Las devastadoras plagas de la época romana fueron provocadas por olas de frío, según un estudio
(Crédito de la imagen: MattiaATH a través de Shutterstock).Las olas de frío pueden haber dado paso a pandemias devastadoras para los antiguos romanos, las cuales mataron a innumerables personas, según una nueva investigación. El nuevo estudio vincula los períodos de variación climática con las grandes pandemias y encontró que las tres más grandes del período romano ocurrieron durante algunas de las olas de frío más abruptas y profundas registradas.
"En este sentido, podría haber una combinación de razones para explicar esta superposición", dice el colíder del estudio Kyle Harper (izquierda), historiador de la civilización romana en la Universidad de Oklahoma y el Instituto Santa Fe.
"Cuando se altera el sistema climático, ello realmente impacta en los patógenos, los ecosistemas y, sobre todo, en las sociedades humanas", relata Harper a Live Science.
"La investigación se centra en un largo núcleo de sedimentos perforado en el Golfo de Tarento, el amplio golfo bajo la "suela" de la "bota" de Italia. Esta área captura sedimentos arrastrados por el río Po y otros ríos que drenan los Apeninos, esencialmente del corazón del Imperio Romano", indica Harper.
Mapa de Italia y el Mar Adriático que indica los principales sistemas fluviales, corrientes de agua superficiales marinas, posiciones centrales y características geográficas importantes. ISW, aguas superficiales del Jónico; ASW, aguas superficiales del Adriático
La otra colíder del estudio Karin Zonneveld (derecha), paleoceanógrafa de la Universidad de Bremen, en Alemania, analizó múltiples pistas dentro de los núcleos de sedimentos para hacer coincidir las capas de los mismos con años específicos. Los datos clave provinieron del vidrio volcánico depositado en los sedimentos, que químicamente podrían atribuirse a erupciones conocidas.
"Varias de estas erupciones son mundialmente famosas, como la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. que destruyó Pompeya", señala Zonneveld en un correo electrónico.
Las pistas revelaron que los sedimentos abarcan desde el 200 a. C. hasta el 600 d. C., comenzando en la República Romana tardía y registrándose hasta los últimos días del Imperio Romano. "Se obtiene toda la amplitud de lo que consideramos la historia romana antigua, empezando por la posterior República", afirma Harper.
Para reconstruir la temperatura y las precipitaciones, el equipo recurrió a pequeños organismos llamados dinoflagelados conservados en los sedimentos. El ciclo de vida de estos organismos es muy sensible a la temperatura y las precipitaciones. A finales y principios del otoño, los dinoflagelados se transforman a un estado de reposo conocido como quiste que puede conservarse en el registro fósil. Debido a que diferentes especies tienen diferentes preferencias, los científicos pueden contar los tipos de dinoflagelados que prosperaron en un año determinado. En los años más fríos, por ejemplo, abundarán más las especies amantes del frío. En épocas de altas precipitaciones, cuando el agua de los ríos se derrama en el mar llevando nutrientes adicionales, las especies que prefieren condiciones ricas en estos serán más comunes.
Una visión totalmente nueva de uno de los momentos más importantes de nuestra civilización
Kyle Harper nos ofrece una nueva visión de la decadencia y caída del Imperio Romano, que nos descubre el papel determinante que el cambio climático y las enfermedades infecciosas tuvieron en su ruina. Partiendo de la época feliz de Marco Aurelio, el autor nos conduce hasta el momento en que un imperio asediado no pudo resistir el embate conjunto de una «pequeña edad glacial» y de la peste bubónica. Kyle Harper, que combina la erudición histórica con el método científico, nos conduce a una reflexión que enlaza una nueva forma de ver la historia con los problemas del presente. Editorial Crítica.
Los resultados mostraron un período climático estable entre el 200 y el 100 a.C., seguido de una serie de breves pulsos fríos. Entre los años 160 y 180 d.C. hubo un fuerte período frío. Esto coincidió con la peste Antonina, también conocida como plaga de Galeno, una pandemia traída al centro del imperio cuando los ejércitos romanos regresaron de Asia occidental. La enfermedad fue causada por un patógeno desconocido que provocó síntomas como fiebre, diarrea y pústulas en la piel. (Los expertos creen que pudo haber sido viruela o sarampión).
Otro período frío se produjo entre los años 245 y 275 d. C., que nuevamente coincidió con una pandemia, conocida como la peste de Cipriano. Los registros históricos revelan que esta enfermedad provocaba vómitos, diarrea y en ocasiones putrificación de los miembros. Una vez más, los historiadores no saben qué causó la enfermedad, pero especulan que podría haber sido sarampión, viruela o algún tipo de fiebre hemorrágica.
Finalmente, el registro ambiental sugiere otra ola de frío después del año 500 d. C., coincidiendo con la Pequeña Edad del Hielo de la Antigüedad tardía (fue un episodio de enfriamiento del hemsferio norte entre los siglos VI y VII conocido por otros registros climáticos). En el año 541 d. C., el primer brote de peste bubónica azotó el oeste de Eurasia. La plaga de Justiniano, como se la conoce, fue precursora de la peste negra que devastaría Europa en el siglo XIII.
"La correlación entre los momentos en que Europa sufría importantes brotes de enfermedades infecciosas correspondientes a fases de clima frío es realmente sorprendente", dice Zonneveld.
Dibujo esquemático de la relación entre el cambio climático y los factores sociológicos, físicos y biológicos que influyen en los brotes de enfermedades infecciosas.
Hay muchas razones por las que los brotes de enfermedades y el clima pueden estar relacionados, aclara Harper, los cuales van desde cambios ecológicos que podrían hacer más probable el contagio de enfermedades animales a los humanos, hasta cambios en la resiliencia humana. En una sociedad agrícola como la antigua Roma, dijo, los agricultores pueden haber tenido dificultades para producir suficientes cultivos en períodos fríos, lo que llevó a una desnutrición que dejó a las personas más susceptibles a las enfermedades.
"El tema es interesante", afirma Ulf Büntgen (izquierda), profesor de análisis de sistemas ambientales en la Universidad de Cambridge y que no participó en el estudio. "Sin embargo, existen dudas sobre la certeza de la reconstrucción climática", dice a Live Science.
"El siguiente paso para los investigadores es hacer una comparación más profunda de los datos de los núcleos de sedimentos con otros registros climáticos y estudios arqueológicos del área central romana", sugiere Harper.
"Investigar la resiliencia de las sociedades antiguas al cambio climático pasado... podría darnos una mejor comprensión de estas relaciones y de los desafíos inducidos por el cambio climático que enfrentamos hoy", dijo Zonneveld.
La investigación fue publicada el viernes en la revista Science Advances.
Fuente: livescience.com | 27 de enero de 2024
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