Colgantes hechos de restos óseos de perezosos gigantes sugieren una llegada más temprana de seres humanos a las Américas

Esta imagen muestra artefactos hechos de material óseo de un perezoso gigante descubiertos en un refugio rocoso de Brasil. Fueron recuperados de capas arqueológicas que datan de hace 27.000 a 25.000 años, lo que sugiere que los humanos vivieron en América del Sur al mismo tiempo que estos animales extintos, y es, por tanto, una evidencia que refuerza la tesis de que hubo individuos que llegaron al continente americano antes de lo que se pensaba. Crédito: Thais Rabito Pansani vía AP.

Una nueva investigación sugiere que los seres humanos vivieron en América del Sur al mismo tiempo que los perezosos gigantes ahora extintos, lo que refuerza la evidencia de que hubo individuos que llegaron a las Américas antes de lo que se pensaba.

Un equipo de científicos ha analizado colgantes triangulares, y en forma de lágrima, hechos de material óseo de los perezosos gigantes. En su estudio han llegado a la conclusión de que las formas talladas y pulidas, así como los agujeros taladrados en los mismos, eran obra de una artesanía deliberada.

La datación de los adornos y sedimentos de un yacimiento situado en Brasil, donde se encontraron, apunta a una antigüedad de hace entre 27.000 a 25.000 años, según informan los investigadores en la revista británica Proceedings of the Royal Society B. Eso supone varios miles de años antes de lo que algunas teorías anteriores sugieren sobre la llegada de los primeros individuos a las Américas, después de emigrar de África y luego moverse a través de Eurasia.

Osteodermo de perezoso gigante modificado antrópicamente. En todas las figuras: las flechas amarillas apuntan a los haces de fibras expuestos por un pulido intenso e intencional o al uso extensivo, las flechas rojas a conjuntos de probables roedores, las flechas azules a marcas de raspado, la flecha blanca a la deformación de la pared de la perforación probablemente debido al uso. desgaste, y flecha morada a la pared bien delimitada de la perforación deliberada quebrada.

"Ahora tenemos buenas evidencias, junto con otros hallazgos en enclaves de América del Sur y del Norte, que nos obligan repensar nuestras ideas sobre la migración de humanos a las Américas", dijo Mirian Liza Alves Forancelli Pacheco (izquierda), coautora del estudio de investigación y arqueóloga de la Universidad Federal de Sao Carlos en Brasil.

En la última década, otra investigación ha desafiado la sabiduría convencional de que las personas no llegaron a las Américas hasta unos pocos miles de años antes de que el aumento del nivel del mar cubriera el puente terrestre de Bering entre Rusia y Alaska, quizás hace unos 15.000 años.

Los adornos fueron descubiertos hace unos 30 años en un refugio rocoso llamado Santa Elina en el centro de Brasil, pero el nuevo estudio realizado sobre ellos es el primero en analizarlos extensamente y descartar la posibilidad de que los humanos los hayan encontrado y tallado miles de años después de que los animales referidos se extinguieran.

Ilustración en la que se muestra a una persona tallando un osteodermo de un perezoso gigante en Brasil hace entre unos 27.000 y 25.000 años. Crédito: Júlia d'Oliveira vía AP.

El equipo de investigadores procedentes de Brasil, Francia y Estados Unidos, dijo que su análisis muestra que el trabajo manual realizado sobre los restos óseos se llevó a cabo entre unos días y unos años después de que los animales murieran y antes de que los mismos se fosilizaran. Los investigadores también descartaron la abrasión natural y otras causas (mordeduras de otros animales, por ejemplo) que podrían explicar las formas y agujeros que ostentan.

"Creemos que eran objetos personales, posiblemente para adorno personal", dice la coautora y paleontóloga de la Universidad Federal de Sao Carlos, Brasil, Thais Rabito Pansani (derecha).

Habiendo sido una de las criaturas más grandes de América del Sur, los perezosos terrestres gigantes medían de 3 a 4 metros de largo y generalmente caminaban sobre sus cuatro patas, al tiempo que usaban sus afiladas garras para cavar madrigueras. Pesaban más de 450 kg y su cuerpo incluía estructuras óseas debajo de su pelaje, algo similar a las placas óseas de los armadillos modernos.

América del Norte y América del Sur fueron los últimos continentes en ser habitados por humanos modernos, pero exactamente cuándo comenzó tal hecho es un tema que ha dividido a los arqueólogos. Muchos expertos se muestran escépticos de que los humanos ocuparan las Américas antes de hace 16.000 años, anota el estudio.

Osteodermo de perezoso gigante modificado antrópicamente. (a,b) Imágenes macroscópicas de fotoluminiscencia de campo completo. Observe la curvatura artificial y los bordes retocados que muestran la forma intencional del hueso, lados 1 y 2 respectivamente.

Hace dos años, otro equipo de investigadores informó que las huellas humanas fosilizadas encontradas cerca de White Sands, Nuevo México, datan de hace entre 23.000 y 21.000 años, aunque algunos investigadores cuestionan estas fechas. Otra evidencia de México sugiere presencia humana hace unos 30.000 años, y los hallazgos de Uruguay pueden sugerir ocupación humana hace tanto como 30.000 años.

Jennifer Raff (izquierda), genetista antropológica de la Universidad de Kansas, y que no participó en el estudio, dijo que el nuevo artículo publicado constituye "una adición importante al debate sobre el poblamiento de las Américas, pero que, como cualquier otro hallazgo sobre el tema, también puede generar rechazo".

A este respecto, Briana Pobiner (derecha), coautora y paleoantropóloga del Museo Nacional de Historia Natural de la Institución Smithsonian, en Washington, dijo: "Aún así, las evidencias que proporcionan múltiples sitios obligan a los científicos a reconsiderar las viejas suposiciones de que hubo individuos que llegaron solo en una gran oleada de migración a través del puente terrestre de Bering".

"Es posible que algunos se hayan extinguido, pero es también muy probable que pudiera haber habido individuos que vinieron a las Américas en distintas oleadas", concluye Briana Pobiner.

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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