Tartessos y los primeros reyes de España


Al contrario de la fantasía platónica de la Atlántida, Tarteso es una realidad histórica que la arqueología va desvelando poco a poco, y también ha generado una bibliografía amplia durante siglos. Primero, se ha investigado en las fuentes griegas y romanas, que han dejado noticias parcas y fragmentarias, originando intensos debates, y en los últimos cuarenta años confrontando estos textos con los datos proporcionados por la arqueología, con la misma pasión. Pues Tarteso es sin dudas el primer referente histórico hispano de mayor relevancia. Y lo sigue siendo. Los estudios se han centrado en el reconocimiento de su historicidad, en la ubicación de la ciudad, en la polémica de si se trata de una ciudad o de una región, en la caracterización de su cultura material, social, ideológica y económica, en el tiempo en que existió y en el de sus reyes, míticos e históricos, mencionados en los textos.


Fuente: Diego Ruiz Mata (Catedrático de Prehistoria) La Voz Digital .es


Tarteso, como las grandes monarquías mediterráneas, tuvo también sus dinastías divinas y míticas. Las conocemos de modo incompleto puesto que sus elementos aparecen sólo en la rica e inagotable tradición literaria griega mezclados con otros mitos y leyendas dispares. Intentaré resumirlas. Según algunos autores, ocupados del tema, cabe hablar de dos dinastías cuya conexión entre sí desconocemos: la de Gerión, la más antigua, y otra más moderna correspondiente a Gárgoris y a su hijo Habis



Gerión es el primer nombre conocido de un rey tartésico divino, citado por el poeta griego Estesícoro, R.F. Avieno en su 'Ora Marítima' y Estrabón, y que para algunos residió en el arx Gerontis, o 'fortaleza de Gerión', ubicada en las cercanías de Gadir. La mitología menciona a una hija de este rey, Eritheia -nombre de una de las dos islas gaditanas-, y a un nieto, Norax, rey de Tarteso más tarde. La mitología alude a él como un personaje dotado de tres cabezas o tres cuerpos, provisto de alas, y como un guerrero-pastor, dueño de rebaños de bueyes y de caballos, además de custodio de las riquezas de la tierra, como el oro y la plata. Reinaba pacíficamente cuando se impuso a Heracles la tarea de robarle sus ganados y conducirlos a Micenas. Trabajo difícil para este semidiós quien, tras ímprobos esfuerzos y argucias, se apoderó del ganado y atravesó con su lanza los tres cuerpos de Gerión, de cuya sangre brotó un árbol que dio un fruto semejante a las cerezas.


Con Gerión no se extinguió su dinastía, pues su hija Eritheia dio a luz a Norax, que fue un rey emprendedor, puesto a que llegó a colonizar Cerdeña y a fundar la ciudad de Nora, existente en la actualidad. Se trata de un mito fundacional, transmitido por el poeta Solino, que responde a un trasfondo histórico y arqueológico. Constatadas están las relaciones entre la Bahía gaditana y Cerdeña en tiempos tartésicos.


Otras tradiciones, sobre todo la de Justino, nos hablan de una segunda dinastía de reyes tartésicos de la que únicamente conocemos dos nombres de reyes, Gargoris y su hijo Habis. En este caso son héroes civilizadores, legisladores y reyes sacros, cuyo mito señala el paso entre la vida salvaje y la vida urbana y la civilización. Gargoris descubrió el valor de la miel y enseñó a su pueblo a utilizarla. Habis es un personaje de mayor interés, pues reproduce el mito del niño abandonado en el bosque para ser devorado por las fieras y reconocido después por su padre adoptivo, tras ser amamantado por una cierva y creciendo en la naturaleza. Después de unos años de vida salvaje, fue hallado por Gargoris quien lo reconoció como su sucesor y le dio el nombre de Habis. Fue un gran rey civilizador y legislador. Enseñó a sus súbditos la agricultura, ordenó el trabajo entre las diversas clases sociales, repartió la población en siete clases y prohibió el trabajo de los nobles.




A ellos siguieron otros reyes tartésicos, de nombres desconocidos, que gobernaron pacíficamente durante siglos, salvo el de Argantonio -el rey de la plata-, descendiente de Habis. Argantonio, posiblemente el más conocido de estas dinastías monárquicas históricas, lo conocemos a través del historiador Herodoto -del siglo V a.C.- y de las expediciones griegas samias y foceas que este autor relata. Narra que «estos foceos fueron los primeros griegos que hicieron largas travesías por mar, y fueron ellos quienes descubrieron. Iberia y Tartessos.Y una vez llegados a Tartessos se ganaron la amistad del rey de los tartesios, cuyo nombre era Argantonio, que ejerció el poder durante ochenta años y vivió un total de ciento cincuenta». Invitó a los griegos a establecerse en su territorio y les dio una cantidad abundante de plata.


Por último, Macrobio, un poeta de época tardía, menciona a un rey de nombre Theron, que atacó el templo de Hércules en Gadir y fue repelido por naves gaditanas y la ayuda de la divinidad solar. El pasaje se ha interpretado como un intento de conquista de Cádiz por parte de los tartesios.


Estos fueron los primeros reyes hispanos de los que tenemos noticias. Y así fueron reconocidos y utilizados para la legitimización y fortalecimiento en el proceso del surgimiento del Estado moderno de España en época de los Reyes Católicos, Carlos I y Felipe II. La Historia como genealogía legitimadora del presente y del futuro.


Primer Congreso Internacional: Tarteso. El emporio del metal

El santo que conoció a Pedro

La margen izquierda venera las reliquias de San Frontis, la advocación que el clérigo francés Aldovino trajo a Zamora en el siglo XII.

San Front fue un santo francés que conoció y siguió a Pedro antes de predicar en el antiguo territorio de las Galias. Su influencia en la región de Aquitania le ayudó a convertirse en el primer obispo de Périgueux, la capital de Perigord. La leyenda dice, además, que llegó a asistir a las exequias de Santa Marta. Pero, ¿quién trajo la advocación del santo francés a la única parroquia que lo venera en España?
Puede que los fieles del barrio zamorano de San Frontis acudieran en la tarde de ayer a besar las reliquias del santo para celebrar su fiesta sin saber cómo ni por qué traspasó los Pirineos y eligió la margen izquierda para quedarse. Pero lo cierto es que la propia iglesia románica ofrece varias pistas en sus muros para descubrir la figura de Aldovino, el clérigo que instauró el culto al fundador de la Catedral de Périgueux.

El religioso galo acudió a la ciudad como parte de la repoblación de franceses en plena Edad Media


Tal y como explica el párroco y delegado diocesano de Patrimonio, José Ángel Rivera de las Heras, Albino se embarco una expedición de franceses que en el siglo XII acudía a repoblar Zamora. Parece ser que en la ciudad encontró un amigo inesperado. Y es que, tras la restauración, el también galo Bernardo de Périgueux se convirtió en el obispo de una nueva etapa. Quizá por su origen, Aldovino trabó amistad con el obispo, que le nombró canónigo del Templo Mayor.



En pleno desempeño de su nueva función, el religioso impulsó la construcción de un hospital, que decidió dedicar al santo de su patria, bautizado como San Frontis ya en nuestro país, «de ahí que sea una advocación extraña en España», confirma Rivera de las Heras. Igual que servía como espacio para la cura de enfermos, el templo hacía las veces de albergue para los numerosos peregrinos que, por aquel entonces, utilizarían la Vía de la Plata para acudir a venerar a Santiago.

Lo cierto es que, hospital o albergue, el edificio se convirtió en parroquia. Y su titular adquiría la dignidad de canónigo de la Catedral y llegaban a ser abades. «Por eso, tanto el Espíritu Santo como San Frontis se convirtieron en abadías», señala el delegado de Patrimonio.
Al entrar a la iglesia, hay un documento que todos los fieles pueden ver casi sin querer. Es una placa de piedra que testimonia cómo Aldovino fundó aquel remoto hospital, al tiempo que señala que el clérigo falleció en Zamora y fue enterrado en el mismo templo. «Yace aquí sepultado quien fundó este lugar, nacido en Périgord, llamado Aldovino, adornado por sus cualidades, apreciado por su fama y su vida, que murió el último día del mes de junio de la era de 1253 (año 1215)», reza el epitafio. Fue en 1861, cuando los fieles procedían a fijar una placa para inmortalizar el nivel del agua en las riadas del Duero en aquella época, cuando descubrieron, tapada, la placa pétrea.
¿Significa eso que los restos de Aldovino descansan bajo esta inscripción? «Se trata de un rótulo en piedra encastrado dentro de un arco cerrado, lo que quiere decir que estaba en otro lugar», aclara José Ángel Rivera. Parece evidente pensar que el clérigo fue enterrado en la iglesia original. Los únicos restos que han llegado hasta el momento presente de aquella construcción se limitan a la cabecera, de factura románica. Cerca debió de recibir sepultura el fundador.

La colocación de una placa por las riadas  del Duero en 1861 permitió encontrar el epitafio de Aldovino

El último capítulo de la aventura de Aldovino y su venerado San Front es mucho más reciente. En 1997, Rivera de las Heras y el anterior párroco de San Frontis acuden a Périgueux para participar en la fiesta del santo. Al representar a la única parroquia con esta advocación en España, recibieron un obsequio que los fieles zamoranos veneran desde entonces.

El relicario que ayer besaron los vecinos de la margen izquierda son  parte de los restos hallados del siglo XI hallados en Francia por un investigador que seguía la pista de San Frontis. La Catedral de Burdeos los cedió a Périgueux, cuya excelsa catedral —de un peculiar influjo bizantino— los alberga desde entonces para contar a quienes quieran saberlo la historia del santo obispo que conoció a Pedro.

Fue discípulo de San Pedro y asistió a las exequias de Santa Marta

Adornada su figura por la leyenda, San Front fue discípulo del mismo Pedro, el primer obispo de la Iglesia. Parece que también asistió al funeral de Santa Marta, donde olvidó un guante con el que se le representa en ocasiones.
Cúpulas de escamas y otros elementos que coinciden con la Catedral
Aunque está descartada la influencia y es una pura casualidad, la Catedral de Périgueux presenta algunos elementos que sorprenden por su similitud con el Templo Mayor de Zamora. Es el caso de las cúpulas de escamas que coronan cada una de las capillas del edificio francés, de marcada influencia oriental. La Catedral de Zamora es el símbolo de este tipo de arquitectura, que luego fue llevada con menor repercusión a la Colegiata de Toro o a la Catedral de Salamanca. También cabe mencionar los frontones, elementos raros en el arte Románico, que están presentes en ambas construcciones. Y por último, cabe mencionar las columnas adosadas de Périgueux, todo un símbolo en la llamada Puerta del Obispo.


Reportaje de Jose María Sadia

Hallan la primera inscripción en árabe de las Cruzadas

La placa, que llevaba años colgada en la pared de un domicilio privado de Tel Aviv, lleva el nombre del emperador Federico II, cuyos títulos enumera.

EFE / ABC

Una inscripción en lengua árabe de las Cruzadas, algo hasta ahora inédito en Oriente Medio, ha sido hallada en un domicilio privado de Tel Aviv y recientemente descifrada, informó hoy la Autoridad de Antigüedades de Israel.

La placa, de mármol gris, data del siglo XIII y lleva el nombre del emperador Federico II, líder de la Sexta Cruzada (1228-1229) que se autocoronó rey de Jerusalén en el Santo Sepulcro, la iglesia donde se sitúa el nacimiento de Jesucristo.
Los monarcas que abanderaron la conquista de Tierra Santa usaban generalmente el francés como lengua de comunicación y el latín como registro culto y para las inscripciones. El latín era, por ello, la lengua empleada en las placas de las distintas fortalezas o templos que edificaron desde su llegada a las murallas de Jerusalén, en 1099, hasta su fracaso definitivo, en 1271.

Federico II (1194-1250) era, sin embargo, un rey «distinto», que tomó parte de Tierra Santa sin derramamiento de sangre, hablaba árabe con fluidez y llenó su corte de musulmanes, explicó uno de los responsables del descubrimiento, Moshe Sharón. Antes de recibir las llaves de Jerusalén de manos del sultán egipcio Al-Kamil a raíz de un breve armisticio firmado por ambos en 1229, el emperador mandó fortificar el castillo de Yafa, localidad costera hoy anexa a la más importante de Tel Aviv pero entonces importante vía marítima de acceso a la zona.
Federico II mandó entonces colocar en los muros del castillo dos inscripciones con el mismo texto: una en latín (como era habitual entre los monarcas cruzados) y otra en árabe, en sintonía con su cercanía a dicha cultura, señaló Sharón, experto en epigrafía árabe e historiador del islam en la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Lo que dice

La inscripción, datada textualmente en el «1229 desde la encarnación de nuestro señor Jesús el Mesías», enumera los títulos del emperador, excomulgado por el Papa Gregorio IX. Respecto a la placa en latín, aunque sólo queda una pequeña parte, ya en el siglo XIX se atribuyó a Federico II, en cuyo palacio principal de Sicilia no ha sido hallado hasta la fecha ningún rótulo en la lengua del Corán.
La pieza en árabe había sido hallada hace un tiempo en un domicilio particular de Tel Aviv, donde llevaba años colgada en una pared. Sólo la pasada semana, sin embargo, pudo descifrarse su contenido tras un «complejo proceso de descifrado», explicó Sharón.
El árabe clásico, es decir, el que se emplea para leer y escribir, apenas ha sufrido variaciones desde el siglo XIII hasta la actualidad, por lo que la dificultad de entender la talla no provenía del texto, sino de la escasa legibilidad.

El Misterio de los Santos emparedados

Iglesia Parroquial Santo Domingo de Silos en Prádena del Rincón

Descubren tres esculturas del siglo XIV dentro de una tumba (dos de ellas decapitadas) durante la rehabilitación de la iglesia de Prádena del Rincón

Miguel Oliver / ABC

El hallazgo se produjo en los últimos días del mes de enero de este año, en la iglesia de Santo Domingo de Silos de Prádena del Rincón. Durante este tiempo los arqueólogos han preferido guardar silencio para entender el descubrimiento. Algo que no habían visto jamás. Dentro de una tumba, entre restos humanos, aparecieron tres misteriosas esculturas, dos de ellas, sin cabeza. Emparedadas y decapitadas... dentro de un nicho. Las investigaciones arrojaron posteriormente que se trataba de tallas religiosas de la primera mitad del siglo XIV. Dos de ellas están perfectamente identificadas: la Virgen María y San Juan Evangelista. Sobre la tercera, hay dudas. Puede ser Santo Domingo de Silos —por la advocación de la iglesia— o Santo Tomás, ya que antiguamente el templo estaba dedicado a su figura. Pero después de clasificarlas, los técnicos han centrado todos sus esfuerzos en responder al gran enigma: ¿Qué hacen tres tallas religiosas de hace 700 años dentro de una tumba?

Hay dos teorías al respecto, tal y como señala Carla Olivé, restauradora del edificio. Existe la posibilidad de que en algún momento la iglesia hubiera cambiado de culto. «A lo largo de los siglos —explica— el templo ha podido experimentar sucesivas ampliaciones; que comenzara siendo una pequeña capilla y que acabara convirtiéndose en lo que es hoy. Esas remodelaciones también incluían la renovación de los objetivos religiosos que estaban considerados como los más antiguos».

Por otro lado, los arqueólogos no descartan que el abad de la iglesia hubiera decidido, en su momento, enterrar estas tres esculturas al haber recibido otras similares, pero de mejor calidad. Dada su naturaleza religiosa, estas no se podían vender ni destruir, por lo que pudo optar por enterrarlas en un nicho.

Las tres tallas de bulto redondo se encontraban ocultas en una hornacina practicada en uno de los muros del atrio norte, en unas condiciones lamentables, aunque los trabajos de restauración permitirán recuperar su disposición original.

El estilo presentado por las esculturas es posiblemente gótico si bien con ciertos caracteres arcaizantes en lo referente a las facciones. Desde el punto de vista artístico, las tallas del probable calvario presentan un notable dominio técnico del volumen y movimiento de los ropajes, y sus cabezas, unas facciones proporcionadas y bien definidas. La imagen de la Virgen tiene una túnica que cae hasta los pies y calza zapatos de remate puntiagudo que asoman por debajo. Las manos están entrelazadas encima del pecho, lo que se ha interpretado como símbolo de asociación al sacrificio de su Hijo. La cabeza, a pesar de su deterioro, posee unos rasgos finos, mientras que los ojos (almendrados) están magníficamente tallados, al igual que la boca. La figura de San Juan lleva túnica talar hasta los pies y parece sostener un libro en una mano.

La singularidad de este descubrimiento es aún mayor si se tiene en cuenta que los hallazgos conocidos de ocultamientos son escasos en España: sólo se conocer tres casos en iglesias de Soria, Palencia y Vitoria.

Pinturas y una necrópolis

Durante los trabajos de rehabilitación de Santo Domingo de Silos, que comenzaron hace un año, también han aflorado varios elementos artísticos de distinta cronología y tipología, como restos conservados del retablo mayor que resultó quemado hace cuarenta años.

También se han descubierto restos de pintura mural en paredes de la nave. Estos se dividen en dos grupos de cronología y significado muy diferente, pero ambos habían permanecido ocultos tras un tabique adosado al muro. Además, se ha perforado el subsuelo sacando a la luz una necrópolis junto al atrio norte. Hay tumbas antropomorfas excavadas en la roca, realizadas con ladrillo y también aunando ambas tipologías. Las más antiguas son anteriores a la construcción de los muros del templo.

Los caballos realistas del arte rupestre en el Paleolítico

Durante mucho tiempo se ha especulado que algunas de las pinturas prehistóricas, especialmente las de caballos de colores poco habituales, son prueba de la capacidad simbólica de aquellos primeros humanos modernos. Ahora, un estudio realizado con ADN antiguo ha puesto de manifiesto que estos caballos existieron realmente, y por tanto los habitantes de estas cuevas se limitaron a retratar lo que veían a su alrededor.
El equipo, dirigido por Melanie Pruvost, del Instituto Leibniz para la Investigación de la Vida Salvaje (Alemania), publica en esta semana en la revista 'Proceedings of National Academy of Science' (PNAS) que todas las variaciones en el pelaje de los equinos predomésticos que se ven en las pinturas de las cuevas paleolíticas existieron, incluido el caballo con manchas de leopardo.

Hasta ahora, otros estudios genéticos habían probado que en aquella época había caballos color canela y negros, pero no con manchas, por lo que algunos arqueólogos atribuían pinturas en las que éstos aparecen a creaciones simbólicas. Así se explicaba el caso de los caballos con manchas negras de las cuevas de Pech-Merle, en Francia, de hace unos de 25.000 años, similares a los modernos 'caballos leopardo'.
Los investigadores, entre los que está Arturo Morales-Muñiz, de la Universidad Autónoma de Madrid, analizaron el ADN rescatado de fósiles de caballos, de hace 35.000 años, encontrados en Siberia, Europa del este y en la Península Ibérica, en total en 15 yacimientos diferentes.
Cuatro de las muestras del Pleistoceno y dos de la Edad del Cobre compartían un gen asociado a las manchas del leopardo, una evidencia de que los caballos con manchas existían entonces. Otros 18 caballos eran marrones y siete negros, una muestra completa del catálogo que fue retratado en las cavernas.

Manchas en la piel

"Nuestros resultados sugieren que, por lo menos para los caballos salvajes, las pinturas de cuevas paleolíticas, incluyendo las pinturas notables de caballos manchados, se basaron en el aspecto de la vida real de animales", confirma el profesor Michi Hofreiter, otro de los autores, de la Universidad de York. "La conclusión es que las pinturas son reflexiones sobre lo que los seres humanos de entonces veían en su entorno", añade.
Para Pruvost se trata de los primeros pasos en la aplicación de las herramientas genéticas en estudios sobre la vida en el pasado, incluso en temas tan dispares como el arte.
No se sabe con exactitud cuantos yacimientos paleolíticos contienen pinturas de animales, pues de algunas imágenes aún se discute su especie, pero sí que al menos hay 40 enclaves en la región de Dordogne-Périgord (Francia) y en la cornisa Cantábrica española. En casi todos ellos hay caballos.
La motivación que llevó a los artistas a retratar estos animales está todavía en discusión. Las pinturas de Pech-Merle particularmente han generado mucha discusión. "La gente dibujó lo que vio, y eso nos da mayor confianza en la comprensión de las pinturas paleolíticas de otras especies como si fueran ilustraciones", señala Pruvost.

Hoy la variación del caballo manchado sigue siendo popular, con razas como Knabstrupper, Appaloosa y Noriker. El hecho de que cuatro de cada 10 caballos europeos en el Pleistonceo fueran de este genotipo nos dice que no era raro, aunque el más común, como ahora, sí era el de color marrón, que también es el más habitual en las pinturas rupestres.

Vía: www.elmundo.es

Evolución Humana: El Desarrollo del Cerebro Humano

Cráneo y cerebro de un Homo sapiens. Gracias a la asistencia comunitaria a las madres y los niños, los seres humanos pudieron permitirse dos cosas: un gran cerebro e hijos con más frecuencia. (Credit: Image courtesy of University of Zurich)

Vía: Science Daily | (Traducción: G.C.C.)

La llamada "hipótesis del tejido costoso", la cual sugiere una relación inversa entre el tamaño del cerebro y el tamaño del aparato digestivo, ha sido cuestionada por los investigadores de la Universidad de Zurich. Ellos han demostrado que los cerebros de los mamíferos han crecido en el curso de la evolución sin que los órganos digestivos se hayan tenido que volver más pequeños.

Los investigadores han demostrado, además, que el potencial de almacenar grasa a menudo va de la mano con cerebros relativamente pequeños, excepto en los seres humanos, que deben su incremento de aporte calórico y, en consecuencia, un cerebro más grande, al cuidado infantil comunitario, una mejor dieta y a su capacidad para caminar erguido.

El tejido cerebral es un gran consumidor de energía en el cuerpo. Si una especie animal desarrolla un cerebro más grande que sus antepasados, la creciente necesidad de energía se puede regular obteniendo otras fuentes adicionales de alimento o por una compensación con otras funciones del cuerpo. En los seres humanos el cerebro es tres veces mayor y, por lo tanto, requiere mucha más energía que la de nuestros parientes más cercanos, los grandes simios. Hasta ahora, la teoría generalmente aceptada para esta condición es que los primeros seres humanos fueron capaces de regular la energía de su cerebro gracias a una reducción del tracto digestivo.

Los primatólogos de Zurich, sin embargo, han desmentido esta teoría, al demostrar que los mamíferos con cerebros relativamente grandes, en realidad, tienden a tener un tracto digestivo algo más grande. Ana Navarrete (foto a la izquierda), la primera autora del estudio publicado recientemente en Nature, ha estudiado cientos de cadáveres de los parques zoológicos y museos.
"El conjunto de datos contiene un centenar de especies, desde el ciervo a la musaraña", explica la estudiante de doctorado. Los científicos involucrados en el estudio compararon el tamaño del cerebro con la masa corporal libre de grasa. Karin Isler (foto debajo), una de los autoras del trabajo, subraya que, "es extremadamente importante tener en cuenta los depósitos adiposos del animal en consideración, pues, en algunas especies, estos constituyen más de la mitad de la masa corporal en el otoño".
Pero, incluso, en comparación con la masa corporal libre de grasa, el tamaño del cerebro no se correlaciona negativamente con la masa de otros órganos.

A más grasa, cerebro más pequeño

No obstante, el almacenamiento de grasa juega un papel clave en la evolución del tamaño del cerebro. Los investigadores descubrieron, además, otra correlación sorprendente: cuanta más grasa puede almacenar una especie animal, más pequeño es su cerebro. A pesar de que el tejido adiposo, en sí mismo, no utiliza mucha energía, las grasas de los animales necesitan cierta cantidad de la misma para llevar el peso extra, sobre todo al subir o al correr. Esta energía carece entonces del potencial para expandir el cerebro.

"Parece que los grandes depósitos adiposos vienen a menudo a expensas de la flexibilidad mental", dice Karin Isler. "Nosotros los humanos somos una excepción, junto con las ballenas y las focas, probablemente porque, como la natación, nuestro bipedismo no requiere mucha más energía, incluso cuando estamos un poco más pesados".


Cráneo y cerebro de un chimpancé (Imagen: Instituto y Museo de Antropología. Zurich)

Interacción de factores energéticos

El rápido incremento del tamaño del cerebro y el aumento asociado del consumo de energía comenzó hace unos dos millones de años en el género Homo. Con base en sus amplios estudios de los animales, los investigadores de Zurich proponen un escenario en el que varios factores energéticos están involucrados: "Con el fin de estabilizar el suministro de energía del cerebro en un nivel superior, el hombre prehistórico necesitaba, en un año entero, de una fuente de alimentación de alta calidad, tal como tubérculos subterráneos o carne. Como ya no subía todos los días a los árboles, perfeccionaron el arte de caminar en posición vertical. Aún más importante, sin embargo, es el cuidado infantil comunitario", dice Karin Isler.

Dado que las madres-simio no reciben ningún tipo de ayuda, sólo puede aspirar a tener una cría de cada cinco a ocho años. Gracias a la asistencia comunitaria a las madres y los niños, los seres humanos pudieron permitirse dos cosas: un gran cerebro e hijos con más frecuencia.

Investigaciones de LiveScience:

¿De dónde sacamos la energía para hacer funcionar nuestros grandes cerebros?


Foto: Ana Navarrete, y el Museo de Antropología del Instituto de la Universidad de Zurich

Medio millón de años atrás el cerebro humano comenzó a expandirse. Cerebros más grandes necesitan más energía para mantenerse funcionando, pero los científicos se han quedado perplejos en cuanto a dónde encontramos ese jugo extra cuando nuestra tasa metabólica, que es la forma en que gastamos energía, está a la par con los cerebros-guisantes de nuestros primos-simios.

Una teoría reciente sugiere que la necesidad de energía de nuestro cerebro fue alimentada por un intestino más pequeño, ya que una dieta más fácil de digerir libera energía del mismo para aumentar el tamaño del cerebro. La nueva investigación sugiere que esto podría no ser el caso, y que el almacenamiento de energía en nuestros depósitos de grasa es más importante.

"Los animales con cerebros grandes tienen muy bajo tejido adiposo (grasa). Los animales que tenían los tejidos adiposos grandes tenían cerebros más pequeños", señala a Live Science la investigadora Ana Navarrete, de la Universidad de Zurich, en Suiza.
"O tienes un cerebro grande o una gran cantidad de tejido adiposo. Por lo general, son mutuamente excluyentes".

Tejidos costosos

El cerebro necesita aproximadamente 22 veces más energía para funcionar como su equivalente en tejido muscular. La energía necesaria para ejecutar todos los procesos corporales proviene de los alimentos que comemos. El cerebro humano es tres veces más grande que nuestro pariente vivo más cercano, el chimpancé, y utiliza hasta tres veces más energía, pero las dos especies tienen la misma tasa metabólica.

Esta energía extra debe venir de alguna parte. Para averiguar de dónde proviene, Navarrete y sus colegas analizaron 191 muestras de 100 mamíferos salvajes en cautiverio. El objetivo era enfrentar a la llamada "hipótesis del tejido costoso" (donde el tamaño del cerebro se produce a expensas del tamaño del intestino) contra otra idea que ellos tenían: que el tejido graso podría ser la respuesta.

Ellos no encontraron una correlación entre el tamaño del cerebro y el tamaño del intestino, pero sí encontraron una correlación entre el tamaño del cerebro y la cantidad de grasa en el cuerpo de un organismo. El efecto era más fuerte en los animales salvajes y en las mujeres. Además, la correlación no se sostiene bien en las muestras de los primates (23 de las 100 especies analizadas), posiblemente porque se trata de muestras tomadas en cautiverio donde los animales son más propensos a tener mayor o menor peso que sus contrapartes salvajes.

Encontrar la grasa

Estos depósitos de grasa harían más lento a un animal mientras se está moviendo, especialmente si escala, vuela o corre, para escapar de los depredadores. Pero la ventaja de grasa puede ser una fuente extra de energía. Esto sugiere, dice Navarrete, que la supervivencia depende de dos estrategias: o bien se almacena gran cantidad de grasa para cuando llegan los tiempos difíciles, o bien se tiene un gran cerebro para pensar de qué manera salir de situaciones difíciles.

Pero los humanos tienen cerebros grandes y abundantes depósitos de grasa, es decir, cuando llegan los tiempos difíciles podemos confiar en que ambos sobrevivan. Sin embargo, tiene que haber algo más en juego, dice Navarrete, lo que sugiere que nuestra locomoción eficiente pudo haber desempeñado un papel en ello.

Aunque ella no ha analizado una muestra humana, Navarrete cree que nosotros rompimos la tendencia, dado que tenemos un estilo muy diferente de locomoción a otros animales. Caminar con dos piernas es mucho menos exigente energéticamente que arrastrar los pies alrededor de los árboles a cuatro patas, como hacen nuestros primos los chimpancés. Debido a que no es tan costoso para nosotros tener reservas de grasa adicionales, somos capaces a la vez de almacenar energía y usar nuestra capacidad intelectual para utilizar mejor los escasos recursos, dijo.



Especies de mamíferos muestran una correlación positiva entre las masas de los órganos, incluso después de controlar las diferencias en la masa corporal magra. Sólo las reservas de grasa son más pequeños si el cerebro es relativamente grande.

La carencia de una muestra humana preocupa a otros científicos que no participaron en el estudio, los cuales dijeron que la interpretación de Navarrete puede ser una exageración. "Sus resultados indican que, entre los primates, la masa de grasa no es sacrificada en relación con el tamaño creciente del cerebro", dijo Jack Baker investigador de la Universidad de Nuevo México, y que no participó en el estudio, en un correo electrónico a LiveScience. "La 'relevancia' de esta investigación está toda centrada alrededor de las relaciones de estos resultados con la hipótesis del tejido costoso, lo que afecta a orígenes humanos específicamente".


Aún así, "Navarrete y sus colegas han elaborado un conjunto de datos sin precedentes, lo que es una mejora significativa en lo que se dispone desde hace casi 20 años, cuando Wheeler y yo publicamos la original Hipótesis del tejido caro (Expensive Tissue Hypothesis, ETH)", dijo a LiveScience, mediante un correo electrónico, Leslie Aiello (foto a la izquierda), una investigadora de la la Fundación Wenner-Gren, en Nueva York, y que no participó en el estudio.

El conjunto de datos añade más informarción al rompecabezas de la evolución del cerebro, pero también más preguntas y complicaciones, sugiriendo que no hay una sola respuesta, y que podría incluir una combinación varias: reducción del tamaño del intestino, una mayor proporción de la grasa corporal, nuestro modo de locomoción y otros factores, según Aiello.