La cueva de El Sidrón desvela nuevas claves sobre los neandertales

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El paleontólogo Antonio Rosas, en las instalaciones del CSIC en Madrid, donde se conservan los fósiles de El Sidrón. Iñaki Martínez

El paleoantropólogo del CSIC, Antonio Rosas, acaba de llegar de África, donde su equipo investiga las primeras poblaciones de Homo sapiens, y lima detalles a un par de publicaciones que pronto verán la luz en la revista Journal of Historic Evolution.

La renovación del convenio de colaboración entre Ayuntamiento, Principado, Universidad de Oviedo y CSIC permite a los científicos seguir trabajando sobre los fósiles, que no dejan de aportar información. «Fue una gran noticia para nosotros, porque a estos restos se les sigue sacando rendimiento científico. Seguimos trabajando sin descanso, estamos en los cuarteles de invierno, preparando próximas publicaciones», detalla.

Una de ellas es relativa a la cadera, al coxal, y otra sobre el atlas, la primera vértebra, la que marca la frontera entre el cuerpo y la cabeza. Porque ahí radica en estos momentos una de las líneas de investigación. «Una de las conclusiones que emanan de esos estudios es que la cabeza neandertal es muy evolucionada, con un cerebro muy grande, una configuración de la cara muy peculiar y una dentición con características muy marcadas. Sin embargo, su cuerpo, en términos generales, mantiene una configuración primitiva, similar a la de 'Homo erectus'», explica Rosas.

No quiere decir esto que no haya evolución el cuerpo, pero sí que la diferencia es notable. «Hay cambios como el acortamiento de las tibias, pero generalizando, el cuerpo cambia muy poco, mantiene una estructura primitiva, y es la cabeza la que manifiesta un cambio evolutivo mayor. Unas conclusiones que nos permiten entender cómo funcionan los mecanismos evolutivos. No todo cambia a la vez, y no todo cambia a la vez en los distintos linajes», explica.

Reconstrucción del molde endocraneal de uno de los neandertales jóvenes, de 7 años de edad, recuperado en Piloña. MNCN-CSIC.

En los restos de la cueva de El Sidrón, ahonda, «en términos generales, el esqueleto ratifica este modelo y además nos dice otra cosa, que en algunos detalles los restos de El Sidrón parecen más primitivos que otros de su misma cronología. Para la datación que valoramos, parecen un poquito primitivos. En el terreno de la hipótesis, puede ser que hubiese una población aislada que no haya seguido los cauces evolutivos de otras poblaciones cercanas», se aventura a decir ante las primeras evidencias. En cualquier caso, «los cambios evolutivos están concentrados en la cabeza y en detalles puntuales del cuerpo», confirma. Curiosamente, los humanos modernos no hemos seguido ese patrón. «En el caso del 'Homo sapiens', el esqueleto postcraneal cambia mucho más que en los neandertales», aclara.

No es la única línea de investigación. «Otro aspecto muy interesante es el estudio de la filogeografía del neandertal, la historia evolutiva de la especie y cómo se desarrolla en el espacio». Y es que hay enormes avances en muchos campos y ahora hay que ponerlos en común. «La península ibérica es el extremo más occidental de Eurasia, somos la periferia. Pero, simultáneamente, la documentación más antigua sobre neandertales está en España. El papel que hemos jugado en la evolución del linaje neandertal es muy relevante, y El Sidrón tiene mucho que decir ahí», cuenta el investigador. Porque estos restos son una referencia mundial, un patrón comparativo con los nuevos restos que van apareciendo.

«Se están descubriendo nuevas colecciones de neandertales en Iberia, y ahora estamos en el debate de conjugar la información que viene de la morfología con la de la paleogenómica. Esto es, la forma, el aspecto, que es lo que se estudió siempre, y la genética de cada población. Gracias a El Sidrón, tenemos grandes avances en la información genética». Así que uno de los objetivos inmediatos, ya están en ello, es «recopilar una gran base de datos, incluyendo todos los fósiles y sus características morfológicas que aportan todos los yacimientos. Los hallazgos en Portugal, en Castellón, en Levante en general, en el País Vasco, en Córdoba... podrán compararse con los de El Sidrón en busca de similitudes y diferencias».

Este tipo de estudios tienen consecuencias. Por ejemplo, «se está haciendo una relectura de los fósiles de Gibraltar a la luz de los datos genéticos, porque discrepan con la teoría aceptada», apunta Rosas. Y todo ello les permite dar un paso adelante en el estudio de la especie. «Donde antes hablábamos de neandertales en sentido amplio, ahora somos capaces de matizar y hablar de diferentes poblaciones de neandertales, con distintas características», avanza.

Así, se están estudiando los reemplazamientos de poblaciones que se observan en distintos lugares. «La Galería de las Estatuas de Atapuerca, por ejemplo, evidencia un reemplazo hace 100.000 años. Unos neandertales vienen de otro lado y sustituyen a los que estaban». Y eso depara, todavía, más preguntas que respuestas. «Los neandertales de El Sidrón, ¿a qué población pertenecen? ¿Es un reducto acantonado en el Sueve o son de los nuevos?». Los datos genéticos dicen que son de los nuevos, pero la morfología, como apuntábamos antes, dice que son de los antiguos, que son más primitivos que sus coetáneos. «Es un enigma que tenemos que resolver antes de sacar una conclusión, nos cuenta el científico.

«En el contexto europeo, en el Cáucaso y en el Extremo Oriente también se ven estas mismas circunstancias de reemplazo de poblaciones, y éxodos que producen reemplazamientos. En Polonia hemos detectado un núcleo de expansión de poblaciones, por ejemplo». En definitiva, «en estos momentos se está dibujando el mapa completo de las diferentes poblaciones neandertales». Y El Sidrón, la cueva de Piloña y sus trece habitantes, son una pieza clave del rompecabezas», concluye.

Fuente: elcomercio.es | 24 de julio de 2023

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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