Hallan en la Cueva del Ángel, en Lucena, los restos humanos más antiguos de Córdoba: un diente molar de más de 100.000 años
Corona del diente molar (derecha) y raíz incrustada en la roca sedimentaria (izquierda).La Cueva del Ángel de Lucena (Córdoba) encierra una parte importante de la evolución humana. El paleontólogo Cecilio Barroso y su equipo acaban de dar cuenta del hallazgo del resto humano más antiguo de Córdoba, un diente molar con unos 104.300 años de antigüedad, un "extraordinario hallazgo" que supone un "punto y aparte" en las excavaciones que desde hace 25 años realiza la Fundación Instituto de Investigación de Prehistoria y Evolución Humana en la localidad de la Subbética.
Los pequeños fragmentos de dentina desprendidos de la raíz de la pieza dental permitieron realizar una datación directa de la misma por el método conocido como racemización del ácido aspártico, que se basa en determinados cambios estructurales que se producen en este aminoácido a lo largo del tiempo y que permiten determinar la antigüedad de un espécimen conociendo la tasa a la que se producen dichos cambios.
Vista oclusal del molar: fotografía (izquierda) y reconstrucción 3D a partir de la micro-CT de la corona completa (centro) y la dentina (derecha).
Hasta el momento, los arqueólogos habían recuperado miles de huesos pertenecientes a animales y alrededor de 5.000 fragmentos de neandertales, pero nunca un hueso perteneciente a un homínido preneandertal. De ahí la importancia del hallazgo, publicado recientemente en el American Journal of Biological Anthropology.
"En Andalucía solo existe un hueso más antiguo, un diente de leche hallado en Orce, en la provincia de Granada, de hace 1.100.000 años, que es además el más antiguo de Europa", expone Barroso (izquierda).
El diente recuperado en Lucena, perteneciente a un adulto, es un tercio inferior derecho, conservado en dos partes, según describe el artículo. La corona del diente permanece casi en su totalidad, mientras que la raíz quedó dentro de la roca sedimentaria. Este resto óseo se mantiene un buen estado de conservación y se corresponde con los niveles más recientes de ocupación de la cueva Para Barroso, "este hallazgo extraordinario acerca la Cueva del Ángel a Atapuerca", el yacimiento de la provincia de Burgos declarado Patrimonio Mundial por la Unesco.
Ciertamente, algunas características de esta pieza dental la acercan a poblaciones relacionadas con la Sima de los Huesos de Atapuerca (~430.000 años), en la que ya se observan numerosos aspectos de los neandertales posteriores y con los que existe una estrecha relación genética. El molar de la Cueva del Ángel tiene unas dimensiones pequeñas en comparación con los terceros molares neandertales, dimensiones que son comparables con las de los individuos de la Sima de los Huesos. Por otra parte, el molar de Lucena sólo tiene 4 cúspides principales, mientras que los neandertales tienen 5 cúspides en el tercer molar, y la única población del Pleistoceno Medio y Superior en la que se observan especímenes sin la quinta cúspide es de nuevo la de la Sima de los Huesos.
No obstante, mientras en Atapuerca las excavaciones han profundizado hasta el millón de años, en Lucena se han quedado en torno a los 350.000, si bien el experto considera que, si se mantienen los trabajos, ahora paralizados, podrían llegar hasta los 800.000 años de antigüedad "sin problema".
Aspectos de la corona del diente molar recuperado en la Cueva del Ángel de Lucena. / EL DÍA
El yacimiento de la Cueva del Ángel cuenta con tres áreas: la identificada como la 'chapa', una zona actualmente al aire libre resguardada bajo un techumbre de metal; la 'covacha', una pequeña cavidad, y la 'sima', que sirvió de osario durante miles de años y donde se han recuperado la gran mayoría de restos humanos. El diente perteneciente al homínido, sin embargo, se extrajo bajo la 'chapa', una zona donde se investiga los restos de un gran fuego que habría permanecido encendido durante generaciones, pues los preneandertales tenían capacidad mantener el fuego, pero no sabían hacerlo. "En torno a él se realizaban todo tipo de actividades, como la traída de animales, la descarnación o la ingesta", explica Barroso.
El molar de Lucena, que es el tercer molar inferior derecho, se encuadra en el inicio del Pleistoceno Superior en una fase climática denominada Estadio Isotópico Marino 5, un tiempo que se corresponde cuando neandertales tempranos habitaban el continente.
Presenta características anatómicas típicas de los neandertales y que, por el contrario, son muy infrecuentes en los humanos modernos y otras poblaciones del Pleistoceno. Entre estas características destaca la combinación de una fóvea anterior y una cresta media del trigónido, que es un puente de esmalte que une las dos cúspides mesiales (anteriores) de los molares inferiores. En cuanto a la raíz, a pesar de no conservar el ápice, el molar de la Cueva del Ángel reproduce el patrón de los neandertales que, a diferencia de los humanos modernos, no presentan dos raíces en los molares inferiores, sino que sólo tienen una raíz de forma cilíndrica que puede bifurcarse en su extremo. Además, la cámara pulpar (la cavidad interior de los dientes) de los molares neandertales es grande y alargada verticalmente, característica que se conoce como taurodontismo y que sólo se observa en bajas frecuencias entre los humanos modernos. La micro-CT del molar de la Cueva del Ángel ha permitido observar que se trata de un molar taurodonto.
Vista bucal del molar con la restitución de la corona y la raíz: reconstrucción 3D a partir de la micro-CT del molar con el esmalte en rojo (izquierda), modelo semitransparente con la cavidad pulpar opaca (centro), y modelo sin el esmalte (derecha) que permite apreciar la superficie de la dentina.
Por otra parte, Barroso explica que "En aquella época, los homínidos cazaban y carroñeaban lo que podían, pero tenían necesidades y ante nuevos retos se encontraban soluciones en la Cueva del Ángel", dice Barroso
Habitualmente, se piensa que los individuos iban desnudos, pero aquí se han encontrado útiles exclusivamente destinados a cortar y alisar pieles. "Es la primera vez que esto aparece en el mundo, y nos indica que tenían la necesidad de cubrirse. Y también, posiblemente, sea la primera vez que empezaron a enmangar artefactos, es decir, que construían un mango con resina para hacer la herramienta mucho más efectiva", precisa el paleontólogo.
Foto: Cueva del Boquete Zafarraya (Málaga), donde se ha hallado una mandíbula y un fémur neandertales.
El otro hecho fundamental es el uso del fuego. En Europa y en Asia aparece en torno al 300.000 a.C., pero en la Cueva del Ángel, como mínimo, hay restos de 350.000 años, 50.000 años antes de lo que se pensaba. "Es impresionante. Los homínidos de Atapuerca coinciden en el tiempo con los de la Cueva del Ángel, pero allí no ha aparecido ni un gramo de carbón vegetal", compara. La hipótesis es que, en torno a 400.000 años, como mínimo, los primeros homínidos se asientan en la Cueva del Ángel. Recolectaban el fuego, probablemente ocasionado por un rayo, y lo conservaban durante generaciones.
Desde la covacha, el homínido de la muela vería zonas lacustres y una gran cantidad de agua, lo que ahora es el campo de Aras y el arroyo Salado. El paisaje estaría lleno de manadas de elefantes, rinocerontes, bisontes, caballos, ciervos, jabalíes, osos... "El entorno era para ellos el paraíso. Posiblemente, las manadas no emigraban en verano porque el clima era mediterráneo y había agua todo el año. Lo que da cohesión a este grupo es el fuego, que es el mayor invento de la humanidad. Les permitía procesar los alimentos, destruir bacterias, calentarse y ahuyentar a las fieras", describe Barroso.
La aparición de este molar sitúa a la Cueva del Ángel entre los escasos yacimientos andaluces que han proporcionado fósiles de homininos, entre los que destaca por su número la cueva del Boquete de Zafarraya (Alcaucín, Málaga), excavada por el propio Cecilio Barroso entre los años 80 y 90.
Fuentes: eldiadecordoba.es | andalucíacentro.com | glamourlucena.es | 16 de diciembre de 2022
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