Recuperan uno de los yacimientos más relevantes de la 'Cultura de El Argar' y ponen rostro a varios de los cráneos recuperados

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Cumbre rocosa de Callosa de Segura, donde se hallan restos de un castillo de época Califal del año 961, y en su ladera baja restos de un poblado de la cultura de El Argar, correspondiente a la Edad del Bronce.

Enterraban a sus difuntos dentro de sus propias casas, una costumbre típica de la cultura argárica que se interpreta como una manera de que los vivos permanecieran cerca de sus antepasados. Esa es la explicación de los hallazgos en la ladera del Castillo de Callosa de Segura (Alicante), donde se ha descubierto una de las aldeas prehistóricas más pobladas, contemporánea a la época de las pirámides de Egipto.

Las excavaciones realizadas por el Museo Arqueológico de Alicante (Marq) a lo largo de la última década han localizado hasta nueve tumbas y los análisis que se están realizando permitirán saber también las relaciones parentales que pudieron existir con su procedencia. A diferencia de lo que ocurría en otros lugares de Europa, los habitantes de este asentamiento realizaban los enterramientos en sus viviendas.

Foto: Trabajos de excavación en el yacimiento de la laderas de Callosa de Segura - ABC

En su momento de máximo apogeo, la aldea de la ladera del castillo pudo llegar a superar las dos hectáreas de extensión. El asentamiento estaba organizado en grandes terrazas escalonadas, sobre las que levantaban sus casas los habitantes del poblado, y las dataciones realizadas han permitido constatar que esta gran aldea comenzó a ocuparse hacia el año 2.300 a. C. -poco después de que en Egipto se levantaran las pirámides-, y no se abandonó hasta casi 700 años más tarde, pocos siglos antes de que Tutankhamón fuese enterrado en el Valle de los Reyes.

Especialmente destacado fue el hallazgo en 2013 de unas figurillas de terracota con forma de bóvidos, que fueron objeto de una pequeña exposición temporal en el Marq y posteriormente en el Museo Arqueológico de Callosa de Segura. «El conjunto representa una de las pocas evidencias materiales relacionadas con el mundo simbólico y las creencias en la sociedad de El Argar, la cual hasta ahora se consideraba una cultura prácticamente iconoclasta», han señalado desde la Diputación de Alicante.

Foto: Algunos fragmentos de las terracotas recuperadas antes de su restauración, junto a la figurilla de mayor tamaño ya restaurada con forma de bóvido.

También los desperdicios de sus comidas han aportado una información muy valiosa sobre sus rebaños, principalmente ovejas, cabras, bueyes y vacas. «En definitiva, un gran acopio de información que el Marq pondrá pronto a disposición de la comunidad científica y del público en general», han añadido.

El enclave ubicado en Callosa de Segura es uno de los asentamientos de la Edad del Bronce más antiguos y poblados de la Comunidad Valenciana y el área mediterránea.

Restos óseos hallados en la ladera del castillo de Callosa de Segura.

Foto

Tras nueve campañas de excavaciones, el Marq ha concluido los trabajos arqueológicos en el yacimiento, con una inversión de más de 140.000 euros que ha permitido documentar durante este tiempo numerosos restos.

El equipo dirigido por Juan A. López Padilla, arqueólogo del museo, y Francisco Javier Jover Maestre, profesor de Prehistoria de la Universidad de Alicante, ha finalizado el proyecto, llevado a cabo durante casi una década, para cubrir y proteger las estructuras exhumadas en el enclave. Un último paso destinado a salvaguardar los restos aún conservados ha permitido recuperar para la arqueología de Alicante uno de los yacimientos más relevantes de la conocida como «Cultura de El Argar».

Los trabajos, iniciados con unas prospecciones sobre el terreno realizadas en junio de 2012, han contado desde el principio con la colaboración del Ayuntamiento de Callosa de Segura y del director delMuseo Arqueológico Municipal «Antonio Ballester Ruiz», Miguel Martínez Aparicio y ha permitido investigar una de las sociedades de la Edad del Bronce más avanzadas de Europa Occidental.

Fuente: abc.es | 6 de octubre de 2021

Poniendo rostro a los habitantes prehistóricos de El Argar

Muestra de 12 perfiles de rostros reconstruidos. Los individuos presentan perfiles muy diferentes, en el que destacan las diferencias en la forma de la nariz y el mentón. La variedad en los rasgos faciales de las reconstrucciones es un reflejo de las diferencias observables en cada cráneo.

¿Cómo eran los hombres y mujeres que vivieron durante la Edad del Bronce en la sociedad de El Argar, al sudeste de la península ibérica? Unos investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) han analizado los rasgos faciales de estos individuos a partir del estudio digital y biológico de los cráneos recuperados en los yacimientos de La Almoloya y La Bastida (Murcia, España), obteniendo hasta ahora imágenes de 40 de sus habitantes. El estudio es el primero que aplica este método sobre un conjunto tan amplio de individuos de un mismo sitio prehistórico.

Nuestros rostros contienen información sobre nuestra historia familiar y forma de vida. Por ejemplo, ciertos rasgos faciales pueden transmitirse de padres a hijos durante generaciones. ¿Es posible, pues, que las similitudes físicas entre un grupo de individuos proporcionen una pista sobre los vínculos de consanguinidad entre ellos?

Este es uno de los principales objetivos de la investigación que lleva a cabo el Grupo de Arqueoecología Social y Mediterránea (ASOME) de la Universidad Autónoma de Barcelona sobre la sociedad de El Argar, que se extendió por el sureste de la península ibérica hace 4.000 años y fue una de las primeras sociedades urbanas de Europa Occidental. Y el primer paso ha sido el trabajo de Joana Araújo Bruno (izquierda), investigadora de ASOME-UAB, arqueóloga y máster en ilustración científica, que ha realizado una reconstrucción facial de 40 individuos de El Argar, seleccionados tras un detallado estudio osteológico de más de 250 esqueletos recuperados en tumbas bien conservadas de La Almoloya y La Bastida.

“A diferencia de las reconstrucciones faciales de individuos del pasado, que suelen basarse en la inspiración artística, el enfoque de Bruno aplica procedimientos científicos comprobables”, señala Cristina Rihuete Herrada (derecha) profesora del Departamento de Prehistoria de la UAB y miembro de ASOME-UAB.

Para llevar a cabo el estudio, Joana Araújo digitalizó los cráneos mediante un escaneado láser de alta resolución en 3D. Sobre los modelos 3D de los cráneos, añadió capas de músculo y otros tejidos blandos, para establecer el aspecto más probable de las personas a las que pertenecieron los cráneos, en "un ejercicio complejo que utiliza técnica forenses y datos del perfil biológico de estos individuos”, indica la arqueóloga. “El método parte de características biológicas del individuo (sexo y edad) y de las medidas de cada cráneo. Posteriormente, se aplican ecuaciones de regresión a estos datos para obtener la posición relativa de los rasgos faciales. También se añaden valores medios de espesura de los tejidos faciales en zonas específicas del cráneo, a fin de determinar lo que sería su apariencia más probable”, añade.

Proceso de "relleno" de los tejidos en progreso.

“Hasta ahora contamos con representaciones de los rostros de 22 mujeres, 16 hombres y dos niños argáricos, procedentes en su mayoría de La Almoloya. Se trata del corpus más extenso de representaciones faciales de un solo yacimiento prehistórico hasta la fecha, y una mirada sin precedentes sobre una parte importante de la comunidad”, destaca Cristina Rihuete.

El estudio de Joana Araújo, que forma parte de su tesis doctoral, se enmarca en un estudio multidisciplinar que el grupo ASOME-UAB está llevando a cabo y que se basará en imágenes médicas y técnicas estadísticas para investigar si la forma facial argárica conserva evidencias de parentesco y estilo de vida. Los resultados de las comparaciones cuantitativas entre los rasgos faciales y craneales se unirán a los del próximo análisis de ADN antiguo de la misma muestra para comprobar la fiabilidad de la aproximación facial en relación con los diferentes grados de vínculos de consanguinidad.

“Esto podría abrir una nueva vía para abordar la reconstrucción de las relaciones de parentesco en las sociedades prehistóricas, tradicionalmente ‘invisibles’ u ocultas a la investigación arqueológica”, señala Rafael Micó Pérez (izquierda), investigador también de ASOME-UAB.

Apoyándose en los conocimientos fenotípicos del análisis preliminar del ADN y en los datos arqueológicos generados por el trabajo de campo de la UAB, Joana Araújo también está trabajando en los primeros "retratos" artísticos de los argáricos. “Es innegable el poder de las imágenes para la difusión pública del conocimiento arqueológico”, señala la investigadora, para quien “la investigación científica y el trabajo artístico no tienen por qué ser ámbitos separados”.

Fuente: Universidad de Barcelona | 5 de octubre de 2021

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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