El misterioso pueblo que alcanzó las Islas Feroe 350 años antes que los vikingos
Islotes de Risin y Kellingin desde Kalsoy, en las Islas Feroe.El secreto se escondía en el fondo de un remoto lago. Un misterioso pueblo fue capaz de llegar a las Islas Feroe, en el Atlántico Norte, unos 350 años antes que los vikingos. Los arqueólogos creen que este grupo se asentó en el pequeño y accidentado archipiélago a medio camino entre Noruega e Islandia alrededor del año 500 después de Cristo.
Según sus primeras hipótesis, esos intrépidos navegantes que fueron capaces de cruzar las agitadas e inexploradas aguas atlánticas podían ser colonos celtas que procedían de Escocia o Irlanda, según explican en un estudio publicado en la revista Communications Earth & Environment.
Imponentes acantilados dominan las costas de las Islas Feroe, situadas a unos 322 kilómetros al noroeste de Escocia. El archipiélago es azotado por fuertes vientos y, en ese paisaje rocoso, predomina un clima nublado que apenas deja lugar para la tundra. Nunca hubo evidencias de un grupo indígena que viviera allí y, hasta ahora, se creía que los primeros en llegar fueron los vikingos.
A) Mapa de la región del Atlántico Norte, con las Islas Feroe en el recuadro rojo. B) Mapa de las Islas Feroe, con la región de Eiði en el recuadro rojo. C) Eiðisvatn, con relleno azul que muestra la extensión aproximada del lago antes del emplazamiento de la presa hidroeléctrica (la estrella verde muestra la ubicación aproximada de Argisbrekka). La línea discontinua azul indica el límite de la cuenca hidrográfica de Eiðisvatn. Imágenes de satélite de Google Earth, Imagen © 2021 Maxar Technologies, Landsat / Copernicus.
Los míticos guerreros y exploradores nórdicos llegaron por primera vez alrededor del 850 d. C., poco después de que desarrollaran tecnología para navegar largas distancias. Este asentamiento podría haber sido el trampolín para viajar hasta Islandia en el 874, además de una corta colonización de Groenlandia hacia el 980.
La nueva investigación, liderada por los expertos de la Universidad de Columbia, se ha centrado en los sedimentos de los lagos. Estos restos contienen señales de que las ovejas domésticas aparecieron repentinamente en las Islas Feroe alrededor del año 500. Anteriormente, las islas no albergaban ningún tipo de mamífero, doméstico o de otro tipo. Por eso las ovejas sólo pudieron llegar junto con los humanos.
Las ovejas de las Islas Feroe han sido un elemento básico de su cultura durante siglos y se encuentran en casi todas partes de las islas. Crédito: William D'Andrea / Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty
En la década de 1980, se descubrió que una maleza (plantago lanceolata) comúnmente asociada con pastos y que se usa a menudo como indicador de la presencia humana temprana en Europa, apareció en las Islas Feroe alrededor del 2200 a.C. Aún así, el hallazgo no fue concluyente porque las semillas podrían haber llegado con el viento y la planta no necesita la presencia humana para establecerse.
San Brandán y la ballena en un manuscrito del siglo XV
Algunos textos medievales sugerían que los monjes irlandeses llegaron a este punto del Atlántico Norte alrededor del 500. Por un lado, se dice que San Brandán, un famoso navegante irlandés, cruzó el Atlántico con camaradas entre el 512 y el 530 y supuestamente encontró una tierra apodada la Isla de los Benditos.
Las especulaciones y los mapas posteriores dicen que se trataba de las Islas Feroe, aunque tampoco se ha descartado que estuvieran hablando de las Azores, más al sur, o incluso las Islas Canarias. También hay quien dice que Brandán realmente llegó a América del Norte. Pero no hay pruebas de nada de esto.
Siglos más tarde, hacia al año 825, el monje y geógrafo irlandés Dicuil escribió sobre unos ermitaños que habrían estado viviendo en algunas islas del norte no identificadas durante al menos 100 años. Una vez más, las especulaciones posteriores hicieron referencia a las Islas Feroe, pero no se encontraron nunca pruebas.
La primera evidencia física de una ocupación temprana llegó con un estudio de 2013 en la revista Quaternary Science Reviews, que documentó dos parches de turba quemada que contenían granos de cebada carbonizados encontrados debajo del suelo de una casa comunal vikinga en la isla de Sandoy, en las Islas Feroe.
Los investigadores fecharon los granos entre 300 y 500 años antes de los nórdicos. La cebada no se había encontrado previamente en el archipiélago, por lo que alguien debió traerla. Para muchos arqueólogos, esto era una firme evidencia de una ocupación anterior a los vikingos.
El lecho de este lago en la isla de Eysturoy contiene una capa de sedimento depositada alrededor del año 500 d.C. que documenta la primera llegada de ovejas, y por lo tanto de humanos, al archipiélago. Crédito: Raymond Bradley / UMass Amherst.
Los investigadores de Columbia utilizaron una pequeña embarcación para navegar por un lago cerca del pueblo de Eiði, sitio de un antiguo lugar vikingo en la isla de Eysturoy. Allí recolectaron lodo acumulado en el lecho durante miles de años. Su objetivo inicial era comprender mejor el clima en la época de la ocupación vikinga, pero se encontraron con una sorpresa.
Explorando a 51 centímetros de profundidad en los sedimentos encontraron señales de que habían llegado un gran número de ovejas repentinamente, probablemente en algún momento entre el 492 y 512, aunque quizás se remontaba incluso al año 370. Una capa de ceniza depositada de una erupción volcánica en Islandia en el 877 les ayudó a fechar de manera fiable las secuencias de sedimentos.
Los expertos consideran lógico no haber encontrado restos físicos de personas pre-nórdicas. Argumentan que las Islas Feroe contienen muy pocos sitios aptos para los asentamientos y básicamente se concentran en áreas planas en las cabeceras de bahías protegidas, donde los vikingos habrían construido sobre viviendas anteriores.
Los investigadores William D'Andrea (izquierda) y Gregory de Wet cargan núcleos de sedimentos tomados del lecho del lago. Crédito: Nicholas Balascio / Colegio de William & Mary.
Los investigadores de Columbia especulan que esos primeros colonos podrían haber sido celtas, aunque no necesariamente monjes. Por un lado, muchos topónimos de las Islas Feroe derivan de palabras celtas, y hay antiguas marcas de tumbas celtas que salpican el archipiélago, aunque no han podido ser fechadas. Además, los estudios de ADN de los feroeses modernos muestran que sus linajes paternos son principalmente escandinavos, mientras que sus linajes maternos son principalmente celtas.
“Otras regiones del Atlántico norte muestran esta asimetría, pero las Islas Feroe tienen el nivel más alto de ascendencia celta materna, lo que sugiere una población celta existente que precedió a los vikingos”, concluyen.
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