'El Forau de la Tuta': así es la ciudad imperial romana descubierta en el Pirineo aragonés

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Detalle del mosaico blanco y negro hallado en 2021 en el yacimiento de Forau de la Tuta.

El pasado agosto, las labores arqueológicas ubicadas en la ladera sur del Pirineo aragonés realizaron un gran descubrimiento: un mosaico romano ubicado en la localidad de Artieda (Zaragoza). ¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué no se tenía conocimiento de su existencia? ¿Podría deberse a que en esta pequeña localidad, a medio camino entre Jaca y Pamplona, hubiera existido un asentamiento romano en el pasado?

Todas estas incógnitas acaban de ser desveladas en el informe El Forau de la Tuta, una ciudad imperial romana hasta ahora desconocida de la vertiente sur de los Pirineos. Se trata de un estudio público en el que en realidad se detalla cómo las investigaciones se retrotraen a 2018, cuando el Ayuntamiento de Artieda pidió ayuda al Área de Arqueología de la Universidad de Zaragoza para estudiar unos vestigios situados en torno a la ermita de San Pedro, conocidos como El Forau de la Tuta, Campo de la Virgen o Campo del Royo.

Por las características del asentamiento se ha podido saber que se trata de un asentamiento romano de grandes dimensiones, probablemente del siglo I d.C., que después viviría otra ocupación medieval, estimada entre los siglos IX y XIII. Sin embargo, a pesar de su clara importancia a lo largo de trece siglos, se desconoce su nombre original, ni por qué no hay más referencias sobre ella.

Capitel corintio y tambor acanalado con fuste localizado en la ermita de San Pedro de Artieda.

Los sondeos arqueológicos que se continúan ejecutando en la zona se centran en el estudio de importantes restos constructivos monumentales, pertenecientes probablemente a obras públicas tanto de carácter hidráulico (cloacas y sistema de abastecimiento de agua) como viario (viales de calles). Este yacimiento se podría identificar como el centro urbano de una comunidad ciudadana de época altoimperial romana, de nombre desconocido, que hasta ahora había permanecido prácticamente ignorado.

La ciudad romana, posible punto de paso entre el Imperio Romano y las provincias mediterráneas, era una gran urbe que contaba con templos, termas e incluso un refinado sistema de alcantarillado, lo que hace pensar en su importancia como enclave estratégico. Además, sobre este asentamiento romano se edificó, entre los siglos IX y XIII, otro campesino de tipo villa o aldea, que ha sido identificado como Artede, Arteda, Artieda o Arteda Ciuitate. Sobre la existencia de este yacimiento se conocían algunos hallazgos aislados, como dos lápidas funerarias latinas y algunos elementos de escultura arquitectónica en piedra conservados en la fábrica de la ermita de San Pedro.

Elementos de escultura arquitectónica de la ermita de San Pedro; capitel corintio normal sureste
(izquierda) y basa ática itálica de la mesa del altar (derecha).

Una necrópolis histórica

El informe, firmado por expertos del Instituto de Estudios Altoaragoneses, las universidades de Zaragoza, Burdeos, Politécnica de Madrid, Salamanca, UNED y la Escuela de Turismo de Zaragoza, da cuenta también de la localización de cuatro lápidas del yacimiento, que se conservaban en el Museo Diocesano de Jaca y en colecciones privadas de Artieda. Analizando sus inscripciones han sacado la conclusión de que pertenecían a una «necrópolis importante y que se mantuvo hasta el cambio de era».

Gran estribo de 'opus caementicium' y 'opus quadratum' de la ladera occidental de El Forau de la Tuta, perteneciente, quizá, a un sistema de abastecimiento de agua a la ciudad.

Antes de excavar en Forau de la Tuta, el equipo de la Universidad de Zaragoza que codirigen Paula Uribe, José Ángel Asensio y María Ángeles Magallón, miembros del grupo de investigación Primeros Pobladores y Patrimonio Arqueológico, Instituto de Patrimonio y Humanidades e IUCA, llevaron a cabo vuelos con dron y cámaras multiespectrales, financiados por la Universidad de Zaragoza y la Fundación Ibercaja, y la Confederación Hidrográfica del Ebro les proporcionó datos del georradar del terreno.

«Cuando procesamos las imágenes que obtuvimos con el dron, pudimos comprobar que se veía un entramado de calles que nos llevó a hacer el sondeo en ese sitio para ver que efectivamente existía», explica Uribe (izquierda).

En la primera campaña de excavaciones de 2021 se confirmó también la existencia de un cruce de dos viales. «En uno de ellos, posiblemente una de las calles principales del asentamiento, se documentaron también los restos de una acera y una canalización de superficie destinada a la evacuación de aguas, que los peatones podían salvar por medio de tres piedras pasaderas. Dicha calle principal debió contar con una acera porticada, a juzgar por la presencia en sus laterales de dos cimentaciones de planta cuadrada», concluye el informe.

Los arqueólogos concluyen seguros que todo lo hallado hasta el momento «corresponde a un único complejo urbano de entre los siglos I y II y que contaba con infraestructuras y monumentos públicos: termas, sistema de abastecimiento de agua, urbanismo regular, cloacas y posiblemente un templo». El nombre, dicen, es lo menos importante.

Cloaca de fábrica romana Universidad de Zaragoza.

Estructura termal

Igualmente, en uno de los sondeos realizados, se hallaron abundantes restos de mosaicos blanquinegros (teselas y fragmentos de rudus), además de un pavimento en el subsuelo que pertenecía “a un espacio de planta rectangular de unos 5 por 3,50 metros que conservaba el umbral del acceso labrado en dos piezas de arenisca, que alojaba la puerta de doble batiente”. Los expertos lo relacionan con una estructura termal.

El mosaico descubierto en el yacimiento de Forau de la Tuta en Artieda. Gobierno de Aragón.

En el interior de esta estancia, bajo gran cantidad de lajas caídas por el derrumbe, se localizó prácticamente completo y en un extraordinario estado de conservación un pavimento teselado blanquinegro ―con algunas teselas aisladas, rojas y amarillas― decorado con motivos iconográficos en blanco sobre fondo negro: conchas o veneras en las cuatro esquinas e hipocampos enfrentados montados por amorcillos en el emblema central junto a los que se representaron tres animales marinos, un pez en la parte superior y dos posibles delfines en la inferior.

Por eso, los arqueólogos concluyen seguros que todo lo hallado hasta el momento “corresponde a un único complejo urbano de entre los siglos I y II y que contaba con infraestructuras y monumentos públicos: termas, sistema de abastecimiento de agua, urbanismo regular, cloacas y posiblemente un templo”. Pero admiten, sorprendidos, que ignoran su nombre porque no ha pervivido ningún documento histórico que lo mencione.

Fuentes: eldebate.com | elpais.com | 11 de julio de 2022

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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