Descubren el queso más antiguo del mundo, producido hace 7.200 años en Croacia

Varios recipientes hallados en Dalmacia, Croacia, en el marco de este trabajo - Sibenik City Museum

En occidente, la civilización nació hace unos 10.000 años en las orillas de grandes ríos como el Nilo, el Tigris y el Éufrates. Su nacimiento ocurrió cuando los humanos adoptaron la agricultura y la ganadería y pudieron permitirse el establecer asentamientos permanentes. Si por entonces se crearon leyes, templos o reyes, fue gracias a alimentos como el trigo o la leche.

En los últimos años, una novedosa técnica permite reconstruir esta gran historia del nacimiento de las civilizaciones. Ahora es posible estudiar restos de cerámica en busca de rastros de alimentos como los ácidos grasos. De hecho, un estudio que se acaba de publicar en la revista PLOS ONE, y realizado por científicos de la Universidad del Estado de Pensilvania (EE.UU.), acaba de informar del hallazgo de las evidencias más antiguas de producción de queso blando y yogur en la región mediterránea. Los restos se localizaron en la costa de Dalmacia, en Croacia, y tienen una antigüedad de 7.200 años.

Ubicación de yacimientos neolíticos con evidencia directa de residuos de producción de leche y queso en el litoral mediterráneo y en Europa continental. Recuadro: el área de estudio, en el que se muestra la ubicación de Pokrovnik y Danilo Bitinj en la costa dálmata de Croacia.

«Esto hace retroceder el momento de la aparición de la producción de queso en 4.000 años», ha dicho en un comunicado Sarah B. McClure (izquierda), antropóloga en la Universidad del Estado de Pensilvania y primera autora del estudio. «Esta es la presencia de lípidos de leche fermentada más temprana registrada, y está entre las más antiguas incluso en fuentes documentales», reza el estudio.

Los investigadores han sugerido que los productos fermentados tuvieron un importante impacto en estas poblaciones por dos motivos: porque su contenido en lactosa es más bajo que el de la leche, (no hay que olvidar que la población adulta era intolerante a la misma), y porque eran fácilmente almacenables.

Esto ayudó, según han sugerido, a reducir la mortalidad infantil y acelerar el destete, lo cual implicó que el intervalo entre embarazos pudiera reducirse y, por tanto, a que aumentase la población. Además, el queso y el yogur permitieron que los adultos accedieran a este alimento. En consecuencia, los granjeros pudieran recurrir a una fuente alternativa de comida que pudo ser fundamental en zonas septenterionales, donde el duro clima provocaba que la agricultura no fuera tan productiva ni predecible, sostienen los investigadores.

Distribuciones de probabilidad de datos calibrados por C 14 de tipos de cerámica con residuos asociados en los yacimientos de Pokrovnik y Danilo Bitinj y la cronología de la cerámica regional general. Las muestras de cerámica se seleccionaron a partir de niveles estratigráficos con dataciones de radiocarbono generadas a partir de huesos y semillas. Ejemplos de tipos de cerámica del Neolítico dálmata: a) Cerámica impresa; b) Figulina; c) Cerámica fina de Danilo; d) Ritón; e) fragmento de un colador. Fotos impresas bajo licencia CC BY, con permiso de Muzej Grada Šibenika 2018.

Un hito en la alimentación

Este hito en la historia de la alimentación ocurrió después de que se empezara a beber leche no fermentada. Se sabe que, hace al menos 7.700 años se consumía leche y que, por entonces, los adultos eran intolerantes a la lactosa. Solo los niños de hasta 10 años podían beberla con comodidad.
«Probablemente se le daba leche a los niños, porque es una buena fuente de hidratación y porque está relativamente a salvo de patógenos», sostiene McClure.

Pero, ya hace 7.200 años, aparecieron algunos productos fermentados, cuyo rastro es visible también en la aparición de nuevos objetos de cerámica que nunca antes se habían hecho. «La producción de queso era lo suficientemente importante como para que la gente hiciera nuevos tipos de recipientes de cocina», declara McClure. Y esto no es algo anecdótico. La cerámica de cada momento reflejó el tipo y variedad alimentaria que se adoptaba.

De hecho, esta investigación se realizó gracias al estudio de restos de cerámica hallados en la costa este del Adriático, en la región de Dalmacia (Croacia), cerca de Pokrovnik y Danilo Bitinj. Los investigadores analizaron la presencia de isótopos de carbono adheridos a estos recipientes en busca de huellas de carne, pescado, leche y productos fermentados. Las técnicas de datación por isótopos de carbono, tanto en semillas como en huesos asociados, les permitieron estimar la antigüedad de dicha cerámica.

Fuente: abc.es| 6 de septiembre de 2018

Los neandertales tenían cerca de un 20% más de capacidad pulmonar que los ‘Homo sapiens’

Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) han calculado por primera vez la capacidad pulmonar de los neandertales y confirmado que era considerablemente superior a la de Homo sapiens. Los datos apuntan a que la capacidad pulmonar de los neandertales era alrededor de un 20% mayor que la de los humanos modernos. Para este estudio, realizado a partir técnicas de antropología virtual y morfometría geométrica 3D, han contado con los datos fisiológicos experimentales del Hospital Universitario de La Paz.

El equipo ha utilizado fósiles correspondientes a elementos costales de tres individuos diferentes: Kebara 2, del yacimiento israelí que tiene una antigüedad de 60.000 años; Tabun 2, también localizado en Israel pero con 120.000 años de antigüedad y el Sidrón, yacimiento de hace casi 50.000 años situado en Asturias.

“Hemos estimado una capacidad pulmonar en torno a los 9 litros para los neandertales masculinos de Kebara 2 y El Sidrón. Los fósiles de Tabun corresponden a un neandertal femenino y revelan una capacidad pulmonar en torno a los 6 litros”, explica el investigador del MNCN, Daniel García Martínez (izquierda). “Los datos obtenidos muestran capacidades pulmonares mucho mayores en Homo neanderthalensis que en Homo sapiens donde la media masculina ronda los 7 litros y la femenina 5”, continúa.

“Este estudio es el primero en calcular la capacidad pulmonar de un homínido fósil. Los resultados obtenidos son coherentes con la teoría de que esta especie extinta requería de gran cantidad de oxígeno para poder sustentar las necesidades metabólicas que exigían su mayor musculación y masa cerebral”, aclara Markus Bastir (derecha).

“Asimismo concluimos que esta gran capacidad pulmonar puede reflejar una tendencia evolutiva extendida a todo el género 'Homo' ya que también se observa en otras especies. Parece que el sistema respiratorio tiene un papel destacado en la evolución de la forma del cuerpo de estas especies”, apunta el investigador del MNCN.
a) Forma del tórax y los pulmones en vista frontal de los humanos modernos y neandertales, así como una imagen de sus cerebros en la vista lateral. El tórax y el cráneo neandertales pertenecen a Kebara 2 y Guattari 1, respectivamente. El tórax y el cráneo de humanos modernos pertenecen a un promedio de cuatro humanos modernos y a un individuo, respectivamente. B) Superposición en vista frontal del tórax y pulmones de Neandertal y humano moderno. C) Superposición en vista inferior, donde se puede observar una mayor anchura y profundidad en Neandertales (Imágenes de los cráneos proporcionadas por el Dr. García Tabernero).

¿Para qué tanto oxígeno?

Humanos modernos y neandertales tienen muchas cosas en común pero también notables diferencias anatómicas. Los humanos modernos tienen una complexión más estilizada mientras que los neandertales que tenían la frente huidiza, una cara muy grande proyectada hacia delante, extremidades más cortas y torsos (tórax y pelvis) más anchos, presentando una complexión más robusta.

Hasta ahora los estudios sobre su anatomía apuntan a que tenían un cerebro mayor, 1500 centímetros cúbicos frente a 1300, y en torno al 10 o 15% más de masa muscular.
Ambos tejidos, cerebro y músculos, consumen gran cantidad de energía que es suministrada al organismo en forma de nutrientes y también con el aporte de oxígeno. El oxígeno permite, a través de procesos catabólicos, la obtención de energía.

“Por las características descritas sabemos que esta especie requería grandes cantidades de energía. Esa necesidad, además de que posiblemente jugó en su contra a la hora de sobrevivir, se ve reflejada en una caja torácica mayor en su parte inferior, la zona donde se inserta el musculo encargado de la inspiración, el diafragma".

Fuente: agenciasinc.es | 6 de septiembre de 2018

ADN, sexo y otros mensajes del pasado

Resto fósil “Denisova 11”, en el que se ha extraído ADN. Fuente: Nature.

Empezamos el nuevo curso con una noticia de enorme interés, que nos plantea numerosas preguntas y reflexiones. El 22 de agosto, la revista Nature publicó nuevos datos sobre el mestizaje entre los neandertales y los denisovanos. Aunque ya se habían encontrado evidencias de este fenómeno, el caso presentado por Viviane Slon, Svante Pääbo (Instituto Max Planck, Alemania) y otros investigadores, nos habla de un híbrido de primera generación. Un pequeño trozo de hueso humano, catalogado como “Denisova 11”, pertenció a una chica joven, cuyo padre era denisovano y su madre neandertal. Esta chica, que ha recibido el cariñoso apelativo de Denny, vivió hace unos 90.000 años en el fértil valle donde se abre la boca de entrada de la cueva de Denisova.

La noticia ha levantado una gran polvareda. No es para menos, porque la paleogenética es capaz de revelar muchos secretos celosamente guardados por los fósiles, aunque se trate solo de fragmentos casi irreconocibles. Pero no debemos olvidar que las grandes preguntas sobre la misteriosa población humana de Siberia siguen en el aire: ¿quiénes eran los denisovanos? ¿representaban realmente una especie?, ¿es posible determinar que los denisovanos pertenecieron a una especie distinta de los neandertales, solo con conocer su ADN?, ¿qué aspecto físico tenían?

Es evidente que los denisovanos eran homininos distintos a los neandertales y los humanos modernos, de acuerdo con las diferencias que se observan en su material genético. Pero, ¿cuán diferentes eran? Algún día aparecerán restos de cierta entidad que permitirán conocer el aspecto físico de estos misteriosos humanos. Apuesto a que su parecido con los neandertales será notable. Y no lo digo porque se haya demostrado de manera repetida su capacidad para hibridar y dejar descendencia fértil, sino por el hecho de que denisovanos y neandertales comparten, según los expertos, un ancestro común que vivió hace algo menos de 400.000 años. En términos geológicos y biológicos es poco tiempo como para que se hubiera establecido diferencias físicas notables entre ellos.
Por otro lado, es muy posible que los denisovanos hubieran quedado aislados en ciertas regiones de Siberia, con unas condiciones muy favorables para la vida. Algo así como un “mundo perdido” en la inmensidad de Eurasia. El “imperio neandertal” se extendió por buena parte de Eurasia en los momentos climáticos favorables, por lo que solo era cuestión de tiempo que las dos poblaciones volvieran a encontrarse. El posible aislamiento de los denisovanos no fue óbice para que tuvieran encuentros sexuales con los neandertales, quizá de manera sistemática. El hecho de que a las primeras de cambio aparezca una chica híbrida de primera generación da pie a pensar que esos encuentros fueron muy frecuentes.

Esquema del intercambio genético entre humanos moderno, neandertales y denisovanos. Ellos y quizá otros homininos (como los de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca) forman un clado con diferentes linajes relacionados por un antecesor común relativamente reciente. Fuente: Fox News.

Nuestra especie también hibridó con los neandertales y con los denisovanos. Exceptuando a las poblaciones africanas subsaharianas (que se quedaron en su tierra natal), llevamos en nuestro genoma un pequeño recuerdo de aquellos encuentros entre ellos y nosotros. Nuestro ancestro común con los neandertales y los denisovanos pudo vivir hace más de 700.000 años, según estimaciones de los genetistas. Así que todo ese tiempo no fue suficiente para evitar la posibilidad de tener descendencia fértil.

Todos estos resultados, con ser llamativos y muy mediáticos, nos llevan a reflexionar sobre lo que pudo suceder en el “tiempo más profundo” de nuestra evolución. ¿Qué valor tiene el concepto de especie en paleontología, cuando esas presuntas especies están muy próximas en el espacio y en el tiempo? Sabemos, por ejemplo, que hace entre 2,5 y 1,5 millones de años existió una gran diversidad de homininos en África ¿Eran especies diferentes?, ¿podían hibridar entre ellas? La respuesta sería afirmativa, caso de que aquellos humanos compartieran los mismos ecosistemas. Sin embargo, mientras no exista un método que permita responder a esas preguntas tendremos que seguir confiando en los huesos. Si las diferencias entre los fósiles son razonablemente significativas seguiremos hablando de especies distintas. La cuestión estriba en saber “cuáles son los límites de lo razonable para cada especialista”.

Volviendo al caso que nos ocupa, neandertales, denisovanos y humanos modernos (y otros humanos) forman parte de una rama particular del árbol de nuestra evolución. En términos científicos diremos que forman un “clado”; un grupo de homininos que comparten un origen común relativamente reciente y que forman una rama única y exclusiva (monofilética) dentro de una determinada clase de organismos (los primates, por ejemplo). Podríamos preguntarnos sobre la categoría taxonómica de cada linaje (especie, subespecie…). En el clado de los denisovanos, neandertales, etc. tenemos que incluir a los humanos recuperados en el yacimiento de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca, que también están muy relacionados genéticamente con los miembros de ese grupo. Todos ellos (y nosotros) podíamos hibridar, aunque nuestro aspecto físico no fuera el mismo. Cabe pues plantearse cuestiones taxonómicas profundas: ¿podemos hablar de especies hermanas?, ¿o quizá preferimos hablar de una única especie formada por varias subespecies? Como paleontólogo, apuesto por hablar de diferentes especies y no solo por cuestiones prácticas. El concepto de especie tiene que tener más laxitud. Hemos de reconocer la posibilidad de intercambio genético entre especies próximas, pero no podemos volvernos locos y dudar sobre la identidad de aquellas entidades biológicas que han tenido y tienen su propia historia evolutiva.

Fuente: quo.es | 4 de septiembre de 2018

Demuestran que el Laberinto de Creta nunca existió

Mosaico romano de Recia que representa el mito de Teseo y el Minotauro en el laberinto.

El Laberinto de Creta es una de las leyendas más importantes de la mitología griega. Contruido por Dédalo para esconder al Minotauro, los estudiosos se han afanado desde siempre en encontrar los restos del monumento, que situaban en el palacio minoico de Cnosos, contruido en torno al 1900 a. C.
Sin embargo, un nuevo estudio, realizado por Antonis Kotsonas (izquierda), de la University of Cincinnati, y publicado en American Journal of Archaeology, apunta a que el laberinto nunca existió. Este especialista ha llevado a cabo una profunda investigación a través de referencias literarias y materiales relacionadas con el mito a través de varios milenios. La conclusión es que la mítica construcción que alojaba al Minotauro solo es una «memoria abstracta» de tiempos ancestrales y que no está relacionado con un monumento real.

Kotsonas apunta a que las primeras versiones del mito de Homero, Heródoto y Ferécides, que han llegado a nuestros días no mencionan el Laberinto de Creta. Es a partir de Platón cuando el término «laberinto» se usa para describir «estructuras y situaciones metafóricas de las que resulta difícil escapar», de acuerdo con la publicación «Cosmos».

El investigador señala al poeta y erudito Calímaco como la primera fuente que enlaza el Minotauro con el Laberinto de Creta. Originario de Alejandría del Egipto Ptolemaico (siglo tres a. C.), Kotsonas sostiene que el escritor conocía el Laberinto Egipcio, una estructura «indudablemente» real construida por Amenemhet III antes de morir en 1770 a. C., y simplemente «extendió el término a la mitología cretense». Dos referencias helenísticas posteriores al Laberinto de Creta también provienen de eruditos en el Egipto ptolemaico, según la citada publicación.

Las ruinas del Palacio de Cnosos en Creta, donde erróneamente se cree que había un laberinto. BANET12 / GETTY IMAGES

El Laberinto de Creta tal y como lo conocemos comenzó tras la anexión de Creta al Imperio Romano en torno al 66 a.C. Los romanos trataban su existencia como real y colocaban su ubicación explícitamente en Knossos. The Times afirma que fue entonces una decisión política, basada en el firme objetivo de los romanos de verse a sí mismos como herederos de la Grecia clásica, y también se convirtieron en grandes mercadólogos del turismo cultural en los sitios mitológicos griegos, ya fuera respecto a un laberinto en Creta o una Troya escondida. Y los Segundos Sofistas, miembros de un movimiento literario que alcanzó su apogeo alrededor del 230 d.C., vieron en el Minotauro una metáfora de la corrupción natural del tirano Minos.

Kotsonas, en su propia obra de detective laberíntica, revela cómo la idea de un Laberinto de Creta se revitalizó progresivamente durante los períodos romano, bizantino, renacentista y victoriano. El proceso fue continuado a mediados del siglo XX por helenistas y anticuarios, completando, dice, su "metamorfosis de la memoria abstracta a un monumento físico".

Un jarrón griego antigu, que muestra a Teseo dando muerte al Minotauro. ULTIMA_GAINA/GETTY IMAGES

Este investigador desmonta también las ubicaciones tradicionalmente ligadas a esta mítica construcción. De acuerdo con The Times, no hay rastros del arte conmemorativo que cabría esperar si los griegos clásicos creían que el palacio Cnosos era el laberinto.

La otra situación alternativa es el complejo de cuevas cerca de Gortina, al sur de la isla. Pero Kotsonas afirma que esta teoría no está bien sustentada ni literaria ni arqueológicamente.

Fuente: abc.es | 3 de septiembre de 2018

Cueva de Ardales (Málaga): Los neandertales se acercan al 'Homo sapiens'

Signos rojos realizados con las yemas de los dedos en la cueva de Ardales.

El Homo neanderthalensis está cada vez más cerca. Ya no está tan claro si procedemos directamente del Homo sapiens o si en nuestro código genético albergamos finalmente algo de neandertal, aquel hombre que pareció extinguirse, pero que ahora resurge para tambalear los manuales de Prehistoria y reabrir el debate internacional de la mano de este proyecto que se lleva a cabo en la cueva andaluza de Ardales, en Málaga.

Las últimas revelaciones las descifró un equipo de investigadores de la Universidad de Cádiz y el Neanderthal Museum de Mettmann (Alemania), que lideran el proyecto, a su vez dirigido por el catedrático de Prehistoria de la UCA, José Ramos Muñoz (izquierda), y el profesor de la Universidad de Colonia Dr. Gerd-Christian Weniger (derecha). Juntos revelaron hace unos meses en una rueda prensa, y tras publicarlo en la revista Science, que los neandertales también se comunicaron a través del arte, llegando a datar en la Península Ibérica arte rupestre hace 66.700 años, es decir, unos 20.000 años antes de las fechas conocidas hasta ahora.

Ahora, a aquel hallazgo realizado mediante el método de análisis de Uranio Torio (U/TH), gracias al análisis de la calcita que se deposita sobre las representaciones artísticas, se suma la excavación arqueológica que se lleva a cabo en la Cueva de Ardales, en la que se ha llegado ya a niveles de hace 50.000 años, con la aparición de numeroso utillaje y material vinculado a esta actividad.
Un descubrimiento que próximamente ofrecerá nuevas sorpresas vinculados al estudio genético, explica José Ramos, "pues no se sabe si realmente se extinguieron o convivieron". Así, el catedrático de Prehistoria de la UCA confirma que se ha llegado a niveles de 45 a 50.000 años -niveles ocupados por neandertales del Paleolítico Medio- con la "aparición de fauna, tecnología lítica y material ocre perteneciente a comunidades neandertales", concreta el experto, que hace hincapié en el ocre hallado y con el que estos primeros pobladores del sur de la península ya se comunicaban a través del arte, contra todo lo que se ha dicho de que su uso era patrimonio exclusivo del Homo sapiens.

Arqueólogos trabajando en la cueva de Ardales, en la provincia de Málaga.

De forma paralela, en Sima de las Palomas de Teba, a unos 15 kilómetros de la anterior, en niveles del Paleolítico Superior "se ha constatando la interacción, movilidad y control del territorio de comunidades neandertales entre las dos cuevas" y la obtención también de materias primas líticas. "Ahora sabemos que el campamento importante estaba en la entrada de Ardales, en una zona llamada la Cucarra y en la Sima de las Palomas de Teba, y que al interior de Ardales entraban para diversas acciones como la pintura".

De este modo, se constata que las dataciones de Sima de las Palomas de Teba y de Ardales son totalmente coherentes tanto en las fases del Paleolítico Superior como del Paleolítico Medio. De hecho, el estudio avanza que ambas cuevas -Ardales y Sima de las Palomas de Teba- presentan amplias secuencias sedimentarias con registros líticos, óseos, antropología física y evidencias que permiten estudiar los modos de vida de las sociedades cazadoras-recolectoras paleolíticas que la frecuentaron. También se ha avanzado en la frecuentación de en ambos yacimientos de grupos antropológicos neandertales y los primeros Homo sapiens.

Foto: Sima de las Palomas de Teba (Málaga).

Las analíticas, continúa Ramos, han localizado también espacios con fuegos y hogares relacionados con la alimentación, desde hace más de 70.000 años.
Un proyecto que está dando grandes resultados en aspectos como "la sustitución o asimilación de los neandertales, sus capacidades cognitivas, su control del territorio, la convivencia, la enculturación y la transmisión de tecnología" y que sigue ahondando en la vinculación con las similitudes y diferencias de la tecnología y modos de vida con las sociedades pleistocenas del norte de África.

El proyecto, autorizado por la Junta de Andalucía, se titula Las sociedades prehistóricas del (Paleolítico Medio al Neolítico Final) en la Cueva de Ardales y Sima de las Palomas de Teba (Málaga, España). Estudio geoarqueológico, cronológico y medioambiental, y está financiado con fondos Feder.

Fuente: diariodecadiz.es | 4 de septiembre de 2018

Diez años siguiendo el rastro de los hombres de Neandertal en Cova Eirós (Lugo)

En el yacimiento paleolítico de Cova Eirós -en Triacastela, Lugo- terminó ayer la décima campaña arqueológica anual que se ha llevado a cabo desde que en el verano del 2008 se descubrió que esta gruta había servido de refugio a los hombres de neandertal.

En las excavaciones, iniciadas el día 6, no hubo hallazgos de carácter excepcional, pero se consiguió desenterrar una gran cantidad de artefactos líticos y restos fósiles de animales similares a los hallados en las anteriores campañas, de los que los arqueólogos esperan extraer numerosos datos de interés.

Entre industrias líticas y fósiles, durante este mes se recogieron cerca de 1.900 piezas. Según explica Arturo de Lombera (izquierda), codirector de las excavaciones, en esta campaña se terminó de estudiar el llamado nivel arqueológico 3, una capa de terreno datada aproximadamente entre hace 40.000 y 45.000 años. También se exploró extensamente el nivel 4, situado por debajo del anterior y por tanto más antiguo, aunque su edad aún no se conoce con precisión.
«En una primera datación que se hizo hace tiempo se le atribuyeron unos 118.000 años, pero después se comprobó que ese análisis era erróneo y que este nivel es seguramente más reciente», explica el arqueólogo. «En esta campaña recogimos muestras para realizar nuevas dataciones con el método del carbono 14 o bien con otras técnicas, a fin de intentar definir con certeza su edad real», añade.

Teniendo en cuenta los materiales extraídos de estos dos niveles arqueológicos, los investigadores suponen que la cueva fue habitada por los neandertales de maneras diferentes en esas dos épocas de la prehistoria. Según indica De Lombera, «las ocupaciones del nivel 3 parecen haber sido más cortas y de menor intensidad, es decir, que la cueva fue usada como refugio de forma puntual, tal vez para despiezar y consumir algún animal cazado en los alrededores y para tallar algunas herramientas líticas». En cambio, según todos los indicios las ocupaciones del nivel 4 fueron más estables y prolongadas.

En esta campaña también se empezó a excavar otro nivel de terreno más antiguo -el número 5-, pero por ahora sólo se obtuvieron en él unos pocos materiales. Los investigadores tienen previsto seguir estudiando ese nivel en la campaña del verano próximo, con la que se dará continuidad a este proyecto arqueológico -denominado «Ocupaciones humanas durante el Pleistoceno de la cuenca media del Miño»- que comenzó en Monforte en el 2006 y fue después extendido a Becerreá y Triacastela. Las investigaciones son coordinadas por la Universidad de Santiago y cuentan con la financiación de la Consellería de Cultura.

Fósiles de osos cavernarios, rebecos y bóvidos especialmente bien conservados

Entre los restos fósiles desenterrados en Cova Eirós en la campaña recién terminada destacan varias piezas singularmente bien conservadas. Es el caso de un colmillo de oso de las cavernas (izquierda), una mandíbula de ciervo, un asta de rebeco unida a un fragmento de cráneo y diversos restos de lo que parece ser un bóvido de gran tamaño, posiblemente un bisonte. En la campaña del año pasado ya se habían encontrado otros vestigios que tal vez pertenecen al mismo animal. «En lo que respecta a los fósiles, esta campaña ha sido especialmente satisfactoria, porque encontramos una buena cantidad de huesos enteros que son muy representativos de varias especies propias del Paleolítico Medio», señala a este respecto Arturo de Lombera.

El arqueólogo indica por otra parte que en todas las excavaciones realizadas hasta ahora en la cueva se han podido recuperar abundantes muestras de fauna, aunque en cantidades inferiores a las industrias líticas. «La proporción pueden oscilar entre un 70% de industrias y un 30% de fósiles, o un 60% frente a un 40% según los casos», precisa. Aunque el inventario de las piezas recogidas en esta campaña aún no concluyó, se espera que la proporción sea similar a las anteriores.


Dentaduras de herbívoros

Los estudios que está previsto realizar próximamente con los fósiles hallados en la cueva comprenden una investigación específica sobre el desgaste de los dientes de los herbívoros. «Dependiendo de la época del año, los dientes de estos animales muestran distintos niveles de desgaste y con este estudio esperamos poder determinar en que estación del año había herbívoros viviendo en el entorno de la cueva», explica Arturo de Lombera.

Los fósiles recuperados en la campaña de este verano se sumarán a otros muchos que fueron hallados en años anteriores. Entre ellos hay restos que muestran señales de procesamiento humano, es decir, que corresponden a animales cazados y consumidos por los ocupantes de la cueva. En otros casos se trata de animales salvajes que murieron en esta cavidad de forma natural o que pudieron ser arrastrados a su interior por carnívoros y carroñeros. Todo ello, según apuntan los investigadores, indican que la cueva fue utilizada como cubil o como refugio ocasional por animales de diversas especies en los períodos en los que no estaba ocupada por grupos humanos nómadas.

Útiles fabricados con minerales locales y otros de origen desconocido

Las herramientas de piedra recuperadas en Cova Eirós en las última campaña -al igual que en las anteriores- están fabricadas en su mayoría con cuarzo y con un tipo de cuarcita oscura de gran calidad para la talla. La procedencia de estas dos clases de materiales es muy diferente, según apunta el codirector de las excavaciones. «Las piezas de cuarzo fueron talladas con piedras recogidas en lugares próximos a la cueva, seguramente en ríos y arroyos, mientras que las cuarcitas proceden de otros puntos, ya que este tipo de mineral no se encuentra de forma natural en el territorio», comenta De Lombera.

Los investigadores que trabajan en el proyecto arqueológico, por otro lado, seguirán buscando el origen geográfico de estas cuarcitas, que todavía se desconoce. Determinar su procedencia es de gran importancia para reconstruir las rutas de desplazamiento de los grupos nómadas que ocuparon la cueva durante el Paleolítico Medio, la época en que vivieron los hombres de Neandertal.

Tecnología típica

La piezas líticas descubiertas en esta campaña, indica asimismo De Lombera, muestran los rasgos característicos de las técnicas de talla conocidas como Levallois y discoidal, propias de los neandertales. «Son ejemplares de libro», señala el arqueólogo a este respecto. Lo mismo ocurre con muchos otros materiales exhumados en las campañas precedentes.

Fuente: lavozdegalicia.es | 30 de agosto de 2018