Arqueólogos buscan un puticlub de la legión romana en Herrera de Pisuerga (Palencia)

Dos estudiantes trabajan en las labores de excavación del Camino de las Ánimas. Antonio Quintero

La excavación en el Camino de las Ánimas saca a la luz restos de un asentamiento que abastecía a la Legión IV macedónica



Dicen que el de prostituta es el oficio más antiguo de la historia y en la antigua Roma era una profesión muy demandada, aún más en los asentamientos militares, y por esta razón se está buscando algún indicio que permita encontrar un lupanar junto a la ciudad de Pisoraca, en la que se asentó el campamento de la Legión IV macedónica, en la actual localidad palentina de Herrera de Pisuerga.
La excavación arqueológica de Herrera de Pisuerga lleva desde 1930 ofreciendo información sobre la vida de los militares romanos desplazados a Hispania durante las Guerras Cántabras y ha llegado el momento de indagar en la ‘cannabae’, el asentamiento anexo al campamento que servía de abastecimiento a las tropas, en el que vivían civiles que ofrecían bienes y servicios, dentro de los cuales estaban comerciantes, artesanos y también prostitutas.
La ‘cannabae’ de Herrera de Pisuerga se extendía hacia las afueras de lo que es ahora el municipio palentino, tras cruzar el río Burejo, y allí están buscando los restos de este asentamiento civil, en el que se han encontrado una treintena de monedas datadas entre los siglos III y IV, además de útiles de uso cotidiano, como varios pasadores para recoger el pelo, cuchillos o diferentes objetos cerámicos.

Encontrar el lugar físico que hacía las veces de prostíbulo en la ‘cannabae’ es una labor complicada, aunque sí que ha habido hallazgos que dejan entrever la promiscua vida de los romanos asentados en el campamento. «Hemos excavado en la parte de arriba y hemos encontrado una habitación de militares llena de ostras por el suelo, como una alfombra, y entre las ostras había tres vasos con motivos pornográficos», apuntan los arqueólogos que participan en estos trabajos en el Camino de las Ánimas.

Fuente: MARCO ALONSO > Herrera  |  El Norte de Castilla

Tras los pasos de los últimos neandertales en Barrika (Vizcaya)

Joseba Rios-Garaizar, a la izquierda, explica el trabajo en Aranbaltza-3 a los participantes en una visita organizada por el Museo de Arqueología de Vizcaya. / PEDRO URRESTI

Clanes de neandertales vivieron hace entre 90.000 y 42.000 años a orillas del arroyo Urgozo, en Barrika (Vizcaya). Eran nómadas. Se establecían en un lugar durante semanas o meses y, cuando los recursos empezaban a escasear, trasladaban el campamento a otro sitio, dejando tras de sí todo tipo de restos. Cazaban ciervos y bisontes; recolectaban frutos, tubérculos y moluscos; usaban el fuego para cocinar y calentarse; tallaban sofisticadas herramientas de piedra. Hasta que se extinguieron hace unos 30.000 años, poco después de la llegada de nuestros antepasados desde África. Ahora, un equipo de arqueólogos intenta desentrañar en el yacimiento de Aranbaltza, en Barrika, cómo eran los últimos neandertales, en un proyecto de investigación financiado por la Diputación de Vizcaya.

«Siempre se ha dicho que eran una especie humana con muy pocas capacidades intelectuales y técnicas, que se adaptaba muy mal a los cambios en su entorno. Lo que vemos aquí y en otros yacimientos es que no es así. Los neandertales tenían formas de vida muy variadas, que cambian a lo largo del tiempo», explicó ayer Joseba Rios-Garaizar, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana y director de las excavaciones, a los participantes en una visita organizada por el Museo de Arqueología de Vizcaya.

«Con visitas como esta queremos demostrar a la gente que las piezas arqueológicas carecen de sentido fuera de sus contextos. Nuestro museo es especial. No exponemos obras de arte, sino documentos históricos que no son solo los materiales, sino también los estratos, los contextos de los que proceden», dice el arqueólogo Iñaki García Camino, director del centro.

El arqueólogo Joseba Rios Garaizar.

Aranbaltza está en terrenos de lo que fue una cantera que se llevó por delante buena parte de la historia del lugar. El yacimiento lo encontró Iñaki Libano, un getxotarra que desde los años 70 ha descubierto 65 enclaves arqueológicos en Uribe Kosta. Cuando en 2003 se abrió en la zona una zanja para una tubería de saneamiento, se acercó para ver si, como ya había pasado otras veces, las excavadoras habían sacado a la luz herramientas de piedra. «Al fondo de la zanja, vi unas puntas chatelperronienses», recuerda Libano, que ayer recuperaba restos vegetales de hace 90.000 años al fondo de Aranbaltza-3, el sector donde los arqueólogos han trabajado este verano. El Chatelperroniense es la cultura de los últimos neandertales. Se desarrolló hace entre 45.000 y 32.000 años, y se caracteriza por unas puntas tecnológicamente muy avanzadas. «Estamos en el único yacimiento chatelperroniense al aire libre de la Península Ibérica», destaca Rios-Garaizar.


Un refugio en la playa

En Aranbaltza-2 se han encontrado más de 3.500 piezas chatelperronienses de hace unos 42.000 años. «Son las herramientas que fabricaban aquellas gentes. Creemos que esta zona era un sitio en el que tallaban sílex, pero en el que también descuartizaban animales, trabajaban pieles...». Lo sofisticado de la técnica de talla lleva al director de las excavaciones a pensar en una cierta división del trabajo. «Las puntas de Chatelperron exigen para su fabricación un importante conocimiento técnico. No las podría hacer cualquiera. Eso nos está hablando de especialistas en talla».

A pocos metros, pero ya hace entre 65.000 y 55.000 años, Aranbaltza-1 era una playa fluvial en la que aquellos humanos construyeron al borde del Urgozo estructuras para vivir más cómodamente, como haríamos nosotros. «Tenemos restos de hogares -círculos de piedras alrededor del fuego-, muretes que levantaban con bloques de basalto de 50 kilos para protegerse del viento -que pueden formar parte de cabañas- y grandes lajas de arenisca. Encima de una de ellas encendieron un fuego. Pensamos que lo usaron de algún modo para aislarse de la humedad de lo que era una playita. Yacimientos neandertales con estructuras hay una docena en Europa y en la cornisa cantábrica, ningún otro».


Excavación de las ocupaciones del paleolítico Medio en el sector I de Aranbaltza (Foto: Joseba Rios-Garaizar).


Si en Aranbaltza-2 había piezas chatelperronienses, «aquí había un montón de núcleos Levallois, de los que se sacan lascas muy regulares, muy finas y muy bien hechas. Creemos que estamos ante otro taller». La causa de la intensa actividad de talla en la zona es el sílex de los acantilados de Barrika, que funciona como atractor de los neandertales y que se ha encontrado en yacimientos a más de 150 kilómetros.

En Aranbaltza-3, una charca de inundación en la margen del río, los arqueólogos han descubierto también algo extraordinario: materia vegetal de hace 90.000 años asociada a restos de herramientas. «Nos permite saber qué vegetales podían comer y tenían a su disposición». En un sondeo hecho cerca de la actual zona de excavación, han encontrado una punta de madera trabajada, una pieza única que están estudiando. «Los neandertales no eran unos brutos. En Aranbaltza, estamos viendo un registro cultural al que lo único que le falta para ser igual que el nuestro es manifestaciones simbólicas evidentes, arte», concluye Rios-Garaizar.

Fuente: elcorreo.com | 19 de agosto de 2017

Descubren restos de otro neandertal en la Cueva de las Teixoneres de Moià (Barcelona)

Primer molar superior derecho perteciente a un neandertal adulto y hallado este mes en Moià - Florent Rivals/IPHES

Desde hace unos años, las excavaciones que se están efectuando en las Coves del Toll (Toll y Teixoneres) de Moià (Barcelona) no dejan de proporcionar noticias. Si el año pasado la sorpresa fue el hallazgo del diente de un niño neandertal de hace unos 50.000 años de antigüedad, este mes el equipo que trabaja en dicho yacimiento ha recuperado, junto con más restos de dicho niño, otro diente, pero en este caso de un adulto de avanzada edad.

Se trata de un primer molar superior derecho que presenta un desgaste muy acusado. Según los investigadores, aún es muy pronto para aventurarse en la determinación del sexo y la edad del individuo, pero la comparación con restos similares procedentes de otros yacimientos seguro que aportará datos en este sentido.

El individuo adulto ha aparecido en el mismo nivel que el niño del año pasado, durante la campaña de excavación que se realiza desde el 3 de agosto y que finaliza el día 21 bajo la codirección del IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social) y el CENIEH (Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana).

Canino superior derecho descubierto este año peteneciente a un niño neandertal - Florent Rivals/IPHES

Del niño del año pasado se ha recuperado otro diente; en este caso se trata de un canino superior de leche con un nivel de desgaste moderado compatible con el diente obtenido el año anterior. "Tampoco en este caso el resto hallado permite estimar el sexo y la edad precisa del individuo, por consiguiente, tendremos que esperar a hacer análisis más exhaustivos para determinar estos aspectos", explica Florent Rivals (izquierda) profesor de investigación ICREA (Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats adscrito al IPHES) y codirector de las excavaciones.

Ruth Blasco (izquierda), investigadora del CENIEH y también codirectora de estas excavaciones, declara: "Hay que tener en cuenta que hay muy pocos individuos infantiles de neandertal, así que cualquier dato aportado ahora mismo debe de ser entendido como preliminar y a su vez excepcional".
Jordi Rosell (derecha), investigador de la URV (Universidad Rovira i Virgili de Tarragona) adscrito al IPHES, matiza: "Ni siquiera podemos estar seguros al cien por cien de que se trate del mismo individuo".

El equipo de trabajo de las Coves del Toll está formado principalmente por investigadores pre y postdoctorales del IPHES y de la URV. También han participado científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) - Universidad Nacional de La Plata (Argentina), de la Tel Aviv University (Israel), de la University of Adelaide (Australia), de la Universidad de Salamanca, de la Universidad Complutense de Madrid, de la Universidad Autónoma de Madrid, de la Universidad de León y de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Excavaciones en las Coves del Toll y Teixoneres durante este mes de agosto - Florent Rivals/IPHES

Las investigaciones en las Coves del Toll y Teixoneres están financiadas a través del proyecto de la Generalidad de Cataluña titulado “Compartint l’Espai: la Interacció entre Homínids i Carnívors al Nord-est Peninsular” (Ref. 2014/100573) (Compartiendo el Espacio: la Interacción entre Homínidos y Carnívoros en el Nordeste Peninsular).

Fuente: IPHES | 19 de agosto de 2017

La estela epigráfica de Montoro (Córdoba) podría ser el primer guión monumental de Iberia

Una mujer contempla la estela ubicada en el Museo Arqueológico de Montoro (Córdoba). Los expertos la califican como la principal de Europa Occidental.

La estela de Montoro, una losa con un código inscrito descubierta en la localidad de ese nombre próxima a Córdoba (Andalucía, España) en 2002, aún supone un misterio para los arqueólogos.
Hasta el momento, los investigadores identificaban sus glifos como imágenes abstractas que también contenían elementos en griego, íbero y cananeo, pero nunca han logrado descifrar esa mezcla.
Sin embargo, un equipo científico encabezado por la Universidad de Sevilla ha empleado "caracterización química, imágenes digitales y análisis litológico y epigráfico" para revelar algunos detalles que podrían arrojar luz sobre esta reliquia o, por lo menos, ofrecer una hipotesis al respecto.


Así, estos especialistas han establecido que la piedra pertenece a la Edad de Hierro y fue elaborada entre los siglos IX y III a. C., algo que indicaría que los autores de los símbolos intrincados eran analfabetos y solo podrían dibujar lo que veían.

Este "enfoque multifacético" ha permitido acotar que el objeto de estudio "es fruto de las primeras interacciones entre las sociedades letradas mediterráneas del Bronce Final y la Edad de Hierro con las sociedades analfabetas íberas".

Y es que, según David Wheatley, de la Universidad de Southampton, esta estela "es la más monumental de la Edad del Hierro de la Península, y posiblemente de Europa Occidental", tal y como se recoge en las conclusiones del trabajo técnico y arqueológico.
Leonardo García Sanjuán, miembro de la Universidad de Sevilla, detalló que «la estela está hecha de piedra local con signos de orígenes diversos y parece que no fue utilizada para formar un texto comprensible».


Sin erosión ni líquenes

En este sentido, "no evidencia pigmentos, ni erosión ni líquenes", ya que, continuó, "estuvo protegida en un edificio o enterrada desde su manufactura", lo que ha permitido su excelente estado de conservación, que ya puede comprobarse en las instalaciones del Museo montoreño.
En su contexto paisajístico, "la pieza se situaba junto a una vía de paso: vía pecuaria o vía de sangre, y en un lugar de valor estratégico". Más concretamente, en las proximidades de la zona conocida como «Llanete de los moros», donde hubo sendos asentamientos durante la Edad del Bronce y Edad del Hierro.

A nivel cultural, "se recoge dentro de la tradición del concepto conocido como piedras levantadas que permiten monumentalizar lugares importantes del territorio", y su escritura tuvo que contener connotaciones mágicas.

Fuente: RT| ABC.es | 14 de agosto de 2017

Catalogan ochenta nuevos petroglifos en el área compostelana en un año

Hace un año el monte de San Miguel de A Portela, en Villestro (La Coruña), sufría un incendio, que afectó a la mayor muestra de arte rupestre de Santiago. Catorce petroglifos concentrados en la zona de Devesa da Rula sufrieron daños, quedando uno de ellos destrozado al pasarle por encima una máquina que realizaba cortafuegos. Entonces, el colectivo A Rula, que llevaba dos años reivindicando la catalogación y puesta en valor de este conjunto sin obtener respuesta de la Xunta y el Concello, demandaba que el suceso, ya inevitable, sirviese para que no se volviesen a repetir hechos similares y acelerar las actuaciones para la protección de los yacimientos. ¿Y qué sucede un año después? El resultado es la catalogación de este patrimonio arqueológico. No solo del situado en Villestro -solo uno de los grabados lo estaba cuando ocurrió el fuego que arrasó el monte-, sino también de otros petroglifos situados en otros puntos de Compostela, Ames y Teo. En total, el resultado del estudio emprendido tras el incendio supuso inventariar 83 nuevos petroglifos, con lo que toda el área pasa a sumar más de 120 grabados. De esta forma, se triplicó el número de estaciones registradas y controladas por la Dirección Xeral de Patrimonio.

El incendio desencadenó un trabajo a tres bandas, con la implicación también del Concello de Santiago y la Xunta. En este sentido, mientras esta última se ocupó de las cuestiones relativas al inventario de los yacimientos y contrató el estudio, el organismo municipal quedaba encargado de las labores de preservación y mantenimiento.

El colectivo A Rula destaca que se ha dado un paso importante para la preservación y puesta en valor del patrimonio arqueológico, como es la catalogación de los petroglifos, pero aún resta camino por andar y le toca actuar a los ayuntamientos. «Deuse un primeiro paso importante, como é a catalogación, pero agora falta incluír as zonas de protección no PXOM», explica Pablo Sanmartín, secretario de A Rula.

Más allá de los pasos dados a nivel administrativo, el estudio sobre los petroglifos de Villestro también recogía una valoración de los daños que causó el incendio forestal, la mayor parte decoloraciones.

El Concello de Santiago gestiona con los propietarios los permisos para la limpieza del perímetro

El Concello de Santiago también está dando pasos para la preservación de los yacimientos. En este sentido, ya iniciaron la identificación de las parcelas en las que están situadas los 51 grabados catalogados en el municipio y han remitido comunicaciones a los propietarios, para que tengan conocimiento de que tienen un bien protegido en su terreno y solicitarle autorización para proceder a la limpieza de un perímetro de diez metros. El concejal de Espazos Cidadáns, Jorge Duarte, explicó que ya obtuvieron algunas, pero hay casos en los que no lograron contactar aún con los dueños, por lo que tendrán que publicarlo en el BOP. Después, contratarán los trabajos. «A nosa idea é facelo o antes posible, tan pronto como teñamos as autorizacións, para evitar danos en caso de novos incendios», dijo.

A continuación, el Concello iniciará actividades para dar a conocer este patrimonio arqueológico y divulgar sus valores, para lo que acometerán la señalización de los espacios y podrán en marcha rutas, con el centro de interpretación de Villestro como base. La actuación será para el próximo año.


Parque arqueológico
El broche a estas actuaciones será la puesta en marcha un parque arqueológico. Una actuación que A Rula quiere que reúna a los tres ayuntamientos -Santiago, Ames y Teo-, para el que ya hay conversaciones.

En cuanto a la inclusión de los petroglifos en el PXOM, Duarte indicó que no tiene urgencia puesto que, al estar catalogados por Patrimonio, ya cuentan con protección especial.

El trabajo demuestra la relevancia de la comarca en el arte rupestre, destaca A Rula

El colectivo A Rula destaca que el trabajo de inventario y catalogación de los petroglifos de la comarca de Compostela demuestra lo que ya venían defendiendo desde hace años: la relevancia que tiene la zona dentro del arte rupestre gallego «tanto pola gran concentración de xacementos, como pola calidade e excepcionalidade dalgúns conxuntos, cunha boa parte deles que aínda permanecían inéditos».

Para el colectivo, con el trabajo ahora realizado, los investigadores pondrán contar con una visión de conjunto que está cambiando la imagen tradicional que se tenía sobre el arte rupestre en las tierras jacobeas. Indican que sobre este patrimonio arqueológico de la comarca no se había hecho hasta el momento una investigación sistemática, lo que contrasta con lo que sucedido en otras zonas de Galicia.


El inventario realizado constituye, según A Rula, una herramienta esencial para la proyección y futura valoración social del patrimonio cultural de la comarca. «Non se pode protexer o que non se coñece», afirman. De esta forma, las fichas y la planimetría realizada es esencial para iniciar una nueva fase en el proceso de sensibilización social en favor del patrimonio rupestre y dar cumplimiento a las obligaciones legales sobre su protección, estudio y divulgación.

Desde el colectivo destacan la buena sintonía con la empresa encargada de la catalogación, Horizonte Norte, a la que también facilitaron datos que ya tenían.

Fuente: lavozdegalicia.es | Fotos | 13 de agosto de 2017

Teotihuacán: 83 centímetros hacia el inframundo

Fotografías: SERGIO GÓMEZ / PROYECTO TLAOLCAN

Fue una casualidad, un 2 de octubre de 2003, la que descubrió la entrada al inframundo de Teotihuacán y su hasta ahora más importante secreto. Tres pasos: primero la lluvia, luego el agua provocando un agujero en el suelo de 83 centímetros de diámetro y, después, la aparición de un arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Sergio Gómez, que trabajaba en ese momento en la conservación del Templo de Quetzalcóatl.

Gómez descendió con una cuerda hasta las entrañas de la tierra que se abrieron. «Cuando vi el agujero, delimitamos el agua, conseguí una cuerda y me bajaron con ella. Y ahí es cuando vi que existía el túnel. No se podía pasar porque estaba totalmente bloqueado con tierra y piedra. Y entonces es cuando inicié esta investigación que años después ya denominé proyecto Tlalocan, que significa camino bajo la tierra».

EL MUNDO desciende hasta ese inframundo teotihuacano cuyo paso está prohibido al público a través de un túnel cavado que ha requerido ocho años de trabajo: la planificación, la retirada de 1.000 toneladas de piedra y tierra y el empleo de pequeños robots que se fueron adentrando por ese universo secreto desde el que se intenta desvelar una enigmática civilización que colapsó en el siglo VIII dejando un fabuloso mundo de piedras abandonado.


El arqueólogo Sergio Gómez. Fotografías: SERGIO GÓMEZ / PROYECTO TLAOLCAN.


Hace dos semanas se anunció la posibilidad de que bajo la Pirámide de La Luna pudiera haber un tercer pasillo enterrado en el recinto arqueológico, algo que Sergio pone en duda: hasta ahora sólo se había encontrado el «fallido» túnel de la Pirámide del Sol.

«En 1973 se descubre en la Pirámide del Sol un túnel muy similar a éste. Entonces no había un arqueólogo y el administrador ordenó limpiar todo y cuando llegó el arqueólogo se espantó y preguntó ¿dónde está todo lo que había aquí dentro?», recuerda Sergio.

La cavidad, de 83 centímetros, es hoy una escalera estrecha e iluminada que conduce al centro mismo de la cosmología teotihuacana. «Lo curioso es que los teotihuacanos rellenaron este túnel con todo tipo de cosas, incluso con cosas que ellos habían usado y ya no les servían como collares o ropa. Entonces nuestra labor se complicaba, ya que no se trataba sólo de retirar lo que había, sino ir explorando poco a poco el relleno con el que ellos sellaron el túnel», dice el arqueólogo.
Hubo ayudas: la tecnología electromagnética y láser permitió medirlo antes de recorrerlo y comprobar que el sellado había dejado todo ese ayer inalterado.

Una responsabilidad

La excitación y responsabilidad era enorme. Gómez llegó a plantear la opción de que se encontraran por fin las tumbas nunca halladas de los señores de Teotihuacán. El mundo arqueológico internacional puso sus ojos en un descubrimiento histórico. Se usaron dos robots diseñados especialmente para introducirse por cavidades estrechas con sus cámaras antes de comenzar el lento trabajo manual de desescombro. «Hemos usado instrumentos muy pequeños para no destruir nada. Hemos recuperado más de 100.000 objetos».

El final del trayecto iba enseñando cada vez más ofrendas en las que hallaban cantidad de objetos. «Era un avance casi de centímetros. Hubo dos derrumbes y era peligroso. El túnel tiene 103 metros y quedaban los últimos 36. Allí había ofrendas de caracolas provenientes del mar Caribe traídas por los mayas como regalos, restos de grandes felinos, el jade, inexistente en México y llevado desde Guatemala, y cerámicas con la imagen de Tlaloc, la deidad principal del inframundo», explica el investigador del Instituto de Antropología e Historia. «Sabíamos que había algo importante al final», recuerda.

También se hallaron semillas, más de 19.000, la mayor cantidad nunca encontrada en un sitio arqueológico. Están en excelente estado de conservación y se han pretendido germinar sin éxito: calabaza, maíz, frijol... Milagrosamente se ha encontrado también, en un ejercicio de ciencia milimétrica, un trozo de piel con pelo que se está investigando y parece humana.
Los teotihuacanos desollaban hombres y luego se cubrían con su piel. El sellado del túnel hizo que no hubiera cambios en sus condiciones meteorológicas y todo se ha conservado casi intacto.

Fotografías: SERGIO GÓMEZ / PROYECTO TLAOLCAN

La excavación tuvo semanas en las que se avanzaba sólo 10 centímetros. «Al final avanzamos otro metro y una nueva ofrenda. Estábamos en el último tramo y había glifos mayas. La cabecita tenía una escritura maya que sabemos qué dice: 'El señor, el que manda'». La relación comercial y guerrera entre ambos pueblos tiene ahí otra importante señal. «Yo planteo que el túnel es una representación, una metáfora del inframundo. Todos los pueblos mesoamericanos conciben el cosmos en tres niveles. La región celeste, arriba; el plano, donde vivimos nosotros; y, debajo, el mundo subterráneo. En lengua náhuatl se llama Mictlán. Es el lugar no de la muerte, sino de la creación, la vida se genera ahí abajo», dice Gómez mientras avanzamos por el túnel.
«Muchos investigadores dicen que los teotihuacanos querían difundir su ideología y establecer relaciones, pero no, ellos andaban en busca de algo. ¿El qué? El jade de allá, las plumas... las cosas valiosas que necesitaba la élite de aquí para ostentar su poder. Por eso iban allá. Eran expediciones militares y políticas», dice el arqueólogo mexicano. Llegaron hasta las ciudades mayas de Tikal en Guatemala o de Copán en la actual Honduras.

«Llegamos al final del túnel y encontramos dos esculturas. Son una mujer y un hombre. Detrás, decenas de conchas y 14 pelotas de hule (juego de pelota), muchos fragmentos de huesos de grandes felinos traídos de la zona maya a los que cortan la cara. Tenemos grandes colmillos que indican que eran animales enormes. Hay dos mujeres más a los lados. Son, en total, tres mujeres idénticas y un hombre. Ellas son más altas y van vestidas con falda. El hombre va desnudo. Las dos esculturas están de pie, mirando a un punto que es el eje que comunica la cúspide de la pirámide con el inframundo: inframundo, tierra y plano celestial», advierte Gómez.
El inframundo del que habla tiene una expresión muy real en sus restos. En este punto el suelo parece una representación del imaginario moldeado del infierno. La tierra y la piedra se arruga. En las paredes, encima de nuestras cabezas, se observa aún el brillo de pirita espolvoreada y pegada a los muros con la que se pretendía simular el firmamento, las estrellas.


Fotografías: SERGIO GÓMEZ / PROYECTO TLAOLCAN

«Cuando levantamos las esculturas vemos que llevan algo cargando. Son espejos de pirita y jade. Esto me llevó a plantear la hipótesis de que estos señores son la representación en piedra de los fundadores de Teotihuacán. ¿Por qué? Porque lo que cargan son objetos que sirven para hacer la magia y la adivinación. El espejo sirve para ver el pasado y el futuro. Son los chamanes», explica Gómez.

Lo que aún no se sabe

Por unas cajas de madera que encontraron pudieron datar que las ofrendas son de entre el año 100 y 250 de nuestra era. «Mi idea es que estas imágenes eran objetos de culto y de pronto deciden enterrarlas y rellenar todo el túnel para guardarlas allí abajo. Se trata de resguardar el secreto de la creación. El que tiene el secreto de la creación puede destruir, porque tiene los elementos para volver a crear. Por eso rellenan el túnel, para que nadie toque esto», explica el descubridor de todo este mundo oculto bajo la pirámide de La Serpiente Emplumada de Teotihuacán.

Pero el descubrimiento arqueológico más importante de las últimas décadas en la vieja ciudad ceremonial teotihuacana no es suficiente para responder las interrogantes de una civilización envuelta en un halo de misterio. Hace poco se anunció la posible aparición de otro nuevo túnel bajo la Pirámide de La Luna. Pronto se sabrá si es verdad su existencia. «No sabemos hasta que no se explore. Los arqueólogos no somos magos, trabajamos con hipótesis. No debería haber túnel por la orientación. Los túneles deben tener orientación este-oeste. El español Fray Bernardino Sahagún preguntó en el siglo XVI a los nobles indígenas:'¿Cómo entendéis el inframundo?'. Entonces le narraron: 'La entrada al inframundo es desde el oeste y la parte más rica y llena de abundancia está en el este'. Lo que corresponde con la orientación del túnel. El sol, cuando se pone, va al inframundo y recorre el camino del inframundo para volver a surgir», señala Sergio. La Pirámide de la Luna no tiene esa orientación.

Entre esas interrogantes en suspenso está también el no haber encontrado las tumbas de los gobernantes de Teotihuacán. «No hemos encontrado el lugar donde deben estar. Yo pensé que podía ser aquí. En todo caso, sabemos que a los gobernantes se les incineraba y quizá sus cenizas las pusieron allí abajo y no las hemos podido detectar. Yo tengo una hipótesis, los teotihuacanos sacaron algo muy pesado del túnel. Tenemos evidencias de que con varias cuerdas sacaron algo muy pesado de adentro hacía fuera. Si había una caja con los restos no lo sabemos, es caer en la especulación».
¿Qué más queda por saber? «Sólo se ha explorado el 5% de lo que fue la ciudad. Visitamos la parte cívico ceremonial, pero fuera están los barrios que habitaba la gente. Allí están las evidencias de la vida teotihuacana», responde Sergio. Ese fuera del que habla el arqueólogo es en 2017 un mundo superpuesto de viviendas y poblaciones modernas.

La última gran duda es el colapso de una civilización que, alrededor del siglo VIII, abandona y destruye en parte una ciudad que dominó, lo que hoy es el actual México, y dejó un mundo de piedra que tapó la naturaleza y no se redescubrió hasta muchos siglos después. Los aztecas, cuando llegaron al Valle de México en el siglo XIV, vieron las ruinas, renombraron algunos lugares y pasaron de largo antes de fundar Tenochtitlán (actual Ciudad de México), mientras que los españoles, dos siglos después, lo que encontraron ya fueron pirámides y edificios ocultos totalmente por la tierra y la vegetación.

«El colapso de Teotihuacán se explica con muchos factores. Había poco desarrollo tecnológico y una población que alcanzó las 200.000 personas. La ciudad abandonó pronto sus obras hidráulicas y se abastecía de los alimentos que le mandaban otras ciudades que quizá dejaron de enviarles esos abastos. Hubo una extrema desigualdad social que se acrecentó con los siglos y que generó mucha inseguridad y conflictos. Hay evidencias de que se cerraron calles y se instalaron casetas de vigilancia en las esquinas alrededor del año 650. Los numerosos drenajes de agua se taparon por la basura arrojada y el agua entró en las casas. El estado dejó de funcionar. Ya no se podía vivir aquí y la gente abandonó el lugar, enfadada e incendiando edificios públicos. Marcharon a otras ciudades».

Así quedó Teotihuacán, la ciudad de los dioses, oculta durante siglos al ser humano. El México moderno la redescubrió a finales del siglo XIX y ha intentado explicarla desde entonces. Ese agujero de 83 centímetros de diámetro provocado por la lluvia tiene algunas de las respuestas. Ahora se está ordenando y estudiando todo el material hallado, del enigmático inframundo teotihuacano que dejamos atrás para regresar al universo de los vivos, del presente, el del hombre.

Fuente: elmundo.es | 16 de agosto de 2017