Nuevo hallazgo en Luxor: una tumba faraónica de 18 puertas y 450 metros cuadrados

Sarcófago hallado en la tumba. Ministerio de Antigüedades de Egipto.

La árida colina de Dra Abu el Naga, en la sureña ciudad de Luxor, es un enorme queso gruyere, minado de oquedades. Uno de los recovecos acaba de surgir esta semana. Una misión de arqueólogos ha hallado en la ladera una tumba de grandes dimensiones que pertenecía a un noble faraónico. Un tesoro de 18 puertas con más de 3.500 años de antigüedad.

"Es la mayor tumba 'saff' descubierta en la necrópolis tebana", ha reconocido Mustafa el Waziri (izquierda), secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades. Una tumba "saff" ("hilera", en árabe) es un tipo de enterramiento horadado en la roca que se popularizó en la zona tebana, desde Dendera hasta Gebelein, desde el primer período intermedio hasta la dinastía XI.

La tumba que ha aflorado en la geografía de Dra Abu el Naga -a unos 600 kilómetros al sur de El Cairo- tiene 450 metros cuadrados a los que se acceden desde 18 puertas. Albergó el descanso eterno del noble Shedsu-Djehuty, un maestro de la corte encargado de velar por los conos funerarios del faraón.

Las entrañas del enterramiento, localizadas tras retirar los escombros acumulados por misiones extranjeras desde hace más de dos siglos, están decoradas con escenas que muestran al finado ante los dioses y arrojan luz sobre los quehaceres diarios. Los muros acogen dibujos de la fabricación de embarcaciones de madera y actividades cotidianas como la pesca y la caza.

Fachada de la tumba. Ministerio de Antigüedades de Egipto.

La expedición también ha desenterrado un cartonaje de sarcófago antropomorfo, ushabtis realizados en fayenza, arcilla y madera [figurillas funerarias colocadas en las tumbas del Antiguo Egipto con la creencia de que sus espíritus trabajarían para el difunto en la otra vida] y vasos canopos, donde los egipcios almacenaban las vísceras de los difuntos.

La tumba posee, además, un enorme patio y coloridas baldosas. Según el ministerio de Antigüedades egipcio, el hallazgo es notable porque proporciona nuevos datos sobre una colina clave de la antigua Tebas. "Permite cambiar el mapa histórico y arqueológico del enclave y proporcionar una nueva comprensión de la arquitectura y el diseño de las tumbas individuales de Dra Abu el Naga", subraya El Waziri.

Algunos de los elementos encontrados (REUTERS)

La colina es una zona especialmente rica que ha protagonizado hallazgos desde hace años. En 2017 una misión de arqueólogos egipcios rescató la memoria de Userhat, un noble del Imperio Nuevo que hace más de tres mil años sirvió en los pasillos judiciales de Tebas. Un tumba en forma de T, como la de sus vecinas, que se inicia con un gran patio al aire libre, se interna en la roca con una primera habitación rectangular y discurre hacia la cámara funeraria a través de un angosto pasillo.

Dra Abu el Naga es también el promontorio en el que excava el proyecto español Djehuty, una de las expediciones con más solera de la Egiptología española. En 2017 la misión descubrió el jardín funerario construido delante de una gran tumba de la dinastía XII. "El jardín conserva en muy buen estado las semillas que en él se plantaron hace 4000 años, e incluso todavía en pie la parte inferior del tronco de un árbol, identificado como un tamarisco, que vivió al menos 24 años", relató a EL MUNDO recientemente el director del proyecto, José Manuel Galán.

Objetos hallados en la tumba. Ministerio de Antigüedades de Egipto.

"El jardín promete ofrecer una información interesante y prácticamente única sobre el uso de las plantas con fines religiosos o funerarios e, indirectamente, sobre el medio ambiente en la antigua Tebas, información que se complementa con el registro de lluvias que acaecieron en la necrópolis entre el 2000 y el 1500 a.C. y que dejaron huella en el corte estratigráfico de la excavación del patio de entrada a las tumbas donde se encuentra el jardín", pronosticó el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Nuevas aristas de una porción de la necrópolis tebana repleta de misterios por resolver.

Fuentes: elmundo.es | infobae.com | 19 de abril de 2019

Cambios en el tamaño de las ratas revelan el hábitat del "Homo floresiensis"

En la cueva de Liang Bua, el paleoantropólogo Matthew Tocheri, a la izquierda, mide una rata gigante moderna con la ayuda de Bonefasius Sagut. A la derecha, una reconstrucción de 'Homo floresiensis' portando una rata gigante, realizada por el artista Peter Schouten.

Un estudio del cambio de tamaño del cuerpo de una rata en el tiempo permite vislumbrar el hábitat del misterioso homínido Homo floresiensis, apodado hobbit debido a su estatura diminuta. El Journal of Human Evolution publica un estudio basado en un análisis de miles de huesos de roedores, principalmente miembros anteriores y posteriores de la cueva indonesia donde se descubrió Homo floresiensis en 2003.
Los resultados indican que el hábitat local estaba principalmente compuesto de pastizales hace más de 100.000 años, pero comenzó a cambiar rápidamente a un entorno más cerrado hace 60.000 años.
"Nuestro estudio es el primero que conocemos que usa los huesos de las patas de las ratas para interpretar el cambio ecológico a través del tiempo, y proporciona nuevas pruebas sobre el medio ambiente local durante la época del 'Homo Floresiensis'", dice Elizabeth Grace Veatch (izquierda), de la Universidad de Emory (Atlanta, Georgia), y primer autor del estudio realizado.

Homo floresiensis tenía solo 1,10 metros de estatura y se sabe que vivió hace entre unos 190.000 a 50.000 años en la isla oceánica de Flores, en el este de Indonesia. El pequeño hominino compartió la isla con animales que podrían haber salido de las páginas de una novela de Tolkien, incluidos dragones gigantes de Komodo, cigüeñas de dos metros de altura, buitres con una envergadura de dos metros y estegodones pigmeos, herbívoros que parecían elefantes pequeños con colmillos de gran tamaño.

Sin embargo, fueron las ratas las que más interesaron a Veatch. Los múridos, como se conoce a la familia de las ratas, son taxonómicamente más diversos que cualquier otro grupo de mamíferos y se encuentran en casi todas las partes del mundo. "Exhiben una increíble variedad de comportamientos que ocupan muchos nichos ecológicos diferentes", dice Veatch. "Y como los pequeños mamíferos suelen ser sensibles a los cambios ecológicos, pueden decir mucho sobre lo que está sucediendo en un entorno".

El estudio se basó en restos recuperados en la cueva de piedra caliza conocida como Liang Bua, donde se han encontrado esqueletos parciales de Homo floresiensis, junto con herramientas de piedra y restos de animales, la mayoría de ellos ratas. De hecho, de los 275.000 huesos de animales identificados en la cueva hasta ahora, el 80 por ciento de ellos son de roedores.
Veatch vino a la Universidada de Emory para trabajar con la paleoantropólogo Jessica Thompson (derecha), una gran experta en el uso de la tafonomía, el estudio de lo que sucede con los huesos después de que se muere un organismo, con el fin de aprender más sobre la evolución de la dieta humana. Aunque Thompson ahora se ha mudado a la Universidad de Yale, ella continúa siendo mentora de Veatch en sus estudios de posgrado en la Universidad de Emory.

Veatch acabó convirtiéndose en parte del proyecto arqueológico de Liang Bua mientras realizaba una pasantía en el Programa de Orígenes Humanos del Museo Nacional de Historia Natural perteneciente a la Smithsonian Institution. Su mentor allí fue el paleoantropólogo Matthew Tocheri (ahora en la Universidad Lakehead, en Ontario) el cual comparte la primera autoría del trabajo de investigación con Veatch.

"Matthew me preguntó si quería analizar algunos huesos de ratas y dije: 'Claro'", recuerda Veatch. "No tenía idea de en qué me estaba metiendo".
El estudio abarcó alrededor de 10.000 huesos de rata de Liang Bua. Los restos abarcaban cinco especies con distintos tamaños, desde el Rattus hainaldi, del tamaño de un ratón, hasta el Papagomys armandvillei, del tamaño de un gato, comúnmente conocido como la rata gigante de Flores. Después de clasificar los huesos, los investigadores podían vincularlos directamente con las especies y los tipos ambientales.
Si bien las ratas pueden adaptarse a nuevos entornos, las morfologías de diferentes especies tienden a adaptarse a su entorno preferido. Por ejemplo, el hábitat de las Komodomys rintjanus de tamaño mediano, incluido en el estudio, se caracteriza principalmente por pastizales abiertos intermitentes con parches de bosque. En contraste, el pequeño Rattus hainaldi y el gigante Papagomys armandvillei prefieren hábitats boscosos más cerrados o semicerrados.

Gráfico de las especies de ratas incluidas en el estudio.

El seguimiento de la abundancia relativa de las diferentes especies de ratas a lo largo del tiempo indicó que la ecología local era en su mayoría pastizales abiertos hace 100.000 años, haciendo la transición hacia un hábitat boscoso más cerrado hace unos 60.000 años. Ese tiempo se corresponde, más o menos, con los elementos esqueléticos pertenecientes a Homo floresiensis, el Stegodon pigmeo, las cigüeñas gigantes, los buitres y los dragones de Komodo, ya desaparecidos de Liang Bua.
"La evidencia sugiere que 'Homo floresiensis' habría preferido hábitats más abiertos donde pudo haber sido parte de este ecosistema caracterizado por estegodones, cigüeñas y buitres", dice Veatch. "Creemos que cuando el hábitat cambió, volviéndose más boscoso, el 'Homo floresiensis' probablemente abandonó el área de Liang Bua para rastrear a estos animales en hábitats más abiertos en otros lugares de la isla".

Muchos más misterios permanecen con respecto a Homo floresiensis, dice Veatch, y los huesos de ratas hallados en Liang Bua pueden ayudarnos a resolver algunos de ellos. Una pregunta clave es si Homo floresiensis realizaba caza menor.

"Nuestros primeros ancestros se adaptaron para poder consumir grandes cantidades de grandes animales a través de la caza o el carroñeo, o ambos", dice Veatch. “La caza mayor, sin duda, se convirtió en una fuente importante de alimentos, lo que dio lugar a numerosas adaptaciones sociales y fisiológicas, incluida la cooperación social y la expansión del cerebro. Sin embargo, es mucho menos conocido el papel que pudo haber tenido la caza menor en nuestra evolución temprana, si es que la tuvo".

"Liang Bua ofrece una oportunidad ideal para estudiar lo que un hominino de cerebro pequeño, como Homo floresiensis, podría haber cazado si tuvo a su disposición ambas fuentes de caza, es decir, caza mayor de un Stegodon, por ejemplo, y caza menor como la rata gigante de Flores y otras especies de ratas", aduce Veatch.

Veatch estudia las pilas de sedimentos excavados en Luang Bua mientras los mismos se filtran utilizando el sistema de riego de un arrozal cercano a la cueva.

Veatch está realizando estudios de campo en la cueva de Liang Bua, incluyendo experimentos para determinar qué tan difícil habría sido capturar ratas salvajes de Flores. También está investigando en el Museo Pusat Penelitian Arkeologi Nasional (ARKENAS), en la capital indonesia de Yakarta, donde ahora se almacenan muchos de los huesos animales hallados en la cueva, a fin de determinar si alguno de los mismos tiene marcas de corte, lo que indicaría su caza y descuartizamiento con herramientas, o marcas de pico que indicarían que fueron digeridos por búhos u otras aves rapaces, los cuales los habrían depositado en la cueva.

"En Indonesia, mi apodo es 'Miss Tikus', que significa 'Miss Rat'", dice Veatch. "Estoy perfectamente bien con ello, porque las ratas son animales realmente inteligentes y extraordinarios. Las vemos a través de toda las secuencias arqueológicas de Liang Bua y continuaremos usándolas en estudios futuros para comprender más sobre lo que sucedió en esta cueva". Los co-autores del presente documento incluyen a Thomas Sutikna, E. Wahyu Saptomo y Jamiko, que son todos de ARKENAS y la Universidad de Wollongong en Australia; Kate McGrath de la Universidad de Burdeos, Francia; y Kristofer Helgen de la Universidad de Adelaide en Australia.

[Créditos de las fotos: Todas las imágenes son cortesía del equipo de investigación de Liang Bua. La foto de Veatch con calavera de un Homo floresiensis fue tomada por Kristofer Helgen. La foto de Veatch y los sedimentos fue tomada por Hanneke Meijer].

Fuente: Universidad de Emory | 13 de marzo de 2019

Hallan en la Font de la Figuera (Valencia) un fragmento de una escultura íbera que representa el cuerpo de un ave

Depósito de una escultura ibérica, hallada en la font de la Figuera, en el Museo de Prehistoria de Valencia.

Unas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la calle Portal de València de la Font de la Figuera han descubierto un fragmento de una escultura de época ibérica que representa el cuerpo de un ave. La pieza ha sido depositada en el Museo de Prehistoria de Valencia para su análisis, estudio, catalogación y restauración, aunque previo al estudio, se cree que podría datar de entre los siglos VI y IV antes de Cristo.

La escultura representa un cuerpo de ave con las alas plegadas sobre una base que tiene en relieve las dos patas. En la parte frontal de la base hay grabado un animal, posiblemente un carnívoro. La cabeza y el extremo de la cola no se han conservado, ha informado la Diputación de Valencia en un comunicado.


Las esculturas de aves conocidas, hasta el momento, del periodo íbero son excepcionales. Así, en el suroeste peninsular sólo se conocen los ejemplares encontrados en la necrópolis del Corral de Saus (Moixent), muy cercana al hallazgo de La Font, y del Monastil d'Elda (Alicante).
"La escultura ibérica es un claro marcador social de las élites", han detallado desde la corporación. "Muestra el esfuerzo en la movilización de recursos y artesanos especializados para destacar y singularizar monumentos funerarios con animales y seres mitológicos, como las sirenas", han continuado.


El fragmento de la Font de la Figuera se podría vincular, pues, a un monumento funerario localizado en el entorno de La Cervera, donde ya se conocía un asentamiento que fue ocupado entre los siglos VI y IV antes de Cristo.

De forma paralela al estudio y publicación científica de la pieza, por parte de la dirección de las excavaciones, se pondrán en marcha los trabajos de restauración y catalogación por parte de los técnicos y las técnicas del Museo de Prehistoria de Valencia, con el objetivo final de la futura puesta en valor de la escultura en las mejores condiciones de conservación.


Al acto de depósito han asistido el diputado de Cultura, Xavier Rius; el alcalde La Font de la Figuera, Vicent Muñoz; el presidente de la Cooperativa la Vinya, promotora de las actuaciones arqueológicas, José Fita; el director de las excavaciones, realizadas por la empresa Estrats-Treballs d'Arqueologia, David López Serrano; la directora del Museo de Prehistoria, María Jesús de Pedro; y el conservador del museo, Jaime Vives-Ferrándiz.

El diputado de Cultura, Xavier Rius, ha anunciado que "a petición del alcalde, Vicent Muñoz, he dado instrucciones a los técnicos y técnicas del Museo de Prehistoria de Valencia de estudiar la viabilidad de, una vez la pieza esté restaurada, realizar una exposición alrededor de esta pieza tan importante y singular en el municipio de La Font de la Figuera".

Fuente: 20minutos.es | elperiodic.com |17 de abril de 2019

Las tumbas megalíticas en la Europa occidental y septentrional estaban vinculadas a una sociedad afín

Tumba en Primerose, Irlanda. El equipo encontró una representación excesiva de hombres en comparación con las mujeres en las tumbas megalíticas de las Islas Británicas.

En un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), un equipo de investigación internacional liderado por la Universidad de Uppsala (Suecia) descubrió relaciones de parentesco entre individuos de la Edad de Piedra enterrados en tumbas megalíticas de Irlanda y Suecia. Las relaciones familiares se han podido rastrear durante más de 10 generaciones, y las mismas sugieren que determinados monumentos megalíticos eran tumbas para grupos de parientes en el noroeste de Europa durante la Edad de Piedra.

La agricultura se extendió con emigrantes procedentes del Creciente Fértil hacia Europa alrededor del año 9.000 a.C., alcanzando el noroeste del continente europeo en el 4.000 a.C. Alrededor del 4.500 a.C., surgió un nuevo fenómeno de construcción de monumentos megalíticos, en particular referido a prácticas funerarias, que afectó a todo lo largo de la fachada atlántica. Estas construcciones han sido enigmáticas para la comunidad científica, y el origen y estructura social de los grupos que las erigieron han sido en gran parte desconocidos.

El equipo internacional de investigación ha secuenciado y analizado los genomas de los restos humanos de 24 individuos de Irlanda, Escocia y la isla báltica de Gotland, en Suecia, hallados en cinco enterramientos megalíticos que están dentro de la tradición generalizada de este tipo de construcción en el norte y el oeste de Europa.

Tales restos fueron datados mediante radiocarbono entre 3.800 y 2.600 a.C. Tras extraer el ADN de huesos y dientes para secuenciar sus genomas, el equipo comparó los datos con la variación genética de grupos de la Edad de Piedra y gentes de otras partes de Europa, dando como resultado que los individuos megalíticos estaban estrechamente relacionados con los agricultores neolíticos del norte y oeste de Europa, y también con algunos grupos de Iberia, pero, a su vez, menos relacionados con grupos de agricultores de Europa central.


Mapa de Europa con enclaves de entierramientos megalíticos (cuadrados rojos) y enclaves no megalíticos (círculos rojos) analizados en el estudio, y datos comparativos publicados de sitios megalíticos (cuadrados negros) secuenciados hasta la fecha en Europa (Conjunto de datos S1.3 ). El intervalo de fechas representa el 95% de las muestras disponibles de estos enclaves, excepto para La Mina, en España. El sombreado azul representa la distribución estimada de los entierros megalíticos tempranos. El tipo de cursiva en negrita indica las fechas (IC 95%) estimadas para el inicio de los dolmenes y las tumbas de corredor, según las muestras de estos contextos. El texto regular indica el intervalo de tiempo asociado con el material cultural más antiguo de los megalitos.

Continuidad paterna a través del tiempo

Al mismo tiempo, el equipo de investigación descubrió que había una representación excesiva de hombres en comparación con las mujeres en las tumbas megalíticas de las Islas Británicas.

"Hemos encontrado una continuidad paterna a través del tiempo, con los mismos haplotipos del cromosoma Y, los cuales se repiten una y otra vez", dice la arqueogenetista Helena Malmström (izquierda), de la Universidad de Uppsala y coautora del estudio. "Sin embargo, los miembros femeninos de la familia no fueron excluidos de los entierros megalíticos, ya que tres de las seis relaciones de parentesco halladas involucran a mujeres".

Los datos genéticos muestran relaciones cercanas entre los individuos enterrados dentro de los megalitos. Se descubrió una posible relación entre padres e hijos en individuos de una tumba en Listhogil, en el enclave de Carrowmore, y en la tumba 1 de Primrose Grange, a unos dos kilómetros de distancia unos de otros. "Esto fue una sorpresa. Parece que estas sociedades neolíticas estaban muy unidas, con relaciones de parentesco muy cercanas en los sitios de enterramiento", dice el genetista de poblaciones Federico Sánchez-Quinto (derecha), de la Universidad de Uppsala y co-primer firmante del estudio.

Dolmen de Ansarve. Isla de Gotland. Foto: Magdalena Fraser.

La tumba de Ansarve fue utilizada por distintos grupos


El enclave de Ansarve, en la isla de Gotland en el Mar Báltico, está situado en un área donde había mayoría de cazadores-recolectores en aquellos tiempos. "Las personas enterradas en la tumba de Ansarve son notablemente diferentes a nivel genético en comparación con individuos contemporáneos excavados en contextos de cazadores-recolectores, lo que demuestra que la tradición de entierro en esta tumba megalítica, que duró más de 700 años, fue realizada por grupos distintos con raíces en la expansión neolítica europea", dice la arqueóloga Magdalena Fraser (izquierda), de la Universidad de Uppsala y co-autora del estudio.

Dolmen en Carrowmore, Irlanda. Foto: Göran Burenhult.


"Hemos encontrado linajes paternos distintos entre las gentes megalíticas, con una representación excesiva de los hombres en algunas tumbas, y las relaciones de parentesco apuntan claramente a individuos que son parte de un segmento patrilineal de la sociedad, en lugar de representar una muestra aleatoria de una gran comunidad de agricultores neolíticos", dice Mattias Jakobsson, genetista de poblaciones en la Universidad de Uppsala y autor principal del estudio.

"Nuestra investigación demuestra el potencial que tiene la arqueogenética no solo para revelar migraciones a gran escala, sino también para informar sobre las sociedades de la Edad de Piedra y el papel de los fenómenos particulares en aquellos tiempos como son los fenómenos megalíticos", dice Federico Sánchez-Quinto.

"No obstante, los patrones que observamos podrían ser exclusivos de los enterramientos de Primrose, Carrowmore y Ansarve, y se necesitan estudios futuros de otros enclaves megalíticos para determinar si se trata de un patrón general en este tipo de enterramientos", dice el osteoarqueólogo Jan Storå (izquierda), de la Universidad de Estocolmo.

Fuente: Universidad de Uppsala | 16 de abril de 2019

'Domus Transitoria', primera casa del suntuoso sueño de Nerón abre sus puertas a las visitas

El incendio del año 64 d.C., que devastó Roma y destruyó y condenó al olvido la primera casa del emperador Nerón, en la colina del Palatino, vuelve a salir a la luz tras diez años de restauraciones. Foto: Museo Archeologico Nazionale di Napoli

El sueño de Nerón era que su residencia fuera poco a poco extendiéndose por toda la urbe de Roma y comenzó con esta casa en la colina del Palatino, de la que se conocía poco y que quedó prácticamente ensombrecida por la grandeza de la posterior, la Domus Aurea.


El incendio del año 64 d.C que devastó Roma y destruyó y condenó al olvido esta primera casa del emperador Nerón vuelve a salir a la luz tras diez años de restauraciones y desde hoy podrá ser visitada.

La había llamado Domus Transitoria, ya que su sueño era la de construir una aún más suntuosa como así ocurrió con la que la sustituyó tras el incendio, la Domus Aurea, pero la primera casa de Nerón fue ya un ejemplo de magnificencia y refinamiento y los frescos y mármoles que se han conservado así lo demuestran.

El primero en hablar de ella había sido el historiador y biógrafo Suetonio (70-126 d.C) que en su "Vida de Nerón" escribía: "Se hizo construir una casa que del Palatino llegaba al Esquilino, y que llamó Transitoria, después, cuando un incendio la destruyó, la hizo reconstruir y la llamó Aurea”.

"Esta extraordinaria apertura contribuye a definir el itinerario de la época de Nerón dentro del área arqueológica que se extiende desde Colle Oppio hasta el Palatino, uno de los recorridos más fascinantes de la antigua Roma", explicó la directora del área arqueológica del Coliseo, Alfonsina Russo (izquierda).

Los nuevos espacios subterráneos, debido a las construcciones sucesivas de los emperadores, a los que se accede por una estrecha escalera, suponen más de 800 metros cuadrados, solo una pequeña parte de lo que fue la primera residencia de Nerón construida entre el 60 y el 64 d.C.

El visitante además de observar los vestigios conservados, podrá recrearse, gracias a una iluminación especial que reproduce la luz del día, proyecciones audiovisuales y visores de realidad virtual, en las maravillas que hizo construir para su primera residencia el excéntrico emperador.

Descendiendo desde los llamados "Baños de Livia" de la Domus Flavia, se puede observar una de las salas más opulentas que se han descubierto: un enorme triclinio que hacía las veces de teatro y en el que Nerón entretenía a sus invitados con espectáculos de agua.


Con la nueva tecnología y una importante investigación científica y arqueológica, los visitantes podrán, gracias a unos visores, descubrir las hornacinas de mármoles policromados de las que brotaban fuentes de agua de la boca de esculturas a forma de delfines.

Ante ella se alza un pabellón sostenido por columnas de pórfido donde a Nerón le gustaba tumbarse. Representa el corazón de la casa y está rodeado por una serie de habitaciones que estuvieron lujosamente decoradas. En las salas se conservan aún parte de los frescos que representan escenas de ritos en honor al dios Baco.

Fresco en el que se representa ritos en honor al dios Baco. Foto: Museo Archeologico Nazionale di Napoli

Recorriendo los pasillos cubiertos de inmensas bóvedas, donde aún se atisban los mármoles y los motivos dorados que las cubrieron, se llega a la sala más grande en la que una vez hubo un inmenso ninfeo.

Fresco del ninfeo. Antiquarium del Palatino (Roma)

En el fondo hay otro enorme espacio dedicado a la Latrina (letrina), con capacidad para hasta 50 personas, y que se cree podría haber estado destinado a los trabajadores que construyeron la sucesiva Domus Aurea.

Obsesionado por los lujos de la dinastía de los Ptolomeos, en Egipto, la primera casa de Nerón estaba atravesada por cursos de agua y abundantes fuentes.

Exterior de la 'Domus Transitoria'. Foto: Museo Archeologico Nazionale di Napoli

La Domus Transitoria, condenada al olvido por los arqueólogos durante décadas, fue descubierta por Giacomo Boni entre 1910 y 1914, y después el británico Thomas Ashby contribuyó a localizar otras zonas.

Con ocasión de la apertura de esta nueva atracción turística en Roma, han llegado frescos de las paredes de las casas de Nerón que se exhiben en el Museo Arqueológico de Nápoles y que ahora serán expuestos durante el recorrido.

Los arqueólogos y restauradores que han trabajado en el proyecto destacan la importancia de esta casa que inspiró, y sin la cuál no habría existido, la Domus Aurea.


Fuentes: vanguardia.com.mx | ilsole24ore.com | 15 de abril de 2019

Las habilidades sociales ayudaron a moldear el rostro humano moderno

Serie de cráneos que muestran cómo han evolucionado las caras de los homínidos durante 4.4 millones de años (Rodrigo Lacruz / PA)

El rostro humano moderno es distintivamente diferente al de nuestros parientes cercanos y ahora los investigadores creen que su evolución puede haber sido, en parte, impulsada por nuestra necesidad de disponer de buenas habilidades sociales.

Como homínidos de cerebro grande y rostro corto, nuestras caras son diferentes de las de otros homínidos ya extintos (como los neandertales) y de nuestros parientes vivos más cercanos (bonobos y chimpancés), pero ¿cómo y por qué evolucionó el rostro humano moderno de esta manera?
Una nueva revisión publicada en Nature Ecology and Evolution y escrita por un equipo de expertos internacionales, incluidos investigadores de la Universidad de York, en Inglaterra, ha rastreado los cambios en la evolución del rostro desde los primeros homininos africanos hasta la aparición de la anatomía humana moderna.

Concluyen que se ha pasado por alto la comunicación social como un factor subyacente en la forma facial humana moderna. Según dicen los autores del estudio, nuestros rostros deben considerarse como el resultado de una combinación de influencias biomecánicas, fisiológicas y sociales.
Los científicos sugieren que nuestras caras evolucionaron no solo debido a factores como la dieta y el clima, sino también posiblemente para brindar más oportunidades para el gesto y la comunicación no verbal, habilidades vitales para establecer las grandes redes sociales que se cree que ayudaron al Homo sapiens a sobrevivir.

Más de 20 categorías de emoción

"Ahora podemos usar nuestras caras para señalar más de 20 categorías diferentes de emoción a través de la contracción o relajación de los músculos", dice Paul O'Higgins (izquierda), profesor de Anatomía en la Escuela de Medicina Hull de York y del Departamento de Arqueología de la Universidad de York. "Es poco probable que nuestros primeros ancestros humanos tuvieran la misma destreza facial, así como la forma general de la cara y las posiciones de los músculos, que eran diferentes", añade.
En lugar de la pronunciada cresta de la frente de otros homínidos, los humanos desarrollaron una frente suave con cejas más visibles y vellosas, capaces de una mayor variedad de movimientos. Esto, junto con nuestras caras cada vez más delgadas, nos permite expresar una amplia gama de emociones sutiles, incluido el reconocimiento y la simpatía.

"Sabemos que otros factores como la dieta, la fisiología respiratoria y el clima, han contribuido a la forma del rostro humano moderno, pero interpretar su evolución únicamente en términos de estos factores sería una simplificación excesiva", agrega el profesor O'Higgins.
El rostro humano ha sido moldeado en parte por las demandas mecánicas de la alimentación, y durante los últimos 100.000 años nuestros rostros se han ido reduciendo a medida que nuestra capacidad de cocinar y procesar los alimentos llevó a una menor necesidad de masticar.

Este proceso de encogimiento facial se ha vuelto particularmente marcado desde la revolución agrícola, ya que pasamos de ser cazadores recolectores a agricultores y luego a vivir en ciudades, estilos de vida que llevaron a ingerir alimentos cada vez más pre-procesados y con menos esfuerzo físico.

"Las dietas modernas más suaves y las sociedades industrializadas pueden significar que el rostro humano continúa disminuyendo de tamaño. Sin embargo, hay límites sobre cuánto puede cambiar el rostro humano, dado que, por ejemplo, la respiración requiere una cavidad nasal suficientemente grande", dice el profesor O'Higgins
"Sin embargo, dentro de estos límites, es probable que la evolución del rostro humano continúe mientras nuestra especie sobreviva, migre y encuentre nuevas condiciones ambientales, sociales y culturales", aduce.

Para el paleoantropólogo español Juan Luis Arsuaga (izquierda), uno de los firmantes del estudio, su propuesta es que "la cara moderna, a diferencia de la de los neandertales y sus antepasados, está al servicio de la comunicación no verbal".
Así, "el rostro es un órgano del lenguaje, y los humanos modernos son literalmente más 'expresivos' que cualquier otra especia humana que haya existido", añade.

Entre los fósiles empleados los hay procedentes de la Sima de los Huesos, el yacimiento de fósiles humanos más rico del planeta, ubicado en el sitio arqueológico de Atapuerca.

La cara de los neandertales y la de los humanos modernos, aspectos en los que se centra la aportación de Arsuaga, "aparecieron antes de que lo hiciera un cerebro de tipo neandertal o 'sapiens', respectivamente, como se puede ver estudiando la parte del cráneo que la contiene".

Fuentes: heraldo.es | cope.es | eurekaalert.org | 15 de abril de 2019