La alegría y los excesos de un banquete romano se representan en este grabado de Heinrich Leutermann. FOTO: AKG / Album
Un antiguo romano nos ha enviado una invitación para cenar. Imaginemos que nos encontramos a orillas del Tíber, al atardecer. Después de trabajar, empieza el descanso vespertino y en todas las casas comienzan los preparativos para la cena. Estamos en época imperial, cuando la austera simplicidad republicana a la hora de comer dio paso al lujo.
¡Que empiece el banquete!
Una vez abandonada definitivamente la sencillez, en época imperial el banquete se convirtió en símbolo de estatus para la aristocracia. El consumo de carne aumentó muchísimo: sobre todo la de cerdo, que según Plinio era la carne más sabrosa (la única con cincuenta sabores distintos), la de cabra y, más raramente, la de oveja (animal del que sobre todo se obtenía leche y lana). También eran muy apreciadas las aves de corral: patos, pichones y ocas, que se engordaban para obtener el ficatum (nuestro foie gras). La gallina, en cambio, se crió durante mucho tiempo sólo por los huevos. La carne de bovino no se consumía mucho, ya que estos animales eran fundamentales para trabajar los campos, tanto que hasta finales del siglo IV matar uno estaba penado con el exilio o la muerte. Completaban el cuadro los animales de caza, como la liebre, el ciervo y el jabalí. Su carne era dura y nudosa, así que se hervía con agua o leche, una, dos e incluso tres veces. Como así perdía todo su sabor, para hacerla más apetitosa se añadían salsas, condimentos y especias. El pescado entró tarde en la alimentación, pero durante el Imperio su consumo se extendió: anguilas, mújoles, doradas, lubinas, crustáceos, carísimos moluscos y morenas.
Los comensales no usaban cubiertos, pero eso no era un problema, puesto que la comida estaba cortada en trozos pequeños. Ovidio escribe: «Coge la comida con la punta de los dedos, también es un arte que requiere elegancia». ¿Y para limpiarse la boca? Miga de pan. Cucharas y cucharones. Museo Arqueológico, Saint-Germain-en-Laye. FOTO: Rue des Archives / Album Con la expansión por el Mediterráneo, llegaron a orillas del Tíber alimentos y sabores nuevos. Entre ellos, frutas como las cerezas, que, según la tradición, fueron introducidas en 65 a.C. por Lúculo, quien las descubrió en el mar Negro mientras luchaba contra Mitrídates; los melocotones y los limones (originarios de China y Pakistán) llegaron a Roma desde Persia; los albaricoques, desde China; la granada, que era conocida en todo Oriente, y los dátiles, de África. Estas frutas exóticas eran muy caras, tanto que Marcial se queja de la tacañería de un anfitrión que no ofrecía fruta a sus comensales.
En las reservas de caza llegaron a criarse animales exóticos como el avestruz, originario de África, y el faisán, procedente de zonas cercanas al mar Negro. En época imperial también se contrataban cocineros profesionales. Los más buscados eran, sin duda, los orientales y los griegos, que no sólo tenían que cocinar platos exóticos, sino también "crear" auténticas obras de arte, ya que había que presentar la comida en la mesa de forma escenográfica. Estamos muy lejos de la austeridad y la sencillez de los primeros tiempos, cuando cocinaba el propio anfitrión.De re coquinaria, manual culinario atribuido a Apicio, un gastrónomo del siglo I, es, sin duda, la obra gastronómica más famosa del mundo antiguo e ilustra muy bien cómo era la cocina durante el Imperio. En sus recetas destacan la mezcla en un mismo plato de carne y pescado, el uso y abuso de los condimentos hasta ocultar el sabor de la comida y, sobre todo, la mezcla de dulce y salado, que daba a los platos un sabor agridulce típico de la tradición oriental. Esconder el gusto original de los alimentos hoy en día nos parece absurdo, pero no lo era para los antiguos romanos. Baste con pensar que en uno de sus epigramas, Marcial elogia el virtuosismo de un cocinero capaz de imitar todos los platos ¡usando sólo calabazas! E incluso el mismo Apicio da recetas de arenques... sin arenques.
Mosaico que representa una naturaleza muerta compuesta por peces y patos. Museo Arqueológico Nacional, Nápoles. FOTO: Prisma / Album
Cena con sorpresa Sorprender a los invitados era imperativo, como se refleja en el Satiricón de Petronio, obra de fantasía, pero seguramente inspirada en modas reales del siglo I. En él se describe el pantagruélico banquete del liberto Trimalción, un antiguo esclavo convertido en nuevo rico; durante la cena se sirve un jabalí cocinado entero, rodeado de lechones hechos con pasta de almendras y dos cestas llenas de dátiles colgadas de sus colmillos. Cuando el cocinero clava el cuchillo en el costado del animal, salen tordos vivos volando. Pero su libertad dura poco, ya que las aves enseguida son capturadas, cocinadas y servidas.
Dejando a un lado la literatura, un plato muy famoso y refinado era el porcus troianus: un cerdo relleno de salchichas con salsas aromáticas y verduras, cuyo nombre recuerda al del legendario caballo de Troya, que estaba "relleno" de soldados griegos.
El sibarita Lúculo se hizo construir un triclinio dentro de una pajarera. Así, mientras sus invitados degustaban carne de pavo real o faisán, también podían ver al animal vivo y revoloteando. Pero había un pequeño inconveniente: el olor a gallinero, que hacía imposible permanecer en su interior. Más suerte tuvieron los triclinios de agua. Plinio el Joven describe uno: en uno de los extremos de una piscina curvilínea, los comensales se tumbaban en triclinios de mampostería. Desde el otro lado, los sirvientes empujaban sobre el agua bandejas de madera repletas de delicias, de modo que llegaran flotando hasta los comensales. Una moda muy extendida entre los ricos fue el uso de nieve para enfriar los alimentos.Con la nieve se hacían sorbetes a base de leche, huevos y miel: ¡Un auténtico helado avant la lettre! Entonces, como ahora, los médicos se mostraban contrarios a las bebidas heladas, porque además la nieve llegaba sucia a las copas a causa de los varios pasos que tenía que seguir: se recogía en los picos nevados, se transportaba en carros, se embalaba con paja y, por último, se almacenaba. Plinio cuenta que Nerón fue el primero que utilizó nieve para enfriar el agua, mientras que Suetonio explica que introdujo también la moda de bañarse con nieve para aliviar el calor del verano.
Una mujer trabaja en la cocina de una casa pompeyana. Dibujo de Peter Connolly. FOTO: AKG / Album
La dieta de los aristócratas romanos
Los gustos cambian con el tiempo. Y eso se ve en algunos de los alimentos más apreciados por los aristócratas. La carne de pavo real, por ejemplo, se consideraba muy delicada y era muy cara; una vez cocinado, el animal se servía entero y decorado con sus bellísimas plumas. Gracias al edicto de Dioclecianosabemos que la hembra del pavo real, con plumas más discretas, costaba un tercio menos que el macho. Asimismo, parece que fue un auténtico manjar la lengua de flamenco, así como los talones del camello –de los cuales Apicio da la receta–. Por no hablar del cerebro de avestruz, muy apreciado por Heliogábalo, o de la carne de cachorro de perro. Muchos de estos alimentos hoy nos causan repugnancia, pero, como nos enseñaron los antiguos romanos, de gustibus non est disputandum: sobre gustos no hay nada escrito.
Muros de la iglesia hallada en El Castillón. Foto: Zamora Protohistórica
Las excavaciones desarrolladas a lo largo del mes de octubre en el yacimiento de El Castillón de SantaEulalia de Tábara (Zamora) han sacado a la luz los restos de una iglesia de la Alta Edad Media. Los arqueólogos saben que al menos dataría del siglo IX,pero creen que podría ser aún más antigua, de época visigoda. El análisis de los restos de tres cuerpos hallados en esta campaña ofrecerá más datos, pero es muy probable que hayan aparecido los orígenes del cercano monasterio de Santa María de Moreruela, cuya ubicación exacta era desconocida hasta ahora.
La iglesia tiene tres naves de grandes dimensiones, con una longitud que alcanza los 20 metros, bancos adosados a la pared y un suelo de una calidad excelente. Las edificaciones de los alrededores parecen estar relacionadas con la actividad de la iglesia, lo que reforzaría la idea de que todo puede formar parte de un conjunto monástico. “Como mínimo, estamos seguros de que pertenece al siglo IX, pero puede ser bastante más antigua”, explica en declaraciones a DiCYT, Jose Carlos Sastre (izquierda), director de la asociación Zamora Protohistórica y responsable de los trabajos. En su opinión, es muy probable que haya que situar la iglesia en un periodo anterior al dominio árabe, es decir, en la época de los visigodos. De hecho, no descarta que pudiera ser coetánea a San Pedro de la Nave, joya arquitectónica de la provincia de Zamora que está a caballo entre los siglos VII y VIII, justo antes de la conquista musulmana.
El hallazgo del enterramiento de dos niños en la campaña de 2016 da la clave, puesto que las dataciones de sus restos por carbono 14 permiten saber que vivieron en el siglo IX y la iglesia debe ser anterior a estas tumbas. Los dos eran menores de un año, sufrieron anemia y carencia de vitamina C, según los análisis que se le han practicado. Además, uno de ellos había sufrido un golpe en la cabeza y una infección. Una de las tumbas estaba construida usando una estela romana de un cementerio muy anterior.
Vista aérea de El Castillón. Foto: Luis y Ana.
Esta vez se han encontrado tres cuerpos más, en apariencia todos adultos. Sus enterramientos no ofrecen muchas pistas, puesto que carecen de ajuar, así que la información se obtendrá a través de diversos análisis científicos. Se enviarán muestras al Reino Unido para que una empresa haga las pruebas de carbono 14 y también a la Universidad del País Vasco, que mediante análisis de isótopos realizado al colágeno de los huesos y pruebas genéticas determinará cuál era su dieta e incluso se podrá determinar si estas personas tenían lazos familiares en otras ubicaciones geográficas.
No obstante, la Universidad de Murcia recibirá los esqueletos casi al completo para llevar a cabo los estudios antropológicos que determinarán la edad y el sexo, así como el tipo de enfermedades que pudieron padecer y la causa de su fallecimiento.
Una de las tumbas halladas en El Castillón. Foto: Zamora Protohistórica. El origen del monasterio de Granja de Moreruela
Al margen de todas estas pruebas, lo importante será poner en contexto los datos para escribir nuevas páginas de la historia. En ese sentido, hay documentos que mencionan la existencia de un monasterio anterior al de Santa María de Moreruela, el importantísimo asentamiento de la Orden cisterciense cuyos magníficos restos se pueden contemplar hoy en la cercana localidad de Granja de Moreruela. Ese enclave anterior sería su origen y, según las fuentes bibliográficas, “estaba situado en un lugar elevado a orillas del río Esla”, recuerda Sastre.
Con esa información y los recientes hallazgos en El Castillón todo apunta a que la campaña de Zamora Protohistórica ha encontrado ese monasterio primitivo. “Es muy probable que muchos materiales de construcción fueran trasladados desde aquí hasta el monasterio de La Granja y que también acabasen en iglesias cercanas, como la de Moreruela de Tábara”, comenta el experto.
La hipótesis que manejan los historiadores es que en el monasterio de La Granja, cuya construcción daría inicio a comienzos del siglo XII, se fue instalando una comunidad mucho mayor que fue ganando en importancia y eclipsando a sus vecinos. No obstante, hay indicios de que El Castillón estuvo habitado hasta finales de la Edad Media.
Un arqueólogo trabaja en una de las tumbas. Foto: Zamora Protohistórica. Uno de los yacimientos “más importantes de España”
Las anteriores campañas de excavación evidencian que este asentamiento estuvo ocupado muchos siglos antes: “Pudo haber una continuidad en la presencia humana desde el siglo V hasta muy avanzada la época medieval, aunque se produjeron cambios a todos los niveles, incluyendo sus pobladores”.
Desde que en 2007 Zamora Protohistórica excavase por primera vez en este yacimiento, las campañas se han repetido cada mes de agosto –a excepción de dos años 2012 y 2017, en que no hubo, y de 2018, que se ha trasladado a octubre– y han revelado datos muy importantes. Entre los hallazgos más destacados están dos hornos metalúrgicos, dos viviendas de los siglos V y VI y numerosos restos animales que están siendo analizados por la Universidad de Salamanca y vegetales (especialmente, semillas de cereales), de cuyo estudio se ocupa el CSIC.
“En el aspecto científico estamos ante uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de España según nos dicen todos los expertos y ahora ponemos la guinda con el hallazgo de esta iglesia claramente anterior al románico zamorano, que tan importante es y tanto atractivo tiene para la provincia”, señala Sastre.
Trabajos que sacaron a la luz la iglesia de El Castillón. Foto: Zamora Protohistórica. Necesidad urgente de poner en valor los restos
Por eso, Zamora Protohistórica no quiere tener que volver a tapar los extraordinarios restos descubiertos en esta campaña. “La Junta de Castilla y León debe ponerlos en valor para que los ciudadanos los puedan conocer y se puedan visitar, porque además se encuentran en un entorno extraordinario para poder disfrutar también de la naturaleza y el paisaje”, apunta. La inversión sería mínima, según los expertos, ya que se trata de restos muy bien conservados y no sería necesario realizar ningún tipo de restauración.
Prueba del extraordinario interés que despierta este enclave es que, un año más, la campaña de excavación ha contado con el apoyo de voluntarios procedentes de diversas universidades españolas (Salamanca, León, Santiago de Compostela, Vigo, Zaragoza, Complutense de Madrid, Extremadura, Sevilla, Rovira i Virgili, Autónoma de Madrid y Jaén) y extranjeras, como la Universidad de Perugia (Italia), La Plata (Argentina), Columbia (Estados Unidos), Yucatán (México), Taiwán y San Francisco (Estados Unidos). Veremos si este extraordinario patrimonio se valora tanto dentro como fuera.
Investigadores del Instituto de Arqueología de la Universidad Jagellónica de Cracovia, que realizan excavaciones en el sur de Jordania desde hace varios años, han estado recopilando información que ayudará a identificar los cambios que ocurrieron en esta importante área entre el Neolítico y la Edad de Bronce temprana.
"Nuestro objetivo es crear un mapa completo de Jordania entre los años 3.700–1.950 a.C. Es un periodo muy interesante del Oriente Medio. Sucedieron muchas cosas: el nacimiento de la civilización, el desarrollo de la agricultura y la artesanía, el florecimiento del comercio a grandes distancias , la fundación de las primeras ciudades y la formación de numerosas costumbres y tradiciones culturalmente importantes que aún nos afectan. Sabemos muy poco de esta región situada entre Egipto y Mesopotamia que ahora conocemos como Jordania", dijo el Dr. Piotr Kołodziejczyk (izquierda), jefe de la expedición.
El año pasado, los arqueólogos de la Universidad de Jagellónica comenzaron a excavar en dos sitios previamente desconocidos: Faysaliyya y Munqata'a. El primero es un asentamiento enorme ubicado en el desierto, cerca del municipio de Shoubak, donde el equipo de investigación ha encontrado muros de piedra que rodean una gran granja junto con habitaciones diseñadas para vivir y trabajar.
En otro lugar han encontrado edificios de piedra del periodo Calcolítico, también conocido como Edad del Cobre, y les ha sido posible datar estas estructuras gracias a las vasijas de cerámica y a las herramientas de piedra y pedernal descubiertas. También han tomado muestras para realizar pruebas de laboratorio, lo que les permitirá extraer datos más precisos de estos hallazgos.
El segundo enclave se presentó no solo como un desafío arqueológico, sino también logístico. Estaba ubicado en un valle profundo, al que solo se podía descender por un sendero a través de una cordillera de varios cientos de metros. Para poder estudiarlo el equipo tuvo que transportar grandes cantidades de alimentos y agua, además de equipamiento estándar. No obstante, el esfuerzo mereció la pena.
"En ese valle aislado hemos descubierto algo extraordinario: un asentamiento del Neolítico con un muro y un edificio central. Sospechamos que puede haber sido la casa de un jefe o una especie de templo temprano. Junto a las paredes hemos hallado restos de numerosas herramientas y armas, tales como morteros, piedras de moler y puntas de flecha, así como un montón de cerámica, la cual probablemente sirvió para contener alimentos", explica el Dr. Piotr Kołodziejczyk.
"Munquat'a es el asentamiento más oriental asociado al periodo Neolítico que hemos desenterrado hasta ahora. Antes de nosotros nadie ha realizado una excavación en esta zona montañosa y escarpada. Estamos seguros de que hay más cosas que se pueden encontrar aquí. Lo veremos en los próximos años", agregó.
Basados en sus análisis geológicos y ambientales, los arqueólogos de Cracovia sospechan que el área fue utilizada principalmente para el pastoreo de animales, dado que hay pocas zonas llanas que pudieran haber servido como campos de cultivo. Esto todavía sigue siendo el caso en el sur de Jordania.
Cuando habla de Laconia en el libro tercero de su Descripción de Grecia Pausanias comenta que los habitantes de Acreas se jactaban de tener el templo más antiguo de la Diosa Madre en el Peloponeso. Pero inmediatamente a continuación menciona que la imagen más antigua de esa diosa está en otro sitio:
"Los que habitan Acreas dicen que éste es el más antiguo de todos los santuarios de esta diosa en el Peloponeso, aunque los magnetes que viven al norte del Sípilo tienen en la roca de Codino la imagen más antigua de todas de la Madre de los dioses. Los magnetes dicen que la hizo Bróteas, hijo de Tántalo". (Pausanias, Descripción de Grecia III–22.4)
Los magnetes a quienes Pausanias hace referencia eran los ciudadanos de Magnesia del Sípilo, una fundación de la ciudad homónima de Tesalia. Como curiosidad, estos magnetes descubrieron que las piedras encontradas en las inmediaciones de una de sus colonias se atraían o repelían misteriosamente, pudiendo ser ese el origen del término magnetismo.
El yacimiento de Magnesia del Sípilo (la moderna Manisa) se encuentra a unos 65 kilómetros al interior de la costa, al noreste de Izmir (la antigua Esmirna) en Turquía. Y como su apelativo indica, está al pie del monte Sípilo, a unos 6 kilómetros al Este de distancia, tal y como Pausanias decía.
Allí, excavada en la pared rocosa de la montaña a 100 metros de altura, está todavía hoy la colosal imagen. Tiene 8 metros de altura y 4 y medio de ancho y representa una figura sentada, muy desgastada por la erosión y el paso de los siglos. Ya estaba allí cuando llegaron los griegos, ya que es de origen hitita.
Decíamos que Pausanias la consideraba una representación de la Diosa Madre, esto es, de Cibeles, y esa fue la teoría más aceptada hasta hace pocos años. En ese sentido se describía la figura como llevando un tocado puntiagudo sobre la cabeza, y con las manos descansando sobre el pecho, mientras que los pies se apoyarían sobre una especie de taburete.
Ciertamente, el relieve está tan dañado que es difícil distinguir apenas las formas. No obstante, el consenso actual de los investigadores al respecto es que se trata de una figura barbada masculina, posiblemente representando al dios hitita de la montaña.
También se acepta generalmente que el monumento data de los siglos XIV-XIII a.C. (Edad del Bronce tardía), de tiempos del rey Suppiluliuma I(rey desde 1375 a 1322 a.C.) o su hijo menorMursili II (entre 1321 y 1295 a.C.), y tiene un origen hitita-luvita. Esto se deduce de las dos inscripciones presentes en el relieve, una a su izquierda y otra a su derecha, escritas en jeroglíficos en lengua luvita.
Helmuth Theodor Bossert, el arqueólogo y especialista en jeroglíficos anatolios que estudió la imagen a comienzos de la década de 1950, tradujo la inscripción de la izquierda como Príncipe Kuwalanamuwa, el mismo nombre que aparece en otros relieves hititas de la península Anatolia, aunque se desconoce si se refieren a la misma persona.
La inscripción de la derecha apenas es legible, como confirmó el hititólogo Hans Gustav Güterbock, que la examinó en 1978. Según el especialista John David Hawkins la primera parte podría leerse como Zu(wa)-wa/i-ni (Eunuco).
El relieve debía estar ya muy dañado en tiempos de los lidios, hacia el siglo VI a.C. (es decir, unos ocho siglos después de su creación), pues estos lo tomaban por una representación de la diosa Cibeles y llevaban a cabo ceremonias y ofrendas en el monumento.
En el mismo monte hay una estructura antigua que puede ser un altar excavado en la roca, quizá para acomodar en él una estatua de piedra o madera. Pausanias lo llamó el trono de Pélope (quien más tarde daría nombre al Peloponeso):
Todavía quedan hoy vestigios de que Pélope y Tántalo vivieron en mi país: un lago que tiene su nombre por Tántalo y una tumba famosa, y hay un trono de Pélope en la cima del monte Sípilo (Pausanias, Descripción de Grecia V–13.7)
Estas líneas además parecen indicar que Pausanias había nacido en la zona, en la propia Magnesia del Sípilo.
Un barco mercante griego que naufragó hace más de 2.400 años, posiblemente la embarcación intacta más antigua del mundo, ha sido hallado en las costas búlgaras, informó este martes el equipo anglo-búlgaro que estuvo a cargo de este proyecto.
Los expertos del llamado Proyecto Arqueológico Marítimo del Mar Negro (MAP, en inglés) localizaron la nave durante una observación de una zona de 2.000 kilómetros cuadrados en el mar Negro. Una pequeña pieza del barco fue tomada como muestra para someterla a una prueba de carbono por parte de la Universidad inglesa de Southampton, la cual estableció que data muy probablemente de unos 400 años antes de Cristo.
El proyecto informó este martes de que los arqueólogos estuvieron tres años peinando las profundidades del mar con unas cámaras para aguas profundas y a control remoto, capaces de tomar imágenes de alta definición desde una distancia de dos kilómetros bajo el mar.
El timón y los bancos de remo permanecen intactos, según los expertos, cuyos trabajos de exploración han permitido hallar más de 60 barcos en los últimos años, entre ellas embarcaciones romanas. "Es como de otro mundo", dijo Helen Farr, parte del equipo de expedición, a la cadena británica BBC.
"Cuando el ROV (vehículo operado a control remoto) baja a través de una columna de agua y puedes ver aparecer este barco en la profundidad, tan perfectamente conservado, sientes como si te transportaras en el tiempo", relató Farr al describir el momento en que este mercante griego fue hallado. "Está preservado, está seguro. No se está deteriorando y es poco probable que atraiga a cazadores", agregó.
Este mercante, de 23 metros, es uno de varios buscados en el Mediterráneo y en las costas del mar Negro. Se estima que la embarcación es del año 480 a.C. y todavía se desconoce cuál era su carga, según los arqueólogos, que admitieron necesitar más financiación para volver al lugar para proseguir la investigación.
"Como arqueólogos, estamos interesados en lo que pueda aportar sobre la tecnología, el comercio y los movimientos en el área" en aquel tiempo, según la experta. La conservación de esta pieza responde a las condiciones del agua del mar, libre de oxígeno, lo que permite preservar material orgánico durante miles de años, según el grupo.
Función histórica
El investigador principal del proyecto MAP, Jon Adams, se ha mostrado asombrado por el hallazgo de la pieza. "Un barco que haya sobrevivido intacto desde la época clásica, yaciendo bajo una capa de agua de dos kilómetros, es algo que yo nunca habría pensado que fuera posible", enfatizó el científico.
"Esto va a cambiar nuestra manera de comprender la construcción y navegación marítimas en el mundo antiguo", añadió. Los arqueólogos creen que el navío es similar al representado en el conocido como jarrón de las Sirenas conservado en el Museo Británico, una cerámica que describe a Ulises atado al mástil de su barco mientras resiste la atracción mortal del canto de las sirenas.
Otros barcos antiguos hallados hasta ahora, de más de 3.000 años de antigüedad, correspondían solo a unos fragmentos, según estos expertos, que han destacado que este mercante puede aportar información sobre los viajes que hacían los comerciantes griegos. De acuerdo con el MAP, lo más probable es que el mercante se hundiera a causa de una tormenta y que contase con una tripulación de entre 15 y 25 personas.
Los arqueólogos puntualizaron que no tienen intención de sacarlo del fondo del mar debido a que sería sumamente costoso hacerlo. El consejero delegado del proyecto, Ed Parker, recordó que algunos de los barcos hallados por MAP "sólo han sido vistos -hasta ahora- en murales y mosaicos".
Fuente: Información, 23 de octubre de 2018
Fotos por gentileza de Black Sea Maritime Archaeology Project (MAP), BBC
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