¿Está en Cádiz el mapa más antiguo del mundo?

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El supuesto mapa. Vicente Moreno García-Mansilla

Castellar de la Frontera es una localidad situada en el extremo oriental de la provincia de Cádiz. A unos cinco kilómetros al este del pueblo se encuentra un área de cuevas donde se registran ciertos hallazgos procedentes de la actividad humana del Paleolítico superior. El primero en citar dicho complejo, desde un punto de vista científico, fue el renombrado sacerdote, arqueólogo y antropólogo francés Henri Breuil en 1929. Si bien no es hasta los años noventa cuando se descubre en el citado complejo la Cueva de las Estrellas. Posteriormente, en 2014, el espeleólogo Simón Blanco encontró en dicho lugar un conjunto de imágenes rupestres, entre las que hay una que contiene unas hileras de puntos pareados, formando una superficie superior al metro cuadrado.

Desde su descubrimiento hasta 2022, los expertos han planteado la posibilidad de que la imagen de las hileras de puntos pudiera ser o un mapa estelar o algún tipo de representación cartográfica, pero sin ninguna base ni evidencia. Sin embargo, en 2022, una revista científica de la Universidad de Cádiz ha publicado un artículo del investigador Vicente Moreno García-Mansilla donde se expone, tras un análisis cartográfico y matemático, la alta probabilidad de que la imagen sea una representación de un amplio territorio de la provincia de Cádiz. El área cubierta por este «mapa» cubriría una extensión superior a los cincuenta kilómetros de lado (unos 3.000 km2), extendiéndose desde Vejer y Barbate (al oeste) hasta Gibraltar (al este), y desde Tarifa (sur) hasta Alcalá de los Gazules (al norte).

Detalle de las pinturas rupestres encontradas en la cueva de las Estrellas.

Se debe tener presente que el Paleolítico superior (entre 35.000 y 10.000 años a.C,) se caracteriza por ser el periodo de desarrollo del arte rupestre y de la sofisticación de las herramientas. Es también un periodo que coincide con la segunda mitad de la última glaciación (Würm). Estamos ante unos hombres con una inteligencia desarrollada, ya son Homo sapiens como nosotros, focalizados en la caza, la pesca y la recolección, como modo de supervivencia, obligados a trasladarse de forma permanente a grandes distancias para adaptarse a las posibilidades que les daba la naturaleza en cada estación del año. Adicionalmente, es previsible que, en plena glaciación, el territorio de la actual Cádiz, por sus condiciones óptimas, tuviera diversas áreas de refugios y establecimientos poblacionales. Algunos de dichos lugares, poblados ininterrumpidamente, serían coincidentes con las primeras poblaciones que se desarrollaron en la Edad Antigua y que, en algunos casos, han llegado hasta nuestros días.

Vicente Moreno, a partir de la imagen de hileras de puntos, intuitivamente ha percibido las coincidencias con el área territorial de Cádiz descrita anteriormente. Concretamente, resalta la coincidencia de algunas localidades actuales (Tarifa, Vejer, Gibraltar, Castellar, etc...), de las formas de los caminos y de algunas líneas de costa con las hileras de puntos de la pintura rupestre. El autor ha tomado como referencia, para efectuar esta primera comparación, el plano provincial de Francisco Coello impreso en 1868. Este mapa es el más antiguo realizado con buena precisión, además de ser muy exhaustivo en los detalles geográficos al tiempo que no está afectado por los cambios de los trazados de los caminos, de los cursos de agua y de las zonas pantanosas, resultado de las numerosas obras y desecaciones del siglo XX. El autor también ha considerado las relevantes alteraciones costeras existentes en el área del Estrecho, así como las variaciones del nivel de mar, con decenas de metros, desde entonces.

Trazado de los supuestos caminos y líneas de costa en el mapa de Coello de 1868Vicente Moreno García-Mansilla.

Siendo muy relevante, no es suficiente la intuición y el parecido visual para consolidar la propuesta de que dicha imagen es un mapa, por lo que es preciso realizar una segunda comparación científica contra la realidad geográfica. El método utilizado por Moreno tiene una base matemática y estadística, comparando el posicionamiento de los principales puntos de la imagen rupestre contra localidades georreferenciadas en base a la información del Instituto Geográfico Nacional (IGN).

En un primer ejercicio el citado autor trató de determinar la desviación entre el «mapa» rupestre y el del IGN, obteniendo una desviación inferior al 6 % (desviación media cuadrática). Esta desviación se reduce a la mitad cuando se ajusta la situación de alguna localidad costera por la variación sufrida por el nivel del mar.

En un segundo ejercicio, calculó la correlación de las distancias entre ocho puntos de ambos «mapas», obteniendo una correlación estadística superior al 92 % (test de Mantel). El autor, no conforme con estos parámetros estadísticos clásicos, sometió la imagen de hileras de puntos y los caminos en el mapa de Coello al algoritmo de similitud de Jaccard, muy utilizado en informática y en estudios ecológicos para comparar conjuntos de información, obteniendo un valor relativamente alto, del 81 %. Cifras extremadamente elevadas para estar hablando de la precisión de un mapa del paleolítico, cuyas deficiencias son fácilmente explicables por el rudimentario método en que se pudo basar el hombre primitivo para calcular distancias y orientaciones.

Afinación del cartograma (8 puntos) al mapa provincial georreferenciado. ARCGIS

El artículo de Moreno sorprende en el ámbito histórico por el origen académico del autor, ajeno a la historia y perteneciente a la ingeniería; en segundo lugar, por el apoyo en métodos estadísticos, algo inusual en el área de la historiografía de la arqueología. Quizás, la ausencia de limites metodológicos para un «aficionado» (aunque muy ilustrado en la materia), la flexibilidad respecto a algunas presunciones académicas relativas al hombre del paleolítico (como cuestionar el hecho de que los dibujos rupestres no tuvieran un uso funcional), así como su conocimiento matemático, es lo que le ha permitido adoptar una hipótesis arriesgada y un método novedoso de análisis.

A pesar de los indicios y los cálculos realizados, Vicente Moreno no se atreve a concluir de modo categórico que la imagen de la Cueva de Las Estrellas sea un mapa, si bien lo considera como lo más probable. Si fuese así, y eso parece, estaríamos hablando del mapa más antiguo conocido hasta hoy.

Fuente: eldebate.com | 14 de febrero de 2022

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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