Una vista panorámica del templo, tomada al final de la temporada de excavaciones 2013.
(Imagen: © P. Partouche / SkyView)
El descubrimiento de un templo de la Edad del Hierro cerca de Jerusalén ha trastocado la idea de que el antiguo Reino de Judá, ubicado en lo que ahora es el sur de Israel, tenía solo un templo: el Primer Templo, también conocido como Templo de Salomón, un lugar sagrado de culto en Jerusalén que se mantuvo desde el siglo X a.C. hasta su destrucción, en 586 a.C.
El nuevo templo descubierto, cuyos aproximadamente 150 fieles adoraban a Yahvé, pero también usaban ídolos para comunicarse con lo divino, estuvo en uso durante el mismo período que el Primer Templo. Su hallazgo muestra que, a pesar de lo que dice la Biblia judía, había otros templos contemporáneos además del Primer Templo en el reino.
"Si un grupo de personas que vivía tan cerca de Jerusalén tenía su propio templo, quiere decir que ¿tal vez el gobierno de la élite de Jerusalén no era tan fuerte y el reino no estaba tan bien establecido como se describe en la Biblia?", dijo a Live Science la co-investigadora Shua Kisilevitz (izquierda), una estudiante de doctorado en Arqueología en la Universidad de Tel Aviv y arqueóloga de la Autoridad de Antigüedades de Israel.
Los arqueólogos han sabido sobre este yacimiento de la Edad del Hierro en Tel Motza, ubicado a unos 6,4 kilómetros de Jerusalén, desde principios de la década de 1990. Sin embargo, no fue sino hasta 2012 que los investigadores descubrieron los restos de un templo, y no fue sino hasta el año pasado que lo excavaron aún más, antes de llevarse a cabo un proyecto de carretera.
Este templo probablemente se construyó alrededor del 900 a.C., y funcionó durante unos cientos de años hasta su desaparición a principios del siglo VI a.C., según Kisilevitz y su co-investigador, Oded Lipschits (derecha), quienes escribieron sobre el mismo en la revista Biblical Archaeology Review.
Este momento de la existencia del templo dejó atónitos a los arqueólogos. "La Biblia detalla las reformas religiosas del rey Ezequías y el rey Josías, quienes consolidaron las prácticas de adoración en el Templo de Salomón en Jerusalén y eliminaron toda actividad de culto más allá de sus límites", escriben los autores en la revista.
Estas reformas probablemente ocurrieron entre finales del siglo VIII y finales del siglo VII a.C. En otras palabras, ocurrieron al mismo tiempo que la sinagoga de Tel Motza estaba funcionando, dijeron los investigadores.
¿Era atrevido que un templo así desafiara aparentemente las órdenes de los reyes y operara tan cerca de Jerusalén? "El único otro templo conocido de este período en el reino, además del Primer Templo de Salomón, es un pequeño templo en el fuerte de la frontera sur de Arad, que sirvió a la guarnición local", dijo Kisilevitz.
Sin embargo, parece que hubo otros templos en el reino cuya existencia continua fue permitida, a pesar de las reformas de Ezequías y Josías, dijeron Kisilevitz y Lipschits. Así es como pudo haber sucedido.
Granero antiguo
El enclave de Tel Motza albergaba no solo el templo, sino también docenas de silos para el almacenamiento y la redistribución de granos. De hecho, el granero parece que prosperó con el paso del tiempo, e incluso había edificios que probablemente tenían fines administrativos y religiosos.
Parece que Tel Motza se convirtió en un granero tan exitoso que abasteció a Jerusalén y se convirtió en una potencia económica. "Se diría que la construcción del templo, y el culto realizado en él, estaban relacionados con la importancia económica del granero", escribieron los investigadores.
Por ello, tal vez se permitió que el templo existiera, dado que estaba unido al granero y no parecía amenazar al reino de ninguna formma, dijeron los investigadores.
Ídolos rotos
"El templo en sí era un edificio rectangular con un patio abierto al frente. Dicho patio servía como punto focal para la actividad del culto, ya que a la población en general no se le permitía ingresar al templo mismo", comenta Kisilevitz a Live Science.
"Los hallazgos culturales en el patio incluyen un altar de piedra en el que se sacrificaban animales se sacrificaron animales y sus restos se tiraron en un pozo excavado cerca", precisa Kisilevitz. Además, cuatro figuras de arcilla, dos de aspecto humano y dos en forma caballo, se habían roto y enterrado en el patio, probablemente como parte de un ritual de culto.
Las figurillas en forma de caballo pueden ser las representaciones más antiguas conocidas de equinos de la Edad del Hierro en Judá, agregaron los investigadores.
Figura de caballo descubierta en el complejo del templo de Motza. (Clara Amit / IAA)
"Ahora bien, los antiguos judíos probablemente no adoraban a los ídolos de arcilla", señaló Kisilevitz. "Más bien, estos ídolos eran un medio a través del cual la gente podía comunicarse con Dios [o los dioses], y probablemente pedirían buenas lluvias, fertilidad y cosecha", advierte Kisilevitz.
De hecho, no es sorprendente que las personas en el antiguo Reino de Judá usaran ídolos, señalaron los arqueólogos.
"Existen evidencias de actividad de culto a los ídolos en todo el Reino de Judá tanto en los textos bíblicos (representados como admitidos por la realeza, con la notable excepción de Ezequías y Josías, los cuales llevaron a cabo una reforma del culto a los mismos) como en los hallazgos arqueológicos", afirma Kisilevitz.
Base de soporte ritual con restos de decoración en forma de un par de leones o esfinges en el templo de Moẓa / K. Amit.
Además, durante aquel tiempo, nuevos grupos políticos estaban surgiendo en Levante, la región que incluye a Israel y sus países vecinos hoy en día. Dados estos cambios tumultuosos, las personas tendieron a seguir con sus antiguas prácticas religiosas, e incluso la arquitectura del templo Tel Motza y sus artefactos recuerdan las tradiciones religiosas del antiguo Cercano Oriente que se habían practicado desde el III milenio a.C., dijeron los investigadores.
En defiitiva, el descubrimiento de este templo arroja luz sobre la formación del Estado durante este período. Cuando el Reino de Judá surgió por primera vez, no era tan fuerte y centralizado como sucedió más tarde, pero sí estableció relaciones con los gobernantes locales cercanos, incluyendo Tel Motza, dijeron los investigadores.
Fuentes: livescience.com | radio.cz | 11 de febrero de 2020
La obra que la promotora D’manán está realizando en la Rúa da Xesta en Lugo lleva camino de ser una de las que va a dejar buenas aportaciones para el conocimiento histórico de la ciudad. Hace quince días saltaba la noticia de que en ese solar aparecía el cementerio colateral a la vía Ártabra.
Se suponía que tenía que existir, como en las demás vías de salida de la ciudad, pero no se había encontrado hasta entonces. Y ayer saltaba la otra noticia: una estatua de cuerpo entero y de granito entre las tumbas romanas. Aunque le falta la cabeza —y no se encontró por ahora— es la primera vez que aparece una estatua romana de cuerpo entero en Lugo.
Falta por estudiar y determinar definitivamente si es romana, pero al haber aparecido entre las tumbas, a esa profundidad y rodeada de restos y enterramientos romanos, parece la posibilidad más clara. La estatua tiene las mismas formas de las ropas (togado) que las estatuas romanas, aunque un poco más toscas.
Pero como en realidad casi no se conservan tallas de la cultura latina en el noroeste, los arqueólogos dudan de cómo serían las estatuas romanas aquí. Lo que parece evidente es que no tendrían la misma perfección de las tallas que se conocen de Italia o del Mediterráneo. Por tanto, hasta que los arqueólogos hagan todos los estudios, aún cabe la posibilidad de que sea una estatua más tardía, por ejemplo medieval, que por algún motivo estuviese en una capa de tierra profunda rodeada de restos romanos. La más lógica sin embargo apunta a su origen romano, y ello le daría una importancia trascendental para la ciudad.
Hasta el momento no existe una estatua romana de cuerpo entero hallada en Lugo, aunque esté decapitada y no se encontrase la cabeza por ahora. Lo más parecido es el torso de Saa, un trozo de estatua que se encuentra en el Museo, pero es una parte de una talla romana. Lo mismo que los pies de otra estatua hallados en O Corgo, o los bajorreleives colocados en el monolito de San Fernando que fue inaugurado en 1975 por los Reyes. Pero nada más. Por tanto, esta sería la primera estatua romana de cuerpo entero hallada en Lugo.
Fuente: lavozdegalicia.es | 8 de febrero de 2020
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Rúa da Xesta: un gran paso para completar el mapa de los cementerios romanos
Los arqueólogos ponen ahora sus esperanzas en futuros hallazgos en Recatelo y O Carme
El reciente descubrimiento de una necrópolis romana en la Rúa da Xesta, cerca de la Porta Nova, ha sido recibido por los arqueólogos como un gran paso para completar el mapa de los cementerios romanos en la ciudad. Sin embargo, aún queda mucho por descubrir para cerrar y comprender el puzle histórico de Lugo, según confirma el arqueólogo municipal, Enrique González.
Las esperanzas de los arqueólogos apuntan ahora a las zonas de Recatelo y O Carme, donde futuras excavaciones podrían confirmar la existencia de necrópolis Bajoimperiales (de entre los siglos III y V) en esas zonas.
Las cinco tumbas encontradas en el solar de la Rúa da Xesta, donde la empresa Dmanán está construyendo un nuevo edificio, permiten confirmar la existencia de una necrópolis Bajoimperial, entre los siglos III y IV, en la salida norte de la ciudad, próxima a la vía de Brigantium. Se trataba de una hipótesis hasta ahora solo sostenida arqueológicamente por la aparición de dos tumbas en otro solar cercano hace unos años: «Tiñamos indicios, pero quedaba por saber se eran sepulturas illadas ou se pertencían a un conxunto máis amplo. Con este achado, queda confirmada a existencia desa necrópole», explica González. Si hay oportunidad de realizar nuevas excavaciones en la zona, podrían aportar más datos sobre las dimensiones que tendría el cementerio.
Porta Nova y de San Pedro
De este modo, a estas alturas los arqueólogos han confirmado la existencia de dos necrópolis de la época Bajoimperial en la ciudad: la recién descubierta cerca de la Porta Nova, y otra próxima a la Porta de San Pedro, que incluye la zona de San Roque y la Praza da Constitución, junto a la vía XIX. También hay confirmadas otras tres necrópolis anteriores, en este caso, de incineración: en la Praza do Ferrol, en el carril das Estantigas y también en la zona de San Roque, que son de la época Altoimperial (siglos I y II). En el caso de la Praza do Ferrol, se excavó en los años ochenta para construir el aparcamiento y apareció una necrópolis de incineración, con más de 66 enterramientos, tres hornos alfareros y restos del acueducto. En cuanto a San Roque, los hallazgos de ambas necrópolis (incineración e inhumación) se conservan en el Centro Arqueolóxico.
Pero el trabajo de los arqueólogos no acaba ahí. Explica Enrique González que tienen referencias de posibles necrópolis en Recatelo y en la zona de O Carme, también de la misma época que la encontrada en la Rúa da Xesta. En la zona de Recatelo, cerca del parque, hay bastantes noticias de la existencia de un área de enterramientos de los siglos III y IV, pero aún no está constatado arqueológicamente. También hay indicios de una zona de enterramientos en O Carme, en la salida por la Porta Miñá, también de la época Bajoimperial. En esa zona apareció una sepultura, pero esperan que futuras excavaciones permitan confirmar la existencia de una necrópolis. Tampoco descartan la aparición de cementerios romanos en áreas más alejadas de la ciudad.
Para avanzar en el conocimiento de la historia de Lugo son fundamentales los controles arqueológicos, según explica González, que se pueden realizar mediante excavaciones, supervisión de los movimientos de tierra o controles, en función del tipo de obra y de la zona de la que se trate. En el caso de la Rúa da Xesta, el solar donde aparecieron las tumbas no está incluido en el Pepri, pero sí es una zona cautelada por el PXOM, lo que implica la obligatoriedad de controles arqueológicos cuando hay movimientos de tierra.
El topónimo «A Lagoa» sugiere la presencia de un humedal en la zona de las tumbas
El arqueólogo que trabaja en las excavaciones de la Rúa da Xesta, Roberto Bartolomé Abraira, de Engobe Arqueología, explicaba que el terreno donde aparecieron las tumbas es muy húmedo y ácido, lo que probablemente contribuyó a que no se conservasen restos óseos ni de ajuar en los enterramientos. No en vano, la zona era conocida como A Lagoa. «A memoria cidadá e a toponimia fálannos da existencia dunha lagoa ou zona húmida nesta área da cidade», explica Enrique González.
El historiador
Adolfo de Abel Vilela también habla de la zona de A Lagoa y explica que a mediados del siglo XIX se tapió y, para ello, emplearon escombros del Convento de las Agustinas.
Conservación del material
Las tumbas de las Rúa da Xesta no han destapado por ahora objetos de relevancia. Los materiales que recojan en las excavaciones de la Rúa da Xesta y que se vayan a conservar se trasladarán al Museo de Viladonga. Por el momento, aparecieron clavos procedentes de las maderas de los ataúdes, losas y tejas.
Fuente: lavozdegalicia.es| 25 de enero de 2020
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Hallan un nuevo cementerio romano próximo a Camiño Real

Las obras de construcción de un nuevo edificio en la Rúa da Xesta, entre Camiño Real, la Ronda da Muralla y la zona de Casas Baratas, han dejado al descubierto, por ahora, cinco tumbas romanas. El hallazgo confirma la teoría de los arqueólogos de que esa área había sido una gran necrópolis romana, una tesis que sostenían, entre otras cosas, por la aparición de dos sepulturas en otro solar cercano hace unos años.
En la finca, a la altura del número 3 de la Rúa da Xesta, se realizaron obras de demolición de viejas construcciones y ahora tienen previsto levantar un inmueble de viviendas, promovido por Dmanán. Aunque el solar no está incluido en el Pepri, sí que se trata de un área de cautela, por lo que desde el Concello de Lugo tramitaron el expediente arqueológico ante la Xunta para realizar controles en la zona. La promotora de la obra es la que se hace cargo de las excavaciones.
Restos de clavos, tejas y losas
Y esas catas dieron resultado. Por ahora han encontrado cinco tumbas de inhumaciones datadas entre el siglo III y el siglo IV, de la época de la Muralla, con orientación este-oeste. Se trata de fosas excavadas en el suelo, de forma rectangular, pero vacías, sin restos de ajuar ni esqueletos, debido a que se trata de una zona muy húmeda, con un terreno ácido. En una de las tumbas se conservan restos del revestimiento de losa y en otra de tejas. Las excavaciones continúan, aunque los arqueólogos no creen que se encuentren más restos relevantes.
Según explica el arqueólogo municipal, Enrique González, se trata de hallazgos en consonancia con los datos que manejan de la época: tumbas de inhumaciones, rectangulares... pero con la trascendencia de que confirman las sospechas de los expertos sobre la existencia de un área funeraria cerca de la Porta Nova: «Este achado confirma a existencia dunha área funeraria nesa zona da cidade, próxima á vía de Brigantium, que comunicaba con A Coruña, e dá continuidade á necrópole de incineración anterior á Muralla, entre os séculos I e III, cuxos restos apareceron no Carril das Estantigas», según explica González.
Y es que en la época tardorromana, por norma, las necrópolis se instalaban fuera de la ciudad, próximas a las vías de salida y entrada.
Roberto B. Abraira: «Non hai restos óseos porque é unha zona moi húmida»
Roberto Bartolomé Abraira é un dos arqueólogos de Engobe Arqueología que traballa nas escavacións, baixo a dirección de Adrián Folgueira Castro.
-¿Que importancia teñen as tumbas encontradas?
-Confirman a existencia dunha necrópole romana nesta zona da cidade, próxima a unha vía de saída, como ocorreu na zona de San Roque ou a estación de autobuses. O que descoñecemos é a dimensión que tería esta área funeraria.
-Non hai restos óseos porque é unha zona moi húmida e tampouco apareceron obxectos de relevancia. Só se atoparon algúns cravos da madeira dos ataúdes, lousas e tellas. Posiblemente estes materiais se leven para o museo cando rematen as escavacións.
El Adarve: con dinero privado
Gracias al dinero que van poniendo los particulares que construyen o rehabilitan casas, se va conociendo como era Lucus Augusti. En el caso de hoy, se sabe donde estaba otro de los cementerios, al lado de la vía hacia Brigantium. Lo lógico y legal sería que la Xunta cumpliese con el espíritu de la ley y pagase estas excavaciones, que son para el bien común, y no tendrían que recaer en quien construye o rehabilita, porque actúa como un freno al desarrollo y mejora de la urbe.
Fuente: lavozdegalicia.es | 24 de enero de 2020