Arqueólogos del INAH descubren una ofrenda originaria de Pirámide del Sol en Teotihuacan, México



Arqueólogos descubrieron un par de ofrendas, una de las cuales pudo haber sido colocada para consagrar el comienzo de la construcción de la edificación teotihuacana, en el siglo I d.C. Estaba compuesta por piezas de obsidiana, vasijas, restos de animales y tres figuras humanas de piedra verde, de las que destaca una máscara que podría ser un retrato.

Arqueólogos que participan en el Proyecto Pirámide del Sol, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), descubrieron una serie de depósitos en el interior de esta construcción prehispánica, uno de los cuales podría tratarse de la ofrenda colocada en los primeros 50 años de nuestra era, para consagrar el comienzo de la construcción de este monumento, el más grande de la antigua ciudad de Teotihuacan.

Fuente: Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), México

El equipo de investigadores, conformado por los arqueólogos Alejandro Sarabia, Saburo Sugiyama, Enrique Pérez Cortés y Nawa Sugiyama, dio a conocer este hallazgo registrado durante las exploraciones realizadas al interior de dicho edificio piramidal —de 65 metros de altura—, desde 2008 y que concluyeron este 2011.

Valiéndose de un túnel de 116 m de longitud que se extiende en el eje este-oeste de la pirámide —que fue excavado en los años 30 por el arqueólogo Eduardo Noguera—, el grupo del Proyecto Pirámide del Sol, dirigido por Alejandro Sarabia, excavó un total de 59 pozos estratigráficos y tres túneles cortos, con la intención de llegar en todos los casos, al nivel de la roca madre a fin de verificar la presencia de entierros, ofrendas, etcétera.



“Por nuestra experiencia sabíamos que si los teotihuacanos hubiesen colocado algo al interior del monumento, muy posiblemente estaría a nivel del tepetate. Para ello excavamos un pozo de sondeo en la parte final de túnel y un conducto corto para llegar al centro de la pirámide, ya que el hecho por Noguera se había quedado aproximadamente seis metros al oeste del centro del monumento”, comentó Enrique Pérez Cortés.

Efectivamente, dijo, fue a lo largo de la exploración que se descubrieron —a diferentes distancias respecto de la entrada del túnel— tres estructuras arquitectónicas que son anteriores a la construcción de la Pirámide del Sol, y siete entierros humanos, algunos de ellos de infantes, que hasta el momento se pueden fechar al periodo previo a la erección del monumento, o bien, al de su edificación; así como dos ofrendas, una de ellas de una riqueza extraordinaria.

Esta última ofrenda fue descubierta en el metro 85 del túnel, al interior del relleno constructivo, “por lo tanto sabemos que fue depositada como parte de una ceremonia de consagración a la construcción de la Pirámide del Sol, probablemente al inicio de su edificación, hace más de 1.900 años”, anotó Pérez Cortés, investigador del Centro INAH-Zacatecas, al destacar que entre los objetos encontrados destaca una máscara de piedra verde, que podría ser el retrato de un personaje.



El rico depósito descubierto estaba compuesto por varios niveles de objetos, colocados desde el nivel de tepetate; debido a que el área de los materiales arqueológicos se extendía hacia el sur de los límites del pozo estratigráfico, se decidió hacer una ampliación de la exploración.
Los objetos que componían la oblación “fueron elaborados en muy diversos materiales y técnicas de elaboración; destaca una cantidad considerable de piezas de obsidiana, como puntas de proyectil, navajillas, bifaciales, así como un excéntrico antropomorfo (artefacto lítico). Además de tres figuras con representaciones humanas, que fueron ornamentadas con ojos de concha y pirita, y que estaban acompañadas por algunas puntas de proyectil”.

De las tres piezas de piedra verde, destacó el arqueólogo Pérez Cortés, sobresale una extraordinaria máscara antropomorfa que fue tallada en una sola pieza, cuyos ojos fueron hechos con concha y pirita. La máscara de serpentina —según análisis del Dr. José Luis Ruvalcaba, del Instituto de Física de la UNAM—, es la única careta de piedra descubierta hasta la fecha en contexto ritual en Teotihuacan.

Con 11 cm de altura por 11.5 de ancho, 7.8 cm de profundidad y un peso de 1.16 kg, dicha máscara difiere de las conocidas como “teotihuacanas”, por ser de una dimensión menor y con volumen, por lo que preliminarmente se cree que se trata de un retrato. Asimismo, junto a este objeto se halló un caracol marino.
La ofrenda también estaba integrada por 11 vasijas tipo Tláloc, la mayoría fragmentadas y colocadas al centro del depósito. Otros objetos depositados fueron tres discos de pirita, uno de ellos —de 45 cm de diámetro y puesto sobre una laja de pizarra recubierta con pirita—, es el más grande recuperado hasta el momento en Teotihuacan.



Asimismo, el depósito se conformaba de una importante cantidad de esqueletos de animales. Al noreste se recuperó el cráneo de un felino, al suroeste el de un cánido; y al sureste, y cubierto por rocas volcánicas, los restos de un águila que fue alimentada antes de ser sacrificada, pues en su cavidad torácica se hallaron los restos de dos conejos. Este tipo de restos de fauna coincide con los de las ofrendas descubiertas en el Edificio 4 de la Pirámide de la Luna.
Los investigadores del equipo Pirámide del Sol, de la Zona Arqueológica de Teotihuacan (ZAT), hicieron hincapié en que esta ofrenda siempre estuvo anegada, ya que la humedad que absorbe el edificio se concentra en la base y en el área central del monumento.

En este sentido, el Dr. Saburo Sugiyama, profesor de la Universidad de Aichi (Japón), y Alejandro Sarabia, director de la ZAT, indicaron que durante mucho tiempo y anterior a este descubrimiento, la función de la Pirámide del Sol se había vinculado al inframundo, debido al túnel que hay debajo de ella, y que fue excavado por los propios teotihuacanos.

“Sin embargo, los objetos que encontramos estarían indicando que la Pirámide del Sol —que cubre un área aproximada de 5.6 ha con un altura actual de 65 m y una base de 225 m por lado— fue ofrendada hacia los primeros 50 años de nuestra era, posiblemente a una deidad de la lluvia, una versión muy antigua del dios Tláloc".

“Por el momento, sólo podemos ofrecer una interpretación general de los hallazgos, pero es evidente que algunas ofrendas tienen un patrón de distribución que ya habíamos observado en algunos de los entierros de la Pirámide de la Luna”, concluyeron los expertos.

Arqueólogos descubren una estatuilla neolítica de la Madre Tierra en Francia


Vía: The Independent | John Lichfield |

Arqueólogos franceses han descubierto un ejemplar extremadamente raro de una figura neolítica de "Madre Tierra" en las orillas del río Somme.

La estatuilla, de 6.000 años de antigüedad, tiene 21 centímetros de alto, ostenta imponentes nalgas y caderas, pero los brazos apenas se sugieren, y una cabeza en forma de cono. Figuras similares se han encontrado antes en Europa, pero rara vez tan al norte, y pocas veces tan completas y en buen estado de conservación.

La "dama de Villers-Carbonnel", tal como ha sido llamada, puede hacer dos reclamaciones para ser considerada una "Madre Tierra". Ella fue cocida con tierra local o arcilla, y se asemeja mucho a otras figuras similares con cuerpos de mujer estilizados halladas en el Mediterráneo.
Aunque los expertos en el neolítico están revisando sus opiniones, se ha venido creyeno durante mucho tiempo que estas figurillas debían estar relacionadas con la existencia de un culto que adoraba a una diosa del hogar o de la fertilidad.

La "Madre Tierra" del Somme presenta cinco o seis roturas y fue cocida hace entre 4300 y 3600 años antes de Cristo. Se encontró entre las ruinas de un horno neolítico, en una excavación arqueológica preventiva del gobierno francés, cerca de Villers-Carbonnel, en las orillas del río Somme, en el departamento del mismo nombre.

La figura puede ser sólo el comienzo de una gran cosecha arqueológica en el norte de Francia en los próximos años, y que se extendería desde los tiempos paleolíticos hasta la Primera Guerra Mundial. La agencia de "Arqueología preventiva" del gobierno francés, Inrap, ha obtenido los permisos y los fondos para explorar 77 lugares a lo largo de unos 100 kilómetros del recorrido del nuevo canal Seine-Norte de Europa, de 50 metros de ancho, destinado a las barcazas de alto calado que unen el río Sena con Bélgica y el Rhin.


La arqueólogo encargado de la excavación de Villers-Carbonnel, Françoise Bostyn (foto a la izquierda), dijo a The Independent: "La estatuilla es muy hermosa y está notablemente conservada. A veces nos encontramos fragmentos de figuras semejantes, pero rara vez la figura entera".

La "Madre Tierra" del Somme podría deber su supervivencia, paradójicamente, al hecho de que se había roto mientras la estaban realizando. Sus diferentes piezas fueron descubiertas en un horno que se había derrumbado, como se ha dicho.

La señora Bostyn dijo que la estilizada figura, con las nalgas y muslos exagerados, y cabeza y brazos rudimentarios, se parece mucho a figuras similares del mismo periodo encontradas en lugares tan lejanos como el Medio Oriente.

¿Podría la "Dama de Villers-Carbonnel" representar el ideal de belleza femenina del Neolítico, mucho antes de la llegada de las revistas de moda, los aerógrafos y el Photoshop?.

Hallan un cementerio precolombino de 1.000 años de antigüedad en Panamá



Un cementerio precolombino de "personajes de alto rango" de 700 a 1.000 años antigüedad fue hallado en el Parque Arqueológico El Caño, ubicado en la provincia de Coclé, en el centro de Panamá, informó hoy la arqueóloga panameña Julia Mayo.
Fuente: EFE, Panamá

Mayo, quien encabeza a un grupo de 30 especialistas en las investigaciones, dijo en una conferencia de prensa que en total se encontraron seis tumbas, de las cuales se excavaron cuatro.
Estas cuatro tumbas son grandes y en ellas estaban depositados al menos 25 restos de "personajes de alto rango" de esa época.
"La tumba de mayor dimensión tiene unos cinco metros de longitud por 3,5 metros de ancho, y en ella encontramos al menos 25 cuerpos, uno de ellos aparentemente de un gran señor, porque estaba cubierto con prendas de oro y de cobre, y con artefactos hechos con huesos de animales y piedras", reseñó Mayo a los periodistas.
Mayo hizo la presentación en un acto organizado por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación de Panamá (Senacyt), el Instituto Nacional de Cultura (INAC) y la National Geographic Society, quienes financian el proyecto.
Las excavaciones de Mayo y del grupo de especialistas se iniciaron en el año 2006, en un área de unos 5.000 metros cuadrados, pero no fue hasta los años 2008 y 2009 en que se registraron los primeros hallazgos.
Explicó que lo primero que se encontró en el 2008 fueron los restos carbonizados de las estructuras de maderas que cubrían algunas de estas tumbas, y luego al año siguiente se halló en una de ellas los restos del entierro de un pequeño bebé, con ajuares para personajes de alta alcurnia.
"Sabíamos que teníamos algo grande entre manos porque sabíamos, por las lecturas y las documentaciones que hemos hecho de sitios similares, como Sitio Conte, que era un cementerio de jefes o de personas de alto rango y donde se enterraban a decenas de personas", añadió.
Sitio Conte, también en la provincia de Coclé, fue explorado por arqueólogos estadounidenses en 1940 y se encuentra a 2,5 kilómetros al sur del Río Grande, área donde está situada El Caño.



La arqueóloga, asociada al Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), precisó que en estos momentos se está en el proceso de análisis de las piezas y estructuras encontradas, y de investigar qué relación hubo entre Sitio Conte y El Caño, porque los restos encontrados en ambos lugares son de las mismas épocas.
"Hasta ahora pensábamos que Sitio Conte era un lugar excepcional y que El Caño era un área donde se coordinaban actividades económicas, sociales o políticas o un centro ceremonial, que entrecomillábamos porque no sabíamos muy bien qué papel jugaba en esa época", precisó Mayo.
Señaló que el cementerio encontrado en El Caño fue utilizado durante aproximadamente 300 años y, aunque no pudo precisar el grupo o sociedad que ocupó el área, dijo que fue un grupo cuya identidad puede rastrearse en Panamá entre el Golfo de Montijo, en la central provincia de Veraguas, y la ciudad de Panamá, a partir del año 150 después de Cristo hasta la conquista por los españoles.

"No conocemos el nombre de este grupo y tal vez no la conozcamos, pero sus señas e identidad son las que están enterradas en los yacimientos arqueológicos de este periodo, en la región central de Panamá", matizó.
Por su parte, el editor de National Geographic para América Latina, Omar López, calificó el descubrimiento como el resultado del "amor por la arqueología" de Mayo y de "una bocanada mayúscula de suerte e inteligencia".
Informó de que el descubrimiento es el tema de portada de la revista, edición en español, de enero de 2012, cuyo artículo lleva por nombre "Los Señores Dorados de Panamá".
López presagió que la edición "será histórica", debido al contenido del artículo y de las fotos, fruto de seis años de trabajo de investigación.



Las investigaciones, con un costo de unos 400.000 dólares, también son apoyadas por el STRI, la Fundación El Caño, así como por las universidades españolas de Santiago de Compostela, Complutense y de Granada y por el Museum Conservation Institute del Instituto Smithsonian.

Abren la tumba de la familia de Escipión el Africano en Roma



La tumba en Roma de la ilustre familia patricia de los Escipiones, célebre por las hazañas del general Escipión el Africano, quien derrotó al invasor Aníbal en el siglo III antes de Cristo, será abierta el 27 de diciembre al público tras permanecer veinte años cerrada.

Fuente: AFP, Roma

El monumento funerario, compuesto por una serie de galerías subterráneas de dos metros de altura, lleno de elegantes sarcófagos, está localizado cerca de la Puerta de San Sebastián, a pocos centenares de metros de las Termas de Caracalla, en uno de los lugares más fascinantes del casco histórico de Roma.
La construcción de la tumba familiar, que contaba a la entrada con un imponente edificio de columnas, fue iniciada a inicios del siglo III antes de Cristo por el cónsul romano Lucius Cornelius Scipion Barbato, cuyo elegante sarcófago domina la galería central.



La dinastía de los Escipiones, que formaba parte de una rama de la familia Cornelia, era influyente tanto a nivel político como militar y contó con varios cónsules y generales. Entre las personalidades más célebres figura Escipión el Africano (235-183 a.C.), el único general romano que pudo derrotar a Aníbal durante la Segunda Guerra Púnica tras la invasión de Italia por los ejércitos cartagineses.





La elegancia del lugar domina frente al dato más sorprendente: Escipión el Africano no fue enterrado allí. Acusado de haber recibido sobornos, abandonó Roma para no regresar jamás. Se dice que pasó sus últimos días dedicado al cultivo de su finca de Litermum (cerca de Nápoles), y que antes de morir pidió que su cuerpo fuera enterrado allí, y no en su país ingrato.







Su requerimiento fue atendido y su tumba aún existía en Litermum según el famoso historiador romano Tito Livio del siglo I a.C. "Tierra ingrata, no te dejaré ni mis huesos", rezaba su epitafio. "Aquí se respira Historia", comentó Rita Volpe, arqueóloga responsable del monumento, rodeado de cipreses y pinos. "En el colegio se estudian las guerras púnicas. Pues bien, aquí están enterrados casi todos sus protagonistas", comentó a la AFP.

La experta estima además que aún falta mucho por descubrir y excavar a nivel arqueológico. La tumba fue descubierta por casualidad en 1780 por dos religiosos, propietarios de un viñedo. Las recientes labores de restauración, por un valor de 1,3 millones de euros, fueron financiadas por la alcaldía y comenzaron en el 2008.

La zona arqueológica fue cerrada en 1992 debido a las malas condiciones del terreno y el peligro de derrumbes y se extiende por más de 2.000 metros cuadrados hasta la zona de Appia Antica. La tumba de los Escipiones sólo es accesible con reserva previa y mediante una visita guiada que cuesta ocho euros.

Vídeo:

El hombre prehistórico fabricaba colchones de paja para dormir hace 77.000 años

El hallazgo, en un yacimiento arqueológico de Sudáfrica, muestra que los prehistóricos utilizaban plantas con efecto insecticida y quemaban periódicamente los jergones seguramente para desinfectarlos

Excavaciones en el refugio de Sidubu, en Suráfrica, donde se han encontrado los colchones vegetales más antiguos que se conocen.- LYN WADLEY

Los hombres prehistóricos eran capaces de dotarse de unas mínimas condiciones de comodidad e higiene, a la vista del hallazgo, en un refugio en Sudáfrica, de unas colchonetas hechas hierbas, juncos y hojas que se han datado en 77.000 años de antigüedad (a modo de refrencia: las pinturas de Altamira tienen en torno a 15.000 años). Algunas plantas, además, parecen elegidas entre especies conocidas en la medicina tradicional por contener compuestos de efecto insecticida y larvicida, por ejemplo repelentes de mosquitos. Además, los restos indican que las colchonetas fueron quemadas periódicamente, tal vez con fines higiénicos: luchar contra plagas y destruir la basura. Son vestigios muy significativos del comportamiento cultural complejo de la humanidad anatómicamente moderna antes de la última ola migratoria desde África de estos antepasados nuestros directos. Las colchonetas coinciden temporalmente en los yacimientos surafricanos con otros indicios de prácticas avanzadas, como la utilización de cuentas de concha, las nuevas tecnologías aplicadas a los instrumentos de piedra, la preparación de trampas para animales y la fabricación de arcos y flechas.

Los colchones descubiertos ahora son, con mucho, los más antiguos que se han encontrado, con 50.000 años más que los que se conocían hasta ahora.
Al menos 15 capas diferenciadas de colchonetas de material vegetal apelmazado han encontrado los científicos en el refugio de Sibudu, situado en un acantilado sobre un río, 40 kilómetros al norte de Durban y a 15 de la costa del océano Índico. La localización del refugio es importante porque muchas de las plantas utilizadas en la preparación de los jergones crecen exclusivamente en entornos acuáticos, lo que descarta que se trate de plantas crecidas in situ y aplastadas. Los humanos prehistóricos subieron las hojas, hierbas y juncos hasta su refugio y se prepararon colchonetas para dormir y para vivir más cómodamente, afirman los científicos que investigan el yacimiento arqueológico, liderados por Lyn Wadley (Universidad de Witwatersrand, en Johannesburg). Presentan los últimos descubrimientos en la revista Science.

Los colchones están apelmazados, superpuestos unos a otros (hasta 15 capas de varios centímetros de grosor cada una se han identificado) en un grueso sedimento que se extiende entre uno y tres metros cuadrados. Los científicos han hecho análisis de datación y afirman que corresponden a una ocupación del refugio en cuestión durante 40.000 años (de hace 77.000 años hasta hace 38.000). La selección de las especies utilizadas para hacerlos, "sugiere que los habitantes primitivos de Sibudu conocían las plantas del entorno de su refugio y eran conscientes de sus usos medicinales", señala Wadley. "Las hierbas medicinales aportarían ventajas para la salud humana y la utilización de plantas contra los mosquitos añade una nueva dimensión a nuestro conocimiento del comportamiento humano hace 77.000 años". Los científicos han reconocido, por ejemplo, restos de Cryptocarya woodii, especie aromática cuyas hojas aplastadas emiten compuestos químicos repelentes contra los mosquitos, que siguen presentes en las prácticas tradicionales africanas con el mismo uso.
"Aquellos habitantes del pasado harían la recolección de juncos en las orillas del río uThongathi, justo bajo Sibudu, y las extenderían luego en el suelo del refugio haciendo jergones que servirían no sólo para dormir, sino que también proporcionarían una superficie confortable para la vida diaria y para trabajar", añade Wadley. Las prácticas domésticas parece que no se acaban ahí, sino había un mantenimiento de las colchonetas, ya que los restos indican que eran quemadas periódicamente in situ, seguramente para eliminar plagas y preparar una nueva capa de hierbas y hojas frescas.
Al estudiar el yacimiento, los científicos se dieron cuenta de que la ocupación del refugio de Sibudu se intensificó hace unos 58.000 años, con mayor densidad de capas de jergones, más restos de fogatas, más depósitos de restos y más piezas de artefactos de piedra en el yacimiento. Wadley y sus colegas argumentan que ese incremento de ocupación corresponde al cambio demográfico en ese continente en aquella época. Hace unos 50.000 años los humanos modernos, nuestra especie, empezaron a salir de África y acabarían reemplazando a las formas arcaicas de Homo sapiens en Eurasia, incluidos los neandertales.

Vía: http://www.elpais.com/

Los primeros españoles en Asia se establecieron a comienzos del siglo XVII

Establecieron puestos en Taiwán en el primer cuarto del siglo XVII, antes que holandeses, chinos y japoneses

Científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) dirigen una investigación en Taiwán como parte de un proyecto más amplio para buscar "las huellas" de los primeros españoles en el Pacífico.
El proyecto pretende averiguar las áreas en las que se produjeron esos primeros contactos, cómo fueron y cómo influyeron en la población local, con unas excavaciones realizadas este año durante octubre y noviembre, informa el CSIC.

Según los investigadores, generalmente se asume que el primer contacto entre europeos e indígenas fue consecuencia de los viajes del británico James Cook en la segunda mitad del siglo XVIII, pero los exploradores españoles cruzaron el Pacífico desde el siglo XVI, entrando en contacto con poblaciones en muchos archipiélagos e incluso estableciendo asentamientos, aunque de corta duración.
La investigadora del CSIC y codirectora del proyecto, María Cruz Berrocal, ha destacado que "como todos los primeros encuentros entre poblaciones nativas y europeas, se asocia a una serie de impactos que hasta ahora no se habían tenido en cuenta debido a la primacía de la investigación de corte anglosajón".
La investigación, dirigida en colaboración con un grupo de investigadores taiwaneses, se orienta a demostrar las huellas materiales del asentamiento español, conocido hasta ahora básicamente por los textos, en los que dicen que los españoles establecieron puestos en Taiwán(antes conocida como isla de Formosa), en el primer cuarto del siglo XVII, con anterioridad a la presencia de holandeses, chinos y japoneses.
En este sentido, la investigadora del CSIC, Susana Consuegra ha explicado que "el primer establecimiento español en Formosa se situó en la zona norte, en la pequeña isla Heping, que actualmente está unida a la ciudad de Kelong por un puente. Allí se fundó en 1626 el fuerte de San Salvador, a cuya sombra se situó un convento y un barrio donde vivía la marinería española mezclada con la población aborigen".

Un convento bajo tierra

Para la localización de estas áreas de implantación de los españoles, los investigadores han estudiado la información que se conocía de la zona, han analizado la cartografía y han aplicado un sistema de detección electromagnética. Berrocal ha detallado que "este año se ha centrado -la investigación- en la zona donde está enterrado el convento donde, al menos, se deberían localizar evidencias de la cerca perimetral del edificio y, probablemente, de los jardines o huertas de éste".

Para descubrir los restos del convento, el equipo ha realizado ocho sondeos estratigráficos, cuya excavación arqueológica continúa en la actualidad por la parte taiwanesa del equipo. Berrocal ha aclarado que "todavía no se ha recuperado material arqueológico que se adjudique a la presencia española, aunque sí europeo del siglo XVII". También ha explicado que "hay restos, unos muros de tapial, que son distintos a las costumbres taiwanesas de la época, por lo que no hay que descartar su diseño y factura europeos".

Además, la alineación de un conjunto de agujeros de poste sellados por materiales del XVII hace pensar en la cerca del convento, "ya que bajo estos restos se han localizado evidencias de la Edad del Hierro y del Neolítico y se ha documentado presencia china de la época Qing, japonesa y actual", ha detallado Consuegra. El proyecto se enmarca en el Programa Formosa 2010-2012, a raíz de un convenio del CSIC con ambas instituciones japonesas y ha contado con financiación del Ministerio de Cultura.