Interior de la cueva de Es Càrritx. ASOME-UAB
Entre 1100 y 800 a. C., se realizó in situ un singular tratamiento postmortem con el pelo de los fallecidos. Una vez depositados los cuerpos, se les cortaban mechones de pelo que luego se teñían de rojo y se introducían en unos pequeños tubos sellados con cuerdas que en algunas ocasiones fueron decorados con círculos concéntricos perfectos. Estos recipientes, por último, se dejaban, al lado de los cadáveres.
Pero el conjunto de objetos descrito más arriba se enterró mucho más al fondo de la cavidad. Allí se escondió, en recipientes de madera y en otros hechos con huesos de animales, el pelo de ciertos individuos que recibieron un tratamiento funerario diferente por algún motivo. No formaron parte de la necrópolis comunitaria. Los análisis de este material orgánico que normalmente no se conserva en contextos prehistóricos —el ADN, sin embargo, no ha permitido determinar el sexo de las muestras—, han desvelado la presencia de alcaloides, compuestos orgánicos nitrogenados producidos casi exclusivamente por vegetales. Los investigadores creen que el consumo de estas plantas/drogas fue efectuado por individuos con un conocimiento especializado como podrían ser los chamanes.
Vista de la entrada de Es Càrritx (arriba a la izquierda); el depósito de la Cámara 5 con los tubos que contienen el cabello humano colocados en el centro (arriba a la derecha, cortesía del Consell Insular de Menorca).
Recipiente trilobulado de la Cámara 5 que alberga las hebras de cabello analizadas (dibujo de R. Álvarez; foto P. Witte).
Los autores del estudio han empleado cromatografía líquida y espectrometría de masas de alta resolución para evaluar la presencia de alcaloides como atropina, escopolamina y efedrina. Las dos primeras se encuentran de forma natural en la familia de las plantas solanáceas y pueden inducir delirio, alucinaciones y alteración de la percepción sensorial. La otra es un estimulante derivado de ciertas especies de arbustos y pinos que puede aumentar la excitación, el estado de alerta y la actividad física. Los resultados en el laboratorio han revelado la presencia de los tres alcaloides en tres muestras de cabello analizadas.
El rastro de estos compuestos, que circulan a través del sistema sanguíneo y se incorporan a la matriz capilar, se puede identificar en la raíz de un cabello. Según explican los investigadores, la presencia de alcaloides seguramente sea el resultado de consumir, de forma prolongada y bastante tiempo antes de morir, algunas plantas de solanáceas, como la mandrágora (Mandragora autumnalis), el beleño blanco (Hyoscyamus albus) o la manzana espinosa (Datura stramonium) y el pino común (Ephedra fragilis).
Mechones de cabello humano depositados en el contenedor trilobulado, y algunos huesos de microfauna adheridos a los mechones (Foto P. Witte).
Pruebas directas, una rareza
Los autores sugieren que estas plantas medicinales pudieron ser ingeridas en ceremonias conducidas por un chamán. Existen evidencias de que en la cercana cueva de Es Mussol se celebraron rituales de este estilo a finales del II milenio a. C.: dos tallas de madera descubiertas en el sitio describen la cabeza de un hombre y una figura zooantropomorfa con lo que parecen astas de ciervo: los investigadores se preguntan si podría ser un precedente del dios celta Cernunnos.
Hasta el estudio de estos mechones, el consumo de drogas vegetales en época prehistórica se ha reducido a evidencias indirectas en el registro arqueológico, como ciertos recipientes relacionados con su preparación, a restos botánicos y a testimonios gráficos. Por ejemplo, alcaloides del opio se habían detectado en cuencos de la Edad del Bronce del Mediterráneo oriental y de Iberia, donde el arco cronológico de su consumo se ha ampliado desde el Calcolítico hasta la Edad de Hierro. Compuestos alucinógenos también han sido documentados químicamente la América prehispana; mientras que en China se han hallado braseros de madera con elementos psicoactivos como el cannabis.
Peine de madera hallado en el conjunto de artefactos de la llamada sala 5 de la cueva. Peter Witte ASOME-UAB.
"Los resultados presentados en este trabajo indican que varias plantas que contienen alcaloides fueron consumidas por las gentes de la Edad del Bronce de Menorca", escriben los investigadores en sus conclusiones. Interpretan, asimismo, que los círculos concéntricos de los recipientes de madera podrían ser ojos y, en última instancia, una metáfora de la visión interior relacionada con un estado de alteración de la conciencia inducido por las drogas.
"Es interesante que las sustancias psicoactivas detectadas no encajan con tratamientos para aliviar el dolor de condiciones paleopatológicas severas identificadas en la población enterrada la cueva de Es Càrritx", cierran los científicos. "Considerando la toxicidad potencial de los alcaloides encontrados en el pelo, su manejo, su uso y su aplicación representan un conocimiento altamente especializado, típico de los chamanes, que eran capaces de controlar los efectos secundarios de las drogas vegetales a través de un éxtasis que hacía posible el diagnóstico o la adivinación".
Un tazón y una cuchara de madera halladas junto al pelo de los supuestos chamanes. Peter Witte ASOME-UAB.
Fuente: elespanol.com | 6 de abril de 2023
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