Descubren la posibilidad de que el 'Homo naledi' pudo haber utilizado el fuego para alumbrarse y asar
Cráneo de un niño 'Homo naledi' descubierto en el legendario complejo de cuevas de 'Rising Star' en Sudáfrica, no lejos de Johannesburgo.Es una historia de descubrimientos un tanto singular. El renombrado paleoantropólogo Lee Berger es famoso por las expediciones que ha realizado en las cuevas de Rising Star, en Sudáfrica, las cuales, para poder explorar sus pasajes extremadamente desafiantes, estrechos y peligrosos, tuvo que reclutar investigadores pequeños y delgados, además de tener algo no menos importante: un gran coraje para internarse dentro de los mismos. Pero ahora, durante el verano de este año, Berger, tras adelgazar alrededor de 25 kilos, ha entrado él mismo en el sistema de cuevas de Rising Star por primera vez, lo que le ha permitido realizar un descubrimiento sorprendente: cuando miró hacia las techumbres observó que había rastros de hollín, lo que indica que se había empleado fuego en su interior.
Exactamente al mismo tiempo, la paleoantropóloga Keneiloe Molopyane encontró restos óseos de gacelas y roedores, así como grandes rastros de carbón en el suelo en otra área de las cuevas: la "Espina del Dragón". Es posible que haya restos de dos hogueras allí. La historia suena como el sueño de todo antropólogo y espeleólogo. Los hallazgos podrían revelar aspectos notables sobre el Homo naledi, una especie homínida inusual que parece haber vivido hace entre 330.000 y 230.000 años, y que utilizó estas cuevas de difícil acceso. Estos homínidos, con cráneos particularmente pequeños, podrían haber producido fuego y usarlo para iluminarse y asar carne.
Lee Berger en 2021 en el área de entrada al sistema de cuevas "Rising Star". Como "Cuna de la Humanidad", la región es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Foto: AFP / Luca Sola.
Características únicas
Tal circunstancia sería una indicación importante de poseer una cultura propia, lo que también está respaldado por el hecho de que muchos de los esqueletos encontrados allí, de adultos y niños, probablemente fueron llevados a los nichos remotos del sistema de cuevas para ser enterrados. La fascinación con la que Berger ha hablado públicamente (jueves último por la noche en la biblioteca de la Carnegie Institution for Science en Washington, DC) sobre estos nuevos descubrimientos de su equipo, es igualmente contagiosa. Muchos colegas muestran curiosidad sobre los hallazgos, pero también se muestran cautelosos en su evaluación. Después de todo, los estudios científicos correspondientes todavía tienen que ser examinados y publicados profesionalmente.
El antropólogo está convencido de que el Homo naledi, que vivió en el continente africano al mismo tiempo que el Homo sapiens, podría haber utilizado el fuego para otros fines al igual que este último. Ello no sería del todo imposible: al fin y al cabo, hay evidencias del uso del fuego para cocinar/asar durante cientos de miles de años antes, lo cual ha venido confirmado recientemente por hallazgos realizados en Israel, donde se cocinaban/asaban peces hace unos 780,000 años. Incluso el Homo erectus pudo haberse beneficiado del calor del fuego.
Lo que es especial, sin embargo, es el rompecabezas antropológico que representa el mismo Homo naledi: según el conocimiento actual, esta es una especie que combina características modernas y primitivas. Su cerebro es similar en tamaño al de un chimpancé y, por lo tanto, mucho más pequeño que los cerebros de los humanos modernos, Homo sapiens. La forma de la cara, los hombros y la pelvis también recuerdan a los homínidos más antiguos, como el género Australopithecus. Por otro lado, las manos y los pies del Homo naledi tienen aspecto extremadamente moderno. Esto se demuestra por los numerosos, y bien conservados, restos óseos hallados: mientras que, a menudo, solo se descubren partes óseas individuales, en Rising Star se dispone de esqueletos completos de Homo naledi.
Huesos, cenizas y restos de hollín indican la quema de animales. Foto: Lee Berger (conferencia)
Rituales de muerte a la luz de las llamas
Al descubrirse en 2013 la especie Homo naledi, muchas ideas sobre la evolución de la familia humana, en general, y el crecimiento del cerebro, en particular, fueran consideradas lineales quedaron definitivamente descartadas. Homo naledi y la especie Homo floresiensis, apodado Hobbit, muestran que también hubo especies bastante tardías en la evolución relacionadas con los humanos modernos que ostentaban una baja estatura y tenían cerebros considerablemente más pequeños. Aparentemente, esto no les impidió usar el fuego, si bien todavía no hay indicios de herramientas líticas cerca de los hallazgos de Homo naledi.
En cualquier caso, tener una estatura pequeña solo podía ser una ventaja en las cuevas Rising Star. Y también es bastante concebible que esta especie encendiera fuego en los oscuros pasillos y espacios de la cueva para orientarse y llevar a cabo posibles rituales de muerte, además de asar carne de gacela. "El descubrimiento de restos de carbón podría responder a una de las preguntas sobre cómo el 'Homo naledi' pudo orientarse en el sistema cavernario de Rising Star. Desplazarse en la oscuridad habría sido extremadamente difícil y muy peligroso", dice Tom Higham, de la Universidad de Oxford y Viena y especialista en dataciones de material prehistórico.
Un trozo de carbón de la cueva 'Rising Star'. ¿Se puede fechar en la vida del Homo naledi? Foto: Lee Berger (conferencia)
Primera expedición propia gracias a la dieta
Las diferentes áreas del sistema de cuevas en las que ahora se han descubierto rastros de fuego proporcionan evidencias potencialmente altas de ello, y, sin embargo, son sorprendentes. Después de todo, nadie había notado antes tales evidencias, ni siquiera en las grabaciones realizadas con cámaras. Berger explica esto diciendo que, en los últimos años, los investigadores han entrado a menudo en el sistema de cuevas centrados en hallar restos específicos, tales como huesos humanos, y que también estaban más pendientes de salir con vida del intrincado recorrido que había que realizar dentro de ellas. De hecho, el área de la cueva denominada Cámara Dinaledi es de tan difícil acceso que solo 47 personas la han podido explorar hasta ahora, dice Berger: "Supongo que ha habido muchas más personas que han volado al espacio que las que han podido estar en la cámara Dinaledi". (Nota al margen: son 627 las personas que han estado en el espacio, lejos de la Tierra.)
Lee Berger durante la conferencia de presentación de los hallazgos realizados.
En su conferencia (que se puede ver aquí desde aproximadamente el minuto 44), Lee Berger deja en claro que durante mucho tiempo asumió que nunca podría explorar el sistema de cuevas de Rising Star por sí mismo. "He dicho varias veces que mi ego es probablemente demasiado grande como para 'encajar' en los recovecos de la cueva", bromea, aparte de su altura, la cual lo hacía aún más difícil debido al tamaño de los pasillos extremadamente estrechos y bajos. De todos modos, hace unos meses pudo hacerlo después de perder 25 kilos. No le contó a su esposa ni a sus hijos sobre el peligroso plan que tenía en mente, y explicó su pérdida de peso como consecuencia de una dieta para deshacerse de los kilos de más cogidos durante el confinamiento derivado de la pandemia del coronavirus.
El sistema de cuevas es extremadamente difícil de explorar. A veces, los investigadores tienen que quitarse los cascos para atravesar las grietas. Foto: Universidad de Wits.
Material para Netflix
La exploración de Rising Star fue probablemente uno de los mayores desafíos de su vida: Berger necesitó más de una hora para escalar solo doce metros en un lugar muy complicado. "Fue unas tres veces peor de lo que les dije a todos". Según sus descripciones, creyó estar muy cerca de la muerte, lo que constituye un relato propicio para un documental de Netflix, el cual, por otra parte, ya está programado su estreno para el verano de 2023. Sin embargo, el viaje valió la pena: los rastros de hollín y carbón que encontraron él y su equipo pueden aclarar otro aspecto importante de la vida y la cultura del Homo naledi.
Sin embargo, la pregunta más importante sigue sin respuesta: ¿qué antigüedad tiene el carbón descubierto? Después de todo, también podría provenir de personas que entraron en la cueva mucho más tarde, aunque hasta ahora ninguna evidencia ha sugerido esta circunstancia. "Este hallazgo es extremadamente interesante desde el punto de vista de su datación", subraya Higham. "Sin embargo, creo que necesitaremos más información que no ha sido detallada en la presentación". A ello seguirá una publicación especializada al respecto, pero, hasta entonces, la antigüedad solo puede evaluarse de forma limitada.
Hay que esperar análisis más detallados y estudios revisados por expertos sobre el hallazgo de las hogueras. Foto: Lee Berger (conferencia).
Un avance potencial
Si la datación por radiocarbono de las muestras de carbón llega a su máximo, alrededor de 50.000 años, eso indicaría que el Homo naledi podría haber provocado los fuegos, pero Higham señala que aún no hay pruebas, después de que todas las especies han sido fechadas con una antigüedad mucho mayor, de al menos unos 220.000 años. Si el carbón es más reciente, podría indicar rastros de una visita posterior realizada por el Homo sapiens, o ser muestras contaminadas con ADN más reciente, o bien, aunque es mucho menos probable, la posibilidad de que hubiera descendientes de Homo naledi hasta hace unos 50.000 años.
Los próximos meses mostrarán si los descubrimientos realizados por Berger y su equipo están a la altura de sus pretensiones. Pero si resulta que el Homo naledi ya estaba controlando el fuego y explorando las grietas del complejo sistema de cuevas de Rising Star, "eso constituiría un verdadero avance", dice Higham. Las cuevas de Rising Star son un caso especial en comparación con otras cuevas exploradas en Francia y España, que son mucho más grandes y accesibles.
Lee Berger departiendo con los informadores.
Especie arrogante
Ahora bien, todo ello generaría más preguntas: ¿Cuánto tiempo duraba el fuego provocado por el Homo naledi, teniendo en cuenta que el suministro de oxígeno es difícil en las cámaras pequeñas de Rising Star? ¿Y por qué el Homo naledi estaba tan fascinado por estos remotos y complicado lugares y los utilizó para enterrar a sus muertos?
Para la última pregunta, la respuesta de Lee Berger es: "La gente hace todo lo posible para proteger e incorporar a sus muertos en rituales de enterramiento. Construimos pirámides para ello, cavamos agujeros de varios metros de profundidad y los metemos en cajas de madera. Incluso un pariente lejano, con un cerebro muy pequeño, pudo haber desarrollado comportamientos complejos similares, al igual que otros animales. Incluso, en lo que nos afecta, sufrimos la misma arrogancia que nuestra especie: creemos que fuimos elegidos y que somos especiales en comparación con el resto del reino animal".
El video muestra que estar mentalmente muy estable para entrar en la cueva y no padecer claustrofobia.
Fuentes: derstandard.de | Julia Sica | butterword.com | 2 de diciembre de 2022
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