Asfixiados y sepultados por la ceniza: identifican otra tragedia de Pompeya con una novedosa técnica

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Los arqueólogos Gianni Gallello y Llorenç Alapon analizando uno de los calcos de Pompeya. Alapont et al., CC-BY 4.0.

Pompeya, año 79 d.C. Ya es 25 de octubre, han pasado unas veinte horas desde que el Vesubio entrase en erupción. La lluvia de cenizas y de lapilli parece haber remitido. Media docena de individuos, hombres y mujeres de entre 25 y 50 años, deciden salir de su refugio y buscar una vía de escape de la ciudad romana. El paisaje que ven resulta estremecedor: cientos de personas sepultadas por varios metros de materiales volcánicos y edificios derruidos. Muchos de los cuerpos de las víctimas se han quedado en un escorzo que recuerda a la posición defensiva de un boxeador, con los codos y rodillas flexionadas y los puños cerrados: sus músculos y tejidos se han deshidratado y contraído por las altísimas temperaturas. No lo saben, pero en la población vecina de Herculano, más próxima al volcán, el calor es tan extremo que los cuerpos se han evaporado.

A la altura de la Porta Nola, al norte de Pompeya, quizá pensando que ya lo peor había pasado, y ayudándose de ramas convertidas en improvisados bastones para caminar sobre el suelo ardiente, les alcanza un nuevo flujo piroclástico que dura varios minutos. Si bien la temperatura de la mezcla de los gases y las cenizas no es muy alta, el aire resulta irrespirable y los fugitivos romanos empiezan a caer al suelo, asfixiados. Tratan de cubrirse con sus ropas de los materiales volcánicos que siguen cayendo, pero agonizan hasta el último aliento, hasta quedar cubiertos por varios metros de ceniza.

La escena final y dramática de estos seis individuos salió a luz todavía hace unos años. Los arqueólogos lograron documentar sus cuerpos entre 2015 y 2017 gracias a la técnica de los calcos, un método inventado por el arqueólogo Giuseppe Fiorelli en la segunda mitad siglo XIX que consiste en llenar con yeso los huecos que dejó la materia orgánica al descomponerse bajo la ceniza compacta. Ahora, un estudio de estas víctimas del Vesubio, y de una más hallada en las termas suburbanas, en el otro extremo de la ciudad, ha logrado determinar la causa de sus muertes gracias a un nuevo método.

Un equipo internacional de investigadores liderado por Llorenç Alapont, de la Universidad de Valencia, ha realizado el primer análisis químico no invasivo de los calcos gracias a una pistola de fluorescencia de rayos X. El objetivo consistía en determinar el proceso posterior a la deposición de la ceniza sobre los cuerpos y cómo el yeso ha alterado la conservación de los huesos. "Los perfiles químicos definidos aportan datos importantes que, cruzados con los resultados antropológicos y estratigráficos, son de gran ayuda en la reconstrucción de los eventos perimortem y postmortem relacionados con la historia de estos individuos", escriben en el estudio, publicado este miércoles en la revista científica PLOS ONE.

(a) Posición original de algunos de los modelos de Porta Nola estudiados (#57, #62, #58, #54, #55). (b) Mapa de Pompeya. (c) Detalle del área de descubrimiento de moldes (I: Entierros de pretorianos; II: Masonerías modernas; III: Tumba de Obellius Firmus; IV: Porta Nola; V: Leakpan; VI: Tumba de Esquilia Polla; VII: Tumba anónima).

Hasta ahora muchos estudios sobre la causa de muerte de personas sepultadas por el Vesubio no habían sido concluyentes. Tras comparar los restos de estos siete sujetos con otras colecciones de huesos cremados —una necrópolis de la misma área de Pompeya y otra de Roma— y enterrados —11 fragmentos óseos procedentes del cementerio islámico de Colata, en Montaverner, Valencia—, los científicos concluyen que las altas temperaturas y el uso de yeso como consolidante han afectado significativamente a la composición química de algunos de los huesos recuperados entre los calcos.

"Las víctimas de Porta Nola no muestran la posición de un boxeador y no están realizando ninguna acción o movimiento, a pesar de sus intentos de escapar. Todas parecen estar acostadas bocarriba, bocabajo o de lado, en posición relajada; algunas cubriéndose con prendas", explican los investigadores. "Esta posición sugiere que la ceniza y los gases volcánicos causaron la muerte de los individuos exhaustos y asfixiados de Porta Nola".

Imagen de una de las víctimas del Vesubio en Pompeya, según la técnica de los calcos de yeso. Parque Arqueológico de Pompeya.

Según sus análisis, el proceso habría sido tal que así: primero, los individuos sufrieron asfixia y fallecieron por las finas cenizas que caían sobre ellos mientras yacían en el suelo tratando de protegerse con lo que podían. Una instantánea llena de información —la posición de los cadáveres, los objetos circundantes, etc.— que permite reconstruir la técnica de los calcos de yeso. A continuación, los cuerpos fueron cubiertos por más materiales volcánicos. Sepultados por las capas de ceniza muy caliente (más de 250º C), los restos humanos sufrieron un "efecto horno", descomponiéndose y moldeando los famosos vacíos que siglos más tardes serían rellenados de yeso por los arqueólogos.

"Los resultados obtenidos son claramente útiles en la reconstrucción de los eventos perimortem y postmortem relacionados con la historia de estos individuos y tal vez este estudio pueda arrojar luz sobre las posibles causas de muerte durante la erupción del volcán y crear los requisitos previos para que se establezca un protocolo aplicado a los moldes de Pompeya y a otras áreas afectadas por el Vesubio", resumen los investigadores.

Fuente: elespanol.com | 23 de agosto de 2023

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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