Algunos neandertales no podían percibir su propio olor debido a una mutación

Al analizar narices antiguas, investigadores de un estudio internacional publicado en iScience descubrieron que los neandertales tenían un pésimo olfato. Una mutación inesperada los salvó durante todos esos años que estuvieron viviendo codo con codo en las profundidades de las cuevas sin baños ni retretes.

A diferencia de los denisovanos, que parecían tener un olfato excepcional para los olores dulces como la miel, los neandertales ni siquiera podían distinguir el hedor de su orina o sudor.

El olfato neandertal

Los investigadores recrearon las narices de nuestros parientes más antiguos a partir de los genomas de tres neandertales que vivieron en distintas partes del planeta. Al hacerlo, identificaron 11 receptores olfativos que no aparecían en los humanos modernos.

Estos receptores contenían variaciones de ADN únicas, por lo que se trataba de una mutación. Al darse cuenta de esto, el equipo imitó esas mutaciones en el laboratorio mediante la mezcla de receptores humanos, a fin de que coincidieran con la secuencia de aminoácidos de los extintos neandertales. Luego, expusieron los receptores extintos a cientos de olores y midieron sus respuestas.

La nariz neandertal parecía ser menos sensible al grupo de los olores corporales desagradables, en comparación con la nariz de los denisovanos. De hecho, los denisovanos y los humanos modernos tenían el mismo repertorio de olores: cosas dulces, amargas y desagradables.

¿Qué quiere decir esto? Pues que, de todas las cosas que podían dejar de oler, los neandertales evolucionaron para ahorrarse el hedor corporal que había en esa época.

«El hecho de que ahora podamos observar los genomas de especies antiguas y determinar sus posibles espacios sensoriales es muy emocionante para el campo de la percepción sensorial», dice Graham Hughes investigador del Colegio Universitario de Dublín.

Buscando nuestra nariz

Esto no quiere decir que todos los neandertales vivieran con la nariz tapada, solo algunos poseían un mutación que hacía que sus receptores olfativos bloquearan los hedores.

Uno de los neandertales estudiados, procedente de Siberia, tenía una alteración genética que disminuía su capacidad para oler la androstadienona. En pocas palabras, la sustancia química asociada con los olores de la orina y el sudor.

Sin embargo, las otras dos narices neandertales, de diferentes partes del mundo, no tenían esa mutación. En realidad, solo dos genes relacionados con el olfato eran diferentes en este ejemplar. Por lo tanto, no se trataba de una mutación a gran escala.

Los resultados del estudio nos revelan varios datos importantes para empezar a entender la vida de neandertales y denisovanos., así como nuestro propio olfato.

Modelo de homología del receptor odorante con consenso humano

Claves del olfato humano

Los denisovanos resultaron tener una nariz más sensible en todos los aspectos, especialmente olfateando olores dulces. Esta tendencia tal vez les ayudó a encontrar alimentos azucarados y ricos en calorías como la miel. Aunque sus receptores también respondieron con una mayor sensibilidad a los olores especiados, como el clavo o las hierbas.

Por su parte, los neandertales parecían tener narices más débiles, particularmente con los olores corporales apestosos. Los investigadores creen que eso ayudó a que formaran comunidades extensasan a nuevos entornos a medida que se extendían por todo el mundo.

Lo que esto sugiere, básicamente, es que nuestros dos posibles antepasados tenían distintos tipos de sensibilidad en la nariz. Quizás por eso cada persona puede percibir las cosas ligeramente diferentes, y nunca podemos decir que aquello consideramos como un “olor apestoso” sea lo mismo que otra especie consideraría un “olor”.

«Tenemos que entendernos realmente a nosotros mismos dentro de nuestro propio contexto, en lugar de comparar a los humanos con perros o ratones, como lo han hecho investigaciones previas. Cuando las personas miran a los humanos, nos ven como un caso atípico, pero no lo éramos», señala Graham Hughes.

En definitiva, los humanos tenemos mucha diversidad genética en nuestros receptores olfativos. Todo ello gracias a los neandertales.

Fuente: tekcrispy.com |n6 de febrero de 2023

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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