La tumba colectiva prehistórica de Caravaca de la Cruz (Murcia) da pistas del reparto de tareas por sexos

Foto: Entierro colectivo de la Edad del Cobre en el Camino del Molino (Caravaca de la Cruz, Murcia), donde un total de ~1300 individuos fueron enterrados entre 2900-2300 a.C. La imagen muestra la última capa de entierro, fechada entre 2500 y 2300 a. C.

El yacimiento de Camino del Molino (Caravaca de la Cruz) -el mayor enterramiento colectivo prehistórico de Europa, descubierto por casualidad en 2007- abre otra ventana al pasado. Nuevos análisis de los restos óseos procedentes de esta gran sepultura han permitido documentar los vestigios más antiguos en la península ibérica del uso de la dentadura como una tercera mano para hilar. Es más, la investigación señala que era una labor desarrollada casi en exclusiva por mujeres. Así, el estudio apunta a una cierta especialización dentro del grupo y a un posible reparto de tareas por sexos.

Las conclusiones aparecen recogidas en un artículo publicado por la revista científica Journal of Archaeological Sciences Reports, una de las de mayor impacto a nivel mundial, y que lleva las firmas de Sonia Díaz-Navarro, de la Universidad de Valladolid; María Haber, de la Universidad de Murcia, y de Rebeca García-González y Nico Cirottob, ambos del grupo de investigación de Atapuerca (Universidad de Burgos).

Hasta ahora se había constatado esta misma actividad en comunidades de la cultura argárica -por ejemplo, en Granada- gracias también al estudio del desgaste dental. Lo que la nueva investigación hace es retroceder todavía más en el tiempo (unos cinco siglos más) para demostrar que en el yacimiento calcolítico del Camino del Molino, hace unos 4.500 años, ya era una práctica artesanal habitual entre las mujeres, y que empezaban a realizar desde la adolescencia. El hilado de fibras con la ayuda de la boca ha perdurado hasta la actualidad en comunidades locales de Egipto y Nigeria.

En declaraciones a LA VERDAD, la antropóloga Díaz-Navarro destaca el papel que juega el análisis de restos óseos como nueva herramienta para escudriñar en la organización, las actividades de género o el grado de complejidad social de unas comunidades sin testimonios escritos de las que rara vez conocemos sus asentamientos. Así que sus investigaciones vienen a arrojar luz sobre unas sociedades del pasado aún envueltas en cierto misterio.

Foto: Detalle de cuchillos de sílex, puntas de flecha, punzones, etc., encontrados en el enterramiento prehistórico del paraje de Los Molinos de Caravaca de la Cruz. EFE.

De hecho, otros resultados del análisis bioarqueológico vendrían a apuntalar esa división sexual del trabajo descubierta en Camino del Molino a partir del desgaste cultural (por el hilado de fibras vegetales) de la dentadura de algunos de sus individuos. Las marcas que dejan tendones y músculos en los huesos por la repetición de determinados movimientos (cambios entésicos) sugieren, según la antropóloga, que ellas realizaban principalmente «actividades bimanuales en posturas de acuclillamiento [probablemente relacionadas con esa labor artesanal], mientras que los varones se desplazaban por terreno escarpado de forma frecuente».

Esa mayor movilidad geográfica de la población masculina de esta comunidad del Calcolítico ha quedado también patente en la medición de los isótopos de estroncio realizada por Courtney Merner, de la Memorial University of Newfoundland, en el marco de la misma investigación. Este elemento químico se incorpora a los seres vivos a través de la cadena alimentaria (la comida, pero sobre todo el agua consumida) y deja un rastro (como una especie de GPS) de los lugares en los que estuvieron. «Los resultados respaldan la trashumancia como una práctica importante dentro del modelo económico de esta comunidad, y que posiblemente fue desempeñada por los hombres», comenta Díaz-Navarro.

1.349 individuos

El enterramiento de Camino del Molino, descubierto durante unas obras de construcción, albergaba 1.349 individuos de todas las edades, y se adscribe a la Edad del Cobre (III milenio antes de Cristo). La sepultura podría estar vinculada al asentamiento calcolítico de Molinos de Papel, a unos 400 metros de distancia. Para la investigación se seleccionó a ocho individuos que presentaban un desgaste dental atípico.

A partir de ahí, el análisis microscópico reveló una serie de muescas, surcos y astillas que los expertos a cargo de estudio explican de la siguiente forma: «Toda la evidencia parece apuntar a que ciertos pobladores sujetaban algún objeto [agujas o punzones] que provocaba el desprendimiento del esmalte en la superficie labial de los dientes anteriores, mientras utilizaban la superficie interproximal y oclusal de los incisivos para arrastrar repetidamente algún tipo de fibra vegetal».

Imagen: Recreación de dos mujeres hilando en el III milenio a. C. MANUEL ROJO GUERRA.

El enterramiento colectivo fue excavado en 2008 bajo la dirección de Joaquín Lomba, Mariano López y Francisco Ramos. La antropóloga Díaz-Navarro centró su tesis doctoral, dirigida por María Haber y Manuel Rojo Guerra, en la caracterización de esta comunidad calcolítica mediterránea.

Ese trabajo científico ya arrojó una primera radiografía de aquellos lejanos pobladores, como su baja estatura o los problemas de anemia, caries y artrosis que sufrieron. La experta quiere poner ahora la lupa en la población infantil, ya que «estamos ante uno de las muestras más amplias de individuos inmaduros conservados».

Fuente: laverdad.es | 26 de junio de 2023

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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