León rescata la Legio VI

Los restos de barracones en la trasera de la Casona de Puerta Castillo que se han limpiado. SECUNDINO PÉREZ -

El solar arqueológico de Santa Marina será visitable en breve. Un viejo proyecto guardado en el cajón desde hace años que pronto verá la luz. La parcela, que aloja en su interior restos de la Legio VI, la Legio VII y la antigua iglesia de Santa Marina, se ha librado de maleza. El Ayuntamiento ha invertido aquí 100.000 euros para acometer los trabajos de limpieza.

Hasta ahora, parte del yacimiento permanecía tapado para asegurar la buena conservación de los restos romanos. Tras restaurar todo el solar está previsto que se acristale con el fin de mostrar con toda dignidad los restos de parte de los tres campamentos que las legiones VI y VII asentaron en la ciudad. El primero se construyó a finales del siglo I antes de Cristo; el segundo —también conocido como Julio Claudio— permaneció en la zona hasta el año 70 después de Cristo —momento en que la Legio VI se marchó de Hispania—; y el tercero —ya de la Legio VII— mantuvo su actividad hasta finales del siglo IV.

Paralelamente se están llevando a cabo los trabajos de restauración de la cara interna de la muralla, desde este enclave hasta el convento de las clarisas, un lienzo de unos 900 metros cuadrados. Cuando se acceda a la muralla, en el futuro tramo paseable del adarve —de unos 88 metros de longitud—, los visitantes ya no verán maleza, sino unos restos limpios donde en su día se asentaron los barracones de la Legio VI. Uno de los enclaves más ricos desde el punto de vista arqueológico.

Los restos tal y como se encontraban hace unos meses. SECUNDINO PÉREZ

Lucy, “desde el cielo con sus diamantes”


Corría el mes de noviembre de 1974 cuando el paleoantropólogo Donald Johanson encontró los restos fósiles de un pequeño hominino en el antiguo cauce de un arroyo de la localidad de Hadar, en Etiopía. No fue el único hallazgo. Aquel año, el equipo de Johanson obtuvo una colección impresionante de fósiles de homininos en los sedimentos del valle del río Awash, en el llamado triángulo de Afar. La cronología del nivel geológico fosilífero se estimó en torno a los 3,2 millones de años. La colección de fósiles obtenida por el equipo de Johanson se combinó con los hallados por el equipo de Timothy White en la localidad de Laetoli, en Tanzania, para formar una nueva especie: Australopithecus afarensis. Esta especie se publicó tres años más tarde, tras un estudio complejo y no pocos debates. Se trataba de los homininos más antiguos de la genealogía humana descubiertos hasta ese momento.

Los restos encontrados por Johanson en el cauce de aquel arroyo representaban aproximadamente el 40% de los huesos del esqueleto de un individuo de poco más de un metro de estatura, identificado con las siglas A.L 288-1. Su peso no habría superado los 30 kilogramos. Gracias a las características de la pelvis, el individuo fue catalogado como una hembra de su especie. Como sabe todo el mundo, aquel esqueleto parcial pasó a la historia de la ciencia con el nombre de Lucy, uniendo su hallazgo a la letra de una las canciones clásicas de los Beatles. Siendo entonces uno de los restos fósiles más antiguos de nuestra genealogía, Lucy fue calificada como la “madre de la humanidad”.

Aunque la antigüedad de la especie Australopithecus afarensis ha sido superada con holgura por otras especies de homininos, Lucy nunca dejará de ser uno de los grandes hitos de la paleoantropología. Ni tan siquiera el hecho de que esta especie haya sido considerada como el origen de las especies del género Paranthropus ha restado interés al fósil A.L. 288-1. Recordemos que los parántropos representan un linaje separado del tronco principal de la genealogía humana, extinguido hace aproximadamente un millón de años. Así que Lucy y los suyos no estarían en la línea directa que condujo hacía la humanidad actual.

En 1981, Donald Johanson y el periodista científico Maitland Edey publicaron un libro titulado “Lucy. The Beginnings of Humankind”, que en 1982 se tradujo al castellano con el título de “Lucy. El primer antepasado del Hombre”. Aquel libro consiguió mezclar perfectamente los datos científicos con las aventuras de quienes encontraron los fósiles en las duras condiciones de los cálidos y secos parajes africanos del cauce del río Awash. La publicación de este libro fue un verdadero revulsivo para la divulgación de los orígenes de la humanidad e hizo famosa a la vieja Lucy. Los restos de A.L. 288-1 no pueden faltar en ninguna exposición sobre evolución humana y cualquier estudio de este hominino despierta un enorme interés.


El paleoantropólogo Donald Johanson, junto a los restos fósiles de A.L. 288-1 (Lucy), que recuperó en 1974 en Hadar, Etiopía. Tomada de www.forbes.com.

Es por ello que la revista Nature ha recogido en sus páginas la investigación sobre las posibles causas de la muerte de Lucy. El investigador John Kappelman (Universidad de Texas) ha liderado un estudio con las modernas técnicas de microtomografía computerizada (micro-CT), aprovechando que los restos de Lucy habían viajado a los Estados Unidos para una exposición. Era la oportunidad para analizar de nuevo los fósiles de Lucy con imágenes de altísima resolución, que han permitido observar lo que el ojo humano no puede ver a simple vista. Aunque los huesos de Lucy presentan roturas producidas durante los más de tres millones de años que estuvieron enterrados, Kappelman y sus colaboradores han localizado fracturas en varios de los huesos fosilizados, presuntamente producidas en el momento de la muerte de Lucy (fracturas perimortem).

El estudio ha sido realizado con una minuciosidad propia de los forenses más famosos de las series televisivas. El texto del artículo publicado en Nature explica con todo lujo de detalles la localización de las fracturas, su naturaleza y el posible orden en el que se produjeron. Todo ello permite a los autores presentar un escenario plausible de los hechos que causaron el fallecimiento de Lucy. Para estos investigadores, Lucy murió tras una caída desde cierta altura. Las últimas fracturas se produjeron en la cabeza de los húmeros y en la escápula derecha cuando Lucy trataba de amortiguar el golpe. También se fracturó la mandíbula en el último golpe de su cabeza al chocar contra el suelo.

Tras esa descripción, Kappelman y sus colaboradores recuerdan estudios previos sobre el paisaje que se podía ver en la región de Hadar hace tres millones de años. Los datos paleoecológicos han señalado siempre la existencia de bosques frondosos durante el Plioceno en esa región del este de África. Aunque el bipedismo de la especie Australopithecus afarensisestá perfectamente demostrado, su esqueleto postcraneal todavía presenta adaptaciones que sugieren capacidades trepadoras. En efecto, Lucy podría trepar con enorme facilidad gracias a esas adaptaciones y a su tamaño y peso tan reducidos. Seguramente podía buscar alimento en las copas de los árboles y, como sugieren los autores del trabajo, los miembros de Australopithecus afarensis pudieron dormir entre la ramas más altas como hacen otros primates.

El trabajo de Kappelman y sus colaboradores es impecable. No obstante, estos autores terminan por presentar sus resultados como una evidencia adicional de la existencia de bosques frondosos y de árboles elevados en aquel tiempo y en aquella región. El escenario imaginado precisa esos elementos si ó si. Así que su magnífico trabajo forense acaba por diseñar el escenario perfecto para explicar la muerte de Lucy. Este final es comprensible, porque permite redondear la investigación con una salida espectacular. Pero, cuidado, la presunta caída de Lucy desde las alturas no es una evidencia paleoecológica. Aunque los autores utilizan siempre el condicional, todos nos quedamos con la idea de que Lucy se cayó de un árbol mientras comía o se echaba una buena siesta.

Por otro lado, la revista Nature publica aquellas investigaciones que mueven las fronteras del conocimiento. Apenas un 2% de los trabajos que se envían a esta revista terminan por ser aceptados tras una minuciosa revisión. La magnífica investigación de las posibles causas de la muerte de Lucy es muy interesante y puede ser motivo de un nuevo libro. Pero las fronteras del conocimiento no se han movido con este trabajo. Pero Lucy siempre puede dar una buena publicidad a una editorial científica que, lo queramos o no, también es un gran negocio.

Fuente:quo.es | 6 de septiembre de 2016

Arqueólogos chinos restauran una valiosa corona de 1.400 años de antigüedad


Un equipo de arqueólogos chinos ha restaurado una corona real de hace 1.400 años que perteneció a la esposa de Yang Guang, también llamado Emperador Yang de Sui, el segundo y último monarca de la breve dinastía Sui (581-618).

La corona se encontró en 2012 en la tumba de la reina, conocida como emperatriz Xiao, situada en Yangzhou, en la provincia oriental de Jiangsu.

Se trata de la corona de reina más antigua hallada en China.

Los arqueólogos la descubrieron en una caja de madera podrida próxima al ataúd de la reina y la enviaron a un laboratorio de restauración de reliquias dependiente de Instituto de Protección de Reliquias Culturales de la provincia noroccidental de Shaanxi.

Yang Junchang, profesor de la Universidad Industrial del Noroeste y director del proyecto de restauración, explicó que su equipo apartó cuidadosamente los filamentos de cobre de la corona, centímetro a centímetro, para recuperar 13 motivos decorativos en forma de flor.
Las flores están hechas de alambres bañados en cobre, son muy delicadas y muestran nítidamente tallos, pétalos y estambres. La decoración es de color dorado y titila con el movimiento.
La corona está hecha de diversos materiales, entre ellos alambre de bronce, oro, perlas, algodón y seda.

Shu Jiaping, director del Instituto de Arqueología de Yangzhou, indicó que el estudio en el laboratorio ayudó a redescubrir los materiales y las antiguas técnicas empleadas para facturar la corona real.

Fuente: XI'AN, 6 de septiembre de 2016 (Xinhua)

El Castell de Barxell, Alcoy (Alicante), protagonista del "VIII Congreso Internacional Arqueológica 2.0"

En concreto se trata del congreso que se celebra en la Universidad Politécnica de Valencia entre el 5 y el 7 de septiembre.

Una de las ponencias que se presentarán lleva por título ‘Fotogrametría aérea y terrestre para la documentación 3D del Castillo de Barxell (Alcoy, Alicante, España)’.


Sus autores, Natxo Segura, topógrafo, Enric A. Paredes, arquitecto y José David Busquier, arqueólogo, presentarán en el congreso la metodología que han empleado para analizar y diagnosticar las patologías de los restos arquitectónicos de este castillo medieval.

Se trata de los trabajos previos a la restauración que se realizaron entre los años 2014 y 2015, un levantamiento fotogramétrico de la fortaleza que ha combinado tomas aéreas con drones y tomas terrestres para generar un modelo tridimensional. En el vídeo adjunto se puede ver esta labor.
El resultado final cuenta con una gran calidad y resolución que ha permitido que los estudios arquitectónicos y arqueológicos del castillo sean mucho más exhaustivos y acertados.


Vídeo: Fotogrametría aérea y terrestre del Castell de Barxell (Alcoi) El Castell de Barxell, representado en tres dimensiones, será protagonista en un congreso internacional de arqueología que se celebra en Valencia.

Fuente: Página66.com, 6 de septiembre de 2016

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* El castillo de Barchell, situado en el término municipal de Alcoy (Alicante), es una construcción medieval del siglo XIII que se sitúa sobre un montículo rocoso, en mitad de una pinada, junto a la carretera CV-795 que une Alcoy y Bañeres. Está situado en la partida rural de Barchell a 800 metros de altitud. Muy cerca de las Solanetes en donde se encontraba un núcleo de época musulmana.
El castillo de Barchell se encuentra ubicado en la partida rural de Barchell, en el Valle de Polop, un enclave natural de gran valor paisajístico, situado entre dos parques naturales, el de la Font Roja y el de la Sierra de Mariola.

Se trata de una fortificación cristiana creada para controlar la población mudéjar de los alrededores. Aunque desde siempre se creyó que la edificación pertenecía a la época musulmana, recientemente ha aparecido documentación del año 1264 que certificaría su construcción ya bajo dominio cristiano. Aunque han desaparecido las cubiertas, conserva todo el recinto amurallado, un albacar, probablemente de época musulmana completamente adaptado al terreno. Conserva restos de aspilleras y dos puertas, estando situada la principal dirección en el este. Su función era alojar a la población de las alquerías vecinas en los tiempos de peligro, como en las guerras contra Castilla, en las que su guarnición era reforzada.
En 1850 se convirtió en una masía sufriendo diversas remodelaciones en su fábrica así como en los terrenos limítrofes, siendo abandonado en el año 1964 desde el cual se ha ido deteriorando progresivamente. Bien de Interés Cultural desde el año 1996, en los últimos años ha cambiado de propietario varias veces sin que se llegue a realizar la rehabilitación exigida por el Ayuntamiento de Alcoy por parte de sus propietarios. Lamentablemente, debido tal vez a su estado de conservación, no se encuentra incluido dentro de la Ruta de los Castillos del Vinalopó, a pesar de que el Castillo de Banyeres se encuentra a solo 10 kilómetros de distancia.

Destaca su torre prismática de base cuadrangular de 5 x 8 metros de base y de unos 20 m de altura a la que se accede por un hueco de pequeñas dimensiones, terminado en arco de medio punto. En el interior contaba con tres plantas hoy desaparecidas y en el exterior se encuentran restos de construcciones adosadas, así como tapias de gran altura, todo ello construido en tapial.

El reducto principal, de construcción cristiana siguiendo las pautas de los castillos musulmanes de la zona está formado por una nave de 5 x 20 y dos plantas que hacían de almacén y habitáculo para la tropa y una torre prismática de base cuadrangular de 3,8 x 7 metros de base y de unos 20 m de altura a la que se accede por un hueco de reducidas dimensiones, acabado en arco de medio punto, todo esto articulado desde un patio interior de 150 m2 con un aljibe y paso de ronda de madera. La torre contaba con tres plantas (originalmente dos) hoy en día desaparecidas. Todo el conjunto contaba con numerosas aspilleras en sus muros. En el exterior se encuentran restos de construcciones adosadas, así como tapias de gran altura, todo construido en tapia. Todo el conjunto ocupa un total de 2860 m2 y un perímetro de 239 metros.

Fuente: Wikipedia.

El infanticidio romano podría no ser tan común como se pensaba

Detalle del monumento del Ara Pacis.

Un tema que siempre ha generado mucha controversia en el estudio de la mortalidad infantil en la Antigüedad son las prácticas relacionadas con el infanticidio y el abandono de niños. Como señala Parkin, ambos fenómenos han sido objeto de confusión tanto por los autores antiguos como por los modernos y, sin embargo, son hechos diferentes, puesto que no sabemos qué proporción de los niños expósitos habría muerto, al igual que no sabemos con qué frecuencia se daba este tipo de prácticas, que no necesariamente tenían que acabar con la muerte del infante, aunque ello fuera lo más probable.

Los cartagineses probablemente sacrificaban a sus niños. Una práctica inhumana hoy en día, pero tolerada en muchas sociedades del mundo antiguo. Las fuentes escritas indican que el infanticidio fue una práctica común en la Antigua Roma. En la sociedad de la Roma clásica generalmente había una preferencia por los niños varones y por ello se ha indicado que las niñas, más que los niños, fueron víctimas de infanticidio, reconocen los autores de un estudio publicado en el diario Journal of Archaeological Science. Hace tiempo que se observa que, entre los adultos, los hombres superan en número a las mujeres en los cementerios romano-británicos. El infanticidio femenino podría ser una explicación, pero sólo es una de las posibilidades, agregan.

El infanticidio fue un problema evidente en la historia de Roma: los mismos Rómulo y Remo, los dos hijos del dios de la guerra, Marte, sobreviven por poco después de que hubieran sido arrojados al río Tíber.

Sin embargo, los resultados de un reciente estudio, sugieren que el infanticidio no estuvo tan extendido en la sociedad de los antiguos romanos como se creía previamente, sino que, en realidad, hubo muchos casos de muertes intrauterinas (abortos).

En la actualidad, un equipo de investigadores, usando un método innovador en la exploración de restos óseos, ha revelado que esos pequeños cuerpos no fueron en absoluto, víctimas de un infanticidio vicioso.

Los investigadores han usado un innovador método de escaneo de huesos con la esperanza de conocer mejor la tasa de mortalidad infantil en la Britania Romana

En cambio, al parecer, muchos de los bebés nacieron muertos y fueron enterrados en cementerios junto con otros adultos, lo cual sugiere que fueron llorados por sus familias.

Hay que tener en cuenta que en aquellos tiempos, la tasa de mortalidad infantil era bastante alta por lo que se debe de tener en cuenta este dato.

Según Tim Parkin, autor que se ha centrado en estudios sobre población romana, la mortalidad estaría en torno a los 300 fallecidos por cada 1.000 al año, cifra extremadamente alta si la comparamos con los niveles actuales, que según el autor, se encuentran en menos de 10 por cada 1.000 niños.

El estudio ha sido dirigido por investigadores del Museo de Historia Natural de Londres, el
Museo de la Historia de Londres y la Universidad de Durham.

La Dra. Rebecca Redfern (derecha), co-autora del estudio, dijo: "El tamaño de la colección de restos óseos del Museo de la Historía de Londres, con más de 20.000 miembros, supone que estamos ante una posición única para investigar este tipo de casos, así como proporcionar una interpretación significativa de los resultados con nuestro detallado archivo.

Podemos aplicar esta investigación a los esqueletos infantiles que se encuentran en esta gran colección, y correspondientes a distintos períodos del antiguo Londres romano, a fin de investigar las causas de la mortalidad y cómo ésta se relaciona con el medio ambiente y su población".

Algunos historiadores sugieren que determinados niños pudieron haber sido asesinados poco después de nacer, como control de la natalidad dentro de un núcleo familiar o social o incluso para asegurarse que en su seno hubiera más niños que niñas. También se ha indicado que las familias pobres podían haberse "deshecho" de los recién nacidos si consideraban que no podrían mantenerlos.

Aunque pueda parecer terriblemente o inhumano a los ojos modernos, en la antigua sociedad romana, los bebés NO eran considerados totalmente personas al nacer. Más bien se pensaba que su humanidad se desarrollaba con el tiempo.

El Dr. Thomas Booth (izquierda), co-autor del estudio, dijo: "La distinción entre los restos de bebés que han muerto al nacer y los nacidos completamente sanos es muy importante para los arqueólogos porque permite determinar la salud de las poblaciones del pasado y entender cómo tales sociedades consideraban o interpretaban esas prematuras muertes.

Hay muchos ejemplos de culturas pasadas (como la cartaginesa, por ejemplo) y presentes cuyas ideologías les llevó a considerar estas prácticas de dar muerte a los jóvenes, de tal manera que significaba que las mismas tenían que ser tratadas de modo diferente, como por ejemplo, en la exclusión de los niños no bautizados de los cementerios católicos".

Los investigadores analizaron diez esqueletos infantiles de antiguos cementerios de los alrededores de Londres.

El Dr. Booth, añade: "La capacidad de diferenciar con mayor precisión entre los bebés nacidos muertos y los bebés de corta duración de vida, sin tener que alterar los esqueletos arqueológicos, impactará profundamente en el estudio de la vida humana en el pasado".

Estudios e investigaciones previas a este caso habían cortado y abierto muestras óseas y dentales con el fin de observar su estructura interna, pero suponía la destrucción de parte del material, pero ahora, un escáner de microtomografía computerizada de rayos X (micro-CT) les permitió comparar las
superficies microscópicas del interior de los huesos con la más mínima invasión.

¿Qué es la microtomigrafía computerizada de rayos X?

La microtomografía de rayos X es un método no destructivo que permite el acceso a la visión interior de un objeto sin necesidad de cortar la muestra.

La técnica de formación de imágenes se basa en la propiedad de los rayos X para pasar a través del material y es absorbida en función de la naturaleza y la densidad de los componentes que la atraviesan.

Se toman exploraciones de varios ángulos, después un ordenador va reconstruyendo el objeto en 3D.

Los escáneres mostraron que la mayoría de los huesos estaban bastante bien conservados. Hay que tener en cuenta que a las pocas semanas de la vida de un niño, las bacterias intestinales comienzan a formarse, y las mismas deterioran los huesos una vez que se produce la muerte, en un proceso conocido como bioerosión en la descomposición de los tejidos.

El hecho de que los huesos analizados estuvieran en buen estado se relaciona a que pertenecían a bebés nacidos muertos, y que aún no habían desarrollado bacterias intestinales.

Los resultados de los escáneres mostraron que la mayoría de los huesos estaban en muy buen estado.



Dado que el estudio estuvo bastante limitado a una muestra de sólo diez personas de una misma región hasta el momento, y por lo tanto está lejos de ser concluyente, los investigadores continuarán con las investigaciones y realizar más análisis en el futuro con el fin de llegar a una conclusión más exacta y mejorar nuestra comprensión de la vida en la antigua Bretaña romana.

Fuentes consultadas: Mail Online | newhistorian.com | National Geographic | Historia y Arqueología. 4 de septiembre de 2016

El yacimiento de Santa Criz desvela los secretos de la vida de una ciudad romana en Navarra entre los siglos I y V


Las personas aficionadas a la arqueología podrán visitar a partir de este martes el yacimiento de Santa Criz, recientemente declarado Bien de interés Cultural y en el que se recogen los secretos de la vida de una ciudad romana en Navarra entre los siglos I y V.

Las obras de excavación y adecuación para la visita pública de los restos arqueológicos de esta ciudad romana, ubicada en Eslava, y floreciente entre los citados siglos, han sido formalmente inauguradas con la presencia de La consejera de Cultura, Deporte y Juventud, Ana Herrera; la consejera de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local, Isabel Elizalde, y el alcalde de la localidad, Ignacio Barber.

Tras la consolidación de las ruinas arqueológicas, de las que destacan tres columnas puestas en pie, se han acondicionado también zonas para el acceso y circulación de visitantes. A partir de ahora se puede realizar un recorrido a través de los restos del foro mediante un sendero interpretativo autoguiado, con paneles informativos que ilustran sobre la ciudad, su territorio, los espacios públicos, los restos monumentales recuperados y las costumbres funerarias, dentro de un atractivo entorno natural.

Si bien se desconoce su nombre latino original, la condición urbana de este yacimiento arqueológico ha quedado siempre clara por la monumentalidad de sus restos y la abundancia de vestigios epigráficos, los más numerosos de Navarra.

Conocida ya desde 1917, la ciudad romana ha sido objeto de diversas excavaciones durante la década de los 90 del siglo pasado y hasta la actualidad, y especialmente entre los años 2006 a 2015, a partir de la redacción del Plan Director en 2005-2006 que perseguía la recuperación de la ciudad y supuesta en valor.

Durante esos años, los trabajos arqueológicos han supuesto una inversión de 717.390 euros, de los cuales 500.000 se han gestionado merced al convenio suscrito entre la Dirección General de Cultura, la Fundación para la Conservación del Patrimonio Histórico de Navarra y el Ayuntamiento de Eslava, dentro de las iniciativas culturales vinculadas a la construcción de la Autovía A-21 Autovía del Pirineo, patrocinadas por la UTE Autovía del Pirineo, S.A.


LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA

La intervención arqueológica ha exhumado los restos parciales de dos de las zonas más importantes de la ciudad. De una parte el foro, o plaza pública, la zona más noble de la ciudad, donde tiene lugar la vida comercial, jurídica y religiosa y donde se ubican las galerías laterales y el espacio abierto central.

En esta zona se ha accedido sobre todo al criptopórtico o galería semisubterránea septentrional creada con objeto de resolver la pendiente del terreno sobre el cual se construyó el foro y que recibe el derrumbe de la columnata que circundaba el foro y posiblemente también del edificio que estaba construido sobre él.

De estos derrumbes se han recuperado restos de tres esculturas, entre las que destaca el cuerpo de un togado en mármol, de tamaño natural, así como once capiteles de estilo corintio. Se sabe que el mármol con el que fue esculpido el togado no procedía de Hispania, sino probablemente de Italia. Hay, asimismo, una segunda estatua de mármol muy fragmentada y de un tamaño mayor al natural, que corresponde a un emperador divinizado.

En las excavaciones realizadas en el foro han aparecido, asimismo, numerosos elementos arquitectónicos como fustes de columnas, pilas, sillares con diferentes molduras y estucos, decoración pictórica en la que se aprecian fundamentalmente geometrías y florecillas. Se trata de colecciones muy interesantes realizadas con pigmento rojo pompeyano, negro, verde, e incluso azul, un color que no era fácil de conseguir en la época y que se traía desde Oriente o Egipto, lo que denota ya la riqueza de la villa.

La otra zona excavada es la necrópolis o cementerio de la ciudad, donde se han descubierto los restos de las incineraciones que allí se practicaban, y sus mausoleos monumentales, uno de los cuales ha sido reconstruido parcialmente a partir de los elementos arquitectónicos descubiertos en la excavación.

En la necrópolis se han encontrado también algunos objetos de la vida domestica: abundantes agujas de pelo, urnas funerarias (pequeñas vasijas de cerámica roja con una pequeña asa, de unos 25 cm de alto) de las cuales la mayoría están rotas, aunque había una de ellas completa; restos humanos y muy pocos ajuares (los romanos, frente a otros pueblos como por ejemplo los egipcios, no enterraban a las personas difuntas con sus pertenencias). Sí apareció un pequeño anillo, y esto sí, muy a menudo, monedas dejadas allí para pagar los servicios de Caronte, el barquero, quien llevaba las almas al inframundo.

También aparecen restos de combustión, que permiten conocer cómo la cremación no se producía dentro del propio mausoleo sino fuera de él, y luego se trasladaban los restos a la necrópolis con parte de la pira.

Se aprecian, asimismo, restos de libaciones, rituales religiosos o ceremonias que consistían en la aspersión de una bebida en ofrenda a los muertos a través de un orificio sobre los restos de los difuntos, para agasajarlos. Los líquidos ofrecidos en las libaciones eran variados, normalmente de vino, leche, miel, aceite o incluso agua pura. Fue muy practicada en la religiones de la Antigüedad, entre ellas la griega, romana y judaica.


RESTOS DE CALZADA E INSCRIPCIONES

Las arqueólogas que han trabajado en esta obra saben que la ciudad tiene una vía, una calzada, no encontrada aún físicamente, de la que sí han encontrado, sin embargo, materiales asociados a ella, como los miliarios o postes kilométricos, colocados a modo de columnas en los que hay inscripciones que explican que un determinado emperador encargó su construcción o su reparación, y en el que se deja constancia también de todos sus títulos honoríficos.

En los dos miliarios aparecidos en Santa Criz se habla de la reparación de la calzada en el siglo III, y se cita como promotores de la obra a Probo, en uno de ellos, y a Máximo y Maximino, en el otro.
Otra inscripción aparecida entre las ruinas alude a la presencia en la ciudad de un "dispensator público". Se trata de un cargo municipal o funcionario imperial que se dedicaba a gestionar minas, puertos y el reparto de granos. El hecho de que aparezca este cargo publico en la ciudad romana también habla de su importancia.

Otra inscripción sólo de tres letras en la necrópolis permite saber que el mausoleo pertenecía a la familia de los Calpurnios.


EL CASTRO VASCÓN ANTERIOR A LA VILLA ROMANA

Santa Criz ofrece una enorme riqueza por varios motivos, uno de los cuales es, sin duda, la presencia también en el lugar del castro vascón, el poblado indígena que dio origen a la ciudad romana posterior. El castro está muy bien conservado. Solo la topografía, permite ver que era un poblado tipo al que se conserva en Las Eretas, con viviendas adosadas a la muralla y una calle central.
El yacimiento tiene una vida muy larga, desde el siglo I al siglo V, si bien, según fuentes escritas pudo tener un hábitat en la época medieval, ya que en su entorno no sólo hay un pueblo vascón, sino también una torre de señales y los restos de una iglesia. Todo permite prever que los restos allí ubicados permitirán encontrar arquitecturas y materiales de gran valor histórico durante muchos años.

Fuente: eldiario.es | 6 de septiembre de 2016