Los primeros humanos modernos del sudeste asiático se adaptaron a un entorno de selva tropical
Foto: El arqueólogo Fabrice Demeter en el entorno del enclave arqueológico de Tam Pà Ling, Laos.Aunque ha habido evidencias de que nuestra especie vivió en regiones de selva tropical en el sudeste asiático desde hace al menos 70.000 años, la mala conservación de material orgánico en estas regiones limita lo que sabemos sobre su dieta y adaptaciones ecológicas a estos hábitats. Un equipo internacional de científicos dirigido por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig y la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz ha aplicado un nuevo método para investigar la dieta de humanos fósiles: el análisis de isótopos estables de zinc del esmalte dental. Este método resulta particularmente útil para saber si los humanos y los animales prehistóricos comían principalmente carne o plantas.
Los supuestos tradicionales a menudo han visto las selvas tropicales como una barrera para los primeros Homo sapiens. Sin embargo, cada vez hay más pruebas de que los seres humanos se adaptaron y vivieron en los hábitats de la selva tropical del sudeste asiático. Algunos investigadores también sugieren que, en el pasado, otras especies humanas, como Homo erectus y Homo floresiensis, se extinguieron porque no pudieron adaptarse a este entorno como lo hizo nuestra especie. No obstante, sabemos muy poco sobre la adaptación ecológica de los humanos fósiles, incluido lo que ellos comían.
Diente fósil de un ciervo sambar, del que se tomó una muestra de esmalte dental para el análisis de isótopos de zinc. Esta especie de ciervo todavía se encuentra hoy en el sudeste asiático, y específicamente en Laos. © MPI. Antropología evolutiva.
Los isótopos de zinc revelan qué tipo de alimento se consumía principalmente
En este estudio, los investigadores analizaron las proporciones de isótopos estables de zinc de dientes de animales y humanos de dos sitios en la provincia de Huà Pan, en Laos: Tam Pà Ling y el enclave cercano de Nam Lot. “El sitio de Tam Pà Ling es particularmente importante para la paleoantropología y arqueología del sudeste asiático, dado que alberga el registro fósil más antiguo y abundante de nuestra especie en esta región”, explica Fabrice Demeter (izquierda), investigador de la Universidad de Copenhague. Sin embargo, hay poca evidencia arqueológica, como herramientas de piedra, rastros de hogar, restos de plantas, marcas de cortes en los huesos, en Tam Pà Ling: solo dientes y huesos. Esto hace que los enfoques isotópicos sean la única forma de conocer mejor la dependencia alimentaria anterior.
El análisis de isótopos de nitrógeno, en particular, puede ayudar a los científicos a saber si los humanos del pasado comían animales o plantas. Ahora bien, el colágeno en huesos y dientes necesario para realizar estos análisis no se puede conservar fácilmente. En regiones tropicales como la de Tam Pà Ling, este problema es aún más agudo. “Los nuevos métodos, como el análisis de isótopos de zinc del esmalte, pueden superar ahora estas limitaciones y permitirnos investigar dientes de regiones y períodos que antes no podíamos estudiar”, dice el líder del estudio Thomas Tütken (derecha), profesor del Instituto de Geociencias de la Universidad Johannes Gutenberg. "Con las proporciones de isótopos estables de zinc, ahora podemos estudiar Tam Pà Ling y aprender qué tipo de comida comían nuestros primeros antepasados en esta región".
Interior del enclave arqueológico de Tam Pà Ling, el cual a proporcionado numerosos fósiles humanos modernos tempranos desde el inicio de su excavación en 2009. © Fabrice Demeter
Dieta de humanos fósiles del sudeste asiático
El fósil humano estudiado en esta investigación data del Pleistoceno tardío, más precisamente de hace 63.000 y 46.000 años. Con él también se analizaron varios mamíferos de ambos sitios, entre ellos búfalos de agua, rinocerontes, jabalíes, ciervos, osos, orangutanes, macacos y leopardos. Todos estos animales diferentes muestran diversos comportamientos alimentarios, lo que lo convierte en un contexto ideal para determinar qué comían exactamente los humanos en ese momento. Cuanto más diversos sean los restos de animales encontrados en un sitio en particular, más información podrán utilizar los investigadores para comprender la dieta de los humanos prehistóricos.
Cuando comparamos los valores de isótopos de zinc del fósil Homo sapiens de Tam Pà Ling con los de los animales, estos sugieren fuertemente que su dieta contenía tanto plantas como animales. Esta dieta omnívora también difiere de la mayoría de los datos de isótopos de nitrógeno de humanos en otras regiones del mundo para ese período de tiempo, donde una dieta rica en carne se discierne casi constantemente. “Otro tipo de análisis realizado en este estudio, el análisis de isótopos de carbono estables, indica que los alimentos consumidos provienen estrictamente de entornos boscosos”, dice Élise Dufour (izquierda), investigadora del Museo Nacional de Historia Natural de París. "Los resultados son la evidencia directa más antigua de las estrategias de subsistencia para los humanos del Pleistoceno tardío en las selvas tropicales".
El investigador Nicolas Bourgon prepara el análisis de una muestra utilizando un MC-ICP-MS, un instrumento utilizado en geoquímica para medir proporciones isotópicas. © MPI Antropología evolutiva
Los investigadores a menudo asocian nuestra especie con entornos abiertos, como sabanas o estepas frías. Sin embargo, este estudio muestra que los primeros Homo sapiens podrían adaptarse a diferentes entornos. Juntos, los resultados de los isótopos de zinc y carbono pueden sugerir una combinación de adaptaciones especializadas a las selvas tropicales vistas desde otros sitios arqueológicos del sudeste asiático. "Será interesante, en el futuro, comparar nuestros datos de isótopos de zinc con datos de otras especies humanas prehistóricas del sudeste asiático, como Homo erectus y Homo floresiensis, y ver si podemos entender mejor por qué se extinguieron mientras nuestra especie sobrevivió" , concluye el primer autor Nicolas Bourgon, investigador del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva.
Fuente: Instituto Max Planck | 14 de octubre de 2021
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