Un estudio desafía el modelo de poblamiento del centro peninsular como un lugar inhabitado por sus condiciones climáticas durante el Paleolítico superior
Excavación en el abrigo de la Malia, Tamajón (Guadalajara). / Javier Trueba-Madrid Scientific Films.Un equipo internacional en el que participa el Instituto de Arqueología de Mérida (IAM), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Junta de Extremadura, además del Laboratorio de Arqueobotánica del Instituto de Ciencias del Patrimonio (INCIPIT-CSIC) revela nuevos datos sobre las condiciones de asentamiento de los humanos modernos de la historia, conocidos como cromañones, en el interior de la península ibérica.
Los resultados de este estudio, que han sido publicados en la revista Science Advances, confirman la capacidad de los primeros pobladores de nuestra especie para colonizar regiones hasta ahora consideradas inhabitables, reabriendo así el debate sobre la dinámica poblacional del Paleolítico superior inicial en el suroeste de Europa. Un claro ejemplo es la península ibérica. Los hallazgos del yacimiento del Abrigo de la Malia (Guadalajara) muestran evidencias de presencia humana que sugieren repetidos asentamientos en el centro peninsular a lo largo del Paleolítico superior.
Localización de yacimientos del Paleolítico Superior temprano. Mapa de la península ibérica que muestra la ubicación del yacimiento Abrigo de la Malia (estrella azul) y un análisis de densidad de núcleos de yacimientos del Paleolítico Superior temprano en el rango temporal de entre 40.000 a 30.000 años BP. Nótese la ausencia total de yacimientos en la mayor parte de el interior ibérico, además de los datos del Abrigo de la Malia.
Uno de los periodos de la prehistoria más relevantes para la ciencia es el momento de transición entre la desaparición de los neandertales y la colonización del territorio por parte de los primeros cromañones. En algunas regiones de Eurasia se ha podido documentar la coexistencia en el tiempo y espacio de estas dos especies de seres humanos. En cambio, en otros lugares, parece que hubo un hiato, es decir, un periodo en el que ningún ser humano ocupó el territorio. Los factores que determinaron ambos escenarios los marcaron la disponibilidad de recursos, condicionada por factores climáticos, o la presencia de barreras geográficas o ecológicas.
“La península ibérica es una región clave en la evolución humana, al encontrarse en el extremo suroccidental del territorio europeo, que funcionó como refugio para las poblaciones paleolíticas. No obstante, su diversidad orográfica y ecológica fue la que probablemente determinó que el poblamiento fuese desigual” señala Antonio Rodríguez-Hidalgo (izquierda), investigador del IAM.
Iberia contiene un rico registro arqueológico en este periodo crucial de la prehistoria y cuenta con numerosos yacimientos correspondientes con los primeros milenios de ocupación de humanos modernos, especialmente en la cornisa cantábrica, pero también con algunos registros en las costas atlántica y mediterránea. Empleaban un tipo de tecnología lítica, encuadrada en el Paleolítico superior, denominado Auriñaciense, que se desarrolló en Europa aproximadamente entre los 40.000 y los 30.000 años de antigüedad.
Evidencias de ocupación humana. Huesos seleccionados con marcas antropogénicas (marcas de corte y fracturas intencionadas) en restos óseos datados directamente de la unidad Auriñaciense LU-V. Izquierda: Falange proximal de bóvido pequeño con marcas de corte. Derecha: Metatarsiano de ciervo con marcas de corte y marcas de percusión. Barras de escala en milímetros.
El centro peninsular
El panorama en el centro peninsular contrasta radicalmente con las regiones costeras ya que, hasta ahora, no se habían recuperado evidencias de presencia humana desde que los neandertales migraran a la costa hace 42.000 años. Los primeros registros del Paleolítico superior que se tenían son de hace 27.000 años, encuadrados en un periodo cronocultural más moderno llamado Gravetiense. Por tanto, se consideraba que durante aproximadamente 15.000 años el centro peninsular fue un lugar inhóspito e inhabitable para las primeras poblaciones de Homo sapiens que utilizaban la cultura Auriñaciense. Este periodo coincide con un momento de una fuerte inestabilidad climática, definida por un enfriamiento paulatino cada vez más acusado. El centro peninsular se caracteriza por poseer dos mesetas, es decir, terrenos planos con una elevada altitud, divididas por las montañas del Sistema Central.
Hasta ahora, se había considerado que las condiciones climáticas de este periodo crítico, unido a la orografía del territorio del interior peninsular, habían supuesto una especie de barrera ecológica para las poblaciones auriñacienses. Durante los últimos años, sin embargo, nuevas prospecciones del terreno y excavaciones en diferentes enclaves del interior peninsular han desafiado esta hipótesis, proponiendo modelos alternativos de colonización del territorio del interior peninsular. Esta búsqueda ha dado sus frutos en el yacimiento de la Malia, un abrigo rocoso localizado en una pequeña localidad de la provincia de Guadalajara llamada Tamajón.
Excavaciones en el Abrigo de la Malia en Tamajón. Ayuntamiento de Tamajón.
El yacimiento del Abrigo de la Malia
El Abrigo de la Malia fue descubierto en 2017 durante una prospección y, desde que comenzaron las excavaciones en 2018, se han recuperado año tras año numerosas evidencias de presencia humana, tales como herramientas líticas o restos de animales con marcas de corte producidos por cuchillos de piedra en dos niveles estratigráficos diferentes. El análisis de los conjuntos líticos del nivel inferior, el más antiguo, y la datación directa de restos óseos con marcas de corte, han proporcionado una edad comprendida entre los 36.000 y los 31.000 años, correspondiente al Auriñaciense. El nivel superior ha arrojado una edad más moderna, comprendida principalmente entre los 27.000 y 25.000 años de antigüedad. Esto sugiere repetidos asentamientos en este territorio a lo largo del Paleolítico superior.
El hallazgo de este yacimiento no sólo ha llenado un vacío en el registro arqueológico de la región, sino que además ha permitido rastrear cómo fueron las condiciones climáticas en ese momento y lugar. Los resultados obtenidos a partir del estudio de los sedimentos, la asociación de microvertebrados, el análisis paleobotánico a través los granos de polen y los carbones y el estudio de los isótopos estables en fósiles de ungulados, coinciden en detectar un cambio en el clima entre las dos unidades.
Artefactos líticos seleccionados del LU-V del Abrigo de la Malia. 1: Núcleo de hojita de lados estrechos (buril carenado) sobre un cristal de cuarzo hialino. 2: Fragmento de hojita de sílex. 3: Fragmento de hoja de sílex. 4: Hojita puntiaguda con dorso de sílex. 5: Fragmento de hoja/hojita de cuarzo hialino. 6: Fragmento de hoja de sílex que muestra alteraciones térmicas. 7: Raspador de punta pequeña sobre un fragmento de lasca de sílex. 8: Hoja de sílex con retoque discontinuo. 9: Núcleo de buril carenado sobre lasca de sílex. 10: Raspador lateral sobre lasca de sílex. 11: Núcleo de hoja semicircular (prismático) bidireccional sobre cuarcita. Dibujo diacrítico del núcleo 1: Fase 1: Se realizan las primeras remociones para preparar la superficie de lasca en un cristal de cuarzo hialino prismático. Fase 2: Preparación de la plataforma notable perpendicular a una cara estrecha. Fase 3: Explotación de la superficie de lasca para producir hojitas. Dibujo diacrítico del núcleo 2: Fase 1: Preparación de la superficie de lasca. Fase 2: Preparación de la plataforma notable. Fase 3: Mantenimiento de la cornisa. Fase 4: Aprovechamiento de la superficie de descascarillado de dos plataformas opuestas utilizadas para producir piezas alargadas, incluidas cuchillas y lascas laminares (sin embargo, las extracciones inferiores probablemente se produjeron para limpiar las bisagras producidas a partir de la plataforma opuesta). Las flechas indican la dirección de las extracciones.
Industria ósea recuperada del abrigo rocoso de Malia. (A) Azagaya de LU-IV realizada sobre asta de ciervo. (B) Azagaya de LU-V realizada sobre hueso . (C) Imagen de microscopía electrónica de barrido (SEM) de la azagaya hecha en la asta. (D) Imagen SEM de la azagaya hecha sobre hueso.
Este cambio viene marcado por una tendencia hacia condiciones más frías y áridas, que produjo que los ambientes fuesen cada vez más abiertos, es decir, con menos bosques, y con menor disponibilidad de agua. Sin embargo, este cambio no parece haber afectado las estrategias de subsistencia de los humanos que ocuparon este abrigo rocoso, ya que se observa el mismo tipo de consumo de presas en ambos niveles.
“Esto se observa también en las estrategias de recolección de leña, que no varían mucho a nivel taxonómico a lo largo del tiempo, aunque sí varían sus porcentajes. Los taxones leñosos identificados de forma recurrente coinciden con los identificados en el análisis palinológico, sugiriendo que la leña se recogía en los alrededores del abrigo rocoso, aportando una información especialmente valiosa para la reconstrucción de las estrategias de subsistencia de estas comunidades”, apunta María Martín Seijo (izquierda), investigadora del INCIPIT.
“Los nuevos datos del Abrigo de la Malia refutan la vieja hipótesis del desierto interior. Pese a las duras condiciones ecológicas, los humanos modernos transitaron y ocuparon el corazón de la península ibérica durante el Paleolítico superior antiguo. La cantidad y calidad de los datos arqueológicos extraídos del Abrigo de la Malia indican que, durante la peor glaciación en milenios, la supuesta 'tierra de nadie' del interior peninsular fue en realidad el territorio de caza de grupos de cultura auriñaciense. Este descubrimiento nos invita a revisar los modelos de dispersión peninsular del Paleolítico superior y la dinámica poblacional de 'Homo sapiens'”, indica Rodríguez-Hidalgo.
En el estudio ha participado un nutrido grupo de científicos de instituciones nacionales e internacionales, liderados por Nohemi Sala y Adrián Pablos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana y la Universidad Complutense de Madrid, respectivamente.
Fuente: csic.es | 27 de junio de 2024
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