reunieron en Los Millares como símbolo de la unión de todos para lograr su declaración como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco.

Fuente: lavozdealmeria.com | 4 de julio de 2020

Reconstruyeron 6.000 años de historia de la Patagonia Austral a través del genoma de veinte esqueletos antiguos

Si para los arqueólogos encontrar huesos o dientes de poblaciones remotas es como dar con un tesoro, para los bioantropólogos, poder extraer ADN antiguo de esos hallazgos se parece a obtener otra llave de ese cofre.

Un equipo internacional de investigadores que incluye arqueólogos y bioantropólogos del CONICET, liderado por el investigador del Instituto de Antropología de Córdoba (IDACOR; CONICET-UNC), Rodrigo Nores, logró obtener secuencias del genoma nuclear de veinte esqueletos antiguos –correspondientes a cinco grupos étnicos distintos- que habitaron en la Patagonia Austral en distintas épocas del pasado. La línea del tiempo que pudieron trazar va desde los 6.600 años antes del presente, hasta hace sólo un siglo atrás. En ese lapso, pudieron reconstruir procesos históricos previos a la Conquista, que se mantenían como una incógnita: cómo se pobló la zona, cómo evolucionaron los linajes de aquellos pobladores, de qué modo se produjeron los mestizajes y también cómo se explican algunos de los cambios en los tipos de herramientas utilizadas para la caza. La información acaba de difundirse en la revista Nature Communications.

“Para esta investigación trabajamos con material de museos o hallazgos fortuitos que recuperaron los arqueólogos y, sobre eso, tomamos un diente o un fragmento pequeño de hueso, e hicimos los análisis genéticos”, explica Nores (izquierda), que estudió Biología en la Universidad Nacional de Córdoba y se doctoró en Ciencias Químicas, con especialidad en Biología Molecular.
Nores explica que generalmente en los restos se encuentra una cantidad muy pequeña de ADN antiguo para recuperar y que suele estar muy degradado por el paso del tiempo. Además, cuando son manipulados, existe un riesgo muy alto de contaminar las muestras con ADN moderno. “Por todo eso se necesita contar con muy buenos laboratorios para hacer la secuenciación de alto rendimiento del ADN antiguo, que es la que permite leer el genoma completo del núcleo de la célula”, dice Nores.

Con esa necesidad, en 2018, el científico obtuvo un financiamiento de CONICET para procesar las muestras en el laboratorio de Graciela Cabana de la Universidad de Tennessee, y de la National Geographic Society para viajar a Boston, al laboratorio del investigador David Reich (derecha), codirector del estudio publicado, en la Universidad de Harvard. Allí pudo acceder a la novedosa técnica de secuenciación de alto rendimiento, que se realizó sobre las veinte muestras arqueológicas, de las cuales 17 son esqueletos de Tierra del Fuego, dos de la Patagonia sur de Chile y uno del sur de Buenos Aires, que se utilizaron para realizar comparaciones poblacionales.

“En este caso, nuestra idea fue que las muestras representaran distintas ubicaciones geográficas, de los lugares donde se encuentran los principales grupos étnicos”, menciona el investigador. Se refiere a los Yámana, los Kawéskar, los Haush, los Selk´nam y los Aónikenk, pobladores de la Patagonia Austral. Hasta ahora, a partir de los restos de las poblaciones antiguas de la Patagonia Austral argentina, solo se habían realizado estudios de ADN mitocondrial -una técnica que permite leer apenas 300 pares de bases, correspondientes solo al linaje materno, de las 16 mil pares de bases en total que contiene la molécula de ADN-. Con esos resultados, los bioantropólogos no habían podido inferir tanta información como la que obtuvieron en este nuevo estudio.

Distribución geográfica y temporal. a Geografía: utilizamos las coordenadas del sitio o la ubicación informada, a excepción de Raghavan et al., que fueron reasignadas geográficamente según evidencia histórica. Las líneas discontinuas representan rutas de movimiento utilizadas para calcular distancias de migración plausibles. La línea continua marca la frontera entre Argentina por el este y Chile por el oeste. Recuadro: ubicación de la Patagonia Sur (rectángulo) y la región más amplia de la Patagonia, junto con las ubicaciones de los individuos antiguos mencionados en el texto principal pero que quedan fuera del rango del mapa principal. b Intervalos de tiempo (número de personas por sitio entre paréntesis). Los sitios para los que no se disponía de fechas de radiocarbono están etiquetados con un asterisco. Las fechas se calibraron para el hemisferio sur y se corrigieron por efecto de reservorio marítimo.
 
Nuevas respuestas a viejas preguntas

“Nosotros partimos de preguntas vinculadas, sobre todo, con cambios tecnológicos: queríamos ver si había alguna asociación entre características culturales y genéticas, es decir, si ciertas transiciones tecnológicas se asociaban a algún tipo de movimiento poblacional”, explica Nores. Todas las cuestiones que analizaron fueron cotejadas con los datos que ya estaban previamente reportados.

En primer lugar, revelaron que el surgimiento de técnicas de caza marina no sucedió por migraciones, tal como se creía. Esto lo pudieron comprobar a través de dos de los esqueletos estudiados, de una antigüedad de entre 6.600 y 5.800 años. Uno de ellos fue hallado en la costa del Estrecho de Magallanes, en la península de Brunswick, Chile, y está asociado al consumo de animales marítimos que cazaban desde sus canoas; el otro fue hallado en el norte de la Isla Grande de Tierra del Fuego, y está vinculado al consumo de recursos terrestres: a la caza de guanacos, por ejemplo, o de lobos marinos o caracoles que encontraran en las costas. “Este hallazgo nos hace pensar que las distintas estrategias de adaptación no estaban asociadas a poblaciones diferentes, sino que fue una misma población que llegó a la región y que luego implementó distintas maneras de aprovechar los recursos, según la zona donde se ubicó –explica Nores-. Pero no hubo movimientos poblacionales vinculados al desarrollo de la tecnología de aprovechamiento de recursos marinos, sino que fue más bien una adaptación local a un ambiente favorable para ellos, como son los canales de agua de Tierra del Fuego. O también puede haber habido transmisión cultural: es decir, que lo aprendieran de otras personas, sin necesidad de que uno lo vea en los genes”.

En relación a la descendencia de estos pobladores, los científicos identificaron que los individuos del Canal de Beagle, del norte de Tierra del Fuego y del sur del continente, de entre 2.000 y 100 años de antigüedad, son descendientes de individuos más antiguos, pero también descienden de nuevos pobladores que llegaron posteriormente a la región.

Por el contrario, en los individuos hallados en los Archipiélagos Occidentales, en Chile, no se detectó la señal genética de los individuos más antiguos, por lo cual los científicos comprobaron que estos descienden únicamente de poblaciones que llegaron más tardíamente desde el norte, siguiendo la costa del Pacífico, hace entre 4.700 y 2.000 años, asociada a los grupos canoeros (que navegan en canoas). Según los investigadores, esta migracion aportó variacion genética específica que se encuentra representada en los grupos de los Archipiélagos Occidentales y del Canal de Beagle.


Además, el equipo identificó a través del análisis genético otra migración hacia Patagonia Austral que habría ocurrido alrededor de 2.000 años antes del presente por la vertiente atlántica desde el centro de Chile, y que impactó a todas las poblaciones de la región. “Estas migraciones pueden asociarse a ciertos cambios tecnológicos. La primera migración corresponde temporalmente al abandono del uso de la obsidiana verde en los Archipiélagos Occidentales, mientras la segunda podría explicar la transición del uso de boleadoras a cierto tipo de puntas que terminan en el desarrollo del arco y la flecha”, explican en otro tramo de la investigación. “De hecho, no se conoce dónde era la cantera donde sacaban obsidiana verde. Lo que se piensa, es que al llegar una nueva población que ingresa desde el norte, se perdió el conocimiento de dónde estaba esa cantera, y entonces por eso empiezan a utilizar otras rocas”, agrega Nores.

Otra de las conclusiones que obtuvieron a través del ADN de las muestras, fue que hace unos 1.500 años hubo un importante proceso de mestizaje. “Encontramos que, en las poblaciones de la península Mitre de los últimos 400 años, hay descendientes de poblaciones del norte de la Isla Grande de Tierra del Fuego y del Canal de Beagle. Y la combinación genética se corresponde con las características tecnológicas de las poblaciones de esta región, que incluyen similitudes con sus vecinos tanto del norte como del sur de la isla”, advierten los investigadores en el trabajo. Se encontró, también, que entre los 2.200 y 1.200 años antes del presente, todos los grupos del sur de Patagonia experimentaron un proceso de mestizaje con sus vecinos más cercanos, lo cual generó similitudes genéticas entre los individuos que se correlacionan con la distancia a lo largo de la línea de costa.

Por último, en los casos en los que se cuenta con información genómica de representantes actuales de las comunidades originarias -Kawéskar y Yaghanes de Chile-, se pudo determinar que existe una continuidad genética entre los individuos antiguos de los últimos dos milenios y los que viven actualmente en el mismo territorio.

“Con toda esta información, aportamos una respuesta sobre lo que vivieron las poblaciones antiguas –señala Nores-. Habría que tener más muestras, de más lugares y otras antigüedades, para no descartar procesos intermedios, pero de todas formas este trabajo es un aporte importante a la reconstrucción de una historia previa a la Conquista, a la que ahora se tiene registro más amplio desde la genética”. La idea del equipo, de acá en adelante, es continuar con la reconstrucción histórica, y abarcar otras regiones de Argentina. “Hasta ahora había trabajos genómicos a escala continental. Este es uno de los primeros a escala regional. Queremos continuar con otros, con buen número de muestras y temporalidad igual de amplia, para poder seguir conociendo nuestros orígenes”, concluye el científico.

Fuentes: laarena.com.ar | criticasur.com.ar | 3 de agosto de 2020