Científicos momifican cuerpo de un taxista según tecnología egipcia antigua

Científicos de la Universidad de York, Gran Bretaña, utilizaron métodos de egipcios antiguos para momificar el cadáver de un taxista que les había legado su cuerpo, comunicó hoy la revista New Scientist.
El químico Stephen Buckley y el arqueólogo Jo Fletcher estuvieron estudiando durante dos decenios muestras de los tejidos de momias egipcias. Con la ayuda de la espectrometría y la cromatografía de gases lograron determinar que en la momificación se usaban sal, cera de abejas, óleos y resinas. Momificaron centenares de patas de cerdo, colocándolas luego en un medio seco y caluroso, como el clima de Egipto.

Hasta la fecha no se sabe a ciencia cierta con qué tecnología los egipcios lograban conservar cuerpos humanos por miles de años. El historiador griego Heródoto escribió en el año 450 a.C. que el ingrediente básico fue  el natrón, un mineral de la clase de carbonatos, que se usaba para extraer los líquidos del cuerpo. Pero Buckley y Fletcher supusieron que los cuerpos primero se sumergían en una solución del natrón y luego se secaban.

Para verificar esa idea, utilizaron el cuerpo del taxista británico Alan Billis, quien al enterarse de que tenía cáncer terminal del pulmón legó su cuerpo para las necesidades de ese proyecto.

La momificación llevó tres meses. Los expertos de anatomía patológica  dijeron sentirse impresionados por el resultado obtenido en la conservación del cuerpo de Billis. También quedó satisfecha la viuda del fallecido. “Soy la única mujer en el país que tiene momia de su marido”, dijo.
Pero para determinar en qué grado los científicos lograron reproducir la tecnología con que los egipcios habían momificado a Tutankhamon, hace falta esperar más de tres mil años, señala New Scientist.

Los petroglifos de la Maragatería (León) tienen los laberintos más antiguos del mundo


El descubridor de los petroglifos maragatos, Juan Carlos Campos, señala unos de los laberintos. Foto: Tomás Álvarez



Vía: Diario de León | Verónica Viñas |

Los petroglifos de la Maragatería (León) no son sólo uno de los hallazgos más fascinantes del arte rupestre de los últimos años, sino que contienen los laberintos más antiguos del mundo. Su descubridor, el astorgano Juan Carlos Campos, un aficionado a la arqueología, sabía la importancia de estos grabados prehistóricos mucho antes de que los investigadores de la Universidad les prestaran atención y certificaran que, efectivamente, son, como mínimo, del Calcolítico —período intermedio entre el Neolítico y la Edad del Bronce—; es decir, más de 5.000 años de antigüedad.

Campos no se ha limitado a descubrir petroglifos y cazoletas en Maragatería, sino que ha tratado de desvelar por qué están aquí. A principios de diciembre publicará un libro, titulado "Petroglifos en Maragatería", con revelaciones sorprendentes. Promete contarlo todo. Sin reservas. El libro, con una tirada inicial de mil ejemplares, que se ha costeado de su bolsillo, trata de probar que los laberintos que localizó en Peñafadiel —dos piedras gigantescas con tres laberintos cada una— son los más antiguos del mundo. «Son seis laberintos muy extraños. No hay ninguno igual en otra parte», asegura. Campos defiende que en la Maragatería puede estar «la cuna» de los laberintos. Lamenta que «aquí, lamentablemente, no les prestamos atención».
Tablilla de arcilla recuperada del palacio de Pilos. Museo arqueológico de Atenas. Foto Marsias

«Durante mucho tiempo se pensó que el laberinto de Creta era el más antiguo. Luego, se descubrió otro anterior en una tablilla en Pylos (Grecia), fechado en torno al año 1.200 antes de Cristo. Pero los leoneses son de hace 4.500 años; es decir, mil años anteriores», sostiene Campos.

El descubridor de los petroglifos explica que los petroglifos de Maragatería echan por tierra las tesis de los historiadores que defendían que los laberintos se propagaron desde Grecia al resto del Mediterráneo. «Cuando se creía que los petroglifos de Mogor (Pontevedra) databan de finales de la Edad del Bronce se propuso la teoría de los contactos comerciales marítimos entre la zona mediterránea y el noroeste peninsular para explicar la existencia de los laberintos gallegos».
Sin embargo, «mucho antes de la civilización cretense los laberintos de Maragatería ya estaban aquí. Así que, en todo caso, fue desde la Maragatería desde donde se ‘exportaron’». Campos insiste en que «no se conoce otro lugar en el mundo donde se puedan contemplar seis laberintos prehistóricos juntos», con la particularidad de que presentan distintos patrones, es decir, son de diseños y tamaños diferentes.

Una autoridad mundial.
Campos contactó con Jeff Saward (foto a la izquierda), uno de los expertos más reconocidos del mundo en historia de los laberintos. Le envió las fotografías de los petroglifos leoneses y Saward se presentó a las dos semanas en la Maragatería. «Se quedó impresionado».

El especialista norteamericano afirma en el número 38 de la revista Caerdroia que «los laberintos descubiertos en la provincia de León son uno de los grupos de laberintos más difíciles de explicar».

En su libro, Campos desvelará más datos de sus hallazgos rupestres. Ya ha enviado un borrador del texto a los profesores Ana Neira y Federico Bernaldo de Quirós, del Área de Prehistoria de la Universidad de León, a los que la Junta encomendó hace más de dos años la investigación de los petroglifos descubiertos por Campos, que parece llevarles la delantera en sus pesquisas.

Los dos profesores de la Universidad de León presentaron a finales de julio un anticipo de sus investigaciones en el Congreso Internacional de Arqueología de Villalba (Lugo), donde vincularon los petroglifos leoneses con los famosos conjuntos de petroglifos galaicos, aunque, a la vez, dejaron claro que los leoneses tienen características específicas, y que en la confección de los laberintos debió de emplearse «algún tipo de instrumento rotatorio».

Estos dos conjuntos de grabados, ubicados cerca del Teleno, fueron descubiertos por Campos el 20 de enero de 2008. Meses más tarde la Consejería de Cultura decidía financiar un proyecto titulado Diagnosis, limpieza, documentación, estudio y conservación de grabados rupestres en Maragatería, en el que se incluían, también, otros grabados prehistóricos de la zona.


Foto nocturna con 3 de los 6 laberintos maragatos en Peñafadiel


Foto: Otros 3 laberintos en Peñafadiel

Falta averiguar si estamos ante las primeras manifestaciones de escritura y cuál es su significado. Podrían ser representaciones solares que servían a las primitivas sociedades campesinas para llevar a cabo ritos de iniciación o propiciar la fertilidad.

En las dos grandes losas de Peñafadiel aparece grabada una cruz de brazos iguales, un surco que desemboca en un haz de líneas y una especie de hoja. Son dibujos sin precedentes. «Muy raros», como certifica el experto Jeff Saward. Tres laberintos en cada una de estas dos rocas, decoradas también con cavidades redondas o cazoletas. El estudio certificó que primero se hicieron los laberintos y luego las cazoletas. Sin duda, una historia fascinante que podría deparar nuevas sorpresas...

Reconstruyen digitalmente una ciudad griega que se hundió en el mar hace más de 3000 años


Vía: Elcivico.com | Fotos: THE INDEPENDENT |


Pavlopetri se ha convertido en la primera ciudad submarina recreada por completo en un mapa digital luego de que existiese sobre la superficie hace más de 3.000 años.
Sumergida cerca de la costa sureste de Grecia, esa región perteneció a la Edad de Bronce, pero hoy, milenios después, se la pudo registrar en tres dimensiones y luego resucitada por medio de infografías.
Y el resultado, por sorprendente que parezca, la muestra muy similar a las grandes ciudades portuarias de hoy en día (Buenos Aires, Liverpool, Londres, Nueva York, San Francisco, Tokio o Shangai). Con un área de unas ocho canchas de fútbol, Pavlopetri aparece como una serie de grandes extensiones con rocas, indicando complejos de edificaciones entre los cuales se puede rastrear una red de muros.



Es una ciudad con calles bien construidas, bordeadas de casas adosadas o semiadosadas de dos pisos. Hay lo que aparenta ser edificios públicos y evidencia de un sistema complejo de gestión del agua, con canales y alcantarillas.

Está dividida en plazas y áreas abiertas en las que la gente tenía jardines, molía granos, secaba la ropa y charlaba con sus vecinos. Salpicadas entre los edificios y a veces incorporadas en las paredes mismas, hay tumbas de piedra. Eso contrasta con un cementerio organizado afuera de la ciudad.



Pero hay muchos paralelos entre Pavlopetri y nuestros pueblos y ciudades, y nuestra vida suburbana: gente viviendo una al lado de la otra, a lo largo de calles planeadas. Éste no era un pueblo de campesinos sino una sociedad estratificada en la que la gente tenía profesiones. Había líderes de la ciudad, funcionarios, escribas, mercaderes, comerciantes, artesanos (ceramistas, forjadores de bronce, artistas), soldados, marineros, agricultores, pastores y probablemente esclavos.

La sociedad de la Edad del Bronce griega estaba volviéndose jerárquica donde había roles definidos para cada habitante.



Un poco de historia

El apogeo y la caída de Pavlopetri coincidió, en tiempos aproximados, con el período de las primeras civilizaciones europeas: la minoica de Creta y, más tarde, la micénica, de Grecia continental.

A pesar de que el poder de estas dos civilizaciones se basaba en gran parte en su dominio en la mar, la arqueología ha tendido a enfocarse en los palacios y las ciudadelas más conocidas en tierra firme.



En contraste, Pavlopetri ofrece una oportunidad única de estudiar en detalle cómo funcionaba un puerto antiguo, como llegaban los barcos y el alcance de los contactos marítimos y el comercio en la Edad del Bronce. Vale aclarar que además, la ciudad y sobre todo el puerto, estaba expuesto a una embriagadora mezcla de influencias del mar.

Como las ciudades costeras modernas, su riqueza creció gracias al comercio. Los negociantes y navegantes aseguraban que la población de Pavlopetri se mantuviera al tanto de todas las últimas innovaciones y estuvieran siempre a la última moda.
Los arqueólogos han recuperado trozos de objetos cotidianos como ollas para cocinar, vajillas, jarras, envases de guardar y piedras de moler, así como jarrones más finos que probablemente se usaban para impresionar cuando venían invitados de estatus más alto o cuando se les hacían ofrendas a los dioses.
Las vasijas importadas venían de todas partes del Mar Egeo y de la Creta minoica. Al mismo tiempo, la gente de Pavlopetri copiaba los estilos cretenses y continentales para producir sus propias versiones de cerámica local.

Regadas por todo el suelo marino de Pavlopetri, hay restos de cientos de grandes tinajas de almacenamiento llamadas pithoi. Estas podían ser fácilmente cargadas de y hacia los barcos y eran usadas para transportar una gama de productos que incluían aceite de oliva, vino, tintas, perfumes y objetos más pequeños como figurines o utensilios de mesa finos.

Densas concentraciones de estas tinajas en edificios específicos indican que existía alguna forma de sistema de almacenamiento centralizado y presuntamente de redistribución.



Un cometa pudo 'rozar' la Tierra en 1883

Cuando se habla de meteoritos que se aproximan a la Tierra, a mucha gente nos vienen a la cabeza imágenes de películas como Deep Impact o Armageddon, en las que el planeta está amenazado por meteoritos que podrían destruirla (y cómo los Estados Unidos intentan salvarnos a todos). Dejando a un lado el cine de Hollywood, parece que este desastre estuvo cerca de suceder a finales del siglo XIX, concretamente, los días 12 y 13 de agosto de 1883.

En esos días, en un pequeño observatorio ubicado en Zacatecas (México), un astrónomo llamado José Bonilla contó 450 objetos (cada uno rodeado de una especie de niebla) pasar por delante del Sol. El astrónomo relató lo sucedido en la revista francesa L’Astronomie en el año 1886 pero el editor de ésta sugirió que lo que Bonilla había visto eran aves o insectos combinados con polvo que habían causado tal efecto sobre la lente del telescopio (aunque alguna voces apuntaron que podría haber sido un avistamiento OVNI). Sin embargo, casi 130 años después, la Universidad Nacional Autónoma de México (en Ciudad de México) arroja una interpretación diferente.

Héctor Manterola y un par de colegas afirman que lo que Bonilla observó a través del telescopio fueron los fragmentos de la cola de un cometa y esa sería la causa de la niebla que vio alrededor de los objetos y por qué estaban tan pegados entre sí. Pero la cosa no termina aquí puesto que Manterola afirma que, hasta entonces, nadie había observado un cometa pasar por delante del Sol (a pesar que existía, a unos cientos de kilómetros, un observatorio astronómico) algo que explican utilizando el paralaje (la desviación angular de la posición aparente de un objeto, dependiendo del punto de vista elegido).

Si los fragmentos estaban cerca de la Tierra, por culpa del paralaje, algunos observatorios no lo habrían visto en línea con el Sol, incluso en otros observatorios cercanos y, teniendo en cuenta que México está en la misma latitud que el Sáhara, el norte de India o el Sudeste Asiático, según estos investigadores podría ser que ninguna otra persona estuviese observando al cielo y, por tanto, no habría nadie que corroborase la visión de Bonilla. En base a esto, según Manterola y sus colaboradores, los fragmentos se desprendieron a distancias que oscilaban entre los 600 Km y 8000 Km de la Tierra, es decir, extraordinariamente cerca del planeta.

Y, siguiendo con sus estimaciones, los objetos desprendidos oscilaban entre los 50 y los 800 Km de diámetro por lo que el cometa del que procedían debía estar en los mil millones de toneladas, es decir, un tamaño muy cercano al del cometa Halley. ¿Cómo pudo ser posible que nadie viese este cometa? Según Manterola y sus colaboradores creen quizás sí que fuese visto pero, realmente, no se interpretaron los datos correctamente. Posiblemente, el cometa que visualizó Bonilla en su telescopio fuese el Cometa Pons-Brooks que fue visto ese mismo año por astrónomos estadounidenses.

Pero, lo más inquietante, es que pudo haber ocurrido una catástrofe en esos dos días de verano de 1883 puesto que Bonilla observó estos objetos cerca de tres horas y media durante dos días, es decir, unos 131 objetos por hora con un total de 3.275 objetos observados que podrían haber caído a la Tierra. Si tenemos en cuenta que cada uno de esos fragmentos podría haber sido tan grande como el que se cree que cayó en Tunguska, el planeta se libró de un suceso que pudo provocar un cataclismo en la Tierra:
Si hubiesen chocado contra la Tierra, nos habríamos enfrentado a 3.275 eventos de Tunguska en dos días, posiblemente, un evento que nos hubiese llevado a la extinción
Una historia bastante interesante aunque, quizás, muy difícil de comprobar.
Imagen: Resnick’s City

El Tiranosaurio Rex, más fuerte y robusto de lo que se creía

El famoso dinosaurio alcanzaba hasta un 30% más de masa de lo que se pensaba y crecía más rápido

Reconstrucción de dos tiranosauros rex (Sue, y el más pequeño Jane) utilizados en la investigación sobre su tamaño, junto con una figura humana para mostrar la escala.- JULIA MOLNAR

Si el Tyrannosaurus rex era ya un masivo y pavoroso dinosaurio, resulta que las reconstrucciones y estimaciones de esos animales realizadas hasta ahora se habían quedado cortas. Unos investigadores han aplicado tecnologías avanzadas para, a partir de cinco esqueletos de T. rex, calcular qué masa tendrían en vida y han llegado a la conclusión de que eran bastante más masivos de lo que se pensaba. Además, crecían más rápido. "Sabíamos que Sue [gran esqueleto de dinosaurio del Museo Field de Historia Natural, en Chicago] era grande, pero un incremento de peso del 30% no nos lo esperábamos", comenta Peter Makovicky, uno de los científicos que han hecho las reconstrucciones por ordenador, tridimensionales y con alta resolución, el cuerpo de estos bípedos carnívoros de enorme cabeza.
      Reconstrucción de dinosaurio
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      Imagen esquemática del modelo por ordenador del tiranosauro rex apodado Sue a partir del esqueleto escaneado y mostrando como sería el animal en la versión de extrema delgadez y de obesidad.- JULIA MOLNAR
      Al T. rex Sue se le estimaban unas nueve toneladas de peso máximo. Pero con los nuevos modelos tridimensionales que han aplicado estos científicos, "nueve toneladas es el mínimo que nosotros estimamos para un cuerpo muy escuálido", dice Makovicky, encargado de los dinosaurios del museo Field. Sue es el esqueleto de dinosaurio mayor que se conoce y el más completo.
      Estos científicos, dirigidos por John R.Hutchinson (Royal Veterinary College) explican en la revista PlosOne cómo han hecho sus nuevas estimaciones de la masa corporal de los T.Rex aplicando tecnologías de escáner y modelización por ordenador a los cinco esqueletos montados como serían en realidad. Para convertir estos esqueletos en plantillas, han utilizado una técnica de laser tridimensional y sobre el modelo obtenido han hecho las estimaciones de la musculatura y los tejidos blandos del animal, basándose en paralelismos con especies actuales, como pájaros y cocodrilos, como guía. Después se recubre el T.rex computerizado con una piel digital, informa el museo Field en un comunicado. Además, los investigadores han modelizado por separado las extremidades, el cuello, la cabeza y la cola de los animales con diferentes niveles de musculatura.

      Las estimaciones que se habían hecho hasta ahora de la masa de estos enormes dinosaurios se basaban en modelos a escala de los esqueletos o en extrapolaciones a partir de animales vivos notablemente diferentes de los T.rex, explica Makovicky.
      Los investigadores han generado diferentes posibles modelos de cada T.rex basándose en sus esqueletos. Estos modelos abarcan un rango amplio de posible masa corporal: desde animales gravemente desnutridos hasta la obesidad. "La ventaja de nuestro método es que los modelos se pueden ajustar para encajar la variación inherente a la naturaleza, de manera que no tenemos que elegir un resultado arbitrario sino que trabajamos con un rango de resultados más realista", explica otro de los expertos de la investigación, Karl T. Bates, de la Universidad Liverpool.

      Los nuevos estudios del cuerpo de los dinosaurios también proporcionan nuevas pistas sobre su biología, en concreto sobre su crecimiento. "Nuestra estimación es que los T.rex crecían unos 1.790 kilos por año durante su adolescencia, lo que significa más del doble de lo que se calculaba antes", dice Hutchinson. Y este rápido crecimiento hasta alcanzar un tamaño enorme tenía su contrapartida en la agilidad y velocidad de desplazamiento del animal. Los investigadores llegan a la conclusión de que la locomoción de estos bípedos gigantes se ralentizaba a medida que iban creciendo y su torso se iba alargando y haciendo más pesado, mientras que sus patas se iban quedando más cortas y ligeras, de modo que cambiaba su centro de equilibrio. Los científicos concluyen que un T.rex grande alcanzaría una velocidad máxima de entre 17 y 40 kilómetros por hora, lo que está en el rango de las estimaciones que ya se habían hecho.
      Los científicos liderados por Hutchinson explican que para hacer su trabajo han recurrido a medios poco habituales, como cuatro equipos de rayos X y la colaboración de expertos como la unidad forense de la Policía de Chicago, que aporto un escáner láser para trabajar con Sue.

      Vía: http://www.elpais.com/

      Los físicos buscan un error que explique los neutrinos más veloces que la luz

      El director general del CERN, Rolf Heuer, ha querido dejar claro que este descubrimiento no supone que la teoría de Einstein sea errónea porque pueden existir diferentes interpretaciones

      Vía: José Manuel Nieves / http://www.abc.es/

      Tiene que haber algún error. Esa era ayer la opinión general de los científicos tras escuchar la extensa exposición que dio en Ginebra Dario Autiero, uno de los 160 firmantes del artículo publicado en arxiv.org en el que se afirma haber detectado neutrinos moviéndose a mayor velocidad que la de la luz.
      Como informábamos este jueves, durante un experimento llamado Opera, los investigadores enviaron haces de neutrinos desde el acelerador de partículas del CERN, en la frontera franco-suiza, al detector de Gran Sasso, en los Apeninos, a 730 km. de distancia. Allí, bajo 1.400 metros de sólida roca, lo que evita distorsiones de rayos cósmicos y de señales terrestres, se encuentra uno de los mejores detectores de neutrinos del mundo.
      Se trataba, sencillamente, de medir la velocidad de los neutrinos, como parte de un experimento que nada tiene que ver con los resultados obtenidos. Y ahí llegó la sorpresa: un rayo de luz, a 300.000 km. por segundo (o más exactamente, a 299.792.458 metros por segundo), habría cubierto esa distancia en 2,4 milésimas de segundo, pero los neutrinos (se enviaron cerca de 15.000) tardaron 60 nanosegundos menos (un nanosegundo es la mil millonésima parte de un segundo). Parece una ventaja muy corta, pero las implicaciones son enormes.

      Se tambalea la teoría de la relatividad

      La primera reacción fue que debía de haber un error, ¿pero cuál? Esa es la gran pregunta y la razón principal de la convocatoria de ayer. Los autores del trabajo llevan meses intentando encontrar cuál es el fallo que les ha llevado a obtener unos resultados tan inesperados y espectaculares. Pero a pesar del esfuerzo, no lo han conseguido, y ahora piden ayuda a la comunidad internacional de físicos para que repitan de forma independiente el experimento y comprueben si esos resultados se repiten.
      Si así fuera, la teoría especial de la Relatividad, uno de los pilares de la Física moderna, se tambalearía sin remedio, aunque el director general del CERN, Rolf Heuer, ha querido dejar claro que este descubrimiento no supone que la teoría de Einstein sea errónea porque pueden existir diferentes interpretaciones sobre el hallazgo.
      Pero veamos por qué. Según la relatividad especial no es posible transmitir en el vacío información alguna a más velocidad que la de la luz. Y eso implica que nada que sea material o que tenga masa, por pequeña que sea, puede superar ese límite. Esa es, por lo menos hasta ahora, una verdad absoluta e indiscutible, la base sobre la que se construyen todas las demás teorías.
      Una verdad, por cierto, comprobada una y mil veces y cuyas predicciones se cumplen, en la Naturaleza, a rajatabla. Si la relatividad estuviera equivocada, por ejemplo, la red de satélites GPS daría posiciones equivocadas, con muchos km. de error. Lo que derivaría en un auténtico caos en la navegación aérea y marítima. Algo que, evidentemente, no ocurre. Y tampoco habríamos sido capaces de colocar vehículos robotizados sobre puntos concretos de la superficie de Marte, ni de enviar sondas espaciales al encuentro de asteroides en movimiento. Hitos que que, evidentemente, sí que hemos conseguido, con éxito y sin errores de consideración.
      Por no hablar, también, de que superar la velocidad de la luz equivaldría a una «rotura» del tejido espaciotemporal que sustenta el Universo, y nos llevaría a posibilidad de realizar, por lo menos en teoría, viajes al pasado. En un Universo así, no existiría el principio de causalidad, es decir, que podríamos ver los efectos de un fenómeno cualquiera antes de que se produjeran sus causas. Por ejemplo, el brillo de una supernova antes de que la estrella que la origina explote.

      Las supernovas, emisores de neutrinos

      Los nuevos resultados contradicen mediciones anteriores de la velocidad de los neutrinos basadas en la explosión de supernovas, como la 1987A. Las supernovas, igual que el Sol, son potentes emisores de neutrinos. Pero en el caso de 1987A los neutrinos llegaron prácticamente al mismo tiempo (tres horas antes) que los rayos de luz, lo cual es compatible con lo que sabemos de las supernovas. Si aplicáramos a esos neutrinos la velocidad observada ahora, habrían tenido que llegar cinco años antes de la explosión.
      Por otra parte, en 2007 otro equipo de físicos norteamericanos realizó una medición parecida a la del CERN. Pero fue rápidamente descartada porque el margen de error del experimento era superior a la diferencia de velocidad encontrada a favor de los neutrinos, lo que invalidó los resultados. Las mediciones del CERN, sin embargo, son varias decenas de veces más precisas que aquellas, y no resultan tan fáciles de descartar.

      El error, según los propios autores de la medición, podría estar también en la forma de medir el momento exacto en que los neutrinos salieron de los instrumentos del CERN para emprender su viaje hacia Italia. Cuando se trabaja con márgenes de tiempo tan pequeños (del orden de las milmillonésimas de segundo), cualquier cosa es importante.
      Y luego existe una tercera posibilidad: Y es la de que, a pesar de todo, las medidas sean correctas. Algunas teorías apuntan a la existencia de otras dimensiones físicas que permanecen ocultas a escala macroscópica, pero que sí se manifiestan en el mundo subatómico junto a las cuatro habituales (tres espaciales y una temporal). Es posible que la extraordinaria velocidad de los neutrinos se deba a su paso por estas dimensiones «extra», a través de una especie de túneles dimensionales que reducirían, en la práctica, la distancia a recorrer. Es decir, que en ningún momento tuvieron que viajar a mayor velocidad que la de la luz para llegar más rápido que ella a su destino.
      En resumen, cualquier cosa es preferible a reconocer, a las primeras de cambio, que la relatividad no funciona y que no existe ese límite de velocidad universal. Se abre ahora un periodo de profundas reflexiones y de intenso trabajo. Centenares de físicos en todo el mundo estudiarán en las próximas semanas, meses, o quizá años, el nuevo escenario. Y hallarán una explicación. Puede que al final el error aparezca y el elaborado edificio de la Física moderna siga en pie. O puede que no, y que este sea el día de un nuevo principio para una importante rama de la Ciencia. Sea cual sea el resultado, habremos avanzado en el camino de la comprensión del Universo que nos rodea y en el que nos ha tocado vivir. Sólo el tiempo lo dirá.

      Para no perderse