Los misteriosos tambores neolíticos Folkton Drums, hallados en Gran Bretaña, podrían haber sido diseñados como medidas métricas

Los tambores Folkton exhibidos en el Museo Británico.

Un conjunto único de cilindros de tiza conocido como Folkton Drums podría haber sido diseñado como "medidas métricas" prehistóricas y utilizado en la construcción de monumentos como Stonehenge, según un nuevo estudio realizado por UCL y la Universidad de Manchester.
Los tambores de Folkton tienen alrededor de 5.000 años y fueron encontrados en antiguos enclaves arqueológicos en Gran Bretaña, pero hasta hace poco la función de estos artefactos era completamente desconocida, informa la University College of London.

El profesor Mike Parker Pearson (izquierda), del Instituto de Arqueología de esta universidad, ha señalado que “Durante casi 150 años, los tambores de Folkton han sido vistos como artefactos bonitos pero insondables”. Afirma que “Un nuevo enfoque de que su tamaño y elementos de diseño pueden, de hecho, tener aplicaciones para la construcción de monumentos tiene implicaciones interesantes para nuestro conocimiento de la sociedad neolítica".

El estudio, publicado en el British Journal for History of Mathematics, ha demostrado que al enrollar una cuerda un número fijo de veces alrededor de cada tambor, se puede obtener una unidad estándar de longitud. Esta unidad de longitud parece haber sido utilizada en la construcción de grandes círculos de piedra y madera, incluidos los muros de Stonehenge y Durrington en Wiltshire.

Los tambores de medición son objetos raros y enigmático, los cuales fueron tallados en bloques de tiza sólida por individuos que vivieron en comunidades agrícolas tempranas en Gran Bretaña durante el período Neolítico hace 5.000 años.

Tres de los tambores de tiza se descubrieron en 1889 cerca del pueblo de Folkton en Yorkshire, mientras que un cuarto (derecha) se descubrió más de un siglo después, cerca de Lavant en West Sussex.

La medida 3,22 metros, clave en el hallazgo

Los tambores parecen haber sido creados en una serie de tamaños cuidadosamente graduados, de modo que la circunferencia de cada tambor se puede usar para medir una proporción fija de una longitud estándar de 3,22 metros. Un cordón de esta longitud envuelve exactamente diez veces la circunferencia del tambor más pequeño y exactamente nueve, ocho o siete veces cada secuencia de tambores más grandes.

Estudios anteriores han demostrado que se utilizaron múltiplos de la medida estándar de 3,22 metros para establecer los diámetros de grandes terraplenes circulares y sus círculos de piedra y madera en los muros de Stonehenge y Durrington. Junto con la nueva evidencia de Yorkshire y Sussex, esto indica que en la antigua Gran Bretaña se usaba de modo generalizado una medición prehistórica estándar.

Los tambores Folkton exhibidos en el Museo Británico.

El diseño regular de monumentos rituales grandes y complejos, como Stonehenge, implica que el sitio de construcción se examinó cuidadosamente y que las dimensiones requeridas de las grandes piedras se podrían transferir a las canteras de piedra ubicadas a una distancia de hasta 260 kilómetros.

Los cilindros de medición habrían brindado un método preciso y portátil para garantizar que las piedras obtenidas en las cantera tuvieran el tamaño correcto, al tiempo que aseguraba que se pudieran construir monumentos de diseño similar en lugares muy separados.

El profesor Andrew Chamberlain (izquierda), de la Universidad de Manchester, apunta que "la tiza no es el material más adecuado para la fabricación de equipos de medición y se cree que los tambores pueden ser réplicas de los estándares originales con se trabajaba, los cuales estaban tallados en madera”. Sin embargo, la madera no se conserva en la mayoría de los sitios arqueológicos neolíticos y no se han encontrado dispositivos de medición de madera en la Gran Bretaña prehistórica.

"La existencia de estos dispositivos de medición implica, por lo tanto, un conocimiento avanzado en geometría prehistórica y de las propiedades matemáticas de los círculos".

La doctora Anne Teather (derecha), también de la Universidad de Manchester, cree que "estos hallazgos muestran lo importante que es continuar investigando artefactos en colecciones de museos y el valor en la investigación colaborativa para comprender la Prehistoria".

El profesor Parker Pearson concluye que "Los tambores de Folkton se encontraron en la tumba de un niño, lo que significa que las medidas estándar se asociaron de alguna manera con los niños, o con el crecimiento o el ciclo de vida humano, incluido el aprendizaje y la transmisión intergeneracional de conocimiento. Estos artículos eran casi ciertamente prestigiosos, aunque se desconoce cómo o hasta qué punto tenían poder social. Este trabajo abre el campo de los estudios sobre cultura material a nuevas y emocionantes posibilidades".

Fuente: University College London | 21 de diciembre de 2018

El enigma de los cuatro caballos de Ekain (Guipúzcoa)

Imagen de uno de los nuevos cuatro équidos hallados en la cueva de Ekain. UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

Nacieron hace unos 17.000 años en una cueva del actual Euskadi, luego vinieron milenios de oscuridad y ahora han vuelto a la vida gracias a los expertos de las universidades del País Vasco y Durham (Reino Unido). Son cuatro caballos grabados en el barro sobre una pared prehistórica y guardan un secreto: ¿Por qué fueron pintados en un recodo de una gruta de difícil acceso y utilizando una técnica muy poco frecuente?

Su historia reciente arranca en junio de 1968 cuando los espeleólogos Andoni Albizuri y Rafael Rezabal hallaron en Deba (Guipúzcoa) la que se conoce como cueva de Ekain, uno de los ejemplos de arte rupestre más importantes de España, y a la altura de Altamira. Se trata de una enorme cavidad en la que se representan medio centenar de animales y que fue designada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2008.

Ahora, un equipo dirigido por la arqueóloga Blanca Ochoa (izquierda) ha descubierto en una minúscula galería (La Fontana) los cuatro ejemplares, además de reinterpretar los grabados estudiados en décadas anteriores gracias a las nuevas tecnologías: lo que se pensó, en principio, que eran rinocerontes, en realidad correspondía a figuras de ciervos y bisontes.

“Las cuatro figuras que hemos hallado ahora fueron hechas directamente con los dedos en la arcilla por los ocupantes de la gruta”, explica Ochoa, algo que no es frecuente en este tipo de cuevas, ya que la mayoría de las existentes en el mundo fueron grabadas con instrumentos de piedra o pintadas con ocres. “Como la pared es de barro, buscaron una técnica pictórica que les permitiese dejar su impronta. El tallado o la pintura no permanecen en el barro. Solo la grabación sobre la arcilla aguanta”. Eso significa, dice la experta, qué quisieron decirnos algo. “El problema es el qué”.

Se desconoce con exactitud la fecha de los dibujos, pero los expertos consideran que son del periodo Magdaleniense; es decir, una etapa que ocupa entre 17.000 y 13.000 años de nuestra era.
Entre 1969 y 1975, según los datos que el Gobierno Vasco ha colgado en la web dedicada a esta cueva, se excavó el yacimiento en seis campañas. Los resultados fueron publicados en 1984 por Jesús Altuna y José María Merino hasta que han sido actualizados con los descubrimientos de Ochoa.

La gruta fue ocupada de forma no continuada entre hace 42.000 y 5.600 años, correspondiendo principalmente a los grupos humanos del Homo sapiens si bien la zona más profunda pudiera evidenciar el hábitat del Homo neanderthalensis”.

Además de restos de ciervos, rebecos, cabras y jabalíes llevados por los hombres para su consumo, han aparecido huesos de osos, que indican que la cueva fue utilizada como lugar de hibernación por los plantígrados cuando los humanos la abandonaban.

Hace unos 11.000 años Ekain fue ocupado con mayor intensidad. Durante el Magdaleniense —un periodo principalmente templado y húmedo— aparecieron instrumentos en hueso para la caza y numerosos útiles en piedra, algunos de cristal de roca (puntas, raspadores, buriles...). Hace 10.500 años la cueva se dejó de frecuentar con asiduidad y no fue hasta hace 5.600 años, cuando los grupos humanos que ya conocían la agricultura, la ganadería y la cerámica la convirtieron en lugar de enterramiento.

Gran panel de la Cueva de Ekain.

“Ekain forma parte de un fenómeno global de las comunidades cazadoras-recolectoras que habitaron el suroeste de Europa durante el Paleolítico superior. Su valor universal y excepcional radica en el genio creador humano y en ser testimonio único, o al menos excepcional, de una civilización desaparecida”, dice la web oficial de la cueva. Y Ochoa concluye: “Pero aún quedan muchas cosas por encontrar y entender, como qué nos quisieron decir con los cuatro caballos de arcilla”.

Fuente: elpais.com | 19 de diciembre de 2018

El Cabildo Insular de La Palma inaugura una muestra de cerámica bereber del Rif en el Museo Arqueológico

El Consejero de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo Insular de La Palma, Primitivo Jerónimo Pérez, ha inaugurado hoy en el Museo Arqueológico Benahoarita (MAB) la exposición La cerámica femenina bereber del Rif: Orígenes comunes con los aborígenes de La Palma. La muestra permanecerá abierta en este lugar hasta el 31 de enero de 2019.

Jerónimo destaca y agradece la gran labor de recuperación etnográfica que han llevado a cabo los comisarios y propietarios de la exposición, Jorge Wagner y María José Santos, cuyo trabajo aparece recogido en un valioso catálogo que se puede contemplar y consultar en el propio museo.
La exposición, que se puede visitar de forma gratuita, está constituida por algo más de un centenar de piezas originales realizadas por mujeres bereberes del Rif marroquí tales y como microcerámica, juguetes o vasijas de gran tamaño. Todo el material es original y se expone junto a objetos con los que se elaboraban las piezas (pinceles, cueros para alisar, barro, espátulas de madera, molinos abarquillados y morteros, desgrasantes…).

La muestra está ilustrada con numerosos paneles informativos, fotografías de todo el proceso de elaboración, así como varios audiovisuales, de gran valor etnográfico, en los que se puede apreciar la forma de trabajar de estas alfareras bereberes. Una tradición que, por otra parte, corre grave peligros de desaparición ante el avance de la sociedad moderna.

Dos piezas de la exposición.

Jorge Pais, director del MAB, destaca que entre las vasijas expuestas hay un buen número de piezas realizadas por miembros femeninos de Oulad ben Hamamou, poblado por la tribu haouara, situada en la vertiente sur del macizo del Rif. “Este dato es de sumo interés, por cuanto de este lugar es de dónde pudieron llegar los primeros pobladores de la antigua Benahoare, que dieron nombre a la isla” explica.

Uno de los rasgos más interesantes de la exposición es que todas las piezas están decoradas con una gran variedad de motivos geométricos (triángulos, reticulados y ajedrezados, vegetales, cruciformes, zoomorfos, antropomorfos…) que tienen una enorme carga simbólica directamente relacionada con la fertilidad y fecundidad (agricultura, lluvia, etcétera).

Fuente: eldiario.es | 17 de diciembre de 2018

Descubren tres nuevas tumbas en la necrópolis tardorromana de Chipiona (Cádiz)

Necrópolis tardorromana en Chipiona (Cádiz) - Ayuntamiento de Chipiona

Los arqueólogos han hallado tres nuevas tumbas en las excavaciones que se realizan en la necrópolis de la época tardorromana, de entre los siglos IV al V d.C., localizada junto al santuario de Nuestra Señora de la Regla en Chipiona (Cádiz).

Estas excavaciones se iniciaron este año, después de que se realizaran en la zona, en la Plaza del Humilladero, unos sondeos para comprobar si había alguna necrópolis, como apuntaba cierta documentación del siglo XVII que hablaba del hallazgo en el lugar de lápidas de la época romana.
Hasta el momento los arqueólogos han hallado restos óseos de 31 individuos en más de veinte tumbas. Entre ellos varios niños en ánforas.

Siete de estos enterramientos, entre ellos los tres últimos, han sido hallados durante la ejecución de las zanjas para la cimentación de los muros de la cripta que se construye en el lugar para que esta zona sea visitable, dentro de un proyecto que se denominará Centro Cultural Arqueológico El Humilladero.

Los arqueólogos que trabajan en esta necrópolis creen que se estableció en este lugar porque había en sus cercanías un lugar de culto que, de momento, se desconoce. «Ójala salga en las excavaciones», ha explicado a EFE Jacobo Vázquez, miembro del equipo de la empresa Atlas Arqueología y Patrimonio, que lleva a cabo los trabajos de excavación e investigación.

El Ayuntamiento de Chipiona realiza estas obras dentro de la primera fase de construcción del Centro Cultural Arqueológico El Humilladero con una subvención de la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía.

En una nota de prensa explica que ya hay viabilidad para una segunda fase que, como refrenda el descubrimiento de estas nuevas sepulturas, permitirá rediseñar la cripta que en estos momentos se realiza con fines museográfico.

«Ello dará pie a investigar en otros puntos del entorno, ya que se constata que la zona es un lugar en el que se muestra un interés por asentarse», añade la nota.

Fuente: abc.es | 13 de diciembre de 2018

Hallan restos de otro niño en Las Cuevas (Argentina) del que se supone tiene 5.000 años de antigüedad

Un hallazgo inesperado sorprendió este lunes al equipo de investigadores del Laboratorio de Paleoecología Humana (LPEH) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Cuyo: nuevos restos de un niño aparecieron en el mismo sitio arqueológico en el que fue descubierto en 2015 el “Niño de las Cuevas”.

“Es verdaderamente impactante que en el mismo sitio hayan aparecido dos entierros” a aproximadamente un metro y medio de distancia uno del otro, cuenta la codirectora del equipo arqueológico, Alejandra Gasco.

Los científicos trabajan en el sitio desde el 10 de diciembre, cuando llegaron al lugar a reabrir la excavación de los años anteriores. Primero despejaron el área de vegetación y montaron la cuadrícula para empezar a excavar. A unos días de cerrarla y dar por terminada la campaña, se vieron asombrados por el descubrimiento, que estaba totalmente fuera de sus predicciones.

¿Cómo se produjo el hallazgo? “Estábamos buscando el nivel estéril de la excavación, porque ya nos encontrábamos a la misma profundidad del entierro de 2015, en el que hallamos al otro niño, cuando apareció un rasgo particular: un círculo bien definido que tenía sedimento carbonoso, muy diferente del resto de la planta, que tiene un sedimento arcilloso rojizo. Se pensó en un principio que era parte de una estructura de combustión (un fogón) y se empezó a trabajar de otra manera que en el resto de la cuadrícula de la excavación”, detalló Gasco.

Y continuó: “Se alcanzaron a extraer un par de centímetros con un pincel y aparecieron allí fragmentos de la mandíbula: eso nos dio la pauta de que estábamos ante restos de un infante. Le dimos entonces aviso a la bioantropóloga Paula Novellino (Museo Cornelio Moyano-Conicet), quien nos dio el ‘OK’ para seguir despejando el entierro”.



Con herramientas especiales más finas, menos agresivas, procedieron a despejar el sedimento de los restos óseos para evaluar si el entierro estaba articulado y lograr determinar la posición en la que estaba depositado.

“A diferencia del entierro anterior, que se halló en el mismo sitio, en este sí logramos determinar bien la estructura funeraria, que tiene forma circular de unos 30 centímetros de diámetro, es decir muy pequeña, y que está sobre el sedimento arcilloso rojo, que se considera estéril en términos arqueológicos”, describió la investigadora.
Respecto de la antigüedad del nuevo infante, los investigadores estiman que podría ser contemporáneo del anterior niño, dada la profundidad a la que fue hallado. Además, en función del tamaño del nuevo esqueleto, se supone que sería menor que el primer “Niño de Las Cuevas”.
En estos días, uno de los miembros del equipo del LPEH, Luis Acuña, se concentra en despejar el entierro, mientras que el resto, Sol Zárate, Ines Zonana, Darío Trillas y Agustín Castillo, continúa la excavación para determinar el paquete sedimentario estéril definitivo.

A continuación, el Laboratorio de Paleoecología Humana, dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN), trasladará los materiales hallados para su inventariado, catalogación y análisis. En función de éstos se determinará la antigüedad, procedencia y alimentación del nuevo infante a través de análisis de radiocarbono y de isótopos estables de carbono y estroncio, tarea que estará a cargo de Ramiro Barberena. Se realizarán también estudios específicos para determinar edad, género y posible causa de muerte, los cuales serán realizados por Paula Novellino y Gabriela Da Peña, del Museo Moyano-Conicet.

En términos generales, a nivel antropológico, se analizarán también las estrategias de subsistencia y los patrones de movilidad del grupo humano que habitaba este ambiente en el pasado. También se estudiarán las interrelaciones entre distintos grupos humanos de un lado y otro de la Cordillera.

El valor patrimonial de los hallazgos arqueológicos

En febrero de 2015, un grupo de arqueólogos del Laboratorio de Paleoecología Humana del Conicet- FCEN-UNCuyo descubrió un esqueleto de un niño, de entre 3 y 5 años de edad, en un valle de la Cordillera de los Andes, a 3.200 msnm, muy cerca del Cerro Aconcagua. El sitio de donde proviene el entierro se ubica en la Villa de Las Cuevas, en el noroeste de la provincia de Mendoza (Argentina), casi en el límite argentino-chileno.

Este proyecto de investigación arqueológica y paleoambiental, avalado por el Conicet, la UNCuyo y la Agencia Nacional de Promoción y Tecnológica de Argentina, se ha abocado a estudiar la transición que se dio en el proceso de poblamiento humano de la región desde economías cazadoras-recolectoras a agropastoriles y la forma en afectó a estas últimas el contacto con sociedades estatales.


El antropólogo Víctor Durán, director del proyecto de investigación y del LPEH, rememoró que el "hallazgo de 2015 tuvo gran impacto a nivel mediático, y también en el ámbito de la investigación. Teniendo en cuenta la fecha que nos dio el estudio del entierro podemos asociar a este niño a un grupo de cazadores/recolectores. Los habitantes de la zona vivían de estas actividades. En aquel momento, el del hallazgo, nosotros teníamos una hipótesis: que esta gente, como todo cazador/recolector debe desplazarse en el territorio, porque van detrás de las presas, que en este caso es muy probable hayan sido guanacos, que habitan tanto en montaña alta como en montaña media, así como en los valles”.

Hasta el inicio de estos estudios solo se contaba con información arqueológica referida al período de dominación incaica (especialmente sobre un sacrificio de un niño que se depositó en un santuario de altura ubicado en el Aconcagua). Encontrar un esqueleto no era algo esperado por el grupo, ya que se habían descubierto muy pocos restos óseos humanos en ambientes de altura.

También causó sorpresa el resultado del fechado radiocarbónico que se hizo sobre un fragmento de uno de sus huesos mediante AMS. La fecha obtenida da a este individuo una antigüedad de 5.750 años. Es el más antiguo de la provincia de Mendoza y corresponde a un período en el cual las condiciones climáticas eran más favorables a las actuales (un poco más cálidas y húmedas) en la cordillera de acuerdo con estudios polínicos.

La información arqueológica regional permite proponer que la sociedad de la que provino este individuo tenía una economía cazadora-recolectora y una organización social de tipo banda. Seguramente se trataba de grupos pequeños (de entre 30 y 50 personas) que se movilizaban a lo largo del año, desde tierras bajas a tierras altas y viceversa, para obtener la carne de animales que cazaban (especialmente guanacos -Lama guanicoe-) y vegetales que recolectaban.
“Al haberse encontrado este entierro infantil puede asegurarse que era el grupo familiar completo el que se desplazaba (hombres, mujeres y niños) y que es probable que el valle de cordillera donde se lo dejó haya sido parte de un territorio mayor, un espacio de ocupación estacional al que se volvía en forma recurrente”, señaló Durán.

Saber ahora de dónde provenían estos antiguos montañeses y precisar aspectos de sus modos de vida es uno de los desafíos mayores del grupo de investigación. Este nuevo hallazgo permitirá ampliar los estudios en curso que han puesto a la localidad de Las Cuevas en una posición de gran importancia dentro de la Arqueología de la provincia y el país.

Comunicación pública de la ciencia

La investigación arqueológica se realizó en el marco de la 22ª Convocatoria de Proyectos de Extensión Universitaria y Vinculación Comunitaria: Universidad, Estado y Nación del Ministerio de Educación de la Nación y la Secretaría de Políticas Universitarias, para la cual el equipo del LPEH-FCEN presentó un proyecto que apuntaba a la puesta en valor de los recursos patrimoniales en la Villa de Las Cuevas. De ese modo, se montó, el 10 de diciembre, una exposición arqueológica temporal llamada “Patrimonio en Ambiente de Altura: cuevas, rutas y villas”.

En la muestra, que se articuló con un ciclo de charlas-taller, trabajó un equipo pluridisciplinario integrado por miembros de la Subsecretaría de Comunicación de la FCEN, la museóloga y antropóloga Laura Piazze, la historiadora Oriana Pelagatti, el especialista en turismo Diego Navarro y los arqueólogos Alejandra Gasco y Víctor Durán, quienes trabajaron en conjunto con estudiantes de Historia y Arqueología de la UNCuyo. El equipo recibió también apoyo del geólogo Diego Winocur, de la Universidad de Buenos Aires. En esta exposición se utilizó cartelería preexistente elaborada por Diana Aloia y Benjamín Bender.

Fuente: losandes.com.ar | 18 de diciembre de 2018

El Museo Arqueológico Regional de Madrid viaja a África para mostrar los orígenes de la humanidad

La frase “el saber no ocupa lugar”, generalmente la escuchamos referida a que nuestro cerebro es capaz de enriquecerse con miles de conocimientos que podemos absorber como esponjas para enriquecernos personalmente.

Pero también se puede aplicar a las exposiciones como la que nos trae en esta ocasión el Museo Arqueológico Regional de Madrid. Tan solo una vitrina de unos metros de larga, pero que condensa el resultado de los descubrimientos en uno de los yacimientos más ricos del planeta en estos momentos, y cuyos trabajos han ayudado a desvelar algunos secretos que han revolucionado recientemente a la comunidad científica.

El MAR, o Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, te presenta por tanto la exposición En África hace 1,7 millones de años: el origen del Achelense que presenta los hallazgos de los yacimientos de Olduvai Gorge en Tanzania, donde un equipo español ha tomado el relevo de los grandes investigadores sobre el origen de la humanidad en África.

La pieza central es un gran bifaz de basalto, cuya imagen puedes apreciar más abajo, un prodigo técnico de enormes proporciones y bellísima factura. Junto a los ejemplares de Konso (Etiopía) y Kokiselei (Kenia), el bifaz presentado, datado hace 1,7 millones de años, supone un hito fundamental en el surgimiento de conceptos plenamente humanos, como la simetría, infiriéndose un significado neuroestético más allá de lo meramente funcional.

Se muestran, además, materiales originales nunca antes expuestos procedentes de una zona, la garganta de Olduvai, considerada el más privilegiado solar para el estudio de la hominización y que acompañaban al bifaz en su descubrimiento.

Un yacimiento singular

Se trata de un yacimiento que ha ofrecido importante información sobre el surgimiento de uno de los más sorprendentes y exitosos avances técnicos de la Humanidad: el Achelense, un complejo cultural caracterizado por la elaboración de grandes instrumentos de piedra, como las hachas de mano (bifaces).

El Achelense, originario de África, se extendió por el Viejo Mundo perdurando como principal manifestación de la cultura material humana durante casi un millón y medio de años.
Se muestran, además, materiales originales nunca antes expuestos procedentes de una zona, la garganta de Olduvai, considerada el más privilegiado solar para el estudio de la hominización y que acompañaban al bifaz en su descubrimiento.

Aunque explorado ya a principios del siglo pasado, fueron los trabajos de Louis y Mary Leakey a mediados del siglo XX los que colocaron en el mapa a este singular rincón del Rift africano, cuna de especies tan relevantes como el Paranthropus boisei y el Homo habilis.

Desde hace algunos años, un equipo científico español integrado en el T.O.P.P. (The Olduvai Paleonthropology and Paleoecology Project), bajo la Dirección de Manuel Domínguez Rodrigo, Audax Mabulla y Enrique Baquedano, viene excavando en el yacimiento de FLK West (Tanzania). Fruto de estos años de investigación ha sido la creación del Instituto de Evolución en África (IDEA), dirigido por el Dr. Manuel Domínguez y el Dr. Enrique Baquedano y que tiene su sede en Madrid.



‘En África hace 1,7 millones de años: el origen del Achelense’ se encuentra englobada dentro de la línea de exposiciones de pequeño formato inauguradas por el Museo Arqueológico Regional en 2014, bajo el título general ‘El Presente de la arqueología madrileña’. De este modo, se pretende dar a conocer aspectos puntuales, pero muy relevantes, de la investigación arqueológica en la Comunidad de Madrid o por equipos de nuestra región en el extranjero.

Esta muestra es la cuarta de esta serie, que arrancó con el descubrimiento de una nueva especie, ‘Haploidocerus Mediterraneus. Una nueva especie de ciervo en el Pleistoceno ibérico’, y continuó con ‘Esperando tiempos mejores. Las ocultaciones tardorromanas del siglo V d.C. en Cubas de la Sagra’. La exposición toma el relevo de ‘Colonos de la Primera Edad de Hierro en Madrid: las longhouses de Las Camas (Villaverde Bajo, Madrid)’.



Inauguración

El viceconsejero de Cultura, Turismo y Deportes, Alvaro Bailarín, junto con el director del MAR, Enrique Baquedano, acompañados por Manuel Domínguez, codirector de la excavaciones y José Vicente Saz, rector de la Universidad de Alcalá, han participado en la inauguración de la muestra, comisariada por Fernando Diez, miembro del equipo de científicos españoles en Olduvai.


Fuente: dream-alcala.com | 17 de diciembre de 2018