Un estudio desvela que los 'Homo sapiens' cazaron especies de la megafauna en la actual Argentina hace 21.000 años.

Martín De Los Reyes (izquierda) y Guillermo Jofré, dos de los investigadores que han participado en el estudio, desentierran el fósil de un pariente extinto del armadillo de la Edad de Hielo conocido como 'Neosclerocalyptus' descubierto a orillas del rio Reconquista, Argentina. (Crédito: Miguel Eduardo Delgado et al.)

La teoría más extendida hasta hace poco tiempo defendía que los primeros humanos que cruzaron el estrecho de Bering y se internaron en América lo hicieron en una migración que tuvo lugar hace unos 16.000 años. Pero, como casi todas las cronologías relacionadas la evolución humana y sus hitos, los nuevos métodos de análisis están desvelando un escenario mucho más complejo.

Los arqueólogos han hallado unas huellas de niños y adolescentes fosilizadas en Nuevo México (Estados Unidos) con una antigüedad de al menos 21.000 años. Según el ADN antiguo, el primer gran viaje del Homo sapiens de Eurasia hacia el continente americano se registró entre hace 26.000 y 19.500 años, durante un episodio extremo de frío conocido como Último Máximo Glacial.

Este puzle tiene además piezas más polémicas y que parece que no encajan. En el centro-oeste de Brasil han salido a la luz tres fragmentos de hueso de un perezoso gigante que habrían sido pulidos como una suerte de ornamentos, según la interpretación de sus descubridoras. Lo sorprendente es que este animal, una de las especies de megafauna que habitaron Sudamérica durante el Pleistoceno, vivió hace entre 27.000 y 25.000. ¿La llegada de los humanos a América se registra en una fecha todavía más temprana? Eso parece confirmar el nuevo hallazgo realizado en el moderno territorio de Argentina y publicado este miércoles en la revista PLOS ONE.

Mapa que muestra la ubicación del sitio investigado. Perfil litoestratigráfico del sitio donde se encontró el ejemplar CRS-10 (en la orillas del río Reconquista, Argentina), incluyendo las fechas radiocarbónicas calibradas obtenidas. Mapa base: sombreado MDE-Ar v2.1 y capas vectoriales 1:250000 del IGN (Instituto Geográfico Nacional, República Argentina).

El paleontólogo Guillermo Jofré, en la excavación donde extrajo los restos fósiles del gliptodonte; fueron hallados de manera fortuita, por operarios que trabajaban en la barranca del Río Reconquista, Merlo, Argentina.

Mariano Del Papa (izquierda), antropólogo de la Universidad Nacional de La Plata y su equipo, han descubierto unos restos fósiles con marcas de corte de un espécimen de Neosclerocalyptus, un género extinto de grandes mamíferos acorazados -emparentado con los armadillos actuales- los cuales vivieron en Sudamérica durante el Pleistoceno. La datación de los huesos, hallados en la orilla del río Reconquista, en el norte de la región pampeana, indica que el animal fue cazado por humanos hace unos 21.000 años.

Los análisis en el laboratorio han documentado marcas de corte en zonas de la pelvis, la cola y la coraza del gliptodonte consistentes con impactos hechos con herramientas de piedra. Estas marcas antrópicas, según los investigadores, muestran que los humanos descuartizaron a su presa con artefactos líticos en busca de las áreas más abundantes de carne. La antigüedad del animal se ha podido precisar bastante —entre hace 21.090 y 20.811 años— gracias a las dataciones por radiocarbono de los huesos y de los sedimentos de la secuencia estratigráfica en la que aparecieron.

Modelo de 'Neosclerocalyptus ornatus'. Museo de La Plata.

El estudio proporciona nuevos elementos para indagar sobre los orígenes del poblamiento humano de Sudámerica y conocer las interacciones de estos individuos con la megafauna presente en esta parte del mundo en el periodo considerado. Según los autores del artículo, este descubrimiento retrasa casi en 6.000 años la presencia del Homo sapiens en esta parte del mundo teniendo en cuenta las cronologías fiables de otros yacimientos, que van de los 15.000 a los 8.000 años de antigüedad.

Para determinar si las marcas de corte eran de origen humano, los investigadores fotografiaron y crearon escaneos en 3D de los huesos del animal. Algunas de las marcas tenían una sección transversal en forma de V, lo que el equipo cree que es muy indicativo de marcas de descuartizamiento con herramientas de piedra. En total, los investigadores contaron 32 marcas de corte en los huesos del animal. Utilizando una variedad de técnicas estadísticas para clasificar y comparar las marcas cuantitativamente, concluyeron que el patrón no podía haber sido aleatorio: los cortes fueron hechos por humanos utilizando herramientas.

Un examen detallado de las marcas de corte en los fósiles reveló que fueron hechas por herramientas de piedra en una secuencia deliberada. (Crédito: Miguel Eduardo Delgado et al.).

Los expertos, analizando las partes del esqueleto del 'Neosclerocalyptus' descubierto. Foto: Conicet.

El equipo descartó otras posibles causas de las marcas, incluidos los carnívoros (cuyas marcas de dientes suelen tener forma de U) y la erosión natural del hueso después de la muerte del animal, ya que había evidencia significativa de que el cuerpo del animal fue enterrado rápidamente después de su muerte, lo que evitó la degradación causada por el clima o los carroñeros.

La ubicación de las marcas de corte en diferentes áreas del cuerpo revela una secuencia de carnicería, concluyeron los investigadores, e implica que los humanos antiguos adquirieron, y presumiblemente comieron, una gran cantidad de carne de los músculos de la pelvis y la cola del armadillo gigante.

La interpretación de un artista de cómo los humanos de la Edad del Hielo pudieron haber masacrado a un gliptodonte hace unos 20.000 años en lo que hoy es Argentina. (Crédito de la imagen: Damián Voglino, Museo de Ciencias Naturales A. Scasso (Colegio Don Bosco), San Nicolás de los Arroyos, Provincia de Buenos Aires, CC-BY 4.0 ).

"Es posible que la gente haya tenido como objetivo a los gliptodontes debido a su tamaño (unos 300 kilos) y los grandes paquetes de músculos que poseen", dijo a Live Science en un correo electrónico el coautor del estudio Miguel Delgado (izquierda), paleoantropólogo de la Universidad Nacional de La Plata en Argentina.

"Este trabajo pone en duda el marco temporal de que el primer poblamiento humano de América se registró hace 16.000 años", destaca Mariano Del Papa. El antropólogo y sus colaboradores señalan que los fósiles del armadillo son otra evidencia más proporcionada por el registro arqueológico que apoya la teoría de un poblamiento mucho más temprano de las Américas y del Cono Sur en particular. "Es decir, la fecha más probable para la primera entrada humana se habría producido hace entre 21.000 y 25.000 años o incluso antes", señala Delgado. Estamos ante un debate que está todavía lejos de resolverse.

Una ilustración de un ejemplar de 'Neosclerocalyptus' que muestra los elementos esqueléticos marcados con cortes en azul claro.(Crédito de la imagen: Del Papa et al., 2024, PLOS ONE, CC-BY 4.0)

Loren Davis (derecha), un arqueólogo de la Universidad Estatal de Oregon, que no participó en el estudio, dijo a Live Science en un correo electrónico que "el enfoque avanzado de los autores en esta investigación es encomiable, pero requiere más estudios, particularmente porque no se encontraron herramientas hechas por humanos en el sitio".

"Es necesario establecer el grado en que las acciones humanas de carnicería son similares y diferentes a la amplitud de los procesos naturales que modifican los huesos para respaldar su afirmación de presencia humana en este sitio hace unos 21.000 años", afirma Davis.

Para la paleoantropóloga Briana Pobiner (izquierda), científica investigadora del Programa de Orígenes Humanos del Museo Nacional Smithsonian de Historia Natural de Washington, "los autores han aportado pruebas convincentes de que hubo seres humanos que descuartizaron un armadillo extinto hace 21.000 años".

"Los autores han hecho un trabajo sólido al demostrar mediante análisis cualitativos y cuantitativos que las marcas de corte en los fósiles de armadillo son muy probablemente hechas por humanos", dice Pobiner, la cual no participó en el estudio.

El antropólogo colombiano Miguel Delgado sostiene un hueso fosilizado de un Gliptodonte con evidencias que sugieren que el animal fue cazado. Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires, Argentina, el 1 de julio de 2024. FOTO: REUTERS.

Los investigadores, en la sala de vertebrados del Museo de Ciencias Naturales de La Plata: Miguel Delgado, arqueólogo (izq); Mariano Del Papa, arqueólogo y antropólogo (centro), y Martín de los Reyes, paleontólogo (der)Pilar Camacho.

Para Delgado, con la aparición de estos resultados, más la aparición de otros sitios con evidencia en América, incluidas huellas humanas “muy bien datadas cronológicamente” y herramientas encontradas en Brasil, se puede empezar a documentar que hubo un poblamiento más temprano. “Con nuestro trabajo, a medida que fuimos haciendo los estudios, ese rompecabezas cada vez va teniendo más sentido”, indicó.

“Este es un debate candente en la actualidad y, con estos datos bien comprobados con las mejores técnicas disponibles, aportamos nuestro granito de arena a un cambio de paradigma sobre el poblamiento de América”, subraya Delgado.

Los investigadores señalaron, no obstante, que son conscientes de "la necesidad de establecer un vínculo más fuerte entre los huesos fósiles hallados con marcas de corte y el registro arqueológico", pero esperan hacerlo pronto.

"Si bien aún no hemos encontrado todavía ninguna herramienta, vale la pena señalar que sólo hemos excavado una pequeña porción del lugar donde se hizo el hallazgo y puede haber más evidencias, tal como herramientas líticas", concluye el paleoantropólogo Delgado.

Fuentes: elespanol.com | livescience, com | lanacion.com.ar | cnnespanol.cnn.com | 17 de julio de 2024

Historia y Arqueología

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