¿Qué sabemos con seguridad de la primera expansión de Homo sapiens fuera de África?

Herramientas y otros elementos del registro arqueológico del yacimiento australiano de Madjedbebe. Fuente: Nature.

En la literatura sobre la evolución humana pueden encontrase debates interminables sobre el momento en el que sucedió algún hecho trascendental, como la colonización de un determinado continente. De cuando en cuando se publican datos sobre yacimientos que parecen romper barreras temporales. Pero las evidencias no siempre son demoledoras y surgen las dudas. Por ejemplo, el 20 de julio de este mismo año, el investigador Chris Clarkson (Universidad de Queensland, Australia) lideró una publicación en la revista Nature en la que abogaba por una colonización del continente australiano hace entre .... Para ello, Clarkson y sus colegas analizaron el registro arqueológico del yacimiento de Madjedbebe, en el norte de Australia.

Ese dato no resulta extraño en el marco teórico de una expansión de nuestra especie fuera de África hace unos 120.000 años, a través del estrecho de Bab el-Mandeb. Varios yacimientos en la península de Arabia y en sur de China podrían dar credibilidad a esa teoría. Algunos de los yacimientos cuyos hallazgos abogan por una expansión temprana de Homo sapiens fuera de África han sido criticados por determinados colegas. A pesar de ello, la teoría se mantiene en la arena, buscando argumentos a su favor y, sobre todo, yacimientos con evidencias incontestables.

La primera oposición global a esa expansión tan precoz de nuestra especie ha llegado precisamente como respuesta a los hallazgos en Madjedbebe. El investigador James O´Connell (Universidad de Utah, USA, derecha), que se ha distinguido en los últimos años por hallazgos muy interesantes en Australia y Nueva Guinea, ha liderado un artículo de revisión en la revista PNAS sobre estas cuestiones. O´Connell y sus colegas australianos no dejan títere con cabeza en esa revisión. Para ellos, ninguno de los yacimientos que pretenden probar la existencia de Homo sapiens fuera de África hace más de 50.000 años tiene credibilidad. Según estos investigadores, los humanos modernos se expandieron fuera de África y de las regiones adyacentes del suroeste de Asia hace entre 55.000 y 50.000 años, no antes. Todos los yacimientos con presuntas evidencias anteriores a esas fechas tendrían serios problemas, bien por la propia identificación de los fósiles, bien por la asociación de los restos humanos con los sedimentos datados, bien por falta de datos fiables.

Estoy convencido de que llegarán más artículos en los próximos meses relacionados con este enésimo debate sobre las fechas de colonización de un determinado continente por una cierta especie. Estaremos atentos, en particular porque esta cuestión interesa a Homo sapiens. Pero quería dedicar esta reflexión a uno de los argumentos esgrimidos por O´Connell y sus colegas para “tumbar” la teoría de la expansión temprana de nuestra especie hace unos 120.000 años. Ya sabemos que el genoma de las poblaciones de Eurasia y las Américas contiene señales de nuestra hibridación con los neandertales y los denisovanos. Cuando los genetistas llevaron a cabo sus estimaciones sobre el momento en el que sucedieron estos encuentros en base al reloj molecular que ofrece el estudio de ADN de las mitocondrias y del cromosoma Y, sus resultados señalan a la franja temporal de 60.000-50.000 años. Es decir, no podríamos haber salido de África antes de esa fecha.

Sin embargo, no es menos cierto que el reloj molecular puede cambiar la hora en función de las estimaciones sobre las tasas de mutación. Un mínimo cambio en esas tasas puede modificar los resultados de manera dramática. Tenemos ejemplos muy claros en la divergencia de las genealogías de chimpancés y humanos o en la divergencia entre las genealogías de Homo neanderthalensis y Homo sapiens. Es por ello que hemos de dar tiempo al tiempo y esperar bien una confirmación de los datos, bien posibles cambios en la estimación de ese momento tan interesante para nuestra especie.

Por otro lado, los genetistas tampoco están encontrando, por el momento, rastros del posible mestizaje de Homo sapiens con otros humanos. Este sería otro argumento a favor de una expansión reciente de Homo sapiens. De haber salido de África hace 120.000 años y viajar por el sur de Eurasia nos habríamos encontrado con poblaciones de Homo erectus y podríamos haber hibridado con ellas. ¿Quizá ya no era posible mezclarse con las poblaciones de esta especie tan antigua?, ¿O tal vez los pioneros de nuestra estirpe evitaron hibridar con esas poblaciones? Son solo algunos de los muchos interrogantes que podemos plantear. Abramos la mente y dejemos que los genetistas prosigan con su estudio del ADN de los fósiles, porque todavía queda mucho camino por recorrer en este ámbito de la ciencia. Estoy convencido de que nos seguiremos llevando muchas sorpresas, porque el edificio de la evolución humana sigue en construcción.

Fuente: quo.es | 6 de septiembre de 2018

Abren por primera vez la espectacular tumba de Mehu en Egipto

Unos visitantes esperan ante una de las entradas de la tumba.

La tumba de Mehu, un poderoso visir que vivió hace 4.300 años en la época de los primeros faraones egipcios, fue abierta hoy al público por primera vez en la zona de las pirámides de Saqara, al suroeste de El Cairo.

"Los frescos de vivos colores, los bajorrelieves y bellas inscripciones jeroglíficas hacen de esta tumba una de las más bonitas y más completas del Imperio Antiguo", según afirmó el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, Mustafa Waziri, en declaraciones a periodistas.

La tumba, descubierta en 1940, se ubica a un centenar de metros de la pirámide escalonada de Zoser, el monumento de piedra más antiguo del mundo y el más importante de Saqara, la necrópolis de la antigua ciudad de Menfis, la capital de los primeros faraones.

El propietario de la tumba, Mehu, fue visir durante el reinado del faraón Pepi I (2325-2150 a.C.), al inicio de la VI dinastía, lo que le granjeaba amplios poderes, como ser jefe del palacio real o el superior de los jueces, según explicó el renombrado arqueólogo Zahi Hawas.

El experto aseguró que "la tumba es única" porque gracias a ella se ha descubierto que el dios Jentiamentiu también era venerado en la zona del delta del Nilo y no solo en el Alto Egipto, como se creía antiguamente. Los jeroglíficos del enterramiento muestran que "ese dios tenía una conexión personal con Mehu", según relató Hawas, lo que da fe de la importancia que tuvo este visir en su época.

No en vano, el enterramiento tiene unas dimensiones dignas de la realeza, 500 metros cuadrados repartidos en cuatro cámaras completamente decoradas y un amplio patio descubierto.

Mehu también recibió el privilegio de poder enterrar a su hijo y su nieto en el mismo sitio, algo que no podían hacer la mayoría de los nobles de la época, por lo que "podría considerarse como una tumba real", en palabras de Waziri.

Las paredes de las cámaras y pasillos están pintadas con ricos frescos que ilustran escenas de la vida diaria del Antiguo Egipto, como la danza, la pesca y la caza o la fabricación de piezas de oro.
En la capilla principal, la más rica, figuran imágenes de las copiosas ofrendas que realizó Mehu a los dioses y en el centro de la escena, se puede ver una figura masculina, con la perilla que usaban los faraones, bebiendo de un cáliz.

En la fachada de la tumba, sobre el dintel de la puerta, aparece una inscripción jeroglífica que, tras su restauración, "es por primera vez legible", según dijo Hawas, quien se encargó de traducir el texto en 1993.

A pocos metros de la tumba de Mehu, el ministro de Antigüedades, Jaled al Anani, también visitó hoy la tumba sur del complejo funerario de la pirámide de Zoser, que será inaugurada a principios de 2019 después de una completa restauración, puesto que estaba en muy mal estado.

La tumba, de estructura laberíntica y a la que se accede a través de una escalera de 28 metros de profundidad, todavía supone un enigma para los arqueólogos, que dudan si pertenecía al propio Zoser o si es una pirámide inacabada dedicada a otro faraón.

Con estas inauguraciones, el Gobierno egipcio espera atraer más turistas al país y en especial al complejo funerario de Saqara, que recibe muchos menos visitantes que las mundialmente famosas pirámides de Guiza, ubicadas unos 20 kilómetros al norte.

"Esto es algo grande para el turismo. Atraerá a gente de todo el mundo", zanjó Hawas en un discurso ante varios embajadores, arqueólogos y medios de comunicación.

Fuentes: larazón.es| abc.es | 8 de septiembre de 2018

Descubren el queso más antiguo del mundo, producido hace 7.200 años en Croacia

Varios recipientes hallados en Dalmacia, Croacia, en el marco de este trabajo - Sibenik City Museum

En occidente, la civilización nació hace unos 10.000 años en las orillas de grandes ríos como el Nilo, el Tigris y el Éufrates. Su nacimiento ocurrió cuando los humanos adoptaron la agricultura y la ganadería y pudieron permitirse el establecer asentamientos permanentes. Si por entonces se crearon leyes, templos o reyes, fue gracias a alimentos como el trigo o la leche.

En los últimos años, una novedosa técnica permite reconstruir esta gran historia del nacimiento de las civilizaciones. Ahora es posible estudiar restos de cerámica en busca de rastros de alimentos como los ácidos grasos. De hecho, un estudio que se acaba de publicar en la revista PLOS ONE, y realizado por científicos de la Universidad del Estado de Pensilvania (EE.UU.), acaba de informar del hallazgo de las evidencias más antiguas de producción de queso blando y yogur en la región mediterránea. Los restos se localizaron en la costa de Dalmacia, en Croacia, y tienen una antigüedad de 7.200 años.

Ubicación de yacimientos neolíticos con evidencia directa de residuos de producción de leche y queso en el litoral mediterráneo y en Europa continental. Recuadro: el área de estudio, en el que se muestra la ubicación de Pokrovnik y Danilo Bitinj en la costa dálmata de Croacia.

«Esto hace retroceder el momento de la aparición de la producción de queso en 4.000 años», ha dicho en un comunicado Sarah B. McClure (izquierda), antropóloga en la Universidad del Estado de Pensilvania y primera autora del estudio. «Esta es la presencia de lípidos de leche fermentada más temprana registrada, y está entre las más antiguas incluso en fuentes documentales», reza el estudio.

Los investigadores han sugerido que los productos fermentados tuvieron un importante impacto en estas poblaciones por dos motivos: porque su contenido en lactosa es más bajo que el de la leche, (no hay que olvidar que la población adulta era intolerante a la misma), y porque eran fácilmente almacenables.

Esto ayudó, según han sugerido, a reducir la mortalidad infantil y acelerar el destete, lo cual implicó que el intervalo entre embarazos pudiera reducirse y, por tanto, a que aumentase la población. Además, el queso y el yogur permitieron que los adultos accedieran a este alimento. En consecuencia, los granjeros pudieran recurrir a una fuente alternativa de comida que pudo ser fundamental en zonas septenterionales, donde el duro clima provocaba que la agricultura no fuera tan productiva ni predecible, sostienen los investigadores.

Distribuciones de probabilidad de datos calibrados por C 14 de tipos de cerámica con residuos asociados en los yacimientos de Pokrovnik y Danilo Bitinj y la cronología de la cerámica regional general. Las muestras de cerámica se seleccionaron a partir de niveles estratigráficos con dataciones de radiocarbono generadas a partir de huesos y semillas. Ejemplos de tipos de cerámica del Neolítico dálmata: a) Cerámica impresa; b) Figulina; c) Cerámica fina de Danilo; d) Ritón; e) fragmento de un colador. Fotos impresas bajo licencia CC BY, con permiso de Muzej Grada Šibenika 2018.

Un hito en la alimentación

Este hito en la historia de la alimentación ocurrió después de que se empezara a beber leche no fermentada. Se sabe que, hace al menos 7.700 años se consumía leche y que, por entonces, los adultos eran intolerantes a la lactosa. Solo los niños de hasta 10 años podían beberla con comodidad.
«Probablemente se le daba leche a los niños, porque es una buena fuente de hidratación y porque está relativamente a salvo de patógenos», sostiene McClure.

Pero, ya hace 7.200 años, aparecieron algunos productos fermentados, cuyo rastro es visible también en la aparición de nuevos objetos de cerámica que nunca antes se habían hecho. «La producción de queso era lo suficientemente importante como para que la gente hiciera nuevos tipos de recipientes de cocina», declara McClure. Y esto no es algo anecdótico. La cerámica de cada momento reflejó el tipo y variedad alimentaria que se adoptaba.

De hecho, esta investigación se realizó gracias al estudio de restos de cerámica hallados en la costa este del Adriático, en la región de Dalmacia (Croacia), cerca de Pokrovnik y Danilo Bitinj. Los investigadores analizaron la presencia de isótopos de carbono adheridos a estos recipientes en busca de huellas de carne, pescado, leche y productos fermentados. Las técnicas de datación por isótopos de carbono, tanto en semillas como en huesos asociados, les permitieron estimar la antigüedad de dicha cerámica.

Fuente: abc.es| 6 de septiembre de 2018

Los neandertales tenían cerca de un 20% más de capacidad pulmonar que los ‘Homo sapiens’

Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) han calculado por primera vez la capacidad pulmonar de los neandertales y confirmado que era considerablemente superior a la de Homo sapiens. Los datos apuntan a que la capacidad pulmonar de los neandertales era alrededor de un 20% mayor que la de los humanos modernos. Para este estudio, realizado a partir técnicas de antropología virtual y morfometría geométrica 3D, han contado con los datos fisiológicos experimentales del Hospital Universitario de La Paz.

El equipo ha utilizado fósiles correspondientes a elementos costales de tres individuos diferentes: Kebara 2, del yacimiento israelí que tiene una antigüedad de 60.000 años; Tabun 2, también localizado en Israel pero con 120.000 años de antigüedad y el Sidrón, yacimiento de hace casi 50.000 años situado en Asturias.

“Hemos estimado una capacidad pulmonar en torno a los 9 litros para los neandertales masculinos de Kebara 2 y El Sidrón. Los fósiles de Tabun corresponden a un neandertal femenino y revelan una capacidad pulmonar en torno a los 6 litros”, explica el investigador del MNCN, Daniel García Martínez (izquierda). “Los datos obtenidos muestran capacidades pulmonares mucho mayores en Homo neanderthalensis que en Homo sapiens donde la media masculina ronda los 7 litros y la femenina 5”, continúa.

“Este estudio es el primero en calcular la capacidad pulmonar de un homínido fósil. Los resultados obtenidos son coherentes con la teoría de que esta especie extinta requería de gran cantidad de oxígeno para poder sustentar las necesidades metabólicas que exigían su mayor musculación y masa cerebral”, aclara Markus Bastir (derecha).

“Asimismo concluimos que esta gran capacidad pulmonar puede reflejar una tendencia evolutiva extendida a todo el género 'Homo' ya que también se observa en otras especies. Parece que el sistema respiratorio tiene un papel destacado en la evolución de la forma del cuerpo de estas especies”, apunta el investigador del MNCN.
a) Forma del tórax y los pulmones en vista frontal de los humanos modernos y neandertales, así como una imagen de sus cerebros en la vista lateral. El tórax y el cráneo neandertales pertenecen a Kebara 2 y Guattari 1, respectivamente. El tórax y el cráneo de humanos modernos pertenecen a un promedio de cuatro humanos modernos y a un individuo, respectivamente. B) Superposición en vista frontal del tórax y pulmones de Neandertal y humano moderno. C) Superposición en vista inferior, donde se puede observar una mayor anchura y profundidad en Neandertales (Imágenes de los cráneos proporcionadas por el Dr. García Tabernero).

¿Para qué tanto oxígeno?

Humanos modernos y neandertales tienen muchas cosas en común pero también notables diferencias anatómicas. Los humanos modernos tienen una complexión más estilizada mientras que los neandertales que tenían la frente huidiza, una cara muy grande proyectada hacia delante, extremidades más cortas y torsos (tórax y pelvis) más anchos, presentando una complexión más robusta.

Hasta ahora los estudios sobre su anatomía apuntan a que tenían un cerebro mayor, 1500 centímetros cúbicos frente a 1300, y en torno al 10 o 15% más de masa muscular.
Ambos tejidos, cerebro y músculos, consumen gran cantidad de energía que es suministrada al organismo en forma de nutrientes y también con el aporte de oxígeno. El oxígeno permite, a través de procesos catabólicos, la obtención de energía.

“Por las características descritas sabemos que esta especie requería grandes cantidades de energía. Esa necesidad, además de que posiblemente jugó en su contra a la hora de sobrevivir, se ve reflejada en una caja torácica mayor en su parte inferior, la zona donde se inserta el musculo encargado de la inspiración, el diafragma".

Fuente: agenciasinc.es | 6 de septiembre de 2018

ADN, sexo y otros mensajes del pasado

Resto fósil “Denisova 11”, en el que se ha extraído ADN. Fuente: Nature.

Empezamos el nuevo curso con una noticia de enorme interés, que nos plantea numerosas preguntas y reflexiones. El 22 de agosto, la revista Nature publicó nuevos datos sobre el mestizaje entre los neandertales y los denisovanos. Aunque ya se habían encontrado evidencias de este fenómeno, el caso presentado por Viviane Slon, Svante Pääbo (Instituto Max Planck, Alemania) y otros investigadores, nos habla de un híbrido de primera generación. Un pequeño trozo de hueso humano, catalogado como “Denisova 11”, pertenció a una chica joven, cuyo padre era denisovano y su madre neandertal. Esta chica, que ha recibido el cariñoso apelativo de Denny, vivió hace unos 90.000 años en el fértil valle donde se abre la boca de entrada de la cueva de Denisova.

La noticia ha levantado una gran polvareda. No es para menos, porque la paleogenética es capaz de revelar muchos secretos celosamente guardados por los fósiles, aunque se trate solo de fragmentos casi irreconocibles. Pero no debemos olvidar que las grandes preguntas sobre la misteriosa población humana de Siberia siguen en el aire: ¿quiénes eran los denisovanos? ¿representaban realmente una especie?, ¿es posible determinar que los denisovanos pertenecieron a una especie distinta de los neandertales, solo con conocer su ADN?, ¿qué aspecto físico tenían?

Es evidente que los denisovanos eran homininos distintos a los neandertales y los humanos modernos, de acuerdo con las diferencias que se observan en su material genético. Pero, ¿cuán diferentes eran? Algún día aparecerán restos de cierta entidad que permitirán conocer el aspecto físico de estos misteriosos humanos. Apuesto a que su parecido con los neandertales será notable. Y no lo digo porque se haya demostrado de manera repetida su capacidad para hibridar y dejar descendencia fértil, sino por el hecho de que denisovanos y neandertales comparten, según los expertos, un ancestro común que vivió hace algo menos de 400.000 años. En términos geológicos y biológicos es poco tiempo como para que se hubiera establecido diferencias físicas notables entre ellos.
Por otro lado, es muy posible que los denisovanos hubieran quedado aislados en ciertas regiones de Siberia, con unas condiciones muy favorables para la vida. Algo así como un “mundo perdido” en la inmensidad de Eurasia. El “imperio neandertal” se extendió por buena parte de Eurasia en los momentos climáticos favorables, por lo que solo era cuestión de tiempo que las dos poblaciones volvieran a encontrarse. El posible aislamiento de los denisovanos no fue óbice para que tuvieran encuentros sexuales con los neandertales, quizá de manera sistemática. El hecho de que a las primeras de cambio aparezca una chica híbrida de primera generación da pie a pensar que esos encuentros fueron muy frecuentes.

Esquema del intercambio genético entre humanos moderno, neandertales y denisovanos. Ellos y quizá otros homininos (como los de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca) forman un clado con diferentes linajes relacionados por un antecesor común relativamente reciente. Fuente: Fox News.

Nuestra especie también hibridó con los neandertales y con los denisovanos. Exceptuando a las poblaciones africanas subsaharianas (que se quedaron en su tierra natal), llevamos en nuestro genoma un pequeño recuerdo de aquellos encuentros entre ellos y nosotros. Nuestro ancestro común con los neandertales y los denisovanos pudo vivir hace más de 700.000 años, según estimaciones de los genetistas. Así que todo ese tiempo no fue suficiente para evitar la posibilidad de tener descendencia fértil.

Todos estos resultados, con ser llamativos y muy mediáticos, nos llevan a reflexionar sobre lo que pudo suceder en el “tiempo más profundo” de nuestra evolución. ¿Qué valor tiene el concepto de especie en paleontología, cuando esas presuntas especies están muy próximas en el espacio y en el tiempo? Sabemos, por ejemplo, que hace entre 2,5 y 1,5 millones de años existió una gran diversidad de homininos en África ¿Eran especies diferentes?, ¿podían hibridar entre ellas? La respuesta sería afirmativa, caso de que aquellos humanos compartieran los mismos ecosistemas. Sin embargo, mientras no exista un método que permita responder a esas preguntas tendremos que seguir confiando en los huesos. Si las diferencias entre los fósiles son razonablemente significativas seguiremos hablando de especies distintas. La cuestión estriba en saber “cuáles son los límites de lo razonable para cada especialista”.

Volviendo al caso que nos ocupa, neandertales, denisovanos y humanos modernos (y otros humanos) forman parte de una rama particular del árbol de nuestra evolución. En términos científicos diremos que forman un “clado”; un grupo de homininos que comparten un origen común relativamente reciente y que forman una rama única y exclusiva (monofilética) dentro de una determinada clase de organismos (los primates, por ejemplo). Podríamos preguntarnos sobre la categoría taxonómica de cada linaje (especie, subespecie…). En el clado de los denisovanos, neandertales, etc. tenemos que incluir a los humanos recuperados en el yacimiento de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca, que también están muy relacionados genéticamente con los miembros de ese grupo. Todos ellos (y nosotros) podíamos hibridar, aunque nuestro aspecto físico no fuera el mismo. Cabe pues plantearse cuestiones taxonómicas profundas: ¿podemos hablar de especies hermanas?, ¿o quizá preferimos hablar de una única especie formada por varias subespecies? Como paleontólogo, apuesto por hablar de diferentes especies y no solo por cuestiones prácticas. El concepto de especie tiene que tener más laxitud. Hemos de reconocer la posibilidad de intercambio genético entre especies próximas, pero no podemos volvernos locos y dudar sobre la identidad de aquellas entidades biológicas que han tenido y tienen su propia historia evolutiva.

Fuente: quo.es | 4 de septiembre de 2018

Demuestran que el Laberinto de Creta nunca existió

Mosaico romano de Recia que representa el mito de Teseo y el Minotauro en el laberinto.

El Laberinto de Creta es una de las leyendas más importantes de la mitología griega. Contruido por Dédalo para esconder al Minotauro, los estudiosos se han afanado desde siempre en encontrar los restos del monumento, que situaban en el palacio minoico de Cnosos, contruido en torno al 1900 a. C.
Sin embargo, un nuevo estudio, realizado por Antonis Kotsonas (izquierda), de la University of Cincinnati, y publicado en American Journal of Archaeology, apunta a que el laberinto nunca existió. Este especialista ha llevado a cabo una profunda investigación a través de referencias literarias y materiales relacionadas con el mito a través de varios milenios. La conclusión es que la mítica construcción que alojaba al Minotauro solo es una «memoria abstracta» de tiempos ancestrales y que no está relacionado con un monumento real.

Kotsonas apunta a que las primeras versiones del mito de Homero, Heródoto y Ferécides, que han llegado a nuestros días no mencionan el Laberinto de Creta. Es a partir de Platón cuando el término «laberinto» se usa para describir «estructuras y situaciones metafóricas de las que resulta difícil escapar», de acuerdo con la publicación «Cosmos».

El investigador señala al poeta y erudito Calímaco como la primera fuente que enlaza el Minotauro con el Laberinto de Creta. Originario de Alejandría del Egipto Ptolemaico (siglo tres a. C.), Kotsonas sostiene que el escritor conocía el Laberinto Egipcio, una estructura «indudablemente» real construida por Amenemhet III antes de morir en 1770 a. C., y simplemente «extendió el término a la mitología cretense». Dos referencias helenísticas posteriores al Laberinto de Creta también provienen de eruditos en el Egipto ptolemaico, según la citada publicación.

Las ruinas del Palacio de Cnosos en Creta, donde erróneamente se cree que había un laberinto. BANET12 / GETTY IMAGES

El Laberinto de Creta tal y como lo conocemos comenzó tras la anexión de Creta al Imperio Romano en torno al 66 a.C. Los romanos trataban su existencia como real y colocaban su ubicación explícitamente en Knossos. The Times afirma que fue entonces una decisión política, basada en el firme objetivo de los romanos de verse a sí mismos como herederos de la Grecia clásica, y también se convirtieron en grandes mercadólogos del turismo cultural en los sitios mitológicos griegos, ya fuera respecto a un laberinto en Creta o una Troya escondida. Y los Segundos Sofistas, miembros de un movimiento literario que alcanzó su apogeo alrededor del 230 d.C., vieron en el Minotauro una metáfora de la corrupción natural del tirano Minos.

Kotsonas, en su propia obra de detective laberíntica, revela cómo la idea de un Laberinto de Creta se revitalizó progresivamente durante los períodos romano, bizantino, renacentista y victoriano. El proceso fue continuado a mediados del siglo XX por helenistas y anticuarios, completando, dice, su "metamorfosis de la memoria abstracta a un monumento físico".

Un jarrón griego antigu, que muestra a Teseo dando muerte al Minotauro. ULTIMA_GAINA/GETTY IMAGES

Este investigador desmonta también las ubicaciones tradicionalmente ligadas a esta mítica construcción. De acuerdo con The Times, no hay rastros del arte conmemorativo que cabría esperar si los griegos clásicos creían que el palacio Cnosos era el laberinto.

La otra situación alternativa es el complejo de cuevas cerca de Gortina, al sur de la isla. Pero Kotsonas afirma que esta teoría no está bien sustentada ni literaria ni arqueológicamente.

Fuente: abc.es | 3 de septiembre de 2018