El ADN sugiere que los canarios descienden de esclavos romanos del negocio de la púrpura
Imagen aérea del Islote de Lobos. Universidad de La Laguna.En la Roma en la que solo los emperadores, los generales, los senadores y la élite podían vestir de púrpura, medio kilo de lana de ese color costaba tanto como lo que ganaba un panadero al cabo de tres años, así que la búsqueda de los moluscos de los que se extraía ese tinte se extendió hasta uno de los confines del mundo conocido: las Fortunatae Insulae.
¿Puede que la púrpura esté detrás de la primera llegada del hombre a Canarias? ¿Hay que buscar la solución al misterioso origen de los antiguos pobladores de las islas en uno de los negocios más prósperos de la Antigüedad? Esa es una vieja hipótesis, nunca demostrada, que ahora la revista Scientific Reports aborda de frente en un trabajo firmado por Vicente Cabrera Martínez (izquierda), del grupo de Bioquímica, Microbiología y Genética de la Universidad de La Laguna.
En este trabajo científico, Vicente Cabrera revisa todo lo publicado sobre la herencia genética de los antiguos pobladores de Canarias (guanches, canarios, majos, gomeritas, benahoritas y bimbaches, cada isla con su pueblo), porque el linaje materno (el ADN mitocondrial) permite remontarse siglos en el tiempo, de generación en generación, hasta llegar a conclusiones que, a su juicio, permiten plantear que la vieja hipótesis romana puede ser factible.
Rutas putativas seguidas por los portadores autóctonos de los haplotipos del norte y noroeste de África hacia las Islas Canarias.
Interrogantes abiertos
En su primer paso en este viaje en el tiempo a través del ADN, la revisión de las secuencias genéticas conocidas de los antiguos canarios, este investigador ha constatado que el ADN aborigen canario no está emparentado solo con los pueblos del norte de África de aquella época (principios de la era común), sino que también conserva la huella de ancestros mediterráneos, sobre todo ibéricos e itálicos.
En esta historia, emergen dos de los detalles más sorprendentes de los primeros pueblos de Canarias, sobre los que no hay todavía una respuesta aceptada de manera general: 1) no sabían navegar, al menos no hay pruebas de que lo hicieran (más bien hay evidencias de más de mil años de incomunicación entre islas); y 2) no utilizaban armas y herramientas de metal, en unos tiempos en los que el hierro y el bronce eran de conocimiento general en el mundo clásico.
¿Si viajaron necesariamente a Canarias en barco, por qué no siguieron navegando después? ¿Llegaron ellos o 'los trajeron'?. Y en cuanto al metal, es verdad que en las islas no hay minerales para fabricar armas de hierro o bronce, ¿pero por qué no transportaron ningún útil de ese tipo consigo en los primeros años, por qué no aparece en el registro arqueológico una espada en el registro arqueológico una espada, un cuchillo, una hebilla hasta los inicios de la Conquista, ya en los siglos XIV y XV?
Vicente Cabrera subraya que el traslado de todas esas gentes a Canarias no fue improvisado, no fue una huida apresurada, sino algo muy planificado: el registro arqueológico atestigua que llevaron consigo semillas de cereales y frutas (higos) inexistentes hasta entonces en las islas y también ganado, fundamentalmente cabras. Y sobre la ausencia de armas y útiles metálicos, el investigador deduce que el traslado no fue voluntario, sino forzoso y probablemente ejecutado por alguien que recelaba de ellos y no quería verlos armados. La pregunta es casi inmediata: ¿eran esclavos?
Restos de moluscos de los que se extraía la púrpura. Foto: Carmen del Arco.
El negocio de la púrpura
La respuesta que da este trabajo mira a Lobos. En Roma el trabajo en los talleres de púrpura estaba jerarquizado: por un lado estaban las elites propietarias, por otro los artesanos que dominaban la técnica (básicamente procedentes del Mediterráneo) y, en la base de todo, la mano de obra que proporcionaban en abundancia los esclavos.
Este investigador sostiene que Lobos era un taller demasiado pequeño para que sus beneficios costearan el enorme gasto de transportar luego ese tinte a Roma. Por ello, cree que solo era un taller de muchos otros nunca encontrados, la punta del iceberg de una actividad (la recolección manual de los moluscos) que él cree que pudo extenderse al resto de Canarias, también a las islas más alejadas del continente.
"Los artesanos que extraían el tinte fueron reclutados de otros talleres ya existentes en el Mediterráneo", plantea, "mientras que los esclavos, por razones económicas, podrían haber sido capturados o comprados en lugares cercanos al archipiélago, como el puerto marroquí de Mogador". Es decir, en la actual Esauira, en las Islas Púrpuras, llamadas hoy así... por los talleres de púrpura que albergaron en la Antigüedad, desde los tiempos del mismo Juba II.
¿Descienden los canarios de aquellos esclavos del negocio de la púrpura? A este investigador el ADN le dice que pudo ser así. Y que cuando esa industria dejó de ser rentable, "fueron abandonados a su suerte en las islas hasta el 'redescubrimiento' de Canarias".
Fuente: elespanol.com | 27 de mayo de 2024
0 comentarios: