Los huesos más antiguos de Puerto Rico desvelan una cultura más compleja con rituales funerarios

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Vista de la Bahía de Boquerón, Cabo Rojo, Puerto Rico, con el sitio de Ortiz en la distancia. Crédito: William J. Maja, CC-BY 4.0

Los primeros pobladores de Puerto Rico llegaron a la isla no más tarde de mediados del III milenio a.C. Los investigadores consideran que los grupos humanos que colonizaron el Caribe insular lo hicieron en una o dos migraciones, pero existe muy poca información sobre la vida y las costumbres de esos individuos. Apenas se ha descubierto una veintena de enterramientos de la era arcaica, que finalizó en torno a 500 a.C., unos dos mil años antes de que Cristóbal Colón desembarcase durante su segundo viaje al Nuevo Mundo en un lugar al que brindó un seductor nombre por la impresionante cantidad de oro que se encontraba en sus ríos.

Las necrópolis y los restos humanos más antiguos de Puerto Rico se descubrieron en 1993 en el yacimiento de Ortiz, situado en el barrio Boquerón de Cabo Rojo, al suroeste de la isla. Además de abundantes restos de invertebrados marinos, de fauna y artefactos líticos, los arqueólogos sacaron a la luz los esqueletos bastante mal conservados de cinco individuos, todos adultos, de los que al menos uno era una mujer. Ahora, los análisis de los cuerpos realizados por investigadores de las universidades de Miami y Washington D.C. han proporcionado datos relevantes sobre las prácticas funerarias, la dieta e incluso la organización social de esos primeros grupos.

Ubicación del sitio de Ortiz. Mapa inserto de Puerto Rico con el área de la figura principal indicada por un recuadro rojo. Imágenes satelitales de LANDSAT GLS, mapa insertado dibujado por Jill Seagard.

Los resultados del estudio bioarqueológico, publicados este martes en la revista PLOS ONE, no solo confirman la antigüedad de los primeros pobladores de Puerto Rico hallados hasta el momento —las dataciones de radiocarbono arrojan un arco cronológico que va desde 1180 hasta 800 a.C.; es decir, el espacio funerario estuvo en uso durante cerca de un milenio—. También presentan indicios de un modo de vida que pone en jaque la imagen que hasta ahora se había generado de los "arcaicos", enmarcándolos en un contexto social y cultural más complejo de lo imaginado.

"La persistencia del sitio y el mantenimiento a largo plazo de las prácticas culturales (funerarias) desafía aún más las caracterizaciones arraigadas de los primeros habitantes de la isla como recolectores itinerantes de alimentos en constante movimiento en busca de las necesidades de la vida", escriben en sus conclusiones los investigadores, liderados por el antropólogo William J. Pestle (izquierda).

Los cinco individuos fueron hallados en muy mal estado debido al ambiente tropical —solo se ha conservado aproximadamente el 20% de los restos óseos de los esqueletos—. Se les enterró poco después de su muerte y en tumbas aledañas cavadas directamente en la tierra, acostados bocarriba, con la cabeza en cuatro de los casos dirigida hacia el oeste y con los brazos pegados al cuerpo y las manos sobre la pelvis.

Estos enterramientos coinciden con los patrones documentados en otros yacimientos antiguos de Puerto Rico, como el de Maruca, ubicado en la ciudad de Ponce, en el centro-sur de la isla, y donde se descubrieron 11 sepulturas humanas. En ambos sitios también se han encontrado pruebas de una interacción postmortem con los fallecidos a través del fuego. Todas estas evidencias hablan de prácticas funerarias estandarizadas durante muchos siglos.

Los análisis de isótopos de estroncio realizados como parte del estudio también han desvelado que al menos cuatro de los individuos de Ortiz nacieron o crecieron en asentamientos situados a unas pocas de decenas de kilómetros.

Fotografía tomada en 1993 tras el hallazgo de las cinco tumbas de Ortiz.

"Parece que el yacimiento sirvió como espacio funerario común para gente de diferentes comunidades locales que fueron inhumadas en el mismo escenario debido a alguna fuerza cultural centrípeta que dictó su enterramiento en ese lugar compartido", señalan los investigadores.

Según la interpretación de los autores del estudio, la necrópolis de Ortiz podría evidenciar dos cuestiones: la existencia de grupos con una misma identidad haciendo reivindicaciones territoriales a través del uso de espacios y prácticas funerarias comunes, y que estas comunidades desarrollaron un grado limitado de movilidad, encontrando todos los recursos económicos necesarios para su subsistencia en los alrededores de la bahía de Boquerón. La nueva historia de los primeros habitantes de Puerto Rico.

Fuente: elespanol.com | 25 de abril de 2023

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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