
De hecho, es la segunda estela del 'Dios de la Luna' que se ha encontrado en e-Tell, y proviene de una capa que data de los siglos XI y X a. C., hace más de 3.000 años. La primera efigie de este tipo (
derecha) que encontraron los arqueólogos databa del siglo IX-VIII a. C.
La recién descubierta es también la sexta y más antigua estela que se ha hallado con la imagen del 'Dios de la Luna': tres se descubrieron bastante cerca, en el sur de Siria, y otra salió a la luz en Gaziantep, en el sur de Turquía.
Su imagen es relativamente rudimentaria.
“Esta nueva estela nos da una idea de cómo evolucionó la imagen del 'Dios de la Luna' durante la Edad del Hierro”, dice Arav. El nuevo icono tiene lo que podría traducirse como cuernos de toro o una Luna creciente y está sentado sobre un pedestal con cuatro barras curvadas hacia abajo, lo que también evidenció la primera estela del 'Dios de la Luna' encontrada en e-Tell en 1997. Pero la estela más tardía, del siglo IX-VIII a. C., tiene una cabeza de toro, una espada y cuatro esferas, que la más antigua del siglo X al XI a. C. no tiene. ¿Qué podría presagiar la supuesta simplificación de la imagen?
“Pregúntele a un psiquiatra”, dice Arav por teléfono.
Foto: El 'Lugar Alto' de culto en el lado derecho de la entrada a la puerta este de la ciudad de Geshur. Los tres escalones conducen a un lavabo y a una estela del 'Dios de la Luna' con cabeza de toro y una espada.
Si su imagen se transformó tanto, ¿cómo sabemos que ambas estelas muestran al 'Dios de la Luna'? En realidad, la primera encontrada en e-Tell había sido identificada en 1997, por
Osnat Misch-Brandl, como el dios
Hadad, el dios asirio de la lluvia y el trueno. Sin embargo, al año siguiente, los profesores
Monika Bernett y
Othmar Keel sugirieron que era el
'Dios de la Luna de Harán'. Luego, en 2001, la profesora
Tallay Ornan sugirió que la estela representaba a ambos, uniendo a los dos dioses. Arav y Haverkost postulan que la estela recién encontrada con una media Luna tallada, pero sin cabeza de toro, apoya esta última afirmación, y que la imagen es el 'Dios de la Luna'.
También las barras curvas más bajas de la nueva estela no llegan al suelo, y Arav y Haverkost lo explican:
"lo habrían hecho si hubieran representado las piernas de un toro".
El momento en el equipo de excavación saca a la luz la estela más antigua del 'Dios de la Luna', siglos XI-X a. C. Crédito: Hanan Shafir
Mitos de la Creación que compiten entre sí
Si bien es raro encontrar la imagen del 'Dios de la Luna' en estelas, sí era común en otros medios. Aparentemente se originó en Mesopotamia durante la Edad del Bronce, cuando la gente empezó a hacerse las viejas preguntas:
“¿Cuál fue nuestra génesis? ¿Cómo se creó el mundo?” Los antiguos egipcios lo sabían: al principio estaba el Sol, y
Ra siempre estaba allí. "
Y he aquí que los mesopotámicos o bien querían distinguirse política y culturalmente, o bien pensaban que tal noción era ridícula, dado que al principio, obviamente, todo era oscuridad", explica Arav.
"¿Y cuál es el elemento más grande en el cielo cuando la noche cae y la oscuridad vuelve? La Luna. Así de claro, la Luna era el ímpetu detrás de la Creación".
Más tarde, los judíos adoptarían el principio mesopotámico:
“En el origen Dios creó los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo” (Génesis 1:1-2).
“Apuesto a que no pagaron regalías a los mesopotámicos por ello”, bromea Arav. Los judíos, sin embargo, dejaron fuera un elemento crucial de la creencia mesopotámica: que el 'Dios de la Luna' no lo hizo solo, pues la creación fue el esfuerzo de un grupo, de un panteón de dioses, donde cada uno (dios o diosa) era responsable de un aspecto diferente.
Desde el final de la Edad del Bronce hasta la Edad del Hierro, el culto al 'Dios de la Luna' llegaría a abarcar el Levante y el Mediterráneo, y parece haberse hecho especialmente poderoso en el siglo VI a. C., cuando
Nabucodonosor II construyó imponentes templos a este dios en
Babilonia y
Harán, al sur de Turquía. De hecho, Harán sirvió como centro de culto desde finales de la Edad del Bronce, donde parece que se mezclaron el dios mesopotámico
Sin y un 'Dios de la Luna' levantino de nombre desconocido, explican Arav y Haverkost.
“Un culto al 'Dios de la Luna' también existió en Hazor durante la Edad del Bronce tardía, y es posible que los arameos de la Edad del Hierro mantuvieran un culto en la región de Betsaida después de que Hazor fuera destruida”, dice Arav.
La plaza de la puerta anterior de la ciudad: el 'Lugar Alto' se ve a la izquierda. siglos XI-X a. C. Crédito: Hanan Shafir.
Toda la región, desde Harán, en Turquía, hasta el Israel actual, estaba dominada por la
cultura aramea, que llegaría a incluir características de los
cananeos del Levante y los
luvianos de Turquía.
“Compartían la misma cultura y religión”, aduce Arav. Y parece que en la capital del Reino de Geshur, hace unos 3.000 años, la gente -de lo que se conocía como e-Tell en ese momento- colocó una estela al 'Dios de la Luna' y dos estelas sin adornos que serían enterradas con ella.
"La adoración del 'Dios de la Luna' continuó bajo la dinastía caldea de Babilonia al menos hasta el siglo VI a. C.", dicen Arav y Haverkost, añadiendo:
“Curiosamente, un antiguo sitio en el extremo opuesto del Mar de Galilea se conoce como Beth Yerakh, que significa el ‘templo del Dios de la Luna’. Otro nombre para Beth Yerakh era Sinaberis, quizás Sin-baris que significa la fortaleza de Sin, el 'Dios de la Luna'”.
Pero todas las cosas llegan a su fin, y aproximadamente en el 920 a. C., atacantes desconocidos destruyeron la ciudad, y la estela del siglo XI al X a. C. fue enterrada. ¿Quién podría haber atacado?
“No lo sabemos. Tenemos contendientes, pero los conquistadores en 920 a. C. no dejaron atrás una tarjeta de visita”, responde Arav.
La ciudad fue reconstruida aproximadamente 75 años más tarde, aparentemente por la misma gente, pues la religión no cambió, como lo evidencia la estela del 'Dios de la Luna' del siglo IX-VIII a. C., explica Arav. Y esa encarnación de la ciudad llegaría a su fin con la conquista de Galilea por el rey asirio
Tiglat-Pileser III en el 732 a. C., pero volverá a resurgir cuando
Alejandro Magno de Macedonia conquiste la región unos cuatrocientos años más tarde.
Caería y se levantaría una y otra vez. La temporada de 2019 de las “excavaciones de Betsaida” en e-Tell, llevadas a cabo bajo el patrocinio del Colegio de la Unión Hebrea en Jerusalem, descubrió ruinas de todos estos períodos y más: la ciudad fortificada de la Edad del Hierro, el próspero asentamiento helenístico, la comunidad judía en los períodos asmoneo y herodiano, la ocupación romana y también asentamientos de los períodos mameluco y otomano. Y ahí termina su historia.
Fuentes:
israelnoticias.com |
haaretz.com | 3 de junio de 2020