Así eran las joyas prehistóricas de un poblado granadino de hace unos 7.000 años

Adornos cónicos del Neolítico medio encontradas en Granada. / Claudia Pau et al.

Durante el Neolítico, las poblaciones ya manejaban la piedra, y diseñaban y fabricaban joyas de diversos materiales, como las que se han encontrado en un poblado de Andalucía oriental, en el paraje de las Peñas de los Gitanos situado a 1.050 metros sobre el mar. Esta área fue habitada desde la prehistoria hasta la Edad Media.

El poblado de Los Castillejos forma parte de un conjunto arqueológico más amplio y fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 1996 e incluye cuevas, abrigos, poblados y necrópolis entre las que destaca la necrópolis megalítica.

En el yacimiento, un equipo de científicos halló entre los años 1991 y 1994 varios objetos de adorno personal. Ahora los arqueólogos Claudia Pau y Juan A. Cámara Serrano, de la Universidad de Granada, han podido identificar seis categorías diferentes de adornos: colgantes, cuentas, elementos anulares y cónicos, alfileres y elementos dentados.


Algunos de los elementos dentados hallados en el yacimiento del poblado de Los Castillejos en Granada. / Claudia Pau et al.

En el estudio, publicado en la revista Arqueología, los expertos determinaron el uso y la antigüedad de cada una de las joyas en función de su morfología y los materiales empleados.
Según los científicos, varios tipos de objetos son recurrentes a lo largo del tiempo. “Aparecen en las fases más antiguas y desaparecen y vuelven a encontrarse en las fases más recientes, mientras que otras joyas caracterizan solo algunos periodos culturales”, señala a Sinc Claudia Pau.
Es el caso de los diseños fabricados con conchas. “Los elementos anulares en piedra caracterizan el sexto milenio antes de cristo, mientras que los brazaletes en concha son más recientes”, apunta la experta.

Cuentas de concha entera, discoidales, cilíndricas y bitroncocónicas

Así, los brazaletes en concha aparecen por primera vez en el Neolítico Medio (inicios del V Milenio A.C.) y continúan en todo el Neolítico reciente (hasta el último tercio del IV Milenio A.C.). El estudio recalca que esta distribución cronológica de los brazaletes de concha puede tener importantes implicaciones para la datación de las primeras fases de utilización de contextos megalíticos donde estos brazaletes suelen ser frecuentes.

“Por ello, podemos proponer que muchos sepulcros megalíticosestuvieron en uso por lo menos desde el Neolítico final. Además, hay tipologías que están presentes solo en los niveles más recientes, como las cuentas bitroncocónicas (con formas en plano circular)”, aclaran los autores.
Los arqueólogos apreciaron además un cambio en la forma de los colgantes rectangulares; “desde formas muy irregulares en las etapas más antiguas se pasará a formas subrectangulares con los ángulos redondeados y finalmente a formas más rectas en los ejemplares más recientes”.
“Las formas y las trazas de uso permiten señalar que las cuentas, los colgantes y algunos elementos anulares se utilizarían para confeccionar adornos complejos como collares y pulseras, o para decorar la cabeza o las vestimentas, mientras que otros elementos anulares se utilizarían como adornos para las muñecas, los antebrazos o los tobillos”, concluyen.

Fuente:SINC | 29 de octubre de 2018

Una nueva investigación hace retroceder los orígenes del chocolate

El chocolate proviene del árbol del cacao - Fotolia

La vida sin chocolate sería algo más triste e insípida. Consumido a diario por millones de personas en todo el mundo por su sabor, sus efectos beneficiosos para la salud (tiene reconocidas propiedades antioxidantes y anti-inflamatorias) y sus cualidades vigorizantes, este dulce ha gustado siempre tanto que en el siglo XVII incluso se discutía si tomarlo era pecado.

El botánico Linneo lo denominó con acierto «la comida de los dioses», pero sus orígenes nunca han estado del todo claros. Hasta ahora, se creía que la planta del cacao, de donde procede el chocolate, fue cultivada por primera vez hace unos 3.900 años en América Central, como parecían indicar los restos arqueológicos encontrados. Sin embargo, un equipo internacional de investigadores sugiere que, en realidad, la domesticación del cacao ocurrió un 1.500 años antes y algo más abajo en el mapa, en lo que ahora es Ecuador.

En la actualidad, la diversidad más alta del árbol de cacao (Theobroma cacao) y otras especies relacionadas se encuentra en la América del Sur ecuatorial, donde este alimento es importante para los grupos indígenas que aún habitan la zona. Esto llevó a los científicos a buscar evidencias del origen de la planta en el yacimiento arqueológico de Santa Ana-La Florida, en Palanda, Ecuador, que se ubica en la cabecera del río Chinchipe. Se trata del sitio más antiguo conocido de la cultura Mayo-Chinchipe, ocupado desde al menos 5.450 años atrás.
Según explican los investigadores en la revista «Nature Ecology & Evolution», la presencia de granos de almidón específicos del árbol de cacao dentro de recipientes de cerámica de residuos de teobromina, un alcaloide amargo que se encuentra en el árbol del cacao pero no en sus parientes silvestres, así como el hallazgo de fragmentos de ADN antiguo con secuencias exclusivas del árbol del cacao, no dejaron lugar a dudas.

«Las gentes de los tramos superiores de la cuenca del Amazonas, que se extienden hasta las estribaciones de los Andes en el sureste de Ecuador, ya estaban cosechando y consumiendo cacao 1.500 años antes de lo que se creía», asegura Michael Blake (izquierda), coautor del estudio y profesor en el departamento de antropología de la Universidad de la Columbia Británica.

El cacao que cultivaban era un pariente cercano del tipo que más tarde se usaría en México. Lo consumían como una bebida, una costumbre que era muy popular y que probablemente se propagó más tarde hacia el norte a través del comercio de bienes, por lo que ahora es Colombia y finalmente Panamá y otras partes de América Central y el sur de México.

En fiestas y rituales

El cacao se convirtió en un cultivo de gran importancia cultural en la Mesoamérica precolombina, una región histórica y área cultural en América del Norte que se extiende desde el centro de México hasta Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y el norte de Costa Rica. Los granos de cacao se utilizaban como moneda y para hacer las bebidas consumidas durante fiestas y rituales.
«Por primera vez, tres líneas independientes de evidencia arqueológica han documentado la presencia de cacao antiguo en las Américas: granos de almidón, biomarcadores químicos y secuencias de ADN antiguas», señala Sonia Zarrillo (derecha), autora principal del estudio y profesora de la también canadiense Universidad de Calgary. «Estos tres métodos se combinan para identificar definitivamente una planta que, por lo demás, es notoriamente difícil de rastrear en el registro arqueológico porque las semillas y otras partes se degradan rápidamente en ambientes tropicales húmedos y cálidos».

Dicen los historiadores que Cristóbal Colón ya vio una almendra de cacao durante su cuarto viaje al continente, pero no fue hasta la conquista del imperio azteca, emprendida por Hernán Cortés, que el chocolate se dio a conocer entre los europeos. Nos acompaña desde entonces con gran éxito, pese a que las producciones actuales están repletas de calorías.


«Hoy todos confiamos, en una u otra medida, en los alimentos que fueron creados por los pueblos indígenas de las Américas y uno de los favoritos en todo el mundo es el chocolate», reconoce Blake. A su juicio, el descubrimiento de los orígenes de los alimentos de los que dependemos hoy es importante porque nos ayuda a comprender las «complejas historias de quiénes somos».

Fuente: abc.es | 29 de octubre de 2018

El sorprendente origen de los misteriosos símbolos de los pictos

El monumento Craw Stone, situado en Aberdeenshire, Escocia.

Los Pictos siempre han sido considerados un pueblo misterioso. Esta confederación de tribus habitó el norte y centro de Escocia desde los tiempos del Imperio Romano hasta el siglo X. Pero, aún así, dejaron pocas evidencias de su vida, más allá de sus icónicas piedras talladas que contienen un lenguaje de símbolos que aún hoy no ha podido ser descifrado.

La piedra de Dunfallandy contiene varios símbolos pictos (Noble et al. / Antiquity).

Una investigación liderada por la Universidad de Aberdeen ha conseguido rastrear el origen de estas representaciones hasta un momento situado entre los siglos III y IV después de Cristo, mucho antes de lo que se creía hasta el momento. Los arqueólogos sometieron varios objetos hallados en excavaciones recientes a un análisis con radiocarbono para conseguir una cronología mucho más acurada que las antiguas técnicas histórico-artísticas.
Sus hallazgos, publicados en la revista Antiquity, defienden la idea de que los símbolos son realmente un guión que probablemente representa un grupo de nombres de miembros de los Pictos y que se desarrolló exactamente en la misma época que otros tipos de escritura europeos, como la escritura de Ogham de la antigua Irlanda o el estilo rúnico desarrollado en Escandinavia.

Entre los principales símbolos de los pictos aparecen bestias extrañas, águilas, salmones, espejos, peines o cañas misteriosas. Al igual que los jeroglíficos egipcios, este tipo de escritura era una forma de lenguaje asociado con la genealogía de familias importantes. Estas combinaciones de nombre permitieron, aparentemente, reclamar la propiedad sobre la tierra.

La influencia del Imperio Romano en el desarrollo del lenguaje escrito de los pueblos indígenas situados en sus fronteras ha sido clara desde hace mucho tiempo. Los pictos hablaban una lengua celta británica que continua siendo un misterio en gran parte. Pero los emparejamientos recurrentes dentro de los símbolos dan a entender que están optimizados para escribir nombres de personas.

Algunos símbolos pictos, por ahora indescifrables (Noble et al. / Antiquity)

Los análisis de los expertos se basan en los restos recuperados de la excavación de un fuerte picto situado en la columna de rocas de Dunnicaer, al sur de Stonehaven (Aberdeenshire). En este espacio descubierto en 2015 se han encontrado tallas no elaboradas, generalmente de tamaño más pequeño en comparación con los monumentos de piedra hallados durante el siglo XIX.

Sitio arqueólogico de Dunnicaer, donde se descubrieron piedras con símbolos de los pictos en el siglo XIX, Escocia, Reino Unido. abdn.ac.uk.

Los estudios revelaron que las piedras probablemente provenían de la muralla del fuerte y la datación del sitio demostró que el asentamiento estaba en su apogeo entre los siglos III y IV después de Cristo. Otros objetos, como un hueso de buey que apareció en la isla de Orkney, indican que este lenguaje quizás se usaba en la periferia de la tierra de los Pictos en el siglo V.

El modelado bayesiano, que permite refinar la datación por radiocarbono, ha determinado que el asentamiento picto de Rhynie, también en Aberdeenshire y donde se encontró el famoso Rhynie Man (derecha), contiene un fuerte con piedras que contienen estos símbolos y que está dentro de una serie de murallas y empalizadas que datan de entre finales del siglo IV y principios del siglo VI.

Investigaciones recientes han revelado que la plata romana llegó en forma de regalos y sobornos diplomáticos, influyendo en la economía y la sociedad de los Pictos, lo que acabó transformando su lenguaje. Los autores señalan que estos símbolos son probablemente el resultado de la exposición a la escritura latina, pero también una interpretación indígena independiente de los mismos.

”En las últimas décadas ha crecido el consenso acerca de que los símbolos de estas piedras son una forma temprana del lenguaje. Nuestras excavaciones recientes y la datación de los objetos encontrados proporciona por primera vez una cronología mucho más segura. Establecer un momento en el tiempo nos ayuda a reescribir la historia de estas tradiciones simbólicas del norte de Europa”, explica Gordon Noble (izquierda), jefe de arqueología de la Universidad de Aberdeen.

Estas antiguas tribus de granjeros “no adaptaron un guión alfabético, pero desarrollaron su propio guión de símbolos”. “Las piedras con lenguaje picto son la forma de comunicación más común y monumental que sobrevive del norte de Gran Bretaña, pero su origen ha sido poco comprendido en comparación con otras formas de escritura alfabética”, apuntan.

“El modelado bayesiano ha revolucionado el mundo de la datación por radiocarbono, ayudando a desarrollar marcos cronológicos más refinados”, explica Derek Hamilton, del Scottish Universities Environmental Research Centre (SUERC).

Fuente: lavanguardia.com | 26 de octubre de 2018

Tras 6 años cerrado, el Museo Nacional de Siria reabre sus puertas

Después de más de seis años de estar cerrado y ser vaciado mientras la guerra civil siria invadía la capital, el Museo Nacional de Siria reabrió sus puertas el domingo y funcionarios sirios, arqueólogos extranjeros y expertos en restauración asistieron a la ceremonia de reinauguración.

La reapertura del importante museo fue celebrada como un regreso a la vida normal por parte de las autoridades sirias, que están ansiosas de sacar provecho de las victorias de las fuerzas armadas del país contra los grupos armados, quienes recientemente bombardearon Damasco y amenazaron con atacar la sede del gobierno, ubicada a unos kilómetros del palacio presidencial.

Funcionarios sirios y expertos arqueológicos locales y extranjeros asisten a la ceremonia de inauguración de la reapertura del Museo Nacional en Damasco. EFE.

A medida que las fuerzas armadas sirias tenían más avances militares -y con el respaldo de los aliados Rusia e Irán- las tropas comenzaron a retomar el control de los reductos de los rebeldes ubicados a las afueras de Damasco, expulsaron a los grupos armados hacia el norte y comenzaron a restablecer la calma.
“La reinauguración del museo es un mensaje genuino de que Siria sigue aquí y que su patrimonio no se verá afectado por el terrorismo”, comentó Mohamed al-Ahmad, ministro de Cultura, a los reporteros y asistentes a la ceremonia. “Hoy, Damasco se ha recuperado”.



Entre las antigüedades que se expondrán están los murales del siglo II de la ciudad de Dura Europos, en el este de Siria, textiles del centro de Palmira y estatuas de la diosa griega de la Victoria, provenientes del sur del país de Medio Oriente.
El conflicto en Siria, que comenzó a principios de 2011, ha sido nocivo para el valioso patrimonio del país.


Las autoridades cerraron los museos y resguardaron más de 300.000 artefactos, pero algunos sitios quedaron destruidos o dañados por los ataques del grupo Estado Islámico y otros fueron saqueados.
Más de 9.000 artefactos fueron restaurados y recuperados desde que comenzó la guerra, dijo Mahmoud Hammoud, jefe de la Dirección General de Antigüedades y Museos del país, y agregó que el museo necesita una renovación y fondos. Apuntó que cientos de miles de artefactos y esculturas importantes fueron contrabandeados en el extranjero durante la crisis.



Fuente: elnuevoherald.com | elnuevodiario.com | 28 de octubre de 2018

El misterio de los ‘textos invisibles’ fenicios que llevaron la escritura a la península Ibérica hace más de 2.800 años

A la izquierda, una pieza hallada por Diego Ruiz Mata en el yacimiento de doña Blanca, en Cádiz, de los siglos VIII-VII antes de Cristo, con las primeras cuatro letras del alfabeto fenicio. A la derecha, una de las bulas fenicias del siglo VIII antes de Cristo halladas en el Teatro Cómico de Cádiz.

Como en las novelas de misterio, a veces ocurre en la arqueología que las claves del enigma estaban ahí mismo, delante de los ojos; solo había que fijarse un poco más, mirar de otra manera. Por ejemplo, pasó así cuando el epigrafista José Ángel Zamora (izquierda) se dio cuenta, estudiando inscripciones en escritura fenicia en grafitos (pequeños trozos de cerámica) de hace unos 2.800 años hallados en la Península Ibérica, que sus autores tenían, por fuerza, que haber aprendido a escribir en papiros, aunque de estos no quede ni rastro; la forma de trazar las letras (el ductus), más veloz y natural, les delataba.

Eso deshizo el nudo que le permitió sostener que los primeros fenicios que se asentaron en el sur de la península en torno al siglo IX antes de Cristo “escribían y escribían mucho”, aunque no queden muchos restos que lo atestigüen, reforzando la idea de que fue aquella primera gran civilización comerciante y viajera del Mediterráneo antiguo la que introdujo la escritura que poco después los lugareños readaptaron para sus propias lenguas. Y lo hicieron con un sistema que duró más de 700 años —en versión tartésica, ibérica y celtibérica—, llegando a convivir con el latín de los romanos, aunque este acabó imponiéndose, sepultando los otros en las brumas de las que hoy los especialistas los siguen intentando rescatar.

Expertos como Zamora, responsable del área de Historia Antigua de la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, que esta semana explicaba su trabajo a este diario durante el IX Congreso Internacional de Estudios Fenicios y Púnicos celebrado en Mérida y clausurado el pasado viernes. Hablaba también del proyecto en el que está inmerso para estudiar todas las inscripciones fenicias en la Península Ibérica y Baleares, estudio que se integra en un gran banco de datos general de toda la epigrafía que produjo aquel gran pueblo errante en todos los puntos del mapa que habitó, es decir, por todo el Mediterráneo.

Estela tartésica procedente de Mesas do Castelinho, Portugal. A. GUERRA

“A diferencia de los griegos y los romanos, casi todo lo que escribían los fenicios se pierde, pues lo hacían sobre soportes perecederos” y vencidos e integrados en la civilización romana (en occidente, tras las guerras púnicas) “no tenían a nadie que copiase sus textos, salvo algún raro pasaje”, explica el especialista, que ha trabajado con inscripciones desde Cádiz a Líbano o Chipre. Así que el resto de lo que se conoce es a través de la epigrafía, unos testimonios que, en todo caso, han sido suficientes para descifrar el alfabeto fenicio, ya en el siglo XVIII, y a partir de ahí también la lengua, aunque no todos sus textos se comprenden bien.

Por eso, para seguir avanzando, es tan importante encontrar más epígrafes, esos escritos que pueden aparecer en materiales duraderos como piedras, cerámicas o metales; entre los que hay piezas monumentales u objetos preciosos, pero también a veces platos o vasos más humildes en los que alguien escribió breves textos (por ejemplo su nombre) o trozos sueltos de esos materiales que se utilizaron en lugar de los papiros o las pieles para hacer apuntes, bien porque estaban más a mano, bien porque eran más baratos.

Imágenes de algunas de las bulas fenicias halladas en el solar del Teatro Cómico de Cádiz.

Sin embargo, en el caso de la Península Ibérica, lo que vino a confirmar la teoría del papiro fueron cinco bulas fenicias (sellos de arcilla para cerrar documentos a modo de lacre) del siglo VIII antes de Cristo halladas por los arqueólogos José María Gener y Juan Miguel Pajuelo en el Teatro Cómico de Cádiz. Probablemente, el propietario de los documentos decidió quemarlos, pero las bulas resistieron al fuego. “Y esto demuestra que existían estos “textos invisibles” fenicios; y explica cómo pudieron los pueblos locales, en contacto con ellos, desarrollar una escritura propia”, explica Zamora.

Desde entonces —todos esos descubrimientos se sucedieron durante la primera década del siglo XXI— está comúnmente aceptado que los fenicios introdujeron la escritura en la Península Ibérica cuando asentaron en ella, hace unos 2.900 años, las colonias que hicieron florecer económicamente, de la mano del comercio, las culturas indígenas.

Con ellos se convirtió Tartesos en una rica civilización extendida por todo el suroeste de Hispania. Un pueblo que, antes de desaparecer abrupta y misteriosamente a mitad del primer milenio antes de Cristo, alumbró la primera escritura autóctona. La representación gráfica que crearon para su lengua estaba hecha claramente a partir del alfabeto fenicio, pero desde el principio con personalidad propia y unos resultados, de nuevo, misteriosos.

No solo porque enseguida la incorporaron principalmente a las expresiones públicas como las lápidas funerarias como un elemento de prestigio, sino porque en lugar de un sistema alfabético como era el fenicio y los que se estaban incorporando en el resto del Mediterráneo (cada letra corresponde más o menos a un sonido o fonema) eligieron uno semisilábico (mezclado con caracteres que representan sílabas de consonante más vocal). "Es una verdadera excepción sin explicación clara, pasa de unos pueblos a otros pese a ser de lenguas muy diferentes: de los tartesios a los iberos, de los iberos a los celtas…”, señala por teléfono el catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza, Francisco Beltrán (izquierda), especialista en lenguas paleohispánicas.

Beltrán se refiere a las distintas escrituras que fueron naciendo de la misma raíz en la Hispania prerromana, desde el tartésico —desaparecido hacia el siglo IV antes de Cristo—, hasta la versión ibérica en la variante meridional (en Andalucía oriental y el sur del País valenciano) y la levantina o nororiental (al norte del País Valenciano hasta el sur de Francia). Y, a partir de la variante levantina, la última transformación se produjo, en torno a mediados del siglo II antes de Cristo, con el idioma celtíbérico en la zona que va desde Burgos a Teruel, abarcando Cuenca, Zaragoza y Soria. “La suya era una escritura tan parecida a la ibérica que, a veces, si no aparece un determinado signo característico, no sabemos si es una u otra”, señala Beltrán.

Inscripción celtibérica en bronce, una tésera de hospitalidad conocida como tésera Froehner, custodiada en el Cabinet des Médailles de Paris. F. BELTRÁN LLORIS

Esto coincide con la llegada del imperio Romano a Hispania. Y paradójicamente, lo que a la larga tendría como consecuencia la desaparición de estas formas de escritura paleohispánica entre mediados del siglo I antes de Cristo y comienzos de nuestra era, en un principio significó una explosión del uso de esas antiguas escrituras. Desde el ámbito privado, se volvió a usar de nuevo en espacios públicos —como monumentos, piedras funerarias o monedas—, y escribían tanto hombres como mujeres. Además, se produjo una extensión geográfica, pues de esa época ya se han encontrado inscripciones lejos de la costa, en el interior de Cataluña, Valencia y en el este de Aragón.

El experto explica que los problemas para entender y rescatar del olvido estas lenguas —que solo se entienden todavía parcialmente— son similares a los del fenicio. Esto es, que la mayor parte de lo que escribieron se ha perdido, pues lo hacían en papiro, tablillas enceradas, pieles, cortezas… “La escritura era común, habitual sobre soportes que no se han conservado. En algunos casos, se han perdido las tablillas, pero conservamos el punzón de bronce con el que se escribía en ellas”, señala Beltrán. Así pues, ante la evidencia de esos textos invisibles, habrá que seguir buscando y revisando epigrafías para avanzar en su conocimiento.

Fuente: elpais.com | 28 de octubre de 2018