Un pecio del Nilo con «costillas» y velas de papiro que da la razón a Heródoto
Photograph: Christoph Gerigk/Franck Goddio/Hilti FoundationEl Barco 17 fue hallado en 2003 durante una exploración en el área de la ciudad de Thonis-Heracleion, en el delta occidental del Nilo. Estaba a poca profundidad, unos 7 metros, en un lugar en el que se hundieron otros 17 barcos voluntariamente, tal vez para dividir el puerto en zonas. Y lo que ha permitido deslumbrar a los arqueólogos ha sido su excepcional conservación (un 70%), dado que es el único rastro de un tipo de construcción naval, propia del Egipto antiguo, en la que ya pocos creían, y de la que hay un testimonio contemporáneo, porque fue descrita en «Los Libros de la Historia» por Heródoto, el padre de la Historia.
Un arqueólogo trabaja sobre la quilla del Barco17 en las excavaciones de Thonis-Heracleion. FOTO: Christoph Gerigk/Franck Goddio/Hilti Foundation.
Se trata de un baris, un carguero fluvial cuyo casco respondía a una técnica de construcción rara. Empezaba a construirse por la quilla y desde ese elemento longitudinal inferior se iban ensamblando las planchas del forro que forman el casco, de un metro más o menos, colocadas como ladrillos, ensartándolas en largas espigas (como un polo en su palo), una detrás de otra, por agujeros practicados en la tabla. Algunas de esas «costillas» que quedaban por el centro de las tablas del casco medían dos metros de largo.
Los especialistas llevan décadas de interpretaciones contrapuestas, partiendo del texto de Heródoto, que ha dado para una discusión global sobre este asunto, en la que no faltan quienes niegan que existiese tal técnica de astillero. Hasta que el hallazgo del Barco 17 de Thonis-Heracleion ha terminado por imponer la evidencia arqueológica sobre las opiniones. Así avanza la ciencia. Porque además, el pecio hallado estaba en unas condiciones extraordinarias.
Heródoto había visitado Egipto en el siglo V antes de Cristo. Escribió 23 líneas de su libro sobre esta técnica de construcción naval de los baris. En declaraciones a The Guardian, el director del Centro de Arqueología Marítima de la Universidad de Oxford (OCMA, por sus siglas en inglés), Damian Robinson, comenta: «No fue hasta que descubrimos este pecio que nos dimos cuenta de que Heródoto tenía razón. Lo que Heródoto describió fue lo que estábamos viendo». El OCMA publica ahora un libro con estos hallazgos, obra de Alexander Belov.
En el 450 a. C., Heródoto fue testigo en la ribera del Nilo de la construcción de un baris. Anotó (II. 96) cómo los constructores «cortan tablas de dos codos de largo [alrededor de 1 m.] y las disponen como ladrillos». Añadió: «Insertan las tablas de dos codos en las espigas fuertes y largas [piezas de madera]. Cuando han construido su barco de esta manera, tensan vigas sobre ellos … Obturan las costuras desde adentro con papiro. Hay un timón que pasa a través de dos agujeros en la quilla. El mástil es de acacia y las velas de papiro…».
Señala a The Guardian el arqueólogo Robinson, que «Los expertos han cometido algunos errores al tratar de interpretar el texto sin evidencias arqueológicas. Es una de esas piezas enigmáticas en la que se ha discutido exactamente lo que significa desde que se investigan los barcos de manera académica», dice.
Gráfico de Alexander Belov en su artículo del International Journal of Nautical Archaeology, publicado en 2014 avanzando algunas de las conclusiones sobre el pecio.
El Barco 17 es de los grandes, unos 28 metros, considerable para su tiempo y uno de los primeros de ese tamaño descubiertos asociados al Egipto de esa época. Desplazaba unas 150 toneladas. Fue excavado por los arqueólogos durante tres temporadas, de 2009 a 2011. La suerte para los arqueólogos es que estaba bien enterrado y sellado. Bajo medio metro de arena había otros 30-50 centímetros de arcilla que ha mantenido sellados más de dos mil años las maderas, insertadas aún en sus costillas y remachadas y tensadas con espigas de madera. El ensamblaje perfecto se calafateaba con papiro para obturar los intersticios. Asimismo, las jarcias y velas eran de fibra de papiro.
El radiocarbono ha datado los restos entre el 804 y el 416 a. C., pero el análisis de la cerámica hallada ha permitido una exactitud mayor: Un ánfora corintia y otra de tipo egeo permiten saber que el baris se hundió como pronto en los albores del siglo V a.C., o como muy tarde a mediados del siglo IV a.C.
El casco del Barco 17 Foto: Christoph Gerigk/Franck Goddio/Hilti Foundation.
Robinson dice que «Heródoto describe esos barcos como si tuvieran costillas por dentro. Y nadie sabía a qué se refería. Esa estructura no se había documentado arqueológicamente y ahora hemos visto que su descripción era exacta. Esta construcción es como Heródoto decía».
Hasta un 70 % del casco se ha conservado, sellado por la arcilla del fondo del Nilo. Las tablas de acacia, una madera dura, y el resto de características, han servido a los especialistas para desvelar el misterio herodotiano de los barcos que se construían por medio de costillas y tenían las velas de papiro. Transportaban enormes cargamentos puesto que no tenían cubiertas, y si no había viento eran arrastradas contra la corriente desde la orilla, por medio de cuerdas.
La ciudad de Thonis-Heracleion ha dado enormes sorpresas a los arqueólogos. FOTO: Christoph Gerigk/Franck Goddio/Hilti.
Dada la ausencia de ataque de gusanos en la madera, los arqueólogos consideran que nunca se utilizó en agua de mar. La perfecta conservación de la quilla, sin abrasiones, también les ha permitido concluir que nunca fue varado en playas de arena u orillas de piedra. El barco tenía el fondo plano y un lomo pronunciado. Hay un modelo en 3D en marcha, construido a partir de los datos recogidos durante las excavaciones.
Aparte de la explicación detallada de Heródoto, los investigadores han encontrado citada la existencia de los baris en diversos papiros ptolemaicos, demóticos y de época romana.
Fuente: abcblogs.abc.es/espejo-de-navegantes| 17 de marzo de 2019