Hace 90.000 años los neandertales cocinaban y comían bueyes de mar en la Gruta da Figueira Brava (Portugal)

Una vista tomada desde el interior de la Gruta da Figueira Brava (Portugal). MARIANA NABAIS /IPHES-CERCA.

Los neandertales que ocupaban el yacimiento de Gruta da Figueira Brava (Portugal) hace 90.000 años marisqueaban grandes cantidades de bueyes de mar, los cocinaban al fuego y los comían. Así lo demuestran restos encontrados en la cueva tras unos trabajos arqueológicos liderados por Mariana Nabais, investigadora en el IPHES-CERCA.

Este estudio, publicado en Frontiers in Environmental Archaeology, demuestra que los neandertales explotaban los recursos marinos de forma intensiva, algo que hasta hace poco se consideraba una práctica exclusiva de los humanos anatómicamente modernos.

Preferencia por el buey de mar

Los resultados de la investigación demuestran que el consumo habitual de recursos marinos había jugado un papel importante en el desarrollo cognitivo en los neandertales. "Las acumulaciones de restos de alimentos marinos en la secuencia estratigráfica de la Gruta de Figueira Brava, que abarca unos veinte milenios, son iguales a las observadas en los yacimientos de conchas del periodo Holoceno en la región, los cuales se encuentran entre los mayores de Europa", explica Nabais (izquierda).

Los restos de marisco documentados en la Gruta da Figueira Brava son muy diversos y corresponden a diferentes especies. Sin embargo, hay una que sobresale por encima del resto: el buey de mar (Cancer pagurus). Del conjunto de restos representados existen fragmentos de caparazones de estos animales y, sobre todo, de las pinzas, que son las partes más duras del animal y más fáciles de conservar a lo largo del tiempo.

En su trabajo, Nebais ha calculado el tamaño de estos ejemplares a partir de la relación entre el caparazón y las pinzas. Se trata de ejemplares adultos con una talla grande, de aproximadamente 16 centímetros. Se ha estimado que este tipo de cangrejos podían proporcionar hasta 200 gramos de carne.

Gruta da Figueira Brava. (A) Ubicación del sitio. (B) Plano de las cavidades (las elevaciones están en m sobre el nivel del mar). (C) Las tres entradas de la cueva vistas desde el mar. (D) Perfil estratigráfico del Área F.

Cocinados ante de comerlos

El 8% de los caparazones encontrados indican que los cangrejos estuvieron expuestos a un calor intenso, concretamente al fuego. Los restos quemados presentan una coloración ennegrecida en su superficie, lo que demuestra que se cocinaron a unos 300-500 grados.

Esto se traduce en que los neandertales no solo se limitaban a marisquear bueyes de mar, sino que los llevaban a la cueva para cocinarlos. Posteriormente, se golpeaba su caparazón para acceder a su carne, de ahí las roturas en las carcasas.

Nabais considera que es probable que los neandertales los hubieran marisqueado aprovechando las piscinas naturales que se forman durante la marea baja en verano. "Al final del último interglaciar, los neandertales cosechaban regularmente grandes cangrejos marrones. Los llevaban a las piscinas de la costa rocosa cercana, eligiendo los ejemplares adultos. Luego eran llevados enteros a la cueva, donde se asaban a la brasa y seguidamente se comían", apunta la principal autora del estudio.

(Arriba a la izquierda) Ancho del caparazón de Cancer pagurus (mm); la línea de regresión revela la relación biométrica entre el tamaño del propodio derecho y el tamaño del caparazón. (Abajo a la izquierda) Distribución de las estimaciones del ancho del caparazón para los cangrejos marrones MIS 5 de Gruta da Figueira Brava. (Arriba a la derecha) Medidas de Propodus. (Abajo a la derecha) Medida de ancho.

El consumo de presas pequeñas

El consumo de presas de pequeño tamaño por parte de los homínidos es un tema controvertido por parte de la comunidad científica. Hay un modelo que considera que este tipo de presas era inviable para los neandertales porque proporcionan poca cantidad de carne y, por tanto, de energía.

"Junto con la evidencia asociada del consumo a gran escala de mejillones, almejas y una variedad de peces, nuestros datos falsifican la idea de que los alimentos marinos tuvieron un papel importante en la aparición de habilidades cognitivas supuestamente superiores entre las primeras poblaciones humanas modernas del África subsahariana", explica Nabais.

"La noción de los neandertales como carnívoros de alto nivel que vivían de grandes herbívoros de la estepa-tundra es extremadamente sesgada -concluye Nabais-. Tales puntos de vista pueden aplicarse hasta cierto punto a las poblaciones neandertales del cinturón periglacial de Europa de la Edad del Hielo, pero no a los que vivían en las penínsulas del sur. Y en esas penínsulas del sur es donde la mayoría de los humanos del continente vivieron durante todo el Paleolítico, antes, durante y después de los neandertales".

Crustáceos de la Gruta da Figueira Brava. (A) Perforatus perforatus recuperado del sedimento reprocesado; nótese su buena conservación y ausencia de concreciones calcáreas. (B) Fragmentos de pinza y caparazón de Cancer pagurus con quemaduras negras; recuperado del depósito MIS-5. (C) Cancer pagurus dactylopoda que muestra escamas de impacto en su lado proximal ventral, lo que refleja una desarticulación en pinza; recuperado del depósito MIS-5. (D) Pinzas de cáncer pagurus con roturas longitudinales; recuperado del depósito MIS-5.

"Nuestros resultados añaden un apunte más para desmentir la idea de que los neandertales eran habitantes primitivos de las cuevas que apenas podían ganarse la vida con las capturas de caza mayor" dice la investigadora.

El yacimiento arqueológico de la Gruta de Figueira Brava está situado a unos 30 kilómetros al sur de Lisboa, en la conocida Sierra de Arrábida. Actualmente, esta cueva está pegada al mar, pero cuando los neandertales la ocuparon debían desplazarse más de dos kilómetros para llegar a la costa. En sus depósitos arqueológicos se han recuperado gran cantidad de herramientas de piedra y huesos, que demuestran que éste era para ellos un espacio de hábitat.

Fuentes: 20minutos.es | abc.es | 7 de febrero de 2022

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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