'Homo sapiens', neandertales y denisovanos eran genéticamente menos diferentes que los osos polares y pardos

Neandertal - Kennis & Kennis Reconstructions

Los Homo sapiens, los neandertales y los denisovanos estaban genéticamente más cerca entre sí que los osos polares y los osos pardos, por lo que, al igual que los osos, podían producir fácilmente híbridos saludables y fértiles según una investigación dirigida por la Facultad de Arqueología de la Universidad de Oxford.

El estudio, publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B, muestra que los valores de distancia genética entre el Homo sapiens y nuestros antiguos parientes eran menores que la distancia entre pares de especies que se sabe que hibridan fácilmente y tienen crías fértiles.

El profesor Greger Larson (izquierda), Director de la Red de Investigación PalaeoBARN, en Oxford, y autor principal del estudio dice: "Nuestro deseo de clasificar el mundo en compartimentos discretos nos ha llevado a pensar en las especies como unidades completamente separadas. A la biología no le importan estas definiciones rígidas, y muchas especies, incluso aquellas que están muy separadas evolutivamente, intercambian genes todo el tiempo. Nuestra métrica predictiva permite una determinación rápida y fácil de la probabilidad de que dos especies produzcan descendencia híbrida fértil. Esta medida comparativa sugiere que los humanos anatómicamente modernos, los neandertales y los denisovanos pudieron producir crías vivas fértiles con facilidad''.

La larga historia de apareamientos entre Homo sapiens, neandertales y denisovanos, se ha demostradod recientemente mediante el análisis de genomas antiguos. La capacidad de las especies de mamíferos, incluidos los humanos antiguos, para producir descendencia híbrida fértil ha sido difícil de predecir, y la fertilidad relativa de los híbridos sigue siendo una pregunta abierta. Algunos genetistas incluso han dicho que los neandertales y los Homo sapiens estaban al borde de la compatibilidad biológica.

En consecuencia, el equipo de investigación ha desarrollado una métrica de distancias genéticas para predecir la fertilidad relativa de la primera generación de híbridos entre dos especies de mamíferos. Para ello analizaron datos de secuencia genética de diferentes especies que previamente habían demostrado producir descendencia híbrida. Al correlacionar la distancia genética con la fertilidad relativa de la descendencia híbrida, fue posible demostrar que cuanto mayor es la distancia evolutiva entre dos especies, es menos probable que la descendencia entre ellas sea fértil. Además, el equipo utilizó los valores de distancia genética para determinar un umbral de fertilidad.

Recreación de Denny, una niña híbrida fruto de una madre neandertal y un hombre denisovano. Fotografía: John Bavaro / early-man.com

Cuando se calcularon los valores de distancia entre Homo sapiens, neandertales y denisovanos, estos eran incluso más pequeños que los valores conocidos entre varios pares de especies que se sabe hibridan fácilmente, entre los que se encuentran los osos polares y los osos pardos, o los coyotes y lobos. Esto sugiere que podríamos haber predicho la existencia de neandertales y denisovanos en nuestros propios genomas tan pronto como se generaron las primeras secuencias genéticas al respecto.
Este procedimiento también se puede usar para predecir la probabilidad de que dos especies de mamíferos puedan dar a luz híbridos vivos, es decir, es una herramienta útil que se puede emplear en las decisiones sobre si colocar o no animales juntos en los parques zoológicos.

Richard Benjamin Allen (izquierda), primer autor del estudio dice: "Muchas decisiones en biología de la conservación se han tomado sobre la base de que los organismos relacionados que producen híbridos en cautiverio deben evitarse. Tal enfoque no ha considerado el papel significativo que la hibridación ha jugado en la evolución en la naturaleza, especialmente en poblaciones bajo amenaza de extinción. Nuestro estudio se puede utilizar para informar sobre los esfuerzos futuros de conservación de especies relacionadas donde los programas de hibridación o subrogación podrían ser alternativas viables".

Fuente: University of Oxford | 3 de junio de 2020

Nuevos datos apoyan la teoría de la baja diversidad genética de los neandertales como principal causa de su extinción

Atlas (Kr.98) en diferentes perspectivas recuperado en el yacimiento de Krapina (Croacia) y que presenta la variante anatómica conocida como 'Unclosed Transverse Foramen'.


Hay varias teorías que tratan de explicarlo: el clima, la competencia con el Homo sapiens, la baja diversidad genética...

Un estudio que analiza la primera vértebra cervical de varios neandertales confirma que la diversidad genética de la población era baja, lo que dificultó su capacidad de adaptación a posibles cambios del entorno y, por tanto, su supervivencia.

En la investigación, publicada en Journal of Anatomy, participan el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), la Universidad de Valencia y el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y se han analizado tres vértebras del yacimiento de Krapina (Croacia) y revisado el material de otros yacimientos.

Los neandertales habitaron el continente europeo hasta hace apenas 30.000 años y su desaparición continúa siendo un misterio. Para conocer su diversidad genética se ha trabajado descifrando su genoma, pero también analizando diferentes caracteres anatómicos del registro fósil de la especie.

"En este estudio nos hemos centrado en las variantes anatómicas de la primera vértebra cervical, conocida como atlas. Las variantes anatómicas de esta vértebra, tienen una alta relación con la diversidad genética: cuanto mayor es la prevalencia de este tipo de variantes anatómicas, menor es la diversidad genética poblacional", explica el investigador del MNCN, Carlos A. Palancar (izquierda).

En el Homo sapiens las variantes anatómicas del atlas han sido ampliamente estudiadas en los últimos años. En el caso de los humanos modernos, el atlas muestra alguna de las distintas variantes anatómicas en casi el 30% de los casos. "Sin embargo, probablemente debido a la mala preservación que tiene esta vértebra cervical y el poco material recuperado en el registro fósil, los atlas de neandertales apenas se han observado bajo esta lupa", aclara el investigador de la Universidad de Valencia Juan Alberto Sanchis Gimeno (derecha).

Recientemente, investigadores del Grupo de Paleonantropología del MNCN, determinaron la presencia de diferentes variantes anatómicas en los atlas de los neandertales del yacimiento de El Sidrón (Asturias). Con el objetivo de confirmar la alta prevalencia de estas variantes anatómicas de esta especie analizaron exhaustivamente los atlas fósiles de los neandertales del yacimiento de Krapina (Croacia).

Representación de un grupo de neandertales en el Museo Neandertal de Kaprina (Croacia)

"Krapina es un yacimiento de alrededor de 130.000 años de antigüedad, frente a los cerca de 50.000 que tiene El Sidrón. Es el yacimiento del que se ha recuperado un mayor número de restos neandertales, lo que lo convierte en una muestra de especial interés en el análisis de la diversidad genética de esta especie ya que potencialmente todos los individuos pertenecían a una misma población", apunta Daniel García-Martínez (izquierda), investigador del CENIEH.

El estudio de la anatomía de los tres atlas recuperados en este yacimiento ha revelado la presencia de variantes anatómicas en dos de ellos (66%). Una de las mismas, conocida como Unclosed Transverse Foramen, UTF, tiene una prevalencia de tan sólo un 10% en humanos modernos.

"Comprobar la presencia de estas variantes anatómicas en Krapina, junto con la revisión de otros atlas presentados a la comunidad científica que hasta ahora no se han analizado bajo esta perspectiva y que arroja datos similares (más del 50%), sugieren que la cantidad de variantes en los neandertales es significativamente mayor que la de humanos actuales", afirma Palancar. "Estos datos apoyan la teoría de que su diversidad genética era muy baja y confirma que esta pudo ser una de las causas de su desaparición", concluye el investigador del MNCN, Markus Bastir (derecha).

Fuentes: burgosnoticias.com | uv.es | 4 de junio de 2020

Hallan en Israel un misterioso rostro de piedra al que se alude en el Talmud

Fuente en forma de cara descubierta en el Parque Nacional Tzipori en Galilea.

Una misteriosa figura de piedra de 1.800 años de antigüedad en forma de rostro fue descubierta por casualidad por un visitante del Parque Nacional de Tzipori en Galilea, anunció el lunes la Autoridad de Naturaleza y Parques de Israel.
La figura tridimensional mide 15 centímetros x 12.5 centímetros. Su enorme boca deja espacio para un tubo de 2 centímetros de diámetro, desde la cual habría brotado agua potable de una fuente o de un balneario. Está formada por mármol, probablemente importado de Turquía, según la Autoridad de Parques. Objetos similares han sido descubiertos en los parques nacionales de Hamat Gader, Beit Shean y Cesarea.

En el Talmud de Babilonia, los sabios judíos advirtieron a sus discípulos que no debían poner su boca directamente en los grifos de las fuentes con forma humana o animal para evitar la apariencia de que se estaría adorando a un ídolo. El nuevo descubrimiento ofrece un poderoso testimonio del texto judío al respecto, el cual cobra vida.

“En relación a las figuras con rostro humano [partzufot] que rocían agua en las ciudades, es decir, las fuentes, no se puede poner la boca en las bocas de tales figuras y beber, porque parecería que se está besando un objeto de adoración, un ídolo. Del mismo modo, no se puede poner la boca en una pipa y beber, dado el peligro que supone esta práctica, se lee un pasaje de Avodah Zarah 12a (traducción Sefaria.org).

De hecho, a lo largo de los años se han descubierto artefactos similares en varios lugares de Israel, como Cesarea y Beit Shean. Fueron comunes en el transcurso del período romano y bizantino.
El tratado talmúdico es un comentario sobre la sabiduría rabínica o Mishná que pudo haber sido escrito en la ciudad de Tzippori (Séforis). Trata de la adoración de ídolos y en parte regula el comportamiento apropiado de los judíos cuando se enfrentan a los no judíos. Debido a la percepción de que los cristianos serían incluidos en la categoría de adoradores de ídolos, este aspecto fue a menudo históricamente eliminado de las ediciones del Talmud producidas en Europa.

Hace 1.800 años, Tzipori/Séforis no era como cualquier otra ciudad de la región: el gran rabino Yehuda Hanasi trasladó allí el Sanedrín, la Gran Asamblea Judía, en la segunda mitad del siglo II y la Mishná, el texto fundacional del judaísmo rabínico, se compiló en la ciudad. El sitio arqueológico presenta hoy en día los restos del barrio judío de ese período, junto con muchos vestigios de la presencia romana, incluyendo el remanente de un teatro de 4.500 asientos.


El Parque Nacional de Tzipori, que conserva los restos de la antigua capital de la Galilea, Tzipori, donde se asentó el Sanedrín y se completó la Mishna, no deja de sorprender con sus hallazgos arqueológicos, dijo el Dr. Yossi Bordovich, jefe del Departamento de Patrimonio de la Autoridad de Naturaleza y Parques en un comunicado de prensa.

“Restos de docenas de hermosos mosaicos romanos y bizantinos han establecido Tzipori como un sitio de renombre internacional, mientras que en los últimos años excavaciones adicionales han descubierto una antigua prensa de vino para la producción de vino, una pequeña figurita en forma de toro y una piscina de agua que puede haber sido utilizada por el rabino Yehuda Hanasi”.
El artefacto descubierto por un residente de la zona, David Goren, que lo vio sobresaliendo del suelo, tiene la forma de una cabeza de león con algunos rasgos humanos. Mide unos 15 centímetros de diámetro y está hecha de mármol de alta calidad, probablemente originario de Turquía.

La pieza será entregada a la Autoridad de Antigüedades de Israel en los próximos días y en el futuro será expuesta en el Parque Nacional de Tzipori.

Fuente: israelnoticias.com | 2 de junio de 2020

El LiDAR desvela el monumento maya más grande y antiguo hasta la fecha: mide 1,4 km y tiene unos 2.800 años

Restos de las estructuras mayas halladas en Aguada Fénix, en el estado de Tabasco (sur de México). - REUTERS.

Al sur de México un grupo de arqueólogos ha dado con el que hasta la fecha es el monumento de la civilización Maya más grande y antiguo jamás descubierto. Con una longitud de 1.413 metros y una anchura de 399 metros, esta estructura ceremonial revela nuevos detalles sobre la civilización del continente americano. Y ha sido descubierta haciendo uso de LiDAR, la misma tecnología que usan los coches autónomos para "ver".

En un estudio publicado en Nature los investigadores comentan interesantes aspectos sobre su descubrimiento. Se trata de una especie de meseta que mide casi kilómetro y medio de largo y medio kilómetro de ancho. En cuanto a su altura, calculan que es entre 10 y 15 metros. Es, literalmente, una meseta artificial. Está compuesta por tierra y arcilla.

El área de Aguada Fénix donde se ha encontrado el monumento.

Sobre ella se han encontrado lo que parecen ser dos edificaciones. La primera de ellas y quizás la más relevante es una pirámide de unos 15 metros de altura. Por otro lado hay una construcción más alargada que alcanza unos 400 metros de longitud. A diferencia de otros monumentos mayas, está construido en arcilla y no piedra. Esto quizás se deba a su antigüedad, tiene cientos de años más que otros monumentos mayas más populares, por lo que los materiales de construcción también son más rudimentarios.

¿Su utilidad? Dada a su similitud con otras estructuras encontradas en otras áreas habitadas por los mayas, los investigadores creen que se utilizaba para estudiar los movimientos de los astros. Esta relación con los astros implica también un fuerte enlace con rituales religiosos.
Un último aspecto interesante es la posible igualdad jerárquica que los arqueólogos han deducido sobre la población. Dada la ausencia de estatuas u otros elementos para representar individuos de alto estatus los investigadores creen que existía una sociedad más igualitaria y sin realeza en estas primeras etapas de la civilización maya. Es una de las civilizaciones históricas más importantes de la humanidad, aunque su final es algo decepcionante.

Representación esquemática de lo que han encontrado los investigadores.

Un mapeo láser para obtener un mapa 3D del área

Sin la tecnología láser no habría sido posible el descubrimiento de este nuevo monumento maya. Un escaneo aéreo con un láser ha permitido a los investigadores realizar un mapa 3D de lo que se escondía debajo de la superficie en Aguada Fénix, al sur de México y cerca de Guatemala. Es así como han podido identificar la meseta artificial. De hecho, indican que dada su inmensidad y a pesar de estar en una zona poblada, habría sido imposible sin un escaneo aéreo.

El equipo de arqueólogos realizó varias excavaciones en el terreno.


Objetos encontrados en las excavaciones.

No es la primera vez que la tecnología LiDAR ayuda en la arqueología, precisamente en septiembre de 2018 vimos cómo utilizando esta tecnología láser los investigadores encontraron una infraestructura maya gigantesca y oculta en la selva de Guatemala. En octubre de 2019 se descubrió también una interesante infraestructura de canales de transporte debajo de la selva haciendo uso del LiDAR.

El uso del LiDAR de hecho es bastante común desde hace años para analizar la composición del suelo y encontrar posibles estructuras. Sin embargo aún hay muchas áreas por explorar y edificaciones que descubrir.


Fuentes: xataka.com | bbc.com | 4 de junio de 2020

La piel de los corderos ayuda a resolver el puzle de los Manuscritos del Mar Muerto

Uno de los fragmentos encontrados en la cueva n.º 4 de Qumrán. ISRAEL ANTIQUITIES AUTHORITY

Descubiertos en los años 40 y 50, los Manuscritos del Mar Muerto fueron uno de los mayores hallazgos arqueológicos del siglo pasado. Entre estos casi 1.000 pergaminos están los textos bíblicos más antiguos encontrados hasta la fecha. Pero buena parte de los rollos están hechos pedazos. Historiadores, teólogos, lingüistas y paleógrafos llevan desde entonces intentando ordenarlos y juntarlos. Ahora, el análisis genético de la piel animal en la que están escritos puede ayudar a resolver parte del puzle.

Los manuscritos son también llamados los Rollos de Qumrán, por el lugar del desierto de Judea, en las costas mar Muerto (Cisjordania), donde están las cuevas donde fueron hallados. Escritos en hebreo y arameo son parte de los libros sagrados del judaísmo y la base del Antiguo Testamento de los cristianos. Hay decenas de copias de los distintos libros, pero la mayoría están muy fragmentados. Muy pocos, como es el caso del Libro de Isaías, cuentan con una copia completa. Para complicarlo aún más, buena parte de ellos no fueron recuperados por arqueólogos, sino por beduinos y aficionados que vendieron los pergaminos a anticuarios. Así que, de muchos de ellos, ni siquiera se sabe de qué cueva salieron.

Una de las cuevas de Qumran donde se encontraron los fragmentos del Rollo del Mar Muerto. Crédito: Autoridad de Antigüedades de Israel. Fotógrafo Shai Halevi.

Ahora investigadores israelíes, con la colaboración de colegas suecos, estadounidenses y una española, han ideado una nueva herramienta para intentar ordenar los más de 20.000 fragmentos de la colección. Al análisis teológico, lingüístico, estilístico (distintivo de cada escriba) o químico han añadido el genético. Si el estudio del ADN antiguo ha permitido conocer mejor la evolución de las distintas especies humanas, ¿por qué no usarlo para saber de qué animal salieron las pieles de los pergaminos?

“Como muchos de los fragmentos son pequeños [apenas unos centímetros], no es fácil ordenarlos para unirlos”, dice en un correo el experto en ADN antiguo de la Universidad de Uppsala (Suecia) y coautor del estudio Mattias Jakobsson (izquierda). “Así que si, por ejemplo, encontramos dos fragmentos que proceden de un mismo animal (de su piel), sabremos que ambos deben estar cerca uno del otro dentro del puzle de fragmentos. Y al revés, es poco probable que dos trozos que vengan de animales distintos estuvieran cerca entre sí”, añade Jakobssen, a cuyo laboratorio llegaron desde Israel algunas de las muestras de los manuscritos.

Los resultados del trabajo, publicados en la revista científica Cell, muestran que casi todos los fragmentos son de pergaminos hechos con piel de cordero. El dato, aunque nuevo, no es muy revelador. Desde antiguo, los pergaminos se han hecho en su mayoría con la piel de los corderos, a la que le arrancaban la epidermis y el tejido subcutáneo (hipodermis) con cal, para acabar poniendo y estirando la dermis en un caballete. Más de 2.000 años después (hay fragmentos del siglo III a. C.) aún se puede leer su material genético.

Parte de los investigadores analiza uno de los fragmentos de los manuscritos. BEATRIZ RIESTRA / ISRAEL ANTIQUITIES AUTHORITY.

El ADN permite diferenciar entre unos corderos y otros. Así, los autores del estudio han podido determinar que algunos fragmentos que se creían pertenecer al mismo rollo, probablemente no estén relacionados. Al revés, también han podido conectar otros fragmentos de los que se cuestionaba su vinculación. El análisis genético indica también que dos de los fragmentos estudiados están escritos en piel de vaca. En los tiempos de Jesucristo, en el desierto de Judea no se podían criar vacas, así que los autores del estudio creen que estos textos son de un pergamino que venía de fuera.
(A) Mapa del desierto de Judea. Se muestran las ubicaciones donde se descubrieron los Rollos del Mar Muerto, así como cuatro de los fragmentos analizados en este estudio. (B) Se muestran las ubicaciones sugeridas de los diferentes fragmentos atribuidos a dichos manuscritos. Los tres fragmentos analizados en el estudio, 5, 8 y 9, están marcados. Las imágenes son cortesía de la Biblioteca Digital de Rollos del Mar Muerto Leon Levy. Autoridad de Antigüedades de Israel. Fotos: Shai Halevi.

“Diferenciar entre distintos fragmentos de pergamino puede cambiar el contexto en el que son leídos y tratados”, comenta el investigador de la Universidad de Tel Aviv (Israel) y coautor del estudio Moran Neuhof (derecha). “Por ejemplo, según el análisis, algunos de los rollos que se creía venían de Qumrán probablemente tuvieran su origen en otro lugar. Además, se pensaba que determinados fragmentos de [el libro] de Jeremías eran del mismo rollo, pero nuestros resultados muestran que no y que la secta de Qumrán incluyó varias copias diferentes del mismo libro bíblico”, añade.

Aunque los investigadores solo han podido estudiar apenas 30 fragmentos de los miles que hay, extender el análisis genético al resto de los Manuscritos del Mar Muerto podría ayudar a responder muchas de las preguntas que plantean estos rollos.

Una fundamental la apunta Noam Mizrahi (izquierda), del departamento de estudios bíblicos de la Universidad de Tel Aviv: “El judaísmo contemporáneo se caracteriza por una uniformidad textual de la Biblia hebrea, lo que quiere decir que cada copia (ya sea escrita a mano o impresa) de cualquier libro bíblico, en cualquier parte del mundo, es virtualmente idéntica casi letra por letra".

"Sin embargo, en Qumrán, en las mismas cuevas, unas junto a otras, encontramos textos divergentes del mismo libro", añade. Una diversidad que, como recuerda su colega Neuhof, “es algo que no sería aceptado hoy en día, donde tanto las versiones cristianas como judías de la Biblia están fijadas en una versión canónica”.

Fuentes: elpais.com | sinc.es |phys.org | 2 de junio de 2020

Sale a la luz una estela del 'Dios de la Luna' en Betsaida, al norte de Israel

Estela del dios de la luna del siglo XI-X a. C. encontrada en e-Tell / Betsaida. Crédito: Hanan Shafir

En el año 920 a. C., más o menos, los habitantes de una ciudad fortificada en los Altos del Golán podían evidentemente verlo venir: una fuerza atacante amenazaba con superar sus murallas y vencerlos. Temblando de terror, presumiblemente, parece que desmantelaron cuidadosamente los iconos de su sagrado 'Lugar Alto' para que los invasores no les dieran el tratamiento habitual de los conquistadores y destrozaran desdeñosamente las imágenes sagradas.

Casi 3.000 años más tarde, los arqueólogos que excavaban el sitio que los árabes locales llamaron e-Tell, y que el equipo llama en la actualidad Betsaida, encontraron una rara estela del poderoso 'Dios de la Luna', de Mesopotamia, el cual yacía sobre su cara, ocultando su imagen potencialmente provocativa.

De hecho, lo que hicieron en la temporada de excavaciones de verano de 2019 en el yacimiento de e-Tell, a orillas del río Jordán, y un par de kilómetros al norte del Mar de Galilea, fue dar la vuelta a la 'modesta piedra de basalto' que había sido descubierta hacía unos años pero que se dejó intacta. La misma había servido principalmente para que los voluntarios de la excavación se sentaran y comieran paletas de helados en el abrasador calor del verano. La piedra, de unos 70 centímetros de alto por unos 45 centímetros de ancho y unos 15 centímetros de grosor, era una de las muchas que descansaban en la esquina de una antigua torre de fortificación, y, cuando la voltearon, vieron que tenía grabada una imagen –adorada en todo el Levante y Mesopotamia durante la Edad del Hierro– como el 'Dios de la Luna'.

“Bajo un asedio, los habitantes pudieron haber puesto a propósito la estela en su lugar de descanso final, a fin de protegerla, y allí permanecíó intacta. El hecho es que, además, nunca se rompió. Los invasores no la vieron como algo simbólico”, declara a Haaretz el profesor Rami Arav (izquierda), de la Universidad de Nebraska, Omaha, y director de la excavación en Betsaida.

¿Qué hay en un nombre bíblico?

Para sacar el tema del camino: hay otros contendientes por el emplazamiento de la “verdadera” Betsaida, el pueblo pesquero judío donde las escrituras dicen que nacieron los discípulos de Jesús, Pedro, Andrés y Felipe. Uno es el cercano sitio de el-Araj, que actualmente está bajo el agua debido a las fuertes lluvias de este invierno que hinchan el Mar de Galilea. El comité de adjudicación de nombres que opera bajo los auspicios de la Oficina del Primer Ministro aceptó a e-Tell como “la verdadera Betsaida” hace alrededor de un cuarto de siglo, señala Arav, y así aparece en los mapas.

"Lo que nos lleva por el momento a cómo los sitios arqueológicos se identifican con nombres de la Biblia y en general. Antes del advenimiento de la arqueología, y específicamente los arqueólogos bíblicos, los montículos no tenían nombres", explica Arav. "A menudo no tenemos ni idea de cómo se llamaba una ciudad antigua, y e-Tell es simplemente 'montículo artificial' en árabe, que así es como lo llamaban los locales. Por ejemplo, la identificación de la ciudad bíblica de Gath pasó de ser un gran Tell llamado 'Tel Erani' en el sur de Israel a ser llamado 'a-Safi', con base a la acumulación de evidencias arqueológicas y a su comparación con la descripción de las fuentes".

En cualquier caso, Arav ha estado identificando e-Tell como Betsaida desde 1987, señalando que en su encarnación durante la temprana era romana, cuando los discípulos de Jesús supuestamente vivían, la evidencia arqueológica muestra que el asentamiento era judío. En cuanto al argumento de que el-Araj se identifica con Betsaida, incluso debido a la iglesia bizantina encontrada allí (que los excavadores creen que es la Iglesia de los Apóstoles, erigida en el sitio de la aldea de los discípulos), Arav señala que la identificación de ese lugar en el mundo antiguo se basaba en la fe, no en pruebas científicas.

Por ejemplo, la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén fue erigida en un lugar identificado por la madre del emperador Constantino, Helena, como el sitio de la crucifixión y el entierro de Jesús, alrededor del año 326 d. C., es decir, cientos de años después del suceso y con base en la tradición local, y no más.

La torre fuerte de la puerta de Betsaida, siglo XI-VIII a. C. Crédito: Hanan Shafir

La evolución del Dios de la Luna

El asentamiento de e-Tell se remonta a miles de años. En el siglo XI a. C. se había convertido en la capital del reino pagano de Geshur, el cual coexistía con los reinos de Israel y Judá al sur. La ciudad fue poderosamente fortificada, particularmente en los siglos VIII y IX a. C., con torres cada 20 metros y una gran puerta de la ciudad, dice Arav.

“Se convirtió en una fortaleza. La ciudad estaba rodeada por una doble muralla, una exterior y otra interior, hecha de piedra pesada. La interior era más gruesa y alta”, dice, un modelo defensivo encontrado en toda Babilonia y Asiria. “La gente construía así porque querían enviar el mensaje psicológico de que, si tomas la primera línea, la muralla exterior de la ciudad, entonces llegas al verdadero obstáculo, la segunda muralla”. El muro interior de e-Tell tenía 6 metros de espesor, y donde las torres se elevaban se ensanchaba a 8 o 9 metros. "La estela del 'Dios de la Luna' recién encontrada y el 'Lugar Alto' estaban situados en la esquina de lo que probablemente era la torre sureste del patio 'entre las dos puertas'” (2 Samuel 18:24), dicen Arav y su estudiante de posgrado Ann Haverkost (izquierda), directora de campo de la excavación en e-Tell / Betsaida.

De hecho, es la segunda estela del 'Dios de la Luna' que se ha encontrado en e-Tell, y proviene de una capa que data de los siglos XI y X a. C., hace más de 3.000 años. La primera efigie de este tipo (derecha) que encontraron los arqueólogos databa del siglo IX-VIII a. C. La recién descubierta es también la sexta y más antigua estela que se ha hallado con la imagen del 'Dios de la Luna': tres se descubrieron bastante cerca, en el sur de Siria, y otra salió a la luz en Gaziantep, en el sur de Turquía.

Su imagen es relativamente rudimentaria. “Esta nueva estela nos da una idea de cómo evolucionó la imagen del 'Dios de la Luna' durante la Edad del Hierro”, dice Arav. El nuevo icono tiene lo que podría traducirse como cuernos de toro o una Luna creciente y está sentado sobre un pedestal con cuatro barras curvadas hacia abajo, lo que también evidenció la primera estela del 'Dios de la Luna' encontrada en e-Tell en 1997. Pero la estela más tardía, del siglo IX-VIII a. C., tiene una cabeza de toro, una espada y cuatro esferas, que la más antigua del siglo X al XI a. C. no tiene. ¿Qué podría presagiar la supuesta simplificación de la imagen? “Pregúntele a un psiquiatra”, dice Arav por teléfono.

Foto: El 'Lugar Alto' de culto en el lado derecho de la entrada a la puerta este de la ciudad de Geshur. Los tres escalones conducen a un lavabo y a una estela del 'Dios de la Luna' con cabeza de toro y una espada.

Si su imagen se transformó tanto, ¿cómo sabemos que ambas estelas muestran al 'Dios de la Luna'? En realidad, la primera encontrada en e-Tell había sido identificada en 1997, por Osnat Misch-Brandl, como el dios Hadad, el dios asirio de la lluvia y el trueno. Sin embargo, al año siguiente, los profesores Monika Bernett y Othmar Keel sugirieron que era el 'Dios de la Luna de Harán'. Luego, en 2001, la profesora Tallay Ornan sugirió que la estela representaba a ambos, uniendo a los dos dioses. Arav y Haverkost postulan que la estela recién encontrada con una media Luna tallada, pero sin cabeza de toro, apoya esta última afirmación, y que la imagen es el 'Dios de la Luna'.
También las barras curvas más bajas de la nueva estela no llegan al suelo, y Arav y Haverkost lo explican: "lo habrían hecho si hubieran representado las piernas de un toro".

El momento en el equipo de excavación saca a la luz la estela más antigua del 'Dios de la Luna', siglos XI-X a. C. Crédito: Hanan Shafir

Mitos de la Creación que compiten entre sí

Si bien es raro encontrar la imagen del 'Dios de la Luna' en estelas, sí era común en otros medios. Aparentemente se originó en Mesopotamia durante la Edad del Bronce, cuando la gente empezó a hacerse las viejas preguntas: “¿Cuál fue nuestra génesis? ¿Cómo se creó el mundo?” Los antiguos egipcios lo sabían: al principio estaba el Sol, y Ra siempre estaba allí. "Y he aquí que los mesopotámicos o bien querían distinguirse política y culturalmente, o bien pensaban que tal noción era ridícula, dado que al principio, obviamente, todo era oscuridad", explica Arav. "¿Y cuál es el elemento más grande en el cielo cuando la noche cae y la oscuridad vuelve? La Luna. Así de claro, la Luna era el ímpetu detrás de la Creación".

Más tarde, los judíos adoptarían el principio mesopotámico: “En el origen Dios creó los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo” (Génesis 1:1-2). “Apuesto a que no pagaron regalías a los mesopotámicos por ello”, bromea Arav. Los judíos, sin embargo, dejaron fuera un elemento crucial de la creencia mesopotámica: que el 'Dios de la Luna' no lo hizo solo, pues la creación fue el esfuerzo de un grupo, de un panteón de dioses, donde cada uno (dios o diosa) era responsable de un aspecto diferente.

Desde el final de la Edad del Bronce hasta la Edad del Hierro, el culto al 'Dios de la Luna' llegaría a abarcar el Levante y el Mediterráneo, y parece haberse hecho especialmente poderoso en el siglo VI a. C., cuando Nabucodonosor II construyó imponentes templos a este dios en Babilonia y Harán, al sur de Turquía. De hecho, Harán sirvió como centro de culto desde finales de la Edad del Bronce, donde parece que se mezclaron el dios mesopotámico Sin y un 'Dios de la Luna' levantino de nombre desconocido, explican Arav y Haverkost.

“Un culto al 'Dios de la Luna' también existió en Hazor durante la Edad del Bronce tardía, y es posible que los arameos de la Edad del Hierro mantuvieran un culto en la región de Betsaida después de que Hazor fuera destruida”, dice Arav.

La plaza de la puerta anterior de la ciudad: el 'Lugar Alto' se ve a la izquierda. siglos XI-X a. C. Crédito: Hanan Shafir.

Toda la región, desde Harán, en Turquía, hasta el Israel actual, estaba dominada por la cultura aramea, que llegaría a incluir características de los cananeos del Levante y los luvianos de Turquía. “Compartían la misma cultura y religión”, aduce Arav. Y parece que en la capital del Reino de Geshur, hace unos 3.000 años, la gente -de lo que se conocía como e-Tell en ese momento- colocó una estela al 'Dios de la Luna' y dos estelas sin adornos que serían enterradas con ella.

"La adoración del 'Dios de la Luna' continuó bajo la dinastía caldea de Babilonia al menos hasta el siglo VI a. C.", dicen Arav y Haverkost, añadiendo: “Curiosamente, un antiguo sitio en el extremo opuesto del Mar de Galilea se conoce como Beth Yerakh, que significa el ‘templo del Dios de la Luna’. Otro nombre para Beth Yerakh era Sinaberis, quizás Sin-baris que significa la fortaleza de Sin, el 'Dios de la Luna'”.

Pero todas las cosas llegan a su fin, y aproximadamente en el 920 a. C., atacantes desconocidos destruyeron la ciudad, y la estela del siglo XI al X a. C. fue enterrada. ¿Quién podría haber atacado? “No lo sabemos. Tenemos contendientes, pero los conquistadores en 920 a. C. no dejaron atrás una tarjeta de visita”, responde Arav.

La ciudad fue reconstruida aproximadamente 75 años más tarde, aparentemente por la misma gente, pues la religión no cambió, como lo evidencia la estela del 'Dios de la Luna' del siglo IX-VIII a. C., explica Arav. Y esa encarnación de la ciudad llegaría a su fin con la conquista de Galilea por el rey asirio Tiglat-Pileser III en el 732 a. C., pero volverá a resurgir cuando Alejandro Magno de Macedonia conquiste la región unos cuatrocientos años más tarde.

Caería y se levantaría una y otra vez. La temporada de 2019 de las “excavaciones de Betsaida” en e-Tell, llevadas a cabo bajo el patrocinio del Colegio de la Unión Hebrea en Jerusalem, descubrió ruinas de todos estos períodos y más: la ciudad fortificada de la Edad del Hierro, el próspero asentamiento helenístico, la comunidad judía en los períodos asmoneo y herodiano, la ocupación romana y también asentamientos de los períodos mameluco y otomano. Y ahí termina su historia.

Fuentes: israelnoticias.com | haaretz.com | 3 de junio de 2020